Mateo 25. Instrucciones en cuanto a la segunda venida de Cristo. Vers. (1-13) La parábola de las diez vírgenes (14-30) y la de los talentos. (31-46) Una descripción del juicio final. Para gente especial. Juzgados por la media tabla de la ley. ¿Quiénes serán juzgados en éste juicio?
1 ENTONCES el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que, tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. 2 Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. 3 las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; 4 más las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. 5 Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron.
6 Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! 7 Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. 8 Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan.
9 Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. 10 Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta.
11 Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! 12 Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. 13 Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.
14 Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes.
15 A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. 16 Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. 17 Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. 18 Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor.
19 Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. 20 Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. 21 Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.
22 Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos.
23 Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.
24 Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; 25 por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo.
26 Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. 27 Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. 28 Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos.
29 Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 30 Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.
31 Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, 32 y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. 33 Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.
34 Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. 35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 36 estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.
37 Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber 38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? 39 ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? 40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.
41 Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. 42 Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; 43 fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis.
44 Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor. ¿Cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? 45 Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis.
46 E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna. (Mateo 25).
1. El reino de los cielos. [Las diez vírgenes, Mat. 25:1-13. Con referencia a parábolas, ver pp. 193-197.] Ver com. Mat. 4:17; 5:3; cf. com. Luc. 4:19. En cuanto a las circunstancias que rodearon la narración de esta parábola, ver com. Mat. 24:1-3, 42. Jesús y por lo menos cuatro de sus discípulos estaban en la ladera occidental del monte de los Olivos. El sol se había puesto y las sombras de la noche se iban intensificando (PVGM 335). Como había ocurrido con tantas parábolas relatadas por Jesús, la escena se estaba desarrollando ante los ojos de quienes oían la narración (PVGM 335).
Será semejante. O, "se compara con" (ver p. 193). Esta parábola hace resaltar la importancia de la preparación para la venida de Cristo y destaca la importancia de estar preparado (ver com. cap. 24:44).
Vírgenes. Al parecer, no corresponde asignarle ninguna importancia especial al número diez, cifra que Jesús empleó en otros pasajes como número redondo (ver com. Luc. 15: 8). En esta parábola las diez vírgenes representan a todos los que profesan la fe pura de Jesús (PVGM 336). Creen, además, en la pronta venida de Jesús. Cf. Apoc. 14: 4.
Lámparas. Gr. lampás, vocablo que sirve para designar tanto una antorcha como una lámpara; aquí, probablemente se traduzca mejor como "lámpara". Es probable que las lámparas fueran pequeños recipientes de barro cocido, quizá montados en un palo. En el recipiente había aceite, dentro del cual flotaba una mecha, cuyo extremo superior se mantenía erguido por el borde del tiesto. Según PVGM 387, la procesión nupcial avanzaba alumbrada por antorchas. Las lámparas representarían la Palabra de Dios (PVGM 388; Sal. 119: 105).
Salieron. Las diez jóvenes estaban cerca de la casa de la novia esperando la llegada del novio y de sus acompañantes; desde allí se proponían acompañar al cortejo nupcial hasta la casa del novio donde participarían de la fiesta de bodas (PVGM 335). El hecho de que, al despertar, las jóvenes vieron que la procesión se alejaba sin que ellas la acompañaran (PVGM 336), podría sugerir que no eran íntimas amigas de la novia, sino conocidas, las cuales, según la costumbre, podrían unirse a la procesión y compartir en las festividades, pero por su propia iniciativa, no como invitadas especiales.
Recibir al esposo. Cuando éste fuera de su casa a la de la novia para buscarla y llevarla a la casa de él.
2. Cinco. Es evidente que el número cinco no tiene mayor importancia, así como no lo tiene el número diez (ver com. vers. 1). Simplemente, había dos clases de jóvenes en el grupo. La diferencia entre los dos grupos se hace notar a medida que continúa el relato. Esta diferencia es el elemento sobresaliente de la parábola.
Insensatas. Las cinco insensatas no son hipócritas (PVGM 338). Son insensatas porque no se han entregado a la obra del Espíritu Santo. En este sentido se parecen a los oidores representados por la tierra pedregosa (PVGM 339; ver com. cap. 13: 5) y al hombre que no se puso el vestido de bodas (ver com. cap. 22: 11-14).
El Evangelio los atrae, pero el egoísmo impide que la verdad se arraigue en su vida y lleve el fruto de un carácter semejante al de Cristo (ver com. Eze. 33:32; Mat. 7:21-27). Estarán entre los que respondan a quienes claman "paz y seguridad" (PE 282; PP 93; ver com. 1Tes. 5:3; cf. Jer. 6:14; 8:11; 28:9; Eze. 13:10, 16).
3. Aceite. El aceite representa al Espíritu Santo (PVGM 337; Zac. 4: 1-14), del cual carecen los miembros de iglesia representados por las cinco vírgenes insensatas. Conocen la teoría de la verdad, pero el Evangelio no ha efectuado ningún cambio en su vida.
4. Las prudentes. Las vírgenes prudentes, de la parábola representan a aquellos cristianos que comprenden, aprecian, y reciben el beneficio del ministerio del Espíritu Santo.
Prudentes son, en verdad, aquellos cristianos que hoy reciben al Espíritu Santo en su vida y cooperan con él en la tarea que Dios les señala (Juan 14: 16-17; 16: 7-15).
Vasijas. "Alcuzas" (BJ). Estos recipientes eran para llevar una reserva de aceite.
5. Tardándose. Gr. jronízÇ, "demorarse", ,"atrasarse".
Esta parábola era una advertencia para los que "pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente" (Luc. 19:1l; cf. Mat. 24:3; Hech. 1:6).
Jesús no regresaría tan pronto como ellos lo esperaban. Pero si Jesús hubiera dicho esto de una manera clara y específica, se habrían desanimado (ver com. Mat. 24:3).
Los cristianos hoy deberían recordar que la demora del Novio celestial no se debe a que él no está preparado. Cristo podría haber venido tiempo ha si su pueblo hubiera estado listo para recibirlo y si hubiera sido fiel en el cumplimiento de su tarea de preparar al mundo para la venida del Señor (DTG 587- 588).
6. A la medianoche. A la hora cuando más sueño tenían las jóvenes, cansadas de esperar. La medianoche representa la oscuridad espiritual. Se nos dice que una gran oscuridad espiritual cubrirá la tierra en los últimos días (PVGM 340).
7. Se levantaron. Las diez vírgenes respondieron a la invitación de unirse a la procesión nupcial.
Arreglaron. Al parecer, las lámparas no se habían atendido por mucho tiempo. Era necesario despabilarlas para que ardieran con luz más brillante.
8. Dijeron a las prudentes. Las vírgenes insensatas no habían aprendido la importante lección de aceptar la responsabilidad de lo que ellas hacían. Habían adquirido el hábito de confiar en otros para que suplieran su falta de previsión. De vuestro aceite. Es decir, "parte de vuestro aceite". La preparación de las vírgenes insensatas no había sido cabal y sincera, sino superficial. Se apagan. Había llegado el momento de prueba, pero su preparación resultó ser superficial e inadecuada. No tenían reservas para hacer frente a la emergencia inesperada. Habían comenzado bien, pero no estaban preparadas para resistir hasta el fin (ver com. cap. 24: 13).
9. Comprad para vosotras mismas. Si las vírgenes prudentes hubieran dado a las insensatas suficiente aceite para la ocasión, se habrían quedado sin nada. Las prudentes no fueron egoístas. Simplemente ocurre que un cristiano no puede hacer por otro lo que éste debe hacer por sí mismo en preparación para la crisis que se avecina. Ninguno puede recibir el Espíritu en lugar de otro, ni tampoco puede transferirle el carácter que es fruto de la obra del Espíritu (PVGM 338-339).
10. Iban a comprar. Después de que acabe el tiempo de gracia, será demasiado tarde como para recibir el Espíritu Santo. Y sin la comunión del Espíritu, nadie puede ser apto para participar en la celebración de la fiesta de bodas (PVGM 340).
Se cerró la puerta. Comparar con lo que sin duda sintió Esaú cuando descubrió que había perdido la primogenitura (ver com. Heb. 12: 17). Las cinco insensatas habían quedado excluidas de la fiesta de bodas como resultado de su propia y consciente elección (CS 597-598).
11. Ábrenos. Las cinco vírgenes insensatas buscaban el galardón de quienes habían servido fielmente, sin haber prestado un servicio fiel (ver com. vers. 10).
12. De cierto. Ver com. cap. 5: 18.
No os conozco. Hay evidencias de que las cinco vírgenes insensatas no eran amigas especiales de la novia; por lo tanto, el novio no tenía ninguna obligación para con ellas (ver com. vers. 1). Seguramente, estaban intentando entrar cuando no tenían el derecho de hacerlo. Si hubieran estado listas para entrar cuando la puerta estaba abierta, se les habría dado la bienvenida, pero ahora la puerta estaba cerrada. Su falta de previsión no tenía perdón, y su pérdida era irreparable. Con referencia al terrible chasco de quienes tienen la intención de estar entre los salvos, pero no hacen los preparativos necesarios, ver com. cap. 7: 23; 22: 1-14. Entre todas las tristezas posibles, no hay una mayor que la de lamentarse por algo que podría haber sido, pero no fue.
13. Velad, pues. He aquí la lección principal de la parábola (ver com. cap. 24: 42, 44).
14. El reino de los cielos. [Parábola de los talentos, Mat. 25:14-30. Cf. com. Luc. 19:11-28. Con referencia a parábolas, ver pp. 193-197.] En el griego, la parábola comienza directamente con la frase "es como un hombre", emitiéndose la primera frase del versículo. Acerca de las circunstancias que rodearon la narración de esta parábola, ver com. cap. 24:1-3; 25:1. En cuanto a la verdad que debía ilustrar, ver com. cap. 24:45-51.
Así como la parábola de las diez vírgenes (cap. 25: 1-13) destaca la preparación personal para el retorno prometido de Cristo, la de los talentos hace resaltar la responsabilidad que tiene el cristiano de buscar la salvación de otros. Por lo tanto, el velar (cap. 24: 42) incluye tanto preparación personal como labor misionera.
En muchos sentidos, esta parábola se parece a la de las minas (Luc. 19: 11-27), pero hay también muchas diferencias.
Un hombre que yéndose. Ver com. Luc. 19: 12. Jesús se refiere aquí a sí mismo.
Lejos. Jesús volvió al cielo. El noble de la parábola de las minas fue "para recibir un reino" (ver com. Luc. 19:12).
Sus siervos. Jesús designa así a sus discípulos, a quienes ha encomendado la atención de sus intereses en la tierra (ver com. cap. 28: 19-20). Pertenecemos a Dios en virtud de su poder creador y de su gracia redentora. Nosotros le pertenecemos a él; y todo lo que tenemos le pertenece a él.
Les entregó sus bienes. El señor de la parábola tenía dos propósitos: (1) incrementar sus bienes, (2) probar a sus siervos antes de confiarles mayores responsabilidades. Del mismo modo, Cristo ha confiado la obra del Evangelio a los hombres a fin de hacer progresar su reino en la tierra y de preparar a sus siervos para llevar mayores responsabilidades. Ver com. Mat. 25: 21; Luc. 19: 13.
15. Talentos. La plata que había en un talento pesaba aproximadamente 34 kg (ver p. 51), y esto, de acuerdo con la escala de sueldo que recibía un trabajador corriente, correspondía a alrededor de 20 años de pago (ver com. Luc. 19: 13). Los talentos representan dones especiales del Espíritu como también los naturales.
A cada uno. Cada uno de nosotros tiene una obra que hacer para Dios. Aunque haya diversos grados de responsabilidad, ninguna persona está totalmente exenta de llevar responsabilidades.
Conforme a su capacidad. Sin duda, el señor no confió a sus siervos más de lo que pensaba que podrían manejar sabiamente. Por otra parte, les dio lo suficiente como para incentivar su ingenio y habilidad, proporcionándoles así la oportunidad de adquirir experiencia. El señor fue cuidadoso en decidir cuánto daría a cada uno, y luego exigió fidelidad en el desempeño de la responsabilidad implicada en la atención de sus intereses.
Luego se fue. En el griego, la palabra traducida como "luego" (euthús) "en seguida", podría aplicarse o a la partida del señor o al comienzo del trabajo del siervo. La BJ lo interpreta así: "...y se ausentó. Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar". De esta forma, se hace resaltar la diligencia del siervo.
18. Cavó en la tierra. En tiempos antiguos solía considerarse que ésta era la forma más segura de preservar un tesoro (cf. cap. 13: 44). Muchas monedas antiguas que hoy se encuentran en los museos provienen de esta clase de tesoro enterrado.
19. Arregló cuentas. Ver com. cap. 18: 23.
20. Otros cinco. Ver com. Luc. 19: 16 donde la ganancia es mucho mayor.
21. Bien. La aprobación del señor no era proporcional a la ganancia de cada uno sino a la fidelidad demostrada (ver com. cap. 20: 8-16).
Te pondré. El siervo había manifestado sano juicio y había seguido principios correctos en relación con lo poco, y había razón de creer que haría lo mismo cuando se le confiara más. El galardón por el servicio fiel había de ser una mayor oportunidad de servicio. El uso que se le dio a la pequeña oportunidad fue la medida de la capacidad de sacar provecho de oportunidades mayores. En parte, el galardón por el servicio fiel se recibe en esta vida, pero Jesús se refiere aquí principalmente a la recompensa del mundo venidero (PVGM 295).
El gozo de tu señor. Este gozo es la segunda parte de la recompensa por el servicio fiel, y de ningún modo es menos real que la primera parte.
24. Señor, te conocía. Ver com. Luc. 19: 21. El siervo admite abiertamente que no había actuado por ignorancia o por falta de capacidad. Lo había hecho adrede, consciente de lo que hacía. Duro. Gr. skl'rós, "duro", "severo". En la parábola de las minas, el siervo acusa a su señor de ser aust'rós, "austero", "estricto". En ambos casos la acusación era completamente injusta. No sembraste. El siervo negligente sólo pensó en el provecho material, y no tomó en cuenta la recompensa intangible, pero no menos real, que recibiría por el servicio fiel (ver com. vers. 21). Hay comentarios adicionales en com. Luc. 19: 21.
25. Tuve miedo. (El siervo negligente había aceptado el talento, y al hacerlo había prometido, por lo menos tácitamente, que haría algo con él. Temía que si fracasaba en su negocio, no sólo dejaría de ganar el interés de su talento, sino que también podría perder el capital. Supuso que cualquier ganancia sería para su señor y que cualquier pérdida debería pagarla él. No estaba dispuesto a aceptar la responsabilidad implicada, y si se le ofrecieran mayores oportunidades haría lo mismo.
Escondí Tu Talento. Este siervo inútil no ignoraba los planes de Dios, pero se propuso firmemente estorbar el propósito de Dios, y luego le acusó de injusticia al exigir el rédito de los talentos que se le habían confiado. Esta misma queja y murmuración la formula una clase numerosa de hombres pudientes que profesan creer la verdad. Como el siervo infiel, temen que se les exija el interés del talento que Dios les prestó, para adelantar la difusión de la verdad; por lo tanto, lo inmovilizan invirtiéndolo en tesoros terrenales y sepultándolo en el mundo, y lo aseguran de tal manera que no tienen nada o casi nada para invertir en la causa de Dios. Lo han enterrado, temiendo que Dios exigiese parte del capital o del interés. Cuando, al exigírsela su Señor, traen la cantidad que les fué dada, aducen ingratas excusas por no haber confiado a los banqueros e invertido en la causa de Dios, para ejecutar su obra, los recursos que el Señor les había prestado.
El que desfalca los bienes de su Señor no sólo pierde el talento que Dios le prestó, sino también la vida eterna. De él se dice: “Al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera.” Vers. 30. El siervo fiel, que invierte su dinero en la causa de Dios para salvar almas, emplea sus recursos para gloria de Dios y recibirá el elogio del Maestro: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré: entra en el gozo de tu Señor.” Vers. 21. ¿Cuál será el gozo de nuestro Señor? Será el gozo de ver almas salvadas en el reino de gloria. “El cual, habiéndole sido propuesto gozo, sufrió la cruz, menospreciando la vergüenza, y sentóse a la diestra del trono de Dios.” Hebreos 12:2.
La idea de que son administradores debe tener una influencia práctica sobre todos los hijos de Dios. La parábola de los talentos, debidamente comprendida, desterrará la avaricia, a la que Dios llama idolatría. La benevolencia práctica dará vida espiritual a millares de los que nominalmente profesan la verdad, pero que actualmente lamentan las tinieblas que los circundan. Los transformará de egoístas y codiciosos adoradores de Mammón, en fervientes y fieles colaboradores de Cristo en la salvación de los pecadores. 1JT).
Ver com. Luc. 19: 20.
26. Siervo malo y negligente. Muchas personas dotadas de grandes habilidades logran poco porque intentan poco (PVGM 265).
Sabías. El pretexto del siervo negligente se transformó en su condenación. Sus propios labios admitieron su culpa.
27. Debías. El conocimiento que tenía el siervo le imponía una responsabilidad de la cual no había cómo escapar. Si lo hubiera deseado, podría haber hecho alguna cosa. No tenía excusa. Tenía la capacidad de duplicar ese único talento.
Dios acepta a los seres humanos conforme a lo que pueden hacer, y nunca espera más de ellos que lo que su capacidad les permite (2 Cor. 8: 12). No exige del hombre ni más ni menos que lo mejor que puede hacer.
Los banqueros. Ver com. Luc. 19: 23. El siervo podría haber invertido el dinero si temía (ver com. Mat. 25: 25) participar en un negocio demasiado complicado. Posiblemente la ganancia podría haber sido menor, pero de todos modos, habría sido mejor que no lograr ninguna ganancia.
28. Quitadle, pues. La recompensa del servicio fiel era la oportunidad de prestar un servicio mayor (ver com. vers. 21). El castigo por no servir era la pérdida de futuras oportunidades para el servicio. Las oportunidades descuidadas pronto se pierden. Com. Luc. 18: 24; cf. PVGM 298.
Dadlo. Las oportunidades y las tareas que una persona rechaza son dadas a otra que está dispuesta a aprovecharlas al máximo. Con referencia al principio que está implicado aquí, ver com. Luc. 19: 24-25.
29. Al que tiene. Jesús afirmó esta gran verdad en varias ocasiones (cf. com. cap. 13: 12).
Le será quitado. Los talentos son concedidos a fin de que puedan ser empleados; si no se los usa, es tan sólo natural que el negligente sea despojado de ellos. Por el contrario, el aprovechar al máximo las oportunidades limitadas, muchas veces lleva a oportunidades cada vez más amplias.
30. Echadle. El "siervo inútil" había sido remiso en el cumplimiento de su deber, lo que él mismo admitía. Su fracaso había sido deliberado y premeditado, y él mismo debía cargar con la responsabilidad de ese fracaso. En el gran día final del juicio los que se hayan deslizado a la deriva esquivando oportunidades y escapando a las responsabilidades, serán puestos por el gran juez en la categoría de los malhechores (PVGM 299).
Las tinieblas de afuera. Ver com. cap. 8: 12; 22: 13.
El lloro y el crujir de dientes. Cf. cap. 8: 12; 22: 13; 24: 51. Jesús repitió esta declaración en diversas ocasiones, como una descripción gráfica del remordimiento de los perdidos.
31. El Hijo del Hombre. [El juicio de las naciones, (Un Juicio especial para gente específica). Mat. 25: 31-46. Con referencia a parábolas, ver pp. 193-197.] En cuanto a las circunstancias en las cuales se dio esta parábola, ver com. cap. 24: 1-3; cf. com. cap. 25: 1,14. Al igual que las parábolas de las diez vírgenes (vers. 1-13) y la de los talentos (vers. 14-30), la parábola de las ovejas y de las cabras, o sea del juicio, fue relatada a fin de ilustrar las verdades presentadas en el cap. 24 acerca del prometido retorno de Jesús. Con referencia a la relación de las dos parábolas anteriores con el discurso del cap. 24, ver com. cap. 25: 14. Esta parábola, la última de Jesús, presenta muy claramente el gran juicio final, y reduce a términos sencillísimos y muy prácticos la norma a emplearse para realizar el juicio. Con referencia a la expresión "Hijo del Hombre", ver com. Mat. 1: 1; Mar. 2: 10.
Venga en su gloria. En ocasión de su primera venida, Jesús veló su gloria divina y vivió como hombre entre los hombres (ver com. Luc. 2: 48). El reino que estableció entonces era el reino de su gracia (ver com. Mat. 5: 3). Sin embargo, vendrá otra vez "en su gloria" para inaugurar el reino eterno (Dan. 7: 14, 27; Apoc. 11: 15; ver com. Mat. 4: 17; 5: 3). La segunda venida de Jesús es el tema central de Mat. 24 y 25.
Los santos ángeles. La evidencia textual establece (cf. p. 147) la omisión de la palabra "santos", pero de todos modos el sentido es claro. Con referencia a la participación de los ángeles en la obra del juicio, ver com. Dan. 7: 10; Apoc. 5: 11. En cuanto a su ministerio en favor de los hombres, ver com. Heb. 1: 14. Acerca de la presencia de los ángeles en la segunda venida de Cristo, ver com. Mat. 24: 30-31; Hech. 1: 9-11; 1Tes. 4: 15-17.
Entonces se sentará. En calidad de Rey (vers. 34) y de juez (vers. 32, 34, 41).
Trono de gloria. Es decir, "su glorioso trono". Cristo estaba en el trono del universo antes de su encarnación (DTG 13- 14). Cuando ascendió, fue entronizado otra vez (HAp 31) como Sacerdote y como Rey (Zac. 6: 13; HAp 32) para compartir el trono de su Padre (DTG 771; Apoc. 3: 21). Al completar la obra del juicio investigador, comenzada en 1844 (ver com. Apoc. 14: 6-7), Jesús recibirá su reino (CS 479, 671-672; PE 55, 280). La coronación final y el entronizamiento de Cristo como Rey del universo ocurrirán al final del milenio en presencia de todos los que son súbditos de su glorioso reino y los que se han negado a serie leales.
32. Todas las naciones. Ver Apoc. 20: 11-15; CS 723-724.
Apartará. Ver com. cap. 13: 24-30, 47-50.
Como aparta el pastor. En forma directa o indirecta, Jesús se comparó repetidas veces con un pastor y asemejó a su pueblo a las ovejas (Eze. 34: 11-17; Zac. 13: 7; Mat. 15: 24; 18: 11-14; Luc. 15: 1-7; Juan 10: 1-16).
Ovejas. Por lo general, las ovejas palestinas eran blancas, mientras que las cabras eran negras (Sal. 147: 16; Isa. 1: 18; Eze. 27: 18; cf. Cant. 4: 1-2). Solía un mismo pastor cuidar tanto ovejas como cabras (Gén. 30: 32-33).
33. Derecha. La derecha representaba honor y bendición (Gén. 48:13-14; Mar. 14:62; 16:19; Col. 3:1; etc.). Izquierda. El lado izquierdo podía representar un honor menor o sencillamente un rechazo. Aquí parece entenderse lo segundo (vers. 41).
34. El Rey. Aquí claramente equivale al "Hijo del Hombre" del vers. 31 (ver com. vers. 31). Benditos. Aunque no se emplea la misma palabra, el ser "bendito" es también ser "bienaventurado" (ver com. cap. 5: 3). Aquellos que reciben la bendición de Dios son de veras bienaventurados. En la "presencia" de Dios hay "plenitud de gozo" y "delicias" a su "diestra para siempre" (Sal. 16: 11).
Mi Padre. Ver com. cap. 6: 9.
Heredad. Heredar significa recibir posesión de alguna propiedad. En el principio, el hombre fue designado como rey de este mundo (Gén. 1: 28); pero, como resultado del pecado, perdió su dominio.
Daniel profetizó acerca del momento cuando una vez más los santos heredarían el reino eterno, originalmente ideado para ellos (Dan. 7: 27).
El reino. Es decir, el reino de gloria (ver com. vers. 31).
Preparado para vosotros. El plan original de Dios para este mundo, transitoriamente interrumpido por la entrada del pecado, finalmente culminará con éxito y la voluntad divina será suprema en esta tierra, así como lo es en el cielo (ver com. cap. 6: 10; cf. Luc. 12: 32).
35. Disteis de comer. La gran prueba final tiene que ver con el grado al cual se han aplicado los principios de la verdadera religión (Sant. 1: 27) a la vida diaria, especialmente en relación con los intereses y las necesidades de otros.
Me recogisteis. Es decir, "me disteis acogida", "me brindasteis hospitalidad".
36. Me visitasteis. Ver com. Luc. 1: 68.
37. ¿Cuándo te vimos? El espíritu y la práctica del servicio abnegado se habían convertido de tal modo en hábito de los justos que respondían automáticamente a las necesidades de sus prójimos.
(En cada necesitado ya sea material o espiritual. Está afectando nuestra relación con Dios. Porque olvidamos algo elemental; que todos venimos de una sola fuente de vida; que es Dios. que de una sola sangre nos hizo. Por tanto, la necesidad del prójimo es nuestra responsabilidad. Y es un deber ayudar.
Por eso el juicio del vers. 31-46. Será para gente que nunca conoció directamente a Dios. como los judíos o cristianos. Serán gente de distintas culturas de todas las épocas. Que vivieron por la ley escrita en sus conciencias y fueron fieles a esos principios básicos como el amor al prójimo. Rom. 2:14-16).
40. El Rey. Es decir, Cristo (vers. 31, 34),
De cierto. Ver com. cap. 5: 18.
A mí. Qué consolador es pensar que Cristo se identifica con sus escogidos a tal punto que cualquier cosa que los afecta a ellos le afecta a él personalmente. No podemos sentir ningún dolor o chasco, no podemos experimentar ninguna necesidad, sin que Cristo simpatice con nosotros. Al tener en cuenta las necesidades de otros, reflejamos este mismo aspecto del carácter divino. Cuando reflejemos perfectamente el carácter de Jesús, sentiremos por los que tienen necesidad lo mismo que siente él, y usándonos a nosotros él podrá confortar y socorrer a otros.
La mayor evidencia del amor de Dios es aquel amor que nos lleva a sobrellevar "los unos las cargas de los otros" y así cumplir "la ley de Cristo" (Gál. 6: 2; cf. 1 Juan 3: 14-19; ver com. Mat. 5: 43-48). El principio implicado en la declaración del cap. 25 :40 se ilustra con la parábola del buen samaritano (ver com. Luc. 10: 25-37). La mejor evidencia de que alguien ha llegado a ser hijo de Dios es que hace las obras de Dios (cf. Juan 8: 44).
41. Fuego eterno. También llamado "fuego que nunca se apagará" (ver com. Mat. 3:12) e "infierno de fuego" (ver com. cap. 5: 22). Las tres designaciones se refieren al fuego del día final que devorará a los impíos y todas sus obras (2 Ped. 3: 10-12; Apoc. 10, 14-15).
La palabra aiÇnios, traducida como "eterno", "para siempre", significa literalmente "que dura un siglo" (La palabra aiÇn, "siglo", de la cual viene aiÇnios, se comenta en relación con Mat. 13: 39.)
Ese término destaca el hecho de que algo es continuo y no está sujeto a cambios repentinos. En los antiguos papiros griegos hay numerosas referencias a que el emperador romano era aiÇnios. Se alude así al hecho de que eran emperadores para toda la vida.
La palabra "eterno" no refleja con precisión el significado de la palabra aiÇnios, pero es la que más se asemeja. AiÇnios, lo que dura por un largo período, expresa permanencia o perpetuidad dentro de ciertos límites, mientras que la palabra "eterno" implica duración ilimitada. En griego, la duración de aiÇnios debe siempre determinarse en relación con la naturaleza de la persona o la cosa a la cual se aplica. Por ejemplo, en el caso de Tiberio César, el adjetivo aiÇnios describe un período de 23 años, desde su ascensión al trono hasta su muerte.
En el NT la palabra aiÇnios se emplea para describir tanto el fin de los impíos como el futuro de los justos. Siguiendo el principio ya enunciado de que la duración de aiÇnios debe determinarla la naturaleza de la persona o la cosa a la cual se aplica, se deduce que el galardón de los justos es una vida sin fin, mientras que la retribución de los impíos es muerte que no tiene fin (Juan 3: 16; Rom. 6: 23; etc.).
En Juan 3: 16 se establece el contraste entre la vida eterna y perecer. En 2 Tes. 1:9 se dice que los impíos sufrirán "pena de eterna perdición". Esta frase no describe un proceso que seguirá para siempre sino un hecho cuyos resultados serán permanentes.
El castigo por el pecado es infligido por medio del fuego (Mat. 18: 8; 25: 41). El que ese fuego sea aiÇnios, "eterno", no significa que no tendrá fin. Esto resulta claro al considerar judas 7. Evidentemente, el "fuego eterno" que destruyó a Sodoma y Gomorra ardió por un tiempo y después se apagó. En otros pasajes bíblicos, se hace referencia a "fuego que nunca se apagará" (Mat. 3: 12), lo cual significa que no se extinguirá hasta que haya quemado los últimos vestigios del pecado y de los pecadores (ver com. vers. 12). Con referencia a 'olam, equivalente hebreo de aiÇnios, ver com. Exo. 21: 6.
Para el diablo. Ver 2 Ped. 2: 4; Jud. 6-7. El fin del diablo y de sus ángeles ya se ha decidido. Estos seres que "no guardaron su dignidad" están destinados a perecer en el fuego del día final. Todos los que sigan su ejemplo de rebelión sufrirán el mismo fin.
44. ¿Cuándo te vimos? No habían aprendido la gran verdad de que el genuino amor a Dios se revela en el amor a los hijos de Dios que sufren. La verdadera religión comprende más que aceptar pasivamente ciertos dogmas.
45. En cuanto. Ver com. vers. 40.
46. Castigo eterno. Ver com. vers. 41
Vida eterna. Cf. Juan 3: 16; Rom. 6: 23.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-13. CS 444-445, 479-480;
EL PREMIO INMERECIDO (Basado En San Mateo 25:1-13).
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/el-premio-inmerecido.html
CÓMO ENRIQUECER LA PERSONALIDAD (Basado En San Mateo 25:13-30).
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/como-enriquecer-la-personalidad.html
14-30. 318; Ev 474; 1JT 69-71; MeM 119
A CADA HOMBRE SEGÚN SUS APTITUDES. (pág. 120-128)
https://elaguila3008.blogspot.com/2018/10/consejos-sobre-mayordomia-cristiana-egw.html
"ESTOS MIS HERMANOS PEQUEÑITOS" (San Mateo 25:31-46).
https://elaguila3008.blogspot.com/2009/11/dtg-capitulo-70-estos-mis-hermanos.html
Ministerio Hno. Pio
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