miércoles, 28 de abril de 2021

629. PREPARACIÓN PARA EL DÍA DEL JUICIO (MALAQUÍAS 4).

Malaquías 4. Aniquilación de los que desprecian al Señor. Juicio de Dios contra los malvados, y su bendición sobre los buenos (1-3). Se asegura la conducción divina para los que temen al Señor. Exhortación al estudio de la ley, y presentación de Elías: su venida y su obra (2, 4-6).

*El AT termina con esta solemne amonestación. Los que no se arrepienten de verdad deben ser incluidos con los impíos para sufrir la suerte de ellos (Mal. 4:1). Sin embargo, Malaquías presenta un mensaje de esperanza, pues el mismo Dios que destruye a los culpables trae eterna "salvación" (vers. 2) para los arrepentidos.

1 PORQUE he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama. Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada. 3 Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Jehová de los ejércitos. Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel. 5 He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. 6 El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición. (Malaquías 4).

1. Viene el día. El profeta responde con solemne certidumbre a los que preguntan: "¿Dónde está el Dios de justicia?" (cap. 2: 17), declarando que hay un día futuro en el que Dios ejecutará juicio y justicia sobre todos los impíos. 

Ese es el "día de Jehová" de Joel 1:15; 2:1; Amós 5:18, 20; Sof. 2:1-3; etc. 

Ver com. Isa. 13:6; 2 Ped. 3:10-12.

Ardiente. El castigo final de Dios para los impíos es destrucción total mediante el fuego (Apoc. 20: 9; ver com. Eze. 28: 16-19). Soberbios. El pecado de la soberbia es especialmente ofensivo para Dios, y es el único que se especifica aquí en Malaquías.

Estopa. No se podría usar un lenguaje más vigoroso para indicar la destrucción completa de los impíos. No perdurarán en un sufrimiento eterno como se cree erróneamente con frecuencia, sino que serán prontamente consumidos como "estopa" (cf.  Sal. 37: 10, 20; Isa. 5: 24). Abrasará. "Consumirá" (BJ).  Las Escrituras no apoyan el error popular de un infierno que arde eternamente. Los impíos no continuarán ardiendo permanentemente; los fuegos del último día literalmente los "consumirán".  Ver com. Jer. 17: 27; Mat. 3: 12; 25: 41; 2 Ped. 3: 7-13; Jud. 7. 

Ni raíz ni rama. Una vívida figura que indica el total aniquilamiento del pecado y de los pecadores (ver com.  Nah. 1: 9). Satanás, simbolizado como la "raíz" u originador del mal, y sus seguidores, simbolizados como las ramas, todos serán destruidos completamente (Sal. 37: 38).

2. El Sol de justicia. Una figura expresiva de Cristo como "la luz del mundo" (Juan 8: 12; cf. Juan 1: 4) y la Fuente de nuestra justicia (Jer. 23: 6; 1 Cor. 1: 30; 2 Cor. 5: 21; Fil. 3: 9). Cristo siempre está dispuesto a traer luz espiritual a su pueblo en tiempo de necesidad. En ese sentido se podría decir que el "Sol de justicia" salió en ocasión de la primera venida de Cristo (ver DTG 226) y "nacerá" de un modo especial en el tiempo de la gran oscuridad moral que precederá a su segundo advenimiento (ver PR 528-530).

Saltaréis. Heb. push, "brincar", "saltar"; "saldréis brincando" (BJ). Se describe a los redimidos como saltando de gozo ante el resultado final de injusticia y del amor de Dios (ver CS 731-732). Becerros de la manada. Heb. 'egle marbeq, "becerros gordos" o "desatados". "Becerros bien cebados" (BJ). La LXX reza "Becerros soltados de ataduras".

3. Hollaréis. Se describe la victoria final de los justos sobre los impíos. Ver com. Isa. 66:24. En el día. Ver com. vers. 1. Jehová de los ejércitos. Ver com. Jer. 7: 3.

4. Acordaos. Malaquías termina su profecía amonestando a su pueblo a que sea obediente a Dios. La obediencia humana es la respuesta imprescindible a la bendición divina. Es significativo que el profeta que termina el canon del AT debía hacer resaltar la necesidad y la importancia de observar las instrucciones de Dios para su pueblo dadas en el monte "Horeb" (cf. Lev. 26; Deut. 28). También es significativo que la "ley de Moisés" habría de jugar un papel tan importante en ayudar al pueblo a prepararse para el día del Señor.

Moisés mi siervo. Sin duda se lo menciona en particular porque fue el "mediador" (Gál. 3:19; Deut. 5:5) a través del cual se dieron en el Sinaí las instrucciones de Dios, sus "ordenanzas y leyes" (Exo. 24:12-18; Neh. 10:29).

5. El profeta Elías. Esta profecía indujo a muchos judíos de tiempos posteriores a esperar el regreso de Elías en persona a la tierra (cf.  Juan 1: 21). Sin embargo, ésta es una profecía de alguien que debía venir "con el espíritu y el poder de Elías" (Luc. 1: 17). Es decir, que predicaría un mensaje similar al de Elías. Antes del primer advenimiento de Cristo esta obra fue hecha por Juan el Bautista (Mat. 17: 12-13; Luc. 1: 16-17; ver com. Mal. 3: 1). Antes del segundo advenimiento de Cristo, los que predican los mensajes de los tres ángeles al mundo harán una obra similar. Ver com. 1 Rey. 18: 19-44; Mat. 3: 3-4; 11: 14.

Día de Jehová. Ver com. Isa. 13: 6.

6. Volver el corazón. El mensaje aquí predicado sería un mensaje que conduciría al verdadero arrepentimiento, y muchos se convertirían "al Señor Dios de ellos" (Luc. 1:16). Ver com.  Mal. 3:7.

Hijos. Referencia a los hijos literales de Israel, muchos de los cuales volverían a la verdadera fe de sus padres, los patriarcas. Ver com. Luc. 1: 16-17. 

Maldición. Heb. jéren, "una cosa dedicada a la destrucción" (ver com. Jos. 7:12; 1Sam. 15:21). El AT termina con esta solemne amonestación. Los que no se arrepienten de verdad deben ser incluidos con los impíos para sufrir la suerte de ellos (Mal. 4: 1). Sin embargo, Malaquías presenta un mensaje de esperanza, pues el mismo Dios que destruye a los culpables trae eterna "salvación" (vers. 2) para los arrepentidos. (4CBA).

COMENTARIOS DE EGW

1. EN LA EJECUCIÓN FINAL DEL, JUICIO se verá que no existe causa para el pecado.  Cuando el Juez de toda la tierra pregunte a 558 Satanás: "¿Por qué te rebelaste contra mí  y  arrebataste  súbditos de mi reino?" el autor del mal no podrá ofrecer excusa alguna. Toda boca permanecerá cerrada, todas las huestes rebeldes quedarán mudas.

Mientras la cruz del Calvario proclama el carácter inmutable de la ley, declara al universo que la paga del pecado es muerte. El grito agonizante del Salvador:  "Consumado es," fue  el  toque de agonía para Satanás.  Fue entonces cuando quedó zanjado el gran conflicto que había durado tanto tiempo y asegurada la extirpación final del mal.  

El Hijo de Dios atravesó los umbrales de la tumba, "para destruir por la muerte al que tenía el imperio de la muerte, es a saber, al diablo." (Hebreos 2: 14.) El deseo que Lucifer tenia de exaltarse a si mismo le había hecho decir: "¡Sobre las estrellas de Dios ensalzaré mi trono, . . . seré semejante al Altísimo!" Dios declara: "Te torno en ceniza sobre la tierra, . . . y no existirás más para siempre." (Isaías 14: 13, 14; Ezequiel  28: 18, 19, V.M.) Eso será cuando venga "el día ardiente como un horno; y todos los soberbios, y todos los que hacen maldad, serán estopa; y aquel día que vendrá, los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, el cual no les dejará ni raíz ni rama." (Malaquías 4:1).

Todo el universo habrá visto la naturaleza y los resultados del pecado.  Y su destrucción completa que en un principio hubiese atemorizado a los ángeles y deshonrado a Dios, justificará entonces el amor de Dios y establecerá su gloria ante un universo de seres que se deleitarán en hacer su voluntad, y en cuyos corazones se encontrará su ley. Nunca más se manifestará el mal.  La Palabra de Dios dice: "No se levantará la aflicción segunda vez." (Nahum 1: 9, V.M.) La ley de Dios que Satanás vituperó como yugo de servidumbres será honrada como ley de libertad.  Después de haber pasado por tal prueba y experiencia, la creación no se desviará jamás de la sumisión a Aquel que se dio a conocer en sus obras como Dios de amor insondable y sabiduría infinita. CS 557, 558

"Porque toda batalla de quien pelea es con estruendo, y con revolcamiento de vestidura en sangre: mas esto será para quema, y pábulo de fuego." "Porque Jehová está airado sobre todas las gentes, e irritado sobre todo el ejército de ellas; destruirálas y entregarálas al matadero." "Sobre los malos lloverá 731 lazos; fuego y azufre, con vientos de torbellinos, será la porción del cáliz de ellos." (Isaías 9: 5; 34: 2; Salmo 11: 6.) Dios hace descender fuego del cielo. La tierra está quebrantada. Salen a relucir las armas escondidas en sus profundidades. Llamas devoradoras se escapan por todas partes de grietas amenazantes. Hasta las rocas están ardiendo. Ha llegado el día que arderá como horno. Los elementos se disuelven con calor abrasador, la tierra también y las obras que hay en ella están abrasadas. (Malaquías 4:2; 2 Pedro 3:10.) La superficie de la tierra parece una masa fundida un inmenso lago de fuego hirviente. Es la hora del juicio y perdición de los hombres impíos,- "es día de venganza de Jehová, año de retribuciones en el pleito de Sión." (Isaías 34: 8.)

Los impíos reciben su recompensa en la tierra. (Proverbios 11: 31.) "Serán estopa; y aquel día que vendrá, los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos." (Malaquías 4: 1.) Algunos son destruídos como en un momento, mientras otros sufren muchos días. Todos son castigados "conforme a sus hechos." Habiendo sido cargados sobre Satanás los pecados de los justos, tiene éste que sufrir no sólo por su  propia rebelión, sino también por todos los pecados que hizo cometer al pueblo de Dios. Su castigo debe ser mucho mayor que el de aquellos a quienes engañó. Después de haber perecido todos los que cayeron por sus seducciones, el diablo tiene que seguir viviendo y sufriendo. En las llamas purificadoras, quedan por fin destruídos los impíos, raíz y rama, -Satanás la raíz, sus secuaces las ramas. La penalidad completa de la ley ha sido aplicada; las exigencias de la justicia han sido satisfechas; y el cielo y la tierra al contemplarlo, proclaman la justicia de Jehová.

La obra de destrucción de Satanás ha terminado para siempre. Durante seis mil años obró a su gusto, llenando la tierra de dolor y causando penas por todo el universo. Toda la creación gimió y sufrió en angustia. Ahora las criaturas de Dios han sido libradas para siempre de su presencia y de sus 732 tentaciones. "¡Ya descansa y está en quietud toda la tierra; prorrumpen los hombres [justos] en cánticos!" (Isaías 14: 7, V.M.).

Y un grito de adoración y triunfo sube de entre todo el universo leal. Se oye "como si fuese el estruendo de una gran multitud, y como si fuese el estruendo de muchas aguas, y como si fuese el estruendo de poderosos truenos, que decían: ¡Aleluya; porque reina el Señor Dios, el Todopoderoso!" (Apocalipsis 19: 6, V.M.)

Mientras la tierra estaba envuelta en el fuego de la destrucción, los justos vivían seguros en la ciudad santa. La segunda muerte no tiene poder sobre los que tuvieron parte en la primera resurrección. Mientras Dios es para los impíos un fuego devorador, es para su pueblo un sol y un escudo. (Apocalipsis 20: 6; Salmo 84: 11.)

"Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra han pasado." (Apocalipsis 21: 1, V.M.) El fuego que consume a los impíos purifica la tierra. Desaparece todo rastro de la maldición. Ningún infierno que arda eternamente recordará a los redimidos las terribles consecuencias del pecado.

Sólo queda un recuerdo: nuestro Redentor llevará siempre las señales de su crucifixión. En su cabeza herida, en su costado, en sus manos y en sus pies se ven las únicas huellas de la obra cruel efectuada por el pecado. El profeta, al contemplar a Cristo en su gloria, dice: "Su resplandor es como el fuego, y salen de su mano rayos de luz; y allí mismo está el escondedero de su poder." (Habacuc 3: 4, V.M.) En sus manos, y su costado heridos, de donde manó la corriente purpurina que reconcilió al hombre con Dios, allí está la gloria del Salvador, "allí mismo está el escondedero de su poder." "Poderoso para salvar" por el sacrificio de la redención, fue por consiguiente fuerte para ejecutar la justicia para con aquellos que despreciaron la misericordia de Dios. Y las marcas de su humillación son su mayor honor; a través de las edades eternas, las llagas del Calvario proclamarán su alabanza y declararán su poder. 733 "¡Oh, torre del rebaño, colina de la hija de Sión, a ti te llegará; sí, a ti vendrá el dominio anterior!" (Miqueas 4: 8, V.M.).

Llegó el momento por el cual suspiraron los santos desde que la espada de fuego expulsó a la primera pareja del paraíso -el tiempo de "la redención de la posesión adquirida." (Efesios 1: 14.) La tierra dada al principio al hombre para que fuera su reino, entregada alevosamente por él a manos de Satanás, y conservada durante tanto tiempo por el poderoso enemigo, ha sido recuperada mediante el gran plan de la redención. 

Todo lo que se había perdido por el pecado, ha sido restaurado. "Así dice Jehová, . . . el que formó la tierra y la hizo, el cual la estableció; no en vano la creó, sino que para ser habitada la formó." (Isaías 45: 18, V.M.) El propósito primitivo que tenía Dios al crear la tierra se cumple al convertirse ésta en la morada eterna de los redimidos. "Los justos heredarán la tierra, y vivirán para siempre sobre ella." (Salmo 37: 29.)

El temor de hacer aparecer la futura herencia de los santos demasiado material ha inducido a muchos a espiritualizar aquellas verdades que nos hacen considerar la tierra como nuestra morada. Cristo aseguró a sus discípulos que iba a preparar mansiones para ellos en la casa de su Padre. Los que aceptan las enseñanzas de la Palabra de Dios no ignorarán por completo lo que se refiere a la patria celestial. Y sin embargo son "cosas que ojo no vio, ni oído oyó, y que jamás entraron en pensamiento humano las cosas grandes que ha preparado Dios para los que le aman." (1 Corintios 2: 9, V.M.).

El lenguaje humano no alcanza a describir la recompensa de los justos. Sólo la conocerán quienes la contemplen. Ninguna inteligencia limitada puede comprender la gloria del paraíso de Dios. CS 730-733

OTRO ENGAÑO iba a ser presentado ahora. Satanás declaró que la misericordia destruía la justicia, que la muerte de Cristo abrogaba la ley del Padre. Si hubiese sido posible que la ley fuera cambiada o abrogada, Cristo no habría necesitado morir. Pero abrogar la ley sería inmortalizar la transgresión y colocar al mundo bajo el dominio de Satanás. Porque la ley era inmutable, porque el hombre podía ser salvo únicamente por la obediencia a sus preceptos, fue levantado Jesús en la cruz. Sin embargo, Satanás representó como destructor de la ley aquel mismo medio por el cual Cristo la estableció. Alrededor de esto girará el último conflicto de la gran lucha entre Cristo y Satanás. El aserto que Satanás presenta ahora es que la ley pronunciada por la misma voz de Dios es deficiente, que alguna especificación de ella ha sido puesta a un lado. Es el último gran engaño que arrojará sobre el mundo. No necesita atacar toda la ley; si puede inducir a los hombres a despreciar un precepto, logra su propósito. "Porque cualquiera que hubiere guardado toda la ley, y ofendiere en un punto, es hecho culpado de todos."*(Santiago 2:10).  Consintiendo en violar un precepto, 712 los hombres se colocan bajo el poder de Satanás. Substituyendo la ley de Dios por la ley humana, Satanás procurará dominar al mundo. Esta obra está predicha en la profecía. Acerca del gran poder apóstata que representa a Satanás, se ha declarado: "Hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en mudar los tiempos y la ley: y entregados serán en su mano. (Daniel 7:25).

Los hombres erigirán con seguridad sus leyes para contrarrestar las leyes de Dios. Tratarán de compeler las conciencias ajenas, y en su celo para imponer esas leyes oprimirán a sus semejantes. La guerra contra la ley de Dios, que empezó en el cielo, continuará hasta el fin del tiempo. Cada hombre será probado. El mundo entero ha de decidir si quiere obedecer o desobedecer. Todos serán llamados a elegir entre la ley de Dios y las leyes de los hombres. En esto se trazará la línea divisoria. Habrá solamente dos clases. Todo carácter quedará plenamente definido; y todos demostrarán si han elegido el lado de la lealtad o el de la rebelión. Entonces vendrá el fin. Dios vindicará su ley y librará a su pueblo. Satanás y todos los que se han unido con él en la rebelión serán cortados. El pecado y los pecadores perecerán, raíz y rama,*(Malaquías 4:1).

Satanás la raíz y sus seguidores las ramas. Será cumplida la palabra dirigida al príncipe del mal: "Por cuanto pusiste tu corazón como corazón de Dios,. . . te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín cubridor. . . . En espanto serás, y para siempre dejarás de ser." Entonces "no será el malo: y contemplarás sobre su lugar, y no parecerá;" "serán como si no hubieran sido. (Ezequiel 28:6-19; Salmos 37:10; Abdías 1:16).  

Este no es un acto de fuerza arbitraria de parte de Dios. Los que rechazaron su misericordia siegan lo que sembraron. Dios es la fuente de la vida; y cuando uno elige el servicio del pecado, se separa de Dios, y se separa así de la vida. Queda privado "de la vida de Dios." Cristo dice: "Todos los que me aborrecen, aman la muerte."*(Efes. 4:18; Prov. 8:36).

Dios les da la existencia por un tiempo para que desarrollen su carácter y revelen sus principios. Logrado esto, reciben los resultados de su propia elección. Por una vida de rebelión, Satanás y todos los que se unen con él se colocan de tal manera en desarmonía con Dios que la misma 713 presencia de él es para ellos un fuego consumidor. La gloria de Aquel que es amor los destruye. Al principio de la gran controversia, los ángeles no comprendían esto. Si se hubiese dejado a Satanás y su hueste cosechar el pleno resultado de su pecado, habrían perecido; pero para los seres celestiales no habría sido evidente que ello era el resultado inevitable del pecado. Habría permanecido en su mente una duda en cuanto a la bondad de Dios, como mala semilla para producir su mortífero fruto de pecado y desgracia. Pero no sucederá así cuando la gran controversia termine. Entonces, habiendo sido completado el plan de la redención, el carácter de Dios quedará revelado a todos los seres creados. Se verá que los preceptos de su ley son perfectos e inmutables. El pecado habrá manifestado entonces su naturaleza; Satanás, su carácter. Entonces el exterminio del pecado vindicará el amor de Dios y rehabilitará su honor delante de un universo compuesto de seres que se deleitarán en hacer su voluntad y en cuyo corazón estará su ley. Bien podían, pues, los ángeles regocijarse al mirar la cruz del Salvador; porque aunque no lo comprendiesen entonces todo, sabían que la destrucción del pecado y de Satanás estaba asegurada para siempre, como también la redención del hombre, y el universo quedaba eternamente seguro. Cristo mismo comprendía plenamente los resultados del sacrificio hecho en el Calvario. Los consideraba todos cuando en la cruz exclamó: "Consumado es." DTG 711-713

MJ 126; PE 51, 151, 295; PP 354; SR 428-429; 4T 633

2. CUANDO ESTABA POR APARECER EL MESÍAS PROMETIDO, éste fue el mensaje del precursor de Cristo: Arrepentíos, publicanos y pecadores; arrepentíos, fariseos y saduceos, "que el reino de los cielos se ha acercado." (Mat. 3: 2.)

Hoy, en el espíritu y poder de Elías y de Juan el Bautista, los mensajeros enviados por Dios recuerdan a un mundo destinado al juicio los acontecimientos solemnes que pronto han de suceder en relación con las horas finales del tiempo de gracia y la aparición de Cristo Jesús como Rey de reyes y Señor de señores. Pronto será juzgado cada uno por lo que haya hecho por medio del cuerpo. La hora del juicio ha llegado, y a los miembros de su iglesia en la tierra incumbe la solemne responsabilidad de dar aviso a los que están, por así decirlo, en la misma margen de la ruina eterna. A todo ser humano que quiera escuchar en este vasto mundo, deben presentarse claramente los principios que están en juego en la gran controversia que se desarrolla, pues de ellos dependen los destinos de toda la humanidad.

En estas horas finales del tiempo de gracia concedido a los hijos de los hombres, cuando falta tan poco para que la suerte de cada alma sea decidida para siempre, el Señor del cielo y de 529 la tierra espera que su iglesia se levante a obrar como nunca antes. Los que han sido libertados en Cristo por un conocimiento de la verdad preciosa son considerados por el Señor Jesús como sus escogidos, favorecidos por sobre todos los demás en la tierra; y él espera de ellos que manifiesten las alabanzas de Aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable. Las bendiciones tan liberalmente concedidas deben ser comunicadas a otros. La buena nueva de la salvación debe ir a toda nación, tribu, lengua y pueblo.

En las visiones de los profetas antiguos se representaba al Señor de gloria como otorgando luz especial a su iglesia en los días de tinieblas e incredulidad que preceden a su segunda venida. Como Sol de Justicia, iba a levantarse sobre su iglesia, para traer "salud" "en sus alas." (Mal. 4: 2.) Y de todo verdadero discípulo debe irradiar una influencia que difunda vida, valor, auxilio y verdadera sanidad. La venida de Cristo se producirá en el momento más obscuro de la historia de esta tierra. Los días de Noé y de Lot representan la condición del mundo precisamente antes que venga el Hijo del hombre. Apuntando hacia este tiempo, las Escrituras declaran que Satanás obrará con potencia y "con todo engaño de iniquidad." (2 Tes. 2: 9, 10.) Su obra queda claramente revelada por el aumento acelerado de las tinieblas, los múltiples errores, herejías y engaños de estos postreros días. No sólo está Satanás llevando cautivo al mundo, sino que sus seducciones están leudando a las iglesias que profesan ser de nuestro Señor Jesucristo. La gran apostasía se desarrollará en tinieblas tan densas como las de medianoche. Para el pueblo de Dios, será una noche de prueba, de llanto y de persecución por causa de la verdad. Pero de esa noche de tinieblas resplandecerá la luz de Dios.

El "mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz." (2 Cor. 4: 6.) Cuando "la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la haz del abismo, . . . el Espíritu de Dios se movía sobre la haz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la 530 luz: y fue la luz."(Gén. 1: 2, 3.) Así también en la noche de tinieblas espirituales dice Dios: "Sea la luz." Ordena a su pueblo: "Levántate, resplandece; que ha venido tu lumbre, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti."(Isa. 60:1 .) Dice la Escritura: "He aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad los pueblos: mas sobre ti nacerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria."(Vers. 2.) Cristo, manifestación de la gloria del Padre, vino al mundo para ser su luz. Vino para representar a Dios ante los hombres, y de él fue escrito que "le ungió Dios de Espíritu Santo y de potencia" y "anduvo haciendo bienes." (Hech. 10: 38).

 En la sinagoga de Nazaret dijo: "El Espíritu del Señor es sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres: me ha enviado para sanar a los quebrantados de corazón; para pregonar a los cautivos libertad, y a los ciegos vista; para poner en libertad a los quebrantados: para predicar el año agradable del Señor." (Luc. 4: 18, 19.) Tal era la obra que encargó a sus discípulos que hiciesen. Les dijo: "Vosotros sois la luz del mundo.... Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos." (Mat. 5: 14, 16.)

Esta es la obra que el profeta Isaías describe cuando dice: "¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes metas en casa; que cuando vieres al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu carne? Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salud se dejará ver presto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia." (Isa. 58: 7, 8.)

Así, en la noche de tinieblas espirituales, la gloria de Dios debe resplandecer mediante la obra que hace su iglesia al levantar al abatido y al consolar a los que lloran.

En todo nuestro derredor se oye el llanto de un mundo afligido. Por todos lados hay menesterosos y angustiados. Nos incumbe aliviar y suavizar las asperezas y miserias de la vida. Sólo el amor de Cristo puede satisfacer las necesidades del 531 alma. Si Cristo mora en nosotros, nuestro corazón rebosará de simpatía divina. Se abrirán los manantiales sellados de un amor ferviente como el de Cristo.

Son muchos los que han quedado sin esperanza. Devolvámosles la alegría. Muchos se han desanimado. Dirijámosles palabras de aliento. Oremos por ellos. Hay quienes necesitan el pan de vida. Leámosles la Palabra de Dios. Muchos tienen el alma aquejada por una enfermedad que ningún bálsamo ni médico puede curar. Roguemos por estas almas. Llevémoslas a Jesús. Digámosles que en Galaad hay bálsamo y Médico.

La luz es una bendición universal que derrama sus tesoros sobre un mundo ingrato, profano y desmoralizado. Lo mismo hace la luz del Sol de Justicia. Toda la tierra, que está rodeada por las tinieblas del pecado, de la tristeza y del dolor, debe ser iluminada por el conocimiento del amor de Dios. Ninguna secta, categoría ni clase de personas debe ser excluída de la luz que resplandece del trono celestial.

El mensaje de esperanza y misericordia debe ser proclamado hasta los últimos confines de la tierra. Todo aquel que quiera puede extender la mano, asirse de la fortaleza de Dios, reconciliarse con él y obtener paz. Ya no deben quedar los paganos envueltos en obscuridad de medianoche. La lobreguez debe desaparecer ante los brillantes rayos del Sol de Justicia.

Cristo ha tomado toda medida necesaria para que su iglesia sea un cuerpo transformado, iluminado por la Luz del mundo, en posesión de la gloria de Emmanuel. El se propone que todo cristiano esté rodeado de una atmósfera espiritual de luz y de paz. Desea que revelemos su gozo en nuestra vida."Levántate, resplandece; que ha venido tu lumbre, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti."(Isa. 60: 1) Cristo viene con poder y grande gloria. Viene con su propia gloria, y con la del Padre. Y le acompañarán los santos ángeles. Mientras todo el mundo esté sumido en tinieblas, habrá luz en toda morada de los santos. Percibirán la primera vislumbre de su segunda aparición. Una luz sin sombra brillará de su 532 resplandor, y Cristo el Redentor será admirado por todos los que le sirvieron. Mientras huyan los impíos, los que siguieron a Cristo se regocijarán en su presencia.

Entonces los redimidos de entre los hombres recibirán la herencia que se les prometió. Así obtendrá un cumplimiento literal el propósito de Dios para con Israel. El hombre no puede impedir que se cumpla la voluntad de Dios. Aun en medio de las manifestaciones del mal, los propósitos de Dios han estado avanzando constantemente hacia su realización. Así sucedió con la casa de Israel durante toda la historia de la monarquía dividida; y así sucede hoy con el Israel espiritual.

Mirando a través de los siglos, al tiempo de esta restauración de Israel en la tierra hecha nueva, el vidente de Patmos testificó: "Miré, y he aquí una gran compañía, la cual ninguno podía contar, de todas gentes y linajes y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y palmas en sus manos; y clamaban en alta voz, diciendo: Salvación a nuestro Dios que está sentado sobre el trono, y al Cordero."(Apoc. 7: 9-10.)

"Y todos los ángeles estaban de pie en torno del trono, y en torno de los ancianos y de los cuatro seres vivientes (V.M.); y postráronse sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo: Amén: La bendición y la gloria y la sabiduría, y la acción de gracias y la honra y la potencia y la fortaleza, sean a nuestro Dios para siempre jamás." "Y oí como la voz de una grande compañía, y como el ruido de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: Aleluya: porque reinó el Señor nuestro Dios Todopoderoso. Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria."  "Es el Señor de los señores, y el Rey de los reyes: y los que están con él son llamados, y elegidos, y fieles." (Apoc. 7: 9-12;19: 6, 7;17: 14.). PR 528-532

CM 358; CS 79, 703; DTG 13, 31, 226; Ed 102; 1JT 341, 515; 3JT 113; MC 21, 78, 166, 194; MeM 15, 165; MM 126; PR 277, 507, 529; PVGM 50, 398; 4T 342; 6T 54; TM 453

5. UN SACRIFICIO VIVO. Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.  (Rom. 12: 1). El Señor ha estado llamando la atención de su pueblo a la reforma pro salud.  Esta es una de las grandes ramas en la obra de preparación para la venida del Hijo del Hombre.  Juan el Bautista salió con el espíritu y del poder de Elías para preparar el camino del Señor. . .

Juan se separó de sus amigos y de los placeres de la vida.  La simplicidad de su vestimenta, un manto tejido de pelo de camello, era un permanente reproche para el lujo desmedido y la ostentación de los sacerdotes judíos y del pueblo en general.  Su dieta, puramente vegetal, de algarrobas y miel silvestre, era un reproche para la complacencia del apetito y la glotonería que prevalecían por todas partes. . . Los que deben preparar el camino para la segunda venida de Cristo están representados por el fiel Elías, así como Juan vino en el espíritu de Elías para preparar el camino para la primera venida de Cristo.  El gran tema de la reforma debe ser puesto ante la opinión pública. . . La temperancia en todas las cosas debe estar unida con el mensaje para volver al pueblo de Dios de su idolatría, su glotonería y sus extravagancias en el vestir y en otras cosas.

Debe presentarse a la gente la negación del yo, la humildad y la temperancia que se requieren de los justos, a quienes Dios guía y bendice especialmente, en contraste con los hábitos de despilfarro, destructores de la salud de los que viven en esta época degenerada. . .  No puede encontrarse en ningún lugar una causa tan grande de degeneración moral y física como el descuido de este importante asunto.  Son culpables ante Dios los que complacen apetito y pasiones y cierran los ojos a la luz por temor de ver excesos pecaminosos que no están dispuestos a abandonar.  Todo aquel que se aleja de la luz en una cosa, endurece su corazón para hacer caso omiso de la luz en otros asuntos.  Todo aquel que viola las obligaciones morales en el comer y el vestir, prepara el camino para violar las exigencias de Dios en lo que se refiere a intereses eternos.  Nuestros cuerpos no nos pertenecen.  Dios exige que cuidemos de la morada que nos ha dado, para que podamos presentarle nuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable (Testimonies, tomo 3, págs. 61-63).  CV 273

Y EL SEÑOR SIENTE HOY TANTO CELO POR SU LEY COMO EN LOS DÍAS DE ACAB Y ELÍAS. Sin embargo, ¡cómo se desprecia esa ley! Miremos hoy al mundo en abierta rebelión contra Dios.  Esta es en verdad una generación rebelde, llena de ingratitud, formalismo, falsedad, orgullo y apostasía.  Los hombres descuidan la Biblia y odian la verdad.  Jesús ve su ley rechazada, su amor despreciado, sus embajadores tratados con indiferencia.  El habló por sus 138 misericordias, pero éstas no han sido reconocidas; él dirigió advertencias, pero éstas no han sido escuchadas.  Los atrios del templo del alma humana han sido trocados en lugares de tráfico profano.  El egoísmo, la envidia, el orgullo y la malicia son las cosas que se cultivan.

Muchos no vacilan en burlarse de la palabra de Dios.  Los que creen esa palabra tal como se expresa son ridiculizados.  Existe un desprecio cada vez mayor por la ley y el orden, y se debe directamente a una violación de las claras órdenes de Jehová.  La violencia y los crímenes son resultado del hecho de que la humanidad se ha desviado de la senda de la obediencia.  Miremos la desgracia y la miseria de las multitudes que adoran ante los ídolos y buscan en vano felicidad y paz.

Miremos el desprecio casi universal en que se tiene el mandamiento del sábado.  Miremos también la audaz impiedad de aquellos que, mientras promulgan leyes para salvaguardar la supuesta santidad del primer día de la semana, legalizan el tráfico de las bebidas alcohólicas.  Demasiado sabios para prestar atención a lo escrito, intentan ejercer coerción sobre las conciencias de los hombres mientras sancionan un mal que embrutece y destruye a los seres creados a la imagen de Dios.  Es Satanás mismo quien inspira esa legislación.  El sabe muy bien que la maldición de Dios descansará sobre los que exalten los decretos humanos sobre los divinos; y hace cuanto está en su poder para llevar a los hombres por la ancha vía que acaba en la destrucción.

Los hombres han adorado durante tanto tiempo las opiniones y las instituciones humanas que casi todo el mundo sigue en pos de los ídolos.  Y el que procuró cambiar la ley de Dios usa todo artificio engañoso para inducir a hombres y mujeres a alistarse contra Dios y contra la señal por la cual se conoce a los justos.  Pero el Señor no tolerará siempre que su ley sea violada y despreciada con impunidad.  Llega un tiempo en que "la altivez de los ojos del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y Jehová solo será ensalzado en 139 aquel día." (Isa. 2: 11.)  Los escépticos pueden tratar los requerimientos de la ley de Dios con escarnio, burlas y negativas.  El espíritu de mundanalidad puede contaminar a los muchos y dominar a los pocos; puede ser que la causa de Dios se sostenga tan sólo por gran esfuerzo y continuo sacrificio; pero al fin la verdad triunfará gloriosamente.

En la obra final que Dios realiza en la tierra, el estandarte de su ley volverá a enarbolarse. Puede prevalecer la religión falsa, abundar la iniquidad, enfriarse el amor de muchos, perderse de vista la cruz del Calvario, y pueden las tinieblas esparcirse por la tierra como mortaja; puede volverse contra la verdad toda la fuerza de las corrientes populares; pueden tramarse una maquinación tras otra para destruir al pueblo de Dios; pero en la hora del mayor peligro, el Dios de Elías suscitará instrumentos humanos para proclamar un mensaje que no será acallado.  En las ciudades populosas de la tierra, y en los lugares donde los hombres más se han esforzado por hablar contra el Altísimo, se oirá la voz de una reprensión severa.  Con osadía los hombres designados por Dios denunciarán la unión de la iglesia con el mundo.  Con fervor invitarán a hombres y mujeres a apartarse de la observancia de una institución humana para guardar el verdadero día de reposo. Proclamarán a toda nación: "Temed a Dios, y dadle honra; porque la hora de su juicio es venida; y adorad a aquel que ha hecho el cielo y la tierra y el mar y las fuentes de las aguas.... Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y toma la señal en su frente, o en su mano, éste también beberá del vino de la ira de Dios, el cual está echado puro en el cáliz de su ira." (Apoc. 14: 7-10.)

Dios no violará su pacto, ni alterará lo que proclamaron sus labios.  Su palabra perdurará para siempre, tan inalterable como su trono.  En el juicio, este pacto se destacará, escrito claramente por el dedo de Dios; y el mundo será emplazado ante el tribunal de la justicia infinita para recibir su sentencia.  

Hoy como en el tiempo de Elías, la línea de demarcación 140 entre el pueblo que guarda los mandamientos de Dios y los adoradores de los falsos dioses está claramente trazada.  Elías clamó: "¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos?  Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él." (1 Rey. 18: 21.) Y el mensaje destinado a nuestra época es: "Caída es, caída es la grande Babilonia.... Salid de ella, pueblo mío, porque no seáis participantes de sus pecados, y que no recibáis de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades." (Apoc. 18: 2, 4, 5)

No está lejos el tiempo en que cada alma será probada.  Se procurará imponernos la observancia del falso día de reposo.  La contienda será entre los mandamientos de Dios y los de los hombres.  Los que hayan cedido paso a paso a las exigencias mundanales y se hayan conformado a las costumbres del mundo cederán a las autoridades, antes que someterse al ridículo, los insultos, las amenazas de encarcelamiento y la muerte.  En aquel tiempo el oro quedará separado de la escoria.  La verdadera piedad se distinguirá claramente de las apariencias de ella y su oropel.  Más de una estrella que hemos admirado por su brillo se apagará entonces en las tinieblas.  Los que hayan asumido los atavíos del santuario, pero no estén revestidos de la justicia de Cristo, se verán en la vergüenza de su propia desnudez.

Entre los habitantes de la tierra, hay, dispersos en todo país, quienes no han doblado la rodilla ante Baal.  Como las estrellas del cielo, que sólo se ven de noche, estos fieles brillarán cuando las tinieblas cubran la tierra y densa obscuridad los pueblos.  En la pagana África, en las tierras católicas de Europa y de Sudamérica, en la China, en la India, en las islas del mar y en todos los rincones obscuros de la tierra, Dios tiene en reserva un firmamento de escogidos que brillarán en medio de las tinieblas para demostrar claramente a un mundo apóstata el poder transformador que tiene la obediencia a su ley. Ahora mismo se están revelando en toda nación, entre toda lengua 141 y pueblo; y en la hora de la más profunda apostasía, cuando se esté realizando el supremo esfuerzo de Satanás para que "todos, . . . pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y siervos" (Apoc. 13: 16), reciban, so pena de muerte, la señal de lealtad a un falso día de reposo, estos fieles, "irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin culpa," resplandecerán "como luminares en el mundo." (Filip. 2: 15.)  Cuanto más obscura sea la noche, mayor será el esplendor con que brillarán.

¡Cuán extraño censo habría levantado Elías en Israel cuando los juicios de Dios estaban cayendo sobre el pueblo apóstata! Sólo podía contar a una persona de parte del Señor. Pero cuando dijo: "Yo solo he quedado, y me buscan para quitarme la vida," esta palabra del Señor le sorprendió: "Yo haré que queden en Israel siete mil; todas rodillas que no se encorvaron a Baal." (1 Rey. 19: 14, 18). Nadie intente censar a Israel hoy, sino que cada uno tenga un corazón de carne, lleno de tierna simpatía, que, como el corazón de Cristo, procure la salvación de un mundo perdido. PR 137-141

PR 528; TM 484

5-6. Juan se separó de sus amigos y de los lujos de la vida, para ir a vivir solo en el desierto, alimentándose de una dieta puramente vegetal.  La sencillez de su vestimenta -un manto tejido con pelo de camello- era un reproche para el lujo y la ostentación de la gente de su generación, especialmente de los sacerdotes judíos.  También su régimen, de langostas y miel silvestre, era un reproche para la glotonería que prevalecía por doquiera.

La obra de Juan fue predicha por el profeta Malaquías: "He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres"  (Mal. 4: 5, 6).  Juan el Bautista salió con el espíritu y el poder de Elías para preparar el camino del Señor, y para hacer volver la gente a la sabiduría de los justos.  Era un representante de los que viven en los últimos días, a quienes Dios ha confiado sagradas verdades para presentar ante la gente y preparar el camino para la segunda venida de Cristo.  Y los mismos principios de temperancia que Juan practicó debieran ser observados por aquellos que en nuestros días han de advertir al mundo de la llegada del Hijo del Hombre.

Dios hizo al hombre a su propia imagen, y espera que el hombre conserve íntegras las facultades que se le han impartido para el servicio del Creador. ¿No debiéramos prestar atención a sus advertencias, y tratar de conservar cada facultad en las mejores condiciones para servir a Dios?  Lo mejor que podamos dar a Dios es débil, por cierto.

¿Por qué hay tanta miseria hoy en el mundo? ¿Será porque a Dios le agrada ver sufrir a sus criaturas? ¡Oh, no!  Es porque los hombres han sido debilitados por prácticas inmortales.  Nos quejamos de la transgresión de Adán y parece que pensamos que nuestros primeros padres dieron muestra de gran debilidad al ceder a la tentación.  

Pero si la transgresión de Adán fuera el único mal que tuviéramos que enfrentar, la condición del mundo sería mucho mejor de lo que es.  Ha habido una sucesión de caídas desde los días de Adán (Christian Temperance and Bible Hygiene, págs. 37-39). Te 81

6. MeM 204

Ministerio Hno. Pio

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