Hebreos 9.
EL MINISTERIO DE CRISTO COMO SUMO SACERDOTE, 9:1-28.
A. Una descripción del santuario terrenal y sus servicios, 9:1-7.
B. El significado simbólico del santuario terrenal, 9:8-14.
C. CRISTO Como Mediador Del Nuevo Pacto, 9:15-28.
1. Ratificación del antiguo pacto
y dedicación de su santuario mediante sangre, 9:15-22.
2. La sangre de Cristo da eficacia al nuevo pacto, 9:23-28.
1 AHORA bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal. 2 Porque el tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición. 3 Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo, 4 el cual tenía un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto; 5 y sobre ellas los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio; de las cuales cosas no se puede ahora hablar en detalle. 6 Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto; 7 pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo;
8 dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie. 9 Lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto, 10 ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas.
11 Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, 12 y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. 13 Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, 14 ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?
15 Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna. 16 Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador. 17 Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive. 18 De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre. 19 Porque habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo el pueblo, 20 diciendo: Esta es la sangre del pacto que Dios os ha mandado. 21 Y además de esto, roció también con la sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio. 22 Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.
23 Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos. 24 Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; 25 y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. 26 De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado.
27 Y de la manera que está establecido para los hombres que mueren una sola vez, y después de esto el juicio, 28 así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan. (Hebreos 9).
1. El primer pacto. La palabra "pacto" ha sido añadida, pero es una añadidura correcta como en el cap. 8:13 (ver el comentario respectivo). Se hace referencia al pacto que se hizo con Israel en el Sinaí.
(Ver com. Heb. 8:7; cf. com. Eze. 16:60).
Tenía. "También tenía" (VM). Si el primer pacto también tenía ordenanzas, quiere decir que el nuevo pacto las tiene. El autor ya ha presentado el servicio de Cristo como sumo sacerdote (cap. 5:5-6; 6:19-20; 7:22-25; 8:12). Ahora se ocupa más detalladamente de ese servicio.
Ordenanzas. Gr. dikáiÇma, "reglamento", requisito", "mandamiento".
De culto. Gr. latréia; en cuanto a latréia, ver com. Rom. 9:4; 12:1.
Santuario terrenal. Un contraste con el santuario del nuevo pacto, "aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre" (cap. 8:2).
2. Tabernáculo. Gr. sk'nL, "tienda", "albergue", "cabaña".
La primera parte. El griego dice "primer tabernáculo" o "primera tienda".
El primer compartimiento y el segundo (vers. 3) también son llamados "tienda" (BJ) o "estancia" (BC, NC).
Durante todo el año se entraba sólo en el primer compartimiento o "tienda"; pero en el segundo compartimiento o lugar santísimo entraba únicamente el sumo sacerdote una sola vez cada año: en el día de la expiación.
El Lugar Santo. Gr. hágia; ver Nota Adicional del cap. 8. Si bien la evidencia textual establece el texto hágia, el Códice Vaticano dice ta hágia, y algunos MSS dicen hágia hagíÇn (ver com. cap. 9:3). Es evidente que la palabra neutra plural no satisfacía a los copistas, por lo cual unos pocos manuscritos tardíos cambian la acentuación para que el adjetivo sea femenino y concuerde con sk'nL. Corresponde señalar que durante los primeros siglos de la era cristiana no se usaron los acentos ortográficos en el griego, por lo cual no habría cómo definir dónde estaba el acento. Por otra parte, el problema del uso de ta hágia para referirse al santuario o a una parte del mismo debe entenderse a la luz del uso tradicional reflejado en la LXX.
A pesar de todas las especulaciones en cuanto a la palabra que se usa, es totalmente claro que aquí se hace referencia al primer compartimento del santuario.
El candelabro. Se describen los muebles en el orden en que estaban en el antiguo tabernáculo y no en el templo de ese entonces (cf. com. vers. 3).
En Exo. 25:31-40 hay una descripción del candelabro.
La mesa. Ver Exo. 25:23-30.
Los panes de la proposición. Ver Ley 24:5-9.
3. Tras. Gr. metá, "detrás", "más allá de", "más lejos", "al otro lado de".
El segundo velo. El velo que separaba el lugar santo del lugar santísimo.
Se llama "segundo" porque tanto éste como el velo que estaba en la entrada del lugar santo se denominan con la misma palabra: katapétasma.
(Ver com. cap. 6:19).
Tabernáculo. Cf. vers. 2.
Lugar Santísimo. Gr. hágia hagíon. "Santo de los Santos" (BJ, NC). Aquí aparece nuevamente el neutro plural, hágia, usado comúnmente para designar a todo el santuario, refiriéndose a una parte del santuario.
Ver Nota Adicional del cap. 8.
4. Incensario. Gr. thumiatLrion, literalmente "lugar o recipiente para quemar el incienso"; por lo tanto, podría tratarse de un incensario o del altar del incienso.
Como ejemplos de este último significado, puede verse en Josefo, Guerra v. 5.5; Antigüedades iii. 6. 8; S. 3; cf. Herodoto 2. 162.
Es posible que en Hebreos se haga referencia al altar del incienso. Ese altar era el mueble más importante del lugar santo, y sería raro que el autor no lo mencionara, teniendo especialmente en cuenta que está enumerando los muebles de cada compartimiento.
La traducción "altar del incienso" presenta un problema; pues ese altar parece presentarse aquí como si estuviera en el lugar santísimo, pero ese mueble estaba en el primer compartimiento del antiguo tabernáculo (Exo. 30:6). Debe tenerse en cuenta que el autor no afirma que el altar del incienso estaba dentro del segundo compartimiento; sólo dice que el lugar santísimo "tenía" ese altar o "incensario" (RVR). Esto podría sencillamente indicar que el altar tenía relación con el lugar santísimo.
La relación entre el altar y el lugar santísimo que aquí se indica podría ser que su función estaba íntimamente relacionada con el lugar santísimo. El incienso que se ofrecía diariamente sobre ese altar en el lugar santo era dirigido al propiciatorio del lugar santísimo. Dios manifestaba allí su presencia entre querubines, y a medida que el incienso ascendía con las oraciones de los que rendían culto, llenaba tanto el lugar santísimo como el santo. El velo que separaba a ambos compartimientos no llegaba hasta el techo, y el incienso que se ofrecía en el lugar santo -el único lugar donde podían entrar los sacerdotes- llegaba hasta el segundo compartimiento, el lugar hacia donde era dirigido. En Rey. 6:22 se dice que el altar del incienso el templo de Salomón estaba "frente al lugar santísimo", es decir, que estaba relaciona con él, o que pertenecía -por función- al lugar santísimo.
Arca. Ver Exo. 25:10-16.
Del pacto. Se llama así al arca porque contenía "las tablas del pacto", las dos tablas de piedra sobre las cuales Dios había escrito los Diez Mandamientos. En Deut. 4:13 se declare que los Diez Mandamientos son el pacto que Dios ordenó a su pueblo que pusiera "por obra".
Urna de oro. "Vasija". Ver Exo. 16:33-34. En la LXX se añade "de oro".
Vara de Aarón. Ver Núm. 17:1-11. Aquí aparentemente se declara que la vasija y la vara de Aarón estaban en el arca. En el AT se dice que estaban "delante de Jehová" o "delante del testimonio" (Exo. 16:33-34; Núm. 17:10). Esto no significa necesariamente que haya una discrepancia, pues estas últimas expresiones podrían también indicar una posición dentro del arca.
La declaración de 1 Rey. 8:9 de que "en el arca ninguna cosa había sino las dos tablas de piedra que allí había puesto Moisés", podría implicar que una vez hubo en el arca otras cosas tales como las que aquí se mencionan.
(Ver el comentario respectivo).
Algunos han tratado de resolver esta aparente discrepancia haciendo que la frase "en la que" se refiera a "la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo" (Heb. 9:3). Aunque es gramaticalmente posible, la sintaxis general no acepta tal relación. Además, el hecho de que las tablas del pacto estén incluidas en la lista de cosas que vienen después de "en la que", es un poderoso argumento para indicar que aquí se está haciendo referencia al arca y no al lugar santísimo.
Tablas del pacto. Ver Exo. 25:16; 32:15-16; Deut. 9:9, y com. de "del pacto".
5. Querubines. Para una descripción de los querubines, ver Exo. 25:18-20.
De gloria. Quizá se los llame así para hacer referencia a la gloria de Dios que se manifestaba en medio de ellos.
(Exo. 25:22; Núm. 7:8-9; 1Sam. 4:4; Sal. 80:1).
Propiciatorio. Gr. hilastLrion (ver com. Rom. 3:25).
No se puede ahora hablar. El autor no desea entrar en detalles pues su propósito no era tratar extensamente estos asuntos.
6. Dispuestas. Mejor "preparadas", "aparejadas". El tabernáculo había sido bien erigido y preparado.
Primera parte del tabernáculo. Es decir, el primer compartimiento.
(Ver com. vers. 2).
Entran. El tiempo presente del verbo griego presenta esta acción como algo habitual (cf. com. vers. 9).
Para cumplir los oficios. Parte del servicio era la ofrenda diaria de incienso en el lugar santo y el arreglo de las lámparas (Exo. 27:20-21; 30:7-8).
Los panes de la proposición eran colocados cada semana en orden sobre la mesa (Lev. 24:5-9).
Además, cada vez que el sacerdote ungido o toda la congregación pecaban, se sacrificaba un becerro, y el sacerdote tomaba de esa sangre y la llevaba dentro del primer compartimiento; metía su dedo en ella y la rociaba siete veces delante del velo, y también ponía algo de la sangre sobre los cuernos del altar del incienso aromático delante de Jehová (Lev. 4:5-7, 16-18).
7. En la segunda. El sumo sacerdote era el único a quien se le permitía entrar en el segundo compartimiento una sola vez en el año: el día de la expiación (Lev. 16:2,24; 23:27).
No sin sangre. El sumo sacerdote entraba por primera vez en el lugar santísimo con la sangre de un becerro como ofrenda por el pecado por sí mismo y por su casa (Lev 16:34, 11-14). Cuando entraba por segunda vez llevaba la sangre del macho cabrío de Jehová, con la cual eran limpiados tanto el santuario como el pueblo (Lev. 16:15-17).
Por. Gr. hupér, "a favor de", "a causa de", "con referencia a". En este contexto podría traducirse "para hacer expiación por" (ver Lev. 16:30).
Pecados de ignorancia. Gr. agnóema, "ignorancia", "error"; "pecado cometido por ignorancia" (cf. Lev. 4:2,13). No se puede admitir la idea de que no se había hecho provisión para el perdón de los pecados en el día de la expiación.
8. Espíritu Santo. El Espíritu es el intérprete divino de la verdad.
(Ver com. Juan 14:26).
A entender. Cf. 1 Ped. 1:11.
Lugar Santísimo. Aquí el texto griego otra vez emplea la hágia (ver Nota Adicional del cap. 8), por el cual puede designarse tanto el santuario entero como una parte del mismo. El contexto aclara que la hágia (nominativo de ton hagíon) se refiere al "más amplio, y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos" (cap. 9:11); es decir, el santuario celestial (cf. vers. 24-25).
La interpretación de los traductores de la RVA, BC, BJ y NC se ciñe mejor al griego: "santuario". Pero también pueden haber pensado en el ciclo, donde fue Jesús (24), como el lugar más santo de todos, correspondiente al "Santísimo" del tabernáculo terrenal.
Primera parte del tabernáculo. Algunos sostienen que esta frase se refiere al primer compartimiento del santuario terrenal. Este punto de vista se basa en que en los vers. 2 y 6 se usa la misma frase para referirse al primer compartimiento del santuario. Como los vers. 6-8 están estrechamente relacionados, los que sostienen la opinión mencionada afirman que la fuerza y la lógica de este pasaje se debilitarían si se tradujera "primer tabernáculo" en el vers. 8, mientras se le da otro significado en los vers. 2 y 6. Otras traducciones de esta frase son: "primera Tienda" (BJ); "primer tabernáculo" (RVA, BA, NC y VM); "primera estancia" (BC).
Otros sostienen que "primer tabernáculo", tal como se usa aquí, se refiere a todo el tabernáculo mosaico en contraste con el tabernáculo celestial (cap. 8:2). Afirman que el propósito de Pablo es el de establecer un contraste entre los santuarios de los dos pactos (cap. 9:1), y que el vers. 8 enseña que el servicio en el cielo no podía comenzar mientras no terminara el servicio terrenal.
Ambos puntos de vista concuerdan con la tesis de Pablo, de que el ministerio de Cristo como sumo sacerdote en el "más perfecto tabernáculo" (vers. 11) no podía comenzar mientras no terminara el servicio terrenal.
Estuviese en pie. Mejor "esté aún en pie". El texto griego no denota necesariamente la permanencia del edificio como tal, sino que puede tener referencia a la validez de las funciones del edificio. En cuanto al sentido en que el "primer tabernáculo" todavía estaba en pie, ver com. vers. 9. La frase "estuviese en pie" puede significar: "ocupa su lugar establecido" o "retiene su condición legal divinamente señalada".
9. Lo cual. El texto griego aclara que el antecedente de "lo cual" es "primera parte del tabernáculo" o "primer tabernáculo". Por lo tanto, la interpretación del vers. 9 depende de la definición dada a "primera parte del tabernáculo" o "primer tabernáculo".
Símbolo. Gr. parabole, "parábola" (ver t. V, pp. 193-194; cl t. 111, p. 1129).
Tiempo presente. Pablo concede, quizá por razones de delicadeza, que el servicio en el santuario terrenal aún era eficaz, aunque en realidad Cristo, como el Mediador de un mejor pacto (cap. 8:6), ya se había sentado a la diestra de la Majestad en los cielos (cap. 1:3; 9:11-12).
Todavía se celebraban servicios en el templo (cap. 8:4), en los cuales evidentemente tomaban parte muchos de los cristianos de origen judío (ver HAp 153-154). Esos conversos judíos poco a poco llegaron a comprender que los símbolos del sistema ceremonial se habían cumplido en Cristo, y que por lo tanto había terminado ese sistema.
El concilio de Jerusalén había dispuesto que no se exigiera a los gentiles que se circuncidaran ni guardaran la ley de Moisés (ver Hech. 15; cf. HAp 153-163); pero no se registra que ese concilio hubiera legislado sobre algo para los cristianos de origen judío.
Es evidente que se dejó que ellos decidieran, de acuerdo con su conciencia, el asunto de cumplir, a lo menos con ciertos ritos de la ley ceremonial (cf. com. Rom. 14:1,5). Por eso parece que el autor, como los servicios en el templo continuaban y muchos cristianos de origen judío mostraban respeto por los ritos y las ceremonias de la ley mosaica, se sintió en libertad para referirse al sistema como si aún hubiera estado en vigencia.
Su Propósito Era Mostrar Que Algo Mejor Ya Había Sido Inaugurado.
Ofrendas y sacrificios. Una expresión genérica que abarca las diversas ofrendas levíticas.
No pueden hacer perfecto. El autor ya ha tratado de la insuficiencia del antiguo sistema (ver com. cap. 7:18-19).
Conciencia. Gr. sunéidesis (ver com. Rom. 2:15). El adorador podía cumplir con todos los requisitos externos y sin embargo no sentir paz ni tener la seguridad de que había sido aceptado por Dios. Esa paz sólo podía encontrarla por medio de su fe personal en Cristo. Pero pocos obtenían esta elevadora experiencia. La mayoría de los judíos dependían del minucioso cumplimiento de una multitud de reglamentos para ser aceptados por Dios.
10. Consiste. Esta flexión verbal no está en el texto griego; pero se usa en concordancia con los tiempos presentes del vers. 9 y para unir o dar continuidad a ambos versículos.
Sólo. Se destaca la naturaleza externa del sistema levítico.
Comidas y bebidas. Una referencia a las diversas comidas de cereales y libaciones de la ley ceremonial judía (Exo. 29:40-41; Lev. 2:1-15; 23:13,18,37; Núm. 6:15; etc.).
Diversas abluciones. Ver Mar. 7:3-4, 8; cf. Exo. 29:4; Lev. 11:25; Núm. 8:7; etc. Algunas de las "abluciones" servían para enseñar higiene y limpieza personal, además de las aplicaciones espirituales que podrían haber tenido. Pero a las ordenanzas originales los judíos habían añadido muchas otras que Dios nunca ordenó. Esas "abluciones" fueron ordenadas para que desempeñaran un papel importante en la religión.
Y ordenanzas acerca de la carne. La evidencia textual favorece (cf. p. 10) la omisión de la conjunción "y"; en esta forma "ordenanzas acerca de la carne" queda en aposición con "ofrendas y sacrificios" (vers. 9), o quizá también con "comidas... bebidas... [y] abluciones" (vers. 10). "Ordenanzas" es literalmente "reglamentos" (cf. como. vers.1). "Carnales" tiene aquí evidentemente el propósito de establecer un contraste con "espirituales". Los reglamentos carnales no pudieron proporcionar satisfacción espiritual. Su cumplimiento no hizo que los hombres fueran perfectos en cuanto a la conciencia (vers. 9).
Impuestas. Gr. epíkeimai, literalmente "estar encima", "ser impuesto", "incumbir".
Tiempo de reformar. Literalmente "tiempo de enderezamiento". De este modo se muestra claramente que el sistema levítico era transitorio.
Sus ordenanzas preanunciaban la obra del Mesías y tenían el propósito de estar en vigencia hasta su venida. La transición del sistema antiguo al nuevo puede ser llamada aquí una "reforma" debido a que se abusó del sistema antiguo (ver com. Efe. 2:15).
11. Pero... Cristo. Ahora se presenta la obra del sumo sacerdocio de Cristo para ser considerada, y se muestra que es inmensamente superior a los servicios que celebraban los sumos sacerdotes del santuario terrenal.
Estando ya presente. Gr. paragínomai, "venir", "llegar", "estar presente", "aparecer". El tiempo verbal griego indica que la acción ocurrió en el pasado: "habiendo venido", o "habiendo aparecido". Aquí se presenta a Cristo en el momento en que es investido como sumo sacerdote del santuario celestial, cosa que ya había ocurrido.
Bienes venideros. La evidencia textual se inclina (cf. p. 10) por el texto "bienes ya aparecidos. Ambas variantes tienen sentido lógico. Con la frase "bienes venideros" se reconocería que el período cuando Pablo escribió era un momento de transición, y que lo nuevo aún no había reemplazado completamente a lo antiguo. Esto era especialmente cierto en cuanto a los cristianos de origen judío (ver com. vers. 9). La traducción "bienes que han venido" tomaría en cuenta el hecho de que cuando Jesús fue investido como sumo sacerdote 468 en el cielo, también se habían hecho presentes los bienes del nuevo pacto.
Por. Gr. diá, "a través de" (BJ, BA), "por medio del" (VM), "con". Esta preposición también tiene otros significados. El contexto debe determinar el significado preciso. El contexto no favorece aquí la idea de pasar a través de algo. Ciertos comentadores, apoyándose en esta idea, interpretan "tabernáculo" como los cielos inferiores a través de los cuales pasó Jesús en camino al cielo; pero aquí no hay razón suficiente para darle a "tabernáculo" un significado diferente al que se le da en el cap. 8:2 (ver el comentario respectivo).
Además, los cielos inferiores son "de esta creación". Después de todo, la idea de pasar "a través de" es sólo uno de los varios significados de diá. La idea instrumental es muy común, y ese significado aquí -en el sentido de "empleando"- es completamente lógico dentro del contexto.
Por esta razón el pasaje podría traducirse: "Pero Cristo, habiendo aparecido como sumo sacerdote de bienes venideros, empleando el más amplio y más perfecto tabernáculo,... entró una vez para siempre en el lugar [o 'lugares'] Santo(s)". Los sacerdotes llevaban a cabo sus servicios en el tabernáculo "hecho de manos"; pero Cristo cumple con los suyos en "el más amplio y perfecto tabernáculo".
Podría mencionarse además otro punto de vista. La mayoría de los llamados "padres de la iglesia", tanto griegos como latinos, sostenían que la palabra "tabernáculo" se refiere aquí al cuerpo de Cristo, o a su humanidad. Daban a diá un significado instrumental; enseñaban que fue por medio de la encarnación como Cristo fue preparado para su ministerio de sumo sacerdote.
Este es un hecho que el autor ya ha destacado (ver com. cap. 5:7-9). Los que apoyan este punto de vista hacen notar que Jesús habló del templo de su cuerpo Juan 2:21) y que la palabra "habitó" en Juan 1:14 literalmente es "moró en tienda" (Gr. skenáo, cuyo sustantivo correspondiente, skene, es la palabra que se traduce como "tabernáculo" en Heb. 9:11).
También citan otros textos para mostrar que se hace referencia al cuerpo humano como a un "tabernáculo" (2 Cor. 5:1,4) o "templo" (1 Cor. 6:19).
La principal objeción a este punto de vista es que no parece concordar bien con el contexto. Introduce una definición de "tabernáculo" que altera el uso uniforme consistente que le da el autor a esta palabra, por lo menos hasta llegar a este punto. Por eso es más seguro atribuirle a "tabernáculo" una definición que ya se ha dado en el contexto, especialmente porque no se encuentra ninguna dificultad al interpretar el pasaje de esa manera.
Más amplio y más perfecto. Ningún edificio terrenal puede representar la amplitud y la gloria del templo celestial donde mora Dios (ver PP 371).
Tabernáculo. Ver com. cap. 8:2; cf. cap. 9:24.
No hecho de manos. Es decir, no hecho con manos humanas. Los sumos sacerdotes terrenales actuaban en templos hechos de manos. Cristo, el gran Sumo Sacerdote, actúa en un tabernáculo muy superior que "levantó" el Señor (cap. 8:2).
No de esta creación. Quizá con el sentido de creación visible. "No de este mundo" (BJ). Cf. com. Rom. 8:19.
12. No por sangre de machos cabríos ni de becerros. En cuanto a la parte que representaban los machos cabríos y los becerros en las ofrendas por el pecado en el día de la expiación, ver Lev. 16:59, 11-16.
Su propia sangre. Se confirma así la superioridad del ministerio de Cristo. Ya se ha demostrado que sobresale porque se lleva a cabo en un "más amplio y más perfecto tabernáculo" (vers. 11). Ahora se demuestra su superioridad porque la sangre necesaria para sus servicios era la del Hijo de Dios en contraste con la sangre de animales. En cuanto al significado de la sangre de Cristo, ver com. Rom. 3:25.
Una vez. Gr. efápax, "una vez por todas" o "para siempre" (cf. com. Rom. 6:10). Cristo no necesita ofrecer repetidos sacrificios para continuar como sumo sacerdote en el santuario celestial (Heb. 9:24-26).
El Lugar Santísimo. Gr. ta hágia, "lo santo", "los lugares santos", "el santuario". Mejor es la traducción "santuario" (BJ, BC, NC, RVA). Ver Nota Adicional del cap. 8.
El códice porfiriano (siglo IX) dice ta hágia ton hagíon, "santo de los santos", pero la evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto ta hágia. Después de que Cristo hubo ofrecido "su propia sangre" en el Calvario y ascendido al cielo, entró "dentro del velo" (ver com. cap. 6:19; cf. Nota Adicional del cap. 10).
Habiendo obtenido. Una evidente referencia a la redención que se obtuvo en la cruz como se indica en los vers. 13-17.
Eterna. En contraste con las disposiciones transitorias del sistema levítico.
Redención. Gr. lútrosis, "rescate", "liberación", "redención".
Esta palabra aparece en el NT sólo aquí y en Luc. 1:68; 2:38. La palabra afín lútron, "rescate", se halla en Mat. 20:28 (ver el comentario respectivo); lutrotés, "libertador" o "redentor" se encuentra en Hech. 7:35 (ver el comentario respectivo), y apolútrosis, que también significa "redención", en Rom. 3:24 (ver el comentario respectivo).
13. Sangre de los toros. Ver com. vers. 12.
Cenizas de la becerra. Acerca de la purificación efectuada por las cenizas de la becerra, ver com. Núm. 19.
Rociadas a los inmundos. O "a los contaminados". Ver Núm. 19:18.
Santifican. Gr. hagiázo, "consagrar", "dedicar", "santificar", "purificar". Este verbo parece tener aquí el significado de "purificar como en Núm. 6:11 en la LXX; en la RVR se traduce "santificará".
Purificación de la carne. En contraste con la limpieza de las conciencias (vers.14). Se destaca que los ritos levíticos eran externos.
Proporcionaban pureza ceremonial, pero no un verdadero descanso espiritual del alma (ver com. cap. 3:11). Cf. cap. 7:11,19.
14. ¿Cuánto más? Se destaca la superioridad de la ofrenda de Cristo.
Sangre de Cristo. En contraste con la sangre de animales (cf. com. vers. 12).
Mediante el Espíritu eterno. El artículo no se encuentra en el texto griego lo cual sugiere, aunque no prueba, que no se está hablando del Espíritu Santo sino de la naturaleza divina de Cristo, que es eterna. Mientras aún se hallaba en su estado eterno, anterior a su vida terrenal, Cristo se ofreció para dar su vida por los seres humanos (Apoc. 13:8).
A sí mismo. Cristo se entregó a sí mismo como sacrificio voluntario. Tenía poder para dar su vida, y tenía poder para tomarla otra vez (Juan 10:18).
Limpiará. Gr. katharízo, "hacer limpio", "limpiar", "purificar". Compárese con el uso que tiene en Hech. 10:15; 15:9; 2Cor. 7:1; Efe. 5:26; Tito 2:14; Sant. 4:8; 1Juan 1:7,9. El hecho de que el verbo esté en tiempo futuro sin duda tiene aplicación para aquellos a quienes fue escrita la epístola, quienes aún no habían participado plenamente de la experiencia que les aguardaba en el nuevo pacto (Heb. 8:10-12; ver com. cap. 9:9). Para muchos, el antiguo sistema sólo había reportado pureza ceremonial; el nuevo pacto les ofrecía limpieza total por medio de Jesús.
Conciencias. Ver com. vers. 9.
Obras muertas. Ver com. cap. 6:1.
Para que sirváis. El objeto de la purificación es preparar para el servicio. Los hombres y las mujeres son redimidos para que sirvan. La limpieza no es un fin en sí misma, sino que prepara a los que son limpiados para que sirvan a Dios de tina manera aceptable (ver com. Rom. 12:1)
Dios vivo. Título corriente de Dios tanto en el AT como en el NT (Deut. 5:26; Jos. 3:10; Heb. 3:12; etc.). Aquí parece haberse utilizado en contraste con las "obras muertas". Los que sirven al Dios vivo producen frutos vivos para justicia.
15. Por eso. Es decir, debido a la eficacia de la sangre de Cristo para limpiar la conciencia.
Mediador de un nuevo pacto. El autor ya ha presentado a Cristo como "mediador de un mejor pacto" (ver com. cap. 8:6).
En cuanto al nuevo pacto, ver com. cap. 8:8-12.
Interviniendo muerte. Mejor "habiendo ocurrido muerte". Una referencia a la muerte en la cruz (cf com. cap. 2:14).
Remisión. Gr. apolútrosis (ver com. Rom. 3:24).
Bajo el primer pacto. Ver com. cap. 7:22; 9:16. Durante el sistema de sacrificios se concedía el perdón de los pecados teniendo en cuenta la sangre del Cordero de Dios que sería derramada. La sangre de los animales no tenía intrínsecamente poder para perdonar los pecados. Su oficio era simbolizar la muerte de Cristo por los pecados del mundo. Si Jesús no hubiera dado su vida, el perdón que se ofrecía bajo el primer pacto no hubiera tenido ninguna validez.
Llamados. Ver com. Rom. 8:28,30.
Reciban. La recepción de la herencia dependía del sacrificio de Cristo.
Si él no hubiese ofrecido su vida, habría sido vana la esperanza de los que estaban bajo el antiguo pacto.
Herencia. Ver com. Gál. 3:18.
16. Testamento. Gr. diatheke, palabra que puede significar "pacto", o "testamento" como se hace antes de morir (ver com. Heb. 7:22; Gál. 3:15). En Heb. 9:15-18 se aplica este doble significado. La "herencia" mencionada en el vers. 15 quizá sugiera la idea de un testamento, y la frase "interviniendo muerte", quizá recuerde que Cristo había muerto dejando una herencia, y que ésta nos había sido dejada en un testamento.
Es necesario. Un testamento no tiene ninguna vigencia mientras viva el testador; éste debe morir para que entonces se haga efectivo.
17. Pues no es válido. Se destaca nuevamente el hecho bien conocido de que un testamento no tiene vigencia sino cuando muere el testador.
18. Primer pacto. El autor está hablando del pacto hecho con Israel en el Sinaí .
(Ver com. cap. 8:7).
Fue instituido. Gr. egkainízó, "inaugurar", "dedicar". Esta palabra sólo aparece aquí y en el cap. 10:20, donde el autor habla de un camino nuevo y vivo que fue abierto, o inaugurado.
19. Habiendo anunciado Moisés. En cuanto a lo que aquí se refiere, ver com. Exo. 24:3-8.
Machos cabríos. No son mencionados en Exo. 24:3-8; allí sólo se especifican los animales ofrecidos como sacrificios de paz (Exo. 24:5).
Agua, lana escarlata e hisopo. Estas cosas no se mencionan en Exo. 24:3-8. Su uso se menciona en otras ocasiones: Lev. 14 y Núm. 19. En el relato de Éxodo no hay nada que no admita los detalles que añade el autor de Hebreos.
Libro. No se menciona en Exo. 24:3-8 que el libro fuera rociado con sangre, pero eso bien podría haberse hecho en las ceremonias que allí se describen.
20. Diciendo. La redacción es aquí algo diferente a la de Exo. 24:8, pero el pensamiento general es el mismo (ver la Nota 2, al término de Mat. 3). Hay una notable similitud entre el lenguaje de Hebreos y el de Cristo cuando sirvió el vino al instituir la Cena del Señor (Mat. 26:28).
21. Roció también con la sangre. Este detalle no se menciona en el relato del AT, donde sólo se refiere a la unción con aceite (Exo. 40:9-11). Josefo describe la consagración del tabernáculo, y habla de sangre rociada sobre el tabernáculo y sobre los utensilios pertenecientes a él (Antigüedades iii. 8.6). El autor de Hebreos confirma esta tradición.
22. Casi todo. Había ciertas excepciones. Algunas cosas eran limpiadas con fuego o agua, y no con sangre (Núm. 19; 31:23-24).
Purificado. Gr. katharízo (ver com. vers. 14).
Según la ley. La ley de Moisés (cf com. cap. 7:12,19).
Sin derramamiento de sangre. Cf. Lev. 17:11.
Pero en ciertas circunstancias podía haber expiación por los pecados con harina en lugar de sangre (Lev 5:11-13). Pero como regia general el ritual levítico exigía derramamiento de sangre para la expiación.
Remisión. Gr. áfesis, "perdón" (ver com. Mat. 26:28). Casi siempre que se usa esta palabra en el NT es seguida por el sustantivo "pecados". Afesis aparece sólo aquí y en Mar. 3:29 sin indicar qué es lo que se perdona; evidentemente la palabra tácita es "pecados". La gran verdad que enseñaba la prescripción de que era necesario el derramamiento de sangre para el perdón, era que la salvación de los seres humanos exigía en su debido momento la muerte del Hijo de Dios (cf. Mat. 26:28). Cada sacrificio de animales anticipaba el supremo sacrificio del "Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Juan 1:29).
23. Pues. Es decir, debido al principio general establecido en el vers. 22.
Figuras. Gr. hupodeigma (ver com. cap. 8:5). El tabernáculo del desierto y sus muebles eran una representación de las realidades celestiales que anticipaban la obra que haría nuestro gran Sumo Sacerdote por los pecadores.
Purificadas. Gr. katharízo, "limpiar" (ver com. vers. 14).
Así. Es decir, con las cosas mencionadas en los vers. 18-22.
Las cosas celestiales. Gr. ta epouránia, "lo celestial", "las cosas celestiales". El autor está contrastando las cosas celestiales con las diversas cosas terrenales que ya ha mencionado. El término es genérico y podría referirse a cualquier cosa relacionada con el servicio celestial de Cristo. El énfasis del pasaje no se hace sobre el acto de limpiar sino sobre la necesidad de una limpieza por medio de un sacrificio mejor, a saber: la sangre de Cristo.
El cielo es un lugar de pureza, y por eso se ha discutido mucho entre los comentadores por qué alguna cosa celestial necesitaba ser limpiada y qué fue lo que purificó la sangre de Cristo.
Algunos afirman que es completamente imposible comprender lo que quiso decir el autor; otros sugieren que la limpieza consistió en el apaciguamiento de la ira de Dios. Esta opinión debe rechazarse, pues revela una incomprensión de la naturaleza de Dios y de la expiación (ver com. Rom. 5:10).
La dificultad radica quizá en que se trata de llevar demasiado lejos la comparación del autor. La esencia de lo que ha dicho es clara: está mostrando que el sacrificio de Cristo fue infinitamente superior a los sacrificios de animales. La sangre de los becerros y los machos cabríos limpiaba (Heb. 9:22) lo relacionado con el santuario terrenal, el santuario del antiguo pacto (vers. 1); pero la sangre de Cristo está íntimamente relacionada con el servicio en el "verdadero tabernáculo"(cap. 8:2), el santuario del nuevo pacto (cap. 9:11,15).
En el primer caso se lograba la pureza ceremonial;
en el segundo, la moral (ver com. vers. 13-14).
Cristo se ha presentado "por nosotros ante Dios" (vers. 24). Vive "siempre para interceder " por nosotros (cap. 7:25). La razón por la que necesitamos que alguien se presente delante de Dios por nosotros e interceda por nosotros, es porque hemos pecado. Cristo "se presentó... por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado" (cap. 9:26).
AHORA ESTÁ OFRECIENDO LA EFICACIA DE SU EXPIACIÓN EN FAVOR DEL PECADOR. El resultado de esto es la limpieza de la conciencia del pecador (vers. 14). La palabra que se traduce "limpiará", es una flexión del verbo katharízo, otra de cuyas flexiones se ha traducido "purificadas" (vers. 23). Cf. 1Juan 1:9, en donde katharízo se ha traducido como "limpiarnos". De modo que Jesús, como ministro del verdadero tabernáculo, presentándose ante Dios por nosotros e intercediendo por nosotros, está llevando a cabo una obra de limpieza, limpieza que se aplica a los pecados de todos los que se arrepienten.
PERO CRISTO HACE ADEMÁS una obra especial de limpieza del santuario celestial, que corresponde con el servicio que efectuaba el sumo sacerdote en el santuario terrenal en el día de la expiación (ver com. Lev. 16). El profeta Daniel habla de esta obra especial de Cristo: "Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado [katharízo, LXX]" (Dan. 8:14). Cuando se aplica el principio de un día por cada año, este período termina en 1844 d. C. (ver com. Dan. 8:14). Cuando llegó ese año, hacía muchos siglos que había desaparecido el templo terrenal, construido según el modelo de las cosas celestiales; por lo tanto, esta referencia (Dan. 8:14) debe corresponder con el santuario del nuevo pacto, el "verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre" (Heb. 8:2). Ver com. Dan. 8:14.
Mejores sacrificios. Aquí se usa el plural para el único sacrificio de Cristo, quizá porque ese único sacrificio cumplió cada uno de los requisitos que simbolizaban los sacrificios del sistema antiguo.
24. Santuario. Gr. hágia (ver Nota Adicional del cap. 8). Aquí falta el artículo, pero el adjetivo neutro plural bien puede traducirse "santuario" o "lo santo".
Hecho de mano. Ver com. vers. 11.
Figura. Gr. antítupos, "copia", "figura", "imagen". "Antitipo" deriva de esta palabra, aunque usamos "antitipo" para expresar lo que es anunciado por el "tipo".* La palabra griega puede referirse tanto al original como a la copia. Este término griego aparece una vez más en el NT (1Ped. 3:21).
El cielo mismo. "El más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos" (vers.11) se iguala aquí con "el cielo mismo".
"Ningún edificio terrenal podría representar la grandeza y la gloria del templo celestial, la morada del Rey de reyes donde millares de millares le sirven y millones de millones están delante de él (Dan. 7:10), de aquel templo lleno de la gloria del trono eterno, donde los serafines, sus guardianes resplandecientes, se cubren el rostro en su adoración" (PP 371).
Ahora. El autor pone de relieve el pensamiento de que Cristo ya está ministrando como sumo sacerdote, y exhorta a sus lectores a que dejen de depender del antiguo sistema levítico y disfruten plenamente de las gloriosas prerrogativas que dispensa el nuevo pacto (cf. com. vers. 9).
Por nosotros. O "en favor de nosotros"; intercede por nosotros (cap. 7:25). "Si alguno hubiera pecado, abogado tenemos para con el Padre" (ver com. 1 Juan 2:1).
Ante Dios. En contraste con el sumo sacerdote del santuario terrenal (ver com. vers.8), que sólo podía llegar hasta delante de la manifestación de la Deidad en la gloria sobre el propiciatorio (ver com. Gén. 3:24), y eso sólo una vez al año.
25. Ofrecerse. Cf. "su propia sangre" (ver com. vers. 12).
Muchas veces. El ofrecimiento voluntario de Cristo y su entrada "en el ciclo mismo" (vers. 24) fueron actos únicos, consumados una sola vez.
Como entra el sumo sacerdote. Ver com. vers. 7.
El Lugar Santísimo. Gr. ta hágia (ver Nota Adicional del cap. 8). "Lugar Santísimo" es una interpretación probable, aunque el griego emplea el neutro plural, el cual puede referirse tanto al todo, como a una parte del santuario.
Sangre ajena. O sangre no suya. Se presenta un contraste entre la entrada del sumo sacerdote con la de Jesús, quien entró "por su propia sangre" (vers. 12).
26. De otra manera. Es decir, si la ofrenda de Jesús sólo hubiera tenido una eficacia transitoria, como sucedía con las ofrendas del sum sacerdote terrenal.
Padecer muchas veces. Su encarnación y muerte se hubieran tenido que repetir muchas veces.
En la consumación de los siglos. Esta expresión se usa aquí como sinónimo de "estos postreros días" (cap. 1:2), y debe entenderse de acuerdo con la explicación que se da para este pasaje.
Se presentó. Es decir, su primer advenimiento.
Una vez para siempre. Gr. hápax, "una vez por todas".
Sacrificio de sí mismo. Ver com. vers. 14.
Para quitar de en medio el pecado. Cristo vino para salvar "a su pueblo de sus pecados" (Mat. 1:21). Él era "el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Juan 1:29). Ver Isa. 53:6; 1Ped. 2:24; cf. Dan. 9:24; Heb. 9:23.
27. Y de la manera. Los vers. 27 y 28 son un paréntesis. El tema del vers. 26 se reanuda en el cap. 10:1.
Está establecido. Gr apókeimai, "existir", estar guardado", "estar asegurado". Compárese con el uso que se le da en Luc. 19:20; Col. 1:5; 2Tim. 4:8. La mención de que Cristo murió una vez sugiere, sin duda, el pensamiento de que los hombres mueren una vez. Por causa del pecado de Adán, la muerte pasó a todos los hombres (Rom. 5:12).
Mueran una sola vez. Dios ha establecido que los hombres mueran una sola vez antes del juicio; pero esto no contradice la idea de que si el juicio los condena, tengan que morir otra vez (Apoc. 20:15).
Después de esto el juicio. La muerte no es el fin del hombre. Un día todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo (ver com. 2Cor. 5:10). Este hecho se menciona aquí aparentemente para mostrar un paralelo con la obra de Cristo, cuya primera venida no sería su última, pues vendrá "por segunda vez" (vers. 28).
28. Fue ofrecido una sola vez. La Biblia dice que Cristo se dio a sí mismo (Gál. 1:4), o se ofreció a sí mismo (Heb. 9:14), y que el Padre dio a su Hijo (Juan 3:16); pero también dice que Cristo fue apresado, crucificado y muerto por manos impías (Hech. 2:23).
Llevar los pecados. Ver com. Heb. 9:26; cf. com. 2Cor. 5:21.
De muchos. Literalmente "de los muchos"; "la multitud" (BJ); "de la muchedumbre" (BC), lo que equivale a "de todos" (NC; ver com. Rom. 5:15).
Aparecerá. Gr horáo; según el significado que aquí se le da, equivale a "hacerse visible", "aparecer". Compárese con el significado que tiene en Luc. 24:34, Hech. 7:2, 1Tim. 3:16.
Segunda vez. Su encarnación fue su primera venida. Este es el único texto del NT en donde se usa el adjetivo "segunda" para referirse a la venida de Cristo en poder y gloria.
Sin relación con el pecado. Un contraste con la frase "para llevar los pecados de muchos". En su primer advenimiento Cristo tomó sobre sí los pecados del mundo (cf.1Juan 2:2); "por nosotros" fue hecho "pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él" (2Cor 5:21); pero la obra que vino a hacer en relación con el pecado, se completará antes de que vuelva por segunda vez.
Le esperan. Gr. apekdéjomai, "esperar ávidamente" (ver com. Rom. 8:19). 7CBA
COMENTARIOS DE EGW
1. CS 465. Después que los israelitas se hubieron establecido en Canaán el tabernáculo fue reemplazado por el templo de Salomón, el cual, aunque edificio permanente y de mayores dimensiones, conservaba las mismas proporciones y el mismo amueblado. El santuario subsistió así -menos durante el plazo 465 en que permaneció en ruinas en tiempo de Daniel- hasta su destrucción por los romanos, en el año 70 de nuestra era.
Tal fue el único santuario que haya existido en la tierra y del cual la Biblia nos dé alguna información. San Pablo dijo de él que era el santuario del primer pacto. Pero ¿no tiene el nuevo pacto también el suyo?
Volviendo al libro de los Hebreos, los que buscaban la verdad encontraron que existía un segundo santuario, o sea el del nuevo pacto, al cual se alude en las palabras ya citadas del apóstol Pablo: "En verdad el primer pacto también tenía reglamentos del culto, y su santuario que lo era de este mundo." El uso de la palabra "también" implica que San Pablo ha hecho antes mención de este santuario. Volviendo al principio del capítulo anterior, se lee: "Lo principal, pues, entre las cosas que decimos es esto: Tenemos un tal sumo sacerdote que se ha sentado a la diestra del trono de la Majestad en los cielos; ministro del santuario, y del verdadero tabernáculo, que plantó el Señor, y no el hombre." (Hebreos 8:1,2, V.M.)
Aquí tenemos revelado el santuario del nuevo pacto. El santuario del primer pacto fue asentado por el hombre, construido por Moisés; éste segundo es asentado por el Señor, no por el hombre. En aquel santuario los sacerdotes terrenales desempeñaban el servicio; en éste es Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, quien ministra a la diestra de Dios. Uno de los santuarios estaba en la tierra, el otro está en el cielo.
Además, el tabernáculo construido por Moisés fue hecho según un modelo. El Señor le ordenó: "Conforme a todo lo que yo te mostrare, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus vasos, así lo haréis." Y le mandó además: "Mira, y hazlos conforme a su modelo, que te ha sido mostrado en el monte." (Éxodo 25: 9, 40.)
1-5. CS 463. En sus investigaciones vieron que en las Santas Escrituras no hay prueba alguna en apoyo de la creencia general de que la tierra es el santuario; pero encontraron en la Biblia una explicación completa de la cuestión del santuario, su naturaleza, su situación y sus servicios; pues el testimonio de los escritores sagrados era tan claro y tan amplio que despejaba este asunto de toda duda. El apóstol Pablo dice en su Epístola a los Hebreos: "En verdad el primer pacto también tenía reglamentos del culto, y su santuario que lo era de este mundo. Porque un tabernáculo fue preparado, el primero, en que estaban el candelabro y la mesa y los panes de la proposición; el cual se llama el Lugar Santo. Y después del segundo velo, el tabernáculo que se llama el Lugar Santísimo: que contenía el incensario de oro y el arca del pacto, cubierta toda en derredor de oro, en la cual estaba el vaso de oro que contenía el maná, y la vara de Aarón que floreció, y las tablas del pacto; y sobre ella, los querubines de gloria, que hacían sombra al propiciatorio." (Hebreos 9:1-5, V.M.)
El santuario al cual se refiere aquí San Pablo era el tabernáculo construido por Moisés a la orden de Dios como morada terrenal del Altísimo. "Me harán un santuario, para que yo 464 habite en medio de ellos" (Éxodo 25:8, V.M.), había sido la orden dada a Moisés mientras estaba en el monte con Dios.
8-12. DTG 138. EN VIRTUD DE SU MUERTE Y RESURRECCIÓN, PASÓ A SER "MINISTRO DEL SANTUARIO, y de aquel verdadero tabernáculo que el Señor asentó, y no hombre.' (Hebreos 8:2). Los hombres habían construido el tabernáculo, y luego el templo de los judíos; pero el santuario celestial, del cual el terrenal era una figura, no fue construido por arquitecto humano. "He aquí el varón cuyo nombre es Vástago: [V.M.] . . . él edificará el templo de Jehová, y él llevará gloria, y se sentará y dominará en su trono, y será sacerdote en su solio." (Zacarías 6:12,13).
EL CEREMONIAL DE LOS SACRIFICIOS QUE HABÍA SEÑALADO A CRISTO PASÓ: pero los ojos de los hombres fueron dirigidos al verdadero sacrificio por los pecados del mundo.
CESÓ EL SACERDOCIO TERRENAL, PERO MIRAMOS A JESÚS, MEDIADOR DEL NUEVO PACTO, y "a la sangre del esparcimiento que habla mejor que la de Abel." "Aún no estaba descubierto el camino para el santuario, entre tanto que el primer tabernáculo estuviese en pie.... Mas estando ya presente Cristo, pontífice de los bienes que habían de venir, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, . . . por su propia sangre, entró una sola vez en el santuario, habiendo obtenido eterna redención.' (Hebreos 12:24; 9:8-12). "Por lo cual puede también salvar eternamente a los que por él se allegan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.' (Hebreos 7:25).
AUNQUE EL MINISTERIO HABÍA DE SER TRASLADADO DEL TEMPLO TERRENAL AL CELESTIAL, aunque el santuario y nuestro gran Sumo Sacerdote fuesen invisibles para los ojos humanos, los discípulos no habían de sufrir pérdida por ello. No sufrirían interrupción en su comunión, ni disminución de poder por causa de la ausencia del Salvador. Mientras Jesús ministra en el santuario celestial, es siempre por su Espíritu el ministro de la iglesia en la tierra. Está oculto a la vista, pero se cumple la promesa que hiciera al partir: "He aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.' (Mateo 28:20). Aunque delega su poder a ministros inferiores, su presencia vivificadora está todavía con su iglesia. "Por tanto, teniendo un gran Pontífice,. . . Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos 139 un Pontífice que no se pueda compadecer de nuestras flaquezas; mas tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Lleguémonos pues confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia, y hallar gracia para el oportuno socorro." (Hebreos 4:14-16). 140 DTG/EGW
13-14. 1JT 485. El cuerpo de la vaquillona se reducía a cenizas, lo cual significaba un sacrificio completo y amplio. Luego, una persona que no había sido contaminada por el contacto con los muertos recogía las cenizas, y las colocaba en una vasija que contenía agua de un arroyo. Esta persona limpia y pura tomaba luego un palo de cedro con un trapo escarlata y un manojo de hisopo y asperjaba el contenido de la vasija sobre el tabernáculo y la gente congregada. La ceremonia se repetía varias veces a fin de ser cabal, y se hacía como purificación del pecado.
Así también Cristo, con su propia justicia inmaculada, después 485 de derramar su preciosa sangre entra en el lugar santo a purificar el santuario. Y allí la corriente carmesí inicia el servicio de reconciliación entre Dios y el hombre. Algunos pueden considerar el sacrificio de la vaquillona como una ceremonia sin significado; pero se ejecutaba de acuerdo con la orden de Dios, y encierra un profundo significado que no ha perdido su aplicación en nuestro tiempo.
El sacerdote usaba cedro e hisopo, lo sumergía en el agua de la purificación, y con ello rociaba lo inmundo. Esto simbolizaba la sangre de Cristo derramada para limpiarnos de las impurezas morales. Las repetidas aspersiones ilustran el carácter cabal de la obra que debe realizarse en favor del pecador arrepentido. Todo lo que éste tiene debe ser consagrado. No sólo debe purificar su propia alma, sino que debe esforzarse porque su familia, sus arreglos domésticos, su propiedad y todo lo que le pertenece, quede consagrado a Dios.
Después de rociar con hisopo la tienda, sobre la puerta de aquellos que habían sido purificados se escribía: "No soy mío, Señor; soy tuyo." Así debe ser con los que profesan ser purificados por la sangre de Cristo. Dios no es menos exigente ahora que en tiempos antiguos. En su oración, el salmista se refiere a esta ceremonia simbólica cuando dice: "Purifícame con hisopo, y seré limpio: lávame, y seré emblanquecido más que la nieve." "Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio; y renueva un espíritu recto dentro de mi." "Vuélveme el gozo de tu salud; y el espíritu libre me sustente." (Sal. 51: 7,10,12).
La sangre de Cristo es eficaz, pero necesita ser aplicada continuamente. No sólo quiere Dios que sus siervos empleen para su gloria los recursos que les ha confiado, sino que desea que se consagren ellos mismos a su causa. Hermanos míos, si os habéis vuelto egoístas y estáis privando al Señor de aquello que debierais dar alegremente para su servicio, entonces necesitáis que se os aplique cabalmente la sangre de la aspersión, para consagramos vosotros y todos vuestros bienes a Dios. 486
TM 98. Cuando Moisés descendió del monte con las dos tablas del testimonio en sus manos, escuchó los clamores del pueblo, y, al acercarse, contempló el ídolo y la multitud rebelde. Abrumado de horror e indignación porque Dios había sido deshonrado, y aquel pueblo había quebrantado su solemne pacto con él, arrojó las dos tablas de piedra sobre la tierra, y las rompió al pie del monte. Aunque su amor por Israel era tan grande que estaba dispuesto a deponer su propia vida por ellos, sin embargo su celo por la gloria de Dios lo enojó, y ese enojo halló expresión en ese acto de tan terrible significado. Dios no lo reconvino. El haber roto las tablas de piedra era sólo una representación del hecho de que Israel había quebrantado el pacto que tan recientemente había hecho con Dios. El siguiente texto se refiere a la justa indignación contra el pecado, que surge del celo por la gloria de Dios, y no al enojo promovido por la ambición del amor propio herido: "Airaos, y no pequéis". Tal fue el enojo de Moisés.
"Y tomó el becerro que habían hecho, y quemólo en el fuego, y moliólo hasta reducirlo a polvo, que esparció sobre las aguas, y diólo a beber a los hijos de Israel. Y dijo Moisés a Aarón: ¿Qué te ha hecho este pueblo, que has traído sobre él tan gran pecado? Y respondió Aarón: No se enoje mi señor; tú conoces el pueblo, que es inclinado a mal. Porque me dijeron: Haznos dioses que vayan delante de nosotros, que a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le ha acontecido". Y vio Moisés "que el pueblo estaba despojado, porque Aarón lo había despojado para vergüenza entre sus enemigos". 99
14. HAp 451. LA ORACIÓN ES EL MEDIO Ordenado Por El Cielo Para Tener Éxito en el conflicto con el pecado y desarrollar el carácter cristiano. Las influencias divinas que vienen en respuesta a la oración de fe, efectuarán en el alma del suplicante todo lo que pide. Podemos pedir perdón del pecado, el Espíritu Santo, un temperamento semejante al de Cristo, sabiduría y poder para realizar 451 su obra, o cualquier otro don que él ha prometido; y la promesa es: "Se os dará."
FUE EN EL MONTE CON DIOS DONDE MOISÉS contempló el modelo de aquel maravilloso edificio donde debía morar su gloria. Es en el monte con Dios -en el lugar secreto de comunión- donde nosotros podemos contemplar su glorioso ideal para la humanidad. En todas las edades, mediante la comunión con el cielo, Dios ha realizado su propósito para con sus hijos, desarrollando gradualmente ante sus mentes las doctrinas de la gracia. Su manera de impartir la verdad se ilustra con las siguientes palabras: "Como el alba está aparejada su salida." (Oseas 6:3.) El que se coloca donde Dios puede iluminarle, alcanza, por decirlo así, desde la obscuridad parcial del alba hasta la plena luz del mediodía.
LA VERDADERA SANTIFICACIÓN SIGNIFICA AMOR PERFECTO, obediencia perfecta y conformidad perfecta a la voluntad de Dios. Somos santificados por Dios mediante la obediencia a la verdad. Nuestra conciencia debe ser purificada de las obras de muerte sirviendo al Dios viviente. Todavía no somos perfectos; pero es nuestro privilegio separarnos de los lazos del yo y del pecado y avanzar hacia la perfección. Grandes posibilidades, altos y santos fines están al alcance de todos.
LA RAZÓN POR LA CUAL MUCHOS EN ESTE SIGLO no realizan mayores progresos en la vida espiritual, es porque interpretan que la voluntad de Dios es precisamente lo que ellos desean hacer. Mientras siguen sus propios deseos se hacen la ilusión de que están conformándose a la voluntad de Dios. Los tales no tienen conflictos consigo mismos. Hay otros que por un tiempo tienen éxito en su lucha contra sus propios deseos de placeres y comodidad. Son sinceros y fervorosos, pero se cansan por el prolongado esfuerzo, la muerte diaria y la incesante inquietud. La indolencia parece invitarlos, la muerte al yo es desagradable; finalmente cierran sus soñolientos ojos y caen bajo el poder de la tentación en vez de resistirla.
LAS INSTRUCCIONES FORMULADAS EN LA PALABRA DE DIOS no dan 452 lugar para transigir con el mal. El Hijo de Dios se manifestó para atraer a todos los hombres a si mismo. No vino para adormecer al mundo arrullándolo, sino para señalarle el camino angosto por el cual todos deben andar si quieren alcanzar finalmente las puertas de la ciudad de Dios. Sus hijos deben seguir por donde él señaló la senda; sea cual fuere el sacrificio de las comodidades o de las satisfacciones egoístas que se les exija; sea cual fuere el costo en labor o sufrimiento, deben sostener una constante batalla consigo mismos.
La Mayor Alabanza Que Los Hombres Pueden Ofrecer A Dios Es Llegar A Ser Medios Consagrados Por Los Cuales Pueda Obrar.
19-20. PP 321. Durante todo el peregrinaje de Israel, Cristo, desde la columna de nube y fuego, fue su guía. Mientras tenían símbolos que señalaban al Salvador que vendría, también tenían un Salvador presente, que daba mandamientos al pueblo por medio de Moisés y que les fue presentado como el único medio de bendición.
Al descender del monte, Moisés "contó al pueblo todas las palabras de Jehová, y todos los derechos: y todo el pueblo respondió a una voz, y dijeron: Ejecutaremos todas las palabras que Jehová ha dicho." Esta promesa, junto con las palabras del Señor que ellos se comprometían a obedecer, fueron escritas por Moisés en un libro.
Entonces se procedió a ratificar el pacto. Se construyó un altar al pie del monte, y junto a él se levantaron doce columnas "según las doce tribus de Israel," como testimonio de que aceptaban su pacto. En seguida, jóvenes escogidos para ese servicio, presentaron sacrificios a Dios.
Después de rociar el altar con la sangre de las ofrendas, Moisés tomó "el libro de la alianza, y leyó a oídos del pueblo." En esta forma fueron repetidas solemnemente las condiciones del pacto, y todos quedaron en libertad de decidir si querían cumplirlas o no. Antes habían prometido obedecer la voz de Dios; pero desde entonces habían oído pronunciar su ley; y se les habían detallado sus principios, para que ellos supieran cuánto abarcaba ese pacto. Nuevamente el pueblo contestó a una voz: "Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos." "Porque habiendo leído Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomando la sangre de los becerros y de los machos cabríos, . . . roció al mismo libro, y también a todo el pueblo, diciendo: Esta es la sangre del testamento que Dios ha mandado." (Heb. 9:19,20.) 322
21. PP 370. El día de la expiación, el sumo sacerdote, llevando una ofrenda por la congregación, entraba en el lugar santísimo con la sangre, y la rociaba sobre el propiciatorio, encima de las tablas de la ley. En esa forma los requerimientos de la ley, que exigían la vida del pecador, quedaban satisfechos. Entonces, en su carácter de mediador, el sacerdote tomaba los pecados sobre sí mismo, y salía del santuario llevando sobre sí la carga de las culpas de Israel. A la puerta del tabernáculo 370 ponía las manos sobre la cabeza del macho cabrío símbolo de Azazel, y confesaba "sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, y todas sus rebeliones, y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío." Y cuando el macho cabrío que llevaba estos pecados era conducido al desierto, se consideraba que con él se alejaban para siempre del pueblo. Tal era el servicio verificado como "bosquejo y sombra de las cosas celestiales." (Heb. 8:5.)
Como se ha dicho, el santuario terrenal fue construido por Moisés, conforme al modelo que se le mostró en el monte. "Era figura de aquel tiempo presente, en el cual se ofrecían presentes y sacrificios." Los dos lugares santos eran "figuras de las cosas celestiales." Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, es el "ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que el Señor asentó, y no hombre." (Heb. 9:9,23; 8:2.) Cuando en visión se le mostró al apóstol Juan el templo de Dios que está en el cielo, vio allí "siete lámparas de fuego . . . ardiendo delante del trono." Vio también a un ángel "teniendo un incensario de oro; y le fue dado mucho incienso para que lo añadiese a las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro que estaba delante del trono." (Apoc. 4:5; 8:3.) Se le permitió al profeta contemplar el lugar santo del santuario celestial; y vio allí "siete lámparas de fuego ardiendo" y "el altar de oro," representados por el candelero de oro y el altar del incienso o perfume en el santuario terrenal. Nuevamente "el templo de Dios fue abierto en el cielo" (Apoc. 11:19), y vio el lugar santísimo detrás del velo interior. Allí contempló "el arca de su testamento," representada por el arca sagrada construida por Moisés para guardar la ley de Dios.
Moisés hizo el santuario terrenal, "según la forma que había visto." Pablo declara que "el tabernáculo y todos los vasos del ministerio," después de haber sido hechos, eran símbolos de "las cosas celestiales." (Hech 7: 44; Heb. 9: 21, 23.)
22-23. CS 470. Las Escrituras Contestan Con Claridad A La Pregunta:
¿QUÉ ES EL SANTUARIO?
La palabra "santuario," tal cual la usa la Biblia, se refiere, en primer lugar, al tabernáculo que construyó Moisés, como figura o imagen de las cosas celestiales; y, en segundo lugar, al "verdadero tabernáculo" en el cielo, hacia el cual señalaba el santuario terrenal. Muerto Cristo, terminó el ritual típico. El "verdadero tabernáculo" en el cielo es el santuario del nuevo pacto. Y como la profecía de Daniel 8:14 se cumple en esta dispensación, el santuario al cual se refiere debe ser el santuario del nuevo pacto. Cuando terminaron los 2.300 días, en 1844, hacía muchos siglos que no había santuario en la tierra. De manera que la profecía: "Hasta dos mil y trescientas tardes y mañanas; entonces será purificado el 470 Santuario," se refiere indudablemente al santuario que está en el cielo.
PERO QUEDA AÚN LA PREGUNTA MÁS IMPORTANTE POR CONTESTAR:
¿QUÉ ES LA PURIFICACIÓN DEL SANTUARIO?
En el Antiguo Testamento se hace mención de un servicio tal con referencia al santuario terrenal. ¿Pero puede haber algo que purificar en el cielo? En el noveno capítulo de la Epístola a los Hebreos, se menciona claramente la purificación de ambos santuarios, el terrenal y el celestial. "Según la ley, casi todas las cosas son purificadas con sangre; y sin derramamiento de sangre no hay remisión. Fue pues necesario que las representaciones de las cosas celestiales fuesen purificadas con estos sacrificios, pero las mismas cosas celestiales, con mejores sacrificios que éstos" (Hebreos 9:22,23, V.M.), a saber, la preciosa sangre de Cristo.
En ambos servicios, el típico y el real, la purificación debe efectuarse con sangre; en aquél con sangre de animales; en éste, con la sangre de Cristo. San Pablo dice que la razón por la cual esta purificación debe hacerse con sangre, es porque sin derramamiento de sangre no hay remisión. La remisión, o sea el acto de quitar los pecados, es la obra que debe realizarse. ¿Pero como podía relacionarse el pecado con el santuario del cielo o con el de la tierra? Puede saberse esto estudiando el servicio simbólico, pues los sacerdotes que oficiaban en la tierra, ministraban "lo que es la mera representación y sombra de las cosas celestiales." (Hebreos 8:5, V.M.)
El servicio del santuario terrenal consistía en dos partes; los sacerdotes ministraban diariamente en el lugar santo, mientras que una vez al año el sumo sacerdote efectuaba un servicio especial de expiación en el lugar santísimo, para purificar el santuario. Día tras día el pecador arrepentido llevaba su ofrenda a la puerta del tabernáculo, y poniendo la mano sobre la cabeza de la víctima, confesaba sus pecados, transfiriéndolos así figurativamente de sí mismo a la víctima inocente. Luego se mataba el animal. "Sin derramamiento de sangre," dice el apóstol, no hay remisión de pecados. "La vida de la carne en 471 la sangre está." (Levítico 17:11.) La ley de Dios quebrantada exigía la vida del transgresor. La sangre, que representaba la vida comprometida del pecador, cuya culpa cargaba la víctima, la llevaba el sacerdote al lugar santo y la salpicaba ante el velo, detrás del cual estaba el arca que contenía la ley que el pecador había transgredido. Mediante esta ceremonia, el pecado era transferido figurativamente, por intermedio de la sangre, al santuario. En ciertos casos, la sangre no era llevada al lugar santo; pero el sacerdote debía entonces comer la carne, como Moisés lo había mandado a los hijos de Aarón, diciendo: "Dióla él a vosotros para llevar la iniquidad de la congregación." (Levítico 10:17.) Ambas ceremonias simbolizaban por igual la transferencia del pecado del penitente al santuario.
Tal era la obra que se llevaba a cabo día tras día durante todo el año. Los pecados de Israel eran transferidos así al santuario, y se hacía necesario un servicio especial para eliminarlos. Dios mandó que se hiciera una expiación por cada uno de los departamentos sagrados. "Así hará expiación por el Santuario, a causa de las inmundicias de los hijos de Israel y de sus transgresiones, con motivo de todos sus pecados. Y del mismo modo hará con el Tabernáculo de Reunión, que reside con ellos, en medio de sus inmundicias." Debía hacerse también una expiación por el altar: "Lo purificará y lo santificará, a causa de las inmundicias de los hijos de Israel." (Levítico 16:16,19, V.M.)
23-24. CS 465. Después que los israelitas se hubieron establecido en Canaán el tabernáculo fue reemplazado por el templo de Salomón, el cual, aunque edificio permanente y de mayores dimensiones, conservaba las mismas proporciones y el mismo amueblado. El santuario subsistió así -menos durante el plazo 465 en que permaneció en ruinas en tiempo de Daniel- hasta su destrucción por los romanos, en el año 70 de nuestra era.
Tal fue el único santuario que haya existido en la tierra y del cual la Biblia nos dé alguna información. San Pablo dijo de él que era el santuario del primer pacto. Pero ¿no tiene el nuevo pacto también el suyo?
Volviendo al libro de los Hebreos, los que buscaban la verdad encontraron que existía un segundo santuario, o sea el del nuevo pacto, al cual se alude en las palabras ya citadas del apóstol Pablo: "En verdad el primer pacto también tenía reglamentos del culto, y su santuario que lo era de este mundo." El uso de la palabra "también" implica que San Pablo ha hecho antes mención de este santuario. Volviendo al principio del capítulo anterior, se lee: "Lo principal, pues, entre las cosas que decimos es esto: Tenemos un tal sumo sacerdote que se ha sentado a la diestra del trono de la Majestad en los cielos; ministro del santuario, y del verdadero tabernáculo, que plantó el Señor, y no el hombre." (Hebreos 8:1,2, V.M.)
Aquí tenemos revelado el santuario del nuevo pacto. El santuario del primer pacto fue asentado por el hombre, construido por Moisés; éste segundo es asentado por el Señor, no por el hombre. En aquel santuario los sacerdotes terrenales desempeñaban el servicio; en éste es Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, quien ministra a la diestra de Dios. Uno de los santuarios estaba en la tierra, el otro está en el cielo.
Además, el tabernáculo construido por Moisés fue hecho según un modelo. El Señor le ordenó: "Conforme a todo lo que yo te mostrare, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus vasos, así lo haréis." Y le mandó además: "Mira, y hazlos conforme a su modelo, que te ha sido mostrado en el monte." (Éxodo 25: 9, 40.) Y San Pablo dice que el primer tabernáculo "era una parábola para aquel tiempo entonces presente; conforme a la cual se ofrecían dones y sacrificios;" que sus santos lugares eran "representaciones de las cosas celestiales;" que los sacerdotes que presentaban las ofrendas 466 según la ley, ministraban lo que era "la mera representación y sombra de las cosas celestiales," y que "no entró Cristo en un lugar santo hecho de mano, que es una mera representación del verdadero, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora delante de Dios por nosotros." (Hebreos 9:9,23; 8:5; 9:24, V.M.)
El santuario celestial, en el cual Jesús ministra, es el gran modelo, del cual el santuario edificado por Moisés no era más que trasunto. Dios puso su Espíritu sobre los que construyeron el santuario terrenal. La pericia artística desplegada en su construcción fue una manifestación de la sabiduría divina. Las paredes tenían aspecto de oro macizo, y reflejaban en todas direcciones la luz de las siete lámparas del candelero de oro. La mesa de los panes de la proposición y el altar del incienso relucían como oro bruñido. La magnífica cubierta que formaba el techo, recamada con figuras de ángeles, en azul, púrpura y escarlata, realzaba la belleza de la escena. Y más allá del segundo velo estaba la santa shekina, la manifestación visible de la gloria de Dios, ante la cual sólo el sumo sacerdote podía entrar y sobrevivir.
28. CS 361. No fue sólo sobre los collados de Judea, ni entre los humildes pastores, donde los ángeles encontraron a quienes velaban 361 esperando la venida del Mesías En tierra de paganos había también quienes le esperaban; eran sabios, ricos y nobles filósofos del oriente. Observadores de la naturaleza, los magos habían visto a Dios en sus obras.
Por las Escrituras hebraicas tenían conocimiento de la estrella que debía proceder de Jacob, y con ardiente deseo esperaban la venida de Aquel que sería no sólo la "consolación de Israel," sino una "luz para iluminación de las naciones" y "salvación hasta los fines de la tierra." (Lucas 2:25,32; Hechos 13:47, V.M.)
Buscaban luz, y la luz del trono de Dios iluminó su senda. Mientras los sacerdotes y rabinos de Jerusalén, guardianes y expositores titulados de la verdad, quedaban envueltos en tinieblas, la estrella enviada del cielo guió a los gentiles del extranjero al lugar en que el Rey acababa de nacer.
Es "para la salvación de los que le esperan" para lo que Cristo aparecerá "la segunda vez, sin pecado." (Hebreos 9:28, V.M.) Como las nuevas del nacimiento del Salvador, el mensaje del segundo advenimiento no fue confiado a los caudillos religiosos del pueblo. No habían conservado éstos la unión con Dios, y habían rehusado la luz divina; por consiguiente no se encontraban entre aquellos de quienes habla el apóstol Pablo cuando dice: "Vosotros, empero, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día a vosotros os sorprenda como ladrón: porque todos vosotros sois hijos de la luz e hijos del día; nosotros no somos de la noche, ni de las tinieblas." (1 Tesalonicenses 5: 4, 5, V.M.)
*CS 539. En el servicio ritual típico el sumo sacerdote, hecha la propiciación por Israel, salía y bendecía a la congregación. Así también Cristo, una vez terminada su obra de mediador, aparecerá "sin pecado . . . para la salvación" (Hebreos 9:28, V.M.), para bendecir con el don de la vida eterna a su pueblo que le espera. Así como, al quitar los pecados del santuario, el sacerdote los confesaba sobre la cabeza del macho cabrío emisario, así también Cristo colocará todos estos pecados sobre Satanás, autor e instigador del pecado. El macho cabrío emisario, que cargaba con los pecados de Israel, era enviado "a tierra inhabitada" (Levítico 16: 22); así también Satanás, cargado con la responsabilidad de todos los pecados que ha hecho cometer al pueblo de Dios, será confinado durante mil años en la tierra entonces desolada y sin habitantes, y sufrirá finalmente la entera penalidad del pecado en el fuego que destruirá 540 a todos los impíos. Así el gran plan de la redención alcanzará su cumplimiento en la extirpación final del pecado y la liberación de todos los que estuvieron dispuestos a renunciar al mal.
Ministerio Hno. Pio
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