Mateo 28:16-20. La Gran Comisión. Vers. (16-18) Cristo aparece a sus discípulos, (19-20) y los envía a enseñar a todas las naciones y a bautizar.
16 Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. 17 Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban. 18 Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.
19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. (Mateo 28).
16. Pero. [Aparición en una montaña de Galilea y la gran comisión, Mat. 28:16-20 = Mar. 16:15-18. Comentario principal: Mateo.] Con referencia a esta aparición, ver la Nota Adicional al final del capítulo.
Al monte. No se especifica el lugar. Quizá algún sitio ya estrechamente relacionado en la mente de los discípulos con el ministerio de Jesús, tal como el lugar donde Jesús presentó el Sermón del Monte (ver com. cap. 5: 1) o donde ocurrió la transfiguración (ver com. cap. 17: 1). En esta ocasión se reunieron unos 500 creyentes (1 Cor. 15: 6; cf. DTG 757).
17. Cuando le vieron. Se habían reunido para aguardar la llegada de Jesús. Repentinamente, apareció el Salvador entre ellos. Así también había sido las otras veces cuando se les presentó después de la resurrección.
Le adoraron. En reconocimiento de su divinidad y mesianismo. Antes de la crucifixión y de la resurrección, aun los doce, le adoraron pocas veces (Mat. 14: 33).
Dudaban. Ver com. cap. 14: 31. Esto no se refiere a los once, que estaban convencidos, sino a otros de entre los 500 creyentes reunidos en la ladera del monte, muchos de los cuales nunca antes habían visto a Jesús (DTG 758).
18. Potestad. Gr. exousía "autoridad" (ver com. Mat. 10:1; Mar. 2:10.)
En el transcurso de su ministerio terrenal, Jesús había ejercido autoridad (exousía; Mat. 7: 29; 21: 23). Sin embargo, había limitado voluntariamente esa autoridad. Ahora Jesús poseía una vez más toda la autoridad que había tenido antes de venir a esta tierra para revestirse de las limitaciones de la humanidad (Fil. 2: 6-8).
El sacrificio en favor del hombre se había completado. Jesús ya había comenzado su obra de 545 mediación en el santuario celestial. Ver la Nota Adicional de Juan 1; DTG 7 58.
19. Por tanto, id. Los vers. 19 y 20 son la carta magna de la iglesia cristiana. En la orden, "id", Cristo incluyó a todos los creyentes hasta el mismo fin del mundo (DTG 761; cf. 758). Como discípulos, los once habían aprendido en la escuela de Cristo; ahora como apóstoles, fueron enviados a enseñar a otros (ver com. Mar. 3: 14).
Con referencia a la responsabilidad que tienen los que creen en Cristo de compartir su fe, ver com. Mat. 5: 13-16; Luc. 24: 48. Las palabras "por tanto" relacionan el mandato de ir y hacer discípulos con la "potestad" del vers. 18.
Haced discípulos. Debían hacer discípulos entre judíos y gentiles, en todas las naciones (cf. Rom.1: 16; 2: 10). Comparar esto con la gran promesa de que el Evangelio del reino será predicado en todo el mundo "para testimonio a todas las naciones" (ver com. Mat. 24: 14). Esta comisión puede ser considerada como la razón básica del trabajo misionero de la iglesia. El cristianismo fue la primera religión que asumió un carácter verdaderamente internacional. En buena medida, las religiones paganas carecían de celo misionero y de actividad. Eran básicamente de carácter nacional, y no se proponían convertir a gente de otras nacionalidades. La comisión evangélica elimina las fronteras nacionales, y los habitantes de todas las naciones se convierten en miembros de una gran hermandad en la cual "no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos" somos "uno en Cristo Jesús" (Gál. 3: 28; cf. Col. 3:11). El cristianismo destruye todas las barreras de raza, de nacionalidad, de sociedad, de nivel económico y de costumbres sociales.
Bautizándolos. Ver com. Mat. 3:6; Mar. 16:16.
En el nombre. Esto puede significar hacerlos miembros de la familia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, o sobre la base de la autoridad delegada por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Padre. Con referencia a la importancia de este título, ver com. cap. 6: 9.
Hijo. En cuanto a la importancia del título "Hijo" aplicado a Jesús, ver com. Mar. 2:10; Luc. 1:35; acerca de Jesús como Hijo del hombre, ver com. Mat.1:1; Mar. 2:10.
Espíritu Santo. Ver com. cap.1: 18. Con referencia a la misión y obra del Espíritu Santo, ver Juan 14:16-18; 16:7-14. La naturaleza del Espíritu Santo es un misterio divino, sobre el cual la Inspiración no ha visto conveniente hablar. La especulación acerca de este tema es inútil.
20. Enseñándoles. La aceptación del Evangelio de Jesucristo implica acción de la mente. Sólo el que sabe bien lo que cree puede ser cristiano en el sentido más cabal. Quienes conciben que la conversión y la salvación sólo atañen al sencillo asentimiento de fe en Jesucristo como Salvador - por más importante que pueda ser ese aspecto de la vida cristiana- omiten una parte importantísima de la comisión evangélica. Es tan importante enseñar a las personas que observen lo que Cristo ha mandado, como lo es bautizar.
En verdad, el tener fe en Cristo exige un crecimiento constante en "el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo" (2 Ped. 3:18). Si no se ejercitan las facultades mentales para comprender la voluntad revelada de Dios, no puede haber verdadero cristianismo, ni verdadero crecimiento. Por ello, la instrucción es de vital importancia, tanto antes como después del bautismo. Si no hay una instrucción adecuada en las grandes verdades fundamentales del Evangelio, no puede haber verdadera vida religiosa. Sin embargo, es el maravilloso amor de Cristo el que subyuga los corazones. Si no existe un genuino amor por Cristo, las doctrinas y las formas de la religión pierden su significado y valor.
Todas las cosas. Nada debe omitirse. Al hombre no le corresponde afirmar que algunas de las enseñanzas de Cristo son ahora obsoletas.
Os he mandado. Las tradiciones humanas y las exigencias de los hombres no tienen valor ante Dios.
Cualquier enseñanza que no tenga la autoridad de Cristo, no tiene lugar en la iglesia cristiana. Con referencia a la importantísima distinción que Jesús trazó entre la "tradición de los hombres" y el "mandamiento de Dios", ver com. Mar. 7:7-8, 13.
Estoy con vosotros todos los días. A primera vista, parecería extraño que Jesús hiciera este anuncio cuando estaba a punto de ascender al cielo y de separarse, corporalmente, de sus discípulos hasta el día de su regreso en poder y gloria. Sin embargo, en virtud del don del Espíritu Santo, Jesús estaría más cerca de los creyentes en todas partes de la tierra de lo que le hubiera sido posible estar si hubiera 546 permanecido físicamente presente (Juan 16: 7).
Las Escrituras hacen que sea una realidad la presencia de Cristo para cada humilde creyente. Por medio del don y la conducción del Espíritu Santo, cada discípulo del Maestro puede disfrutar de la comunión con Cristo, así como fue el caso de los discípulos de antaño.
El fin del mundo. "El fin del siglo" (ver com. cap. 13: 39; 24: 3). Desde "la fundación del mundo" (cap. 25: 34) Jesús se ha ocupado activamente de la salvación de los suyos y lo seguirá haciendo hasta el mismo fin.
Amén. Ver com. cap. 5: 18. La evidencia textual favorece (cf. p. 147) la omisión de este amén. (No está en la BJ.) Quizá fue introducido posteriormente por el uso litúrgico que se dio a este pasaje. (5CBA).
COMENTARIOS DE EGW
16-20. DTG 757-768. "ID, DOCTRINAD A TODAS LAS NACIONES"
(Basado en San Mateo 28:16-20).
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/dtg-capitulo-86-id-doctrinad-todas-las.html
Ministerio Hno. Pio
No hay comentarios:
Publicar un comentario