martes, 4 de agosto de 2020

195. LAS INJUSTICIAS HUMANAS Y EL JUICIO DIVINO.

16 Vi más debajo del sol: en lugar del juicio, 
allí impiedad; y en lugar de la justicia, allí iniquidad.
17 Y dije yo en mi corazón: Al justo y al impío juzgará Dios; 
porque allí hay un tiempo para todo lo que se quiere
 y para todo lo que se hace. (Eclesiastés 3).

16. Lugar De La Justicia. O sea, el lugar dedicado a la administración de justicia. 
El cohecho y la corrupción permitieron que la impiedad reinara en los mismos atrios de la dispensación de Injusticia.
Iniquidad. De la misma palabra hebrea traducida "impiedad". En ambos casos es preferible el vocablo "impiedad".  Mediante el término "justicia", Salomón se refiere al juez, que debería ser la encarnación o personificación del proceder justo. La primera expresión indica el lugar; la segunda, la persona que con autoridad ocupa ese lugar.
17. Juzgará Dios. El verbo hebreo "juzgar", aplicado a Dios, expresa el concepto de que él es no sólo el árbitro que decidirá en los casos de los justos y de los impíos, sino también el que ejecutará el castigo.
Lo que se quiere. Ver com. vers. 1. Término hebreo que también se traduce como "complace"
 (Ecl. 5: 4); "contentamiento" (Ecl. 12:1); "quiero" (Isa. 44:28; 46:10); "complacencia"
 (Mal. 1: 10); "deseable" (Mal. 3:12). 
Lo que se hace. Todos daremos cuenta de nuestras vidas, como la vivimos. 
Obra. O, "hecho". En el juicio se juzga tanto los hechos como las palabras (Mat. 12:36, 37); pero Dios requiere que la obediencia sea aun de pensamiento.
 (ver 2 Cor. 10: 5; ver com. Mat. 5:22, 28; etc.).
Toda cosa encubierta. La gente puede ocultar de los demás, sus palabras y sus hechos, 
pero "todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta" (Heb. 4:13). Aun nuestros motivos más íntimos son escudriñados por Dios.
 (1 Sam. 16:7; Sal. 7:9; Jer. 17:10; cf.  Hech. 1:24; Heb. 4:12), quien lee los motivos secretos del corazón humano. Él nos hará responsables por cada rayo de luz de la verdad que haya penetrado en las tinieblas de nuestro corazón (ver Rom. 2:16; 1 Cor. 4:5). 
En el gran día del cómputo final, entrarán en el reino celestial sólo los que hayan hecho la voluntad de Dios (Mat. 7: 21- 27). Profesar lealtad a Dios y al mismo tiempo desobedecer, aunque sea un solo mandamiento que su sabiduría y amor hayan colocado sobre nosotros, es negar la realidad de dicha lealtad (ver Juan 15: 10; 1 Juan 2: 3-6). Una obediencia menor que ésta equivale a rendir culto a Dios en vano (ver Mar. 7: 7-9), pues en aquel gran día se recompensará a cada persona "conforme a sus obras" (Mat. 16: 27: cf. Apoc. 22:12). 3CBA
Ministerio Hno. Pio

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