Mateo 28:1-15. Vers. (1-8) Un ángel declara a las mujeres la resurrección de Cristo. (9-10) El mismo se les aparece. (11-15) Los sacerdotes dan dinero a los soldados para que digan que Cristo fue robado del sepulcro.
1 PASADO el día de reposo,1 al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro. 2 Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella. 3 Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. 4 Y de miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos.
5 Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. 6 No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. 7 E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos, y he aquí va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho. 8 Entonces ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos. Y mientras iban a dar las nuevas a los discípulos,
9 he aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron. 10 Entonces Jesús les dijo: No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán.
11 Mientras ellas iban, he aquí unos de la guardia fueron a la ciudad, y dieron aviso a los principales sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido. 12 Y reunidos con los ancianos, y habido consejo, dieron mucho dinero a los soldados, 13 diciendo: Decid vosotros: Sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron, estando nosotros dormidos. 14 Y si esto lo oyere el gobernador, nosotros le persuadiremos, y os pondremos a salvo. 15 Y ellos, tomando el dinero, hicieron como se les había instruido. Este dicho se ha divulgado entre los judíos hasta el día de hoy. (Mateo 20).
1. Pasado el día de reposo. [La resurrección, Mal. 28: 1-15 = Mar. 16: 1-11 = Luc. 24: 1-12 = Juan 20: 1-18. Comentario principal: Mateo y Juan]. En el griego esta frase dice opsé dé sabbáton, y la traducción moderna corresponde con el texto de la RVR y de la BJ, "después del sábado".
Sin embargo, la Vulgata traduce "el sábado a la tarde" y la RVA dice "víspera de sábado". En este caso, "víspera" es un arcaísmo que corresponde con "atardecer". La versión de Scío de San Miguel (1 793) dice: "Mas en la tarde del sábado, al amanecer el primer día de la semana". Esta traducción ha hecho pensar a algunos que las mujeres visitaron la tumba el sábado antes de la puesta del sol. En un breve comentario, presentamos las razones con las cuales se refuta esta posición.
La palabra opsé sólo aparece en el NT cuatro veces: aquí y en Mar. 11: 19; 13:35 y en algunas versiones de Mar. 11: 11. En Mar. 11: 19 se traduce toda la frase como "al llegar la noche"; en Mar. 13: 35 se traduce "al anochecer", y el contexto indica que se trata de la primera vigilia de la noche, desde la puesta del sol hasta eso de las 9 de la noche. En Mar. 11: 11 puede traducirse como "siendo ya tarde". La palabra opsé suele confundirse con opsía, "atardecer", "anochecer" (Mat. 27: 57; Mar. 15: 42; Juan 6:16, cf. DTG 340, 342; Juan 20:19, cf. DTG 741-743). En Mat. 26:20 y Mar. 14:17 se usa para referirse a la cena pascual que debía comerse durante las primeras horas del 15 de Nisán después de la puesta del sol que dio fin al 14 de Nisán (ver la primera Nota Adicional del cap. 26).
Según los diccionarios modernos, la palabra opsé, en el griego bíblico y koiné, no sólo significa "tarde" o "la última parte del día", sino también "después de", traducción que han adoptado tanto la RVR como la BJ.
Comentando acerca de opsé dé sabbátÇn, E. J. Goodspeed llega a la conclusión de que "el claro sentido del pasaje es: 'Después del día de reposo ["sábado" en este caso], al estar despuntando el primer día de la semana" (Probleim of the New Testament Translation, p. 45). Así también J. H. Moulton da a opsé el significado de "después" en Mat. 28:1 (A Grammar of the New Testament Greek, T11, p. 72). "Después del sábado, cuando iba anocheciendo el primer día de la semana" es la forma en que la VM traduce el aspecto temporal de este pasaje. En forma unánime, las versiones de la Biblia en nuestro idioma dicen "pasado el sábado" o una expresión equivalente. Goodspeed (op. cit., p. 43) cita a escritores griegos de los siglos II y III que usan opsé en el sentido de "después".
Los pasajes paralelos dejan en claro que aquí Mateo habla de lo que ocurrió después de pasado el sábado. Según Mar. 16:1-2 "cuando pasó el día de reposo", las mujeres compraron especias. Sin duda, esto ocurrió el sábado de noche después de puesto el sol, y posteriormente las mujeres fueron al sepulcro "muy de mañana, el primer día de la semana... ya salido el sol". No hay por qué pensar que lo que se relata en Mat. 28: 1 sea diferente a lo narrado por Marcos. Por otra parte, cabe señalar que los reglamentos judíos sobre la observancia del sábado (ver com. Exo. 16: 29) prohibían que las mujeres fueran a la tumba desde una distancia de más de 1 km. María Magdalena vivía en Betania, a unos 3 km de Jerusalén (ver com. Mat. 21: 1). Si acaso pasó el sábado en Betania (Luc. 23: 56), no habría ido a la tumba hasta después de haber concluido el sábado.
Si se insiste, como en el pasado lo hicieron algunos, en que la visita de las mujeres a la tumba (Mat. 28: 1) ocurrió a última hora del sábado por la tarde, la narración de los vers. 2-15 ya no tendría relación con el tiempo que se señala en el vers. 1. Sin embargo, los vers. 2-15 parecen relatar lo que ocurrió en el momento señalado por el vers. 1. No hay en el pasaje ningún elemento que indique que en el vers. 1 se habla del sábado de tarde y en los vers. 2-15 del domingo de mañana.
Por otra parte, si, como algunos lo han querido demostrar, la resurrección ocurrió el día sábado por la tarde, surgen otras dificultades. La guardia romana había estado apostada en el sepulcro durante las horas del día sábado (cap. 27: 62-66), y sin embargo, hubo una noche entre el comienzo de su vigilia y el momento de la resurrección (cap. 28: 13). Puesto que tanto el lenguaje como el contexto permiten interpretar este pasaje (cap. 28: l) en armonía con las declaraciones unánimes de los otros evangelistas, no hay razón válida para proponer otra interpretación.
Al amanecer. Gr. epifósko, "aclarar", "amanecer". Este verbo se emplea para referirse al comienzo de un día de doce horas, es decir, a la hora de la salida del sol y también para referirse al comienzo del día de 24 horas, a la puesta del sol. En Luc. 23: 54 se lo traduce como "estaba para comenzar", refiriéndose al comienzo del sábado, a la puesta del sol del día viernes. Sin embargo, hay acuerdo casi unánime entre los expositores en el sentido de que en este pasaje debe interpretarse epifósko en un sentido literal, lo cual queda confirmado por las afirmaciones paralelas de los otros Evangelios. En la latitud de Jerusalén, en época de la pascua, el cielo comenzaba a aclarar como a las 4 de la madrugada, y el sol salía como a las 5: 30. Si María Magdalena se levantó cuando comenzaba a clarear (Juan 20: 1), y caminó desde Betania hasta la tumba, en algún lugar cercano al Calvario, habría llegado allí como a la salida del sol (Mar.16: 1-2; cf. Juan 20: 1).
Primer día de la semana. Gr. mían sabbátÇn, literalmente, "primero de los sábados", pero esta frase no puede entenderse en forma literal. La palabra sábbaton, tanto en su forma singular como en el plural (que se emplea aquí), designa el "sábado", séptimo día de la semana, o también la semana.
En Luc. 18:12; 1 Cor. 16:2; etc. aparecen ejemplos de este segundo uso. Quienes han interpretado que mían sabbáton significa "el primero de los sábados [o de los 'días de reposo']" y que Mateo aquí destaca al domingo de resurrección como la primera ocasión en la cual la santidad del sábado fue transferida al primer día de la semana no han basado su interpretación en una comprensión correcta del griego.
Ningún especialista en griego bíblico ha intentado basar el argumento en favor de la santidad del domingo en esta traducción gramaticalmente incorrecta de Mt. 28:1.
Algunos pocos versados que han hecho tal intento han sido reprendidos por sus correligionarios más eruditos, quienes también guardan el día domingo, pero que niegan categóricamente la posibilidad de que pueda hacerse esta traducción (ver E D. Nichol, Answers to Objections, pp. 236-241).
Vinieron. Cada uno de los cuatro evangelistas presenta su propio relato de los rápidos y dramáticos acontecimientos de la mañana de la resurrección y, a primera vista, cada relato es diferente de los otros (ver la segunda Nota Adicional del cap. 3). Las aparentes diferencias no se deben a discrepancias entre los diversos relatos, sino más bien a la brevedad de las narraciones.
María Magdalena. Ver Nota Adicional de Luc. 7. Las mujeres vieron "dónde lo ponían" (ver com. Mar. 15:47), y sin duda se fijaron bien en la ubicación de la tumba a fin de volver después del sábado para completar la preparación del cuerpo de Jesús. La otra María. Probablemente la madre de Jacobo (Mar. 16: 1) y de José (cap. 15: 47).
A ver el sepulcro. En vista de que en Mar. 16: 1-2 y en Luc. 24: 1 se habla de llevar especias, algunos han pensado que Mateo se refiere aquí a una visita anterior al sepulcro, quizá a última hora del sábado de tarde, sencillamente para ver la tumba. Con referencia a la improbabilidad de tal visita, ver com. Mat. 28:1.
2. Un ángel. Según Luc. 24: 4, hubo dos ángeles, pero Mateo sólo menciona a uno. El hecho de que Mateo v Marcos (cap. 16: 5) mencionen sólo a un ángel no necesita considerarse como una discrepancia entre los relatos evangélicos. Gabriel era el jefe de los ángeles (DTG 725), y es sin duda el que aparece en Mateo y Marcos.
El hecho de que no se mencione al otro ángel no debe tomarse como que se negara su presencia. Con referencia a casos similares en los cuales los evangelistas difieren en cuanto al número de personas presentes en diversos episodios, ver com. Mar. 5:2; 10:46.
4. De miedo. Comparar esto con el caso de Zacarías (ver com. Luc. 1: 12-13) y el de María (ver com. Luc. 1: 29-30) cuando se les apareció el ángel.
Temblaron. Del verbo griego seío, "temblar", correspondiente al sustantivo seismós, "sismo" (ver com. cap. 8:24).
5. El que fue crucificado. Las mujeres no habían venido en busca de un Salvador resucitado.
6. No está aquí. La tumba vacía proclamaba la resurrección de Jesús. Todo lo que las autoridades judías hubieran necesitado hacer para desmentir el relato de la resurrección, habría sido presentar el cuerpo muerto de Jesús. De haber podido hacerlo, ciertamente lo habrían hecho. Por su propia indicación y bajo su propia supervisión (cap. 27: 62-66), habían sellado la tumba; y sin duda algunos de ellos habían sido testigos de ese sellamiento.
Como dijo. Cf. cap. 16: 21; 20: 19.
Venid, ved. Una invitación a verificar los hechos relativos al sepulcro vacío.
7. Decid a sus discípulos. Quizá Dios prefirió hacer de estas piadosas mujeres las mensajeras de las alegres nuevas de la resurrección, en vez de dar la noticia directamente a los discípulos, en recompensa por el permanente ministerio de amor y consagración de ellas en momentos cuando los discípulos realmente habían abandonado a Jesús.
Va. Como lo había predicho Jesús la noche cuando fue traicionado (cap. 26: 32).
Allí le veréis. Esta promesa se cumplió cuando se reunieron unos 500 creyentes, en forma secreta, en un determinado monte de Galilea (1Cor. 15: 6; cf. DTG 757-758). Las ocasiones cuando Jesús se manifestó en Judea fueron muy breves.
8. Fueron corriendo. La distancia desde el sepulcro hasta el lugar donde estaban los discípulos era sin duda corta, quizá menos de 1 km.
Y mientras iban. La evidencia textual favorece (cf. p. 147) la omisión de la última frase del vers. 8, "y mientras iban a dar las nuevas a los discípulos". (Está omitida en la BJ.) Sin embargo, el sentido es completamente lógico dentro del contexto.
9. Jesús les salió al encuentro. Con respecto a las circunstancias en las cuales ocurrió esto, ver la Nota Adicional al final de este capítulo. Es probable que Jesús les salió al encuentro en algún lugar cerca del sepulcro, pues parecía difícil que se hubiera aparecido a las mujeres en la ciudad
¡Salve! Gr. jáirete, saludo común derivado del verbo jáirÇ, "regocijarse". Este saludo aparece también en Mat. 26: 49; 27: 29; Luc. 1: 28; Hech. 15: 23; Sant. 1: 1.
Abrazaron sus pies. Pocos momentos antes Jesús le había prohibido a María Magdalena que lo tocara (ver com. Juan 20: 17). Sin embargo, entre estos dos acontecimientos, Jesús había ascendido al cielo (Juan 20:17; ver Nota Adicional al final del capítulo; cf. DTG 734-735).
Le adoraron. Sin duda, reconociendo su divinidad (ver com. cap. 14: 33).
10. No temáis. Palabras pronunciadas otras veces por visitantes celestiales (Mat. 28: 5; cf. Luc. 1:13,30).
Dad las nuevas a mis hermanos. Cf. Mar. 16: 7.
Que vayan a Galilea. Ver Nota Adicional al final del capítulo.
11. Mientras ellas iban. Es decir, mientras las mujeres estaban en camino para dar el mensaje de Jesús a sus discípulos.
Unos de la guardia. Es decir, de la guardia romana (vers. 4).
12. Con los ancianos. Es probable que fuera ésta una sesión regular del sanedrín (ver com. cap. 26: 3), el mismo concilio que había entregado a Jesús a Pilato.
Habido consejo. Así como lo había predicho Jesús -en forma directa, mediante una parábola- los dirigentes de Israel no estaban convencidos a pesar de que él había resucitado de los muertos (Luc. 16: 27-31).
Antes, cuando Lázaro había resucitado, los dirigentes judíos con más firmeza habían determinado quitar la vida a Jesús (Juan 11: 47-54).
Dieron mucho dinero. Habían sobornado a Judas a fin de que pudieran matar a Jesús. Ahora sobornaron a los soldados romanos para que tergiversaran el relato de su resurrección.
13. Sus discípulos vinieron de noche Si esta acusación hubiera sido verdad, los sacerdotes, quienes la tramaron, probablemente habrían sido los primeros en exigir un severo castigo para los soldados implicados en esta supuesta negligencia. Pero en vez de hacerlo, recompensaron liberalmente a los soldados.
Por otra parte, el hecho de que los discípulos, a pesar de haber recibido repetidas noticias de la resurrección (Mar. 16: 11; Luc. 24: 11; Juan 20: 24-25), siguieran firmes en su incredulidad, elimina toda posibilidad de que ellos hubieran concebido el plan de retirar el cuerpo y anunciar públicamente que Jesús había resucitado. Además, el pánico que se posesionó de ellos en el huerto (Mat. 26:56) y el temor de Pedro de que fuera identificado como discípulo de Jesús durante el juicio (vers. 69-74), sugieren que difícilmente alguno de ellos se habría atrevido a aproximarse a los guardas romanos, aunque hubieran estado dormidos, para quebrar el sello romano, quitar la piedra y llevarse el cuerpo de Jesús.
Estando nosotros dormidos. Entre los romanos, se castigaba con la pena de muerte a los que permitían que escapara un preso. Sabiendo esto, era difícil que los guardas hubieran dormido. Además, es casi inconcebible que todos los soldados se hubieran dormido al mismo tiempo y hubieran quedado dormidos mientras se quitaba la piedra y se sacaba de la tumba el cuerpo de Jesús. Finalmente, si los soldados habían estado dormidos cuando sacaban el cuerpo, difícilmente podrían haber sabido quiénes lo habían sacado. Desde todo punto de vista, el cuento inventado por los dirigentes judíos presenta dificultades insuperables. Está repleto de incongruencias.
14. El gobernador. Ver com. cap. 27: 2. Le persuadiremos. Esto lo hicieron los dirigentes judíos en persona (DTG 727). Quizá reservaban para Pilato un magnífico soborno para dárselo si las circunstancias lo demandaban. Os pondremos a salvo. Literalmente, "os pondremos sin aflicción". "Os evitaremos complicaciones" (BJ). Los judíos prometían proteger a los soldados de la pena de muerte. Los sacerdotes y los ancianos asumieron toda la responsabilidad de esta situación, así como lo habían hecho anteriormente por la muerte de Jesús (cap. 27: 24-25). Evidentemente, no les quedaba otra alternativa, pues ellos mismos habían tramado todo el plan.
15. Este dicho. Durante varios siglos esta tergiversación de lo ocurrido en la tumba vacía apareció en los ataques judíos y paganos contra el cristianismo. Lo mencionan Justino Mártir, a mediados del siglo II y Tertuliano, a comienzos del siglo III.
NOTA ADICIONAL DEL CAPÍTULO 28
Debido a que cada uno de los evangelistas proporciona un relato tan breve de los acontecimientos de la mañana de la resurrección y señala detalles no mencionados por los otros, resulta difícil determinar cuál fue el verdadero orden de los sucesos ocurridos en el sepulcro y sus inmediaciones. Siguiendo en buena medida la cronología de El Deseado de todas las gentes, este Comentario presenta la siguiente cronología sugerente como la forma más plausible de organizar toda la información existente sobre este tema.
1. En las últimas horas de la noche, cuando estaba por despuntar el día domingo, el cuerpo de Jesús permanecía aún en la tumba (DTG 725; ver mapa p. 216).
2. Mientras estaba todavía oscuro, María Magdalena se dirigió a la tumba (Juan 20: 1). Parece que las otras mujeres estaban juntas cuando llegaron al sepulcro (DTG 732). Quizá se habían puesto de acuerdo con María para encontrarse en el sepulcro, aproximadamente al salir el sol (Mar. 16: 2).
3. Mientras estaba todavía oscuro (DTG 725-726), y mientras las mujeres iban todavía camino a la tumba (DTG 732), "un ángel del Señor" descendió del cielo, "removió la piedra" (Mat. 28: 2) y clamó en alta voz: "Hijo de Dios, sal fuera; tu Padre te llama" (DTG 725).
4. Cuando Cristo y los ángeles (ver com. cap. 28: 2) desaparecieron, los soldados romanos, que habían visto al ángel quitar la piedra, lo oyeron llamar al Hijo de Dios, y vieron a Cristo realmente salir de la tumba, abandonaron el sepulcro y se apresuraron a ir a la ciudad para dar la más grande noticia del tiempo y la eternidad (vers. 3-4, 11-15; cf. DTG 725-727).
5. María Magdalena llegó a la tumba, y al encontrar que la piedra había sido quitada (Juan 20:1), se apresuró a referirlo a los discípulos (Juan 20:2; cf. DTG 732).
6. Las otras mujeres, entre ellas María, madre de Jacobo, junto con Salomé y Juana (Mar. 16: 1; Luc. 24: 1, 10), llegaron al sepulcro. Encontraron allí al ángel que había descendido del cielo para llamar a Cristo del sepulcro, sentado en la piedra que había quitado de la entrada de la tumba (Mat. 28: 2; cf. DTG 732). Al verlo, las mujeres se dispusieron a huir, pero se detuvieron al oír el reconfortante mensaje del ángel, quien les dijo lo que se encuentra registrado en Mat. 28: 5-7 (cf. Mar. 16: 6-7; DTG 733).
Entrando en el sepulcro, encontraron a otro ángel sentado en la loza de piedra donde Jesús había estado (Mar. 16: 5; cf. Juan 20: 12). Este ángel les habló las palabras registradas en Luc. 24: 5-7 (cf. DTG 733).
7. Sin demora, las mujeres se fueron del sepulcro para dar el informe a los discípulos, como se lo habían ordenado los ángeles (Mat. 28: 8-9, 11; cf. Mar. 16: 8; Luc. 24: 9-10).
Aparentemente, los acontecimientos descritos hasta este punto se habían sucedido con rapidez, porque mientras las mujeres iban para encontrarse con los discípulos, los guardias romanos llegaron a donde estaban los "principales sacerdotes" para darles su informe (Mat. 28:11).
8. Mientras tanto, María Magdalena había encontrado a Pedro y a Juan y les había informado que había encontrado vacío el sepulcro (Juan 20: 2).
Los dos discípulos corrieron al sepulcro, pero Juan llegó primero (Juan 20: 3-4). Pedro, y luego Juan, entraron en el sepulcro, pero ninguno de ellos vio a los ángeles (Juan 20:5-10; cf. Luc. 24: 12). María los siguió hasta la tumba y permaneció allí después que Pedro y Juan se habían ido (Juan 20: 11-13; cf. DTG 733).
9. María se inclinó para mirar dentro del sepulcro y vio a los dos ángeles sentados en la piedra donde había estado el cuerpo de Cristo (Juan 20:11-13; cf. DTG 733).
10. Al erguirse, María oyó la voz de Jesús, quien le hizo la misma pregunta que anteriormente habían hecho los ángeles, pero no percibió que era Jesús quien le hablaba (Juan 20:14-15). Entonces Jesús se reveló a ella, que resultó ser la primera persona -sin contar los soldados romanos (DTG 734)- que lo veía después de haber resucitado (Mar. 16:9). Se efectuó la conversación registrada en Juan 20:15-17, y María se apresuró a informar a los discípulos que había visto al Señor (Juan 20:18).
11. Después que se fue María, Jesús ascendió por un tiempo muy breve al cielo para recibir personalmente la seguridad de que su sacrificio era aceptable, y que el Padre había ratificado (aceptado o aprobado) el pacto que él mismo había hecho con Cristo antes de que el mundo existiera (Juan 20:17; cf. DTG 734).
12. Después de ascender al Padre, Jesús se apareció a las otras mujeres (DTG 735), saludándolas con un "¡Salve!" (Mat. 28: 9-10; DTG 735). Esto ocurrió mientras las mujeres iban para informar de esos hechos a los discípulos (vers. 9), por lo tanto los acontecimientos deben haber ocurrido en rápida sucesión. Pareciera que ésta fue la última vez cuando Jesús se dejó ver en la mañana de la resurrección, siempre que la aparición a Pedro (Luc. 24: 34; 1 Cor. 15: 5) hubiera ocurrido poco después de la de las mujeres.
Debiera notarse que, después de la resurrección, Jesús solamente se les apareció a sus seguidores más allegados (ver Material Suplementario de EGW de 1Cor. 15: 6).
Las Apariciones Posteriores Que Tuvieron Lugar En El Día De La Resurrección Fueron Las Siguientes:
1. A Pedro (Luc. 24: 34; 1 Cor. 15: 5), antes de lo ocurrido en el camino a Emaús.
2. A los dos discípulos, uno de los cuales se llamaba Cleofas (Luc. 24:13-32; Mar. 16:12).
3. A los diez discípulos que estaban en el aposento alto, después del regreso de los dos discípulos desde Emaús (Mar. 16: 14; Luc. 24: 33-48; Juan 20: 19-23; 1 Cor. 15: 5). Tomás estaba ausente Juan 20: 24-25).
Otras apariciones entre el día de la resurrección y el de la ascensión fueron las siguientes:
1. A los once, estando Tomás presente, en el aposento alto, una semana más tarde, probablemente el domingo siguiente (Juan 20: 26-29).
2. Poco después del fin de la semana de pascua (DTG 749; ver la primera Nota Adicional del cap. 26), los discípulos se fueron a Galilea para encontrarse con Jesús como él lo había indicado (Mat. 28: 7; Mar. 16: 7). Las fechas de estas ocasiones cuando Jesús se manifestó en Galilea deben haber caído (con aproximación de uno o dos días) entre el 28 de Nisán y el 21 del mes siguiente, es decir, de Iyyar.
Estos límites los impone el tiempo que se necesita para viajar ida y vuelta de Jerusalén a Galilea. Los discípulos estuvieron de vuelta en Jerusalén a tiempo para la ascensión, que se estima que ocurrió el 25 de Iyyar. Por esto puede entenderse que los discípulos permanecieron en Galilea unas tres semanas, y durante ellas se registra que Jesús estuvo con ellos dos veces.
La primera fue cuando se apareció a siete de los discípulos mientras pescaban en el mar de Galilea (Juan 21: 1-23). Ver el diagrama 10, p. 223.
3. Jesús apareció ante unas 500 personas en un monte de Galilea, en fecha y lugar indicados por él antes de su muerte (Mat. 28:16; Mar. 16:7; 1 Cor. 15:16; DTG 757). En esta ocasión, Jesús pronunció las palabras registradas en Mat. 28:17-20 (DTG 758). Fue entonces cuando se convirtieron los hermanos de Jesús (ver Material Suplementario de EGW de Hech. 1: 14).
4. Jesús se le apareció a Jacobo, pero no se revela si esto ocurrió en Galilea o en Jerusalén (1 Cor. 15: 7).
5. Jesús estuvo con los once en Jerusalén el día jueves, 25 de Iyyar, cuando los llevó al monte de los Olivos, cerca de Betania, y desde allí ascendió al cielo (Mar. 16: 19-20; Luc 24: 50-52; Hech. 1: 4-12). Es probable que ésta sea la reunión con los apóstoles a la cual se refiere 1 Cor. 15 :7.
Las repetidas ocasiones en las cuales Jesús se presentó a sus seguidores después de la resurrección tenían por objeto convencer a sus discípulos y a otros que la resurrección había sido real, permitirles que conocieran a su Maestro ya en su cuerpo glorificado, y dar la oportunidad a Jesús a fin de que los preparara para la tarea de proclamar las buenas nuevas de salvación al mundo (DTG 769). Los esfuerzos realizados para impedir la resurrección y para hacer circular falsos informes referentes a él (Mat. 27: 62-66) sólo sirvieron para que hubiera una mayor confirmación de que fue un hecho histórico.
Fue la seguridad de que Cristo había resucitado y de que estaba vivo lo que infundió convicción al mensaje de los apóstoles cuando 548 salieron para proclamar las buenas nuevas de la salvación.
De esta seguridad hablaron vez tras vez, con palabras plenas de poder e inspiradas por el Espíritu Santo (Hech. 3: 12-21; 4: 8-13, 20; 5: 29-32; 1 Cor. 15: 1-23; 1 Tes. 1: 10, 17; 1 Juan 1: 13). El hecho dinámico de la religión cristiana es que su fundador vive "por los siglos de los siglos" y tiene "las llaves de la muerte y de Hades" (Apoc. 1: 18).
Las repetidas ocasiones cuando Jesús se mostró después de su resurrección dan testimonio de esta verdad trascendental. La Inspiración ha atestiguado de tal modo este extraordinario acontecimiento, que todos los que estén dispuestos a examinar las evidencias pueden quedar realmente convencidos. (5CBA).
COMENTARIOS DE EGW
"EL SEÑOR HA RESUCITADO" (Basado en San Mateo 28:2-4; 11-15).
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/dtg-capitulo-81-el-senor-ha-resucitado.html
"¿POR QUÉ LLORAS?" (Basado en Mateo 28:1, 5-8; Marcos 16:1-8; Lucas 24:1-12; Juan 20:1-18).
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/dtg-capitulo-82-por-que-lloras.html
Ministerio Hno. Pio
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