“La idolatría y el ocultismo
van de la mano”. Judá al alejarse de Dios, optó como es natural, ésta práctica.
Solo hay dos caminos por elegir en la vida: “Dios o el amor al mundo con sus
prácticas contrarias al Señor”.
19 Y si os dijeren: Preguntad a los encantadores y a los adivinos, que susurran hablando, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos? 20 ¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido. 21 Y pasarán por la tierra fatigados y hambrientos, y acontecerá que teniendo hambre, se enojarán y maldecirán a su rey y a su Dios, levantando el rostro en alto. 22 Y mirarán a la tierra, y he aquí tribulación y tinieblas, oscuridad y angustia; y serán sumidos en las tinieblas. (Isaías 8).
19. Si os dijeren. En este versículo Isaías condena las fuentes de consejo y conducción de las cuales dependían Acaz y muchos de los habitantes de Judá. Los encantadores. Ver com. Lev. 19: 31; Deut. 18: 11. Por sus iniquidades los hijos de Israel se habían separado de Dios, así como lo había hecho Saúl, de modo que el Señor ya no les contestaba (ver com. 1 Sam. 28:6). Y como Saúl, el pueblo ahora se había vuelto a los demonios buscando dirección y ayuda. Como ocurre también hoy, prevalecía entonces el espiritismo, y la gente buscaba a los espíritus para hallar orientación.
Susurran. Heb. tsafaf,
"susurrar", "chirriar" (ver com. Lev. 19: 31). El médium
susurraba ceceando. En estas palabras se nota un tono de desprecio y ridículo.
Los emisarios del diablo muchas veces empleaban los medios más sin sentido y
degradantes para establecer su comunicación con los espíritus. Al consultar a
los espíritus de los demonios, los hombres inevitablemente llegan a parecerse a
ellos en carácter y proceder. Satanás ejerce una influencia prácticamente
ilimitada sobre los que abandonan la "ley" y el
"testimonio" (Isa. 8:20) y prefieren oír los mensajes más agradables
de los espíritus malignos de Satanás.
¿Consultará ... a su Dios? Podía hacerlo,
en lugar de buscar a los espíritus de los médiums en procura de consejo. Fue el
colmo del desatino que Israel abandonara a Dios, el autor de la vida, y se
entregara al autor de la desgracia y de la muerte.
A los muertos por los vivos. Puesto que
"los muertos nada saben" (Ecl. 9: 5), es evidente que no se los puede
consultar, y quien pretende hacerlo, se engaña. El hombre no es capaz de una
mayor necedad que la de abandonar al Dios vivo para colocarse bajo la
influencia del autor de la muerte. Los que rechazan la verdad porque no les
resulta agradable, quedan indefensos ante las mentiras del diablo (2 Tes. 2:
10-11).
20. La ley. Heb. torah, palabra que se
emplea para designar toda la voluntad revelada de Dios. Este es el término que
se emplea comúnmente en la Biblia para referirse a los escritos inspirados de
las Escrituras, sobre todo a los de Moisés (ver com. Núm. 19: 14; Deut. 4: 44;
30: 10; 31: 9; Prov. 3: 1; t. I, pp. 40-43) Isaías aparta la atención de sus
oyentes de las palabras y la sabiduría de los demonios y de los hombres para
dirigirla a la sabiduría revelada de Dios. Los profetas de Dios eran sus
testigos o portavoces, y el "testimonio" que daban era el mensaje
divino de sabiduría y vida. En este pasaje Isaías dirige la mente de los
hombres a la Palabra de Dios como norma de verdad y guía para una vida recta.
Dios se ha revelado a sí mismo en su Palabra. Todo cuanto los hombres digan que
no armonice con esa palabra, no tiene luz en sí mismo, "no les ha
amanecido" (ver com. cap. 50: 10-11).
21. Fatigados y hambrientos. Literalmente,
"abrumados y hambrientos", o "lacerado y hambriento" (BJ).
Isaías hace referencia aquí a los que han rechazado a Dios y la luz de su
Palabra, especialmente a los que han rechazado el mensaje profético de los cap.
7 y 8. Por así decirlo, todos caminan como en un lugar oscuro, perplejos y
angustiados, anhelando algo, sin saber qué; buscando algo que nunca podrán
encontrar sino en Dios. En tinieblas, e inquietud, sin luz ni esperanza,
irritados por su situación, culpan a sus dirigentes humanos por las
dificultades que les han sobrevenido y maldicen a Dios porque deben cosechar
los amargos resultados de la desobediencia. En este versículo Isaías describe
en forma muy apropiada el caso de los rebeldes de todas las edades. En el cap.
9: 1-8, la visión inspirada del profeta contempla brevemente hacia el futuro,
al tiempo de la primera venida de Cristo, la luz que disiparía la oscuridad del
alma de los hombres con los brillantes rayos del Sol de justicia (Mal. 4: 2;
ver com. Mat. 1: 23).
22. Mirarán. Esa gente mira hacia el
cielo sin percibir a Dios y sin ver la luz. Después vuelven su mirada hacia la
tierra, y allí sólo encuentran angustia de alma y perplejidad. Sin Dios, el
mundo es un enigmático laberinto de incertidumbre y angustia. El Mesías, por
quien el profeta suspira en el cap. 9: 1-7, es la única luz que el hombre tiene
en las tinieblas de hoy, y su única esperanza para un futuro más luminoso.
4CBA/Ministerio Hno. Pio
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