ZACARÍAS 6. Octava visión: los cuatro carros (1-8). El Advenimiento Y La Obra De Cristo: El Renuevo. Las coronas de Josué simbolizan el templo y el reino de Cristo, "el Renuevo" (9-15).
Los Vers. 1-8. Presenta a Dios supervisando los asuntos de la
tierra para el cumplimiento de su propósito divino, tal como se presentó en las
visiones anteriores, y así asegura el éxito de la misión de Israel.
Los vers. 9-15 presentan un notable simbolismo de la obra del Mesías. La obra de restauración debía proseguir hasta el glorioso clímax con la venida del Mesías y el establecimiento de su reino eterno (cf. vers. 13).
Entonces debemos precisar que se está profetizando en esta parte. La venida del Mesías en su primera venida, luego su obra mediadora como sumo sacerdote en los cielos (Heb. Cap. 8,9…), su segunda y tercera venida. Donde establecerá su trono en Jerusalén. Con la Nueva Jerusalén. (14:4); Apoc. Cap. 21,22). Los judíos mal interpretaron esta profecía en el sentido que en su primera venida, haría todo esto. Y al no satisfacer sus ambiciones nacionales, lo rechazaron. (Juan 1:1-14).
El Comentario del capítulo 1: 8. Dice: La primera visión tenía la finalidad de inspirar confianza en el bondadoso propósito de Dios de restaurar a su pueblo. Daba la seguridad de que las naciones gentiles serían vencidas, y que, a pesar de la condición de Israel, se llevaría a cabo el misericordioso propósito de Dios si el pueblo cumplía con su parte (cap. 6: 15).
En la interpretación de las visiones de Zacarías debe tenerse en cuenta que aunque la enseñanza general de las visiones parece ser clara, no siempre es evidente el significado de los detalles. Esto se debe en parte a que las visiones, como las parábolas, CONTIENEN ciertos elementos necesarios para completar la narración o presentación, QUE NO forzosamente tienen valor exegético. Otros elementos no son explicados por el profeta o por otros escritores inspirados. Por esto no se puede saber su significado con seguridad (ver. com. Eze. 1: 4; t. III, p. 1129).
1 De Nuevo alcé mis ojos y miré, y he aquí cuatro carros que salían de entre dos montes; y aquellos montes eran de bronce. 2 En el primer carro había caballos alazanes, en el segundo carro caballos negros, 3 en el tercer carro caballos blancos, y en el cuarto carro caballos overos rucios rodados. 4 Respondí entonces y dije al ángel que hablaba conmigo: Señor mío, ¿qué es esto? 5 Y el ángel me respondió y me dijo: Estos son los cuatro vientos de los cielos, que salen después de presentarse delante del Señor de toda la tierra. 6 El carro con los caballos negros salía hacia la tierra del norte, y los blancos salieron tras ellos, y los overos salieron hacia la tierra del sur. 7 Y los alazanes salieron y se afanaron por ir a recorrer la tierra. Y dijo: Id, recorred la tierra. Y recorrieron la tierra. 8 Luego me llamó, y me habló diciendo: Mira, los que salieron hacia la tierra del norte hicieron reposar mi Espíritu en la tierra del norte.
9 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 10 Toma de los del cautiverio a Heldai, a Tobías y a Jedaías, los cuales volvieron de Babilonia; e irás tú en aquel día, y entrarás en casa de Josías hijo de Sofonías. 11 Tomarás, pues, plata y oro, y harás coronas, y las pondrás en la cabeza del sumo sacerdote Josué, hijo de Josadac.
12 Y le hablarás, diciendo: Así ha hablado Jehová de los ejércitos, diciendo: He aquí el varón cuyo nombre es el Renuevo, el cual brotará de sus raíces, y edificará el templo de Jehová. 13 El edificará el templo de Jehová, y él llevará gloria, y se sentará y dominará en su trono, y habrá sacerdote a su lado; y consejo de paz habrá entre ambos.
14 Las coronas servirán a Helem, a Tobías, a Jedaías y a Hen hijo de Sofonías, como memoria en el templo de Jehová. 15 Y los que están lejos vendrán y ayudarán a edificar el templo de Jehová, y conoceréis que Jehová de los ejércitos me ha enviado a vosotros. Y esto sucederá si oyereis obedientes la voz de Jehová vuestro Dios. (Zacarias 6).
1. Cuatro carros. De las ocho visiones ésta es quizá la más oscura de todas. La información que da el ángel que interpreta es muy escasa. Algunos han advertido un parecido con la visión del cap. 1: 8-11; pero es dudoso hasta qué punto debe darse énfasis a ese parecido. Todavía no se ha dado una explicación plenamente satisfactoria de los diversos símbolos (ver com. 1: 8).
Dos montes. Como fueron presentados en visión, no representan necesariamente lugares geográficos. Más tarde se dice que los carros salen de la presencia de Dios (vers. 5).
Bronce. No se explica el significado del bronce. El profeta puede haber procurado destacar la apariencia y no el material. No todos los elementos de tina visión necesariamente tienen valor interpretativo (ver com. cap. 1: 8).
2. Caballos alazanes. "Rojos" (BJ). Los diversos colores de los caballos (vers. 2-3) distinguían los carros que salían en diversas direcciones (vers. 6-7).
5. Vientos. Heb. rujoth, singular, rúaj. Esta palabra aparece 377 veces en el AT. Más de 200 veces se traduce "espíritu"*, y unas 90 veces, "viento"; y de diversas maneras el resto de las ocasiones en que aparece. La traducción "viento" es preferida en la LXX y la BJ. Hay una frase hebrea idéntica que ha sido traducida "los cuatro vientos del cielo" (Dan. 8: 8).
6. Tierra del norte. Como las rutas de invasión procedentes de Babilonia entraban en Palestina por el norte, Babilonia ya había sido designada como un poder del norte (ver com. Jer. 1: 14-15). El término podría aplicarse correctamente a los persas que se habían posesionado de los territorios de Babilonia. Los carros "que salen después de presentarse delante del Señor de toda la tierra" (Zac. 6: 5), sin duda representan los instrumentos de Dios que efectúan en todo el mundo "silenciosa y pacientemente los consejos de la voluntad de Dios" (Ed 169). La alusión al país del norte quizá simbolizaba la influencia ejercida sobre los gobernantes del reino de Persia para que favorecieran la obra de Dios. En ese tiempo parecía "que el permiso concedido a los judíos para reedificar estaba por serles retirado" (PR 425). Esta visión debe haber reanimado mucho a los desalentados edificadores, pues les aseguraba que tendría éxito la misión al país del norte: "Los que salieron hacia la tierra del norte hicieron reposar mi Espíritu en la tierra del norte" (ver com. vers. 8). Poco después Darío promulgó un nuevo decreto por medio del cual se permitía que avanzara la obra; apoyaba la empresa con fondos públicos y amenazaba a cualquiera que pudiera estorbaría (Esd. 6: 7-12).
Tras ellos. Algunos prefieren traducir "hacia el país de occidente" (BJ), pues concuerda con la manera en que parecían salir los carros: hacia los cuatro puntos cardinales. Pero para lograr esa variante es necesario alterar ligeramente el hebreo. Pudiera ser que aunque normalmente los caballos blancos no eran enviados hacia el norte, pueden haber sido enviados en esa dirección debido a la crisis que allí había (ver com. "Tierra del norte").
En momentos de emergencia los instrumentos del cielo se combinan con un propósito benéfico (ver com. Dan. 10: 13).
7. Los alazanes. Heb. 'amutstsim, del verbo 'amats, "ser fuerte", "ser valiente". "Briosos salían" (BJ). La RVR usa el color 'adummim que aparece en el vers. 2, puesto que no se ha presentado hasta aquí su destino. Si se traduce "fuertes" o "briosos", podría aplicarse esta frase al conjunto de caballos. Sin embargo, la impaciencia y el brío de todos los caballos puede haber sido el propósito del símbolo, para mostrar la velocidad con que el cielo actuaría para eliminar la incertidumbre y preocupación prevalecientes (ver com. vers. 6).
8. Reposar mi Espíritu. Heb. rúaj, que aquí puede usarse en el sentido de "voluntad" o "volición" (ver com. Ecl. 12: 7). La expresión que refiera a la realización de la voluntad de Dios en Persia. Es decir, la promulgación del decreto favorable para los judíos (ver com. Zac. 6: 6). Cf. cap. 1: 11, 15.
9. Palabra de Jehová. Los vers. 9-15 presentan un notable simbolismo de la obra del Mesías. La obra de restauración debía proseguir hasta el glorioso clímax con la venida del Mesías y el establecimiento de su reino eterno (cf. vers. 13; ver com. 1: 8).
10. Toma de. En las ocho visiones (cap. 1: 7 a 6: 8) Zacarías fue sólo un observador. Las instrucciones que se dan aquí al profeta quizá debían llevarse a cabo como parte de la ceremonia inaugural de Josué como sumo sacerdote, cuando se reanudaran los servicios del templo.
Del cautiverio. Algunos han sugerido que los tres hombres mencionados eran representantes de los Judíos que aún estaban en Babilonia, y que se habían presentado con ofrendas para el templo. La LXX en lugar de los nombres da el significado simbólico de éstos: "los principales", "los útiles" y "los que lo han entendido".
Josías. Se ha sugerido que se trata del hijo de Sofonías de 2 Rey. 25: 18, que era de la "segunda" clase de sacerdotes de los años finales del reino de Judá (cf. Jer. 21: 1; 37: 3). Sin embargo, como desde la conquista de Jerusalén (2 Rey. 25: 18-21) ya habían transcurrido 70 años, es muy difícil que Sofonías fuera el padre del Josías de este relato, a menos que Josías fuera ahora sumamente anciano.
11. Josué. Ver com. cap. 3: 1. El sumo sacerdote representa aquí al Mesías, así como en el cap. 3: 1-4 representa al pueblo.
12. Le hablarás. Esto es, a Josué. Renuevo. Heb. tsemaj (ver com. cap. 3: 8). Una clara predicción mesiánica, reconocida como tal por los Judíos.
Brotará. Heb. tsamaj, "crecer", "brotar". De tsamaj deriva tsemaj, la palabra traducida "Renuevo".
Edificará el templo. La predicción incluye más que el templo material terminado por Zorobabel (Esd. 6:14-15): el profeta ve anticipadamente la casa espiritual (ver com. Zac. 6:15; cf. 1 Cor. 3:16-17; Efe. 2:19- 22; 1 Ped. 2:3-5; CS 468).
13. Edifícará. La repetición es sin duda para dar énfasis. Gloria. "Es a Cristo a quien pertenece la gloria de la redención de la raza caída" (CS 468).
Sacerdote. Como Melquisedec, quien ejercía el doble oficio de sacerdote y rey (Luc. 1:32-33; Heb. 5: 5-6, 10; 7: 1-2, 15-17; 8: 1-2), Cristo sería sacerdote y finalmente ascendería al "trono de David su padre" (ver Sal. 110: 1-4). En su primer advenimiento Cristo se hizo idóneo para servir como Sumo Sacerdote en el santuario celestial (Heb. 2: 17), para quitar los pecados de los hombres y transformar sus caracteres. En su segundo advenimiento vendrá para reinar sobre ellos como Rey (ver com. Mat. 25: 31).
Consejo de paz. Esta frase describe el convenio entre el Padre y el Hijo para la salvación del hombre (ver 3JT 266; CS 468-469).
14. Coronas. O "corona" (BJ). Helem. Quizá sea el "Heldai" del vers. 10.
Tobías. Ver com vers. 10. Jedaías. Ver com. vers. 10.
A Hen. Literalmente, "para la gracia [o favor] del hijo de Sofonías". La LXX traduce: "Para el favor del hijo de Sofonías".
15. Que están lejos. Los gentiles que se unirían al reino mesiánico (cf. Isa. 11: 9; 57: 13). Debido al completo fracaso del Israel literal, Dios está llevando a cabo su propósito mediante la iglesia cristiana (Efe. 2: 19-22; 1 Ped. 2: 3-5; HAp 475-476; ver pp. 30-38).
Si oyerais. Los Judíos, podrían haber formado el núcleo de la casa espiritual de Dios; pero las promesas para ellos eran condicionales, como aquí se destaca claramente. Con todo y a pesar del fracaso humano, el propósito de Dios proseguirá firmemente y se cumplirá mediante aquellos que de toda nación constituyen hoy su casa espiritual (ver pp. 37-38).
https://ministeriohnopio1.blogspot.com/2020/09/el-papel-de-israel-en-la-profecia-del.html
COMENTARIOS DE (EGW).
12. LA OBRA MEDIADORA DE CRISTO en favor del hombre se presenta en esta hermosa profecía de Zacarías relativa a Aquel "cuyo nombre es El Vástago." El profeta dice: "Sí, edificará el Templo de Jehová, y llevará sobre sí la gloria; y se sentará y reinará sobre su trono, siendo Sacerdote sobre su trono; y el consejo de la paz estará entre los dos." (Zacarías 6: 12, 13, V.M.). "Sí, edificará el Templo de Jehová." Por su sacrificio y su mediación, Cristo es el fundamento y el edificador de la iglesia de Dios.
El apóstol Pablo le señala como "la piedra principal del ángulo: en la cual todo el edificio, bien trabado consigo mismo, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien -dice- vosotros también sois edificados juntamente, para ser morada de Dios, en virtud del Espíritu." (Efesios 2: 20-22, V.M.)
"Y llevará sobre sí la gloria." Es a Cristo a quien pertenece la gloria de la redención de la raza caída. Por toda la eternidad, el canto de los redimidos será: "A Aquel que nos ama, y nos ha lavado de nuestros pecados en su misma sangre, . . . a él sea la gloria y el dominio por los siglos de los siglos." (Apocalipsis 1: 5, 6, V.M.). "Y se sentará y reinará sobre su trono, siendo Sacerdote sobre su trono." No todavía "sobre el trono de su gloria;" el reino de gloria no le ha sido dado aún. Solo cuando su obra mediadora haya terminado, "le dará el Señor Dios el trono de David su padre," un reino del que "no habrá fin." (Lucas 1: 32, 33.).
Como sacerdote, Cristo está sentado ahora con el Padre en su trono. (Apocalipsis 3: 21.) En el trono, en compañía 469 del Dios eterno que existe por sí mismo, está Aquel que "ha llevado nuestros padecimientos, y con nuestros dolores . . . se cargó," quien fue "tentado en todo punto, así como nosotros, mas sin pecado," para que pudiese "también socorrer a los que son tentados." "Si alguno pecare, abogado tenemos para con el Padre, a saber, a Jesucristo el justo. " (Isaías 53: 4; Hebreos 4: 15; 2: 18; 1 Juan 2: 1, V.M.) Su intercesión es la de un cuerpo traspasado y quebrantado y de una vida inmaculada. Las manos heridas, el costado abierto, los pies desgarrados, abogan en favor del hombre caído, cuya redención fue comprada a tan infinito precio.
"Y EL CONSEJO DE LA PAZ ESTARÁ ENTRE LOS DOS." El amor del Padre, no menos que el del Hijo, es la fuente de salvación para la raza perdida. Jesús había dicho a sus discípulos antes de irse: "No os digo, que yo rogaré al Padre por vosotros; pues el mismo Padre os ama." (S. Juan 16: 26, 27.) "Dios estaba en Cristo, reconciliando consigo mismo al mundo." (2 Corintios 5: 19, V.M.) Y en el ministerio del santuario celestial, "el consejo de la paz estará entre los dos." "De tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en él, no perezca, sino que tenga vida eterna." (S. Juan 3: 16, V.M.). CS 468,469
LOS APÓSTOLES edificaron la iglesia de Dios sobre el fundamento que Cristo mismo había puesto. Frecuentemente se usa en las Escrituras la figura de la construcción de un templo para ilustrar la edificación de la iglesia. Zacarías señaló a 476 Cristo como el Pimpollo que debía edificar el templo del Señor. Habla de los gentiles como colaboradores en la obra: "Y los que están lejos vendrán y edificarán en el templo de Jehová;" e Isaías declara: "Los hijos de los extranjeros edificarán tus muros." (Zac. 6: 12, 15; Isa. 60: 10.)
Escribiendo acerca de la edificación de dicho templo, Pedro dice: "Al cual allegándoos, piedra viva, reprobada cierto de los hombres, empero elegida de Dios, preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados una casa espiritual, y un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesucristo." (1 Ped. 2:4, 5.)
Los apóstoles trabajaron en la cantera del mundo judío y gentil, extrayendo piedras que habían de colocar sobre el fundamento. En su carta a los creyentes de Éfeso, Pablo les dice: "Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino juntamente ciudadanos con los santos, y domésticos de Dios; edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo; en el cual, compaginado todo el edificio, va creciendo para ser un templo santo en el Señor: en el cual vosotros también sois juntamente edificados, para morada de Dios en Espíritu." (Efe. 2:19-22.)
Y escribió a los corintios: "Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima: empero cada uno vea cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si alguno edificare sobre este fundamento oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca; la obra de cada uno será manifestada; porque el día la declarará; porque por el fuego será manifestada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego hará la prueba." (1 Cor. 3:10-13.)
Los apóstoles edificaron sobre un fundamento seguro, la Roca de los siglos. Sobre ese fundamento colocaron las piedras que extrajeron del mundo. Los edificadores no hicieron su obra sin afrontar obstáculos. Se hizo sumamente difícil a 477 causa de la oposición de los enemigos de Cristo. Tuvieron que luchar contra el fanatismo, el prejuicio y el odio de los que edificaban sobre un fundamento falso. Muchos de los que trabajaban como calificadores de la iglesia podían compararse con los que construían las murallas en los días de Nehemías, de quienes se escribió: "Los que edificaban en el muro, y los que llevaban cargas y los que cargaban, con la una mano trabajaban en la obra, y en la otra tenían la espada." (Neh. 4:17.)
Reyes y gobernantes, sacerdotes y magistrados, procuraron destruir el templo de Dios. Pero frente al encarcelamiento, tortura y muerte, hombres fieles llevaron la obra adelante; y la estructura creció hermosa y simétrica. A veces los trabajadores estaban casi cegados por la neblina de superstición que se levantaba en su derredor. Por momentos se encontraban casi abrumados por la violencia de sus opositores. Pero con fe firme y valor inquebrantable prosiguieron con la obra. Uno tras otro, los primeros edificadores cayeron a mano del enemigo. Esteban fue apedreado; Santiago, muerto por la espada; Pablo, decapitado; Pedro, crucificado; Juan, desterrado. A pesar de ello la iglesia crecía. Nuevos obreros tomaban el lugar de los que caían, y piedra tras piedra se colocaba en el edificio. Así, lentamente se levantaba el templo de la iglesia de Dios.
Siglos de fiera persecución siguieron al establecimiento de la iglesia cristiana, pero nunca faltaron hombres que consideraban la edificación del templo mas preciosa que su propia vida. De los tales se escribió: "Otros experimentaron vituperios y azotes; y a más de esto prisiones y cárceles; fueron apedreados, aserrados, tentados, muertos a cuchillo, anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; perdidos Por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra." (Heb. 11:36-38.)
El enemigo de la justicia no escatimaba ningún esfuerzo para detener la obra encomendada a los edificadores del Señor. 478 Pero Dios "no se dejó a sí mismo sin testimonio." (Hech. 14:17.) Se levantaron obreros capaces de defender la fe dada una vez a los santos. La historia registra la fortaleza y heroísmo de esos hombres. A la semejanza de los apóstoles, muchos de ellos cayeron en sus puestos, pero la construcción del templo siguió avanzando constantemente. Los obreros fueron muertos, pero la obra prosiguió. Los valdenses, Juan Wiclef, Huss y Jerónimo, Martín Lutero y Zwinglio, Cranmer, Latimer y Knox, los hugonotes, Juan y Carlos Wesley, y una hueste de otros, colocaron sobre el fundamento materiales que durarán por toda la eternidad. HAp 475-478
12-13 DTG 138; PR 513; 8T 269
13 CS 468-469; PP 48
15 HAp 476 1122
Ministerio Hno. Pio
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