miércoles, 28 de abril de 2021

UNA BASE PARA LA CRONOLOGÍA DEL NUEVO TESTAMENTO (225-246)

I. INTRODUCCIÓN. LOS acontecimientos registrados en el Nuevo Testamento transcurrieron durante el siglo I de nuestra era, período durante el cual la cronología del Imperio Romano está bien establecida; sin embargo, sus fechas no pueden determinarse con toda seguridad porque los autores bíblicos no han proporcionado suficiente información. La única mención neotestamentaria de un año preciso (el año 15 de Tiberio) ha sido interpretada de diversas maneras. Las epístolas no llevan fecha, pues los autores de los Evangelios tenían más interés en el significado de los acontecimientos que en su fecha.

Los eruditos modernos algunas veces escriben dogmáticamente acerca de la cronología de la vida de Cristo, pero sus obras se basan en la interpretación subjetiva de pruebas que no son suficientemente claras como para ser concluyentes. El lector de este Comentario encontrará que a pesar de que los autores del Nuevo Testamento proporcionan suficientes datos en cuanto a fechas, como para mostrar que ellos mismos no tenían dudas en cuanto al tiempo, apenas nos proporcionan la suficiente información para reconstruir un esquema cronológico aproximado de los sucesos del Nuevo Testamento. Aun el orden de los hechos, deducido de los cuatro Evangelios, no es siempre seguro. Debe dejarse un margen para ciertas posibles variaciones.

Los problemas cronológicos del Nuevo Testamento pueden ser internos: relacionados con la interpretación del texto mismo, o externos: referentes a la relación de los sucesos relatados en el Nuevo Testamento con los acontecimientos de la cronología secular. El propósito de este artículo es presentar los hechos que pueden conocerse y señalar las conclusiones a que puede llegarse, en forma lógica, en relación con los más importantes problemas de cronología externa dentro de los alcances de este tomo V. Ellos son: (1) la fecha del nacimiento de Cristo, (2) la fecha de su bautismo, y en consecuencia, del comienzo de su ministerio, y (3) la fecha de su crucifixión y resurrección.  Pero, como prefacio, es necesario explicar varios sistemas de eras cronológicas y los métodos de computar los años.

II. CALENDARIOS Y FORMAS DE COMPUTAR LOS AÑOS. Jesús vivió en un mundo -el Imperio Romano- gobernado por Augusto y Tiberio.  En este imperio estaban unidos bajo el dominio romano muchos pueblos y muchas naciones desde el Atlántico hasta el Eufrates, desde la desembocadura del 226 Rin, hasta las cataratas del Nilo.  Todos gozaban de la paz romana. Pero en la parte oriental del imperio, donde las civilizaciones eran mucho más antiguas que la romana, persistían los idiomas, las costumbres, y las religiones locales. Lo mismo ocurría con los diversos métodos de computar el tiempo. Aun en los asuntos oficiales las fechas se calculaban según el calendario local.

DIVERSOS CALENDARIOS DEL SIGLO I D. C. El calendario romano había sido modificado por orden de Julio César a comienzos del año 45 a. C. Esa modificación hecha por Sosígenes, astrónomo egipcio, había convertido el calendario romano lunar en un calendario solar egipcio con un año de 365 días, al cual se añadía un día cada cuatro años, dándole al año un promedio de 365 1/4 días. 

Pero este calendario juliano, que finalmente se convirtió en el calendario común europeo, no se impuso uniformemente en todo el Imperio Romano (ver t.I, pp. 185-186; t. II p. 121).

Augusto introdujo en Egipto el sistema del año bisiesto, con lo cual el día de año nuevo egipcio, el lº de Thoth, dejó de retroceder a través de las estaciones como lo había hecho antes (ver t. I, pp. 185-186; t. II, pp. 107, 157-158), y quedó fijo en el 29 de agosto (o 30 en algunos años). Esa fue la única modificación del calendario egipcio, que retuvo sus 12 meses de 30 días -con sus antiguos nombres-, más los cinco días adicionales al final del año (de allí en adelante se añadían seis días cada cuatro años).

Las provincias que estaban al este de Egipto mantuvieron sus calendarios lunares de 12 ó 13 meses (ver t. II, pp. 106-107); pero durante los primeros siglos de la ocupación romana, la mayoría de ellos adoptaron el año romano de 365 (366) días, y adaptaron sus propios nombres macedonios o semíticos de los meses lunares a los meses julianos de 31, 30 ó 28 (29) días.  Por ejemplo, en Siria el año del calendario semítico comenzaba con el equivalente de Tisri, que fue cambiado de mes lunar en mes de 31 días, para corresponder con el mes juliano de octubre.  No se sabe hasta qué punto ocurrió este cambio en el primer siglo de la era cristiana.

EL CALENDARIO JUDÍO. Pero los judíos conservaron su calendario lunar con sus meses de 30 y 29 días, su año de 12 ó 13 meses, y sus dos comienzos de año: el religioso de Nisán a Nisán, en primavera (marzo-abril), y el año civil de Tisri a Tisri, en el otoño (septiembre-octubre; ver t. II, pp. 105-107, 113, 119). Sin embargo, en tiempos de Cristo, el año eclesiástico, que comenzaba en primavera parece haber sido también el año de reinado (ver pp. 228-229), es decir, el año según el cual se contaban los años de reinado de los reyes locales herodianos, que eran semijudíos.

Los judíos, como otros antiguos semitas, tenían un calendario lunisolar, es decir, meses lunares con ajustes periódicos para hacer corresponder el año calendario con el año de las estaciones. Doce meses lunares suman unos 11 días menos que el verdadero año solar que coincide con las estaciones. Por lo tanto, cada dos o tres años se añadía un mes (llamado embolismal o intercalado). Adar, el 12º mes, era seguido en esos años por un 13er. mes, el segundo Adar. Esto era necesario para que Nisán, el 1er. mes, concordara con la cosecha de la cebada, (principios de abril), a fin de que pudiera ofrecerse la gavilla mecida precisamente después de la pascua, durante la fiesta de los panes sin levadura (ver t. II, pp. 103-104, 106-108).  

Los babilonios desarrollaron en el siglo IV a. C. un calendario cíclico, en el cual empleaban un método diferente para intercalar los meses adicionales. Duplicaban el 12º mes de Addaru seis veces en cada ciclo de 19 años; pero en un año (en el 17º) duplicaban el mes de Ululu (el mes judío de Elul), el 6º mes (ver t. II, pp, 115-117).

Hasta donde se sepa, los judíos nunca intercalaron un segundo mes de Elul después del 6º mes. Tal procedimiento habría producido un intervalo irregular en los meses 1º y 7º entre las fiestas prescritas por la ley levítica. Además, el hecho de que 227 la necesidad de añadir un mes adicional fuera determinada por la relación del mes de Nisán con la cosecha de la cebada, indica que originalmente, cuando el calendario quizá sólo dependía de observaciones, el 13er. mes tenía que intercalarse en la primavera, precisamente antes de Nisán, y no hay necesidad de suponer un cambio para duplicar el 6º mes. Nada se sabe de la existencia en tiempos de Jesús de un ciclo judío regular de 19 años que correspondiera con el calendario babilónico. Sin embargo, parece haber alguna prueba de que los sacerdotes que regulaban el calendario tenían algún conocimiento de los métodos de cálculo teórico, aunque siempre conservaban la antigua costumbre de anunciar los meses basándose en la observación de la luna y de las estaciones. Según la tradición, fue sólo algunos siglos después de Cristo cuando los rabinos sistematizaron su calendario empleando las reglas fijas del cálculo, conocidas por todos.*

MÉTODOS ROMANOS PARA DESIGNAR LOS AÑOS. Los romanos, con su herencia republicana, no contaban los años según el reinado de sus emperadores, por la sencilla razón de que en Italia y en el Occidente el emperador no era considerado como un monarca reinante. Augusto, el organizador del Imperio Romano que reemplazó a la república, se hizo llamar princeps, literalmente el primero o principal (ciudadano), y su gobierno no era en realidad una monarquía sino un principado. Los términos equivalentes griegos, h'gemon y h'gemonía, se empleaban para referirse al emperador y a su gobierno. Esos nombres se usaban en las provincias orientales, donde el griego era el idioma oficial del gobierno, legado que había quedado de Alejandro y los reinos helenísticos. A Augusto se lo denomina con justa razón, primer emperador romano; y los emperadores son considerados como monarcas porque en la práctica era así. Pero el poder de los emperadores se debía a que ocupaban el puesto de imperator, comandante de las fuerzas armadas (de donde derivó la palabra "emperador"). 

Los emperadores gobernaban legalmente en virtud de los poderes para los diversos cargos civiles que originalmente habían sido conferidos por votación a Augusto, y que fueron concedidos formalmente para cada emperador subsiguiente. Y no fue sino hasta el reinado de Diocleciano (284-305 DC.) cuando el gobierno romano se reorganizó legalmente como una monarquía absoluta.

La forma habitual de los romanos de escribir una fecha era: "En el consulado de ____ y ____". Se daba a cada año el nombre de los dos cónsules que ejercían conjuntamente la primera magistratura.  Durante el imperio, los cónsules aún continuaban ejerciendo sus funciones cada año (como meras figuras decorativas) a partir del 1º de enero. Las listas consulares que se han encontrado nos permiten ubicar esos años consulares como años a. C. y d. C. Pero en el año 23 a. C., Augusto legalizó su dominio del Estado ejerciendo el consulado cada año (con diferentes "colegas" que en verdad no tenían poder). Al principio computó sus años según el número de veces que había sido cónsul. Cuando dejó de ser cónsul estableció lo que llegó a ser el sistema oficial para designar los años del emperador: según el número de años 228 que había ocupado el poder tribunicio, es decir, el poder (aunque no el cargo) de tribuno (con referencia a los tribunos como protectores de los derechos del pueblo durante la república, ver p. 29). Esos años se computaban como si hubieran comenzado en el aniversario de la primera concesión del poder tribunicio. (Los romanos, a diferencia de los orientales, atribuían importancia a los cumpleaños de las personas, y estaban más acostumbrados a computar los años a partir de los aniversarios. Los orientales se inclinaban más a computar años completos de calendario partiendo del día de año nuevo.)

AÑOS DE REINADO EN EL CERCANO ORIENTE.- En las provincias orientales y en los reinos vasallos del Imperio Romano, la costumbre de poner fechas según los años de reinado de cada monarca había prevalecido por tanto tiempo, que los orientales continuaron aplicando a los emperadores romanos este método de acuerdo con sus calendarios locales respectivos.

Las diferencias locales se notan en el caso de Augusto, ya que su ascensión al poder imperial no se logró mediante un acontecimiento realizado en un solo día. Hoy se suele fijar el comienzo de su reinado en el año 27 a. C., pues en enero de ese año se le dio el título honorífico de Augusto y el senado acordó que se le concedieran los principales poderes constitucionales.  

Pero en el Oriente su reinado comenzó a contarse a partir de sus conquistas allí. En Siria y en las provincias vecinas se consideraba que había comenzado el 2 de septiembre del año 31 a. C., con la batalla de Accio, cuando obtuvo una victoria decisiva sobre Antonio y conquistó el dominio del imperio. En Egipto se computaba el comienzo de su reinado a partir del año 30 a. C., cuando murió Cleopatra, porque era considerado como sucesor de ella, como rey de Egipto por derecho de conquista.  Allí su reinado se computaba según los años del calendario egipcio, a partir del 1º de Thoth del año 30 a. C.

Una forma de indicar una fecha de reinado como la que emplea Lucas, "el año quince del reinado de Tiberio" -frase que al parecer Tiberio nunca usó en Roma-, podría entenderse solamente de acuerdo con el calendario local empleado por el autor.  Habría que saber si Lucas estaba contando los años a partir del 1º de Thoth egipcio (fecha que siempre cayó, después de Augusto, en el mes de agosto), o a partir del mes judío de Nisán, o Tisri, etc. Durante el período helenístico, y después, los calendarios locales sirios variaban de una ciudad a otra.

DOS MÉTODOS PARA COMPUTAR LOS AÑOS DE REINADO.- La fecha dependería también del método empleado para numerar los años de reinado. Según un método, el período del año calendario que transcurría después de la muerte del rey era llamado el año ascensional (o de entronización) del nuevo rey; el 1er. año del nuevo reinado era el primer año calendario completo que comenzaba con el próximo día de año nuevo local, después de la entronización. Este es el método del año ascensional (o de entronización) para computar los años de reinado. Este sistema se había empleado en siglos anteriores en Babilonia, Asiria, y el reino de Judá, y también entre los judíos después del exilio, en tiempos de Nehemías (ver t. II, pp. 123, 141-142; t. III, p. 104). Pero había sido discontinuado aun en Babilonia, debido a la conquista macedónica, cuando los años de Alejandro Magno comenzaron a contarse según otro método (conocido por largo tiempo en Egipto): el sistema de cómputo sin año ascensional. Según este cómputo, el año calendario que había comenzado como último año del reinado anterior acababa como el 1er. año del nuevo rey, y llevaba, por lo tanto, dos números. El año 1.º del nuevo rey se extendía desde la fecha de su entronización hasta el próximo día de año nuevo, cuando comenzaba el 2º año (ver t. II, pp. 141-142).

MÉTODOS JUDÍOS PARA COMPUTAR LAS FECHAS.- Para entender el Nuevo Testamento es importante saber cómo funcionaba el sistema judío de computar las fechas; 229 pero los documentos del primer siglo no proporcionan nada que pueda compararse con las abundantes tablillas que tenemos de un período anterior de Mesopotamia. Se han encontrado monedas palestinas que llevan los números de los años del reinado de los emperadores romanos; pero no hay nada que tenga doble fecha ni otro tipo de sincronismos (ver t. II, p. 138; t. III, pp. 90-91) por los cuales pueda conocerse la ubicación de esas fechas en el esquema del calendario juliano. Por otra parte, las únicas indicaciones que provienen de la literatura judía insinúan que en tiempos de Cristo los años del reinado de los reyes judíos locales eran computados a partir de la primavera. Esto podría parecer extraño en vista de que en tiempos de los reyes de Judá y de Esdras y Nehemías se había empleado el año calendario que comenzaba en otoño (ver t. II, pp. 137, 143-144, 150; t. III, pp. 105-109). Sin embargo, parece haberse empleado en tiempos de los Macabeos (ver p. 27, nota 2) el año que comenzaba en primavera (de la era seléucida), probablemente para diferenciar el año judío del año macedonio durante los años de la era seléucida. Los gobernantes judíos recién independizados, los llamados Macabeos, no eran del antiguo linaje real de Judá. Eran hasmoneos de la tribu de Leví, y reyes- sacerdotes. Sería natural que destacaran el año religioso que comenzaba el 1º de Nisán, en la primavera, y no el antiguo año de reinado de Judá. En consecuencia, no es raro que Josefo, que escribió en el siglo I, computara los años de Herodes el Grande, sucesor de los hasmoneos, a partir de la primavera, y empleara el sistema de cómputo sin año ascensional. Tampoco es raro encontrar que en el Talmud se conserve el recuerdo del mismo método. Se dice allí que el 1º de Nisán era el día de año nuevo de los reyes israelitas (pero que el 1º de Tisri, en el otoño, era el comienzo del año del reinado de los reyes extranjeros, cuando este cómputo lo hacían los judíos).* Así como los judíos de los tiempos de 1Macabeos parecen haber usado su propio cómputo de primavera a primavera, en contraste con los años computados de otoño a otoño por los reyes sirios, así también podría suponerse que se conservaría la misma distinción en el cómputo de los reyes herodianos locales, que eran judíos al menos de nombre, y los de los emperadores romanos, que eran extranjeros. 230

ERAS TRADICIONALES DE GRIEGOS Y ROMANOS.- Los historiadores del Imperio Romano asignaban fechas a los acontecimientos según dos eras tradicionales, cuyos comienzos se fijaron en fechas anteriores bastante inciertas.

Las olimpiadas griegas eran los períodos de cuatro años que transcurrían entre dos series de juegos sucesivos en la ciudad de Olimpia. Esas olimpíadas se comenzaron a contar desde el año 776 a. C., supuesto comienzo de dichos juegos. El 3er. año de la olimpíada 195 (Ol. 195. 3) sería entonces el año 3/4 d. C., de verano (mediados de junio-julio) a verano. Esta operación resulta de multiplicar 195 x 4 (780), y restar 776 de dicha cifra.

El cómputo romano de los años desde la fundación de Roma (A.U.C.: ab urbe condita), cuando se supone que Rómulo y Remo fundaron dicha ciudad, no era calculado de la misma manera por todos los autores romanos. Varrón, autoridad generalmente aceptada, ubicó la fundación de la ciudad en el año correspondiente a 753 a. C. Aunque se suponía que la fecha exacta era el 21 de abril, algunas veces se computaban los años A.U.C. según los años del calendario romano, a partir del 1º de enero. Esta era romana, como las olimpíadas, aparece con frecuencia en documentos históricos; pero la forma romana habitual de expresar la fecha era la que se fijaba por los consulados (ver p. 227).

ERAS ORIENTALES QUE SE EMPLEABAN EN EL TIEMPO DE CRISTO.- En las partes más orientales del Imperio Romano se empleaba la era seléucida, comenzada por los reyes seléucidas. Se la computaba a partir de septiembre-octubre de 312 a. C. según el calendario oficial macedonio, aunque en Babilonia se la computaba siempre a partir de la primavera (marzo-abril) de 311; y es posible que el autor judío de 1 Macabeos la haya computado a partir de la primavera de 312 (ver p. 27, nota 2).  Hubo también varias eras de Augusto. Una fue la era de Accio, que comenzó a partir de la victoria de Augusto (llamado entonces Octavio) en Accio, el 2 de septiembre del año 31 a. C.* Esta era fue continuada después de la muerte de Augusto, y por esto se han encontrado monedas acuñadas por unos pocos años en Antioquía y el vecino puerto de Seleucia, que llevan doble fecha: la de la era de Accio y la de los años de reinado de Tiberio. Los egipcios tuvieron otra era augustal, computada a partir del 1º de Thoth del año 30 a. C., en la cual se computaban los años de su reinado como rey de Egipto después de la muerte de Cleopatra.  Algunos también computaban una era augustal a partir del año 27 a. C., cuando comenzó el gobierno constitucional de Augusto.

LA ERA CRISTIANA.- Históricamente, la era cristiana no debe aparecer en un estudio cronológico del siglo I, pues no fue inventada sino siglos más tarde. Sin embargo, como se supone que computa los años a partir del nacimiento de Cristo, y las palabras "primer siglo" se usan en relación con esta era, y ya que todos los acontecimientos registrados en el NT (salvo el nacimiento de Jesús) se computan según este sistema, corresponde explicar esta era. En el siglo VI d. C., un monje llamado Dionisio el Exiguo ideó una nueva tabla para la fecha de pascua de resurrección, en la cual introdujo un nuevo método de contar los años. Situó el nacimiento de Cristo, 231 según la mejor información de que disponía, en el año 754 A.U.C., y comenzó desde ese punto su escala de años que denominó anno domini nostri, "año de nuestro Señor", comúnmente llamado anno domini, abreviado A.D.; equivalente a "después de Jesucristo" (abreviado d. C.). Según su cómputo estaba en el año 532 de estos años de "nuestro Señor" cuando escribió. Esta era no se empleó en forma general sino hasta varios siglos más tarde, pero ahora se la emplea en todo el mundo y aun es de uso común en los países islámicos y del Lejano Oriente, donde retienen sus antiguos calendarios. Hace mucho tiempo que se sabe que Dionisio fijó mal el año del nacimiento de Cristo; pero la utilidad de su esquema no se menoscaba siempre que se entienda, por ejemplo, que 1987 no fue el año 1987 a partir del nacimiento de Jesús, sino que es el año 1987 de un cómputo no exacto llamado era cristiana, cuyo punto de partida se sitúa algunos años después de la verdadera fecha de la Natividad. Los eruditos no concuerdan en cuanto al número exacto de los años de ese error, pero es seguro que no son menos de unos cuatro años, y que el nacimiento de Jesús debe fijarse en alguna fecha "antes de Cristo".*

III. LA FECHA DEL NACIMIENTO DE CRISTO

FECHA TRADICIONAL.- La fecha que sin duda con mayor frecuencia se ha designado para el nacimiento de Cristo es el año 4 (ó 5) a. C., aunque algunos le asignan el año 6 o el 8, y aun antes. La popularidad del año 4 a. C. quizá se deba a James Ussher, arzobispo anglicano, quien consideraba que la era cristiana había comenzado cuatro años después de lo que debía haber comenzado. Ussher ubicó la creación en el año 4004 a. C. porque creía que Cristo había nacido en el año 4000 después de la creación del mundo, es decir, en el año 5/4 a. C., computado de otoño a otoño. Por eso situó la fecha de la Natividad cerca del final del año 5 a. C., y ese año apareció en el margen de muchas Biblias inglesas durante unos 250 años. Pero ahora se sabe que las fechas de Ussher, compiladas hace más de 300 años, son muy poco precisas. Muchas son aproximadamente correctas, pero muchas más son enteramente erróneas. Los descubrimientos arqueológicos modernos han permitido establecer con precisión muchas fechas antiguas que era imposible conocer en los días de Ussher. Sin embargo, puede considerarse que el año 5 a. C. es aproximadamente correcto, pero la prueba no es tan suficientemente completa como para proporcionar la fecha exacta del nacimiento de Jesús, -como se verá a continuación.

CENSO EN TIEMPOS DE QUIRINIO (CIRENIO).- Lucas dice que Jesús nació durante un empadronamiento ordenado por Augusto, y que fue el "primer censo" que "se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria" (Luc. 2: 2). Josefo nombra a Sencio Saturnino y a Quintilio Varo como gobernadores sucesivos, a partir aproximadamente del año 9 a. C.  hasta después de la muerte de Herodes (Antigüedades xvi. 9. 1; xvii. 5. 2; 9. 3).  Por eso los críticos impugnan esto como un error de Lucas; sin embargo, la falta de pruebas no quita la probabilidad de que Cristo hubiera nacido durante el censo que se hizo cuando Cirenio era gobernador. Se han descifrado dos inscripciones en las cuales aparece Cirenio como si fuera gobernador asociado de Siria antes de la muerte de Herodes, y se ha concluido que el censo al cual se refiere Lucas fue el que se hizo en el año 8 ó 6 a. C., y no el que se llevó a cabo en un período posterior del gobierno de Cirenio, en el año 6 d.C. (ver la obra de Caird en la Bibliografía al 232 final de este capítulo). Algunos explican que el censo que menciona Lucas se refiere al que había sido decretado por Augusto en el año 8 a. C., que comenzó en Palestina algún tiempo más tarde (cuando María y José fueron a Belén), que luego quedó inconcluso debido a la muerte de Herodes, y que fue completado en tiempo de Cirenio, por lo cual se lo asocia con este nombre.  Josefo afirma que Cirenio realizó un censo romano de Judea en torno del año 6 ó 7 d. C. (Antigüedades xviii. 1. 1; 2. 1; xx. 5. 2), y menciona una insurrección dirigida por Judas de Galilea para oponerse a ese censo. En Hech. 5: 37 se hace referencia a este levantamiento.  Este censo se hizo poco después de que Arquelao fuera depuesto y Judea fuera formalmente anexada a la provincia romana de Siria en 6 d. C. Si se consideran juntos estos hechos, surge la posibilidad de que el antagonismo judío hubiera imposibilitado la finalización de ese censo (con su correspondiente impuesto) durante el gobierno herodiano, y que en cuanto Judea fue incorporada a la provincia de Siria, el censo y el cobro de impuestos fueron debidamente terminados. Ver p. 217, diagrama 2.

Se ha objetado que no hay registro de ningún decreto imperial relacionado con el cobro de tributos en Judea antes del que hizo Cirenio en el año 6 ó 7 d. C.; pero debe recordarse que no hay registros detallados de la administración romana de Palestina. Herodes y Arquelao eran vasallos de Roma, pero disfrutaban de bastante independencia en los asuntos locales, y es muy probable que exigieran impuestos por sí mismos, para pagar después tributo a Roma de sus propias fortunas. Es muy posible que Herodes, quizá, algo tardíamente, llevara a cabo un empadronamiento decretado antes por Augusto. Tal decreto, aunque hubiera sido dado en nombre de Herodes, bien podría haberse considerado como un edicto romano pues Herodes estaba bajo César. José y María fueron a Belén -tierra de sus antepasados- para empadronarse. El imperio permitía que se hicieran los censos utilizando métodos locales. Que tal práctica se siguiera en el Cercano Oriente queda demostrado por un papiro de un siglo más tarde, el cual muestra que en Egipto se exigía a la gente que regresara a su lugar de origen para ser censada (ver Caird, en Bibliografía).

NO PUEDE DARSE FECHA PARA LA APARICIÓN DE LA ESTRELLA.- De nada sirven todos los intentos, por medio de los cálculos astronómicos, para asignar una fecha precisa para la estrella de Belén (Mat. 2:2).

 Ningún astro podría haber dirigido a los viajeros desde el Oriente y luego haber continuado hacia el sur desde Jerusalén hasta Belén, para detenerse finalmente sobre determinada casa. Esa estrella fue evidentemente milagrosa y no fue un cuerpo celeste normal (ver DTG 42).

LA MUERTE DE HERODES EN EL AÑO 4 A. C.- Josefo ubica la muerte de Herodes en el año 37 de su reinado, contado desde su designación, o en el 34, desde cuando  poseyó el reino, es decir, en el año 4/3 a. C., computado de Nisán a Nisán.* Algunos han supuesto que Herodes murió en la última parte del año 4/3, y por lo tanto han situado el nacimiento de Jesús en el otoño (septiembre-octubre) del año 4 a. C. o más tarde; pero la interpretación más generalmente aceptada del relato de Josefo es la que explica que Herodes murió en los primeros días del mes de Nisán del año 4 a. C. Se ha explicado en otra parte que si Herodes murió en los primeros días de abril del año 4 a. C., los acontecimientos transcurridos entre el nacimiento de Cristo y la matanza de los niños de Belén, mientras Herodes aún vivía, colocarían el nacimiento de Cristo cuando más en la primera parte del año 4 a. C., y quizá algunos meses 233 antes, a fines del año 5 a. C. (ver com.  Mat. 2: 1 y p. 217, diagrama 2). El nacimiento de Cristo no pudo haber ocurrido ni mucho antes, ni mucho después del año 4 ó 5 a. C., pues Jesús "era como de treinta años" cuando comenzó su ministerio "en el año decimoquinto del imperio de Tiberio".

IV. COMIENZO DEL MINISTERIO DE CRISTO. La principal afirmación cronológica que da la fecha del comienzo del ministerio de Cristo se halla en Luc. 3:1-2. Antes de examinar este importante texto, se considerarán otras dos frases; una, expresada definidamente en números redondos, y la otra, al parecer, también en esa forma.

"COMO DE TREINTA AÑOS".- El texto griego de Lucas dice: "Jesús mismo estaba comenzando como de años treinta" (Luc. 3:23). Por lo general esta declaración se ha interpretado en el sentido de que la edad de Jesús al comenzar su ministerio era de unos treinta años; así lo traduce la RVR (ver en Hech. 1:22 la forma como Lucas emplea una construcción similar). Es verdad que si Jesús hubiera nacido, a más tardar, en el año 4 a. C., habría cumplido su 30º año en el 27 d.C. Pero además de la incertidumbre en cuanto al método bíblico exacto para computar las edades, la palabra griega hÇséi, "como", "aproximadamente", indica aquí un número redondo. Sin duda Jesús tendría "como treinta" años con un margen, por lo menos, de un año o dos, ya sea de menos o de más. Si Lucas, que nos proporciona una narración más detallada que los otros autores evangélicos, hubiera sabido exactamente la edad de Jesús, difícilmente se habría conformado con las vagas palabras "como de treinta años". No es preciso saber la fecha exacta del nacimiento de Jesús, ni su edad exacta cuando fue bautizado para determinar con aproximación la fecha del comienzo de su ministerio. Se ha sugerido que Lucas quería indicar que Jesús tenía al menos treinta años, es decir, la edad cuando podía considerarse que estaba listo para comenzar una vida de liderazgo (ver com. Luc. 3:23).

LOS CUARENTA Y SEIS AÑOS DEL TEMPLO.- Algunos han intentado deducir la fecha del ministerio de Cristo de la declaración donde se afirma que el templo había estado en construcción por 46 años (Juan 2: 20). Esa no fue la afirmación cronológica premeditada de un historiador, escrita luego de consultar los registros históricos. Era parte de una réplica oral. El que hablaba no tenía la intención de narrar un hecho histórico, sino burlarse de las supuestas pretensiones de Jesús de que podía reconstruir el templo en tres días. Quizá el número era exacto, o tal vez era una aproximación. Además, no se indica ningún punto de partida ni de terminación. Por lo tanto, no debe tomarse esta afirmación como un dato cronológico exacto para calcular una fecha.

Sin embargo, puede considerarse que el período de 46 años desde el momento cuando se comenzó a construir el templo de Herodes es relativamente correcto. Josefo afirma que el templo se comenzó a construir en el año 18 del reinado de Herodes (Antigüedades xv. 11.1). En otro pasaje dice que se comenzó la construcción en el año 15 (Guerra i. 21.1). Algunos consideran que estas dos fechas representan el mismo año computado desde dos puntos de partida (desde que fue designado como rey por los romanos en el 40 a. C., y desde el momento cuando comenzó su gobierno de Judea en 37 a. C.). Por otra parte, hay quienes consideran que en Antigüedades se corrige un dato equivocado que se había dado en Guerra. Otros sugieren que Herodes quizá comenzó los preparativos para construir el templo tres años antes de comenzar la construcción, o que los 46 años deben contarse a partir del final de la primera etapa de la construcción, cuando se celebró con una gran fiesta la terminación del edificio del templo, sin los atrios ni los edificios adyacentes (Antigüedades xv. 11. 6). 234 Si se parte del año 15 del reinado de Herodes, el 23/22 a. C., el intervalo para llegar al año 15 de Tiberio, según el cómputo más corto, es de 49 años. Pero si se empieza a contar desde que comenzó la construcción en el año 18, el 20/19 a. C. (quizá en enero del 19 a. C., puesto que el primer año y medio de construcción acabó en pleno verano con la celebración en el día del aniversario de la entronización de Herodes), entonces los 46 años terminarían en el 28 d. C. Y fue unos meses más tarde, en la pascua de ese año, según la interpretación más anticipada que se puede dar al año 15 de Tiberio, cuando se hizo la declaración relativa a los 46 años de construcción. En vista de que no se tiene un punto de partida exacto y de que se trata de un comentario casual, evidentemente no puede afirmarse que esta declaración de los 46 años establezca una fecha definida.

La declaración cronológica de Lucas, cuyo propósito evidente era el de ubicar el comienzo del ministerio de Cristo, es mucho más específica y detallada. En los siguientes párrafos se tratará este tema.

LA FECHA DADA POR LUCAS.- El mismo capítulo que contiene la frase "como de treinta años" (Luc. 3:23), contiene la única mención de un año de reinado específico de todo el NT. Juan el Bautista "fue por toda la región contigua al Jordán, predicando" poco antes del bautismo de Jesús en "el año decimoquinto... de Tiberio César" (Luc. 3:3, 1). 

Lucas también ubica este suceso durante el gobierno de Poncio Pilato (26-36 d. C.), de Herodes Antipas (4 a. C.- 39 d. C.), de Felipe (4 a. C. 33/34 d. C.) y Lisanias (cuyas fechas se desconocen, pero que ejerció el poder por ese tiempo), y de los sacerdocios de Anás (c. 6-14 d. C.) y de Caifás (c. 18-36 d. C.).* Esta combinación de fechas ubica el bautismo relatado por Lucas entre los años 26 y 34 d. C. (ver p. 218, diagrama 3). Pero sólo el 15º año de Tiberio César puede situarlo en un determinado año.

"EL AÑO DECIMOQUINTO DEL IMPERIO DE TIBERIO CÉSAR".- La identificación de este año de reinado depende del método empleado por Lucas para fijar los años de reinado, pues los diversos pueblos sujetos a Roma computaban los años según sus propios calendarios y no por un calendario oficial. Tiberio, como antes Augusto, legalmente fue princeps (Gr. h'gemÇn) e imperator, y nunca rey. El "año quince del imperio" (h'gemonía) no era una manera romana de expresar la fecha. 

Los romanos probablemente habrían designado ese mismo año como el 29 (ó 30) del poder tribunicio de Tiberio, o como un año consular (ver  p. 227). La expresión empleada por Lucas era de origen oriental, común en las provincias que antes habían computado sus fechas según los años de reinado de sus reyes y soberanos, cada uno de acuerdo a su propio calendario (ver pp. 226-229, 235). ¿Cuál calendario empleó Lucas? ¿Computó como el 1er. año de Tiberio el año en que fue entronizado como rey, o se refirió al primer año completo de calendario que comenzó en el siguiente día de año nuevo? ¿Contó los años de reinado como si hubieran comenzado después de la muerte de Augusto, o a partir de una corregencia que había comenzado antes?  Todo esto debe saberse para determinar con exactitud a qué fecha se refería Lucas cuando habló del año "decimoquinto". Desafortunadamente, no tenemos una respuesta para estas preguntas. Las comprobaciones que existen sólo pueden, en el mejor de los casos, dar una respuesta bastante aproximada pero no definitiva.

CORREGENCIA DE TIBERIO CON AUGUSTO. Algunos eruditos han procurado computar 235 el año 15 de Tiberio, tal como lo da Lucas, a partir de varias fechas antes de la muerte de Augusto. Es bien conocido el hecho de que Tiberio ocupó numerosos y elevados puestos en la administración romana, tanto civil como militar, mientras Augusto aún vivía. En el año 6 a. C. fue investido con el poder tribunicio, durante cinco años, juntamente con Augusto. En el año 4 d. C. fue adoptado como hijo y heredero de Augusto y se le dio el poder tribunicio por diez años (27 de junio del 4 d. C.), poder que fue renovado en el año 13 d. C. quizá por otros diez años.  

Para asegurar la sucesión, Augusto lo nombró como corregente en la administración de las provincias. Escribe un autor de la época: "Por pedido de su padre de que tuviera en todas las provincias y todos los ejércitos un poder igual al suyo, el senado y el pueblo romano así lo decretaron" (Velleio Patérculo, ii. 121. 1-2). La dificultad se halla en que no hay acuerdo en cuanto a la fecha del comienzo de esa corregencia: si comenzó en el año 11, 12 ó 13 d. C. Si como algunos argumentan, la palabra "imperio" (h'gemonía) que usa Lucas se refiere a la corregencia de Tiberio y no a su reinado como rey único, entonces no puede encontrarse una prueba que confirme esta interpretación.* Por otra parte, hay muchos indicios de que ni Tiberio ni nadie más comenzó a contar los años de su reinado antes de la muerte de Augusto.

ENTRONIZACIÓN DE TIBERIO.- Augusto murió en Nola, Campania, Italia, el 19 de agosto, durante el consulado de Sexto Pompeyo y Sexto Apuleio, en el año 44 de la batalla de Accio (Dio Cassio lvi. 29. 2; 30. 5). Este es indiscutiblemente el año 14 d. C. Tiberio, que estaba de viaje, fue llamado con toda premura para que volviera al lecho de muerte de su padre. Tiberio anunció la muerte del emperador, y como ya había sido por un año o más el comandante de los ejércitos y corregente en las provincias, parece que fue aceptado sin vacilación por los provincianos. Pero en Italia su gobierno fue sólo provisional, pues en Roma no había una monarquía hereditaria, y para los romanos ni siquiera era una monarquía. Parece que Tiberio aceptó no de muy buena gana los títulos y poderes del fallecido emperador (ver Velleio Patérculo ii. 123. 1-2; 124. 2-3; Suetonio, Vidas de los Césares, "Tiberio" iii. 23. 1; 24. 1-2; Tácito, Anales, i. 5. 7; Dio Cassio lvii. 2. 1-4; 3. 1; 7. 1).

En la parte oriental del imperio, donde se acostumbraba contar las fechas según el año de reinado del monarca, todos los documentos habrían comenzado a fecharse en el reinado de Tiberio en cuanto se hubiera recibido la noticia de su entronización. 

El número del año cambiaba al siguiente día de año nuevo según cada calendario local: en Egipto el 1.º de Thoth, 29 ó 30 de agosto; en la isla de Chipre, en septiembre; en Antioquía de Siria, el 1.º de Tisri, la luna nueva de octubre (a menos que para ese tiempo el mes semítico de Tisri ya hubiera sido cambiado para hacerlo coincidir con el mes juliano de octubre, lo que con seguridad ocurrió posteriormente). La pregunta es: ¿el año 1 o el 2 de Tiberio fue el que comenzó en el siguiente día de año nuevo después de que ocupó el trono?

¿CUÁL FUE EL PRIMER AÑO DE TIBERIO?- Ya se ha explicado que al emplearse el método del año ascensional para computar los años de reinado, el resto del año calendario durante el cual comenzaba un nuevo reinado era el año ascensional, y que el año primero del reinado comenzaba sólo en el siguiente día de año nuevo 236 después de que el rey ascendía al trono. Según el sistema de cómputo sin año ascensional, el primer año del reinado era el año durante el cual el nuevo rey ocupaba el trono, y el año de reinado que se iniciaba en el siguiente día de año nuevo era el año segundo (ver p. 228). Este segundo sistema, sin año ascensional, aparece en varios documentos como método común de computar los años de reinado en el Cercano Oriente durante la primera parte de su dominación por el Imperio Romano.*

Esta evidencia indicaría que en el Cercano Oriente en general , el primer año de Tiberio y comenzó su segundo año en algún momento entre fines de agosto y octubre de 14 d.C., si no existieran evidencias directas de que en Egipto, Chipre, y quizá Siria, el primer año de Tiberio comenzó con el año nuevo del otoño (septiembre-octubre) de 14 d. C. (por lo cual el año 15 de su reinado sería el 28/29 d. C.). *

Estas informaciones para el reinado de Tiberio son excepcionales,  pues la numeración de los años está atrasada en un año porque la ascensión ocurrió tan tarde (19 de agosto) como para que en las zonas distantes no se enteraran de ella hasta después del año nuevo.  En vista de que los diversos pueblos orientales empleaban distintos calendarios, debe determinarse cuál método usó Lucas para fijar la fecha en base a lo que se hacía en su país y no en lo que se practicaba en otros. 237

CÓMPUTO JUDÍO DEL REINADO DE TIBERIO.- Todo lo que se ha dicho deja aún sin contestar la pregunta clave: ¿Computaban los judíos como el año primero de Tiberio ese corto intervalo que comenzó en algún momento posterior al 19 de agosto, y terminó en el siguiente día de año nuevo judío (octubre del 14 d. C.), o consideraban que su primer año había comenzado con ese mismo día de año nuevo en 14 d. C.? Desgraciadamente no se conoce ninguna inscripción ni moneda de Palestina que pueda probar ni lo uno ni lo otro.* Sin embargo, la literatura judía del siglo I habla de la costumbre judía en cuanto a esto. Josefo indica, sin lugar a duda, que los reinados de Herodes el Grande y de sus hijos fueron computados sin año ascensional (ver p. 229, nota 2; p. 218, diagrama 4).

Además, siendo que Josefo manifiesta que la tradición rabínica referente al cómputo de los años de reinado de los reyes judíos (ver nota 2) también se aplica en el siglo I d. C., es razonable esperar que la otra parte de la misma tradición también es válida; esto es, que los judíos computaban el reinado de los reyes extranjeros según el año que comenzaba el 1.º de Tisri. Si así fue, es de esperar que Lucas contara los años de Tiberio, gobernante romano, a partir del 1.º de Tisri, y que su 2.º año comenzara el primer día de año nuevo de su reinado, es decir el 1.º de Tisri del año 14 d. C. Puesto que la fecha de Tisri a mediados de octubre permitiría ampliamente que se hubiera conocido en Palestina la noticia de la muerte de Augusto ocurrida el 19 de agosto, antes del 1.º de Tisri, difícilmente podría suponerse que los judíos, al igual que los egipcios, comenzaran a computar el año 1.º de Tiberio sólo después de su día de año nuevo en 14 d. C.

Por lo tanto, si Lucas empleó el método normal de los judíos para computar las 238 fechas, lo que parece sumamente probable,* es de esperar que el año 15 de Tiberio fuera el año civil judío, de otoño a otoño del hemisferio norte de 27/28 d. C. No hay prueba de esto por evidencias directas de la época, pero por lo que se sabe de la costumbre judía, parece que es la solución más probable.

FECHA DEL BAUTISMO DE JESÚS. Si Luc. 3: 1 se refiere al año 27/28 d. C. como el año cuando Juan el Bautista salió del desierto y bautizó a Jesús, hay una perfecta concordancia entre la interpretación de la cronología del ministerio de Cristo que ubica su bautismo en algún momento poco después del 1.º de Tisri, en octubre del año 27 d. C., o sea 483 años después de "la salida de la orden" en el otoño (septiembre-octubre) de 457 a. C. (ver la sección V).

V. DURACIÓN DEL MINISTERIO DE CRISTO Y LA SEPTUAGÉSIMA SEMANA.

TRES AÑOS Y MEDIO DE MINISTERIO DE CRISTO.- Siendo que los autores de los cuatro Evangelios no se preocupan por la uniformidad ni por el estricto orden cronológico, siempre han existido diferencias de interpretación en cuanto a la reconstrucción de la secuencia y la duración de los acontecimientos del ministerio de Cristo. Ninguna de las diversas Armonías de los Evangelios puede asegurar que su cronología sea perfectamente comprobable. Algunos dan al ministerio de Cristo una duración de un año; otros, dos años o más; otros, tres años y medio, y algunos hasta siete años. Este Comentario presenta un bosquejo cronológico sugerente de los relatos bíblicos, basado en las tres pascuas mencionadas por Juan en su Evangelio (Juan 2: 13; 6: 4; 12: 1) y otra fiesta no especificada (cap. 5: 1), pero que se interpreta también como una pascua; y por lo tanto le asigna al ministerio de Cristo una duración de 31/2 años (ver pp. 183, 219 y el diagrama 5), período que comienza en el otoño del año 27 d. C. y concluye en la primavera del año 31 d. C.

LAS SETENTA SEMANAS DE DANIEL.- La falta de una prueba decisiva en cuanto a la fecha exacta del comienzo del ministerio de Cristo no sólo ha originado diferentes opiniones respecto a los acontecimientos implicados, sino también ha hecho que los críticos aseguren que hay contradicciones entre los Evangelios sinópticos y Juan, y que ataquen la aplicación histórica de la profecía de las 70 semanas (Dan. 9: 24-27) a la vida de Cristo. La mayoría de los teólogos han interpretado a través de los siglos que el gran período profético que había de "sellar la visión y la profecía", señalando el tiempo del "Mesías Príncipe", llegaría hasta el primer advenimiento de Cristo; y que la crucifixión ocurriría o a la mitad o al final de la 70ª semana. La interpretación historicista más aceptada desde la Reforma es que la 70ª semana sigue inmediatamente a la 69ª, sin ningún intervalo, y que los acontecimientos profetizados que sucederían durante la 70ª semana se cumplieron en relación con la vida de Cristo. Este Comentario expone cuál era la interpretación más común durante el movimiento adventista del siglo XIX, es decir, que las 70 semanas comenzaron en el 7.º año del reinado de Artajerjes (ver com. Dan. 9: 25). Este artículo demuestra que si se coloca el bautismo de Cristo al comienzo de la 70ª semana y su crucifixión a la "mitad de la semana", se puede armonizar esta interpretación con la evidencia que existe para ubicar en el tiempo el ministerio de Cristo.

No hay dificultad en saber cuándo fue "la salida de la orden" para dar comienzo a las 70 semanas en el otoño (septiembre-octubre) del año 457 a. C. Esto ya se ha 239 tratado en tomos anteriores (ver com. Dan. 9: 25; con referencia al fijamiento de la fecha, ver t. III, pp. 103, 106-108). El lector que encuentre una posible armonía entre los acontecimientos predichos en la profecía para el fin de ese período y los datos históricos referentes a la vida de Cristo, permitirá que el valor comprobatorio del cumplimiento profético decida su preferencia en el caso de fechas que pueden interpretarse de diversas maneras, como ocurre con el comienzo del ministerio de Cristo, que puede fijarse en los años 27, 28, ó 29 d. C., o la crucifixión, en los años 30, 31 ó 33 d. C.

En resumen: no hay una prueba decisiva, ni histórica ni cronológica- como tampoco hay pruebas contrarias-, de que Jesús comenzara su ministerio a fines del año 27 d. C., o sea, al final de las 69 semanas de años, contadas a partir del año 457 a. C., o que puso fin al simbolismo de los sacrificios y las ofrendas en la cruz exactamente 31/2 años más tarde, en la primavera del año 31 d. C., quedando aún 31/2 años de la 70ª semana para completar el período de 490 años desde su punto de partida.  Sin embargo, aunque uno no pueda afirmar que estas fechas están comprobadas con fuentes documentales históricas directas, se las puede aceptar como deducciones muy razonables, teniendo en cuenta las profecías. Son conclusiones que no son incompatibles con ningún hecho conocido y que armonizan con muchos hechos que se conocen debido a las investigaciones recientes.

VI. MUERTE Y RESURRECCIÓN DE CRISTO. En relación con la muerte de Cristo se presentan tres interrogantes: (1) ¿En qué día de la semana murió? (2) ¿Qué relación había entre ese día y la fiesta de la pascua? (3) ¿En qué año murió? En esta sección se tratará sólo la primera pregunta. La segunda se tratará en la primera Nota Adicional de Mat. 26, y la tercera se tratará en la sección VII.

LAPSO ENTRE LA CRUCIFIXIÓN Y LA RESURRECCIÓN.- A través de los siglos los cristianos, por lo general, han estado de acuerdo en que Jesús murió en la cruz un viernes por la tarde y resucitó muy temprano por la mañana el domingo siguiente. Pero en años recientes, algunos han argumentado que cuando Cristo dijo que estaría "en el corazón de la tierra tres días y tres noches" (Mat. 12:40) quiso decir que estaría en el sepulcro durante 72 horas. Sobre esta base se elaboró la teoría de la crucifixión en miércoles, la cual ubica la resurrección el sábado de tarde. Una sugerencia más reciente, y menos exacta, simplemente computa: "Jueves más tres días equivale a domingo". Por esto será necesario examinar lo que Cristo dijo al respecto.

Cuando Jesús habló anticipadamente de su muerte y resurrección, empleó varias frases para referirse a los "tres días" y una vez dijo "tres días y tres noches". Debe admitirse que según el cómputo occidental, si se habla de que han pasado tres días después de un acontecimiento, entendemos que se trata de un período de tres días completos. Tres días completos de 24 horas a partir del viernes de tarde se extenderían, para nosotros, hasta el lunes de tarde. Pero el problema no es entender lo que significan estas frases ahora para los occidentales, sino comprender lo que Jesús quería decir con ellas y lo que entendieron sus oyentes del antiguo Cercano Oriente.

SIGNIFICADO DE "DÍA".- En tiempos de Cristo se empleaban diversas expresiones que no significaban para ellos lo que hoy significan para nosotros. Algunos ejemplos de esta costumbre ya se han explicado ("de seiscientos años", "hijo", o "hermano"; ver t. I, pp. 183-184; t. II, pp. 139-140; ver com. 1 Crón. 2:7). ¿Qué quiso decir Jesús con un "día"?  En una ocasión dijo que el día tenía 12 horas (Juan 11:9-10), refiriéndose evidentemente a la parte iluminada del día en 240 contraste con la noche. Esto era literalmente cierto, pues cuando vivió Jesús se dividía el tiempo transcurrido entre la salida del sol y la puesta del sol en doce partes iguales u "horas", cuya longitud variaba según las estaciones. El que hoy usemos horas de reloj, siempre uniformes, y que la salida del sol y la puesta del sol estén separadas por más o menos 12 horas, según la época del año, no invalida la afirmación de Jesús. Del mismo modo, sus palabras "tres días" deben interpretarse conforme a lo que esas palabras significaban entonces, y no según el sentido que se les da ahora en el Occidente.

Aunque se empleaba y se sigue empleando la palabra "día" para referirse a las horas de luz del día, al hablar de una serie de días, se entiende un período que incluye la noche y el día. El idioma griego, en el cual fue escrito el NT, tenía una palabra que se traduce como "noche-día", nujth'meron  (ver 2 Cor. 11:25). En el Génesis se enumeran los días de la creación, y se dice que cada uno consistió de una "tarde" y una "mañana". Cuando Jesús dijo "tres días y tres noches" simplemente estaba diciendo "tres días" del calendario usado por su pueblo, según lo entendía la gente de su época.

DIFERENTES FRASES PARA SEÑALAR EL MISMO PERÍODO.- Jesús se refirió claramente en diferentes momentos al mismo período -el intervalo entre su muerte y su resurrección como "en tres días", "después de tres días", "al tercer día". Cuando cita a Jonás (cap. 1:17) emplea la frase "tres días y tres noches". A menos que se quiera acusar a Jesús de contradecirse a sí mismo, debe aceptarse que las diversas frases se refieren a un mismo período. Aun los sacerdotes y fariseos que dijeron que Jesús había predicho su resurrección "después de tres días", pidieron a Pilato que se guardara la tumba "hasta el tercer día" (no hasta después del tercer día). Evidentemente entendieron que las dos frases significaban lo mismo.

¿Qué, pues, significan estas diversas expresiones que se refieren a "tres días"? Esto se puede saber fácilmente si se estudian otros pasajes bíblicos.

TRES DÍAS SEGÚN EL CÓMPUTO INCLUSIVO.- La pregunta en cuanto al tiempo cuando Jesús permaneció en el sepulcro surgió de una incomprensión moderna del llamado "cómputo inclusivo", método común en la antigüedad, según el cual se contaba tanto el día (o año o mes) en el cual comenzaba un período, como el día cuando terminaba, no importa cuán pequeña fuera la fracción de ese día (o año o mes) inicial o final. El ejemplo clásico de este método de computar es el período que comienza en el 4.º año de Ezequías y el 7.º año de Oseas, y que termina en el 6.º año de Ezequías y el 9.º de Oseas (ver t. II, p. 139). Hoy diríamos que se trataba de un período de dos años, pues restamos 4 de 6 en el reinado de Ezequías, o 7 de 9 en el reinado de Oseas.  Pero la Biblia describe la terminación de este período diciendo "al cabo de tres años" (2 Rey 18: 9-10). Es evidente que se contaban el año 4.º, 5.º y 6.º (del reinado de Ezequías), es decir, tres años según el cómputo inclusivo.

Otro ejemplo: Se dice que un niño no tiene un año hasta que haya cumplido 24112 meses de vida a partir de la fecha de su nacimiento. Tendrá un año cuando entre en su segundo año de vida, y cumplirá dos luego de su segundo año. Por esta razón, un niño tendrá 10 años de edad durante todo el undécimo año de su vida, y cumplirá 11 cuando haya completado los 11 años de su vida. No sucedía así en los tiempos bíblicos. Noé era, literalmente, "un hijo de 600 años... en el año 600 de" su vida (Gén. 7:6,11; Gén. 5:32), aunque sus 600 años no eran computados en forma inclusiva (ver t. I, pp. 190-191 y la nota). Estos versículos muestran que en el año 600 de su vida se lo consideraba como si tuviera 600 años y no 599. Un niño hebreo era circuncidado cuando tenía "ocho días" de nacido (Gén. 17:12), "al octavo día" (Lev. 12:3; Luc. 1:59), "cumplidos los ocho días" (Luc.2: 21). La Biblia da varios períodos de "tres días" que concluyeron durante el tercer día, y no después del tercer día, y que por lo tanto no eran períodos de tres días completos de 24 horas (Gén. 42:17-19; cf. 1 Rey. 12:5, 12 con 2 Crón. 10:5,12).

Se encuentran ejemplos de este cómputo inclusivo no sólo entre los judíos, sino también entre otros pueblos de la antigüedad. Este sistema era común en Egipto, Grecia y Roma (ver t. II, pp. 139-140), y aún se usa hoy en el Lejano Oriente. En muchos países se habla del intervalo de una semana como de "ocho días", y un pasaje de ida y vuelta válido por tres días, que se compra el domingo, tiene que ser usado el martes o antes. En algunos países del Lejano Oriente se computa la edad dándole a la persona un año más de lo que se le da en Occidente. Así un coreano que dice tener 25 años tiene sólo 24 según el cómputo occidental. Y también, según el cómputo chino, un niño que nace en la última parte del año tiene dos años al año siguiente, pues está viviendo el segundo año de su vida conforme al calendario; y en cuanto comience el siguiente año, cumplirá tres años de vida aunque sólo uno de esos años sea un año completo.

Puesto que la costumbre común de emplear el cómputo inclusivo está bien comprobada por su uso entre los hebreos, en otras naciones antiguas y en el Oriente hasta los tiempos modernos, parece poco razonable entender las palabras de Jesús en cuanto a un período de tres días según la usanza de nuestro método matemático moderno occidental. Los oyentes de Jesús contaron los "tres días", según su costumbre, en forma sucesiva:

1. El día de la crucifixión.

2. El día después de este acontecimiento.

3. El "tercer" día después de dicho acontecimiento (según el cómputo moderno sería apenas el segundo día).

No puede, pues, insistirse que porque Jesús dijo que resucitaría "después de tres días" (Mar. 8:31), quiso decir, tal como lo entendemos hoy, que resucitaría al final del tercer día completo, es decir, en lo que sería el equivalente del cuarto día.

Además, no tenemos únicamente una deducción obvia en cuanto a lo que Jesús quiso decir con el "tercer día", pues de sus mismos labios tenemos la solución. 

En cierta ocasión, mientras hablaba de Herodes, dijo: "Id, y decid a aquella zorra: He aquí, echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra. 

Sin embargo, es necesario que hoy y mañana y pasado mañana siga mi camino; porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén" (Luc. 13:32-33). 

De ese modo Jesús hizo equivaler el tercer día con el día después de mañana, es decir pasado mañana, el tercer día según el cómputo inclusivo.

La Crucifixión En Viernes. Podemos preguntar en qué día se cumplió esta profecía de Jesús acerca de los "tres días". La respuesta es que se cumplió en "el primer día de la semana" (Mar. 16:9; ver com. Mat. 28:1). En las últimas horas de ese "mismo día" (Luc. 24:1,13), dos discípulos se encontraron con Jesús en camino a Emaús, 242 y al hablar de la crucifixión de su Maestro y de su profundo chasco, afirmaron: "Hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido" (Luc. 24:21). 

Cuando Jesús se apareció a los doce en el aposento alto, les dijo: "Así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día" (Luc. 24:46). Asimismo lo dijo Pablo más tarde: "Resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras" (1 Cor. 15:4). Es evidente que el domingo corresponde con ese "tercer día".

Si el domingo es "el tercer día", el día después de mañana, ¿cuál fue entonces el día de la crucifixión? Evidentemente el viernes anterior, el día de la preparación. Esto concuerda exactamente con la afirmación de Lucas de que las mujeres dejaron sin terminar el proceso de embalsamamiento el día de la preparación porque se acercaba el sábado, "y descansaron el sábado, conforme al mandamiento", antes de regresar a la tumba "el primer día de la semana" (Luc. 23:54 a 24:1). 

No esperaron varios días, como lo suponen quienes ubican la muerte de Jesús el día miércoles y consideran que el sábado que aquí se menciona no era más que un día de fiesta o de reposo ceremonial. Además, la frase "día de reposo... de gran solemnidad" ha hecho pensar a muchos que en ese año el día de esa fiesta coincidió con el sábado semanal (ver com. Juan 19:31).

VII. AÑO DE LA CRUCIFIXIÓN. En la sección VI de este artículo se ha demostrado que Jesús murió en viernes y resucitó el siguiente domingo. En la primera Nota Adicional de Mat. 26 se dan las razones para afirmar que Jesús murió en el día llamado 14 de Nisán Por los dirigentes judíos, quienes lo acusaron ante Pilato. El tema que todavía queda por tratar es el que se refiere al año de la crucifixión, para el cual el Nuevo Testamento no da ninguna indicación, salvo la que podría derivarse de la declaración de Lucas en cuanto al año 15 de Tiberio y la duración del ministerio de Jesús. No hay ninguna prueba extrabíblica de algún documento de la época. Tácito es el que más se aproxima en dar la fecha de la crucifixión. Afirma que "Jristós", fundador de los odiados cristianos, fue muerto por Poncio Pilato durante el reinado de Tiberio (Anales xv. 44). 

La iglesia primitiva concordaba mayormente en que Jesús había sido crucificado el 14 de Nisán (unos pocos decían que en el 15 de Nisán); pero pronto se perdió la cuenta de esa fecha del calendario judío. Desde los más antiguos escritos hay un gran desacuerdo en cuanto al año. Según una tradición, la fecha fue el 25 de marzo durante el consulado de los Gemini (29 d.C.). Otra identificaba la oscuridad de la crucifixión con un eclipse solar mencionado por Flegón, historiador pagano, como que había ocurrido en el cuarto año de la olimpíada 202 (32/33 d. C.). Había también una tercera tradición que afirmaba que la crucifixión había acaecido el año 31 d.C. (ver Ogg, Bibliografía, p. 258).

La fecha del año 29, generalmente relacionada con la teoría de que el ministerio de Jesús sólo duró un año, no puede hacer coincidir el 14 de Nisán con un viernes, pues según dicha teoría el día 14 cayó en sábado, en domingo o después. El eclipse solar (que siempre se da en luna nueva) aludido por Flegón no podría haber ocurrido en la pascua (la cual siempre correspondía con la luna llena, o un día después de ella); además, un eclipse no puede durar tanto tiempo. La tendencia moderna ha sido la de intentar fijar la fecha de la crucifixión computando regresivamente la fecha lunar de acuerdo con las modernas tablas astronómicas, para ver cuál año comprendido entre los años 30 y 33 coincidiría con un viernes 14 de Nisán.  Se limita la fecha a un momento dentro del período de gobierno de Poncio Pilato (26-36 d.C.), y algo después del año 15 de Tiberio, cuando en el año judío correspondiera el 14 de Nisán con un viernes. Por esta razón se ha tenido que recurrir a la búsqueda 243 de un viernes 14 del mes judío de Nisán, mes lunar que comienza con la luna nueva de marzo o de abril (ver t. II, pp. 117-119). Como se ha pretendido identificar astronómicamente diversas fechas para la crucifixión, es necesario examinar la validez de esta pretensión. Pero la variedad de métodos y de resultados indica que este sistema debe usarse con extrema cautela si las conclusiones se basan solamente en cálculos astronómicos o de calendario. Este tipo de cómputo puede fijar fechas basándose en registros específicos de eclipses o en otros datos precisos; pero el cómputo del tiempo basado en la luna nueva sólo puede excluir una fecha por completo si ubica un mes en una relación que evidentemente no coincide con las fases de la luna. Una fecha lunar computada como posible no necesariamente es la fecha real, pues quedan demasiados puntos inseguros (ver el Apéndice de este artículo, pp. 246-258).

AÑOS CUANDO LA CRUCIFIXIÓN PUDO HABER OCURRIDO EN VIERNES.- Empleando los modernos métodos de calcular la luna nueva astronómico y de computar el intervalo entre ese momento y el primer día del mes lunar, puede concluirse que pudo haber ocurrido un viernes 14 en época de pascua en tres meses lunares entre los años 28 y 33 d. C.

a. En el mes que comenzó un día y unas 22 horas después de la luna nueva de marzo del año 30 d. C. (aproximadamente el 25 de marzo), si se computa el tiempo desde que la luna creciente pudo verse (el 14 sería el 7 de abril).

b. En el mes que comenzó tres días y unas cuatro horas después de la luna nueva de abril del año 31 d. C. (aproximadamente el 14 de abril), si se computa un período un tanto más largo, pero todavía posible después de la luna nueva astronómico (el 14 correspondería con viernes, 27 de abril).

c. En el mes que comenzó un día y unas cinco horas después de la luna nueva de marzo del año 33 d. C. (aproximadamente el 21 de marzo, correspondiendo el día 14 con el 3 de abril), si acaso esta fecha tan temprana pudo dar cabida a Nisán y no a un segundo mes de Adar.

No hay en este período ninguna otra fecha en la cual pudiera caer un día de pascua en viernes.

EL AÑO 33 D.C. ES INSOSTENIBLE.- La fecha aceptada en el pasado para la crucifixión era el año 33 (presentada ya en el siglo XIII por Roger Bacon). Esta fecha apareció durante largos años como anotación marginal en las Biblias inglesas de la traducción del Rey Santiago (KJV); pero hoy casi no se acepta. El cómputo para la misma se basaba en la suposición de que el calendario judío del siglo I d. C. se computaba exactamente como la forma revisada de ese calendario, que fue introducida varios siglos después de Cristo y que ha llegado, a través de la Edad Media, hasta los tiempos modernos. Este calendario judío posterior permite que la pascua ocurra en una fecha mucho más temprana (algunas veces en el 15 de marzo). El posible viernes 14 de Nisán del año 33 exigiría que el mes de Nisán comenzara el 21 de marzo, cuatro días antes del comienzo más temprano del mes de Nisán en el ciclo babilónico de ese período (ver p. 226), y más temprano de lo que los papiros de Elefantina (siglo V a. C.) indicaban como el uso judío antiguo. Por lo tanto, es de esperarse que el mes que comenzó el 21 de marzo del año 33 d. C. fuera un Adar II.

Si ese mes fue Nisán, debe aceptarse una de estas dos alternativas: o por esa época todo el ciclo judío estaba adelantado en relación con el babilónico, o ese mes de Nisán estaba excepcionalmente adelantado, fuera de tono con el ciclo general. Un ciclo tan extraordinario haría que el mes de Nisán comenzara en marzo casi siempre, y en algunos años no sólo cuatro días antes del límite esperado, sino mucho antes. Por lo tanto, un ciclo tal no armonizaría con la presentación de la gavilla mecida (ver p. 226), que era parte de las fiestas del mes de Nisán mientras aún estaba 244 el templo, Si el mes de Nisán del año 33 d.C. fue un mes irregular, anterior a lo normal en el ciclo fijo, entonces la ubicación de la crucifixión en esta fecha no es más que -a falta de una comprobación documental positiva- una simple conjetura. Puesto que no hay evidencia para apoyar ninguna de las dos premisas, no debería considerarse como posible el año 33 d. C. a menos que tuviera el único viernes 14 de todo el período; y no es así. El mes lunar que comenzó en marzo del año 33 d. C. debería, por todas las evidencias de que se dispone, considerarse como Adar II. En ese caso, el mes de Nisán ocurrió un mes más tarde, y el día 14 no cayó en viernes. Por lo tanto, la evidencia contraria a la ubicación de la crucifixión en el año 33 d. C. es tan poderosa que no puede considerarse seriamente esa posibilidad. Queda, pues, reducida la elección a los 30 y 31 d. C.

ELECCIÓN ENTRE EL AÑO 30 Y EL 31 D. C.- En las últimas décadas se ha dado preferencia al año 30 d.C. Aunque algunos que consideran que el ministerio de Jesús duró dos o tres años han afirmado que ésta fue la fecha de la crucifixión, es imposible hacer terminar un ministerio de 31/2 años en el 30 d. C. sin suponer que el año 15 de Tiberio se computó a partir de una corregencia. Por eso quienes han abogado por el año 30 han tendido a afirmar que el ministerio de Jesús fue más corto- de hasta dos años y medio. Esta fecha para la crucifixión se basa en el cómputo lunar del viernes 7 de abril como 14 de Nisán. Además, el hecho de que esta fecha armoniza con el ciclo babilónico de 19 años (en uso desde el siglo IV a. C.), mientras que el año 33 no concuerda, ha sido tomado como una evidencia decisiva en favor del año 30.

Un moderno erudito del Nuevo Testamento destaca esta incertidumbre citando al exponente que con más confianza ha presentado el año 30 como la fecha de la crucifixión: "A.T. Olmstead identificó el día de la crucifixión de Jesús como el 7 de abril del año 30 d. C., probablemente correcta, siempre que los judíos de Jerusalén estuvieran siguiendo el calendario babilónico para computar la pascua" (Sherman E. Johnson, The Interpreters Bible, com. sobre Mat. 26:17, la cursiva es nuestra). 

Sin embargo, la fecha de la crucifixión en el año 30 depende de dos suposiciones: (1) que Nisán en ese año fue el mes lunar que comenzó en marzo, no en abril; y (2) que el mes comenzó con la presencia de la luna nueva la noche del 24 de marzo.  Ninguna de estas cosas puede probarse.

No todos los eruditos aceptan las dos suposiciones básicas en las que se apoya la fecha del año 30 d. C. Algunos de ellos, empleando otras razones tan válidas como las primeras y presentando pruebas que parecen tan razonables -y aún más- como las que apoyan el 30 d. C. como año de la crucifixión, concluyen que la crucifixión ocurrió en el 31 d. C. A falta de pruebas documentales en cuanto al método judío de computar el calendario en la primera parte del siglo I, parece que es arriesgado afirmar que el mes judío de Nisán en el año 30 d. C. fue necesariamente el mes lunar que comenzó en marzo. 

Se hace notar (ver Apéndice, p. 250) que en el año 30 d. C. el calendario judío difícilmente estaba siguiendo el ciclo babilónico que hacía comenzar el mes de Nisán con la luna nueva de marzo, sino que hay una probabilidad igualmente razonable, y tal vez mayor, de que los judíos hicieron comenzar ese mes de Nisán en abril. Este Nisán comenzado en abril no habría tenido una pascua en viernes. Además, se señala que es astronómicamente posible ubicar la crucifixión en el año 31, siempre que en ese año el mes de Nisán hubiera comenzado algo después del intervalo habitual entre la luna nueva astronómico y la observación terrestre de la luna nueva, intervalo que suele ser de uno o dos días. 

Además, se hace notar que puede haber una demora intencional de un día debido al sectarismo, lo que se nota en la celebración de la pascua el jueves por la noche por parte de Jesús y sus discípulos, y el viernes por la noche por los dirigentes judíos que llevaron a Jesús 245 ante Pilato. Los críticos creen ver en esta diferencia una discrepancia entre los relatos de los Evangelios sinópticos y el de Juan (ver la Nota Adicional de Mat. 26; la presentación de los argumentos astronómicos y de calendario para establecer como fecha de la crucifixión el año 30 o el 31 se trata en el Apéndice, pp. 246-250).

Quienes presentan pruebas en favor del año 31 admiten con franqueza que, hasta donde pueda determinarse ahora, no es posible fijar este año como la fecha de la crucifixión por medio de pruebas astronómicas o de calendario. Pero consideran que es justo llamar la atención a ciertos hechos que indican que también falta esa certeza en relación con el año 30 d. C., y advierten que es aconsejable abstenerse de aseveraciones categóricas en favor de cualquiera de los dos años.  Puede llegarse a la conclusión de que es posible considerar astronómicamente aceptable que la crucifixión hubiera acaecido en el año 31 o en algún otro año, siempre que pueda suponerse la existencia de ciertas condiciones.  Pero a falta de pruebas que determinen si se cumplieron o no esas condiciones, debe subordinarse el cómputo del calendario a otros factores para arribar a una decisión en cuanto al año más probable. Los que prefieren el año 31 por lo general han computado un ministerio de 31/2 años a partir de la última parte del año 27 d. C. y también han tomado en cuenta el cumplimiento de la profecía de Daniel en cuanto a "la mitad de la semana" (Dan. 9:27).

ES IMPOSIBLE LLEGAR A UNA CONCLUSIÓN BASADA SÓLO EN EL CALENDARIO.- El hecho es que, por el momento, no podemos tener seguridad en cuanto al sistema del calendario lunar de los judíos en el siglo I. Por eso no puede decirse con certeza que, de acuerdo con la astronomía lunar, cierto año fue el año de la crucifixión. Por lo que se sabe de los principios generales derivados de los registros babilónicos, de papiros judíos anteriores y de la tradición judía posterior, puede decirse que durante el período posible de la crucifixión sólo tres veces puede computarse un viernes 14 de Nisán basado en el calendario lunar. Puesto que uno de ellos, el de 33 d. C. es insostenible, las alternativas son los años 30 y 31 d. C. 

En favor de la fecha del año 31, debe añadirse la explicación concerniente a la "mitad" exacta de la 70.ª semana (ver p. 238), 31/2 años después del bautismo de Jesús. Pero en lo que concierne a la prueba del calendario lunar, podrían tener razón tanto quienes llegan al año 31 mediante el cálculo matemático de la mitad de la semana, o los que usando algún otro método llegan al año 30 (que algunos aceptan como la mitad aproximada de la semana). La elección de la fecha depende de otros elementos que no se basan en el cálculo lunar.

FECHA ADOPTADA POR ESTE COMENTARIO.- Toda la cuestión de la fecha de la pascua en relación con la muerte de Cristo es tan compleja que, como ya se ha dicho, no se ha expuesto ninguna posición que pueda comprobarse con datos inequívocos, ya sean de estudios astronómicos o de calendario. Sin embargo, se tiene el derecho de buscar, en la evidencia ofrecida, lo que parezca ser la base más razonable para elegir. Este artículo ha presentado razones bíblicas y no bíblicas que pueden aceptarse como que señalan el año 31 d. C., pero la incertidumbre de la comprobación lunar exige que se apoye esto en la interpretación del texto bíblico y de los factores históricos. Este Comentario ha propuesto el año 31 d. C. como fecha de la crucifixión debido a las pruebas que rodean en conjunto el ministerio de Cristo.

Se ha demostrado que la primera fecha posible para el bautismo de Jesús a la edad de unos 30 años, en el año 15 de Tiberio, ocurrió en el otoño del año 27 d. C. (ver p. 238). Puesto que este Comentario emplea una Armonía de los Evangelios que asigna 31/2 años al ministerio de Jesús a partir de su bautismo, es natural que también escoja el año 31 como año de la crucifixión, 31/2 años después del bautismo de Jesús en el otoño del año 27 d. C. Esa es la primera fecha compatible tanto con el año 15 de Tiberio como con la duración del ministerio de Cristo, y es el último año 246 compatible tanto con la mitad de la 70.ª semana como con los factores lunares. En vista de la ausencia de pruebas adecuadas, ya sea para el año 30 o el año 31, nadie puede criticar la selección del año 31, aunque por el momento no sea la fecha comúnmente aceptada por la mayoría de los eruditos.

VIII. CONCLUSIÓN. Lo que puede deducirse de los datos presentados en este artículo es que de ninguna manera las comprobaciones contradicen los relatos evangélicos. Además, las comprobaciones pueden hacerse armonizar con los Evangelios dentro de una dimensión razonable y posible. El hecho de que falten suficientes datos precisos de ninguna manera hace dudar de los Evangelios, en los cuales hay muchas evidencias de precisión histórica que nos hacen confiar en su veracidad. Se sabe que el nacimiento de Cristo ocurrió quizá unos pocos meses antes del comienzo del año 4 a. C. Su bautismo, según el método más lógico de computar la fecha, ocurrió en el año 27/28; la crucifixión, que según los cálculos astronómicos pudo haber ocurrido en el año 30 o en el año 31 d. C., puede ubicarse, mediante la interpretación precisa de la 70.ª semana (ver p. 239), en el año 31 d. C. (5CBA) MHP


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