Mateo 20:17-34. El Último Viaje A Jerusalén. Vers. (17-19) Predice su muerte. (20-28) Su respuesta a la madre de los hijos de Zebedeo enseña a sus discípulos que deben ser humildes. (29-34) Devuelve la vista a dos ciegos.
17 Subiendo Jesús a Jerusalén, tomó a sus doce discípulos aparte en el camino, y les dijo: 18 He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte; 19 y le entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, le azoten, y le crucifiquen; mas al tercer día resucitará.
20 Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo. 21 El le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda. 22 Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Y ellos le dijeron: Podemos.
23 Él les dijo: A la verdad, de mi vaso beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre.
24 Cuando los diez oyeron esto, se enojaron contra los dos hermanos. 25 Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. 26 Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 27 y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; 28 como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
29 Al salir ellos de Jericó, le seguía una gran multitud. 30 Y dos ciegos que estaban sentados junto al camino, cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! 31 Y la gente les reprendió para que callasen; pero ellos clamaban más, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! 32 Y deteniéndose Jesús, los llamó, y les dijo: ¿Qué queréis que os haga? 33 Ellos le dijeron: Señor, que sean abiertos nuestros ojos. 34 Entonces Jesús, compadecido, les tocó los ojos, y en seguida recibieron la vista; y le siguieron. (Mateo 20).
17. Subiendo Jesús a Jerusalén. [Nuevamente Jesús anuncia su muerte, Mat. 20: 17-19 = Mar. 10:32-34 = Luc. 18:31-34. Comentario principal: Mateo.] Los evangelistas mencionan repetidas veces que después de su partida de Galilea Jesús se dirigió a Jerusalén (ver com. Mat. 19: 1-2; Luc. 9: 51). Durante esos últimos meses de su vida terrenal, Jesús había ido a Jerusalén y a Judea varias veces, pero había dedicado la mayor parte de 453 su ministerio a los habitantes de Samaria y de Perea. Es probable que lo relatado en estos versículos transcurriera a fines de marzo o principios de abril del año 31 d. C. Jesús finalmente llegó a Betania el viernes antes de la pascua (Juan 12: 1; DTG 511).
Sin duda, los sucesos narrados en Mat. 20: 17-28 ocurrieron por el camino, antes de llegar a Jericó. Desde el valle del Jordán, que en este punto está a algo más de 300 m por debajo del nivel del mar Mediterráneo, era necesario subir a Jerusalén, que queda como 770 m sobre el nivel del mar (ver com. Mar. 10: 46; Luc. 10: 30). Aunque prima el sentido topográfico, la frase "subir a Jerusalén" insinúa también la idea de Jerusalén como centro de la vida religiosa judía. Puesto que faltaba poco para el comienzo de la fiesta de pascua, sin duda todos los caminos que subían a Jerusalén estaban atestados de peregrinos que se dirigían a la ciudad para participar allí en los servicios de esa importante ocasión.
Tomó a sus doce. Según Mar. 10: 32, Jesús iba caminando adelante, solo, y los discípulos le seguían con asombro y temor (DTG 501). La narración de Marcos es mucho más detallada que la de Mateo.
Aparte en el camino. Es decir, aparte de los otros viajeros que hacían el peregrinaje a Jerusalén, y probablemente también aparte de otros discípulos fuera de los doce, quienes sin duda acompañaban a Jesús a Jerusalén. La instrucción impartida en esta ocasión era sólo para el círculo íntimo de los discípulos. Pero los doce, aun después de repetidas instrucciones (ver com. Luc. 18: 31), no habían comprendido que el Mesías debía morir por los pecados del mundo.
18. Subimos a Jerusalén. Ver com. vers. 17.
Hijo del Hombre. Ver com. Mat. 1: 1; Mar. 2: 10.
Será entregado. Según el registro de Mateo, éste fue el tercer intento de Jesús para informar a los doce acerca de sus sufrimientos y su muerte (Mat. 16: 21; 17: 22-23; cf. Mar. 8: 31; 9: 31; 10: 32-34). Lucas registra las mismas tres ocasiones (cap. 9: 22, 44; 18: 31-33), pero también menciona otras tres veces no registradas ni por Mateo ni por Marcos (cap. 12: 50; 13: 33; 17: 25). Estas últimas son referencias incidentales a los sufrimientos y a la muerte de Cristo, y no ocasiones dedicadas principalmente a este tema. Todas son del tiempo del ministerio en Perea, que sólo consigna Lucas (ver com. cap. 18: 31).
Principales sacerdotes. Ver com. cap. 2: 4.
Escribas. Ver pp. 57-58.
Le condenarán a muerte. Los judíos habían estado tramando la muerte de Jesús desde hacía dos años antes, cuando sanó al inválido junto al estanque de Betesda, y habían enviado espías para que le siguieran dondequiera iba (Juan 5: 18; DTG 184). El éxito de la misión de Jesús en Galilea los había llevado a intensificar esos esfuerzos (ver com. Luc. 5:17). Desde entonces se habían vuelto más audaces en sus ataques públicos contra Cristo (ver com. Mat. 15: 21; 16: 1; Mar. 7: 1-2). Más recientemente, durante el transcurso del ministerio en Perea, habían hecho repetidos intentos de prenderlo y de matarlo (ver com. Mat. 19: 3). Ahora sus planes se iban definiendo con rapidez, sobre todo después de la resurrección de Lázaro, unas pocas semanas antes de esta fecha.
19. Le entregarán. Por primera vez Jesús menciona específicamente el hecho de que los gentiles -las autoridades romanas-, tomarían parte en su muerte.
Le crucifiquen. Tres años antes, Jesús le había dicho a Nicodemo que debía ser levantado, lo que implicaba la crucifixión (ver com. Juan 3: 14). Ahora, por primera vez, predice claramente la forma en que habría de morir.
Al tercer día. Ver pp. 239-242.
20. Entonces se le acercó. [Petición de Santiago y de Juan, Mat. 20: 20-28 = Mar. 10: 35-45. Comentario principal: Mateo.] Este intempestivo episodio se relaciona estrechamente con el contenido de los versículos anteriores (vers. 17-19). Resulta difícil concebir que Jacobo y Juan se hubieran acercado a Jesús para hacerle el egoísta pedido de ser primeros en el reino, en seguida después de que Jesús hubiera expuesto en forma tan clara las circunstancias de su inminente muerte. Aquí se ve el marcado contraste que hay entre el egoísmo que mueve al corazón humano y el abnegado amor de Dios. Quizá después de meditar en lo que Jesús había dicho, que los doce se sentarían en doce tronos "cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria" (cap. 19: 28), Jacobo y Juan se sintieron impulsados a pedir que Jesús les concediera los tronos cercanos al suyo.
Hijos de Zebedeo. Jacobo y Juan (Luc. 5: 10). Es probable que su madre fuera Salomé (Mat. 27: 56; cf. Mar. 15: 40; 16: 1), y que ella fuera hermana de María, la madre de Jesús 454 (ver com. Juan 19: 25). Era una de las mujeres que acompañaban a Jesús y a sus discípulos en sus viajes y que los habían atendido (Luc. 8: 1-3; cf. DTG 502).
Marcos dice específicamente que Jacobo y Juan presentaron en persona su pedido a Jesús (Mar. 10: 35), al paso que Mateo no da sus nombres y afirma que fue la madre quien presentó el pedido. Esa madre había fomentado en sus hijos la ambición, y los acompañó cuando se presentaron a Jesús para hacer su pedido (DTG 502). Al parecer, fue ella quien introdujo el tema (Mat. 20: 20) y luego Santiago y Juan expusieron su pedido (Mat. 10: 35; ver com. Mat. 20: 22).
21. ¿Qué quieres? Jesús se dirige aquí a la madre, quizá por respeto, aunque los discípulos también estaban con ella.
En tu reino. Marcos dice "en tu gloria" (cap. 10: 37), lo que se asemeja a la expresión "trono de su gloria". (Mat. 19: 28). Con referencia a la naturaleza del reino de Cristo, ver com. Mat. 3: 2; 4: 17; 5: 3; Luc. 4: 19.
A tu derecha. Jacobo y Juan pidieron las dos posiciones de mayor honra y privilegio.
22. Pedís. Literalmente, "pedís para vosotros". El empleo del plural deja en claro que Jacobo y Juan también habían hablado (ver com. vers. 20).
Vaso. Expresión figurada que representa los sufrimientos que Jesús había de padecer en el Getsemaní, en su juicio y en la cruz (Mat. 26:39; Mar. 14:36; Luc. 22:42; Juan 18:11).
Un vaso, o cáliz, es una figura bíblica que se emplea comúnmente para representar sufrimiento o castigo (Isa. 51: 17; Jer. 49: 12; Lam. 4: 21; ver com. Sal. 11: 6; 16: 5).
Ser bautizados. Gr. baptízÇ. Ver com. cap. 3:6. Es evidente que aquí se emplea la palabra en forma figurada. Así como el "vaso" representa los sufrimientos de Jesús, el "bautismo" representa su muerte (ver Rom. 6: 3-4; com. Luc. 12: 50).
Podemos. Jacobo fue el primer mártir de entre los doce (Hech. 12: 2), pero su hermano Juan vivió más que todos los otros discípulos (HAp 432, 454).
23. No es mío darlo. En vez de reprender abiertamente la audacia de los dos hermanos, Jesús les habló en una forma menos directa. Al parecer, Jacobo, Juan y su madre vinieron solos a Jesús.
Para quienes está preparado. En el reino de los cielos, no se conceden puestos debido a influencia ni a favoritismo; tampoco se los puede ganar. El lugar en el cielo se otorga exclusivamente por los méritos de Cristo y por la aceptación de los mismos, lo que hace que el hombre se prodigue en servicio para otros (ver com. cap. 20: 15). Aquellos que han vencido, serán invitados a sentarse con Cristo en su trono (Apoc. 3: 21).
Mi Padre. Como hombre entre los hombres, Cristo no ejerció sus prerrogativas reales (ver Nota Adicional de Juan 1).
24. Se enojaron. Los diez sintieron que Jacobo y Juan estaban procurando aventajarlos, quizá por la posible relación entre los dos hermanos y Jesús (ver com. vers. 20).
25. Gobernantes. Esta no fue la primera vez que Jesús instruyó a sus discípulos en cuanto a la humildad y el servicio (ver com. Mat. 18: 1, 3; Mar. 9: 35).
Se enseñorean. "Los gobiernan como señores absolutos" (BJ, ed. 1966). La autoridad terrenal funciona usando el poder. No puede ser de otro modo.
26. No será así. En este mundo, los que tienen autoridad tienden a "enseñorearse" de sus súbditos o subalternos. Pero entre los ciudadanos del reino celestial, el poder, la jerarquía, el talento y la educación han de ser consagrados exclusivamente al servicio de otros, y nunca deberán emplearse como un medio para dominar a otros.
El que quiera hacerse grande. Ver com. Mar. 9: 35. El que es mayor servirá a otros en una forma completamente abnegada. Al parecer, Jesús aprobó el deseo de ser grande siempre que eso significara servir y no dominar.
Servidor. Gr. diákonos, "servidor", "diácono" (ver com. Mar. 9: 35).
27. Siervo. Gr. dóulos, "esclavo".
28. Hijo del Hombre. Ver com. Mat. 1: 1; Mar. 2: 10. La vida de Cristo fue en primer lugar una vida de servicio. Durante el transcurso de su ministerio nunca tomó para sí ninguno de los privilegios que los rabinos solían atribuirse. No tenía nada que pudiera llamar suyo, y nunca ejerció el poder divino en su propio beneficio.
Vida. Gr. psuj' (ver com. cap. 10: 28).
Rescate. Gr. lútron "rescate", "expiación", "recompensa". En los papiros se emplea la palabra lútron para referirse al precio pagado para libertar a un esclavo. También se emplea al hablar del dinero pagado para rescatar una prenda. LutróÇ, verbo de la misma raíz, se traduce "redimir" (Luc. 24: 21; Tito 2: 14) y "rescatar" (1 Ped. 1:18). Aquí Cristo 455 presenta por primera vez una clara afirmación acerca de la naturaleza vicaria de su muerte. Este aspecto del supremo sacrificio de Jesús fue presentado claramente por el profeta Isaías más de siete siglos antes de que ese sacrificio fuera realizado (ver com. Isa. 53: 4-6). Es verdad que en la muerte de Jesús hubo una fase ejemplar, pero el significado de esa muerte iba mucho más lejos. Era ante todo una muerte vicaria, de otro modo Jesús no podría tener el poder de salvar a los hombres de sus pecados (ver com. Mat. 1: 21). Con referencia al espíritu que movió a Jesús a realizar este gran sacrificio en favor de los pecadores, ver Fil. 2: 6-8.
29. Al salir ellos. [Dos ciegos reciben la vista, Mat. 20:29-34 = Mar. 10:46-52 = Luc. 18:35-43. Comentario principal: Marcos.] 5CBA
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"LA LEY DEL NUEVO REINO" DTG
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Ministerio Hno. Pio
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