domingo, 9 de agosto de 2020

222. LAS OBRAS DE DIOS SON INESCRUTABLES.

16 Yo, pues, dediqué mi corazón a conocer sabiduría, y a ver la faena que se hace sobre la tierra (porque hay quien ni de noche ni de día ve sueño en sus ojos); 17 y he visto todas las obras de Dios, que el hombre no puede alcanzar la obra que debajo del sol se hace; por mucho que trabaje el hombre buscándola, no la hallará; aunque diga el sabio que la conoce, no por eso podrá alcanzarla.                (Eclesiastés 8).

16. Corazón. Es decir, "mente". Faena. El mismo vocablo hebreo se traduce "trabajo" (cap. 1: 13; 3: 10; 5: 14), "ocupación" (cap. 5: 3). Salomón se refiere a la incesante rutina de los arduos esfuerzos humanos. Sueño. A menudo se trabaja durante largas horas, pero el trabajo fue dado a la raza humana para que fuera una bendición (ver com. Gén. 3: 19). Después de la caída del hombre, con demasiada frecuencia la gente no usa inteligentemente su tiempo libre. Las tareas diarias tienen el propósito de servir como disciplina y edificación del carácter. Es dulce el descanso después de un día de arduo trabajo (Prov. 3: 21- 24; cf. Jer. 31: 23- 26).

17. Las obras de Dios. Es decir, el propósito eterno de Dios y la forma en que él trata con los hombres (ver Rom. 11: 33- 36; cf. Job 11: 7, 8). El sabio. Cada individuo tiene el privilegio de estudiar las obras de la creación de Dios y su Palabra revelada; pero debe abstenerse de querer ser "sabio en su propia opinión" (Prov. 26: 5) y de creer que es capaz de comprender las profundidades de la Divinidad.                         (Job 11:7). La actitud correcta del  hombre delante de Dios se presenta en el cuadro de los redimidos que ofrece el apóstol Juan (Apoc. 15: 3, 4). 3CBA/Ministerio Hno. Pio

 

 

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