martes, 6 de abril de 2021

604. EL CASTIGO SOBRE JUDÁ POR SUS PECADOS (SOFONÍAS 1).

SOFONÍAS 1. Severo juicio de Dios contra Judá por sus diversos pecados. Severidad y extensión del castigo.

*La maldición resultante del pecado no sólo descansa sobre los hombres sino también sobre el resto de la creación (Gén. 3: 17; Rom. 8: 19-22).  

1 PALABRA de Jehová que vino a Sofonías hijo de Cusi, hijo de Gedalías, hijo de Amarías, hijo de Ezequías, en días de Josías hijo de Amón, rey de Judá.

2 Destruiré por completo todas las cosas de sobre la faz de la tierra, dice Jehová. 3 Destruiré los hombres y las bestias; destruiré las aves del cielo y los peces del mar, y cortaré a los impíos; y raeré a los hombres de sobre la faz de la tierra, dice Jehová. 4 Extenderé mi mano sobre Judá, y sobre todos los habitantes de Jerusalén, y exterminaré de este lugar los restos de Baal, y el nombre de los ministros idólatras con sus sacerdotes; 5 Y a los que sobre los terrados se postran al ejército del cielo, y a los que se postran jurando por Jehová y jurando por Milcom; 6 Y a los que se apartan de en pos de Jehová, y a los que no buscaron a Jehová, ni le consultaron.

7 Calla en la presencia de Jehová el Señor, porque el día de Jehová está cercano; porque Jehová ha preparado sacrificio, y ha dispuesto a sus convidados. 8 Y en el día del sacrificio de Jehová castigaré a los príncipes, y a los hijos del rey, y a todos los que visten vestido extranjero. 9 Asimismo castigaré en aquel día a todos los que saltan la puerta, los que llenan las casas de sus señores de robo y de engaño. 10 Y habrá en aquel día, dice Jehová, voz de clamor desde la puerta del Pescado, y aullido desde la segunda puerta, y gran quebrantamiento desde los collados.

11 Aullad, habitantes de Mactes, porque todo el pueblo mercader es destruido; destruidos son todos los que traían dinero. 12 Acontecerá en aquel tiempo que yo escudriñaré a Jerusalén con linterna, y castigaré a los hombres que reposan tranquilos como el vino asentado, los cuales dicen en su corazón: Jehová ni hará bien ni hará mal. 13 Por tanto, serán saqueados sus bienes, y sus casas asoladas; edificarán casas, mas no las habitarán, y plantarán viñas, mas no beberán el vino de ellas.

14 Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy próximo; es amarga la voz del día de Jehová; gritará allí el valiente. 15 Día de ira aquel día, día de angustia y de aprieto, día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y de oscuridad, día de nublado y de entenebrecimiento, 16 día de trompeta y de algazara sobre las ciudades fortificadas, y sobre las altas torres. 17 Y atribularé a los hombres, y andarán como ciegos, porque pecaron contra Jehová; y la sangre de ellos será derramada como polvo, y su carne como estiércol. 18 Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día de la ira de Jehová, pues toda la tierra será consumida con el fuego de su celo; porque ciertamente destrucción apresurada hará de todos los habitantes de la tierra. (Sofonías 1).

1. Palabra de Jehová. El mensaje no era de Sofonías sino de Dios (cf. 2 Sam. 23: 1-2; 2 Tim. 3: 16-17; 2 Ped.1: 21).

Ezequías. El hecho de que se citen cuatro generaciones de la ascendencia de Sofonías, cuando por lo general sólo se menciona al padre de los profetas, si es que se da algún dato genealógico, es una razón para creer que este "Ezequías" fue especialmente notable. Lo más probable es que se trate del rey de Judá de ese nombre. Además, el lapso que separa a estos dos personajes permitiría que Sofonías hubiera sido el tataranieto del rey Ezequías.

2. De sobre la faz de la tierra. Tomada dentro del contexto de la primera parte del versículo, esta expresión indica la severidad de los castigos venideros. El profeta aquí se refiere específicamente a la tierra de Judá, a cuyos gobernantes y a cuyo pueblo fue originalmente dirigido su mensaje (cap. 1: 1, 4, 12; 2: 1).

Los hombres y las bestias. La maldición resultante del pecado no sólo descansa sobre los hombres sino también sobre el resto de la creación (Gén. 3: 17; Rom. 8: 19-22).

Destruiré... cortaré... raeré. Todos los ídolos, todos los designios de impiedad, los errores, los engaños, todos los "frutos" de iniquidad serían destruidos junto con los pecadores mismos (ver Jer. 17: 10; Mat. 7: 17-19; Rom. 6: 21).

4. Mi mano. La mano es sin símbolo de poder pues es el instrumento de acción del hombre (Jos. 4: 24). Los restos. Todo lo que quedara de Baal. " LXX dice: "Eliminaré los nombres de Baal" (ver com. Ose. 2: 17).

Ministros idólatras. Los sacerdotes idólatras instituidos por los reyes de Judá para que celebraran cultos en los altos (ver com. Ose. 10: 5).

5. Los terrados. Sobre los techos planos de sus casas las familias levantaban altares para adorar los cuerpos celestes, para ofrecer sacrificios de animales y quemar incienso (ver com. Jer. 19: 13).

Ejército del cielo. Desde la antigüedad, el sol, la luna y las estrellas han recibido adoración como representantes de los poderes de la naturaleza y principales ocasionadores de los sucesos terrenales (Jer. 8: 2; 19: 13; ver com. Deut. 4: 19). Manasés, rey de Judá y quizá tío bisabuelo de Sofonías (ver com. Sof. 1: 1), de un modo especial fomentó ese culto (2 Rey. 21: 3).

Jurando. La última mitad del vers. 5 se refiere a los transigentes que combinaban el culto de Jehová con el de las estrellas y otros dioses. Milcom. Dios amonita mencionado en varios documentos antiguos (ver com. 1 Rey. 11: 7).

6. Se apartan. Aquí el profeta condena a los apóstatas descarados que rechazaron el culto del verdadero Dios.

No buscaron. La última parte del vers. 6 se refiere a los que eran indiferentes a Jehová y no tenían interés en la religión.

7. Calla. Eran apropiados el silencio y el temor porque caerían terribles castigos sobre diversas clases de personas (vers. 7-13; cf. Hab. 2: 20).

Día de Jehová. Aquí el profeta se refiere al castigo inminente que acompañaría a la invasión babilónico (ver com.  Isa. 13: 6). Sin embargo, debe recordarse que las profecías de Sofonías "de los juicios a punto de caer sobre Judá se aplican con igual fuerza a los juicios que han de caer sobre un mundo impenitente en ocasión del segundo advenimiento de Cristo" (PR 287). En cuanto a los principios implicados al hacer aplicaciones a los últimos días, ver las pp. 36-40.

https://ministeriohnopio1.blogspot.com/2020/09/el-papel-de-israel-en-la-profecia-del.html

Sacrificio. Un vívido cuadro que representa a la nación culpable de Judá como a un animal sacrificado (cf.  Isa. 31: 6; Eze. 39: 17-20).

Ha dispuesto a sus convidados. Literalmente, "santificó a los llamados de él". Es decir, se describe a los babilonios como puestos aparte, de acuerdo con el propósito de Dios, para llevar a cabo el castigo de los transgresores (ver com. Isa. 13: 3).

8. Príncipes. Esto incluye a los principales funcionarios del Estado.

Hijos del rey. Los miembros de la familia real, y posiblemente no fue mencionado aquí el rey Josías porque fue leal a Jehová (2 Crón. 34: 1-2, 26-28).

Extranjero. La vestimenta extranjera puede haber sido un indicio de las costumbres y los hábitos paganos entre el pueblo (ver Isa. 3: 16-24). La vestimenta de los hijos de Israel debería haber sido un recordativo para que los hijos de Israel no olvidaran que eran un pueblo especial dedicado al servicio de Dios (Núm. 15: 37-41).

9. Saltan la puerta. "Saltan por encima del umbral" (BJ). No es claro el significado de esta expresión. Quizá describa una costumbre pagana (ver com. 1 Sam. 5: 5). Algunos piensan que las palabras expresan la avidez con que los siervos llevan a cabo las órdenes de sus impíos amos. Otros identifican la "puerta" con las casas de los pobres que eran robados. Los que por ser siervos de otros, llevan a cabo "robo y engaño" para enriquecer a sus amos, debían sufrir con ellos en los castigos venideros. Robo. "Violencia" (BJ). Heb. jamas (ver com. Hab. 1: 2).

10. Clamor. Se describe a los babilonios que entraban en los lugares donde moraban los mercaderes y los usureros.

Puerta del Pescado. Quizá estaba en el medio de la muralla del lado norte de la ciudad. Se la llamaba así porque cerca había un mercado de pescado donde los tirios vendían sus peces (ver com. Neh. 3: 3).

Segunda puerta. "Ciudad nueva" (BJ). Heb. mishneh, "segundo"; el segundo distrito o barrio. Ver com. 2 Rey. 22: 14.

11. Mactes. Literalmente, "mortero", o "muela (molar)". Muchos eruditos piensan que Mactes es aquí el nombre de un sector de Jerusalén. El contexto (vers. 10) parece favorecer esta opinión.

Traían dinero. Mejor "pesan plata" (BJ). Esto se refiere a los que aumentaban su riqueza comerciando, o a los que, siendo usureros, pesaban plata. La cláusula final reza así en la LXX: "Y fueron totalmente destruidos todos los ensalzados por plata".

12. Jerusalén. La capital, representante de toda la nación.

Con Linterna. Figura que muestra la intensidad de la búsqueda que realizarían los enemigos de Judá a fin de matar o capturar a tantos como pudieran.

Reposan tranquilos como el vino asentado. Es decir, el pueblo estaba encallecido en su inicuo proceder. Los profesos seguidores del Señor, en los días de Sofonías, no comprendían -así como muchos cristianos no comprenden hoy- que no debe haber reposo en nuestra lucha espiritual antes de llegar al cielo. Nadie debiera descansar contento con sus progresos espirituales. Tan sólo un avance continuo demuestra que vivimos a la altura de nuestras oportunidades dadas por Dios. La complacencia es el peor enemigo de una experiencia cristiana viviente.

Dicen en su corazón. Un falso concepto de Dios siempre resulta en una norma de conducta equivocada. Las personas a las cuales aquí se hace referencia eran prácticamente deístas. Concordaban en que había un Dios pero lo concebían como a un Gobernante ausente que poco se preocupaba de su pueblo y le prestaba poca atención. Tanto sus promesas de bendiciones como sus advertencias de castigos perdían su significado. No era diferente de los dioses de los paganos.

13. Mas no las habitarán. Los que transgredían continuamente la ley de Dios recibirían un castigo, precisamente lo opuesto de la recompensa dada a los que permanecían fieles a Jehová (Isa. 65: 21).

14. Día grande de Jehová. Ver com. vers. 7.

Cercano. Habiendo destacado en forma particular a los que experimentarán el castigo divino, Sofonías otra vez advierte (vers. 7) que ese castigo está tan próximo que su voz, el sonido de su aproximación, se puede oír.

15. Aquel día. Gráficamente el profeta describe los terribles efectos de ese día, el encenderse en llamas de la "ira" de Dios (cf.  Isa. 9: 19), la "angustia" y el "aprieto" que sobrecogen a los hombres (cf. Job 15:23-24), "día de tinieblas y de oscuridad" (cf. Joel 2: 2; Amós 5: 18, 20).

16. Trompeta. Señal de batalla o de aproximación del enemigo (ver Amós 2: 2; com. Jer. 4: 5). La batalla a la que se hace referencia destruiría a Judá como nación.

Ciudades fortificadas. Es decir, ciudades poderosamente fortificadas.

Altas torres. Solía haber torrecillas en los ángulos de las murallas para que hubiera una adecuada defensa contra los sitiadores.

17. Como ciegos. Descripción del terrible desconcierto que sobrevendría a la nación. Como estiércol. Los cadáveres insepultos de la gente quedaría descomponiéndose sobre el terreno (ver com. Jer. 9: 22).

18. Plata. La riqueza del pueblo no podría evitar la destrucción (ver Isa. 13: 17; Eze. 7: 19). ¡Cuán poco valor tienen las riquezas para los hombres en sus momentos de más profunda angustia! 4CBA

COMENTARIOS DE (EGW).

Muchas otras Instrucciones tocante a la longanimidad de Dios y la necesidad de hacer comprender a los transgresores 331el peligro de la posición que ocupan delante de él, fueron repetidas al público tal como yo las había recibido de mi instructor.

El 18 de abril, dos días después de haber tenido la visión del derrumbamiento de los edificios, fui a la capilla de la calle Carr, en Los Ángeles, donde se me esperaba.  Como íbamos llegando, oímos a los vendedores de diarios que gritaban:  "¡San Francisco destruído por un terremoto!" Con el corazón lleno de angustia leí las primeras noticias del terrible desastre. Dos semanas más tarde, al volver a nuestra casa, pasamos por San Francisco, y, alquilando un coche, visitamos por una hora y media la desolación de aquella gran ciudad.  Edificios reputados indestructibles yacían en ruinas.  Algunas casas estaban en parte hundidas en el suelo.  La ciudad ofrecía un cuadro lamentable de la vanidad de los esfuerzos humanos para construir edificios a prueba de fuego y terremotos.

Por boca del profeta Sofonías, el Señor habla de los juicios con que afligirá a los que hacen el mal: "Destruiré del todo todas las cosas de sobre la haz de la tierra, dice Jehová.  Destruiré los hombres y las bestias; destruiré las aves del cielo, y los peces de la mar, y las piedras de tropiezo con los impíos; y talaré los hombres de sobre la haz de la tierra, dice Jehová." "Y será que en el día del sacrificio de Jehová, haré visitación sobre los príncipes, y sobre los hijos del rey, y sobre todos los que visten vestido extranjero.  Asimismo haré visitación sobre  todos los que saltan la puerta, los que hinchen de robo y de engaño las casas de sus señores. . . .

"Y será en aquel tiempo, que yo escudriñaré a Jerusalén con candiles, y haré visitación sobre los hombres que están sentados sobre sus heces, los cuales dicen en su corazón: Jehová ni hará bien ni mal.  Será por tanto saqueada su hacienda, y sus casas asoladas: y edificarán casas, mas no las habitarán;  y plantarán viñas, mas no beberán el vino de ellas.

"Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy presuroso; voz amarga del día de Jehová; gritará allí el valiente. 332 Día de ira aquel día, día de angustia y de aprieto, día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y de obscuridad, día de nublado y de entenebrecimiento, día de trompeta y de algazara, sobre las ciudades fuertes, y sobre las altas torres.  Y atribularé los hombres, y andarán como ciegos, porque pecaron contra Jehová: y la sangre de ellos será derramada como polvo, y su carne como estiércol.  Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día de la ira de Jehová; pues toda la tierra será consumida con el fuego de su celo: porque ciertamente consumación apresurada hará con todos los moradores de la tierra." (Sof.  1: 2, 3, 8-18). 3JT

EL DÍA DEL SEÑOR SE ACERCA. "Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy presuroso; voz amarga del día de Jehová; gritará allí el valiente.  Día de ira aquel día, día de angustia y de aprieto, día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y de oscuridad, día de nublado y de entenebrecimiento.  Día de trompeta y de algazara, sobre las ciudades fuertes, y sobre las altas torres.  Y atribularé los hombres, y andarán como ciegos, porque pecaron contra Jehová." (Sof. 1: 14-17.)

"Y será en aquel tiempo, que yo escudriñaré a Jerusalem con candiles, y haré visitación  sobre los hombres que están sentados sobre sus heces, los cuales dicen en su corazón: Jehová ni hará bien ni mal." (Vers. 12). "Congregaos y meditad, gente no amable, antes que para el decreto, y el día se pase como el tamo; antes que venga sobre vosotros el furor de la ira de Jehová, antes que el día de la ira de Jehová venga sobre vosotros.  Buscad a Jehová todos los humildes de la tierra, que pusisteis en obra su juicio; buscad justicia, buscad mansedumbre: quizás seréis guardados en el día del enojo de Jehová." (Sof. 2: 1-3.)

Nos estamos acercando al fin del tiempo.  Me ha sido mostrado que los juicios retributivos de Dios ya están sobre la tierra.  El Señor nos ha advertido de los acontecimientos que están por suceder.  Resplandece luz de su Palabra, y sin embargo, las tinieblas cubren la tierra y densa obscuridad los pueblos.  "Que cuando dirán, Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción de repente, ... y no escaparán." (1 Tes. 5: 3.)

Es nuestro deber inquirir la causa de estas terribles tinieblas para que podamos rehuir la conducta por la cual los hombres han atraído sobre sí mismos tan grande engaño.  Dios ha dado 12 al mundo una oportunidad de aprender tanto de su Palabra como de la luz de su verdad; le ha mandado advertencias, consejos y amonestaciones; pero pocos quieren obedecer a su voz.  Como la nación judía, la mayoría, aun de los cristianos profesos, se enorgullece de sus magníficas ventajas, pero no retribuye a Dios por estas grandes bendiciones.  En su misericordia infinita, ha enviado al mundo un último mensaje de amonestación, para anunciar que Cristo está a la puerta, y llamar su atención a la quebrantada ley de Dios.  Pero, como los antediluvianos rechazaron con desprecio la amonestación de Noé, así rechazarán los modernos amadores de los placeres, el mensaje de los fieles siervos de Dios.  El mundo prosigue en su giro incesante, absorto como nunca en los negocios y placeres, mientras que la ira de Dios está por caer sobre los transgresores de su ley. 2JT

DIOS LLAMA A CUENTA LAS NACIONES. Con infalible exactitud, el Ser Infinito sigue llevando una cuenta con todas las naciones.  Mientras ofrece su misericordia, con invitaciones al arrepentimiento, esta cuenta permanece abierta; pero cuando las cifras llegan a cierta cantidad que Dios ha fijado, comienza el ministerio de su ira.  La cuenta se cierra.  Cesa la paciencia divina.  Entonces ya no intercede la misericordia en su favor. Al profeta, mientras miraba a través de las edades, se le presentó este tiempo en visión.

Las naciones de esta época han recibido misericordia sin precedentes.  Les han sido dadas las bendiciones más selectas del cielo, pero el orgullo intensificado, la codicia, la idolatría, el desprecio de Dios y la vil ingratitud, son cosas anotadas contra ellas.  Están cerrando rápidamente su cuenta con Dios.

Pero lo que me hace temblar es el hecho de que aquellos que han tenido la mayor luz y los mayores privilegios han sido contaminados por la iniquidad prevaleciente.  Bajo la influencia de los injustos que los rodean, muchos, aun de entre los que profesan la verdad, se han enfriado y son arrastrados por la fuerte corriente del mal.  El desprecio universal en que se tiene la verdadera piedad y santidad, induce a los que no se relacionan estrechamente con Dios a perder la reverencia a su ley.  Si estuviesen siguiendo la luz y obedeciendo de todo corazón a la verdad, esta santa ley les parecería aún más preciosa cuando tanto se la desprecia y desecha.  A medida que 64 la falta de respeto por la ley de Dios se vuelve más manifiesta, se hace más distinta la raya de demarcación entre sus observadores y el mundo.  El amor hacia los preceptos divinos aumenta en una clase de personas en la medida en que en otra clase aumenta el desprecio hacia ellos.

La crisis se está acercando rápidamente. Las cifras que suben velozmente demuestran que está por llegar el tiempo de la visitación de Dios. Aunque le repugna castigar, castigará, sin embargo, y lo hará prestamente. Los que andan en la luz verán señales de un peligro inminente; pero no han de permanecer sentados en tranquila y despreocupada espera de la ruina, consolándose con la creencia de que Dios protegerá a su pueblo en el día de la visitación. Lejos de ello. Deben comprender que es su deber trabajar diligentemente para salvar a otros, esperando en Dios con fe vigorosa para obtener ayuda. "La oración del justo, obrando eficazmente puede mucho." (Sant. 5: 16.)

La levadura de la piedad no ha perdido todo su poder. En el tiempo en que son mayores el peligro y la depresión de la iglesia, el pequeño grupo que se mantiene en la luz estará suspirando y clamando por las abominaciones que se cometen en la tierra. Pero sus oraciones ascenderán más especialmente en favor de la iglesia, porque sus miembros están obrando a la manera del mundo.

No serán vanas las oraciones de estos pocos fieles. Cuando el Señor salga como vengador, vendrá también como protector de todos aquellos que hayan conservado la fe en su pureza y se hayan mantenido sin mancha del mundo. Será entonces el tiempo en que Dios prometió vengar a sus escogidos que claman día y noche, aunque sea longánime con ellos.

La orden es: "Pasa por medio de la ciudad, por medio de Jerusalem, y pon una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella." (Eze. 9: 4) Estos que suspiran y lloran han estado ofreciendo las palabras de vida; han reprendido, 65 han aconsejado y suplicado. Algunos de los que estaban deshonrando a Dios se han arrepentido y han humillado su corazón delante de él. Pero la gloria del Señor se ha apartado de Israel; aunque muchos perseveraban en las formas de la religión, faltaban el poder y la presencia de Dios.

En el tiempo en que su ira se manifieste con castigos, estos humildes y consagrados discípulos de Cristo se distinguirán del resto del mundo por la angustia de su alma, expresada en lamentaciones y lloros, reproches y amonestaciones. 

Mientras que otros procuran arrojar un manto sobre el mal existente, y excusar la gran impiedad que prevalece por doquiera, los que tienen celo por el honor de Jehová y amor por las almas no callarán para obtener el favor humano. Sus almas justas se afligen día tras día por las obras y conversaciones profanas de los impíos. Son impotentes para detener el torrente de la iniquidad; de ahí que se llenen de pesar y alarma.  Lloran delante de Dios al ver la religión despreciada en los mismos hogares de aquellos que han tenido gran luz. Se lamentan y afligen sus almas porque en la iglesia hay orgullo, avaricia, egoísmo y engaño de casi toda clase. El Espíritu de Dios, que inspira la reprensión, es pisoteado, mientras triunfan los siervos de Satanás.  Dios queda deshonrado, la verdad anulada.

Aquellos que no sienten pesar por su propia decadencia espiritual ni lloran sobre los pecados ajenos quedarán sin el sello de Dios. El Señor ordena a sus mensajeros, los hombres que tienen las armas de matanza en la mano: "Pasad por la ciudad en pos de él, y herid; no perdone vuestro ojo, ni tengáis misericordia. Matad viejos, mozos y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno: más a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no llegaréis; y habéis de comenzar desde mi santuario. Comenzaron pues desde los varones ancianos que estaban delante del templo." (Eze. 9: 5, 6.)

Aquí vemos que la iglesia, el santuario del Señor, era la primera en sentir los golpes de la ira de Dios. Los ancianos, aquellos a quienes Dios había brindado gran luz, que se habían 66 destacado como guardianes de los intereses espirituales del pueblo, habían traicionado su cometido. Habían asumido la actitud de que no necesitamos esperar milagros ni la señalada manifestación del poder de Dios como en tiempos anteriores. Los tiempos han cambiado. Estas palabras fortalecen su incredulidad, y dicen: El Señor no hará bien ni mal. Es demasiado misericordioso para castigar a su pueblo. Así el clamor de paz y seguridad es dado por hombres que no volverán a elevar la voz como trompeta para mostrar al pueblo de Dios sus transgresiones y a la casa de Jacob sus pecados.  Estos perros mudos que no querían ladrar, son los que sienten la justa venganza de un Dios ofendido.  Hombres, jóvenes y niñitos, todos perecen juntos.

LOS PEORES PECADOS. Las abominaciones por las cuales los fieles suspiraban y lloraban, eran todo lo que podían discernir los ojos finitos; pero los pecados mucho peores, los que provocaron los celos del Dios puro y santo, no estaban revelados.  El gran Escrutador de los corazones conoce todo pecado cometido en secreto por los obradores de iniquidad.  Estas personas llegan a sentirse seguras en sus engaños, y a causa de la longanimidad del Señor dicen que no ve, y luego actúan como si hubiese abandonado la tierra.  Pero él descubrirá su hipocresía, y revelará a otros esos pecados que ellos ocultaban con tanto cuidado.

Ninguna superioridad de jerarquía, dignidad o sabiduría humana, ningún cargo sagrado, impedirán a estos hombres que sacrifiquen los principios cuando sean abandonados a su propio corazón engañoso.  Los que fueron considerados como dignos y justos resultan ser los caudillos de la apostasía y dan ejemplos de indiferencia y abuso de las misericordias de Dios.  Ya no tolerará él su conducta impía, y en su ira, obra con ellos sin misericordia.

De muy mala gana retrae el Señor su presencia de aquellos a quienes bendijo con gran luz, y que sintieron el poder de 67 la Palabra administrada a otros.  Fueron una vez sus siervos fieles, favorecidos por su presencia y dirección; pero se apartaron de él e indujeron a otros en el error y por lo tanto caen bajo el desagrado divino.

El día de la venganza de Dios está por sobrecogernos. El sello de Dios será puesto únicamente sobre las frentes de aquellos que suspiran y lloran por las abominaciones que son cometidas en la tierra. Los que simpatizan con el mundo, comen y beben con los borrachos, serán destruidos con los que hacen iniquidad. "Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones: pero el rostro del Señor está sobre aquellos que hacen mal." (1 Ped. 3: 12). 

Nuestra propia conducta determina si recibiremos el sello del Dios viviente, o si seremos abatidos por las armas destructoras. Ya han caído sobre la tierra algunas gotas de la ira divina; pero cuando se derramen las siete últimas plagas sin mixtura en la copa de su indignación entonces será para siempre demasiado tarde para arrepentirse y hallar refugio. No habrá entonces sangre expiatoria que lave las manchas del pecado.

"Y en aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está por los hijos de tu pueblo: y será tiempo de angustia, cual nunca fue después que hubo gente hasta entonces: más en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallaren escritos en el libro." (Dan. 12: 1.) Cuando llegue ese tiempo de angustia, cada caso se habrá decidido, ya no habrá tiempo de gracia ni misericordia para el impenitente.  El sello del Dios vivo estará sobre su pueblo.  Este pequeño remanente, incapaz de defenderse en el mortífero conflicto con las potestades de la tierra mandadas por la hueste del dragón, hace de Dios su defensa.  Ha sido promulgado por la más alta autoridad terrestre el decreto de que adoren a la bestia y reciban su marca bajo pena de persecución y muerte. ¡Dios ayude entonces a su pueblo porque ¿qué podría hacer sin su ayuda en un conflicto tan terrible?

No se adquiere en un momento el valor, la fortaleza, la 68 fe y la confianza implícita en el poder de Dios para salvarnos.  Estas gracias celestiales se adquieren por la experiencia de años.  Por una vida de santo esfuerzo y de firme adhesión a lo recto, los hijos de Dios estaban sellando su destino.  Asediados de innumerables tentaciones, sabían que debían resistir firmemente o quedar vencidos.  Sentían que tenían una gran obra que hacer, que a cualquier hora podían ser llamados a deponer su armadura; y que si llegaran al fin de su vida sin haber hecho su obra, ello representaría una pérdida eterna. Aceptaron ávidamente la luz del cielo, como la aceptaron de los labios de Jesús los primeros discípulos.  Cuando estos cristianos primitivos eran desterrados a las montañas y los desiertos, cuando en las mazmorras se los dejaba morir de hambre, frío y tortura, cuando el martirio parecía la única manera de escapar a su angustia, se regocijaban de que eran tenidos por dignos de sufrir para Cristo, quien había sido crucificado en su favor.  Su ejemplo será un consuelo y estímulo para el pueblo de Dios que sufrirá un tiempo de angustia como nunca lo hubo.

No todos los que profesan observar el sábado serán sellados.  Aun entre los que enseñan la verdad a otros hay muchos que no recibirán el sello de Dios en sus frentes.  Tuvieron la luz de la verdad, conocieron la voluntad de su Maestro, comprendieron todo punto de nuestra fe, pero no hicieron las obras correspondientes.  Los que conocieron tan bien la profecía y los tesoros de la sabiduría divina, debieran haber actuado de acuerdo con su fe.  Debieran haber mandado a sus familias tras sí, para que por medio de un hogar bien ordenado, pudiesen presentar al mundo la influencia de. la verdad sobre el corazón humano.

Por su falta de devoción y piedad, por no haber alcanzado una alta norma religiosa, contribuyen a que otras almas se conformen con su situación.  Los hombres de juicio finito no pueden ver que al seguir el modelo de estos hombres, que tan a menudo les comunicaron los tesoros de la Palabra de Dios, pondrán ciertamente en peligro sus almas. 

Jesús es el único 69 modelo.  Cada uno debe escudriñar la Biblia por su cuenta, de rodillas delante de Dios, con el corazón humilde y susceptible de ser enseñado como el de un niño, si quiere conocer lo que el Señor requiere de él.  Por muy grande que sea la altura en que haya estado cualquier ministro en el favor de Dios, si deja de seguir la luz que Dios le dio, si se niega a ser enseñado como un niñito, caerá en las tinieblas y los engaños satánicos, y conducirá a otros por la misma senda.

Ninguno de nosotros recibirá jamás el sello de Dios mientras nuestros caracteres tengan una mancha.  Nos toca a nosotros remediar los defectos de nuestro carácter, limpiar el templo del alma de toda contaminación.  Entonces la lluvia tardía caerá sobre nosotros como cayó la lluvia temprana sobre los discípulos en el día de Pentecostés.

Nos conformamos con demasiada facilidad con lo que hemos alcanzado.  Nos sentimos ricos y con abundancia de bienes, y no sabemos que cada uno de nosotros es un "cuitado y miserable y pobre y ciego y desnudo." (Apoc. 3: 17.) Ahora es el momento de oír la amonestación del Testigo fiel: "Yo te amonesto que de mí compres oro afinado en fuego, para que seas hecho rico, y seas vestido de vestiduras blancas, para que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas." (Vers. 18.)

En esta vida debemos arrostrar pruebas de fuego y hacer sacrificios costosos, pero la paz de Cristo es la recompensa.  Ha habido tan poca abnegación, tan poco sufrimiento por amor a Cristo, que la cruz queda casi completamente olvidada.  Debemos participar de los sufrimientos de Cristo si queremos sentarnos en triunfo con él sobre su trono.  Mientras elijamos la senda fácil de la complacencia propia y nos asuste la abnegación, nuestra fe no llegará nunca a ser firme, y no podremos conocer la paz de Jesús ni el gozo que proviene de una victoria consciente.  Los más encumbrados de la hueste redimida que estarán vestidos de blanco delante del trono de Dios y del Cordero, habrán conocido el conflicto necesario para vencer, 70 porque habrán pasado por la gran tribulación.  Los que hayan cedido a las circunstancias en vez de empeñarse en este conflicto, no sabrán cómo subsistir en aquel día cuando la angustia domine a toda alma, cuando, si Noé, Job y Daniel estuviesen en la tierra no salvarían "hijo ni hija," pues cada uno habrá de librar su alma por su propia justicia.

Nadie necesita decir que su caso es desesperado, que no puede vivir como cristiano.  Con la muerte de Cristo ha sido hecha amplia provisión para toda alma. Jesús es nuestro auxilio constante en tiempo de necesidad.  Invoquémosle con fe, que él prometió oír y contestar nuestras peticiones.

¡Ojalá que tengamos fe viva y activa!  La necesitamos; debemos tenerla, o desmayaremos y caeremos en el día de la prueba.  Las tinieblas que descansarán entonces sobre nuestra senda, no deben desalentarnos ni desesperarnos.  Son el velo con que Dios cubre su gloria cuando viene a impartir ricas bendiciones.  Por nuestra experiencia pasada, debemos saber esto.  En aquel día en que Dios tenga controversia con su pueblo, esta experiencia será una fuente de consuelo y esperanza.  Ahora es cuando debemos guardarnos a nosotros mismos y a nuestros hijos sin contaminación del mundo.  Ahora es cuando debemos lavar el manto de nuestro carácter y emblanquecerlo en la sangre del Cordero.  Ahora es cuando debemos vencer el orgullo, la pasión y la pereza espiritual.  Ahora es cuando debemos despertarnos y hacer un esfuerzo resuelto para lograr simetría de carácter.  "Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones." (Heb. 3: 7, 8, 15.) Estamos en una situación muy penosa, aguardando y velando por la aparición de nuestro Señor.  El mundo está en tinieblas.  "Más vosotros, hermanos - dice Pablo - no estáis en tinieblas, para que aquel día os sobrecoja como ladrón." (1Tes. 5: 4.) El propósito de Dios consiste siempre en sacar luz de las tinieblas, gozo del pesar, y descanso del cansancio para el alma que aguarda anhelante.

¿Qué estáis haciendo, hermanos, en la gran obra de preparación? 71 Los que se unen con el mundo reciben su molde y se preparan para la marca de la bestia.  Los que desconfían de sí mismos, se humillan delante de Dios y purifican sus almas obedeciendo a la verdad, son los que reciben el molde celestial y se preparan para tener el sello de Dios en sus frentes.  Cuando se promulgue el decreto y se estampe el sello, su carácter permanecerá puro y sin mancha para la eternidad.

Ahora es el momento de prepararse.  El sello de Dios no será nunca puesto en la frente de un hombre o una mujer que sean impuros.  Nunca será puesto sobre la frente de seres humanos ambiciosos y amadores del mundo.  Nunca será puesto sobre la frente de hombres y mujeres de corazón falso o engañoso.  Todos los que reciban el sello deberán estar sin mancha delante de Dios y ser candidatos para el cielo.  Avanzad, mis hermanos y hermanas.  Puedo escribir sólo brevemente acerca de estos puntos en este momento y llamar simplemente vuestra atención a la necesidad de preparación.  Escudriñad las Escrituras por vosotros mismos a fin de comprender la terrible solemnidad de la hora actual.

Ni siquiera la existencia debiera comprarse al precio de la mentira.  Por una palabra o una inclinación de la cabeza los mártires podrían haber negado la verdad y salvado la vida.  Consintiendo en arrojar un solo grano de incienso sobre el altar del ídolo, podrían haberse salvado del potro, el cadalso y la cruz.  Pero se negaron a ser falsos en palabra o en acción, aunque la vida fuese el don que ello les hubiese granjeado.  Daban la bienvenida a la prisión, la tortura y. la muerte, con la conciencia limpia, más bien que a la liberación a condición de engañar, mentir y apostatar.  Por la fidelidad y la fe en Cristo, obtuvieron mantos sin mancha, coronas enjoyadas.  Sus vidas fueron ennoblecidas y elevadas a la vista de Dios, porque permanecieron firmes por la verdad en las circunstancias más graves. 1879, tomo 4, Pág. 336. 2JT

Cuando El Salvador Dirigió la atención de sus discípulos hacia las señales de su regreso, predijo el estado de apostasía 355 que existiría precisamente antes de su segundo advenimiento. Habría, como en los días de Noé, actividad febril en los negocios mundanos y sed de placeres, y los seres humanos iban a comprar, vender, sembrar, edificar, casarse y darse en matrimonio, olvidándose entre tanto de Dios y de la vida futura. La amonestación de Cristo para los que vivieran en aquel tiempo es: "Mirad, pues, por vosotros mismos, no sea que vuestros corazones sean entorpecidos con la glotonería, y la embriaguez, y los cuidados de esta vida, y así os sobrevenga de improviso aquel día." "Velad, pues, en todo tiempo, y orad, a fin de que logréis evitar todas estas cosas que van a suceder, y estar en pie delante del Hijo del hombre."  (S. Lucas 21: 34, 36, V.M.). La condición en que se hallaría entonces la iglesia está descrita en las palabras del Salvador en el Apocalipsis: "Tienes nombre que vives, y estás muerto." Y a los que no quieren dejar su indolente descuido, se les dirige el solemne aviso: "Si no velares, vendré a ti como ladrón, y no sabrás en qué hora vendré a ti." (Apocalipsis 3: 1, 3.)

Era necesario despertar a los hombres y hacerles sentir su peligro para inducirlos a que se preparasen para los solemnes acontecimientos relacionados con el fin del tiempo de gracia. El profeta de Dios declara: "Grande es el día de Jehová, y muy terrible: ¿quién lo podrá sufrir?" (Joel 2: 11.) ¿Quién soportará la aparición de Aquel de quien está escrito: "Tú eres de ojos demasiado puros para mirar el mal, ni puedes contemplar la iniquidad" ? (Habacuc 1: 13, V.M.) Para los que claman: "Dios mío, te hemos conocido," y sin embargo han quebrantado su pacto y se apresuraron tras otro dios, encubriendo la iniquidad en sus corazones y amando las sendas del pecado, para los tales "será el día de Jehová tinieblas, y no luz; oscuridad, que no tiene resplandor." (Oseas 8: 2, 1; Salmo 16: 4; Amós 5: 20.). 

"Sucederá en aquel tiempo -dice el Señor- que yo registraré a Jerusalem con lámparas, y castigaré a los hombres que, como vino, están asentados sobre sus heces; los 356  cuales dicen en su corazón: ¡Jehová no hará bien, ni tampoco hará mal!" "Castigaré el mundo por su maldad, y los impíos por su iniquidad; y acabaré con la arrogancia de los presumidos, y humillaré la altivez de los terribles." "No podrá librarlos su plata ni su oro;" "y sus riquezas vendrán a ser despojo, y sus casas una desolación." (Sofonías 1: 12, 18, 13; Isaías 13: 11, V.M). CS

Ministerio Hno. Pio


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