Isaías 4:2-6. El deseo de Dios, siempre fue que su pueblo cumpliera sus
propósitos en esta tierra, de ser luz a las naciones. Y en éste caso el futuro
glorioso nunca se dio en el Israel terrenal. Se cumpliría en con el Israel
espiritual. Entonces el reino de Cristo será un santuario. Amen.
2 En aquel tiempo el renuevo de Jehová será para hermosura y gloria, y
el fruto de la tierra para grandeza y honra, a los sobrevivientes de
Israel. 3 Y acontecerá que el que quedare en Sion, y el que fuere dejado
en Jerusalén, será llamado santo; todos los que en Jerusalén estén registrados
entre los vivientes, 4 cuando el Señor lave las inmundicias de 160 las
hijas de Sion, y limpie la sangre de Jerusalén de en medio de ella, con
espíritu de juicio y con espíritu de devastación. 5 Y creará Jehová sobre
toda la morada del monte de Sion, y sobre los lugares de sus convocaciones,
nube y oscuridad de día, y de noche resplandor de fuego que eche llamas; porque
sobre toda gloria habrá un dosel, 6 y habrá un abrigo para sombra contra
el calor del día, para refugio y escondedero contra el turbión y contra el
aguacero. (Isaías 4).
2. En aquel tiempo. Ver com. vers. 1.
Otra vez se alude al día cuando el castigo de Dios caería sobre Israel; pero
este versículo presenta otro aspecto más alentador de la situación. Si bien el
día de Jehová provocaría la destrucción de los impíos, también traería salvación
para los justos (Mat. 16: 27; Rom. 2: 6-10; Apoc. 22: 12). En los vers. 2-6 se
presenta el cuadro de Cristo, el "renuevo" (ver com. Isa.
11: 1), como Redentor y Libertador, y de la gloriosa obra que él haría en favor
de su pueblo. Originalmente, esta predicción debería haberse
cumplido en el Israel literal; pero debido a su fracaso como nación, se
cumplirá en principio en el Israel espiritual (ver pp. 27-40), cuando Cristo
venga por segunda vez.
El renuevo. Compárese con las profecías
mesiánicas de Isa. 11: 1; Jer. 23: 5-6; 33: 15; Zac. 3: 8; 6: 12, donde se
llama a Cristo "vara" y "renuevo" (PR
435). Israel quedaría desolado 161 como árbol marchito (Isa. 5: 7),
pero un renuevo de justicia brotaría de la simiente de David y daría frutos de
justicia. El Israel literal perecería como nación, pero Jesús finalmente haría
que la tierra floreciera con justicia. Este cuadro de una tierra desolada, que
tras larga espera lleva fruto abundante, aparece repetidas veces en las
Escrituras (Sal. 72: 16; Eze. 34: 27; 47: 6-9; Ose. 2: 15, 21-22; Joel 3: 18;
Amós 9: 13).
El fruto de la tierra. La tierra
prometida era originalmente un país fértil (Exo. 3: 8; 33: 3; Núm. 13: 27;
Deut. 8: 7-10). Produciría abundantes frutos siempre que el pueblo de Dios
fuera fiel al Señor (Deut. 28: 1-12). Pero si era infiel, habría sequía,
desolación y muerte (Lev. 26: 14-39; Deut. 28: 15-48; Ose. 2: 1-13). Al fin,
Dios sería misericordioso con su pueblo, y éste recuperaría la gracia divina. En
verdad, toda la tierra sería restaurada y colmada de frutos de justicia (Isa.
35; 44: 3-6; 55: 10-13; 60: 21; 61; 62; Jer. 3: 18- 19; Eze. 34: 25-31; Ose. 1:
10; Joel 2: 19-27; Amós 9: 13-15; cf. 2 Ped. 3: 13).
Los sobrevivientes de Israel. El rollo 1QIsa de
los Manuscritos del Mar Muerto (ver t. I, p. 35; t. IV, pp. 128-130) añade,
"y de Judá". Isaías hace notar con claridad que los que han
permanecido leales al Señor, por causa de los cuales él bendice la tierra,
escaparán de la devastación causada por la guerra descrita en el cap. 3: 25-26
(cf. cap. 10: 20 22; 37: 31-32). Durante las invasiones de Senaquerib, todo
Judá, excepto la ciudad de Jerusalén, cayó transitoriamente en manos de los
invasores asirios. En Jerusalén sólo quedó un pequeño remanente. Si no hubiera
sido por estos pocos, la destrucción de Judá habría sido tan completa como la
de Sodoma y Gomorra (cap. 1: 9). A este pequeño remanente Isaías dio la
misericordioso promesa: "Y lo que hubiere quedado de la casa de Judá y lo
que hubiere escapado, volverá a echar raíz abajo, y dará fruto arriba. Porque
de Jerusalén saldrá un remanente, y del monte de Sion los que se salven. El
celo de Jehová de los ejércitos hará esto" (cap. 37: 31-32). Así como en esos días habría un remanente que no caería en manos del
enemigo, así también en estos postreros días quedará un remanente que el Señor
preservará, que no caerá en manos del maligno (ver com. Deut. 18: 15; t. IV,
pp. 37-38; CS 41; PR 435; PP 288-292).
3. Será Llamado Santo. El gran tema del mensaje de Isaías era la santidad. Vio al Señor sentado sobre su trono, y quedó hondamente
impresionado por el santo carácter de Dios (cap. 6: 3). El título que repetidas
veces emplea para designar a Dios es "Santo de Israel" (cap. 1: 4; 5:
19, 24; 10: 20; 12: 6; 17: 7; 29: 19; 30: 11-12, 15; 31: 1; 37: 23; 41: 14, 16,
20; 43: 3, 14; 45: 11; 47: 4; 48: 17; 49: 7; 54: 5; 55: 5; 60: 9, 14). En toda
la Biblia, este mismo título se encuentra fuera de Isaías sólo seis veces (2
Rey. 19: 22; Sal. 71: 22; 78: 41; 89: 18; Jer. 50: 29; 51: 5). El permanente propósito de Isaías era que Israel abandonara sus pecados
y se convirtiera en un pueblo santo.
Registrados entre los vivientes. Literalmente,
"inscritos para vida". Dios lleva un
registro de cada habitante de la tierra. Los nombres de algunos son registrados
para vida en el libro de la vida (Exo. 32: 32; Sal. 69: 28; Eze. 13: 9; Dan.
12: 1; Mal. 3: 16; Fil. 4: 3; Apoc. 3: 5; 13: 8; 21: 27). Todos aquellos cuyos nombres no sean borrados del
libro de la vida, entrarán en el reino de Dios como un pueblo santo.
4. Las Inmundicias. Todos los que estén
dispuestos a abandonar sus pecados serán limpiados de su inmundicia por medio
de la sangre de Cristo. "La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de
todo pecado" (1 Juan 1: 7). "Si confesamos nuestros pecados, él es
fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad"
(1Juan 1: 9; cf. Sal. 51: 2, 10-11).
Espíritu de devastación. Heb. rúaj
ba'er. La primera palabra puede traducirse como "espíritu",
"soplo" o "viento". La raíz de la segunda palabra es b'r,
"quemar"; pero la forma verbal que aparece aquí (piel) tiene más bien
el sentido de "arrasar', "consumar". Por lo tanto, son también
correctas las versiones que hablan de "viento abrasador" (BJ) o de
"soplo quemante" (DHH, nota). Nácar-colunga compone de otro modo:
"viento de devastación". De todos modos, se presenta un cuadro de un
fenómeno que consumará y arrasará con las inmundicias de Jerusalén. El rollo
1QIsª de los Manuscritos del Mar Muerto (t. I, pp. 35-38) dice s'r en vez de
b'r (no hay vocales en esos MSS); ese verbo significa "violentarse",
"enfurecerse". Teniendo en cuenta el parecido de las letras hebreas
transliteradas como s y b, y la similitud de significado de las dos palabras,
es fácil confundirlas. La diferencia de sentido es mínima.
5. Nube Y Oscuridad. Se alude aquí a la
manifestación visible de la presencia de Dios, 162 La cual acompaño a su pueblo
en su peregrinación desde Egipto a Canaán (Exo. 13: 21; Núm. 9: 15; 10: 34; 14:
14). Así como Jesús es tuvo con su pueblo entonces para
guiarlo, protegerlo y bendecirlo, así también estará hoy con sus hijos mientras
se dirigen a la Canaán celestial (Zac. 2: 5).
Y de noche resplandor de fuego que eche llamas. En el rollo 1QIsª de los Manuscritos del Mar Muerto (ver t. I, p. 35; t.
IV, pp. 128-130) se omite esta frase, como también la primera parte del vers. 6
hasta la palabra "día", inclusive. Evidentemente se trata de un error
del escriba que copió el Rollo del Mar Muerto, o ya faltaba esta sección en el
documento del cual estaba copiando. Este error de copia, llamado
homoiotéleuton, es común en los antiguos manuscritos. Consiste en saltarse una
breve sección de lo que se copia, omitiendo lo que está entre dos palabras
iguales o similares. Sobre toda gloria. "Y por encima la
gloria de Yahveh será toldo y tienda" (BJ). La presencia divina, como un
pabellón, proveerá orientación, seguridad, protección y paz.
6. Un abrigo. El pabellón que Dios
promete a su pueblo lo protegerá de toda prueba, dificultad o peligro que pueda
surgir para amenazarle (Sal. 27: 5; 91: 1; Isa. 26: 3-4). 4CBA/Ministerio Hno.
Pio
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