Daniel 6. Daniel es elevado al puesto de jefe de los sátrapas y gobernadores y aflora los celos mortales de sus colegas (1-5). Para conspirar contra él, obtienen de parte del rey un decreto de adoración idólatra; que restringía las oraciones. “Es una Ley con Nombre Propio” (6-9). Daniel, acusado de quebrantar el decreto, es echado en el foso de los leones (10-17). Y es liberado milagrosamente, y se castiga a sus acusadores con la misma suerte que idearon para él. Donde son devorados por los Leones (18-24). Dios es magnificado por medio de un decreto. Reconocimiento público de la grandeza del Dios de Daniel. (25-28).
1 PARECIÓ bien a Darío constituir sobre el reino ciento veinte sátrapas, que gobernasen en todo el reino. 2 Y sobre ellos tres gobernadores, de los cuales Daniel era uno, a quienes estos sátrapas diesen cuenta, para que el rey no fuese perjudicado. 3 Pero Daniel mismo era superior a estos sátrapas y gobernadores, porque había en él un espíritu superior; y el rey pensó en ponerlo sobre todo el reino. 4 Entonces los gobernadores y sátrapas buscaban ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado al reino; mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él. 5 Entonces dijeron aquellos hombres: No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios.
6 Entonces estos gobernadores y sátrapas se juntaron delante del rey, y le dijeron así: ¡Rey Darío, para siempre vive! 7 Todos los gobernadores del reino, magistrados, sátrapas, príncipes y capitanes han acordado por consejo que promulgues un edicto real y lo confirmes, que cualquiera que en el espacio de treinta días demande petición de cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones. 8 Ahora, oh rey, confirma el edicto y fírmalo, para que no pueda ser revocado, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada. 9 Firmó, pues, el rey Darío el edicto y la prohibición.
10 Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes. 11 Entonces se juntaron aquellos hombres, y hallaron a Daniel orando y rogando en presencia de su Dios. 12 Fueron luego ante el rey y le hablaron del edicto real: ¿No has confirmado edicto que cualquiera que en el espacio de treinta días pida a cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones? Respondió el rey diciendo: Verdad es, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada. 13 Entonces respondieron y dijeron delante del rey: Daniel, que es de los hijos de los cautivos de Judá, no te respeta a ti, oh rey, ni acata el edicto que confirmaste, sino que tres veces al día hace su petición.
14 Cuando el rey oyó el asunto, le pesó en gran manera, y resolvió librar a Daniel; y hasta la puesta del sol trabajó para librarle. 15 Pero aquellos hombres rodearon al rey y le dijeron: Sepas, oh rey, que es ley de Media y de Persia que ningún edicto u ordenanza que el rey confirme puede ser abrogado. 16 Entonces el rey mandó, y trajeron a Daniel, y le echaron en el foso de los leones. Y el rey dijo a Daniel: El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre. 17 Y fue traída una piedra y puesta sobre la puerta del foso, la cual selló el rey con su anillo y con el anillo de sus príncipes, para que el acuerdo acerca de Daniel no se alterase.
18 Luego el rey se fue a su palacio, y se acostó ayuno; ni instrumentos de música fueron traídos delante de él, y se le fue el sueño. 19 El rey, pues, se levantó muy de mañana, y fue apresuradamente al foso de los leones. 20 Y acercándose al foso llamó a voces a Daniel con voz triste, y le dijo: Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido librar de los leones?
21 Entonces Daniel respondió al rey: Oh rey, vive para siempre. 22 Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo. 23 Entonces se alegró el rey en gran manera a causa de él, y mandó sacar a Daniel del foso; y fue Daniel sacado del foso, y ninguna lesión se halló en él, porque había confiado en su Dios. 24 Y dio orden el rey, y fueron traídos aquellos hombres que habían acusado a Daniel, y fueron echados en el foso de los leones ellos, sus hijos y sus mujeres; y aún no habían llegado al fondo del foso, cuando los leones se apoderaron de ellos y quebraron todos sus huesos.
25 Entonces el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan en toda la tierra: Paz os sea multiplicada. 26 De parte mía es puesta esta ordenanza: Que en todo el dominio de mi reino todos teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel; porque él es el Dios viviente y permanece por todos los siglos, y su reino no será jamás destruido, y su dominio perdurará hasta el fin. 27 El salva y libra, y hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra; él ha librado a Daniel del poder de los leones. 28 Y este Daniel prosperó durante el reinado de Darío y durante el reinado de Ciro el persa. (Daniel 6).
1. Sátrapas. Arameo 'ajashdarpan (ver com. cap. 3: 2). "Los diversos detalles de la administración provincial del Imperio Persa antes de la reorganización hecha por Darío I son todavía un tanto oscuros. Herodoto (iii. 89) afirma que Darío I creó 20 satrapías como principales divisiones del imperio. Cada satrapía estaba dividida en provincias. "Las inscripciones de Darío dan diferentes números de satrapías (21, 23, 29), lo que indica que durante su reinado quizá el rey cambió tanto el número como el tamaño de las satrapías. Algunos historiadores griegos usan el término "sátrapa" para funcionarios inferiores, como aparentemente lo hizo Daniel cuando usó ese término para referirse a los gobernadores provinciales. Compárese con las 127 provincias de Est. 1: 1 en tiempo de Jerjes.
2. Tres gobernadores. Este cuerpo administrativo no se menciona en fuentes que no sean bíblicas. Falta por completo toda prueba documental de la época en cuanto a la organización del imperio persa antes del reinado de Darío I.
Daniel era uno. El anciano profeta muy pronto se distinguió por su servicio concienzudo.
No fuese perjudicado. La razón de la complicada organización de la administración civil de Persia se pinta acá con vivos colores. Ver en Esd. 4: 13-16 las precauciones existentes en el sistema imperial para evitar la pérdida de ingresos fiscales y otros perjuicios.
3. Un espíritu superior. Esta no era la primera vez en la que observadores reales habían notado un "espíritu' excepcional en Daniel. Nabucodonosor había testificado que Daniel poseía "espíritu de los dioses santos" (cap. 4: 8). La reina madre repitió esta expresión en su entrevista con Belsasar durante su última y fatal noche (cap. 5: 11). En esa misma ocasión, ella llamó la atención al "mayor espíritu" que se había observado en Daniel (cap. 5:12). Este espíritu se había manifestado no sólo al resolver "dudas" (cap. 5:12), sino también en su escrupulosa integridad, fidelidad invariable, lealtad al deber e integridad en palabras y hechos, cualidades que rara vez se veían en los funcionarios de ese tiempo. A Darío le bastó conocer brevemente a este anciano estadista, sobreviviente de la edad de oro de la Babilonia imperial, para convencerse de que sería una decisión sabia poner a Daniel como principal administrador del nuevo imperio y consejero de la corona.
4. Acusar a Daniel. Al hacer sus planes de ensalzar a Daniel al más alto cargo civil del gobierno, es indudable que el rey estaba actuando para beneficiar a la corona y al imperio. Sin embargo, no tomó en cuenta los celos que naturalmente surgirían entre los dignatarios medos y persas cuando un judío, anterior ministro de los babilonios, ocupara un cargo que según sus expectativas habría de ser para ellos.
Ocasión alguna o falta. A pesar de su avanzada edad -tenía entonces más de 80 años- Daniel podía desempeñar sus deberes para el Estado de tal manera que no se le podía acusar de ningún error o falta. Este logro se debía a su integridad personal y a la confianza que tenía en la infalible orientación de su padre celestial. Amar y servir a Dios le era más importante que la vida misma. La adhesión estricta a las leyes de la salud desde su juventud indudablemente le dio vigor mucho mayor que el que era común en los hombres de su edad.
5. La ley de su Dios. Un examen cuidadoso de las costumbres de Daniel, una observación minuciosa de su trato con compañeros y subordinados y un repaso cuidadoso de los registros, revelaban que no había irregularidades que dieran motivos a quejas o acusaciones. Sin embargo, los enemigos de Daniel que nunca se lo encontraba rindiendo culto a ninguno de los templos de Babilonia, ni tomaba partes en las ceremonias religiosas paganas. Sin duda habían notado que faltaba a su oficina todos los sábados, el día de descanso semanal prescrito en "La ley de su Dios". Sin duda razonaron que sus horas fijas de oración interferían con el cumplimiento de sus deberes oficiales.
6. Estos gobernantes y sátrapas. No hay necesidad de suponer que todos los gobernantes del imperio se reunieron ante el rey para tratar este asunto. Es indudable que solo se presentaron los que envidiaban el cargo de Daniel. Si se hubieran reunidos todos para esa ocasión, el rey podía haber sospechado, especialmente si Daniel no hubiese estado entre ellos. Los conjurados probablemente calcularon que si sólo unos pocos de ellos iban ante el rey con el pedido, las posibilidades de engañar al monarca eran mayores que si se esperaban a que todos los gobernadores de todos los rincones del imperio pudiesen reunirse para aparecer ante él. Para siempre vive . Ver com. cap. 2: 4.
7. Todos. Sin duda una mentira, porque es dudoso que todos hubieran sido consultados. Cualquiera que. . . demande petición. Un decreto de esta naturaleza hubiera sido completamente extraño para los persas, quienes se ganaron la reputación de ser muy bondadosos en asuntos de tolerancia religiosa. Es inconcebible que un hombre como Ciro hubiera firmado tal decreto. Sin embargo, indudablemente Darío de Media tenía otra formación. Sabemos poco acerca de la manera de pensar de los medos en cuanto a tolerancia religiosa. Ciro, el rey de persa, reconstruyó templos de naciones destruidas por los babilonios, y así demostró su espíritu de tolerancia para con los sentimientos y prácticas religiosas de otros pueblos. Por otra parte, Darío I dice que su percheros, el falso Esmerdis, un mago de Media que reinó durante medio año en 522 a. C., Mostró su intolerancia destruyendo templos. Aunque las generalizaciones están sujetas a error, debemos aceptar la posibilidad de que los medos, o al menos algunos gobernantes, mostraron menos tolerancia religiosas que los persas.
Se ha observado también que la orden de no orar durante un mes a nadie salvo al rey, aunque en esa ocasión iba dirigida en forma específica a Daniel, puede haber sido sugerida por una costumbre nacional religiosa de losa medos en tiempos anteriores, según la cual se le rendían honores divinos al rey.
Heródoto (i. 199) hace notar que Dios es, uno de los primeros reyes conocido de los medos, había hecho que su persona fuese objeto de reverente pavor ante los ojos de sus súbditos, retirándose de la vista de los hombres comunes para convencer a su pueblo de que era diferente de ellos. Es evidente que aun los reyes persas estuvieran ocasionalmente dispuestos a aceptar honores divinos porque el hecho de que en Egipto permitieron que se agregaran atributos divinos a sus nombres. Las inscripciones jeroglíficas se refieren a Cambises como "hijo de Re", el dios sol, y a Darío como "el hijo de dios". Por eso no es necesario recurrir a los emperadores romanos para encontrar los primeros paralelos históricos de la orden de Dan. 6: 7 como algunos críticos lo han pretendido.
Fosos de los leones. La literatura de la época y las obras de arte a menudo presentan a los reyes de la antigüedad, tales como los de Egipto, Asiria, Persia, ocupados en el deporte de la caza de animales salvajes. Generalmente se cazaban leones y también panteras, toros salvajes y elefantes. Los informes hablan de reyes vasallos que enviaban como tributo animales salvajes capturados a sus señores reales de Mesopotamia. Se les guardaban en jardines zoológicos, como símbolos del poder mundial del monarca y para diversión del rey y de sus amigos. Aunque los registros de la época de los persas no dan ejemplos de que se hubieran impuesto la pena capital echando al culpable a las fieras, si se refieren a formas extremadamente bárbaras de aplicar dicha pena por parte de reyes persas que por lo demás eran muy benévolos.
8. Que no pueda ser revocado. Compárese con la inmutabilidad de la ley de los "medos y persas" en Est. 1: 19; 8: 8. Esta característica también es confirmada por los escritores griegos. Por ejemplo, Diodoro de Sicilia (xvii. 30) describe los sentimientos de Darío II hacia la sentencia de muerte que dictó contra Jaridemos. Sostiene que el rey, después de haber pronunciado la pena capital, se arrepintió y se acusó a sí mismo de haber errado, pero era imposible deshacer lo que había hecho por su autoridad real.
De Media y de Persia. Los expositores de la alta crítica a menudo señalaban la presencia de esta expresión en el libro de Daniel, usada en una época cuando los persas en realidad tenían mayor dominio del imperio que los medos, como una prueba de que este libro fue escrito más tarde. Sostenían que tal término sólo se habría usado cuando la gente ya estaba un tanto olvidada de la verdadera situación política. Los documentos de la época descubiertos desde entonces han mostrado que esta declaración de la alta crítica estaba equivocada. Dichos documentos se refieren a los persas como "medos", y a los "medos y persas" de la misma manera como lo hace la Biblia. Los documentos cuneiformes también mencionan a varios reyes persas con el título de "rey de los medos" tanto como con el título acostumbrado de "rey de Persia". Puesto que Darío era "de Media", es natural que cualquier cortesano que se refiriese en su presencia a la ley del país hablase de "la ley de Media y de Persia".
10. Su casa. Quizá la casa de Daniel tenía un techo plano como la mayoría de las casas de Mesopotamia, tanto antiguas como modernas. Generalmente hay en una esquina un departamento que se alza por encima del techo plano, y que tiene ventanas con celosías para la ventilación. Tales piezas eran un lugar ideal para retraerse con propósitos de devoción.
Abiertas las ventanas. Se usa una expresión aramea idéntica en un papiro arameo de Elefantina. El papiro describe una casa que tenía "ventanas abiertas" en la parte baja y arriba (Cowley, N.º 25, línea 6). Otro papiro habla de una casa cuya "única ventana se abre a los dos compartimientos" (Kraeling, N.º 12, línea 21). Las ventanas abiertas de Daniel se abrían hacia Jerusalén, la ciudad de la que había salido siendo muchacho y la cual probablemente nunca volvió a ver. Ver 1 Rey. 8: 33, 35; Sal. 5: 7; 28: 2 con referencia a la costumbre de volverse hacia Jerusalén ah orar.
Se arrodillaba. La Biblia hace notar varias posiciones para orar. Encontramos a siervos de Dios orando mientras están sentados, como David (2 Sam. 7: 18), inclinándose, como Eliezer (Gén. 24: 26) y Elías (1 Rey, 18: 42), y a menudo de pie, como Ana (1 Sam. 1: 26). La actitud más común al orar parece haber sido la de arrodillarse, de la cual tenemos los siguientes ejemplos: Esdras (Esd. 9: 5), Jesús (Luc. 22: 41), Esteban (Hech. 7: 60). Mayores informaciones en PR 33-34; OE 187.
Tres veces al día. Según las tradiciones posteriores judías, la oración elevada tres veces al día debía ofrecerse a la tercera, sexta y novena horas del día (se contaban las horas desde la salida del sol). La tercera hora y la novena correspondían con la hora del sacrificio de la mañana y de la tarde. El salmista siguió la misma práctica (Sal. 55: 17). En tiempos posteriores el orar tres veces al día se convirtió en costumbre fija para todo judío ortodoxo que vivía según los reglamentos rabínicos (Berakoth iv. i). Pareciera que esta costumbre de las tres oraciones diarias hubiera sido también adoptada por la iglesia cristiana primitiva (Didajé 8).
11. Hallaron a Daniel orando. Los conjurados no tuvieron necesidad de esperar mucho tiempo hasta ver que Daniel desacataba la prohibición del rey. Hubiese decreto o no lo hubiese, ese hombre de Dios creía que debía continuar con sus costumbres habituales de oración. Dios era para él la fuente de toda sabiduría y del éxito de su vida. El favor del cielo le era más caro que la vida misma. Su conducta era el resultado natural de su confianza en Dios.
13. De los cautivos. La manera de hacer la acusación revelaba todo el odio y menosprecio que esos hombres sentían por Daniel. No hicieron referencia a la dignidad del cargo que ocupaba, sino que lo describieron meramente como a un extranjero, un judío deportado. Sin duda así esperaban que el rey sospechara que su conducta era un acto de rebelión contra la autoridad real. Lo que en realidad preguntaban era lo siguiente: Un hombre a quien el rey había honrado tanto, y que tenía tantos motivos para mostrar su gratitud para con el rey por medio de una estricta obediencia a los decretos reales, ¿Cómo podía ser tan desvergonzado como para desafiar abiertamente las órdenes del rey? Sus palabras tenían el propósito de que Darío considerara a Daniel como un personaje ingrato, y aun traidor.
14. Librar a Daniel. El monarca vio la celada que se le había tendido. Cuando se le propuso el decreto, los hombres habían recurrido a lisonjas, y el anciano rey había accedido sin darse cuenta del complot que estaba en el fondo del plan de esos hombres, en cuyo buen juicio el rey acostumbraba confiar. Repentinamente se dio cuenta de que el origen del decreto no era como él lo había pensado: para honrar su reinado y a su persona, sino para privarlo de un verdadero amigo y funcionario público digno de confianza. A pesar de sus esfuerzos casi frenéticos, el rey no pudo encontrar una excusa legal por la cual pudiera salvar a Daniel y al mismo tiempo conservar el concepto básico de los medos y pensasen cuanto a la inviolabilidad de la ley.
15. Rodearon al rey. Por segunda vez en aquel día aciago los enemigos de Daniel vinieron ante el rey, esta vez, al atardecer. Durante horas habían esperado que se cumpliera la sentencia, y cuando nada ocurrió, volvieron a entrevistarse con el rey y con descaro pidieron que muriera su víctima. Sabían que tenían derecho de insistir legalmente para que Daniel fuera ejecutado, y que la ley no daba derecho a ninguna escapatoria.
16. Te libre. Adviértase el notable contraste de las palabras del rey con las que pronunciara Nabucodonosor en otra ocasión un tanto similar (cap. 3: 15). Darío puede haber sabido de los milagros que Dios había realizado en días de Nabucodonosor y Belsasar.
17. Fue traída una piedra. No se ha desenterrado todavía ningún antiguo foso de leones, y por lo tanto es imposible reconstruir un cuadro preciso de un lugar tal.
La cual selló. El sellamiento oficial efectuado por el rey y sus príncipes tenía un doble propósito. Le garantizaba al rey de que Daniel no sería muerto por ningún otro medio, en caso de que no fuese lesionado por los leones. Puesto que Darío esperaba que el Dios de Daniel salvaría a su fiel siervo de los leones, naturalmente quería precaverse contra cualquier interferencia de los hombres que se habían propuesto quitar la vida a Daniel. Por otra parte, el sello aseguraba a los enemigos de Daniel que no se podría hacer ninguna tentativa de salvarlo en caso de que no fuese inmediatamente despedazado por las fieras. Los consejeros de Darío pueden haber temido que los amigos de Daniel o el rey intentarían salvarlo del foso en cuanto se hubiese retirado la gente del lugar de la ejecución. Por eso se usó tanto el sello de ellos como el del rey, para asegurar que la piedra no sería tocada durante la noche.
Las tumbas egipcias selladas pueden servir para ilustrar la manera de sellar una abertura. Después que se había cerrado la puerta por última vez, se la cubría de revoque y se la sellaba en toda su superficie húmeda, o se le pasaba un sello en forma de rollo. Tal vez se siguió un procedimiento similar en el caso del sellamiento del foso de los leones. Con toda probabilidad se usaron los cilindros-sellos que eran comunes entre los asirios, babilonios y persas. Cada excavación hecha en Mesopotamia presenta numerosos ejemplos de tales sellos.
18. Instrumentos de música. Arameo dajawah. Su significado no es claro. En la Biblia aparece sólo en este pasaje. El comentador judío medieval Rashi explicó que significaba "mesas". Ibn Ezra, otro erudito judío, interpretó el significado como "instrumentos de música". Su interpretación puede haber influido sobre los traductores de la RVR. Entre las muchas otras interpretaciones que se encuentran en las traducciones y comentarios, todas las cuales son conjeturas, pueden señalarse las siguientes: "alimentos", "músicos", "bailarinas", "perfumes", "entretenedores" y "concubinas". La BJ añade la siguiente aclaración, en nota de pie de página: "Traducción conjetural".
19. Muy de mañana. Arameo shefarpar, "amanecer". El significado de este pasaje se revela claramente en la traducción de Keil: "El rey tan pronto como se levantó, al amanecer, fue apresuradamente con la primera luz".
20. Triste. Arameo 'atsib, "triste", "apenado", "lleno de ansiedad". La voz refleja las emociones, y es difícil ocultar los sentimientos íntimos. El rey había pasado por la terrible prueba de ver que su siervo más fiel era arrojado a los leones. Esa espantosa vivencia fue seguida por una noche larga e insomne. No es pues de extrañarse de que su voz revelara su íntima inquietud, ansiedad y amargo remordimiento.
Siervo del Dios viviente. Las palabras de Darío revelan cierto grado de conocimiento del Dios y de la religión de Daniel. El hecho de que el rey hablara del Dios de Daniel como del "Dios viviente" sugiere que Daniel lo había instruido en la naturaleza y el poder del verdadero Dios.
21. Oh rey, vive para siempre. Ver com. cap. 2: 4 con referencia a este saludo ceremonial.
22. Cerró la boca de los leones. El autor de la epístola a los Hebreos se refiere a esto que le pasó a Daniel y atribuye la liberación del profeta al poder de la fe (Heb. 11: 33).
Fui hallado inocente. Es de suponer que Daniel no había tratado de disculparse antes de ser echado a los leones. Cualquier palabra pronunciada entonces podría haber sido interpretada por sus enemigos como una señal de debilidad o de temor. Sin embargo, después de que Dios había creído conveniente salvarle la vida, Daniel quiso declarar su inocencia.
23. Sacar a Daniel del foso. Los requisitos del decreto real habían sido cumplidos. Ese decreto no exigía la ejecución del transgresor sino sólo que fuera "echado en el foso de los leones" (vers. 7). Por supuesto, no hay duda de que estas palabras implicaban una sentencia de muerte. Daniel había sido echado en el foso de los leones, y no había restricciones constitucionales que le impidieran al rey que sacase a Daniel de dicho foso.
24. Fueron echados. . . ellos. El airado rey actuó en la forma acostumbrada de los déspotas de su tiempo. La historia antigua da muchos ejemplos de tales hechos. Algunos comentadores críticos han tratado de mostrar que esta narración no es histórica, diciendo que el foso en que eran guardados los leones no podría haber sido suficientemente grande para recibir a 122 hombres con sus familias; y además que no podría haber habido suficientes leones en Babilonia para comer a tantas víctimas. Pero la Biblia no dice en ninguna parte que ése fue el número de los condenados a muerte. Esos eruditos críticos han llegado a la conclusión innecesaria de que todos los 120 príncipes y los 2 presidentes de los vers. 1 y 2 estuvieron implicados en este desafortunado suceso. Sería pura especulación decir cuántos tuvieron que ver con este asunto.
Sus hijos. Tanto Herodoto (iii. 119) como Amiano Marcelino (xxiii. 6, 81) atestiguan que condenar a muerte a las esposas y a los hijos junto con los hombres sentenciados estaba de acuerdo con las costumbres persas.
26. De parte mía es puesta esta ordenanza. Después de la maravillosa liberación de los tres amigos de Daniel del horno de fuego, Nabucodonosor había promulgado un edicto para todas las naciones de su reino en el que prohibía, bajo pena de muerte, que se dijera cualquier cosa contra el Dios de los hebreos (cap. 3: 29). En forma similar, como consecuencia de la milagrosa protección de Daniel en el foso de los leones, Darío promulgó un edicto que mandaba a todas las naciones de su reino que temieran y reverenciaran al Dios de Daniel. No necesariamente debemos concluir por esto que el rey mismo abandonó el politeísmo de los medos. Darío reconoció al Dios de Daniel como el Dios viviente, cuyo reino y dominio son eternos, pero no se dice que lo reconoció como el único Dios verdadero. Ver p. 779.
28. Durante el reinado. La repetición de estas palabras no indica una separación entre el reino persa y el medo, sino meramente una distinción de gobernantes, uno medo, el otro, persa. La construcción de la oración permite interpretar que Ciro fue corregente con Darío o su sucesor. (4CBA).
NOTA ADICIONAL DEL CAPÍTULO 6
A continuación presentaremos un resumen y una evaluación de las diversas opiniones que se tienen en cuanto a la identidad de Darío de Media. Antes de que se contara con el testimonio de la arqueología moderna, el libro de Daniel presentaba varios problemas históricos, la mayoría de los cuales han sido resueltos satisfactoriamente (ver p. 775). De los problemas aún sin resolver, el mayor es el que atañe a la persona y cargo de Darío. Sin embargo, la forma notable en que se han confirmado otras declaraciones históricas de la Biblia, justifica la confianza de que este problema también se resolverá.
Los representantes de la alta crítica presentan la explicación sencilla, pero inaceptable, de que las partes históricas del libro de Daniel son legendarias y que Darío es un personaje imaginario inventado por un autor del libro del siglo II a. C. El hecho de que no se pueda encontrar confirmación secular de ciertas declaraciones históricas de la Biblia, no es razón suficiente para dudar de la fidelidad histórica y de la exactitud de las Sagradas Escrituras. Muchas declaraciones bíblicas que antiguamente fueron puestas en duda por algunos eruditos críticos han sido confirmadas y están en completa armonía con los hechos de la historia antigua, según lo revelan los descubrimientos arqueológicos.
DAREMOS A CONTINUACIÓN UN RESUMEN DE LAS DECLARACIONES BÍBLICAS REFERENTES A DARÍO:
1. Darío era de ascendencia meda (cap. 5: 31; 9: 1; 11: 1).
2. Era "hijo de Asuero" (cap. 9: 1).
3. Llegó a "ser rey sobre el reino de los caldeos" (cap. 9: 1). Por lo tanto, "tomó" [o "recibió" (BJ)] el reino" (cap. 5: 31).
4. Tenía 62 años cuando Babilonia fue tomada (cap. 5: 30-31).
5. Sólo se menciona el primer año de su reinado (cap. 9: 1; 11: 1).
6. Constituyó "sobre el reino ciento veinte sátrapas" que estaban a las órdenes de "tres gobernadores" (cap. 6: 1-2).
7. Ciro fue el sucesor de Darío o reinó al mismo tiempo (cap. 6: 28).
De esta información se deduce lo siguiente: después de la caída de Babilonia, el Imperio Babilónico fue gobernado por Darío, quizá durante la primera parte del reinado de Ciro, según el cómputo de Babilonia. Darío, hijo de Asuero (en griego, Jerjes), es llamado de Media en contraste con Ciro, que es llamado persa (cap. 6: 28). Tenía ya 62 años cuando fue conquistada Babilonia, y quizá murió poco después.
Ningún documento extrabíblico -con excepción de los que se basan en Daniel, tales como las obras de Josefo-, menciona a un Darío como gobernante del derrocado Imperio Babilónico antes de Darío I (522-486 a. C.). Futuros hallazgos arqueológicos podrían darnos referencias directas de Darío de Media. Mientras tanto, los intérpretes bíblicos deben tratar de identificar a Darío de Media con alguno de los personajes históricos conocidos por otro nombre durante el tiempo de Ciro. Josefo dice que el Darío del libro de Daniel "tenía otro nombre entre los griegos" (Antigüedades x. 11. 4).
DE LAS VARIAS IDENTIFICACIONES PROPUESTAS, MERECEN SER EXAMINADAS LAS SIGUIENTES: 01. Que Darío De Media Era Astiages, el último gobernante del reino medo antes de que Ciro tomara el imperio. Astiages era hijo de Ciajares (o Ciaxares) I, cuyo nombre, se afirma, puede ser identificado lingüísticamente con el de Asuero del cap. 9: 1, aunque Asuero, en otros casos, representa al nombre de Jerjes (ver com. Est. 1: 1). Puesto que Astiages comenzó a reinar alrededor del año 585 a. C., ya habría sido anciano en ocasión de la caída de Babilonia en 539 a. C., tal como se nos dice que lo era Darío (cap. 5:31). Este hecho hace más factible la posibilidad de esta identificación sugerida.
Hay serias objeciones contra esta identificación. Según las fuentes griegas, Astiages era abuelo de Ciro. Cuando Ciro era joven, Astiages varias veces intentó matarlo. Más tarde, cuando fue rey sobre las tribus persas, Ciro se rebeló contra el monarca y depuso a Astiages en el año 553/552 o en el 550 a. C., y lo puso como gobernador de Hircania al sur del mar Caspio. Ni aun los documentos griegos insinúan que Astiages se asociara con Ciro para la toma de Babilonia en el 539. Además, es dudoso que Astiages, contemporáneo de Nabucodonosor y cuñado del gran rey babilonio, viviese todavía en ese tiempo. Por lo tanto, es poco probable que se los pueda considerar como la misma persona.
02. Que Darío De Media Era Cambises, hijo de Ciro. Cambises es mencionado en varias tablillas cuneiformes con el título de rey de Babilonia, corregente con su padre Ciro, a quien se llama en esas mismas tablillas rey de las tierras. Sin embargo, la corregencia con su padre: es el único factor a favor de la identificación de Cambises con el Darío de Daniel. En todo lo demás, Cambises no coincide con el cuadro presentado por la Biblia. No podría haber tenido 62 años en el año 539 a. C. No era medo, sino persa como su padre. Y no era hijo de Asuero. A causa de las muchas dificultades que surgen, debe rechazarse la identificación de Cambises con Darío.
03. Que Darío De Media Era Gobrias (el punto de vista que ha encontrado más apoyo). Según Jenofonte (Ciropedia vii), Gobrias era un anciano general que tomó Babilonia para Ciro. La Crónica de Nabonido, un importante documento cuneiforme, lo menciona al describir la caída de Babilonia. Dice que "Ugbaru, el gobernador de Gutium, y el ejército de Ciro entraron en Babilonia sin combatir" el día 16 del mes de Tisri.
Después de describir la entrada de Ciro en Babilonia, menciona también a un cierto "Gubaru, su gobernador", quien "instaló [sub] gobernadores en Babilonia". Además, después de narrar cómo los dioses llevados por Nabonido a Babilonia fueron devueltos a sus respectivas ciudades, la tablilla dice que ,en el mes de Arahshamnu, en la noche del día 11, Ugbaru murió". La oración siguiente está mutilada, y los eruditos no han podido ponerse de acuerdo si se refiere a la muerte de Ugbaru o a la de un personaje real. La siguiente oración menciona que hubo un duelo oficial en todo el país durante una semana.
Varios eruditos han pensado que Ugbaru y Gubaru son sólo diferentes grafías del mismo nombre y que representan al Gobrias de los documentos griegos. Sin embargo, Ugbaru murió en el mes de Arahshamnu -ya sea en el año de la caída de Babilonia o en el siguiente-, mientras que hubo otro Gubaru, que vivió por muchos años como gobernador de las satrapías de Babilonia y de Siria y de territorios adyacentes, y que más tarde fue suegro de Darío I, el Grande, como lo prueban documentos de la época. De acuerdo con este punto de vista, Ugbaru y Gubaru de la Crónica de Nabonido deben ser dos personas diferentes. Ugbaru, habiendo tomado la ciudad de Babilonia, murió después. Gubaru continuó viviendo como gobernador de Babilonia.
Los que identifican a Darío de Media con Gobrias e igualan a Ugbaru con Gubaru señalan que Gobrias es presentado como el que tomó a Babilonia y que virtualmente llegó a ser su gobernante. Por lo tanto, se le podría haber llamado "rey" aunque los registros de entonces sólo lo llaman gobernador. El hecho de que, según la Crónica de Nabonido, aparece como nombrando gobernadores sobre Babilonia, parece corroborar lo que dice Dan. 6: 1-2, donde esa tarea se atribuye a Darío de Media. Se ha explicado también que el nombre Gubaru es de origen medo. Además su cargo anterior como gobernador de Gutium, una provincia fronteriza de Media, parecería admitir la posibilidad de que fuera medo.
Aunque Esta Identificación De Darío Con UGBARU (Gobrias) es más aceptable que las dos mencionadas anteriormente, hay también objeciones contra este punto de vista. Gobrias es llamado gobernador, no un rey. Siendo que vivió muchos años después de la caída de Babilonia, debe haber tenido mucho menos de 62 años en 539 a. C.
Una alternativa a la teoría de Gobrias, basada en una reinterpretación de la Crónica de Nabonido, propone que Darío de Media no fue Gubaru -el ulterior gobernador según las tabletas que se refieren al convenio sino el Ugbaru de la Crónica de Nabonido, el gobernador de Gutium que tomó Babilonia para Ciro y que murió en el mes de Arahshamnu no tres semanas después sino un año y tres semanas más tarde. Esto daría tiempo para que ocurriera lo descrito en el cap. 6, durante su gobierno "sobre el reino de los caldeos" (cap. 9:1). Aplicado a Ugbaru, el término "rey" sería sólo un tratamiento de cortesía; Ciro, ya el amo de Persia, Media y Lidia antes de conquistar Babilonia, era de facto el gobernante de todo el imperio.
04. Que Darío De Media Era Ciajares II, El Hijo De Astiages. Compárense las declaraciones que aparecen en PR 384, 407-409 acerca de Ciro como sobrino y general de Darío con lo que dice Jenofonte, que (1) Ciro, nieto de Astiages por su madre Mandana, había conocido a su tío Ciajares durante los años que Ciro pasó en la corte de su abuelo medo (Ciropedia i. 3. 1; 4. 1, 6- 9, 20-22; 5. 2);
(2) que Ciajares sucedió a su padre en el trono como rey de Media, después de la muerte de éste (i. 5. 2); (3) que cuando Ciro hubo conquistado Babilonia, visitó a su tío llevándole obsequios y le ofreció un palacio en Babilonia; que Ciajares aceptó los regalos, y dio su hija a Ciro y también el reino (viii. 5. 17-20).
Aunque no se pueden aceptar los detalles del relato tal como los presenta Jenofonte, es posible que el escritor griego conservara correctamente la tradición de que Ciajares fue el último gobernante medo, y que era suegro de Ciro además de ser íntimo amigo del gran persa. Si estos puntos pueden aceptarse como hechos históricos, se puede creer que Ciro, al rebelarse contra Astiages, permitió que Ciajares II reinara como rey nominal para complacer a los medos. Al mismo tiempo todos sabían en el reino que el verdadero soberano era Ciro, y que Ciajares II sólo era una figura decorativa. En tal caso, Darío de Media puede ser identificado con Ciajares II, quien tal vez había ido a Babilonia aceptando la invitación de Ciro para figurar como rey.
Siempre que Jenofonte sea exacto, se puede demostrar que Ciajares II tenía ya una edad avanzada cuando cayó Babilonia, en base a lo siguiente: Ciajares II era suegro de Ciro. Ciro mismo tendría con toda probabilidad por lo menos 40 años entonces, lo que es evidente porque su hijo Cambises tenía suficiente madurez como para representarlo oficialmente durante las actividades del día de año nuevo. Por lo tanto, Ciajares II podría haber tenido 62 años cuando cayó Babilonia; edad que Daniel asignó a Darío de Media. Su edad relativamente avanzada -en un tiempo cuando la mayoría de la gente moría joven- podría haber determinado que no sobreviviera por mucho tiempo a la caída de Babilonia. Esto explicaría por qué Daniel menciona únicamente el primer año de su reinado. Jenofonte no nos informa nada más acerca de Ciajares poco después de la conquista de Babilonia.
La declaración hecha por Daniel de que Darío era "hijo" de Asuero quizá debiera entenderse como que era "nieto" de Asuero. Hay abundantes pruebas de que la palabra hebrea que significa "hijo" puede también traducirse por "nieto", o aun un descendiente más remoto (ver com. 2 Rey. 8: 26). La forma castellana Asuero viene del hebreo ´Ajashwerosh, que podría ser una traducción de Uvaxshtrah, la antigua grafía persa de Ciajares I, pero no de Astiages.
Si después de su llegada a Babilonia, Darío se convirtió en amigo especial de Daniel, es comprensible que el profeta fechara las visiones recibidas durante ese corto reinado en relación con los años de Darío (cap. 9: 1; 11: 1), y no con los años de Ciro. Sin embargo, después del año atribuido a Darío, Daniel fechó los acontecimientos en relación con los años del reinado de Ciro (cap. 1: 21; 10: 1).
Las pruebas de la época que podrían aclarar esta reconstrucción de la historia de Ciajares II son ambiguas y escasas. Hay una posible referencia a Ciajares en la Crónica de Nabonido. Puesto que es cierto que Gubaru vivió muchos años después de la toma de Babilonia, mientras que Ugbaru murió poco después, y puesto que durante el mismo mes hubo duelo oficial por la muerte de algún alto personaje, podría verse a Ciajares II en el Ugbaru de la Crónica de Nabonido. O el nombre de Ciajares puede haber estado en la línea mutilada que habla de la muerte de un personaje distinguido, motivo de duelo nacional. Sin embargo, parece haber un error en la primera mención de Ugbaru en la Crónica de Nabonido. O el nombre de Ugbaru es el error de un escriba que lo confundió con Gubaru, o el título "gobernador de Gutium" fue transferido por equivocación de Gubaru a Ugbaru por el autor de la tablilla.
Podría encontrarse otra prueba de esa época en la doble mención de un Ciajares en la gran inscripción de Darío I en Behistún (acerca de esta inscripción, ver t. I, pp. 106, 117). Entre los varios pretendientes al trono contra los cuales luchó Darío I, había dos que decían ser de la familia de Ciajares. El Ciajares en cuestión podría haber sido Ciajares I, padre de Astiages, o tal vez Ciajares II, suegro de Ciro y último rey nominal de Media.
Este resumen demuestra que hay aún muchos factores oscuros para resolver el problema de la identificación de Darío el Medo mediante documentos históricos y arqueológicos. Sin embargo, considerando todas las posibilidades, este Comentario se inclina por el cuarto punto de vista. (4CBA) Ministerio Hno. Pio
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