miércoles, 26 de agosto de 2020

266. AYES SOBRE LOS MALVADOS: JUICIO SOBRE LA CODICIA. (ISAÍAS 5:8-10).

El último mandamiento condena la codicia. Todo deseo egoísta, toda manifestación de desconformidad, todo acto de astucia, toda complacencia egoísta obra para fortalecer y desarrollar el carácter que destruirá la semejanza de Cristo en el instrumento humano, y cerrará los portales de la ciudad de Dios frente a él. 2T. 236.

8 ¡Ay de los que juntan casa a casa, y añaden heredad a heredad hasta ocuparlo todo! ¿Habitaréis vosotros solos en medio de la tierra? 9 Ha llegado a mis oídos de parte de Jehová de los ejércitos, que las muchas casas han de quedar asoladas, sin morador las grandes y hermosas. 10 Y diez yugadas de viña producirán un bato, y un homer de semilla producirá un efa. (Isaías 5).

8. ¡Ay! En este punto Isaías comienza la enumeración de una serie de desgracias que sobrevendrían a Israel como resultado de las faltas que se mencionan específicamente en relación con cada desgracia. Esas faltas son las "uvas silvestres" del vers. 2. No se pueden detallar todos los pecados del pueblo; sólo se nombran los más característicos en esa época de impiedad.

Juntan casa a casa. Este cuadro gráfico representa el pecado de la codicia y la ambición. Dios originalmente quiso que Israel fuera una nación de pequeños propietarios de tierras. Para evitar la formación de latifundios, instituyó el año del jubileo (Lev. 25: 13; 27: 24) y la ley que permitía que la mujer heredara propiedades (Núm. 27: 1-11; cf. 33: 54; 36). Pero esas disposiciones habían sido desatendidas, y en vez de haber muchos pequeños propietarios, se había formado una clase acaudalada de terratenientes, y otra, la clase de los trabajadores pobres que no tenían propiedades. Mucha gente había quedado reducida a una virtual esclavitud. Otros, que no podían considerarse como esclavos, se veían obligados a pagar arriendos o alquileres exorbitantes. Miqueas, contemporáneo de Isaías, también condenó este mal (Miq. 2: 2).

Solos en medio de la tierra. Los ricos intentaban monopolizar la economía, desinteresándose del bienestar del pueblo en general. Se preocupaban exclusivamente de sus propios intereses. Ni siquiera les importaba si los pobres desaparecían por completo. La situación rápidamente se acercaba al punto en que los pobres habrían de perder lo poco que les quedaba, y sólo los acaudalados se beneficiarían con los productos de la tierra.

9. Muchas casas. Los que desposeían a sus vecinos a fin de incrementar su propio patrimonio, no podrían gozar por mucho tiempo de los resultados de sus medidas opresivas. En vez de hallar prosperidad y felicidad, encontrarían pobreza y ruina nacional. Las cosas llegarían a tal punto, que las propiedades hermosas y grandes quedarían deshabitadas, sin que nadie las atendiera.

10. Diez yugadas. Es decir, diez veces el terreno que se podía arar en un día con una yunta de bueyes. El "bato" equivalía a 22 litros (ver t. I, pp. 175-176). Esto es, la tierra prácticamente no daría cosecha.

Homer. Un homer (220 litros) de semilla no produciría más que un efa (22 litros) de cosecha. En vez de que se produjera un aumento, la cosecha daría mucho menos de lo que se había sembrado. Se describe aquí una situación de decadencia y ruina total. 4CBA/Ministerio Hno. Pio

 

 

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