Isaías 6:1-4. Presenta la visión de la gloria divina, vista por el
profeta Isaías. La visión es oportuna, porque llega en el momento en que el
profeta estaba a punto de claudicar en su misión.
1 En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono
alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. 2 Por encima de él había
serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos
cubrían sus pies, y con dos volaban. 3 Y el uno al otro daba voces,
diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está
llena de su gloria. 4 Y los quiciales de las puertas se estremecieron con
la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo. (Isaías 6).
1. En El Año. Probablemente el año
7401/739 a. C. Evidentemente esta fecha es importante. En el año final del
largo reinado de Uzías (52 años), el Señor concedió al joven Isaías una visión
que confirmaba su vocación para que ejerciera la misión profética, y le dio un
mensaje de reprensión para Israel (PR 226-228; 2JT 348-349). Era un tiempo de
peligro y crisis. El gran rey asirio Tiglat-pileser III había
ascendido al trono en 745, y casi inmediatamente comenzó una
serie de campañas que culminaron con la conquista de buena parte del Asia
Occidental (ver p. 130). En 745 luchó contra Babilonia; en 744 invadió el
territorio al noreste de Asiria, y entre 743 y 738 realizó campañas anuales
contra el noroeste. En sus anales, Tiglat-pileser menciona con frecuencia a
Azriau de Iauda, al que generalmente se identifica con Azarías (Uzías) de Judá,
quien sin duda era el caudillo de la resistencia contra la agresión asiria en
los países de la región mediterránea del Asia. También se menciona a Manahem de
Israel. Uzías murió mientras Tiglat-pileser dirigía sus campañas contra los
reyes occidentales. El que se había opuesto tan decididamente a Asiria, había
muerto. ¿Cuál sería la suerte de Judá? ¿Todo el mundo caería presa de las armas
asirias? Por causa de sus pecados, el profeso pueblo de Dios había perdido la
protección divina. El poderío asirio parecía invencible, y aparentemente antes
de mucho Judá sería vencido, y Asiria dominaría al mundo.
Señor sentado sobre un trono. Esta
manifestación de la gloria divina acaeció en una de las visitas de Isaías a los
sagrados recintos del templo (PR 228). Dios tenía el propósito de que Isaías
pudiera captar una visión más amplia que la que le proporcionaba su ambiente.
Dios deseaba hacerle saber que, a pesar del poderío de Asiría, él seguía
siendo supremo en su trono, y que bajo su dominio estaban todos los
asuntos terrenales. A Moisés se le concedió una visión similar de Dios (Exo.
24: 10). Más de cien años antes del tiempo de Isaías, el profeta Micaías había
visto a Jehová sentado en su trono, rodeado de los ejércitos del cielo (1 Rey.
22: 19). Anteriormente, durante el reinado de Uzías, Amós también vio al Señor,
"que estaba sobre el altar" (Amós 9: 1). Más tarde, durante el
cautiverio babilónico, tanto Daniel (Dan. 7: 9) como Ezequiel (Eze. 1: 1; 10:
1-5) vieron visiones del Señor en su trono. También Juan, en la isla de Patmos,
vio algo similar (Apoc. 4: 1-6). Cuando los peligros asedian al pueblo de Dios,
y las potestades de las tinieblas parecen estar a punto de prevalecer, Dios
invita a con templarlo sentado en su trono, dirigiendo los asuntos del cielo y
la tierra, a fin de que los suyos se reanimen y tengan esperanza (Ed 169).
Sus faldas llenaban el templo. En el momento
cuando se le, concedió esta visión, Isaías estaba orando en el atrio del templo
(PR 228). Las puertas del templo parecieron abrirse ante él, y en el lugar
santísimo vio a Dios mismo sentado en su trono. La palabra hebrea hekal,
comúnmente empleada para referirse al templo, designa a ese lugar como
"templo" o "palacio" del gran Rey del cielo (cf. Sal. 11:
4; 29: 9; Hab. 2: 20). Las "faldas" son la vestimenta de la infinita
gloria de Dios. Juan (cap. 12: 41) aplica esta visión a Cristo.
2. Serafínes. Heb. sérafim, que significa
literalmente, "los que queman" o "los que arden". Seis
alas. Compárese con Apoc. 4: 8, donde los seres vivientes que Juan vio
en derredor del trono también tenían seis alas. Sin embargo, los seres
vivientes vistos por Ezequiel, sólo tenían cuatro alas (Eze. 1: 6). Isaías vio
que estos ángeles con dos alas se cubrían el rostro, en actitud de homenaje y
reverencia delante de Dios, con dos alas se cubrían los pies, y con dos volaban.
Ezequiel vio (que los seres vivientes con dos alas se cubrían el cuerpo,
mientras extendían las otras dos hacia arriba (Eze. 1: 11).
3. Santo, santo, santo. Los ángeles que
rodean el trono de Dios sienten profundamente el principal atributo divino: la
perfecta santidad de carácter. Los seres vivientes que Juan vio en torno del
trono también clamaban: "Santo, santo, santo es el Señor Dios Todo
poderoso" (Apoc. 4: 8). Dios procuraba impresionar en la mente de Isaías
el concepto de su santidad, a fin de que el profeta siempre colocara ante su
pueblo este atributo del carácter divino, para que pudiera sentirse estimulado
a apartarse de sus pecados y aspirara a la santidad. En el rollo 1QIsª de los
Manuscritos del Mar Muerto (t. I, p. 35; t. IV, p. 128) se omite la palabra
"diciendo", y sólo aparece dos veces la palabra "santo".
Llena de su gloria. Cf. cap. 40: 5.
La percepción de la gloria y de la santidad de Dios induce a los hombres a
humillarse ante él. En un tiempo cuando las tinieblas cubrían la tierra y
oscuridad las naciones (cap. 60: 2), Isaías esperaba la hora cuando la gloria
de Dios cubriría toda la tierra.
4. Los quiciales de las puertas. Literalmente,
"los umbrales", es decir la piedra horizontal en la cual estaban los
orificios dentro de los cuales giraban los pivotes de las puertas. Los
cimientos mismos del templo parecían estremecerse ante la voz de Dios. Humo. Como
de incienso, que reflejaba la luminosa gloria de Dios. Cf. Exo. 19:18, donde
se describe al monte Sinaí como cubierto de humo y temblando "en gran
manera", y Apoc. 15: 8, donde el templo aparece lleno de humo a causa de
la gloria de Dios. 4CBA/Ministerio Hno. Pio
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