La acumulación,
inversión y protección de la riqueza puede causar gran ansiedad y llevar a un
quebrantamiento nervioso. Los caudales de este mundo no proporcionan un
pasaporte para la inmortalidad. Verlos con sus ojos. El rico
finalmente comprende que no puede llevarse su riqueza cuando muera (Job 1: 21;
Luc. 12: 19, 20). No debiera gloriarse ni jactarse de su capacidad para
acumular dinero, sino usarlo para la gloria de Dios (1 Tim. 6: 10, 17-19).
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