Isaías 5:1-7. Es la ingratitud y maldad del pueblo de Dios, que recibió
todos los beneficios y bendiciones de Dios. Pero fue en contra de ese legado.
Lo fue en esos tiempos del profeta Isaías… y lo fue en los tiempos de Jesús. No
aprendieron del pasado. ¡Qué lección para nosotros, para saber valorar las
bendiciones divinas!
1AHORA cantaré por mi amado el cantar de mi amado a
su viña. Tenía mi amado una viña en una ladera fértil. 2 La había cercado
y despedregado y plantado de vides escogidas; había edifica do en medio de ella
una torre, y hecho también ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas
silvestres. 3 Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad
ahora entre mí y mi viña. 4 ¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no
haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres? 5
Os mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré su vallado, y
será consumida; aportillaré su cerca, y será hollada. 6 Haré que quede
desierta; no será podada ni cavada, y crecerán el cardo y los espinos; y aun a
las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella. 7 Ciertamente la
viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres
de Judá planta deliciosa suya. Esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia, y
he aquí clamor. (Isaías 5).
1. Ahora cantaré. En algunas ocasiones Isaías profetiza
desastres; en otras, esperanza. Se expresa con palabras tiernas y afectuosas;
luego, con palabras de ira y furor. En el cap. 1:10 se dirige a los caudillos
de Jerusalén llamándolos "príncipes de Sodoma", y al pueblo lo
denomina "pueblo de Gomorra". En este pasaje se presenta ante Israel
como un trovador que entona una canción patriótica para deleite de su pueblo.
Compárese esto con muchos de los salmos de David y el Cantar de los Cantares
(ver Amós 6: 5).
Cantaré por mi amado. A semejanza de otros profetas, Isaías fue un
consumado poeta que presentó muchos de sus mensajes en forma de cantos y
poesías (cap. 6: 10-13; 9: 2-21; 10: 1-11, 13-19, 28-34; 11: 1-9, 12-16; 12;
13: 2- 22; 14: 4-21, 24-32; 15; 16: 1-11; 17: 1-6, 10-14; 18; 19: 1-15; 21:
1-15; 22: 1-8; etc.). Mi amado. El "amado" dueño de
la viña era Dios. La viña era la nación de Israel (Sal. 80: 8-16; Mat. 21:
33-41). Ladera fértil. La "ladera fértil" era la
tierra de Canaán; en forma particular, posiblemente se refiere a
Jerusalén.
2. La Había Cercado. Mejor, "la cavó" (BJ, NC). En
hebreo bíblico, la palabra 'azaq, traducida "cercado", significa
"cavar". La traducción "cercar" viene del hebreo
postbíblico. Sin embargo, del contexto se deduce que también la viña tenía
"cerca" o "vallado" (Isa. 5: 5; cf. Mat. 21: 33) en torno
de ella. Dios colocó un cerco protector en derredor de su pueblo para
resguardarlo. Su ubicación en la altiplanicie central de Palestina, lejos del
con tacto inmediato con las naciones vecinas, constituía una salvaguardia. La
ley de Dios y 164 los mensajes que el Señor envió por medio de sus profetas
tenían el propósito de preservarlo del mal.
Despedregado. Es posible que las piedras quitadas representen a
los pueblos autóctonos del país, con su religión idolátrica y sus costumbres
impías. Vides escogidas. Representan al pueblo de Israel,
cuidadosamente escogido por Dios mismo (vers. 7). Una torre. La
torre representa el templo (DTG 547). Un lagar. Puede
interpretarse que se refiere a instituciones como las escuelas de los profetas,
medios dispuestos por Dios para inculcar virtudes tales como rectitud,
justicia, honradez y pureza.
Uvas. Se plantó la viña con el propósito de que diera fruto; propósito que
también se tuvo al plantar la higuera de la parábola de Luc. 13: 6-9 (cf. Mat.
21: 19, 34). Las uvas representan el fruto del carácter, reflejo del carácter
divino que Israel había de exhibir ante el mundo (ver pp. 29-32). Uvas
silvestres. En vez de producir los frutos del Espíritu, Israel produjo
los frutos de la carne (Gál. 5: 19-23). Acciones crueles e injustas, fraude y
engaño, intemperancia e inmoralidad, menosprecio de los derechos de los pobres
y oprimidos, el aprovecharse de viudas y huérfanos, tales eran los males que
los profetas constantemente reprendían; estas son las "uvas
silvestres" que se mencionan aquí.
3. Varones de Judá. Isaías sigue dirigiéndose a los hombres de Judá y
de Jerusalén (cap. 1: 1; 2: 1; 3: 1; 4: 3-4), los cuales profesaban ser el
pueblo de Dios. El canto de la viña, como tal, ya ha concluido, y el Señor, el
"amado" de este canto, se dirige a su pueblo por medio del
profeta. Juzgad. Se pide a Sión que emita sentencia sobre sí
misma (cf. Mat. 21: 40-41). Otra vez Dios invita a su pueblo a estar a cuentas
con él (Isa. 1: 18). Este pedido es justo, y sin lugar a dudas los judíos
deberán admitir la justicia divina -como también la culpabilidad de ellos- si
consideran los hechos con equidad.
4. ¿Qué más se podía hacer? Con frecuencia una pregunta es la forma más
efectiva de hacer comprender una verdad. Mediante esta penetrante pregunta
Isaías deja en claro que el Señor ha hecho todo lo que podía haberse hecho en
favor de Israel. Le proporcionó todo lo necesario para que desarrollara un
carácter que se pareciera al carácter divino. La culpa del fracaso sólo podía
tenerla Israel mismo (ver pp. 32-36).
5. Quitaré su vallado. Dios quitaría su mano protectora de sobre su pueblo
para permitir que sus enemigos lo saquearan y lo esparcieran. Como resultado de
la transgresión, la viña habría de convertirse en un sitio desolado.
6. Haré que quede desierta. No fue Dios mismo quien destruyó a Israel, sino que
él le retiró su protección, y permitió que entraran los enemigos externos: en
ese momento Asiria, y después Babilonia y Roma, para que se cumpliera la voluntad
divina (ver com. 2 Crón. 18: 18; 22: 8). Más tarde Isaías dice que el Señor
haría de Asiria "vara y báculo" de su "furor" y de su
"ira" para castigar a Israel (cap. 10: 5-7). No será podada
ni cavada. Si una viña ha de producir fruto, es necesario que se la
cuide. Si no se la poda ni cultiva, finalmente se deteriorará y se convertirá
en un lugar desolado. La cesación de la poda y de la cavadura indica la
supresión de los medios proporcionados por Dios para el cultivo moral y
espiritual (cf. Luc. 13: 8; Juan 15: 2). El cardo y los espinos. La
que una vez fuera viña floreciente se convertiría en un lugar desierto y
abandonado. En vez de uvas, sólo produciría espinos y cardos. El cielo le
negaría su bendición; la tierra se tornaría árida y estéril. Es Dios quien
imparte vida y bendición (Sant. 1: 17). Cuando retiene sus bendiciones, se
produce la desolación y la muerte.
7. La viña. Dios no deja ninguna incertidumbre en cuanto al
significado del mensaje que dirige. La aplicación específica de este mensaje a
la nación apóstata recuerda la incisiva reprensión de Natán cuando le dijo a
David: "Tú eres aquel hombre" (2 Sam. 12: 7), y el severísimo
reproche de Jesús a los judíos: "El reino de Dios será quitado de
vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él" (Mat. 21:
43).
La casa de Israel. Aunque la misión de Isaías estaba dirigida en
primer lugar al reino de Judá, algunos de sus mensajes se aplicaban igualmente
al reino de Israel. La parábola de la viña correspondía a Judá en primer
término (vers. 3), pero el mensaje de reprensión y la advertencia del inminente
desastre eran tanto para Israel como para Judá. Frecuentemente se emplea el
término "Israel" para designar a la nación de Judá 165 (Isa. 1: 3; 4:
2; 8: 18; 31: 6; Miq. 1: 14; 3: 1; 6: 2). Pero el hecho de que aquí se
mencionen tanto "la casa de Israel" como los "hombres de
Judá", parece indicar que el mensaje se aplicó a ambas naciones. Si en
este pasaje "Israel" designa al reino del Norte, esta profecía fue pronunciada
antes de 722 a. C. cuando este reino cayó. Aunque la mayor preocupación de
Isaías era Judá, resulta muy comprensible que un profeta de Dios de vez en
cuando echara un vistazo profético al vecino que estaba al norte de Judá, en su
hora crítica, cuando ya se acercaba a su fin.
Esperaba juicio. "Justicia" (BJ). Dios esperaba que su
pueblo practicara justicia, pero en cambio vio derramamiento de sangre,
injusticia y opresión por dondequiera. Clamor. "Alaridos"
(BJ). El "clamor" provenía de los que sufrían opresión o cuya sangre
inocente estaba siendo derramada (cf. Gén. 4: 10; Deut. 24:15; Sant. 5: 4;
Apoc. 6: 9-10). El trato recíproco de los justos no provoca estos clamores en
procura de ayuda, clamores que deben ascender hasta el cielo. 4CBA/Ministerio
Hno. Pio
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