lunes, 31 de agosto de 2020

289. UN REMANENTE DE ISRAEL SERÁ SALVO.

Hay un remanente que será salvo dentro de todo Israel.

20 Acontecerá en aquel tiempo, que los que hayan quedado de Israel y los que hayan quedado de la casa de Jacob, nunca más se apoyarán en el que los hirió, sino que se apoyarán con verdad en Jehová, el Santo de Israel. 21 El remanente volverá, el remanente de Jacob volverá al Dios fuerte. 22 Porque si tu pueblo, oh Israel, fuere como las arenas del mar, el remanente de él volverá; la destrucción acordada rebosará justicia. 23 Pues el Señor, Jehová de los ejércitos, hará consumación ya determinada en medio de la tierra. (Isaías 10). 

20. Los que hayan quedado de Israel. Luego de hacer notar el profeta que unos pocos asirios escaparían al castigo decretado sobre ellos, piensa en los de Israel que sobrevivirían a la invasión asiria. La destrucción raras veces es completa. Aun en la nación del norte quedaron unos pocos después que los asirios hicieron su obra, y en Judá, los moradores de Jerusalén y unos pocos más escaparon a la destrucción que sobrevino con la invasión de Senaquerib. La idea del retorno, de la supervivencia, de un remanente, encarnada en el nombre de sear-jasub, hijo de Isaías (cap. 7: 3), es un concepto que reaparece constantemente en el profeta (cap. 10: 21 22; 11: 11, 16; 46: 3).

Nunca más. Acaz depositó su confianza en Asiria (2 Rey. 16: 7-9; 2 Crón. 28: 16-21) y no en Dios. Pero Asiria no fue leal ni con Judá ni con ninguna otra nación. Sólo se interesaba en sí misma. Dios quería que después de la terrible destrucción ocasionada en Judá por Senaquerib, el "remanente" confiara en Jehová. Fue él quien los libró en respuesta a la ferviente plegaria de Ezequías (Isa. 37: 14-36), y en él debía ahora depositar su confianza el remanente fiel. Al fin reconocieron que Asiria era un amo cruel y no un amigo y ayudador. Se demostró que la confianza en Dios era el único camino a la seguridad y a la victoria.

21. El Remanente Volverá. Heb. she'ar yashub. Isaías se refería a su hijo sear-jasub (ver com. cap. 7: 3). Sin embargo, la lección suprema que Isaías presentó ante Israel fue la de Emanuel: "Dios con nosotros" (ver com. cap. 7: 14; 8: 8). Cuando el pueblo depositó su confianza en el Señor y tuvo a Dios consigo, las más grandes potencias del mundo no pudieron prevalecer contra él. Dios permitió que su pueblo pasara por esas difíciles vicisitudes a fin de atraerlo de nuevo al Señor (ver com. cap. 10: 13).

22. Como las arenas del mar. La promesa del retorno del remanente era un mensaje de esperanza, pero a la vez de condenación. A los que rehusaran volverse al Señor y siguieran en su hipocresía y mundanalidad, el mensaje del "remanente" no les proporcionaría ninguna esperanza. La promesa de restauración y salvación era sólo para el "remanente". 196 Todos los demás se perderían. Los impíos y los que sólo conocieran de nombre a Dios no encontrarían manera de escapar de los castigos que pronto sobrevendrían a la nación. Aunque los israelitas fueran tan numerosos como la arena del mar (Gén. 22: 17; 32: 12), sólo el remanente fiel sería salvo.

La destrucción acordada. Dios permitiría que la destrucción consumiera al país, pero como resultado el pueblo sería más recto. Aunque para los impíos fuera un castigo, sería en primer lugar una disciplina correctiva. El castigo de los impíos no podría evitarse, pero un "remanente" se volvería al Señor y en ellos Dios cumpliría su obra de justicia. El apóstol Pablo aplica este versículo a la última gran obra final del Señor en la tierra (Rom. 9: 27-28; cf. 2 Ped. 3: 10-13). 23. Consumación. Un "exterminio" (BJ). (Ver cap. 28: 22). 4CBA/Ministerio Hno. Pio

 

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