13 Por tanto, mi pueblo fue llevado cautivo, porque no tuvo
conocimiento; y su gloria pereció de hambre, y su multitud se secó de
sed. 14 Por eso ensanchó su interior el Seol, y sin medida extendió su
boca; y allá descenderá la gloria de ellos, y su multitud, y su fausto, y el
que en él se regocijaba. 15 Y el hombre será humillado, y el varón será
abatido, y serán bajados los ojos de los altivos. 16 Pero Jehová de los
ejércitos será exaltado en juicio, y el Dios Santo será santificado con
justicia. 17 Y los corderos serán apacentados según su costumbre; y
extraños devorarán los campos desolados de los ricos. 18 ¡Ay de los que
traen la iniquidad con cuerdas de vanidad, y el pecado como coyundas de
carreta, 19 los cuales dicen: Venga ya, apresúrese su obra, y veamos;
acérquese, y venga el consejo del Santo de Israel, para que lo sepamos! (Isaías
5).
13. Fue llevado cautivo. Si bien el
pueblo de Israel no fue llevado cautivo por los asirios hasta el año 723/722 a.
C., el profeta habla como si el cautiverio ya fuera un hecho consumado. No
tuvo conocimiento. El pecado es necedad. Los que pecan habitualmente
demuestran que no son sabios, sino necios. El pecado paga dividendos, pero no de prosperidad, paz y honra, sino de
ignominia, angustia y muerte. El que escoge el pecado, escoge la muerte. Con claridad, y repetidas
veces, Dios había indicado cuál sería el resultado de la transgresión. Además,
la experiencia pasada con frecuencia había demostrado cuál era el terrible
fruto de la desobediencia. En este momento, al persistir en su impiedad, el
pueblo de Israel y de Judá revelaban su total falta de "conocimiento",
con lo que se acarrearon su propia destrucción. Fueron destruidos porque les
"faltó conocimiento", porque desecharon el conocimiento (Ose. 4: 6).
14. Ensanchó su interior el Seol. El Seol
(Heb. she'ol) es la morada simbólica de los muertos (ver com. 2 Sam. 12: 23;
22: 6). Se "ensanchó" para dar cabida al gran número de personas que
llegaban del mundo de los vivos. La gloria de ellos. Los nobles de
Jerusalén, las multitudes del pueblo, todos los que se gloriaban en la pompa de
ese momento y se complacían en sus iniquidades, todos descenderían igualmente a
la destrucción.
15. El hombre será humillado. Cf. cap. 2: 9,
11, 17. Personas de todas las clases sociales, tanto los pequeños como los
grandes, serían humillados. La destrucción venidera no perdonaría a ninguno.
16. Será exaltado en juicio. Es decir, Dios
sería honrado y vindicado por sus actos de justicia. El resultado final del
pecado es la humillación, pero a la larga la justicia y la rectitud traen honra
y gloria. El Señor procede de tal modo que es honrado y glorificado ante todo
el universo. Santificado con justicia. "El Dios Santo
muestra su santidad por su justicia" (BJ). El trato justo de Dios para con
los hombres demuestra la santidad de su carácter. El carácter del pueblo de
Dios ha de asemejarse al del Señor. Israel había perdido de vista el hecho de
que Dios es santo, y en consecuencia no había comprendido ni la importancia ni
el significado de la justicia. Consciente del excelso carácter de Dios, Isaías
sentía una preocupación constante porque Israel llegara a ser también un pueblo
santo y justo. Siempre mantuvo delante de ellos este ideal.
17. Según su costumbre. También
puede traducirse: "en su pastizal" (BJ, NC) (ver Eze. 34: 11-15). Se
presenta al Israel restaurado como corderos que son apacentados juntos en paz y
felicidad. Y extraños devorarán. El hebreo del resto del vers.
17 no es claro. La traducción "entre las ruinas gordos cabritos
ramonearán" (BJ) se basa en la traducción de la LXX, y concuerda con el
contexto. Según esta traducción, las tierras que ahora estaban desoladas serían
transformadas en pastizales donde los animales domésticos pastarían juntos en
paz.
18. Traen la iniquidad. El tercer
ay se dirige a los que persisten en sus malas acciones, a pesar de estar
perfectamente conscientes de lo que hacen. Por su propia voluntad se han ligado
con cuerdas a sus iniquidades, por así decirlo, y en su maldad resisten
cualquier influencia que pudiera libertarlos (cap. 61: 1). Coyundas de
carreta. Una coyunda o cuerda de carreta es más gruesa y más fuerte
que una cuerda común, y representa una rebeldía más acentuada que hace que los
impíos estén ligados a sus pecados con lazos imposibles de romper. Por haber
persistido en el mal, sellan su propio destino.
19. Apresúrese. Estos pecadores
temerariamente desafían a Dios a que siga adelante con lo que se propone hacer
frente al espíritu perverso de ellos. Su rebeldía contra Dios es muy evidente.
Isaías constantemente señalaba cuán segura era la inminente tragedia. El nombre
de su segundo hijo, Maher-salalhasbaz (cap. 8: 3), significa "el despojo
se apresura, la presa se precipita". Este nombre había de ser para Israel
una señal de la inminencia de la ruina que con tanta frecuencia el profeta
predecía (cap. 8: 18). Pero el pueblo hacía oídos sordos a las advertencias
divinas. Ante los solemnes mensajes de Isaías acerca del inminente castigo,
respondían burlándose: "Que Dios apresure la destrucción de la cual tú
siempre hablas. Querríamos verla con nuestros propios ojos". Así provocaban
su propia destrucción. Compárese con Mal. 2: 17; 3: 13. 4CBA/Ministerio Hno. Pio
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