miércoles, 17 de febrero de 2021

545. EL LIBRO DEL PROFETA DANIEL (II. SECCIÓN PROFÉTICA) EL TERCER MENSAJE PROFÉTICO DE DANIEL (DANIEL 9).

Daniel 9. En su primera parte, se registran una de las más notables oraciones del AT. Es una oración en favor del pueblo de Dios, ofrecida por un sincero suplicante. Daniel ora pidiendo la restauración y confiesa los pecados de su pueblo: Vers. (1-2) Daniel, considerando el tiempo de la Cautividad, (3-15) confiesa los pecados, (16-19) y ora por la restauración de Jerusalén.

*En la segunda parte, Gabriel interpreta la parte restante de la visión anterior le instruye acerca de las setenta semanas (20-27).

En el comentario del versículo 21. En esta sección. Se amplía la relación entre los capítulos 8 y 9.

1 EN El año primero de Darío hijo de Asuero, de la nación de los medos, que vino a ser rey sobre el reino de los caldeos, 2 en el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años.

3 Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza. 4 Y oré a Jehová mi Dios e hice confesión diciendo: Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos; hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas. No hemos obedecido a tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra.

Tuya es, Señor, la justicia, y nuestra la confusión de rostro, como en el día de hoy lleva todo hombre de Judá, los moradores de Jerusalén, y todo Israel, los de cerca y los de lejos, en todas las tierras adonde los has echado a causa de su rebelión con que se rebelaron contra ti. Oh Jehová, nuestra es la confusión de rostro, de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres; porque contra ti pecamos.

9 De Jehová nuestro Dios es el tener misericordia y el perdonar, aunque contra él nos hemos rebelado, 10 y no obedecimos a la voz de Jehová nuestro Dios, para andar en sus leyes que él puso delante de nosotros por medio de sus siervos los profetas. 11 Todo Israel traspasó tu ley apartándose para no obedecer tu voz; por lo cual ha caído sobre nosotros la maldición y el Juramento que está escrito en la ley de Moisés, siervo de Dios; porque contra él pecamos. 12 Y él ha cumplido la palabra que habló contra nosotros y contra nuestros Jefes que nos gobernaron, trayendo sobre nosotros tan grande mal; pues nunca fue hecho debajo del cielo nada semejante a lo que se ha hecho contra Jerusalén.

13 Conforme está escrito en la ley de Moisés, todo este mal vino sobre nosotros; y no hemos implorado el favor de Jehová nuestro Dios, para convertirnos de nuestras maldades y entender tu verdad. 14 Por tanto, Jehová veló sobre el mal y lo trajo sobre nosotros; porque justo es Jehová nuestro Dios en todas sus obras que ha hecho, porque no obedecimos a su voz. 15 Ahora pues, Señor Dios nuestro, que sacaste tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa, y te hiciste renombre cual lo tienes hoy; hemos pecado, hemos hecho impíamente.

16 Oh Señor, conforme a todos tus actos de justicia, apártese ahora tu ira y tu furor de sobre tu ciudad Jerusalén, tu santo monte; porque a causa de nuestros pecados, y por la maldad de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de todos en derredor nuestro. 17 Ahora pues, Dios nuestro, oye la oración de tu siervo, y sus ruegos; y haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario asolado, por amor del Señor. 18 Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oyeabre tus ojosy mira nuestras desolaciones, y la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre; porque no elevamos nuestros ruegos ante ti confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias. 19 Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, Dios mío; porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo.

20 Aún estaba hablando y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de Jehová mi Dios por el monte santo de mi Dios; 21 aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde. 22 Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento23 Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión.

24 Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos. 25 Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. 26 Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.

27 Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador. (Daniel 9)

1. El año primero de Darío. Respecto a la identidad y la fecha de Darío de Media, ver la Nota Adicional del cap. 6. Rara vez el primer ministro de un país vencido es designado por el vencedor como un alto funcionario, pero tal fue el caso de Daniel. Debido a su integridad y a sus habilidades, los persas no lo mataron sino que lo ubicaron en un cargo elevado.

2. Miré atentamente en los libros. Aunque estaba ocupado con los asuntos del Estado, el profeta no dejó de estudiar la Palabra de Dios. Evidentemente Daniel estaba perplejo sobre cómo relacionar lo que le había sido revelado en la visión del cap. 8 con los acontecimientos del futuro inmediato: el retorno de los judíos al final de los 70 años (Jer. 29: 10).  Ver com.  Dan. 9: 21.

Setenta años. Respecto a la ubicación de estos años, ver el t. III, pp. 99-100. Ese período casi había terminado. No es de extrañarse que la atención de Daniel se hubiera fijado en esa profecía concerniente al tiempo. Estaba ansioso de que el Señor no demorara la liberación de su pueblo cautivo.

“Con el primer año de Ciro comienza un nuevo imperio.- Ya se ha explicado que los documentos babilónicos ubican la caída de Babilonia en la última parte del año 539, y el comienzo de 1er año de Ciro en la primavera de 538.  Se ve, pues, la importancia del año 538 como primer año del nuevo imperio que, regido por persas, sucedió al babilónico.  Ciro había gobernado como rey durante varios años antes de conquistar a Babilonia.  Primero había sido rey de Ansán, luego, de Persia; posteriormente se había anexado a Media (que comprendía gran parte del territorio del antiguo imperio asirio), y a Lidia en el Asia Menor (ver la Crónica de Nabonido; el Cilindro de Ciro; Herodoto i. 46, 73, 75, 87, 88, 127-130; Estrabón xv. 3. 8; Ctesias, citado en Diodoro de Sicilia ii. 34. 6, 7; Jenofonte relata otra historia en la Ciropedia i. l. 4; i. 5. 2-5; vii. 5. 37, 58, 70; viii. 1. 5- 11; viii. 5. 17-19).  Pero cuando Ciro conquistó la ciudad de Babilonia, aumentó en forma notable su prestigio al convertirse en amo de la metrópoli de la antigua civilización semítica, y por esto se consideró como primer año de su reinado el primer año de su dominio sobre Babilonia.  En su proclama a sus súbditos babilónicos, orgullosamente se denominó "Ciro, rey del universo, gran rey, poderoso rey, rey de Babilonia, rey de Sumer y Acad, rey de los distritos del mundo".  Así conquistó Ciro el mundo semítico, faltándole sólo Egipto (que más tarde fue conquistado por su hijo), para completar el gran Imperio Persa, que abarcó el mundo mediterráneo oriental y se extendió hasta la India.

El Imperio Neobabilónico que floreció brevemente en las glorias de la ciudad de oro de Nabucodonosor, fue el primero de la serie de las cuatro potencias mundiales presentadas por Daniel.  También fue la última fase del antiguo dominio semítico.  Ahora el segundo de la serie profética, el nuevo Imperio Persa de Ciro señaló la transmisión del poder a los pueblos indoeuropeos que más tarde, mediante los griegos y los romanos, desarrollarían la civilización que otorgó a Europa su posición dominante durante mucho tiempo.

Pimer año de Ciro en  relación con los  judíos.-Según las declaraciones  bíblicas , ciro expidió el primer año de su reinado el decreto que permitía a los judíos regresar a  Judea (2Crón. 36: 22; Esd. 1: 1; 5: 13).  Puesto que la caída de Babilonia acaeció en Tisri (7.º mes) de 539 (ver pág. 97), el 1er año de Ciro, según lo computan las tablillas babilónicas, comenzó en la primavera de 538.  Pero los judíos computaban el tiempo de otra manera, pues su año civil comenzaba en el otoño (ver t. II, págs. 111-113, 119).  Babilonia cayó después del día de año nuevo judío; por lo tanto, el primer año judío del nuevo régimen no pudo haber comenzado antes del siguiente año nuevo judío, el 1.º de Tisri, en el otoño de 538.  Según el cómputo judío, el decreto pudo haberse promulgado hacia fines de 537, siempre en el año primero de Ciro.  Este decreto tuvo necesariamente que ser expedido antes que pudiera comenzar la migración.  Si fue dado en el año 537, y el viaje de los exiliados se inició en la primavera del año 536, se cumplieron los 70 años de Jeremías.  Una repatriación efectuada en el año judío, de otoño a otoño, 537/36, según cómputo inclusivo, estaría ubicada 70 años después del comienzo del exilio, que fue a fines del verano de 605 (en el año judío 606/05).

La información existente permite establecer que los 70 años se extienden más o menos desde el comienzo del reinado de Nabucodonosor hasta algún momento próximo al principio del reinado de Ciro, pero resulta difícil fijar fechas exactas.  Se han presentado varias explicaciones referentes al final del período, pero las diferencias 100 dependen mayormente de la interpretación de los datos acerca de Ciro y Darío el Medo.* * *  Las  fechas del cautiverio no son fundamentales como lo son las fechas implicadas en las profecías de tiempo de Daniel; por lo tanto, no tienen que ver con doctrinas.  Por otra parte, una profecía detallada y a largo plazo, como la de las 70 semanas, tiene una base enteramente diferente (en cuanto a su punto de partida, ver la sec.  VIII).

Es de esperar que así como la arqueología ha aclarado, por ejemplo, el enigmático problema de Belsasar, algún día también proyecte más luz sobre Darío el Medo, el reinado de Ciro y el fin de los 70 años de Jeremías.

En la sec. VI se explican otros dos períodos de 70 años.

VI. El Período de la Reconstrucción del Templo.

El comienzo de la construcción.- De acuerdo con el decreto de Ciro, Zorobabel, un príncipe Judá, presidió a 42.360 exiliados que volvieron a su tierra natal 101 (ver Esd. 1,2). Después, los que fueron con Zorobabel se reunieron en Jerusalén, y el 1er. día del 7.º mes se reinició la presentación de los sacrificios en el altar reconstruido en el atrio del templo en ruinas (Esd. 3:1-6). Y no fue sino hasta la primavera siguiente, en el segundo mes del 2.º año de su retorno (vers. 8), que comenzaron a poner los cimientos de su nuevo santuario. en esa ocasiòn, el penoso contraste entre los insignificantes comienzos y la gloria pasada hizo llorar a los ancianos, mientras que la multitud gritaba de alegría.

Dificultades hasta el reinado de Darío I.- Después de esto, según Esdras, los adversarios de los judíos en la semipagana provincia de Samaria (ver com. 2 Rey. 17: 23, 34; Esd. 4: 2; 9: 1) ofrecieron primero ayudar, pero luego se constituyeron en un estorbo.  "Sobornaron además contra ellos a los consejeros para frustrar sus propósitos, todo el tiempo de Ciro rey de Persia y hasta el reinado de Darío rey de Persia" (Esd. 4: 5).  Se discute el orden exacto de lo que se relata en Esd. 4, pero el orden de esos reyes no influye sobre las fechas fijas ni sobre el hecho de que la reconstrucción del templo "cesó . . . hasta el año segundo del reinado de Darío rey de Persia" (Esd. 4: 24).  Este segundo año de Darío I fue el 520/19 AC.

Se construye de nuevo durante el reinado de Darío. Después de un largo período de desánimo, durante el cual había cesado la construcción, el agotado celo de los exiliados que habían retornado fue renovado por los mensajes de los profetas Hageo y Zacarías en el 2.º año de Darío (Esd. 5: 1, 2), y nuevamente emprendieron la construcción del templo.  Entonces Tatnai, gobernador de la provincia "del otro lado del río", de la cual judea formaba parte, preguntó con qué autorización estaban construyendo.  La afirmación de que tenían la debida autorización fue verificado al encontrarse en Ecbatana el decreto de Ciro (Esd. 6:, 2, en donde el nombre de la ciudad se escribe "Acmeta").  Darío, que era monoteísta e imitador de la política liberal de Ciro, proporcionó ayuda financiera.

El templo se termina mediante tres decretos.- Entonces, luego de haberse eliminado la oposición, y con la entusiasta dirección de los profetas, "edificaron, pues, y terminaron, por orden del Dios de Israel, y por mandato de Ciro, de Darío, y de Artajerjes rey de Persia.  Esta casa fue terminada el tercer día del mes de Adar, que era el sexto año del reinado del rey Darío" (Esd. 6: 14, 15), o sea aproximadamente el 12 de marzo de 515 AC.  De este modo la construcción del edificio se terminó durante el reinado del segundo de los tres reyes que, según este texto, promulgaron decretos relacionados con el templo -Ciro, en torno al 537; Darío I, en algún momento después de 520; y Artajerjes I, en 458/57-.  Pero se siguió trabajando en el templo debido al tercer decreto, el de Artajerjes (ver com.  Esd. 6: 14 y 7: 27).  Con relación al año 457, cuando Esdras puso por obra este decreto, véanse las sec.  Vlll y IX.

En el relato de Esdras acerca de la construcción del templo en el 2.º año de Darío, se menciona a los profetas Hageo y Zacarías, cuyos libros proporcionan varias otras fechas específicas durante este período, que se estudiarán a continuación.

La cronología de Hageo y Zacarías.- Se considerarán juntas las siete fechas que aparecen en los libros de Hageo y Zacarías, ya que todas, excepto una, ocurrieron en el 2.' año de Darío I, y además, porque los dos profetas, colegas y contemporáneos, posiblemente usaron el mismo calendario.  Estas fechas son específicas.  Sólo dos de ellas son inciertas, pues existen dudas en cuanto a si debe calcularse el 2.º año de Darío según el calendario babilónico-persa de primavera a primavera o según el calendario civil judío de otoño a otoño.  Como Darío computó su reinado a partir del otoño de 522, su primer año babilónico comenzó en la primavera de 521 con el día de año nuevo babilónico, y su segundo año comenzó en la primavera de 520.  Pero según 102 el calendario civil judío, que comenzaba en otoño, su primer año empezó en el otoño de 521, con el siguiente día de año nuevo judío, y su segundo año se inició en el otoño de 520.  Los años del reinado de Darío siempre comenzaron medio año más tarde en el calendario judío que en el persa.

En el año babilónico los meses se numeraban de 1 a 12, pero el año judío comenzaba con el 7.º mes (Tisri) y terminaba con el 6.º (Elul).  El orden de los meses de un año dado indica de qué clase de año se trata.  Si los eventos descritos por Hageo son presentados en orden cronológico, al 6.º mes le sigue el 7.º del 2.º año de Darío (Hag. l: 15; 2: 1); lo cual indicaría que este profeta usaba el año compuesto de meses numerados de 1 a 12, el cual comenzaba con el 1er mes judío (Nisán) en primavera.  Esto es lo que generalmente han aceptado los comentadores e historiadores, no sólo porque el relato se presenta en ese orden, sino porque así se computaba el tiempo en Babilonia.

Se sabe con certeza que el 2.º año de Darío fue el 520/19 AC, no importa si se computa el año a partir de la primavera o del otoño.  Entonces es posible asignar fechas fijas en el esquema cronológico AC a las fechas de meses lunares de Hageo y Zacarías, salvo las dos primeras (Hag. 1: 1, 15), porque caían en la mitad del año cuando éste, comenzado en primavera, se superponía con el que empezaba en otoño.*

Se dan a continuación las fechas en el orden en que aparecen en Hageo, y se añaden las de Zacarías.  Los equivalentes de la cronología AC se añaden en la última columna.  Salvo en los dos primeros casos, el margen probable de error es muy escaso.

Los períodos de setenta años de Zacarías.- Ya se ha indicado que, además de la predicción de Jeremías en cuanto al cautiverio, hay otros dos períodos de 70 años relacionados con el exilio, los que se mencionan retrospectivamente. Estos fueron los 70 años cuando Dios había "estado airado" contra Judá y Jerusalén y los 70 años del ayuno del quinto mes (en conmemoración de la destrucción del templo).  Aparecen en dos mensajes de Zacarías fechados en el 2.º y 4.º año de Darío (Zac. 1: 7, 12; 7:1, 3-5), 3-5), 103 o sea 520/19 y 518/17 AC.  Si esos años corresponden con el 70.º año de cada período, el primer año de cada período habría sido el 589/88 y el 587/86, respectivamente. Ahora bien, dos acontecimientos que podrían haber dado comienzo a estos períodos pudieran ser el comienzo del sitio de Jerusalén por Nabucodonosor, el cual según la mejor comprobación, se ubica en el año 589/88 AC, y la destrucción del templo (en el 5.º mes), o sea en el verano de 586 (587/86, computado de otoño a otoño).  De este modo puede entenderse que estos dos períodos serían lapsos definidos de 70 años, según el cómputo inclusivo.  Algunos dicen que son los mismos 70 años de jeremías.  Pero tienen toda la apariencia de ser algo totalmente diferente (ver la nota 10 en la pág. 100). 3CBA 99-103

3. Buscándole en oración. Aunque el Señor había prometido la liberación de su pueblo en el tiempo designado, Daniel conocía la naturaleza condicional de muchas de las promesas de Dios (ver Jer. 18: 7-10). Puede haber temido que la impenitencia de su pueblo pudiese postergar el cumplimiento de la promesa (Salmo 48). Además, la visión de Dan. 8 predecía una desolación adicional para el santuario y para la ciudad. El profeta debe haber quedado profundamente perplejo por su falta de comprensión de la visión de "las tardes y mañanas" (cap. 8: 26).

4. Oré. Los vers. 4-19 registran una de las más notables oraciones del AT. Es una oración en favor del pueblo de Dios, ofrecida por un sincero suplicante.

Dios grande, digno de ser temido. Compárese con Neh. 1: 5; 9: 32. La palabra que se traduce "digno de ser temido" (Heb. nora') significa "que inspira pavor" o "reverenciado" (ver com.  Sal. 111: 9). Que guardas el pacto. Daniel comienza su oración con un reconocimiento de la fidelidad de Dios. Dios nunca deja de cumplir sus promesas. Es un Dios fiel a sus pactos. Cumplirá su parte del acuerdo. Si el pacto falla, es por culpa del hombre (ver Heb. 8: 8). Te aman. El amor a Dios y la observancia de sus mandamientos siempre van juntos. Se amonesta a los que aman a Dios que demuestren ese amor guardando sus mandamientos (Juan 14: 15). Un requisito esencial acompaña al otro. El amor a Dios traerá como resultado la obediencia alegre y voluntaria. Al final del tiempo la verdadera iglesia se distinguirá por su obediencia de los mandamientos (Apoc. 12: 17).

5. Hemos pecado. Compárese con 1 Rey. 8: 47; Sal. 106: 6. Daniel se identifica con su pueblo. No hay en su oración nada de justicia propia.

6. Los profetas. Había sido el deber de los profetas llamar la atención del pueblo a su descuido de los preceptos divinos, y también dar instrucciones en casos de emergencia o crisis. Pero los israelitas habían ignorado casi totalmente la dirección que tan bondadosamente Dios les había dispensado. El pecado del pueblo no se debía a ignorancia sino a desobediencia voluntaria.

7. Justicia. Daniel hace contrastar la justicia de Dios con la injusticia de Israel. En todo su trato con los hombres en general y con Israel en particular, Dios siempre ha manifestado justicia.

9. El tener misericordia y el perdonar. Literalmente, "las compasiones y los perdones". A pesar de la rebelión y de la apostasía de Israel, Daniel seguía confiando en que el Señor, por su gran misericordia, estaba siempre dispuesto a perdonar a los que acudieran a él con corazón contrito. Con esa confianza Daniel ruega a Dios en favor del pueblo de Israel. Presenta la compasión de Dios en contraste con la pecaminosidad del pueblo.

11. Ha caído. Moisés había predicho que descendería una maldición sobre todos los que voluntariamente desobedecieran la ley de Dios (Lev. 26: 14-41; Deut. 28: 15-68). Eso era sólo lo que merecían.

Siervo de Dios. A Moisés se le aplica el mismo título en Deut. 34: 5 y Jos. 1: 13.

13. Conforme está escrito. Ver Deut. 29: 21,27.

14. Veló. Heb. shaqad, que significa "estar alerta", "estar despierto".

15. Sacaste tu pueblo. Daniel cita la extraordinaria liberación de los hijos de Israel de la esclavitud egipcia y basa su petición en el gran acto de misericordia realizado por el Señor en ocasión del éxodo.

16. Justicia. "Justicias" (BJ). En hebreo el sustantivo está en plural, lo que sin duda sugiere los muchos actos de justicia que Dios había hecho en favor de su pueblo.  Daniel no presenta su súplica basándose en alguna bondad de su pueblo; como base de su petición, cita las acciones bondadosas del Señor para con Israel en tiempos pasados. Tu santo monte. Israel debiera haber sido una luz para todo el mundo (ver com. 2 Sam. 22: 44, 50; 1 Rey. 8: 43; 2 Rey. 23: 27), pero por su rebelión obstinada, Jerusalén e Israel eran ahora objeto de burla y reproche entre las naciones de la tierra.

17. Haz que tu rostro resplandezca. Expresión que significa "mirar con favor" (Núm. 6:25).

Santuario. Los pensamientos de Daniel estaban centrados en el santuario de Jerusalén. Durante los muchos años del cautiverio la ciudad y el santuario habían yacido en ruinas, y ahora el tiempo de la reconstrucción estaba cerca.

19. No tardes. Heb. 'ajar, "demorar", "vacilar". Daniel está ansioso de que la liberación prometida no se postergue más. El Señor se deleita en que nosotros le roguemos así, pidiéndole que apresure su salvación prometida.

21. Gabriel. Ver cap. 8: 15-16. Este es el mismo ser que había explicado las tres primeras secciones de la visión del cap. 8. Ahora vuelve con el propósito de completar su tarea asignada.

Algunos comentadores no han visto la estrecha relación entre los cap. 8 y 9, y por eso no han comprendido la relación entre los 2.300 "días" del cap. 8 y las 70 "semanas" del cap. 9.

Sin embargo, el contexto requiere precisamente esta relación, como lo demuestran los siguientes hechos:

1. Todos los símbolos de la visión del cap. 8: 2-14, exceptuando los 2.300,"días" de los vers. 13-14, se explican cabalmente en el mismo capítulo 8: 15-26 (CS 371-372). En verdad, en los vers. 24-25 se explica todo el tema de los vers. 13 y 14, excepto el asunto del tiempo.  En el vers. 26 Gabriel menciona el factor tiempo, pero interrumpe su explicación antes de decir algo más (ver más adelante la explicación N.° 3).

2. Daniel sabía que los 70 años del cautiverio predicho por el profeta Jeremías estaban por finalizar (cap. 9: 2; ver t. III, pp. 93-95, 97-100; com. Jer. 25: 11).

3. Daniel no entendía el período de 2.300 días, la única parte de la visión que no había sido explicada aún (cap. 8: 27; ver la explicación N.° 1), y evidentemente temía que implicara una prolongación del cautiverio y que continuara la desolación del santuario (ver cap. 9: 19). Sabía que la promesa de restauración era condicional y dependía del sincero arrepentimiento de Israel (SL 48; ver t. IV, p. 36).

4. La perspectiva de una terrible persecución durante el transcurso de los 2.300 "días" (Dan. 8: 10-13, 23-25) era más de lo que podía soportar el anciano Daniel, y como resultado fue "quebrantado" y estuvo "enfermo algunos días" (cap. 8: 27; CS 372). Por eso el ángel interrumpió la explicación de la visión.

5. Durante el intervalo que precedió al regreso del ángel (cap. 9: 21) Daniel volvió a estudiar las profecías de Jeremías para lograr una comprensión más clara del propósito divino respecto al cautiverio (ver t. IV, p. 33), especialmente con relación a los 70 años (cap. 9: 2).

6. Tras llegar a la conclusión de que la transgresión de la mayoría de los israelitas era la causa de lo que él evidentemente tomó como una prolongación de los 70 años (ver explicación N.° 3), Daniel intercedió muy fervorosamente ante Dios pidiendo perdón, el retorno de los cautivos exiliados y la restauración del santuario de Jerusalén que estaba desolado (ver cap. 9: 3-19). Su oración termina con una reiteración del pedido de que Dios perdonara los pecados de la nación y que no demorara la promesa de la restauración (vers.19).

7. Nótese particularmente que la parte de la visión del cap. 8 que había quedado sin explicar, predecía que el "santuario" y el "ejército" serían "pisoteados" (vers. 13-14, 24) durante un período de 2.300 "días". En su oración Daniel ruega a Dios que el tiempo del cautiverio no se extienda (vers. 16-19). Una cuidadosa comparación entre la oración del cap. 9 y el problema del cap. 8 deja en claro, sin lugar a dudas, que Daniel tenía en cuenta este problema mientras oraba. Pensaba que la visión de los 2.300 "días" de desolación del santuario y persecución del pueblo de Dios implicaba que Dios iba a postergar o "tardar" la restauración (cap. 9: 19).

8. En respuesta a esta oración, Gabriel, que había sido enviado para explicar la visión del cap. 8 (cap. 8: 15-19) pero que aún no había terminado la explicación (ver la explicación N.° 4), saludó a Daniel con el anuncio: "Ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento" (cap. 9: 22).

9. Con toda claridad, la explicación del cap. 9: 24-27 es la respuesta del cielo a la oración de Daniel (vers. 23), y la solución del problema que motivó la oración (ver las explicaciones N.° 6 y N.° 7). Compárese la orden original dada a Gabriel para que explicase la visión a Daniel (cap. 8: 16) con la renovación de la orden cuando oró Daniel (cap. 9: 23), y la orden dada por Gabriel a Daniel de entender y conocer (cap. 8: 17, 19), con expresiones similares en el cap. 9: 23.

10. Nótese especialmente que a Daniel se le dijo que entendiera la "orden" y la "visión" (cap. 9: 23), es decir, la visión que había visto .al principio" (vers. 21). 

Esto sólo puede referirse a la visión del cap. 8: 2-14, ya que no se había dado ninguna otra visión desde aquélla. Compárense las palabras "enseña a éste la visión" (cap. 8:16) con "entiende la visión" (9:23).

11. De esa manera el contexto aclara, sin ninguna duda, que la explicación del cap. 9: 24-27 es una continuación que completa la explicación comenzada en el pasaje del cap. 8: 15-26, y que la explicación del pasaje del cap. 9: 24-27 trata exclusivamente de la parte no explicada de la visión, es decir del factor tiempo de los 2.300 "días" del cap. 8: 13-14. En ambos casos el ángel es Gabriel (cap. 8: 16; 9: 21), el tema es idéntico y el contexto demuestra que la última parte de la explicación del cap. 9 toma el hilo de la explicación en el punto en que fue dejada en el cap. 8.

Con presteza. Cuán reconfortante es saber que el cielo está cerca de la tierra. Siempre que necesitamos ayuda y la pedimos, el Señor envía a un santo ángel para que venga a socorrernos sin demora.

Vino a mí. Heb. naga', que puede significar meramente "alcanzó" o "se aproximó a". No podemos asegurar cuál significado tiene aquí.

Sacrificio. Heb. minjah. En la ley levítica ésta es la palabra común que indica una ofrenda de cereales. Una ofrenda especificada de "flor de harina" acompañaba al sacrificio de la tarde y de la mañana (Núm. 28: 3-8). Daniel evidentemente oraba a la hora cuando en el templo correspondía el sacrificio vespertino.

22. Entender. Se refiere sin duda a la visión mencionada en el cap. 8: 26-27, la cual "no se podía comprender" (cap. 8:27, BJ). Daniel no podía entender la relación entre los 70 años de cautiverio predichos por Jeremías (Jer. 29: 10) y los 2.300 días (años) que habrían de pasar antes de la purificación del santuario. Se desvaneció cuando el ángel le dijo que la visión sería para "muchos días" (Dan. 8: 26).

23. Entiende la visión. Una referencia a la .visión de las "tardes y mañanas" (cap. 8:26). En sus últimas palabras a Daniel en ocasión de su visita previa, Gabriel declaró que la visión de las 2.300 tardes-mañanas era "verdadera". De modo que en el cap. 9:24, el divino instructor comienza por donde terminó en el cap. 8: 26.

24. Setenta semanas. Esta expresión parecería ser una introducción un tanto inesperada, pero el ángel había venido con el propósito específico de hacerle entender a Daniel la visión. Inmediatamente comenzó a explicarle.

La palabra que aquí se traduce "semana", shabua', describe un período de siete días consecutivos (Gén. 29: 27; Deut. 16: 9; Dan. 10: 2). En el seudoepigráfico Libro de los Jubileos, al igual que en la Mishna, se usa shabua' para indicar un período de siete años. Evidentemente aquí se trata de semanas de años y no semanas de días, pues en el cap. 10: 2-3 cuando Daniel quiere especificar que las semanas a las que allí se refiere son semanas de siete días, el hebreo dice explícitamente "semanas de días". 

Las 70 semanas de años serían 490 años literales, sin necesidad de que a éstos se les vuelva a aplicar el principio profético de día por año (ver com. Dan. 7:25).

Están determinadas. Heb. jathak, palabra que en la Biblia sólo aparece aquí. Se usa en hebreo postbíblico y su significado es "cortar", "separar", "determinar", "decretar". La LXX usa krínó, "decidir", "juzgar", etc. La versión de Teodoción usa suntémnó, "acortar", "abreviar", etc., significado que se refleja en la Vulgata bajo la palabra abbreviare. Debe determinarse el matiz exacto de significado por el contexto. En vista de que el cap. 9 es una exposición de la parte que no se explicó de la visión del cap. 8 (ver com. cap. 9: 3, 21-23), y puesto que la parte no explicada tenía que ver con los 2.300 días, es lógico concluir que las 70 semanas, o 490 años, habrían de ser "cortadas" de ese período más largo. Además, faltando pruebas contrarias, puede deducirse que las 70 semanas serían cortadas a partir del comienzo de ese período. Vista a la luz de estas observaciones, la traducción de jathak como "cortar" parece muy apropiada. Puesto que los 490 años estaban especialmente asignados a los Judíos respecto a su papel como pueblo escogido de Dios, las traducciones "determinar" y "decretar" también son apropiadas en este contexto. Tu pueblo. Los 490 años se aplicaban especialmente a la nación judía. Para terminar. Heb. lekalle' de la raíz kala', "reprimir". El pasaje puede referirse al poder restrictivo que Dios ejercería sobre las fuerzas del mal durante el período concedido a los Judíos. Sin embargo, unos 40 manuscritos hebreos rezan lekalleh, forma que claramente proviene de kalah, "completar". Si kalah es la raíz, el pasaje se refiere evidentemente al hecho de que dentro de este período los Judíos llenarían la copa de su iniquidad. Dios había soportado largo tiempo a los israelitas. Les había dado muchas oportunidades, pero ellos continuamente lo chasqueaban (ver pp. 34-35).

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Poner fin al pecado. Esta frase puede tener un significado paralelo con la que precede, "terminar la prevaricación". Algunos expositores notan que la palabra que aquí se traduce "pecado" (Heb. jatta'oth o jatta'th, según algunos manuscritos y los masoretas) puede significar "pecados" u "ofrenda por el pecado". De las 290 veces que se usa la palabra jatta'th en el AT, 155 veces significa "pecado" y 135 veces "ofrenda por el pecado". Si el significado que se deseaba dar era "ofrenda por el pecado", podría darse la siguiente interpretación: Cuando Cristo, en el Calvario, llegó a ser la realidad simbolizada (antitipo) por los sacrificios efectuados en el santuario, ya no fue más necesario que el pecador trajese su ofrenda por el pecado (ver Juan 1: 29). Sin embargo, la forma plural jatta'oth casi invariablemente describe pecados, y sólo una vez, a menos que ésta también sea una excepción, significa ofrenda por los pecados (Neh. 10: 33).

Expiar la iniquidad. Heb. kafar vocablo que generalmente se traduce "hacer expiación", cuyo sentido básico es "cubrir" (ver Exo. 30: 10; Lev. 4: 20; etc.). Mediante su sacrificio vicario, Cristo logró la reconciliación para todos los que aceptan su sacrificio.

Justicia perdurable. Cristo no vino a la tierra sólo para hacer que los pecados fuesen borrados. Vino para reconciliar al hombre con Dios. Vino para que fuera posible imputar e impartir su justicia al pecador arrepentido. Cuando los hombres lo aceptan, él les confiere el manto de su justicia, y ellos aparecen en la presencia de Dios como si nunca hubieran pecado (CC 62). Dios ama a las almas arrepentidas y creyentes así como ama a su Unigénito, y debido a Cristo las acepta en su familia. Mediante su vida, muerte y resurrección, Cristo ha hecho que la justicia eterna esté a disposición de todo hijo de Adán que, con fe sencilla, esté dispuesto a aceptarla.

Sellar. Evidentemente no se usa aquí con el sentido de "cerrar", sino de "confirmar" o "ratificar". El cumplimiento de las predicciones relacionadas con el primer advenimiento del Mesías en el tiempo especificado por las profecías nos asegura que los otros elementos de la profecía, en particular los 2.300 días proféticos, se cumplirán con la misma precisión.

Santo de los santos. Heb. qódesh qodashim, "algo santísimo" o "alguien santísimo". La frase hebrea se aplica al altar (Exo. 29: 37; 40: 10), a otros utensilios y muebles pertenecientes al tabernáculo (Exo. 30: 29), al perfume santo (Exo. 30: 35-36), ofrendas especificadas de alimento (Lev. 2: 3, 10; 6: 17; 10: 12), ofrendas por el pecado (Lev. 7: 1, 6), el pan de la proposición (Lev. 24: 5-9), cosas consagradas (Lev. 27: 28), al recinto santo (Núm. 18: 10; Eze. 43: 12), y al lugar santísimo del santuario (Exo. 26: 33-34). En ninguna parte se aplica esta frase a personas, a menos que, como sugieren algunos, se la aplique así en este caso y en 1 Crón. 23: 13. Este último texto puede traducirse, "Aarón fue separado para ungirlo como persona santísima", aunque puede también traducirse como en la RVR. Algunos expositores Judíos y muchos comentadores cristianos han sostenido que se hace referencia al Mesías.

En vista de que no se puede demostrar que esta frase se refiere en otros casos definidamente a una persona y en vista de que se está hablando del santuario celestial en los aspectos más amplios de la visión (ver com. Dan. 8: 14), es razonable inferir que Daniel habla aquí del ungimiento del santuario celestial antes del tiempo del comienzo de la obra de Cristo como sumo sacerdote.

25. La salida de la orden. Cuando fue dada esta visión, Jerusalén y el templo todavía estaban en ruinas. El cielo anuncia que se daría una orden para reconstruirlos y restaurarlos, y que desde esa fecha pasaría un número determinado de años hasta el Mesías anhelado por tanto tiempo.

En el libro de Esdras se registran tres decretos referentes a la repatriación de los judíos: El primero en el primer año de Ciro, alrededor del 537 a. C. (Esd. 1: 1-4); el segundo durante el reinado de Darío I, poco después del 520 (Esd. 6: 1-12); el tercero en el 7° año de Artajerjes, 458/457 a. C. (Esd. 7: 1-26). Hay informaciones adicionales en el t. III, pp. 100-108.

En sus decretos, ni Ciro ni Darío dispusieron medidas efectivas para la restauración del Estado civil Judío como una unidad completa, aunque en la profecía de Daniel se prometía una restauración del gobierno religioso y del gobierno civil. El decreto del séptimo año de Artajerjes fue el primero que dio al Estado judío completa autonomía, bajo el domino persa.

Uno de los papiros de doble fecha descubierto en la colonia Judía de Elefantina, Egipto (ver t. III, pp. 106-111), fue escrito en el año de ascensión al trono de Artajerjes en enero del 464 a. C. Este es el único documento judío de ese año que se conozca. Comparándolo con otros registros antiguos, se puede deducir que, mediante el cómputo judío, el "comienzo de su reinado" o "año ascensiones" (ver t. II, pp. 141-143) comenzó después del Año Nuevo Judío de 465 a. C. y terminó en el siguiente Año Nuevo judío, en septiembre-octubre del 464 a. C. Entonces, su "primer año" (su primer año calendario completo) habría ido desde septiembre-octubre del 464 a. C. hasta septiembre-octubre del 463 a. C. El 7° año de Artajerjes se extendería entonces, desde el otoño (septiembre-octubre) del 458 a. C. hasta el otoño del 457 a. C. Las disposiciones del decreto no fueron llevadas a cabo hasta después de que Esdras volvió de Babilonia, lo que ocurrió entre julio y septiembre del 457 a. C. Ver en el t. III, pp. 103-108, un estudio de Esd. 7 y la precisión histórica de la fecha 457 a. C. como 7° año de Artajerjes. Ver un estudio completo del tema en S. H. Horn y L. H. Wood, The Chronology of Ezra 7 (Ed. rev. 1970).

Mesías. Heb. mashíaj, del verbo mashaj, "ungir". Por lo tanto, mashíaj describe a un "ungido" tal como el sumo sacerdote (Lev. 4:3, 5, 16), los reyes de Israel (1 Sam. 24: 6,10; 2 Sam. 19: 21), Ciro (Isa. 45: 1), etc. La versión griega de Teodoción traduce la palabra mashíaj literalmente, Jristós, palabra que viene del verbo jríÇ, "ungir", y por lo tanto significa sencillamente "ungido". "Cristo" es una trasliteración de jristós. En la historia judía posterior se aplicó el término mashíaj al Libertador esperado que habría de venir (ver Juan 1: 41; 4: 25-26).

Daniel predijo que el Mesías Príncipe anhelado por tanto tiempo habría de aparecer en un tiempo especificado. A este tiempo se refirió Jesús cuando declaró: "El tiempo se ha cumplido" (Mar. 1: 15; DTG 200). Jesús fue ungido en ocasión de su bautismo en el otoño [del hemisferio norte] del año 27 d. C. (Luc. 3: 21-22; Hech. 10: 38; cf. Luc. 4: 18).

Príncipe. Ver com. cap. 11: 22.

Siete semanas, y sesenta y dos semanas. La forma natural de calcular estas semanas es considerarlas como consecutivas, es decir que las 62 semanas comienzan al finalizar las 7 semanas. Estas divisiones componen las 70 semanas, mencionadas en el vers. 24 de esta manera: 7 + 62 + 1 = 70. Respecto a la última semana, ver com. vers. 27.

Comenzando en el otoño (septiembre-octubre) del 457 a. C., cuando entró en vigencia el decreto, las 69 semanas proféticas, o 483 años, llegan hasta el bautismo de Jesús en el año 27 d. C. Se ha de notar que si se hubieran computado los 483 años comenzando del principio del 457 a. C., se hubieran extendido hasta el final del año 26 d. C., porque el período de 483 años requiere 457 años a. C. completos más 26 años d. C. completos. Puesto que el período comenzó muchos meses después del comienzo de 457 a. C., habría de terminar el mismo número de meses después del fin del 26 d. C., es decir el 27. Esto se debe a que los historiadores (a diferencia de los astrónomos) nunca cuentan un año cero (ver t. 1, p. 187). Algunos se han preguntado cómo Cristo pudo haber comenzado su obra en 27 d. C. cuando el registro dice que tenía alrededor de 30 años cuando comenzó su ministerio público (Luc. 3: 23). Esto se debe a que cuando se calculó por primera vez la era cristiana, hubo un error de unos cuatro años. Es evidente que Cristo no nació en el año 1 d. C. puesto que cuando nació todavía vivía Herodes el Grande, y Herodes murió en el año 4 a. C. (Mat. 2: 13-20).

Algunos expositores modernos interpretan de una forma completamente diferente estos períodos. El "mesías" es identificado como Ciro, Zorobabel o el sumo sacerdote Josué (ver Esd. 3: 2; Zac. 3: 1, 3; 6: 11-13). Algunos consideran que "la orden para restaurar y edificar a Jerusalén" es la profecía dada por medio de Jeremías de que Jerusalén sería 880 reconstruida (Jer. 29: 10). Esos expositores creen que esta "orden" se puso en vigencia en 586 a. C., el año de la destrucción de Jerusalén, y que las "siete semanas", o sea 49 años, llegan aproximadamente hasta el decreto de Ciro. Además esos expositores mantienen que las 62 semanas, o 434 años, llegan hasta la era de los Macabeos. El pacto de la septuagésima semana lo entienden como la unión de Antíoco con los judíos apóstatas. Traducen "a la mitad de la semana" (Dan. 9: 27) como "media semana" (ver com. cap. 9: 27) y aplican la "media semana" a la profanación del templo hecha por Antíoco desde 168 hasta 165 a. C. (1 Mac. 1: 54; 4: 52-53). Los traductores de esta escuela de interpretación usan otra puntuación posible en Dan. 9: 25 para favorecer esta idea.

COMO YA LO HEMOS DEMOSTRADO, sólo una distorsión de las cifras cronológicas permite que esos expositores lleguen a los acontecimientos que según ellos cumplen los requisitos proféticos. Cuando esas cifras se aplican. a Cristo, su ministerio y su muerte, y la predicación del Evangelio a los judíos, se logra una perfecta sincronización. Ver com. cap. 8: 25.

Se volverá a edificar. Algunos intérpretes dan especial importancia al período de "siete semanas", o sea 49 años, pues afirman que representa el tiempo durante el cual se completaría la construcción de la plaza y del muro. Sin embargo, la información histórica de este período es muy escasa. Se sabe poco de las condiciones existentes en Jerusalén desde el tiempo de Artajerjes hasta el de Alejandro. Lo que puede saberse en base a la Biblia y los documentos históricos es fragmentario. Plaza. Heb. rejob, "un lugar amplio".

Muro. Heb. jaruts. Se usa con este sentido sólo aquí en el AT. En el hebreo de la Mishnah significa "una zanja". En acadio la palabra significa "foso de la ciudad". "Muro" es la traducción de la versión griega de Teodoción y de la Vulgata.

Tiempos angustiosos. Ver una breve historia de este período en el t. III, pp. 75-81.

[Retorno en tiempo de Artajerjes I y la obra de Esdras. Entre los últimos sucesos fechados del libro de Ester (primavera, 473 AC) y el siguiente acontecimiento registrado en el libro de Esdras (primavera, 457 AC), transcurrieron 16 años, de los cuales no hay registros conocidos que puedan proporcionar información directa acerca de la historia de la nación judía.  Entre tanto, Jerjes había sido asesinado y su hijo Artajerjes había subido al trono.  El imperio vivía bajo la nube de la grave derrota de Eurimedonte, a la cual pronto se agregó la pérdida de Egipto por causa de la rebelión de Inaro en 463 ó 462 AC.  Siendo que era importante que judea, que se hallaba en la ruta a Egipto, permaneciese leal y amiga para con la administración persa, especialmente cuando se iniciase la campaña contra Egipto (en 456 AC), Artajerjes escuchó con buena voluntad las peticiones de Esdras (cap. 7: 28), cuyo título indica que era "árbitro de los asuntos judíos" en la cancillería (ver com.  Esd. 7: 12).  El pidió al rey que concediese a los judíos una mayor medida de autogobierno de la que habían disfrutado hasta entonces, y que permitiese el retorno de la ley mosaica como la ley de la nación en la provincia de judea.

Por decreto real, Artajerjes designó a Esdras para que volviese a judea con gran autoridad, e invitó a todos los judíos que deseasen regresar a su antigua patria para que lo hiciesen.  El edicto comisionó además a Esdras para que reorganizase todo el sistema judicial de judea, e instituyese jueces y magistrados con poder de vida y muerte, que usasen "la ley de Dios" como la base de su obra (Esd. 7: 11-26).  Con frecuencia se ha atacado la historicidad de este decreto, pues a muchos eruditos modernos les parecía increíble que un rey persa o sus consejeros se hubiesen preocupado por los detalles del ceremonial judío como lo asevera el edicto de Esd. 7. Sin embargo, uno de los papiros de Elefantina, del cual se tratará en la sec.  VII -la así llamada "Carta Pascual" de Darío II presenta un paralelo tan aproximado que últimamente se ha acallado la oposición a la autenticidad del decreto de Artajerjes I. La "Carta Pascual" de Darío demuestra claramente que la cancillería persa probablemente tenía un departamento en el cual expertos en la ley y las costumbres judías aconsejaban al rey en asuntos legislativos.  Estos expertos eran sin duda judíos.

El descubrimiento casual de la inscripción fenicia de Esmunazar muestra que Artajerjes apreció la ayuda que recibió de Sidón en su campaña contra los egipcios 76 rebeldes, y recompensó a los sidonios dándoles ciertas tierras fértiles para cereales en la región de Dor sobre la costa palestina.  Este paralelo histórico claramente sugiere que el importante decreto por el cual se concedieron privilegios excepcionales a los judíos, un año antes de que Megabises iniciase su expedición contra Egipto, tenía el propósito de crear buena voluntad entre los judíos para asegurar su permanente lealtad en ese tiempo de crisis política.  Para los judíos este edicto significó mucho, porque virtualmente los hizo semiindependientes.  Se entregaron de nuevo todos los poderes civiles y judiciales a dirigentes locales, y la ley de Moisés una vez más volvió a ser la ley del país.  El único asunto que se reservaron los persas fue el manejo de los impuestos.  Las generosas dádivas y donaciones reales procedentes del tributo de la provincia para el sostén de los servicios religiosos judíos eran quizá para que los judíos aceptasen el hecho de que cobradores extranjeros de impuestos permanecieran en su país por un tiempo indefinido.

Después de ver cumplidos sus pedidos, Esdras exhortó a los judíos de Babilonia para que lo acompañasen a Judea.  En el primer día de Nisán todos los que estuvieron dispuestos a seguir a Esdras se reunieron "junto al río Ahava".  Cuando se tomó el censo resultó evidente que no se había presentado ningún levita.  Después de hacer un esfuerzo especial para conseguir algunos levitas, la congregación de quizá más de 5.000 personas, incluso mujeres y niños, ayunó y oró invocando la protección divina durante su largo y peligroso viaje.  Esdras no se había atrevido a solicitar una escolta por temor de revelar a las autoridades persas que le faltaba fe en el poder protector de su Dios (Esd. 8: 1-23).

La caravana emprendió viaje el 12 de Nisán, aproximadamente el 7 de abril, de 457 AC (según la tabla de la pág. 112), y después de un viaje de unos 4 meses llegó con toda felicidad a Jerusalén alrededor del 23 de julio.  Allí descansaron 3 días.  Después entregaron todas las dádivas reales para el templo y el decreto oficial a las autoridades correspondientes, y festejaron su feliz llegada con una gran ofrenda de agradecimiento (Esd. 8: 24-36).  El trabajo de reconstrucción autorizado por el decreto comenzó en realidad algunas semanas más tarde, en el otoño del mismo año.

Se registra poco de la actividad de Esdras en Judea durante los 13 años siguientes hasta que Nehemías llegó a Jerusalén como gobernador recién nombrado.  Esdras debe haber hecho cumplir todas las disposiciones del decreto, pero no queda ningún registro de su obra, excepto la descripción de su trabajo de reforma sobre los casamientos ilícitos.  El informe de este asunto abarca casi la cuarta parte de todo el libro de Esdras (caps. 9, 10), lo cual demuestra la importancia de la reforma.

Esdras debe haber sabido que había mujeres paganas o semipaganas en algunas familias, pues había una en la familia del sumo sacerdote.  Pero obró en silencio durante un tiempo, esperando la oportunidad de tratar eficazmente el asunto.  Su oportunidad llegó cierto día cuando algunos de los dirigentes le notificaron oficialmente de la existencia de este mal.  Esdras respondió inmediatamente.  Comenzó con una oración pública que fue al mismo tiempo un gran sermón y una exhortación al arrepentimiento.  El resultado fue que los caudillos nacionales decidieron espontáneamente limpiar la nación de la influencia pagana.

Se realizó entonces una reunión pública en el noveno mes (aproximadamente diciembre).  Si esto ocurrió poco después de la llegada de Esdras, fue en 457 AC.  La congregación reunida, tiritando por el frío y la lluvia, y ansiosa de volver a sus casas, dio a Esdras pleno poder para llevar a cabo la reforma propuesta.  Se manifestó poca oposición contra esta decisión popular, porque sólo un pequeño porcentaje del pueblo -l 12 hombres entre las decenas de miles de judíos que habitaban en Judea 77 estaban implicados en este asunto.  Una comisión trabajó entonces desde diciembre de 457, hasta abril de 456 AC, y decidió cada caso.  Se agregó una lista de todos los transgresores implicados como parte del registro permanente del suceso.  Esto muestra que 27 funcionarios eclesiásticos tenían esposas extranjeras, entre los cuales había 13 sacerdotes y 4 miembros de la familia del sumo sacerdote, además de 86 laicos.  El mal no se había extendido todavía mucho entre el pueblo, lo cual explica por qué las medidas tomadas fueron apoyadas tan enérgicamente por el pueblo, y cumplidas con tanta facilidad.

Se afirma, por regla general, que Esdras continuó en Jerusalén hasta la época de Nehemías.  Por lo tanto, en algún momento anterior a la llegada de Nehemías (en 444 AC), afrontó la oposición destructora de enemigos que derribaron "el muro de Jerusalén" y quemaron con fuego "sus puertas" (Neh. 1: 3).

Los eruditos que afirman que el Artajerjes de Esd. 4: 7 es Aitajerjes 1, ven en la narración de los vers. 7-23 una referencia a ese ataque a los muros y las puertas.  De esa manera hallan en la narración un relato bíblico que explica el porqué de los daños hechos a los muros según los informes recibidos por Nehemías.  Esta interpretación de los vers. 7-23 requiere un cambio temporario de la actitud favorable de Artajerjes para con los judíos, como lo demostró en su trato con Esdras pocos años antes.

Sin embargo, el ataque referido en Nehemías 1: 3 puede explicarse históricamente sin Esdras 4 ni ninguna narración bíblica específica.  Es un hecho que alrededor del año 450 ó 449 AC, Megabises, gobernador de la provincia de "Más allá del río", que incluía a Judea, se rebeló durante unos años contra el rey de Persia.  Durante esa rebelión, o los judíos permanecieron fieles a su benefactor Artajerjes, y fueron atacados por samaritanos partidarios de Megabises, o los samaritanos fueron leales y aprovecharon la oportunidad para acusar a los judíos de apoyar a Megabises.  En cualquiera de los casos, la rebelión de Megabises haría verosímil el suceso mencionado en Neh. l: 3.

Período de gobierno de Nehemías. Nehemías, aunque era un judío fiel, había ascendido en la corte persa hasta ocupar el puesto de confianza y responsabilidad de copero real.  Algunos historiadores han sacado la conclusión de que era eunuco, pues parece haber servido al rey en la sección donde habitaban las mujeres (ver com.  Neh.2:6). Era un hombre instruido, y más tarde resultó ser un buen organizador.

En diciembre de 445 AC, Hanani, hermano de Nehemías, y algunos otros judíos, llegaron de visita a Susa.  Ellos pueden haber sido los primeros judíos de Jerusalén a quienes había visto Nehemías después de la rebelión de Megabises, que probablemente había producido una interrupción de las comunicaciones usuales con Judea.  Puede haber llegado a oídos de Nehemías rumores de dificultades con los samaritanos, pero como no se sabía nada seguro, estaba ansioso de conseguir informaciones exactas de las condiciones prevalecientes en Judea.  Por lo tanto, su primera pregunta fue "por los judíos que habían escapado, que habían quedado de la cautividad, y por Jerusalén" (Neh. l: 2).  Las noticias que recibió fueron malas, peores de las que esperaba.  Se enteró con consternación de que el muro había sido "derribado, y sus puertas quemadas a fuego" (Neh. l: 3).  La impresión que le produjo esta noticia fue tan grande que Nehemías, como Daniel (Dan. 9: 3), ayunó y oró durante varios días.

Nehemías elaboró un plan eficaz durante los siguientes cuatro meses y también hizo ciertos preparativos previos a lo que se proponía realizar.  Después aprovechó una ocasión favorable, mientras servía al rey, para solicitar que se lo enviase a Jerusalén a fin de completar la interrumpida obra de reconstruir los muros de la ciudad.  Algunos han creído que Nehemías, conociendo el carácter inestable de 78 Artajejes y cuán fácilmente influían en él las mujeres, escogió una ocasión oportuna cuando estaba presente "la reina"; y también que ella podría haber estado favorablemente dispuesta para con Nehemías y podría haberle asegurado de antemano su apoyo.  Aunque Nehemías había orado por este asunto, temió mucho que pudiera perder la vida si se comportaba de una manera imprudente al tratar al irascible rey (Neh. 2: 2, 6).  Pero el monarca no sólo le concedió su pedido, sino que también nombró a su copero como nuevo gobernador de Judea.

Provisto de credenciales oficiales y acompañado por una escolta armada, Nehemías no perdió tiempo, sino que partió tan pronto como consiguió una licencia de sus deberes en la corte.  Llegó a Jerusalén tal vez a principios del verano del hemisferio norte, de 444 AC.  Durante los primeros días mantuvo en secreto el verdadero propósito de su llegada, a fin de poder dar los pasos que aseguraran el mayor éxito posible para sus planes.  Tampoco deseaba caer en manos de sus enemigos, cuya obra y odio conocía muy bien. Después de tres días evaluó bien la situación y probablemente había visto la condición del muro, con excepción de sus secciones meridionales.  A fin de conocer de primera mano la condición de dichas secciones del muro, hizo una gira de inspección nocturna, acompañado solamente por algunos amigos de confianza (Neh. 2: 11-16).

Luego expuso sus planes delante de los dirigentes del pueblo, quizá al cuarto día después de su llegada.  Les habló de la comisión real, y tal vez les aseguró que ya nada tenían que temer de sus enemigos.  Su exhortación a edificar, a fin de que no estuvieran "más en oprobio" (Neh. 2: 17), fue un elocuente incentivo a la conciencia y dignidad nacionales.  Algunos se entusiasmaron ante la perspectiva de tener finalmente una capital fortificada cuyo muro podría protegerlos en tiempos de peligro, mientras que otros parecían no manifestar interés alguno.  Los habitantes de ciudades tales como Jericó, Mizpa y Gabaón ofrecieron voluntariamente su ayuda para la edificación del muro de Jerusalén, pero no se menciona ayuda alguna de Belén, Netofa, Betel y varias otras ciudades que se habían repoblado desde los tiempos de Zorobabel.  Entre los dirigentes se advirtió lo mismo.  Algunos apoyaron a Nehemías con entusiasmo, mientras que otros, como los nobles de Tecoa, "no se prestaron para ayudar a la obra de su Señor" (Neh. 3: 5).

Inmediatamente después que se supo el propósito de la llegada de Nehemías, los enemigos de los judíos, especialmente los dirigentes políticos de naciones circunvecinas, hicieron planes para frustrar sus propósitos.  De estos enemigos, se menciona repetidas veces a tres que trabajaron contra Nehemías: Sanbalat, que era el gobernador de Samaria, según sabemos ahora por los papiros de Elefantina; Tobías, encumbrado funcionario o noble de Amón; y Gesem, el gobernador de los árabes liyanitas de Dedán.  Estos tres ridiculizaron a los judíos y a su jefe, los acusaron de hacer rápidos preparativos para una rebelión, se prepararon para atacarlos, hicieron arreglos para hacer asesinar a Nehemías y realizaron muchos intentos para sembrar la discordia entre los mismos judíos.  Esta obra contra Nehemías y su labor se llevó a cabo incesantemente mientras duró el trabajo de reconstrucción del muro de la ciudad, y sólo parece haber cesado después que se terminó.

Nehemías demostró ser un hombre de intrépida determinación y un buen organizador.  No desestimó el peligro de los esfuerzos de sus enemigos, ni se afligió en forma desmedida por eso.  Organizó en 42 grupos a los que estuviesen dispuestos a ayudarle en su trabajo de reconstruir el muro de Jerusalén y los ubicó en otras tantas secciones del muro.  En la lista que se halla en el cap. 3 de su libro, Nehemías nos ha dejado un documento excepcional para el estudio de la topografía del muro de 79 Jerusalén, y también ha proporcionado muchos otros datos importantes.  Por ejemplo, nos dice quiénes participaron en el trabajo, dónde se efectuó, y también qué clase de trabajo se requería.  Así sabemos que algunas secciones del muro, como también algunas puertas, casi se habían completado en los intentos previos de reconstrucción, y habían sufrido poco durante el ataque reciente, mientras que otras tuvieron que ser prácticamente reconstruidas.  Debemos deducir esto al observar  que se usa la palabra "edificó" para describir la actividad de unos, mientras que la obra de otros se describe con la palabra "restauraron" en la lista de Neh. 3. La misma conclusión puede sacarse al leer, por ejemplo, que un grupo, Hanún y los habitantes de Zanoa, pudieron reparar la puerta del Valle y unos 500 m del muro (Neh. 3: 13), mientras que otro grupo sólo pudo reparar una sección muy pequeña que se extendía desde la puerta de la casa de Eliasib, que evidentemente se hallaba cerca del muro, hasta el fin del mismo edificio (Neh. 3: 2 l).  Por supuesto, en algunos casos el número de participantes podría explicar las grandes diferencias en el tamaño de las secciones de muro asignadas a los diversos grupos.  Unas pocas puertas, como por ejemplo la de Ef'raín, mencionada más tarde en relación con la dedicación del muro, parecen haber quedado intactas, y por lo tanto se omiten en la lista de los sectores en los cuales se trabajó.

Por lo tanto, debemos deducir que la obra de Nehemías no fue la reconstrucción completa de todo el muro y sus muchas puertas, sino la reparación y terminación de la actividad interrumpida de sus predecesores.  Si el muro hubiese estado como quedó después que lo destruyeron las tuerzas de Nabucodonosor, Nehemías no habría podido completar la obra en 52 días (Neh. 6: 15).  El que haya podido terminar el trabajo en un período tan excepcionalmente corto, demuestra claramente que se había estado construyendo durante un largo período anterior a su llegada.

Aunque la obra en el muro siguió en forma rápida, fue acosada por muchas dificultades.  Nehemías sufrió por la f'alta de interés en ciertos sectores de su pueblo, y una verdadera oposición de parte de otros (Neh. 4: 10; 6: 10-12).  Peor todavía, existía el constante peligro de un ataque devastador contra el muro de la ciudad a medio terminar; un ataque de sus enemigos extranjeros dirigidos por Sanbalat, Tobías y Gesem.  Por eso él armó a todos los trabajadores, hizo vigilar el muro día y noche, e ideó un sistema de alarma a fin de estar siempre listo a toda hora para defender a Jerusalén.  Su determinación y valentía personales desanimaron a sus enemigos y afianzaron el triunfo.  Los enemigos sólo amenazaron, pero no se materializó ningún ataque real.

El 25 de Elul (21 de septiembre de 444 AC) se concluyó la obra (Neh. 6: 15) y se dedicó el muro mediante una ceremonia impresionante.  Se formaron dos procesiones, una encabezada por Esdras y la otra por Nehemías.  Comenzando en la puerta del Valle, ambos grupos avanzaron sobre el muro en dirección contraria hasta que se encontraron cerca de la esquina nororiental de la ciudad, y juntos entraron en el templo para alabar a Dios por la ayuda recibida en su trabajo, y para festejar el día con sacrificios (Neh. 12: 27- 43).

Después que Nehemías hubo completado su tarea principal y hubo dado a Jerusalén un muro fortificado, se dedicó a su fructífera y pacífica obra de gobernar.  Durante 12 años sirvió a su pueblo en su primer período de gobierno (Neh. 5: 14).  Aunque Nehemías era en primer lugar el caudillo secular de Judea, y aunque trabajó para fomentar los intereses sociales de la nación, también se interesó profundamente en el bienestar espiritual de su pueblo.  

Lo encontramos aboliendo una cantidad de abusos de autoridad y riqueza al obligar a los usureros a que hicieran la debida 80 restitución y que prometieran no aprovecharse de sus conciudadanos pobres; al comprar y liberar esclavos judíos; al negarse a aceptar pago alguno para sí; y al sufragar de su propio peculio sus gastos oficiales (Neh. 5:l-19). 

Ningún gobernador, nos dice Nehemías, había sido jamás tan abnegado ni había tenido un criterio social como él, y esperaba recibir una recompensa celestial por sus actos de bondad (Neh. 5:15,19).

También tomó medidas para repoblar a Jerusalén, cuando después de completar el muro vio que la capital era una ciudad casi vacía.  Se tomó un censo, y se decidió traer a Jerusalén a uno de cada diez habitantes de la población rural de Judea. Se animó a muchos otros a trasladarse a la capital (Neh. 7: 4, 5; 11: 1, 2).

Para satisfacer las necesidades religiosas del pueblo se hicieron grandes reuniones públicas.  La primera serie de ellas se describe en Neh. 8-10.  Esdras y otros dirigentes leyeron y explicaron la ley al pueblo.  El resultado fue un verdadero reavivamiento espiritual que dio como resultado un pacto firmado por laicos y ministros.  Todos prometieron seguir la ley de Moisés, no contraer matrimonio con paganos, observar el sábado, sufragar los gastos del templo y otros servicios religiosos, y atender otros asuntos necesarios.

Todos estos sucesos parecen haber ocurrido durante los primeros meses del gobierno de Nehemías.  Nada sabemos del resto de su período de 12 años, y la única información adicional, que está en Neh. 13, trata de algunas medidas que se vio obligado a tomar después de su regreso a Jerusalén a principios de su segundo período de gobierno.  Por desgracia no sabemos la fecha de la segunda llegada de Nehemías, ni la duración de su segundo período como gobernador de Judea.

Debe haber transcurrido algún tiempo entre su partida, al expirar su primer período, y su regreso, pues halló ciertas condiciones y prácticas desafortunadas en Judea, que deben haber necesitado cierto tiempo para tomar cuerpo.  En las dependencias del templo se había alojado a Tobías, su acérrimo enemigo, y los levitas se dedicaban a la agricultura a fin de ganarse la vida, porque el pueblo no había pagado diezmo durante algún tiempo.  Había extranjeros que vendían mercaderías en Jerusalén en día sábado, y nuevamente se supo de esposas paganas en familias judías.

Esta situación también es severamente reprendida por el profeta Malaquías, quien debe haber pronunciado sus profecías por esta época.  Inmediatamente después de su llegada, Nehemías se puso a trabajar vigorosamente para cambiar la situación.  Arrojó del templo los muebles de Tobías, y reunió a los levitas, a quienes restituyó su trabajo en el templo y garantizó su sostén con los diezmos.  Indujo al pueblo a que pagara regularmente sois diezmos, tomó vigorosas medidas para evitar nuevas transgresiones del mandamiento del sábado e hizo expulsar a las esposas extranjeras (Neh. 13: 131).

Con la descripción de estas medidas llegan a su fin los registros históricos del libro de Nehemías y del AT.  Pero antes de dejar este último período del cual hay un registro inspirado, debe mencionarse un incidente adicional: el triste asunto que implicó a Johanán, el sumo sacerdote, mencionado en Esdras (cap. 10: 6) y Nehemías (cap. 12: 22).Josefo (Antigüedades xi. 7. l) nos informa que Jesúa (Josué), hermano de Johanán, era amigo de Bagoas (en persa, Bigvai), comandante de Artajerjes. Siendo que Bagoas prometió hacer sumo sacerdote a Jesúa, éste riñó en el templo con su hermano Johanán, quien lo mató.  Como resultado de este crimen atroz, Bagoas entró en el templo, declarando, "¿No soy yo más puro que el que fue muerto* en el 81 templo?" Y castigó a los judíos exigiéndoles durante siete años un impuesto de 50 dracmas por cada cordero del sacrificio diario.

Este relato anteriormente fue considerado como ficticio por muchos historiadores, porque Josefo habla de Bagoas, poderoso comandante de Artajerjes III, bien conocido en la historia persa posterior, mientras que Johanán fue contemporáneo de Esdras y Nehemías, quienes vivieron varias generaciones antes.  Sin embargo, los papiros judíos de Elefantina atestiguan que Johanán fue sumo sacerdote en 410 AC, y que un gobernador de nombre Bigvai (en Gr., Bagoas) gobernaba Judea en 407 AC. De manera que tanto Bagoas como Johanán fueron contemporáneos de Darío II. Pueden haber estado todavía en sus puestos pocos años más tarde cuando Artajerjes II llegó al trono en 405 ó 404 AC, y el crimen relatado por Josefo puede haber ocurrido en ese tiempo.  El que uno de los papiros elefantinos hubiera sido enviado conjuntamente por Bagoas, gobernador de Judea, y Delaía, hijo de Sanbalat de Samaria, muestra una extraña confabulación. Bagoas ya puede haber sido en esa época enemigo de Johanán.

Con este sumo sacerdote desaparece de nuestro horizonte histórico el último personaje mencionado en el AT, y comienza el período intertestamentario de la historia judía, llamado así porque de ese entonces no existen registros sagrados]. 3CBA

26. Después de las sesenta y dos semanas. Se mataría al Mesías después de este período y no durante él. Esta expresión no tiene por objeto fijar el tiempo exacto cuando ocurriría el calamitoso acontecimiento de la muerte del Mesías. Eso se hace en el vers. 27, donde ese suceso se ubica "a la mitad de la semana".

Se quitará la vida. Según esta declaración profética, el Mesías no aparecería como lo esperaban los judíos, como glorioso vencedor y emancipador. En cambio, sería muerto en forma violenta.

No por sí. "No será de él" (BJ). Literalmente, "y no hay para él". 

El significado de esta frase no es claro. La BJ añade en nota de pie de página: "Texto oscuro". Se han sugerido muchos significados posibles, tales como," y no tendrá nada", "no será", "y no hubo ayudante para él".

Y el pueblo. La traducción que aparece en el margen de algunas Biblias: "y ellos [los judíos] no serán más su pueblo", carece de fundamento pues no corresponde con el hebreo.

La ciudad y el santuario. Se predice aquí que el templo y la ciudad de Jerusalén serían raídos. Esto lo cumplieron los romanos en el 70 d. C. Los soldados romanos tomaron antorchas y deliberadamente las pusieron en la parte de madera del interior del templo, lo que produjo su completa destrucción. En vez de "el pueblo de un príncipe que ha de venir" la LXX reza "rey de naciones".

Con inundación. Es decir, en el sentido de ser abrumador (ver Isa. 8: 7-8).

Durarán las devastaciones. Este pasaje podría traducirse literalmente, "hasta el fin [habrá] guerra, una determinación de ruinas".

27. Otra semana. Esta semana, la septuagésima, comenzó en 27 d. C. al iniciarse el ministerio público de Cristo en ocasión de su bautismo. Se extendió más allá de la crucifixión en "la mitad de la semana", ocurrida en la primavera (marzo-abril) del 31 d. C., hasta el rechazo de los judíos como pueblo del pacto, en el otoño del 34 d. C. (490 años después de 457 a. C. nos lleva al 34 d. C.; ver com. vers. 25 en cuanto a la manera de hacer cómputo). La "viña" fue entonces arrendada "a otros labradores" (Mat. 21: 41; cf. Isa. 5: 1-7; CS 375, 462). Durante unos 31/2 años las autoridades de Jerusalén toleraron la predicación de los apóstoles, pero finalmente su rencor se tradujo en el apedreamiento de Esteban, el primer mártir cristiano, y la persecución general que se desató entonces contra la iglesia. Hasta ese tiempo los apóstoles y otros misioneros cristianos parecen haber limitado mayormente sus actividades a las proximidades de Jerusalén (ver Hech. 1: 8; 8: 1).

Puesto que las 70 semanas, o 490 años, son parte del período más largo de 2.300 años y puesto que los primeros 490 años de ese período se extienden hasta el otoño del 34 d. C., es posible calcular la fecha de la terminación de los 2.300 años. Sumando a 34 d. C. los 1.810 años restantes de los 2.300 años se llega hasta el otoño de 1844 cuando el santuario debía ser "purificado" (ver com. cap. 8: 14).

Adviértase también que el cumplimiento de las predicciones de la profecía de las 70 semanas era para "sellar la visión" (vers. 24), es decir la visión del período más largo de los 2.300 días (ver com. vers. 21). El cumplimiento preciso de los acontecimientos predichos para la septuagésima semana, que están relacionados con el ministerio y la crucifixión de nuestro Señor, nos da una prueba incontestable de la certeza de los acontecimientos al final de los 2.300 días.

Confirmará el pacto con muchos. La persona de quien se habla aquí es el Mesías de los versículos anteriores. Si se interpreta así el versículo, la profecía de las 70 semanas o 490 años aparece como una unidad coherente y continua. Las declaraciones hechas hallan un cumplimiento exacto en tiempos del Mesías. La confirmación del pacto con muchos puede considerarse como la continuación de la nación judía como pueblo escogido de Dios durante el período citado. 

Por otra parte la "confirmación" puede ser la del pacto eterno (ver com. 11: 28).

A la mitad. Heb. jatsi, palabra que significa "mitad" (Exo. 24: 6; 25: 10, 17; etc.) o "medio" (Exo. 27: 5; 38: 4; etc.); el contexto determina el sentido específico. Varias de las versiones más recientes dicen "medio". Esa traducción se basa en la suposición de que el contexto habla de Antíoco Epífanes, quien durante unos tres años, suprimió los servicios del templo de Jerusalén. Pero Antíoco no calza en la cronología profética. No puede ser el tema de esta predicción. Como ya se ha demostrado, los períodos proféticos alcanzan hasta el tiempo del Mesías y el cumplimiento debe encontrarse en su tiempo.

La mitad de la semana sería la temporada de la pascua del 31 d. C., 3 1/2 años después del bautismo de Cristo en el otoño del 27 d. C. Ver com. Mat. 4: 12 respecto a la prueba de que ésta fue la duración del ministerio público de Cristo. Ver en Problems in Bible Translation, pp. 184- 187, un estudio de las palabras "medio" y "mitad".

Cesar. Los sacrificios hallaron su cumplimiento en el sacrificio voluntario de Cristo, al que habían simbolizado. La ruptura del velo del templo hecha por una mano invisible en el instante de la muerte de Cristo fue el anuncio del cielo de que los sacrificios y las oblaciones habían perdido su significado.

Muchedumbre. Literalmente, "ala". 

Aquí se representa poéticamente al desolador como llevado sobre el ala de las abominaciones. Esto se refiere, a lo menos en parte, a los horrores y las atrocidades que los romanos cometieron contra la nación judía en el año 70 d.C.

Consumación. Es decir, el final de lo que habría de acontecer a la nación judía. Triste fue la suerte de los que rechazaron su esperanza de salvación.

 Desolador. En la RVA y la VM dice "asolado", pero es mejor "desolador". El desolador mismo sería finalmente destruido (ver com. Mat. 23: 38). 4CBA  

PROFECÍAS CUMPLIDAS.

https://hnopio.blogspot.com/2009/11/23-cumplidas.html

Ministerio Hno. Pio


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