jueves, 27 de agosto de 2020

273. UN PUEBLO OBSTINADO EN LA MALDAD. (Isaías 6:9-12).

Isaías 6:9-12. La causa por la cual, Isaías se desalentó. Es que encontró esta obstinación en su pueblo. A ésta actitud de maldad extrema, es la que Jesús llamó, el pecado contra el Espíritu Santo. Mt. 12: 24-32. ¿Porque es tan mortal éste pecado?        Lo es, porque después del Espíritu Santo, ya no hay nadie más; que pueda obrar a nuestro favor. Por lo tanto, el pecador va de mal en peor. Isaías les presentaría la palabra de Dios, más para testimonio, que para salvación a éste pueblo. finalmente cosecharían el fruto de sus maldades.

9 Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis. 10 Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad. 11 Y yo dije: ¿Hasta cuándo, Señor? Y respondió él: Hasta que las ciudades estén asoladas y sin morador, y no haya hombre en las casas, y la tierra esté hecha un desierto; 12 hasta que Jehová haya echado lejos a los hombres, y multiplicado los lugares abandonados en medio de la tierra.  (Isaías 6).

9. Oíd bien. Como muchos otros profetas, Isaías se enfrentaba a una tarea difícil. Dios le advirtió que el mensaje del cual era portador, en buena medida sería desoído; que a pesar de todo lo que él pudiera hacer, el pueblo continuaría andando en sus malos caminos. Su triste destino sería un aparente fracaso, pero sin duda no mayor del que se manifestó en el ministerio de Jesús (Mat. 13: 14-15; 171 15; Juan 12: 37-41) y el de Pablo (Hech. 28: 26-27). Repetidas veces se citan estas palabras aplicándolas a los tiempos del NT.  Sin embargo, a Isaías se le había asegurado que su obra no sería totalmente en vano, porque Dios le reveló que un remanente sería salvado (cap. 1: 9; 6: 13; 10: 21 ). Por otra parte, Pablo comprendió que en su tiempo los judíos ya habían hecho su decisión final y habían dejado de ser el pueblo de Dios (Hech. 28: 26-28; Rom. 9-11).

10. Engruesa El Corazón. "Haz torpe el corazón" (BJ). La percepción espiritual de Israel sería tan torpe, que no harían caso ni siquiera de los mensajes más conmovedores que el cielo pudiera enviar. La situación sería similar a la de Faraón cuando endureció su corazón, y rehusó cumplir con el mensaje de Dios presentado por medio de Moisés (ver com. Exo. 4: 21). En los días de Isaías no fue Dios quien cegó los ojos del pueblo o entorpeció su corazón. Ellos mismos provocaron esa situación por haber rechazado las advertencias que Dios les enviaba. Con cada rechazo de la verdad, el corazón se endurece más, y la percepción espiritual se embota más, hasta que al final es completamente imposible percibir las cosas espirituales. Dios no se deleita con la muerte de los impíos, y hace todo lo posible para apartarlos de sus malos caminos, a fin de que puedan vivir y no morir (Eze. 18: 23-32; 33: 11; 1 Tim. 2: 4; 2 Ped. 3: 9).

11. ¿Hasta cuándo, Señor? Isaías afrontaba una lúgubre perspectiva. Le resultaba difícil creer que la situación que Dios le describía pudiera perdurar. Después de algún tiempo el pueblo seguramente volvería en sí, y aceptaría el mensaje divino de salvación y liberación. De aquí su pregunta.

Hasta que las ciudades. La triste respuesta que Isaías recibió de Dios fue que la situación prevalecería hasta que Judá se hubiera destruido a sí misma. No había esperanza de arrepentimiento; ni tampoco de supervivencia. Se salvaría un remanente, y por amor de ese grupo fiel, Isaías tenía que proclamar su mensaje de salvación. Pero la nación como conjunto rehusaría apartarse de sus malos caminos, y a la larga, ese rechazo provocaría una ruina total e irreparable. Las ciudades quedarían deshabitadas y la tierra completamente abandonada y desolada. El pecado no produce felicidad sino desdicha; no causa prosperidad sino ruina; no lleva a la vida sino a la muerte. Esta es la gran lección que los portavoces de Dios han presentado al mundo vez tras vez (Lev. 26:31-33; Isa. 1:20; 5:9; 14:17, 20; Jer. 4:7, 20, 23-27; 7:34; 9:11; 26: 6, 18; Miq. 3: 12; etc.).

12. Haya Echado Lejos. Se refiere al cautiverio venidero. Primero, mediante Asiria, en los días de Isaías; después, un siglo más tarde, por medio de Babilonia, el pueblo sería llevado a países extraños. Esto había sido predicho por Moisés, en forma condicional, antes de que Israel hubiera entrado en la tierra prometida (Lev. 26: 33; Deut. 4: 26-28; 28: 64). Lugares abandonados. Esa tierra que Dios había querido que floreciera como una rosa sería desolada y abandonada por sus habitantes. En vez de prosperidad, habría ruina. 4CBA/Ministerio Hno. Pio


No hay comentarios:

Publicar un comentario