Mateo 15:21-39. Ministerio En Las Regiones Vecinas A Galilea. (21-29) Cura a la hija de la mujer cananea (30-31) y a muchos otros enfermos. (32-39) Con siete panes y unos pececillos alimenta a cuatro mil personas, sin contar las mujeres y los niños.
21 Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón. 22 Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. 23 Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros. 24 El respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
25 Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme! 26 Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. 27 Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. 28 Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora.
29 Pasó Jesús de allí y vino junto al mar de Galilea; y subiendo al monte, se sentó allí. 30 Y se le acercó mucha gente que traía consigo a cojos, ciegos, mudos, mancos, y otros muchos enfermos; y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó; 31 de manera que la multitud se maravillaba, viendo a los mudos hablar, a los mancos sanados, a los cojos andar, y a los ciegos ver; y glorificaban al Dios de Israel.
32 Y Jesús, llamando a sus discípulos, dijo: Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos en ayunas no quiero, no sea que desmayen en el camino. 33 Entonces sus discípulos le dijeron: ¿De dónde tenemos nosotros tantos panes en el desierto, para saciar a una multitud tan grande? 34 Jesús les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete, y unos pocos pececillos. 35 Y mandó a la multitud que se recostase en tierra. 36 Y tomando los siete panes y los peces, dio gracias, los partió y dio a sus discípulos, y los discípulos a la multitud. 37 Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, siete canastas llenas. 38 Y eran los que habían comido, cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños. 39 Entonces, despedida la gente, entró en la barca, y vino a la región de Magdala. (Mateo 15).
21. Saliendo Jesús de allí. [La fe de la mujer cananea, Mat. 15:21-28 = Mar. 7:24-30. El episodio que se relata aquí pudo haber ocurrido, según la cronología que adopta este Comentario, hacia fines de la primavera del año 30 d. C., quizá en el mes de mayo. Con la alimentación de los cinco mil y el sermón acerca del pan de vida en la sinagoga de Capernaúm (ver com. Juan 6: 1, 25), el ministerio en Galilea llegó a su culminación. Así como había ocurrido en Judea quizá un año antes, el sentimiento popular se volvió contra Jesús (DTG 358), y la mayoría de los que se habían considerado como seguidores del Maestro, lo rechazaron (ver com. Juan 6: 60-66). La alimentación de los cinco mil había acaecido poco antes de la pascua (Juan 6: 4), fiesta a la cual Jesús no asistió (ver com. Juan 7: 1).
Lo que había ocurrido durante el tercer viaje por Galilea había alarmado grandemente a los dirigentes judíos (ver DTG 360; com. Mar. 6: 14). Después de la pascua, una delegación venida de Jerusalén había encarado a Jesús con la acusación de que estaba debilitando los requisitos religiosos (Mar. 7: 1-23). Pero el Señor los silenció revelando la hipocresía de sus corazones y ellos se alejaron enojados y disgustados (DTG 363).
Por su actitud y sus amenazas habían dejado en claro que la vida de Jesús corría peligro (DTG 363, 367). Por esto, en armonía con el consejo que había dado anteriormente a los discípulos, se alejó de Galilea por un tiempo (ver com. Mat. 10:14, 23), así como se había ido de Judea el año anterior, cuando había sido rechazado por los dirigentes judíos (ver com. cap. 4: 12).
La retirada de Jesús de Galilea hacia el norte inició un nuevo período en su ministerio, y terminó el que había llevado a cabo en Galilea, al cual, según la cronología adoptada en este Comentario, había dedicado alrededor de un año, desde aproximadamente la pascua del año 29 d. C. hasta la del año 30 d. C. Por este tiempo ya no quedaba más que un año hasta su muerte.
Si bien lo que movió a Jesús a retirarse a la región de Fenicia parece haber sido, en primera instancia, la contienda con los fariseos venidos de Jerusalén, Cristo tenía otros propósitos al hacer el viaje. No sólo tenía razones por las cuales quería irse de Galilea, sino que también tenía otras para querer ir a Fenicia. Puesto que había sido rechazado por los judíos tanto en Judea como en Galilea, Jesús procuró hallar la oportunidad de instruir a sus discípulos en la manera de trabajar por los que no eran judíos. Los paganos necesitaban recibir el Evangelio, y Jesús comenzó a presentar una serie de lecciones para que los discípulos percibieran las necesidades de los paganos y comprendieran que también ellos eran candidatos en potencia para el reino de los cielos. El viaje a Fenicia le proporcionó una excelente oportunidad para presentar esta instrucción (DTG 366). Sólo se registra un milagro realizado durante su visita a Fenicia. Este viaje claramente no fue un viaje misionero como lo habían sido sus tres viajes por Galilea, porque Jesús se ocultó y no quiso que se supiera de su presencia allí (Mar. 7: 24).
Región de Tiro y de Sidón. Jesús y sus discípulos se retiraron hacia el norte, a la región de Fenicia, aquí llamada Tiro y Sidón (ver mapa p. 211). Desde Capernaúm, en línea recta, hay unos 33 km hasta Tiro, y de Tiro a Sidón hay unos 37 km. Estas ciudades habían sido importantes centros comerciales desde la antigüedad (ver t. I, pp. 135-136; com. Gén. 10: 15; también t. II, pp. 69-71). En tiempos de Jesús, la región de Tiro y de Sidón formaba parte de la provincia romana de Siria.
22. Una mujer cananea. Los fenicios eran de la antigua raza cananea. Se llamaban a sí mismos cananeos (ver com. Gén. 10: 6,18), pero los griegos los llamaron fenicios, al parecer, por el nombre de una anilina púrpura (fóinix) que solían comprar de los fenicios cuando comenzó el comercio en la región del Egeo (ver t. II, p. 70). Los cananeos eran de ascendencia camita, pero poco después de que se establecieron en Palestina, adoptaron el lenguaje semítico y absorbieron de tal modo la cultura semítica, que por mucho tiempo se creyó que eran de origen semítico. 410 Los judíos eran semitas y había mucho parecido en los idiomas y las características culturales de hebreos y cananeos.
En este pasaje aparece la cuarta mención de que Jesús ministro a los que no eran judíos. La primera vez ocurrió en Sicar, en Samaria (Juan 4: 5-42); la segunda, en Capernaúm (Luc. 7: 1-10); y la tercera, en las cercanías de Gadara (Mar. 5:1-20).
Los samaritanos estaban emparentados con los judíos, y aunque el ministerio de Jesús entre ellos no se habría considerado con simpatía, es posible que no despertara la animosidad que hubiera creado el trabajo en favor de los que eran completamente paganos.
El centurión había simpatizado con los judíos y creía que ellos practicaban la verdadera religión. El milagro que Cristo hizo en su favor estaba en armonía con el pedido de los mismos dirigentes judíos. La curación de los endemoniados de Gadara no podía haberse interpretado como un contacto intencional de Jesús con los paganos. Más bien, los judíos podrían haber considerado que se trataba de una emergencia a la cual Cristo debió enfrentarse y que, en cierto sentido, había expulsado a los demonios en defensa propia. Además, Jesús se negó a que los hombres liberados de los demonios se unieran con él como discípulos. Y en este pasaje, en el caso de la mujer cananea, Jesús no estaba trabajando abiertamente para la gente de esa región (Mar. 7: 24). Ella vino a él y le presentó su pedido.
Básicamente, el ministerio de Jesús se realizó en favor de los judíos de Palestina, "las ovejas perdidas de la casa de Israel" (Mat. 15: 24), pero el Señor no se abstuvo por completo de relacionarse con los que no eran judíos. Hasta cierto punto tuvo cuidado de no entrar en conflicto con los judíos al relacionarse con samaritanos y gentiles, pero no podía aceptar las barreras que los judíos habían levantado entre ellos y el resto del mundo (ver t. IV, pp. 30-34). En El Deseado de todas las gentes se sugiere que en su trato con la mujer samaritana y con la mujer sirofenicia, Jesús quiso enseñar a sus discípulos que ellos también debían aceptar a todos como hijos de Dios, sin hacer distingos por razón de raza o posición social (pp. 163-165, 369-370). Hoy día quienes trabajan por Cristo han de considerar a todos los hombres como sus iguales ante Dios, quien "no hace acepción de personas" (Hech. 10: 34).
Aquella región. La de Tiro y Sidón (ver com. vers. 21). Algunos sugieren que la mujer salió de su territorio para encontrar a Jesús. Otros entienden que el milagro se realizó en territorio de Tiro y Sidón.
Hijo de David. Ver com. cap. 1:1 Sorprende el que una mujer pagana se dirigiera a Jesús empleando este título que implica el reconocimiento de que es el Mesías. Muchos judíos vivían en Fenicia, y sin duda la noticia de las maravillas realizadas por Jesús había circulado entre ellos ya por mucho tiempo (Mar. 3: 8; Luc. 6: 17). Posiblemente por medio de estos judíos residentes en Fenicia la mujer había oído acerca de Jesús (DTG 366).
Ten misericordia. Gr. EleéÇ (ver com. cap. 5: 7).
Gravemente atormentada por un demonio. Literalmente, "está malamente endemoniada" (BJ). Ver la Nota Adicional de Mar. 1.
23. No le respondió palabra. El propósito de Cristo era el de enseñar a sus discípulos una lección acerca de la forma en que debían trabajar por los que no eran judíos. Lo hizo mostrando el contraste entre el proceder común de los judíos y su propio proceder (ver com. vers. 21). Es probable que un típico rabino judío habría hecho exactamente lo que los discípulos proponían: habría despachado a la mujer sin siquiera responder a su pedido. De lo que Jesús dijo acerca de los gentiles (Luc. 4: 26-27) y de lo que él mismo había hecho por ellos en ocasiones anteriores, se desprende claramente que él los miraba con simpatía y los consideraba como aptos para llegar a ser súbditos del reino de los cielos. Jesús no compartía de ningún modo el estrecho exclusivismo con que los judíos se distanciaban de los gentiles (ver com. Mat. 15: 22, 26).
Acercándose sus discípulos. Los discípulos se sentían molestos por la publicidad que les daban los desesperados ruegos de esta mujer gentil, a quien no consideraban como más digna que un perro (ver com. cap. 10: 5). No sólo era una desconocida, sino que era mujer, y aún más, era extranjera. Hasta este momento no había cabida para una desconocida mujer extranjera en la idea que se hacían los discípulos de lo que significaba la comisión evangélica.
24. No soy enviado. Ver com. vers. 21. Es decir, Jesús había sido enviado en primera instancia a los judíos, aunque cuando se presentaba la oportunidad no negaba a los gentiles las bendiciones que concedía a su propio pueblo (ver t. IV, pp. 28-32).
Sólo muchos años después de que Cristo ascendió a los cielos, los cristianos de origen judío comprendieron plenamente el hecho de que Dios consideraba a todos, en cualquier parte del mundo, como posibles ciudadanos del reino de los cielos (ver Hech. 9:9-18, 32-35; 10:1-48; 15:1-29; Rom. 1:16; 9:24; etc.).
Ovejas perdidas. Ver com. cap. 10: 6.
25. Se postró. Cuando la mujer se postró a los pies de Jesús (Mar. 7: 25), adoptó la posición acostumbrada del que presenta un pedido ante un superior (ver com. Mat. 4: 9; 8: 2; cf. com. Est. 3: 2). Esta posición podía adoptarse también ante un objeto de adoración. El hecho de que la mujer empleara el título mesiánico "Hijo de David" (ver com. Mat. 1: 1, 15: 22), parecería indicar que tenía al menos una vaga idea de la identidad de Jesús. No hay modo de saber si empleó este título sólo porque sus vecinos judíos lo habían usado al hablar de las maravillas realizadas por Jesús, o si con ello expresaba cierta medida de fe en que Jesús era el Mesías.
26. No está bien. Aquí Cristo expresa la actitud característica de los judíos que consideraban que los gentiles eran indignos de recibir las bendiciones del cielo.
Pan. Aquí se hace alusión al pan de la salvación (cf., Juan 6: 32), el cual había sido confiado por Dios a los judíos, sus hijos, para que ellos lo distribuyeran entre los gentiles, pero que estaban conservando egoístamente para sí mismos (PVGM 233-235).
Perrillos. Gr. kunárion, "perrito", aquí empleado para referirse a los gentiles (ver com. cap. 7: 6). El uso del diminutivo parecería atenuar en parte el sentido despectivo del vocablo. Los judíos creían que las bendiciones de la salvación se malgastarían si se las concedía a los gentiles, quienes, según la opinión de los judíos, carecían de la capacidad de apreciar esas bendiciones o de beneficiarse de ellas. La mujer bien podría haberse desanimado por la actitud de desprecio que Cristo pareció asumir para con ella, pero Jesús estaba confiado de que la fe de ella no faltaría. La mujer, por su parte, parecía estar segura de que Cristo podía conceder lo que su corazón deseaba si tan sólo él lo quería (ver com. Mar. 1: 40). El orgullo y el prejuicio no significaban nada para ella y no se dejó afectar por ellos. Su fe y su perseverancia son verdaderamente dignas de encomio.
27. Sí, Señor. Detrás de la indiferencia que Jesús parecía manifestar para con su anhelante ruego (ver com. vers. 23, 26), la mujer parece haber detectado la tierna compasión que fluía a raudales del amante corazón de Cristo. Sin duda, el mero hecho de que tratara el asunto con ella -en vez de despacharla bruscamente como lo habrían hecho los rabinos- le dijo ánimo para creer que Jesús accedería a su luego. La voz del Maestro no mostraba ningún rastro de impaciencia y su rostro sólo revelaba la serena dignidad y la infinita ternura que siempre dejaba traslucir.
Migajas. Gr. psijíon, forma diminutivo que se traduce como "migaja" o "pizca". Aun los perrillos (ver com. vers. 26) tienen derecho a las miguitas que sus amos les dan. Esta notable mujer estuvo lista a ubicarse en cualquier nivel social que Cristo le pudiera asignar, sin ni siquiera discutirlo, si tan sólo él le concedía lo que pedía. Comparar esto con la persistencia del leproso frente a grandes obstáculos (ver com. Mar. 1: 40-45).
28. Grande es tu fe. La mujer hizo frente a la prueba, y su fe permaneció firme. Estaba segura de que Cristo podía sanar a su hija. Comparar con lo que dijo Cristo del centurión (ver com. Luc. 7: 9).
Aquella hora. Así como había ocurrido en el caso del hijo del noble (Juan 4: 43-54) y con el siervo del centurión (Luc. 7: 1-10), la hija de la mujer cananea fue sanada a la distancia, no en la presencia inmediata de Jesús. Como había ocurrido en esos otros casos, la curación fue inmediata y completa.
29. Pasó Jesús de allí. [Jesús sana a muchos, Mat. 15:29-31 = Mar. 7:31-37. Comentario principal: Marcos.]
32. Llamando a sus discípulos. [Alimentación de los cuatro mil, Mat. 15:32-39 = Mar. 8:1-10. Comentario principal: Mateo. Ver mapa p. 211; diagrama p. 221; con referencia a milagros, ver pp. 198-203.] En relación con los acontecimientos que precedieron inmediatamente a este episodio, ver com. vers. 21. Respecto al lugar donde se realizó el milagro, ver com. Mar. 5: 1. Con referencia a otro milagro en la misma región y a la relación entre los dos episodios, ver com. Mar. 5: 18-20. La Nota Adicional del cap. 15 presenta una comparación entre los dos milagros. Según la cronología adoptada por este Comentario, la alimentación de los cuatro mil habría ocurrido en el verano del año 30, quizá a fines de junio o a principios de julio. La alimentación de los cinco mil habría sucedido antes, por el tiempo de la pascua (ver com. Mat. 15: 21; Juan 6: 4). 412
Tengo compasión. El Salvador siempre se siente conmovido por las angustias y los sufrimientos humanos (Heb. 4: 15).
La gente. Según el Deseado de todas las gentes, la mayoría de los que escuchaban a Jesús eran gentiles (p. 371). Aunque antes habían sentido prejuicios contra Jesús, ahora no sólo parecían simpatizar con él, sino que tenían gran interés en oírlo.
Tres días. Según el cómputo inclusivo, comúnmente empleado en el Cercano Oriente en tiempos bíblicos, esto correspondería a un día completo más partes del día anterior y del día posterior (ver pp. 239- 242). La gente sin duda había llevado comida para un día, o quizá para dos, por lo cual Jesús no se preocupó hasta el tercer día.
No sea que desmayen. La gente tenía hambre y Jesús estaba preocupado por su bienestar físico, así como lo había estado por su bienestar espiritual.
33. Sus discípulos le dijeron. Cf. Mar. 6: 35-37.
34. ¿Cuántos panes? Con referencia a la misma pregunta en ocasión de la alimentación de los cinco mil y con referencia a los panes, ver com. Mar. 6: 38.
Unos pocos pececillos. Eran pocos y, a la vista de los discípulos, eran tan pequeños que resultaban insignificantes.
35. En tierra. Es interesante notar que en ocasión de la alimentación de los cinco mil, se sentaron en "la hierba" (Mat. 14: 19), pero en esta oportunidad se sentaron en la tierra o en el suelo. Esta es una de las varias diferencias que se enumeran en la Nota Adicional del cap. 15.
36. Dio gracias. Ver com. Mar. 6: 41.
37. Comieron todos. Ver com. Mar. 6:42.
Los pedazos. Ver com. Mar. 6:43. Canastas. Gr. spurís, una canasta grande hecha de mimbre o de juncos (ver com. Mar. 6:43).
38. Cuatro mil hombres. Según Elena de White, había presentes en la alimientación de los cinco mil unas diez personas, contando a los niños y las mujeres (DTG 749). Si la proporción se hubiera mantenido, habría habido en esta ocasión unas ocho mil personas, contando a hombres, mujeres y niños. Otros autores sugieren que la proporción de niños y mujeres sería bastante menor.
39. Magdala. La evidencia textual se inclina por (cf. p.147) "Magadán". Marcos usa el nombre Dalmanuta (cap. 8: 10). Posiblemente se daban diferentes nombres para un mismo lugar. Suele identificarse a Magdala con Khirbet Meydel, cerca del extremo sur de la llanura de Genesaret, en la ribera oeste del lago, entre Capernaúm y Tiberias.
NOTA ADICIONAL DEL CAPÍTULO 15
Quienes ponen en duda la historicidad de los Evangelios han sostenido que la alimentación de los cuatro mil no es más que otra versión del relato de la alimentación de los cinco mil. Aducen que hay muchos detalles similares, entre los cuales sobresale la actitud de los discípulos cuando Cristo les propuso que alimentaban a tanta gente en un lugar tan aislado. Sin embargo, por muchas razones puede afirmarse que Jesús alimentó a las multitudes en forma milagrosa en dos ocasiones diferentes, y que no se trata de dos versiones de un mismo relato.
Pueden señalarse varios parecidos entre la alimentación de los cinco mil y la de los cuatro mil: (1) la región donde ocurrió el milagro, en algún punto de la orilla este o noreste del mar de Galilea; (2) una gran multitud reunida en un lugar descampado para escuchar a Jesús; (3) la falta de alimento y la preocupación de Jesús por esa situación; (4) las indicaciones de Jesús para que los discípulos tomaran la iniciativa de encontrar alimento para la multitud: (5) la incredulidad reflejada en la respuesta de los discípulos y la pregunta de Jesús en cuanto al alimento disponible; (6) la multitud sentada en el suelo; (7) la bendición, el partimiento, y la distribución de los panes y los peces; (8) la gran cantidad de alimento que sobró; (9) la despedida de la multitud; y (10) el retorno a la orilla occidental del lago.
También pueden señalarse puntos de diferencia entre una ocasión y otra: (1) el contexto indica que una vez llegaron por mar, la otra por tierra; (2) la primera ocurrió cerca de Betsaida Julias, la segunda quizá más al sur, cerca de Gergesa; (3) la primera vez se alimentó a los judíos que iban camino a Jerusalén para la pascua (DTG 332), la segunda vez a gentiles que vivían en la zona (DTG 371); (4) en la primera ocasión Jesús enseñó sólo un día, en la segunda enseñó tres días; 413 (5)en la primera ocasión Jesús se había retirado para estar solo con sus discípulos, en la segunda estaba en la región sanando a los enfermos; (6) la primera vez fue en seguida del tercer viaje por Galilea, la segunda fue después de un viaje por Fenicia; (7) la primera vez la multitud parece haberse reunido sin preparativos previos y no tenía alimentos; la segunda vez la multitud parece haber tenido algunas provisiones, quizá para un día o dos, lo que indicaría que se había planificado esta reunión; (8) en un caso fueron cinco mil los hombres, en el otro fueron sólo cuatro mil; (9) en la primera ocasión los discípulos presentaron el problema y propusieron despedir a la multitud, en la segunda ocasión Jesús presentó el problema, lo que implicaba que los discípulos debían atenderlo; (10) en la primera ocasión había pasto verde, en la segunda, se sentaron en "tierra"; (11) en la primera ocasión se describe la forma ordenada en que se hizo sentar a la gente, en la segunda vez nada se dice al respecto; (12) la primera vez se usaron canastas del tipo kófinos, la segunda vez se usaron canastas del tipo spurís; (13) en la primera ocasión se recogieron doce canastas (kófinoi) de sobras, en la segunda se juntaron siete (spurídes); (14) en la primera ocasión Jesús mandó a los discípulos que cruzaran el lago sin él, la segunda vez los acompañó; (15) después de la primera vez se dirigieron a Capernaúm y llegaron a Genesaret, la segunda vez fueron a Magdala; (16) la primera ocasión fue seguida de una tormenta en el mar, no hay tormenta después de la segunda vez.
Cuando se consideran estas comparaciones, puede verse que las similitudes son más bien de una naturaleza general, mientras que las diferencias son mayormente asuntos de detalle. Podría argumentarse que un autor, al escribir años después de ocurrido un hecho, tendería a recordar los aspectos generales del suceso, y olvidaría los detalles menos importantes. Por esto, sería inevitable que los relatos de dos autores, en este caso Marcos y Mateo, que describen un mismo episodio, tuvieran numerosas diferencias en detalles, y que por eso algunos pudieran pensar que los dos relatos tuvieron un origen común. Sin embargo, es importante notar que Mateo, testigo ocular de los milagros de Jesús y que podría considerarse como fidedigno respecto a ellos, registra dos relatos acerca de ocasiones cuando Jesús alimentó en forma milagrosa a las multitudes. Sería difícil concebir que Mateo tuviera alguna razón para escribir dos versiones del mismo acontecimiento como si hubieran sido dos sucesos diferentes. Cabe señalar que Marcos también relata dos casos de alimentación milagrosa de grandes multitudes.
Quizá la prueba más fehaciente de que fueron en verdad dos las ocasiones cuando Jesús alimentó milagrosamente a las multitudes sea el registro escrito tanto por Mateo como por Marcos, según el cual Jesús mismo dio testimonio de que había realizado un milagro similar en dos ocasiones (Mat. 16: 9-10; Mar. 8: 19-21). Es importante notar que de los cuatro evangelistas sólo Mateo y Marcos registran ambos milagros, y que consignan este testimonio de Jesús en cuanto a los dos milagros.
Una razón por la cual los críticos no quieren aceptar que Jesús hubiera alimentado milagrosamente a las multitudes en dos ocasiones diferentes, es que en la segunda vez los discípulos estaban tan poco preparados para esta manifestación del poder de Cristo como lo habían estado en la primera ocasión (Mat. 15: 33; cf. Mar. 6: 35-37). Según la cronología que se ha expuesto, no habrían transcurrido más de unos cuatro meses desde un milagro hasta el otro. Parece difícil creer que los discípulos hubieran sido tan lentos en comprender como lo fueron en esta ocasión. Sin embargo, sólo hace falta considerar el caso de los antiguos israelitas durante su peregrinación por el desierto, cuando una multitud mucho más grande fue alimentada repetidas veces en forma milagrosa, y a pesar de ello, murmuraban y carecían de fe, para ver que tal olvido tiene paralelos. En verdad, los discípulos no sólo se olvidaron rápidamente del primer milagro, sino que, como se desprende de las palabras de Jesús (Mat. 16: 9-10; Mar. 8: 19-21) parecen haberse olvidado con igual rapidez de los dos milagros.
Además, debe señalarse que cuando Jesús alimentó a la primera multitud, la gran mayoría de los presentes eran judíos, quizá aptos para recibir el "pan del cielo", mientras que en la segunda ocasión los que comieron eran casi exclusivamente gentiles (DTG 371-372).
En relación con este hecho, debe señalarse que hacía relativamente poco que Jesús había afirmado que "no está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos" (Mat. 15: 26). Sin duda, esta afirmación no se 414 aplicaba ni en forma literal ni en forma figurada, pero por escasa capacidad de comprensión (cf. cap. 16: 6-11), los discípulos parecen haberla tomado en forma literal.
Menos de 24 horas más tarde Jesús debió reprenderlos de nuevo por no haber comprendido sus palabras (vers. 9-12). Para los discípulos, lo maravilloso e inesperado no era que Jesús pudiese proveer de pan a la multitud, sino que estuviera dispuesto a hacerlo en favor de los gentiles.
Otros argumentos, aunque quizá de menos importancia que los anteriores, apoyan también el hecho de que Jesús alimentó milagrosamente a las multitudes en dos ocasiones.
1. El hecho de que la multitud permaneciera con Jesús por tres días en la segunda ocasión y, al parecer, tuvo comida hasta el tercer día, hace pensar que la gente había venido preparada con provisiones para uno o dos días. Es decir, sabían dónde habrían de encontrar a Jesús, y parece que esperaban pasar algún tiempo con él. El hecho adicional de que algunos hubieran llegado desde muy lejos (Mar. 8: 3) pareciera indicar que ésta fue una reunión previamente planeada, cosa que no ocurrió en el primer caso. Pero el relato evangélico proporciona una explicación satisfactoria de cómo la gente se reunió de este modo, aunque esta información no aparece en relación con el mismo relato. Los dos endemoniados sanados habían relatado su historia en toda Decápolis (Mar. 5: 20; Luc. 8: 39). Habían realizado esa obra con fervor y efectividad, y en toda la región se había suscitado gran interés en ver a Jesús (Luc. 8: 40; DTG 371). Cuando Jesús regresó, muchos meses más tarde, los dos que antes habían estado endemoniados, acompañados sin duda de muchos otros, divulgaron la noticia y quizá con el consentimiento de Jesús invitaron a la gente a que viniera de lejos y de cerca para escucharlo.
2. En la primera ocasión las canastas en las cuales juntaron las sobras eran kófinoi (plural de kófinos), canastos pequeños para llevar en la mano, y en la segunda ocasión fueron spurídes (plural de spurís), canastas grandes (ver com. Mar. 6: 43). Podría explicarse esta diferencia sugiriendo que en la primera ocasión los discípulos llevaban kófinoi, canastitos como los que acostumbraban llevar los judíos en viajes cortos, y que en esa ocasión hicieron un viaje corto de 15 km en menos de 24 horas. En la segunda ocasión, acababan de hacer un viaje de unos 80 a 120 km, durante varias semanas, por zonas donde predominaban los gentiles. Al hacer tal viaje, no sería extraño que los discípulos llevaran spurídes (ver com. Mar. 6: 43), canastas más grandes. Si en los relatos se hubieran usado las canastas grandes para el viaje corto y las canastas pequeñas para el viaje largo, parecería haber una discrepancia. El hecho de que Jesús al referirse a las dos ocasiones hiciera la distinción entre los dos tipos de canastas testifica nuevamente de que fueron dos milagros diferentes (Mat. 16: 9-10; Mar. 8: 19-20). Corresponde recordar que la diferencia entre los dos tipos de canastas no sólo era en cuanto al tamaño, sino también en cuanto a la clase. Al relatar los hechos Mateo y Marcos mantienen claramente la distinción en los nombres.
3. En ocasión de la alimentación de los cinco mil se menciona la hierba verde (Mat. 14: 19; Mar. 6: 39; Juan 6: 10), mientras que en el caso de la alimentación de los cuatro mil, no hay mención alguna de hierba. El primer milagro ocurrió pocos días antes de la pascua, es decir, en la primavera, quizá a fines de marzo o a principios de abril del año 30 d. C. (ver com. Mar. 6: 30). En Palestina las últimas lluvias de importancia caen en marzo, y por lo general la hierba se seca en la temporada cuando no llueve, que comienza pocas semanas más tarde (ver. t. II, p. 113). Tanto Mateo como Lucas registran hechos que deben haber ocupado por lo menos varias semanas entre los dos milagros (ver com. Mar. 7: 1; Mat. 15: 21). De este modo, no sería extraño que la hierba estuviera seca cuando ocurrió la alimentación de los cuatro mil. Estos detalles en los dos relatos parecerían confirmar que fueron dos milagros y con cierto tiempo de por medio. Si se hubiera mencionado la hierba verde en ocasión del segundo milagro y no en la ocasión del primero, parecería haber una discrepancia. (5CBA).
COMENTARIOS DE EGW
"BARRERAS QUEBRANTADAS" (Basado en San Mateo 15:21-28; San Marcos 7:24-36).
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/dtg-capitulo-43-barreras-quebrantadas.html
"LA VERDADERA SEÑAL" (Basado en San Mateo 15:29-39; 16:1-12; San Marcos 7:31-37; 8:1-21).
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/dtg-capitulo-44-la-verdadera-senal.html
22. 3JT 178
31. PR 50
Ministerio Hno. Pio
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