Hay un remanente que será salvo dentro de todo Israel.
20 Acontecerá
en aquel tiempo, que los que hayan quedado de Israel y los que hayan quedado de
la casa de Jacob, nunca más se apoyarán en el que los hirió, sino que se
apoyarán con verdad en Jehová, el Santo de Israel. 21 El remanente volverá, el remanente de Jacob volverá al Dios
fuerte. 22 Porque si tu pueblo, oh Israel, fuere como las arenas del mar, el
remanente de él volverá; la destrucción acordada rebosará justicia. 23 Pues el Señor, Jehová de los ejércitos, hará consumación ya
determinada en medio de la tierra. (Isaías 10).
20. Los que hayan quedado de Israel. Luego de hacer notar el profeta que unos pocos asirios escaparían al
castigo decretado sobre ellos, piensa en los de Israel que sobrevivirían a la
invasión asiria. La destrucción raras veces es completa. Aun en la nación del
norte quedaron unos pocos después que los asirios hicieron su obra, y en Judá,
los moradores de Jerusalén y unos pocos más escaparon a la destrucción que
sobrevino con la invasión de Senaquerib. La idea del retorno, de la
supervivencia, de un remanente, encarnada en el nombre de sear-jasub, hijo de
Isaías (cap. 7: 3), es un concepto que reaparece constantemente en el profeta
(cap. 10: 21 22; 11: 11, 16; 46: 3).
Nunca más. Acaz depositó su confianza
en Asiria (2 Rey. 16: 7-9; 2 Crón. 28: 16-21) y no en Dios. Pero Asiria no fue
leal ni con Judá ni con ninguna otra nación. Sólo se interesaba en sí misma.
Dios quería que después de la terrible destrucción ocasionada en Judá por
Senaquerib, el "remanente" confiara en Jehová. Fue él quien los libró
en respuesta a la ferviente plegaria de Ezequías (Isa. 37: 14-36), y en él
debía ahora depositar su confianza el remanente fiel. Al fin reconocieron que
Asiria era un amo cruel y no un amigo y ayudador. Se demostró que la confianza
en Dios era el único camino a la seguridad y a la victoria.
21. El Remanente Volverá. Heb. she'ar
yashub. Isaías se refería a su hijo sear-jasub (ver com. cap. 7: 3). Sin
embargo, la lección suprema que Isaías presentó ante Israel fue la de Emanuel:
"Dios con nosotros" (ver com. cap. 7: 14; 8: 8). Cuando el pueblo
depositó su confianza en el Señor y tuvo a Dios consigo, las más grandes
potencias del mundo no pudieron prevalecer contra él. Dios permitió que su
pueblo pasara por esas difíciles vicisitudes a fin de atraerlo de nuevo al
Señor (ver com. cap. 10: 13).
22. Como las arenas del mar. La promesa del
retorno del remanente era un mensaje de esperanza, pero a la vez de
condenación. A los que rehusaran volverse al Señor y siguieran en su hipocresía
y mundanalidad, el mensaje del "remanente" no les proporcionaría
ninguna esperanza. La promesa de restauración y salvación era sólo para el
"remanente". 196 Todos los demás se perderían. Los impíos y los que
sólo conocieran de nombre a Dios no encontrarían manera de escapar de los
castigos que pronto sobrevendrían a la nación. Aunque los israelitas fueran tan
numerosos como la arena del mar (Gén. 22: 17; 32: 12), sólo el remanente fiel
sería salvo.
La destrucción acordada. Dios permitiría que la destrucción consumiera al país, pero como resultado el pueblo sería más recto. Aunque para los impíos fuera un castigo, sería en primer lugar una disciplina correctiva. El castigo de los impíos no podría evitarse, pero un "remanente" se volvería al Señor y en ellos Dios cumpliría su obra de justicia. El apóstol Pablo aplica este versículo a la última gran obra final del Señor en la tierra (Rom. 9: 27-28; cf. 2 Ped. 3: 10-13). 23. Consumación. Un "exterminio" (BJ). (Ver cap. 28: 22). 4CBA/Ministerio Hno. Pio
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