I. INTRODUCCIÓN. LOS
acontecimientos registrados en el Nuevo Testamento transcurrieron durante el
siglo I de nuestra era, período durante el cual la cronología del Imperio
Romano está bien establecida; sin embargo, sus fechas no pueden determinarse
con toda seguridad porque los autores bíblicos no han proporcionado suficiente
información. La única mención neotestamentaria de un año preciso (el año 15 de
Tiberio) ha sido interpretada de diversas maneras. Las epístolas no llevan
fecha, pues los autores de los Evangelios tenían más interés en el significado
de los acontecimientos que en su fecha.
Los eruditos modernos algunas veces escriben
dogmáticamente acerca de la cronología de la vida de Cristo, pero sus obras se
basan en la interpretación subjetiva de pruebas que no son suficientemente
claras como para ser concluyentes. El lector de este Comentario encontrará que
a pesar de que los autores del Nuevo Testamento proporcionan suficientes datos
en cuanto a fechas, como para mostrar que ellos mismos no tenían dudas en cuanto
al tiempo, apenas nos proporcionan la suficiente información para reconstruir
un esquema cronológico aproximado de los sucesos del Nuevo Testamento. Aun el
orden de los hechos, deducido de los cuatro Evangelios, no es siempre seguro. Debe
dejarse un margen para ciertas posibles variaciones.
Los problemas cronológicos del Nuevo Testamento pueden
ser internos: relacionados con la interpretación del texto mismo, o externos:
referentes a la relación de los sucesos relatados en el Nuevo Testamento con
los acontecimientos de la cronología secular. El propósito de este artículo es
presentar los hechos que pueden conocerse y señalar las conclusiones a que
puede llegarse, en forma lógica, en relación con los más importantes problemas
de cronología externa dentro de los alcances de este tomo V. Ellos son: (1) la
fecha del nacimiento de Cristo, (2) la fecha de su bautismo, y en consecuencia,
del comienzo de su ministerio, y (3) la fecha de su crucifixión y
resurrección. Pero, como prefacio, es
necesario explicar varios sistemas de eras cronológicas y los métodos de
computar los años.
II. CALENDARIOS Y FORMAS DE
COMPUTAR LOS AÑOS. Jesús vivió en un mundo -el Imperio
Romano- gobernado por Augusto y Tiberio.
En este imperio estaban unidos bajo el dominio romano muchos pueblos y
muchas naciones desde el Atlántico hasta el Eufrates, desde la desembocadura
del 226
Rin, hasta las cataratas del Nilo. Todos gozaban de la paz romana. Pero en la
parte oriental del imperio, donde las civilizaciones eran mucho más antiguas
que la romana, persistían los idiomas, las costumbres, y las religiones
locales. Lo mismo ocurría con los diversos métodos de computar el tiempo. Aun
en los asuntos oficiales las fechas se calculaban según el calendario local.
DIVERSOS CALENDARIOS DEL SIGLO I D. C. El calendario romano había sido modificado por orden de Julio César a comienzos del año 45 a. C. Esa modificación hecha por Sosígenes, astrónomo egipcio, había convertido el calendario romano lunar en un calendario solar egipcio con un año de 365 días, al cual se añadía un día cada cuatro años, dándole al año un promedio de 365 1/4 días.
Pero este calendario juliano, que finalmente se
convirtió en el calendario común europeo, no se impuso uniformemente en todo el
Imperio Romano (ver t.I, pp. 185-186; t. II p. 121).
Augusto introdujo en Egipto el sistema del año
bisiesto, con lo cual el día de año nuevo egipcio, el lº de Thoth, dejó de
retroceder a través de las estaciones como lo había hecho antes (ver t. I, pp.
185-186; t. II, pp. 107, 157-158), y quedó fijo en el 29 de agosto (o 30 en
algunos años). Esa fue la única modificación del calendario egipcio, que retuvo
sus 12 meses de 30 días -con sus antiguos nombres-, más los cinco días
adicionales al final del año (de allí en adelante se añadían seis días cada
cuatro años).
Las provincias que estaban al este de Egipto
mantuvieron sus calendarios lunares de 12 ó 13 meses (ver t. II, pp. 106-107);
pero durante los primeros siglos de la ocupación romana, la mayoría de ellos
adoptaron el año romano de 365 (366) días, y adaptaron sus propios nombres
macedonios o semíticos de los meses lunares a los meses julianos de 31, 30 ó 28
(29) días. Por ejemplo, en Siria el año
del calendario semítico comenzaba con el equivalente de Tisri, que fue cambiado
de mes lunar en mes de 31 días, para corresponder con el mes juliano de
octubre. No se sabe hasta qué punto
ocurrió este cambio en el primer siglo de la era cristiana.
EL CALENDARIO JUDÍO. Pero los judíos
conservaron su calendario lunar con sus meses de 30 y 29 días, su año de 12 ó
13 meses, y sus dos comienzos de año: el religioso de Nisán a Nisán, en
primavera (marzo-abril), y el año civil de Tisri a Tisri, en el otoño
(septiembre-octubre; ver t. II, pp. 105-107, 113, 119). Sin embargo, en tiempos
de Cristo, el año eclesiástico, que comenzaba en primavera parece haber sido
también el año de reinado (ver pp. 228-229), es decir, el año según el cual se
contaban los años de reinado de los reyes locales herodianos, que eran
semijudíos.
Los judíos, como otros antiguos semitas, tenían un calendario lunisolar, es decir, meses lunares con ajustes periódicos para hacer corresponder el año calendario con el año de las estaciones. Doce meses lunares suman unos 11 días menos que el verdadero año solar que coincide con las estaciones. Por lo tanto, cada dos o tres años se añadía un mes (llamado embolismal o intercalado). Adar, el 12º mes, era seguido en esos años por un 13er. mes, el segundo Adar. Esto era necesario para que Nisán, el 1er. mes, concordara con la cosecha de la cebada, (principios de abril), a fin de que pudiera ofrecerse la gavilla mecida precisamente después de la pascua, durante la fiesta de los panes sin levadura (ver t. II, pp. 103-104, 106-108).
Los babilonios desarrollaron en el siglo IV
a. C. un calendario cíclico, en el cual empleaban un método diferente para intercalar
los meses adicionales. Duplicaban el 12º mes de Addaru seis veces en cada ciclo
de 19 años; pero en un año (en el 17º) duplicaban el mes de Ululu (el mes judío
de Elul), el 6º mes (ver t. II, pp, 115-117).
Hasta donde se sepa, los judíos nunca intercalaron un
segundo mes de Elul después del 6º mes. Tal procedimiento habría producido un
intervalo irregular en los meses 1º y 7º entre las fiestas prescritas por la
ley levítica. Además, el hecho de que 227 la necesidad de
añadir un mes adicional fuera determinada por la relación del mes de Nisán con
la cosecha de la cebada, indica que originalmente, cuando el calendario quizá
sólo dependía de observaciones, el 13er. mes tenía que intercalarse en la
primavera, precisamente antes de Nisán, y no hay necesidad de suponer un cambio
para duplicar el 6º mes. Nada se sabe de
la existencia en tiempos de Jesús de un ciclo judío regular de 19 años que
correspondiera con el calendario babilónico. Sin embargo, parece haber alguna prueba de que los sacerdotes que
regulaban el calendario tenían algún conocimiento de los métodos de cálculo
teórico, aunque siempre conservaban la antigua costumbre de anunciar los meses
basándose en la observación de la luna y de las estaciones. Según la tradición, fue sólo algunos siglos
después de Cristo cuando los rabinos sistematizaron su calendario empleando las
reglas fijas del cálculo, conocidas por todos.*
MÉTODOS ROMANOS PARA DESIGNAR LOS AÑOS. Los romanos, con su herencia republicana, no contaban los años según el reinado de sus emperadores, por la sencilla razón de que en Italia y en el Occidente el emperador no era considerado como un monarca reinante. Augusto, el organizador del Imperio Romano que reemplazó a la república, se hizo llamar princeps, literalmente el primero o principal (ciudadano), y su gobierno no era en realidad una monarquía sino un principado. Los términos equivalentes griegos, h'gemon y h'gemonía, se empleaban para referirse al emperador y a su gobierno. Esos nombres se usaban en las provincias orientales, donde el griego era el idioma oficial del gobierno, legado que había quedado de Alejandro y los reinos helenísticos. A Augusto se lo denomina con justa razón, primer emperador romano; y los emperadores son considerados como monarcas porque en la práctica era así. Pero el poder de los emperadores se debía a que ocupaban el puesto de imperator, comandante de las fuerzas armadas (de donde derivó la palabra "emperador").
Los emperadores gobernaban legalmente en virtud de los
poderes para los diversos cargos civiles que originalmente habían sido
conferidos por votación a Augusto, y que fueron concedidos formalmente para
cada emperador subsiguiente. Y no fue
sino hasta el reinado de Diocleciano (284-305 DC.) cuando el gobierno romano
se reorganizó legalmente como una monarquía absoluta.
La forma habitual de los romanos de escribir una fecha
era: "En el consulado de ____ y ____". Se daba a cada año el nombre
de los dos cónsules que ejercían conjuntamente la primera magistratura. Durante el imperio, los cónsules aún
continuaban ejerciendo sus funciones cada año (como meras figuras decorativas)
a partir del 1º de enero. Las listas consulares que se han encontrado nos
permiten ubicar esos años consulares como años a. C. y d. C. Pero en el año 23
a. C., Augusto legalizó su dominio del Estado ejerciendo el consulado cada año
(con diferentes "colegas" que en verdad no tenían poder). Al
principio computó sus años según el número de veces que había sido cónsul. Cuando
dejó de ser cónsul estableció lo que llegó a ser el sistema oficial para
designar los años del emperador: según el número de años 228
que había ocupado el poder tribunicio, es decir, el poder (aunque no el cargo)
de tribuno (con referencia a los tribunos como protectores de los derechos del
pueblo durante la república, ver p. 29). Esos años se computaban como si hubieran comenzado en el aniversario de
la primera concesión del poder tribunicio. (Los romanos, a diferencia de los
orientales, atribuían importancia a los cumpleaños de las personas, y estaban
más acostumbrados a computar los años a partir de los aniversarios. Los
orientales se inclinaban más a computar años completos de calendario partiendo
del día de año nuevo.)
AÑOS DE REINADO EN EL CERCANO ORIENTE.- En
las provincias orientales y en los reinos vasallos del Imperio Romano, la
costumbre de poner fechas según los años de reinado de cada monarca había
prevalecido por tanto tiempo, que los orientales continuaron aplicando a los
emperadores romanos este método de acuerdo con sus calendarios locales
respectivos.
Las diferencias locales se notan en el caso de Augusto, ya que su ascensión al poder imperial no se logró mediante un acontecimiento realizado en un solo día. Hoy se suele fijar el comienzo de su reinado en el año 27 a. C., pues en enero de ese año se le dio el título honorífico de Augusto y el senado acordó que se le concedieran los principales poderes constitucionales.
Pero en el
Oriente su reinado comenzó a contarse a partir de sus conquistas allí. En Siria
y en las provincias vecinas se consideraba que había comenzado el 2 de
septiembre del año 31 a. C., con la batalla de Accio, cuando obtuvo una
victoria decisiva sobre Antonio y conquistó el dominio del imperio. En Egipto
se computaba el comienzo de su reinado a partir del año 30 a. C., cuando murió
Cleopatra, porque era considerado como sucesor de ella, como rey de Egipto por
derecho de conquista. Allí su reinado se
computaba según los años del calendario egipcio, a partir del 1º de Thoth del
año 30 a. C.
Una forma de indicar una fecha de reinado como la que
emplea Lucas, "el año quince del reinado de Tiberio" -frase que al
parecer Tiberio nunca usó en Roma-, podría entenderse solamente de acuerdo con
el calendario local empleado por el autor.
Habría que saber si Lucas estaba contando los años a partir del 1º de
Thoth egipcio (fecha que siempre cayó, después de Augusto, en el mes de
agosto), o a partir del mes judío de Nisán, o Tisri, etc. Durante el período
helenístico, y después, los calendarios locales sirios variaban de una ciudad a
otra.
DOS MÉTODOS PARA COMPUTAR LOS AÑOS DE REINADO.- La
fecha dependería también del método empleado para numerar los años de reinado. Según
un método, el período del año calendario que transcurría después de la muerte
del rey era llamado el año ascensional (o de entronización) del nuevo rey; el
1er. año del nuevo reinado era el primer año calendario completo que comenzaba
con el próximo día de año nuevo local, después de la entronización. Este es el
método del año ascensional (o de entronización) para computar los años de
reinado. Este sistema se había empleado en siglos anteriores en Babilonia,
Asiria, y el reino de Judá, y también entre los judíos después del exilio, en
tiempos de Nehemías (ver t. II, pp. 123, 141-142; t. III, p. 104). Pero había
sido discontinuado aun en Babilonia, debido a la conquista macedónica, cuando
los años de Alejandro Magno comenzaron a contarse según otro método (conocido
por largo tiempo en Egipto): el sistema de cómputo sin año ascensional. Según este cómputo, el año calendario que
había comenzado como último año del reinado anterior acababa como el 1er. año
del nuevo rey, y llevaba, por lo tanto, dos números. El año 1.º del nuevo rey
se extendía desde la fecha de su entronización hasta el próximo día de año
nuevo, cuando comenzaba el 2º año (ver t. II, pp. 141-142).
MÉTODOS JUDÍOS PARA COMPUTAR LAS FECHAS.- Para
entender el Nuevo Testamento es importante saber cómo funcionaba el sistema
judío de computar las fechas; 229 pero los documentos del primer siglo no
proporcionan nada que pueda compararse con las abundantes tablillas que tenemos
de un período anterior de Mesopotamia. Se han encontrado monedas palestinas que
llevan los números de los años del reinado de los emperadores romanos; pero no
hay nada que tenga doble fecha ni otro tipo de sincronismos (ver t. II, p. 138;
t. III, pp. 90-91) por los cuales pueda conocerse la ubicación de esas fechas
en el esquema del calendario juliano. Por otra parte, las únicas indicaciones
que provienen de la literatura judía insinúan que en tiempos de Cristo los años
del reinado de los reyes judíos locales eran computados a partir de la primavera.
Esto podría parecer extraño en vista de que en tiempos de los reyes de Judá y
de Esdras y Nehemías se había empleado el año calendario que comenzaba en otoño
(ver t. II, pp. 137, 143-144, 150; t. III, pp. 105-109). Sin embargo, parece
haberse empleado en tiempos de los Macabeos (ver p. 27, nota 2) el año que
comenzaba en primavera (de la era seléucida), probablemente para diferenciar el
año judío del año macedonio durante los años de la era seléucida. Los
gobernantes judíos recién independizados, los llamados Macabeos, no eran del
antiguo linaje real de Judá. Eran hasmoneos de la tribu de Leví, y reyes-
sacerdotes. Sería natural que destacaran el año religioso que comenzaba el 1º
de Nisán, en la primavera, y no el antiguo año de reinado de Judá. En
consecuencia, no es raro que Josefo, que escribió en el siglo I, computara los
años de Herodes el Grande, sucesor de los hasmoneos, a partir de la primavera,
y empleara el sistema de cómputo sin año ascensional. Tampoco es raro encontrar
que en el Talmud se conserve el recuerdo del mismo método. Se dice allí que el
1º de Nisán era el día de año nuevo de los reyes israelitas (pero que el 1º de
Tisri, en el otoño, era el comienzo del año del reinado de los reyes
extranjeros, cuando este cómputo lo hacían los judíos).* Así como los judíos de
los tiempos de 1Macabeos parecen haber usado su propio cómputo de primavera a
primavera, en contraste con los años computados de otoño a otoño por los reyes
sirios, así también podría suponerse que se conservaría la misma distinción en
el cómputo de los reyes herodianos locales, que eran judíos al menos de nombre,
y los de los emperadores romanos, que eran extranjeros. 230
ERAS TRADICIONALES DE GRIEGOS Y ROMANOS.- Los
historiadores del Imperio Romano asignaban fechas a los acontecimientos según
dos eras tradicionales, cuyos comienzos se fijaron en fechas anteriores
bastante inciertas.
Las olimpiadas griegas eran los períodos de cuatro
años que transcurrían entre dos series de juegos sucesivos en la ciudad de
Olimpia. Esas olimpíadas se comenzaron a
contar desde el año 776 a. C., supuesto comienzo de dichos juegos. El 3er. año
de la olimpíada 195 (Ol. 195. 3) sería entonces el año 3/4 d. C., de verano
(mediados de junio-julio) a verano. Esta
operación resulta de multiplicar 195 x 4 (780), y restar 776 de dicha cifra.
El cómputo romano de los años desde la fundación de
Roma (A.U.C.: ab urbe condita), cuando se supone que Rómulo y Remo fundaron
dicha ciudad, no era calculado de la misma manera por todos los autores
romanos. Varrón, autoridad generalmente aceptada, ubicó la fundación de la
ciudad en el año correspondiente a 753 a. C. Aunque se suponía que la fecha
exacta era el 21 de abril, algunas veces se computaban los años A.U.C. según
los años del calendario romano, a partir del 1º de enero. Esta era romana, como las olimpíadas, aparece
con frecuencia en documentos históricos; pero la forma romana habitual de
expresar la fecha era la que se fijaba por los consulados (ver p. 227).
ERAS ORIENTALES QUE SE EMPLEABAN EN EL TIEMPO DE CRISTO.- En
las partes más orientales del Imperio Romano se empleaba la era seléucida,
comenzada por los reyes seléucidas. Se la computaba a partir de
septiembre-octubre de 312 a. C. según el calendario oficial macedonio, aunque
en Babilonia se la computaba siempre a partir de la primavera (marzo-abril) de
311; y es posible que el autor judío de 1 Macabeos la haya computado a partir
de la primavera de 312 (ver p. 27, nota 2).
Hubo también varias eras de Augusto. Una fue la era de Accio, que
comenzó a partir de la victoria de Augusto (llamado entonces Octavio) en Accio,
el 2 de septiembre del año 31 a. C.* Esta era fue continuada después de la
muerte de Augusto, y por esto se han encontrado monedas acuñadas por unos pocos
años en Antioquía y el vecino puerto de Seleucia, que llevan doble fecha: la de
la era de Accio y la de los años de reinado de Tiberio. Los egipcios tuvieron
otra era augustal, computada a partir del 1º de Thoth del año 30 a. C., en la
cual se computaban los años de su reinado como rey de Egipto después de la
muerte de Cleopatra. Algunos también
computaban una era augustal a partir del año 27 a. C., cuando comenzó el
gobierno constitucional de Augusto.
LA ERA CRISTIANA.- Históricamente,
la era cristiana no debe aparecer en un estudio cronológico del siglo I, pues
no fue inventada sino siglos más tarde. Sin embargo, como se supone que computa los años a partir del nacimiento
de Cristo, y las palabras "primer siglo" se usan en relación con esta
era, y ya que todos los acontecimientos registrados en el NT (salvo el
nacimiento de Jesús) se computan según este sistema, corresponde explicar esta
era. En el siglo VI d. C., un monje llamado Dionisio el Exiguo ideó una nueva
tabla para la fecha de pascua de resurrección, en la cual introdujo un nuevo
método de contar los años. Situó el
nacimiento de Cristo, 231 según la mejor información de que
disponía, en el año 754 A.U.C., y comenzó desde ese punto su escala de años que
denominó anno domini nostri, "año de nuestro Señor", comúnmente
llamado anno domini, abreviado A.D.; equivalente a "después de
Jesucristo" (abreviado d. C.). Según su cómputo estaba en el año 532 de
estos años de "nuestro Señor" cuando escribió. Esta era no se empleó
en forma general sino hasta varios siglos más tarde, pero ahora se la emplea en
todo el mundo y aun es de uso común en los países islámicos y del Lejano
Oriente, donde retienen sus antiguos calendarios. Hace mucho tiempo que se sabe que Dionisio
fijó mal el año del nacimiento de Cristo; pero la utilidad de su esquema no se
menoscaba siempre que se entienda, por ejemplo, que 1987 no fue el año 1987 a
partir del nacimiento de Jesús, sino que es el año 1987 de un cómputo no exacto
llamado era cristiana, cuyo punto de partida se sitúa algunos años después de
la verdadera fecha de la Natividad. Los eruditos no concuerdan en cuanto al
número exacto de los años de ese error, pero es seguro que no son menos de unos
cuatro años, y que el nacimiento de Jesús debe fijarse en alguna fecha
"antes de Cristo".*
III. LA FECHA DEL
NACIMIENTO DE CRISTO
FECHA TRADICIONAL.- La fecha que sin
duda con mayor frecuencia se ha designado para el nacimiento de Cristo es el
año 4 (ó 5) a. C., aunque algunos le asignan el año 6 o el 8, y aun antes. La
popularidad del año 4 a. C. quizá se deba a James Ussher, arzobispo anglicano,
quien consideraba que la era cristiana había comenzado cuatro años después de
lo que debía haber comenzado. Ussher
ubicó la creación en el año 4004 a. C. porque creía que Cristo había nacido en
el año 4000 después de la creación del mundo, es decir, en el año 5/4 a. C.,
computado de otoño a otoño. Por eso
situó la fecha de la Natividad cerca del final del año 5 a. C., y ese año
apareció en el margen de muchas Biblias inglesas durante unos 250 años. Pero ahora se sabe que las fechas de Ussher,
compiladas hace más de 300 años, son muy poco precisas. Muchas son
aproximadamente correctas, pero muchas más son enteramente erróneas. Los descubrimientos arqueológicos modernos
han permitido establecer con precisión muchas fechas antiguas que era imposible
conocer en los días de Ussher. Sin embargo, puede considerarse que el año 5 a.
C. es aproximadamente correcto, pero la prueba no es tan suficientemente
completa como para proporcionar la fecha exacta del nacimiento de Jesús, -como
se verá a continuación.
CENSO EN TIEMPOS DE QUIRINIO (CIRENIO).- Lucas
dice que Jesús nació durante un empadronamiento ordenado por Augusto, y que fue
el "primer censo" que "se hizo siendo Cirenio gobernador de
Siria" (Luc. 2: 2). Josefo nombra a
Sencio Saturnino y a Quintilio Varo como gobernadores sucesivos, a partir
aproximadamente del año 9 a. C. hasta
después de la muerte de Herodes (Antigüedades xvi. 9. 1; xvii. 5. 2; 9.
3). Por eso los críticos impugnan esto
como un error de Lucas; sin embargo, la falta de pruebas no quita la
probabilidad de que Cristo hubiera nacido durante el censo que se hizo cuando
Cirenio era gobernador. Se han
descifrado dos inscripciones en las cuales aparece Cirenio como si fuera gobernador
asociado de Siria antes de la muerte de Herodes, y se ha concluido que el censo
al cual se refiere Lucas fue el que se hizo en el año 8 ó 6 a. C., y no el que
se llevó a cabo en un período posterior del gobierno de Cirenio, en el año 6 d.C. (ver la obra de Caird en la Bibliografía al 232 final de este
capítulo). Algunos explican que el censo que menciona Lucas se refiere al que
había sido decretado por Augusto en el año 8 a. C., que comenzó en Palestina
algún tiempo más tarde (cuando María y José fueron a Belén), que luego quedó
inconcluso debido a la muerte de Herodes, y que fue completado en tiempo de
Cirenio, por lo cual se lo asocia con este nombre. Josefo afirma que Cirenio realizó un censo
romano de Judea en torno del año 6 ó 7 d. C. (Antigüedades xviii. 1. 1; 2. 1;
xx. 5. 2), y menciona una insurrección dirigida por Judas de Galilea para
oponerse a ese censo. En Hech. 5: 37 se
hace referencia a este levantamiento.
Este censo se hizo poco después de que Arquelao fuera depuesto y Judea
fuera formalmente anexada a la provincia romana de Siria en 6 d. C. Si se
consideran juntos estos hechos, surge la posibilidad de que el antagonismo
judío hubiera imposibilitado la finalización de ese censo (con su
correspondiente impuesto) durante el gobierno herodiano, y que en cuanto Judea
fue incorporada a la provincia de Siria, el censo y el cobro de impuestos
fueron debidamente terminados. Ver p. 217, diagrama 2.
Se ha objetado que no hay registro de ningún decreto
imperial relacionado con el cobro de tributos en Judea antes del que hizo
Cirenio en el año 6 ó 7 d. C.; pero debe recordarse que no hay registros
detallados de la administración romana de Palestina. Herodes y Arquelao eran vasallos de Roma,
pero disfrutaban de bastante independencia en los asuntos locales, y es muy
probable que exigieran impuestos por sí mismos, para pagar después tributo a
Roma de sus propias fortunas. Es muy posible que Herodes, quizá, algo
tardíamente, llevara a cabo un empadronamiento decretado antes por Augusto. Tal
decreto, aunque hubiera sido dado en nombre de Herodes, bien podría haberse
considerado como un edicto romano pues Herodes estaba bajo César. José y María fueron a Belén -tierra de sus antepasados-
para empadronarse. El imperio permitía que se hicieran los censos utilizando
métodos locales. Que tal práctica se siguiera en el Cercano Oriente queda
demostrado por un papiro de un siglo más tarde, el cual muestra que en Egipto
se exigía a la gente que regresara a su lugar de origen para ser censada (ver
Caird, en Bibliografía).
NO PUEDE DARSE FECHA PARA LA APARICIÓN DE LA ESTRELLA.- De nada sirven todos los intentos, por medio de los cálculos astronómicos, para asignar una fecha precisa para la estrella de Belén (Mat. 2:2).
Ningún astro
podría haber dirigido a los viajeros desde el Oriente y luego haber continuado
hacia el sur desde Jerusalén hasta
Belén, para detenerse finalmente sobre determinada casa. Esa estrella fue evidentemente milagrosa y no
fue un cuerpo celeste normal (ver DTG 42).
LA MUERTE DE HERODES EN EL AÑO 4 A. C.- Josefo
ubica la muerte de Herodes en el año 37 de su reinado, contado desde su
designación, o en el 34, desde cuando
poseyó el reino, es decir, en el año 4/3 a. C., computado de Nisán a
Nisán.* Algunos han supuesto que Herodes
murió en la última parte del año 4/3, y por lo tanto han situado el nacimiento
de Jesús en el otoño (septiembre-octubre) del año 4 a. C. o más tarde; pero la
interpretación más generalmente aceptada del relato de Josefo es la que explica
que Herodes murió en los primeros días del mes de Nisán del año 4 a. C. Se ha
explicado en otra parte que si Herodes murió en los primeros días de abril del
año 4 a. C., los acontecimientos transcurridos entre el nacimiento de Cristo y
la matanza de los niños de Belén, mientras Herodes aún vivía, colocarían el
nacimiento de Cristo cuando más en la primera parte del año 4 a. C., y quizá
algunos meses 233 antes, a fines del año 5 a. C. (ver
com. Mat. 2: 1 y p. 217, diagrama 2). El
nacimiento de Cristo no pudo haber ocurrido ni mucho antes, ni mucho después
del año 4 ó 5 a. C., pues Jesús "era como de treinta años" cuando
comenzó su ministerio "en el año decimoquinto del imperio de
Tiberio".
IV. COMIENZO DEL MINISTERIO
DE CRISTO. La principal afirmación cronológica que da
la fecha del comienzo del ministerio de Cristo se halla en Luc. 3:1-2. Antes de examinar este importante texto, se
considerarán otras dos frases; una, expresada definidamente en números
redondos, y la otra, al parecer, también en esa forma.
"COMO DE TREINTA AÑOS".- El
texto griego de Lucas dice: "Jesús mismo estaba comenzando como de años
treinta" (Luc. 3:23). Por lo general esta declaración se ha interpretado
en el sentido de que la edad de Jesús al comenzar su ministerio era de unos
treinta años; así lo traduce la RVR (ver en Hech. 1:22 la forma como Lucas emplea
una construcción similar). Es verdad que si Jesús hubiera nacido, a más tardar,
en el año 4 a. C., habría cumplido su 30º año en el 27 d.C. Pero además de la
incertidumbre en cuanto al método bíblico exacto para computar las edades, la
palabra griega hÇséi, "como", "aproximadamente", indica
aquí un número redondo. Sin duda Jesús tendría "como treinta" años
con un margen, por lo menos, de un año o dos, ya sea de menos o de más. Si
Lucas, que nos proporciona una narración más detallada que los otros autores
evangélicos, hubiera sabido exactamente la edad de Jesús, difícilmente se
habría conformado con las vagas palabras "como de treinta años". No
es preciso saber la fecha exacta del nacimiento de Jesús, ni su edad exacta
cuando fue bautizado para determinar con aproximación la fecha del comienzo de
su ministerio. Se ha sugerido que Lucas quería indicar que Jesús tenía al menos
treinta años, es decir, la edad cuando podía considerarse que estaba listo para
comenzar una vida de liderazgo (ver com. Luc. 3:23).
LOS CUARENTA Y SEIS AÑOS DEL TEMPLO.- Algunos
han intentado deducir la fecha del ministerio de Cristo de la declaración donde
se afirma que el templo había estado en construcción por 46 años (Juan 2: 20). Esa
no fue la afirmación cronológica premeditada de un historiador, escrita luego
de consultar los registros históricos. Era parte de una réplica oral. El que
hablaba no tenía la intención de narrar un hecho histórico, sino burlarse de
las supuestas pretensiones de Jesús de que podía reconstruir el templo en tres
días. Quizá el número era exacto, o tal vez era una aproximación. Además, no se
indica ningún punto de partida ni de terminación. Por lo tanto, no debe tomarse esta afirmación
como un dato cronológico exacto para calcular una fecha.
Sin embargo, puede considerarse que el período de 46
años desde el momento cuando se comenzó a construir el templo de Herodes es
relativamente correcto. Josefo afirma que el templo se comenzó a construir en el
año 18 del reinado de Herodes (Antigüedades xv. 11.1). En otro pasaje dice que
se comenzó la construcción en el año 15 (Guerra i. 21.1). Algunos consideran
que estas dos fechas representan el mismo año computado desde dos puntos de
partida (desde que fue designado como rey por los romanos en el 40 a. C., y
desde el momento cuando comenzó su gobierno de Judea en 37 a. C.). Por otra
parte, hay quienes consideran que en Antigüedades se corrige un dato equivocado
que se había dado en Guerra. Otros sugieren que Herodes quizá comenzó los
preparativos para construir el templo tres años antes de comenzar la
construcción, o que los 46 años deben contarse a partir del final de la primera
etapa de la construcción, cuando se celebró con una gran fiesta la terminación
del edificio del templo, sin los atrios ni los edificios adyacentes
(Antigüedades xv. 11. 6). 234 Si se parte del año 15 del reinado
de Herodes, el 23/22 a. C., el intervalo para llegar al año 15 de Tiberio,
según el cómputo más corto, es de 49 años. Pero si se empieza a contar desde
que comenzó la construcción en el año 18, el 20/19 a. C. (quizá en enero del 19
a. C., puesto que el primer año y medio de construcción acabó en pleno verano
con la celebración en el día del aniversario de la entronización de Herodes),
entonces los 46 años terminarían en el 28 d. C. Y fue unos meses más tarde, en
la pascua de ese año, según la interpretación más anticipada que se puede dar
al año 15 de Tiberio, cuando se hizo la declaración relativa a los 46 años de
construcción. En vista de que no se
tiene un punto de partida exacto y de que se trata de un comentario casual,
evidentemente no puede afirmarse que esta declaración de los 46 años establezca
una fecha definida.
La declaración cronológica de Lucas, cuyo propósito
evidente era el de ubicar el comienzo del ministerio de Cristo, es mucho más
específica y detallada. En los
siguientes párrafos se tratará este tema.
LA FECHA DADA POR LUCAS.- El mismo capítulo que contiene la frase "como de treinta años" (Luc. 3:23), contiene la única mención de un año de reinado específico de todo el NT. Juan el Bautista "fue por toda la región contigua al Jordán, predicando" poco antes del bautismo de Jesús en "el año decimoquinto... de Tiberio César" (Luc. 3:3, 1).
Lucas también
ubica este suceso durante el gobierno de Poncio Pilato (26-36 d. C.), de
Herodes Antipas (4 a. C.- 39 d. C.), de Felipe (4 a. C. 33/34 d. C.) y Lisanias
(cuyas fechas se desconocen, pero que ejerció el poder por ese tiempo), y de
los sacerdocios de Anás (c. 6-14 d. C.) y de Caifás (c. 18-36 d. C.).* Esta
combinación de fechas ubica el bautismo relatado por Lucas entre los años 26 y
34 d. C. (ver p. 218, diagrama 3). Pero sólo el 15º año de Tiberio César puede
situarlo en un determinado año.
"EL AÑO DECIMOQUINTO DEL IMPERIO DE TIBERIO CÉSAR".- La identificación de este año de reinado depende del método empleado por Lucas para fijar los años de reinado, pues los diversos pueblos sujetos a Roma computaban los años según sus propios calendarios y no por un calendario oficial. Tiberio, como antes Augusto, legalmente fue princeps (Gr. h'gemÇn) e imperator, y nunca rey. El "año quince del imperio" (h'gemonía) no era una manera romana de expresar la fecha.
Los romanos probablemente habrían
designado ese mismo año como el 29 (ó 30) del poder tribunicio de Tiberio, o
como un año consular (ver p. 227). La
expresión empleada por Lucas era de origen oriental, común en las provincias
que antes habían computado sus fechas según los años de reinado de sus reyes y soberanos,
cada uno de acuerdo a su propio calendario (ver pp. 226-229, 235). ¿Cuál
calendario empleó Lucas? ¿Computó como el 1er. año de Tiberio el año en que fue
entronizado como rey, o se refirió al primer año completo de calendario que
comenzó en el siguiente día de año nuevo? ¿Contó los años de reinado como si
hubieran comenzado después de la muerte de Augusto, o a partir de una
corregencia que había comenzado antes?
Todo esto debe saberse para determinar con exactitud a qué fecha se
refería Lucas cuando habló del año "decimoquinto". Desafortunadamente,
no tenemos una respuesta para estas preguntas. Las comprobaciones que existen
sólo pueden, en el mejor de los casos, dar una respuesta bastante aproximada
pero no definitiva.
CORREGENCIA DE TIBERIO CON AUGUSTO. Algunos eruditos han procurado computar 235 el año 15 de Tiberio, tal como lo da Lucas, a partir de varias fechas antes de la muerte de Augusto. Es bien conocido el hecho de que Tiberio ocupó numerosos y elevados puestos en la administración romana, tanto civil como militar, mientras Augusto aún vivía. En el año 6 a. C. fue investido con el poder tribunicio, durante cinco años, juntamente con Augusto. En el año 4 d. C. fue adoptado como hijo y heredero de Augusto y se le dio el poder tribunicio por diez años (27 de junio del 4 d. C.), poder que fue renovado en el año 13 d. C. quizá por otros diez años.
Para asegurar la sucesión, Augusto lo nombró
como corregente en la administración de las provincias. Escribe un autor de la
época: "Por pedido de su padre de que tuviera en todas las provincias y
todos los ejércitos un poder igual al suyo, el senado y el pueblo romano así lo
decretaron" (Velleio Patérculo, ii. 121. 1-2). La dificultad se halla en
que no hay acuerdo en cuanto a la fecha del comienzo de esa corregencia: si
comenzó en el año 11, 12 ó 13 d. C. Si como algunos argumentan, la palabra
"imperio" (h'gemonía) que usa Lucas se refiere a la corregencia de
Tiberio y no a su reinado como rey único, entonces no puede encontrarse una prueba
que confirme esta interpretación.* Por otra parte, hay muchos indicios de que
ni Tiberio ni nadie más comenzó a contar los años de su reinado antes de la
muerte de Augusto.
ENTRONIZACIÓN DE TIBERIO.- Augusto murió en
Nola, Campania, Italia, el 19 de agosto, durante el consulado de Sexto Pompeyo
y Sexto Apuleio, en el año 44 de la batalla de Accio (Dio Cassio lvi. 29. 2;
30. 5). Este es indiscutiblemente el año 14 d. C. Tiberio, que estaba de viaje,
fue llamado con toda premura para que volviera al lecho de muerte de su padre. Tiberio
anunció la muerte del emperador, y como ya había sido por un año o más el
comandante de los ejércitos y corregente en las provincias, parece que fue
aceptado sin vacilación por los provincianos. Pero en Italia su gobierno fue
sólo provisional, pues en Roma no había una monarquía hereditaria, y para los
romanos ni siquiera era una monarquía. Parece que Tiberio aceptó no de muy
buena gana los títulos y poderes del fallecido emperador (ver Velleio Patérculo
ii. 123. 1-2; 124. 2-3; Suetonio, Vidas de los Césares, "Tiberio"
iii. 23. 1; 24. 1-2; Tácito, Anales, i. 5. 7; Dio Cassio lvii. 2. 1-4; 3. 1; 7.
1).
En la parte oriental del imperio, donde se acostumbraba contar las fechas según el año de reinado del monarca, todos los documentos habrían comenzado a fecharse en el reinado de Tiberio en cuanto se hubiera recibido la noticia de su entronización.
El número del año cambiaba al
siguiente día de año nuevo según cada calendario local: en Egipto el 1.º de
Thoth, 29 ó 30 de agosto; en la isla de Chipre, en septiembre; en Antioquía de
Siria, el 1.º de Tisri, la luna nueva de octubre (a menos que para ese tiempo
el mes semítico de Tisri ya hubiera sido cambiado para hacerlo coincidir con el
mes juliano de octubre, lo que con seguridad ocurrió posteriormente). La
pregunta es: ¿el año 1 o el 2 de Tiberio fue el que comenzó en el siguiente día
de año nuevo después de que ocupó el trono?
¿CUÁL FUE EL PRIMER AÑO DE TIBERIO?- Ya
se ha explicado que al emplearse el método del año ascensional para computar
los años de reinado, el resto del año calendario durante el cual comenzaba un
nuevo reinado era el año ascensional, y que el año primero del reinado
comenzaba sólo en el siguiente día de año nuevo 236 después de que
el rey ascendía al trono. Según el sistema de cómputo sin año ascensional, el
primer año del reinado era el año durante el cual el nuevo rey ocupaba el
trono, y el año de reinado que se iniciaba en el siguiente día de año nuevo era
el año segundo (ver p. 228). Este segundo sistema, sin año ascensional, aparece
en varios documentos como método común de computar los años de reinado en el
Cercano Oriente durante la primera parte de su dominación por el Imperio
Romano.*
Esta evidencia indicaría que en el Cercano Oriente en
general , el primer año de Tiberio y
comenzó su segundo año en algún momento entre fines de agosto y octubre de 14
d.C., si no existieran evidencias directas de que en Egipto, Chipre, y quizá
Siria, el primer año de Tiberio comenzó con el año nuevo del otoño
(septiembre-octubre) de 14 d. C. (por lo cual el año 15 de su reinado sería el
28/29 d. C.). *
Estas informaciones para el reinado de Tiberio son
excepcionales, pues la numeración de los
años está atrasada en un año porque la ascensión ocurrió tan tarde (19 de
agosto) como para que en las zonas distantes no se enteraran de ella hasta
después del año nuevo. En vista de que
los diversos pueblos orientales empleaban distintos calendarios, debe
determinarse cuál método usó Lucas para fijar la fecha en base a lo que se
hacía en su país y no en lo que se practicaba en otros. 237
CÓMPUTO JUDÍO DEL REINADO DE TIBERIO.- Todo
lo que se ha dicho deja aún sin contestar la pregunta clave: ¿Computaban los
judíos como el año primero de Tiberio ese corto intervalo que comenzó en algún
momento posterior al 19 de agosto, y terminó en el siguiente día de año nuevo
judío (octubre del 14 d. C.), o consideraban que su primer año había comenzado
con ese mismo día de año nuevo en 14 d. C.? Desgraciadamente no se conoce
ninguna inscripción ni moneda de Palestina que pueda probar ni lo uno ni lo
otro.* Sin embargo, la literatura judía del siglo I habla de la costumbre judía
en cuanto a esto. Josefo indica, sin lugar a duda, que los reinados de Herodes
el Grande y de sus hijos fueron computados sin año ascensional (ver p. 229,
nota 2; p. 218, diagrama 4).
Además, siendo que Josefo manifiesta que la tradición
rabínica referente al cómputo de los años de reinado de los reyes judíos (ver
nota 2) también se aplica en el siglo I d. C., es razonable esperar que la otra
parte de la misma tradición también es válida; esto es, que los judíos
computaban el reinado de los reyes extranjeros según el año que comenzaba el
1.º de Tisri. Si así fue, es de esperar
que Lucas contara los años de Tiberio, gobernante romano, a partir del 1.º de
Tisri, y que su 2.º año comenzara el primer día de año nuevo de su reinado, es
decir el 1.º de Tisri del año 14 d. C. Puesto que la fecha de Tisri a mediados
de octubre permitiría ampliamente que se hubiera conocido en Palestina la
noticia de la muerte de Augusto ocurrida el 19 de agosto, antes del 1.º de
Tisri, difícilmente podría suponerse que los judíos, al igual que los egipcios,
comenzaran a computar el año 1.º de Tiberio sólo después de su día de año nuevo
en 14 d. C.
Por lo tanto, si Lucas empleó el método normal de los
judíos para computar las 238 fechas, lo que parece sumamente probable,* es de
esperar que el año 15 de Tiberio fuera el año civil judío, de otoño a otoño del
hemisferio norte de 27/28 d. C. No hay prueba de esto por evidencias directas
de la época, pero por lo que se sabe de la costumbre judía, parece que es la
solución más probable.
FECHA DEL BAUTISMO DE JESÚS. Si Luc.
3: 1 se refiere al año 27/28 d. C. como el año cuando Juan el Bautista salió
del desierto y bautizó a Jesús, hay una perfecta concordancia entre la
interpretación de la cronología del ministerio de Cristo que ubica su bautismo
en algún momento poco después del 1.º de Tisri, en octubre del año 27 d. C., o
sea 483 años después de "la salida de la orden" en el otoño
(septiembre-octubre) de 457 a. C. (ver la sección V).
V. DURACIÓN DEL MINISTERIO
DE CRISTO Y LA SEPTUAGÉSIMA SEMANA.
TRES AÑOS Y MEDIO DE MINISTERIO DE CRISTO.- Siendo
que los autores de los cuatro Evangelios no se preocupan por la uniformidad ni
por el estricto orden cronológico, siempre han existido diferencias de
interpretación en cuanto a la reconstrucción de la secuencia y la duración de
los acontecimientos del ministerio de Cristo. Ninguna de las diversas Armonías
de los Evangelios puede asegurar que su cronología sea perfectamente
comprobable. Algunos dan al ministerio de Cristo una duración de un año; otros,
dos años o más; otros, tres años y medio, y algunos hasta siete años. Este
Comentario presenta un bosquejo cronológico sugerente de los relatos bíblicos,
basado en las tres pascuas mencionadas por Juan en su Evangelio (Juan 2: 13; 6:
4; 12: 1) y otra fiesta no especificada (cap. 5: 1), pero que se interpreta
también como una pascua; y por lo tanto le asigna al ministerio de Cristo una
duración de 31/2 años (ver pp. 183, 219 y el diagrama 5), período que comienza
en el otoño del año 27 d. C. y concluye en la primavera del año 31 d. C.
LAS SETENTA SEMANAS DE DANIEL.- La falta
de una prueba decisiva en cuanto a la fecha exacta del comienzo del ministerio
de Cristo no sólo ha originado diferentes opiniones respecto a los
acontecimientos implicados, sino también ha hecho que los críticos aseguren que
hay contradicciones entre los Evangelios sinópticos y Juan, y que ataquen la
aplicación histórica de la profecía de las 70 semanas (Dan. 9: 24-27) a la vida
de Cristo. La mayoría de los teólogos han interpretado a través de los siglos
que el gran período profético que había de "sellar la visión y la
profecía", señalando el tiempo del "Mesías Príncipe", llegaría
hasta el primer advenimiento de Cristo; y que la crucifixión ocurriría o a la
mitad o al final de la 70ª semana. La interpretación historicista más aceptada
desde la Reforma es que la 70ª semana sigue inmediatamente a la 69ª, sin ningún
intervalo, y que los acontecimientos profetizados que sucederían durante la 70ª
semana se cumplieron en relación con la vida de Cristo. Este Comentario expone
cuál era la interpretación más común durante el movimiento adventista del siglo
XIX, es decir, que las 70 semanas comenzaron en el 7.º año del reinado de Artajerjes
(ver com. Dan. 9: 25). Este artículo
demuestra que si se coloca el bautismo de Cristo al comienzo de la 70ª semana y
su crucifixión a la "mitad de la semana", se puede armonizar esta
interpretación con la evidencia que existe para ubicar en el tiempo el
ministerio de Cristo.
No hay dificultad en saber cuándo fue "la salida
de la orden" para dar comienzo a las 70 semanas en el otoño
(septiembre-octubre) del año 457 a. C. Esto ya se ha 239
tratado en tomos anteriores (ver com. Dan. 9: 25; con referencia al fijamiento
de la fecha, ver t. III, pp. 103, 106-108). El lector que encuentre una posible
armonía entre los acontecimientos predichos en la profecía para el fin de ese
período y los datos históricos referentes a la vida de Cristo, permitirá que el
valor comprobatorio del cumplimiento profético decida su preferencia en el caso
de fechas que pueden interpretarse de diversas maneras, como ocurre con el
comienzo del ministerio de Cristo, que puede fijarse en los años 27, 28, ó 29
d. C., o la crucifixión, en los años 30, 31 ó 33 d. C.
En resumen: no hay una prueba decisiva, ni histórica
ni cronológica- como tampoco hay pruebas contrarias-, de que Jesús comenzara su
ministerio a fines del año 27 d. C., o sea, al final de las 69 semanas de años,
contadas a partir del año 457 a. C., o que puso fin al simbolismo de los
sacrificios y las ofrendas en la cruz exactamente 31/2 años más tarde, en la
primavera del año 31 d. C., quedando aún 31/2 años de la 70ª semana para
completar el período de 490 años desde su punto de partida. Sin embargo, aunque uno no pueda afirmar que
estas fechas están comprobadas con fuentes documentales históricas directas, se
las puede aceptar como deducciones muy razonables, teniendo en cuenta las
profecías. Son conclusiones que no son
incompatibles con ningún hecho conocido y que armonizan con muchos hechos que
se conocen debido a las investigaciones recientes.
VI. MUERTE Y RESURRECCIÓN
DE CRISTO. En relación con la muerte de Cristo se
presentan tres interrogantes: (1) ¿En qué día de la semana murió? (2) ¿Qué
relación había entre ese día y la fiesta de la pascua? (3) ¿En qué año
murió? En esta sección se tratará sólo
la primera pregunta. La segunda se tratará en la primera Nota Adicional de Mat.
26, y la tercera se tratará en la sección VII.
LAPSO ENTRE LA CRUCIFIXIÓN Y LA RESURRECCIÓN.- A
través de los siglos los cristianos, por lo general, han estado de acuerdo en que
Jesús murió en la cruz un viernes por la tarde y resucitó muy temprano por la
mañana el domingo siguiente. Pero en años recientes, algunos han argumentado
que cuando Cristo dijo que estaría "en el corazón de la tierra tres días y
tres noches" (Mat. 12:40) quiso decir que estaría en el sepulcro durante
72 horas. Sobre esta base se elaboró la teoría de la crucifixión en miércoles,
la cual ubica la resurrección el sábado de tarde. Una sugerencia más reciente, y menos exacta,
simplemente computa: "Jueves más tres días equivale a domingo". Por
esto será necesario examinar lo que Cristo dijo al respecto.
Cuando Jesús habló anticipadamente de su muerte y
resurrección, empleó varias frases para referirse a los "tres días" y
una vez dijo "tres días y tres noches". Debe admitirse que según el
cómputo occidental, si se habla de que han pasado tres días después de un
acontecimiento, entendemos que se trata de un período de tres días completos. Tres
días completos de 24 horas a partir del viernes de tarde se extenderían, para
nosotros, hasta el lunes de tarde. Pero el problema no es entender lo que
significan estas frases ahora para los occidentales, sino comprender lo que
Jesús quería decir con ellas y lo que entendieron sus oyentes del antiguo
Cercano Oriente.
SIGNIFICADO DE "DÍA".- En
tiempos de Cristo se empleaban diversas expresiones que no significaban para
ellos lo que hoy significan para nosotros. Algunos ejemplos de esta costumbre
ya se han explicado ("de seiscientos años", "hijo", o
"hermano"; ver t. I, pp. 183-184; t. II, pp. 139-140; ver com. 1
Crón. 2:7). ¿Qué quiso decir Jesús con un "día"? En una ocasión dijo que el día tenía 12 horas
(Juan 11:9-10), refiriéndose evidentemente a la parte iluminada del día en 240 contraste
con la noche. Esto era literalmente cierto, pues cuando vivió Jesús se dividía
el tiempo transcurrido entre la salida del sol y la puesta del sol en doce
partes iguales u "horas", cuya longitud variaba según las estaciones.
El que hoy usemos horas de reloj, siempre uniformes, y que la salida del sol y
la puesta del sol estén separadas por más o menos 12 horas, según la época del
año, no invalida la afirmación de Jesús. Del mismo modo, sus palabras
"tres días" deben interpretarse conforme a lo que esas palabras
significaban entonces, y no según el sentido que se les da ahora en el
Occidente.
Aunque se empleaba y se sigue empleando la palabra
"día" para referirse a las horas de luz del día, al hablar de una
serie de días, se entiende un período que incluye la noche y el día. El idioma
griego, en el cual fue escrito el NT, tenía una palabra que se traduce como
"noche-día", nujth'meron (ver
2 Cor. 11:25). En el Génesis se enumeran los días de la creación, y se dice que
cada uno consistió de una "tarde" y una "mañana". Cuando
Jesús dijo "tres días y tres noches" simplemente estaba diciendo
"tres días" del calendario usado por su pueblo, según lo entendía la
gente de su época.
DIFERENTES FRASES PARA SEÑALAR EL MISMO PERÍODO.- Jesús
se refirió claramente en diferentes momentos al mismo período -el intervalo
entre su muerte y su resurrección como "en tres días", "después
de tres días", "al tercer día". Cuando cita a Jonás (cap. 1:17)
emplea la frase "tres días y tres noches". A menos que se quiera
acusar a Jesús de contradecirse a sí mismo, debe aceptarse que las diversas
frases se refieren a un mismo período. Aun los sacerdotes y fariseos que
dijeron que Jesús había predicho su resurrección "después de tres
días", pidieron a Pilato que se guardara la tumba "hasta el tercer
día" (no hasta después del tercer día). Evidentemente entendieron que las
dos frases significaban lo mismo.
¿Qué, pues, significan estas diversas expresiones que
se refieren a "tres días"? Esto se puede saber fácilmente si se estudian otros pasajes bíblicos.
TRES DÍAS SEGÚN EL CÓMPUTO INCLUSIVO.- La
pregunta en cuanto al tiempo cuando Jesús permaneció en el sepulcro surgió de
una incomprensión moderna del llamado "cómputo inclusivo", método
común en la antigüedad, según el cual se contaba tanto el día (o año o mes) en
el cual comenzaba un período, como el día cuando terminaba, no importa cuán
pequeña fuera la fracción de ese día (o año o mes) inicial o final. El ejemplo clásico de este método de computar
es el período que comienza en el 4.º año de Ezequías y el 7.º año de Oseas, y
que termina en el 6.º año de Ezequías y el 9.º de Oseas (ver t. II, p. 139).
Hoy diríamos que se trataba de un período de dos años, pues restamos 4 de 6 en
el reinado de Ezequías, o 7 de 9 en el reinado de Oseas. Pero la Biblia describe la terminación de
este período diciendo "al cabo de tres años" (2 Rey 18: 9-10). Es evidente que se contaban el año 4.º, 5.º y
6.º (del reinado de Ezequías), es decir, tres años según el cómputo inclusivo.
Otro ejemplo: Se dice que un niño no tiene un año
hasta que haya cumplido 24112 meses de vida a partir de la fecha de su nacimiento. Tendrá un año cuando
entre en su segundo año de vida, y cumplirá dos luego de su segundo año. Por esta razón, un niño tendrá 10 años de
edad durante todo el undécimo año de su vida, y cumplirá 11 cuando haya
completado los 11 años de su vida. No
sucedía así en los tiempos bíblicos. Noé
era, literalmente, "un hijo de 600 años... en el año 600 de" su vida
(Gén. 7:6,11; Gén. 5:32), aunque sus 600 años no eran computados en forma
inclusiva (ver t. I, pp. 190-191 y la nota). Estos versículos muestran que en el año 600 de su vida se lo consideraba
como si tuviera 600 años y no 599. Un niño hebreo era circuncidado cuando tenía
"ocho días" de nacido (Gén. 17:12), "al octavo día" (Lev.
12:3; Luc. 1:59), "cumplidos los ocho días" (Luc.2: 21). La Biblia da
varios períodos de "tres días" que concluyeron durante el tercer día,
y no después del tercer día, y que por lo tanto no eran períodos de tres días completos
de 24 horas (Gén. 42:17-19; cf. 1 Rey. 12:5, 12 con 2 Crón. 10:5,12).
Se encuentran ejemplos de este cómputo inclusivo no
sólo entre los judíos, sino también entre otros pueblos de la antigüedad. Este
sistema era común en Egipto, Grecia y Roma (ver t. II, pp. 139-140), y aún se
usa hoy en el Lejano Oriente. En muchos países se habla del intervalo de una
semana como de "ocho días", y un pasaje de ida y vuelta válido por
tres días, que se compra el domingo, tiene que ser usado el martes o antes. En
algunos países del Lejano Oriente se computa la edad dándole a la persona un
año más de lo que se le da en Occidente. Así un coreano que dice tener 25 años tiene
sólo 24 según el cómputo occidental. Y también, según el cómputo chino, un niño
que nace en la última parte del año tiene dos años al año siguiente, pues está
viviendo el segundo año de su vida conforme al calendario; y en cuanto comience
el siguiente año, cumplirá tres años de vida aunque sólo uno de esos años sea
un año completo.
Puesto que la costumbre común de emplear el cómputo
inclusivo está bien comprobada por su uso entre los hebreos, en otras naciones
antiguas y en el Oriente hasta los tiempos modernos, parece poco razonable
entender las palabras de Jesús en cuanto a un período de tres días según la
usanza de nuestro método matemático moderno occidental. Los oyentes de Jesús
contaron los "tres días", según su costumbre, en forma sucesiva:
1. El día de la crucifixión.
2. El día después de este acontecimiento.
3. El "tercer" día después de dicho
acontecimiento (según el cómputo moderno sería apenas el segundo día).
No puede, pues, insistirse que porque Jesús dijo que
resucitaría "después de tres días" (Mar. 8:31), quiso decir, tal
como lo entendemos hoy, que resucitaría al final del tercer día completo, es
decir, en lo que sería el equivalente del cuarto día.
Además, no tenemos únicamente una deducción obvia en cuanto a lo que Jesús quiso decir con el "tercer día", pues de sus mismos labios tenemos la solución.
En cierta ocasión, mientras hablaba de Herodes, dijo: "Id, y decid a aquella zorra: He aquí, echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra.
Sin embargo, es necesario que hoy y mañana y pasado mañana siga mi camino; porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén" (Luc. 13:32-33).
De ese modo Jesús hizo equivaler el tercer
día con el día después de mañana, es decir pasado mañana, el tercer día según
el cómputo inclusivo.
La Crucifixión En Viernes. Podemos preguntar en qué día se cumplió esta profecía de Jesús acerca de los "tres días". La respuesta es que se cumplió en "el primer día de la semana" (Mar. 16:9; ver com. Mat. 28:1). En las últimas horas de ese "mismo día" (Luc. 24:1,13), dos discípulos se encontraron con Jesús en camino a Emaús, 242 y al hablar de la crucifixión de su Maestro y de su profundo chasco, afirmaron: "Hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido" (Luc. 24:21).
Cuando
Jesús se apareció a los doce en el aposento alto, les dijo: "Así fue
necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer
día" (Luc. 24:46). Asimismo lo dijo Pablo más tarde: "Resucitó al
tercer día, conforme a las Escrituras" (1 Cor. 15:4). Es evidente que el
domingo corresponde con ese "tercer día".
Si el domingo es "el tercer día", el día después de mañana, ¿cuál fue entonces el día de la crucifixión? Evidentemente el viernes anterior, el día de la preparación. Esto concuerda exactamente con la afirmación de Lucas de que las mujeres dejaron sin terminar el proceso de embalsamamiento el día de la preparación porque se acercaba el sábado, "y descansaron el sábado, conforme al mandamiento", antes de regresar a la tumba "el primer día de la semana" (Luc. 23:54 a 24:1).
No esperaron varios días, como lo
suponen quienes ubican la muerte de Jesús el día miércoles y consideran que el
sábado que aquí se menciona no era más que un día de fiesta o de reposo
ceremonial. Además, la frase "día de reposo... de gran solemnidad" ha
hecho pensar a muchos que en ese año el día de esa fiesta coincidió con el
sábado semanal (ver com. Juan 19:31).
VII. AÑO DE LA CRUCIFIXIÓN. En la sección VI de este artículo se ha demostrado que Jesús murió en viernes y resucitó el siguiente domingo. En la primera Nota Adicional de Mat. 26 se dan las razones para afirmar que Jesús murió en el día llamado 14 de Nisán Por los dirigentes judíos, quienes lo acusaron ante Pilato. El tema que todavía queda por tratar es el que se refiere al año de la crucifixión, para el cual el Nuevo Testamento no da ninguna indicación, salvo la que podría derivarse de la declaración de Lucas en cuanto al año 15 de Tiberio y la duración del ministerio de Jesús. No hay ninguna prueba extrabíblica de algún documento de la época. Tácito es el que más se aproxima en dar la fecha de la crucifixión. Afirma que "Jristós", fundador de los odiados cristianos, fue muerto por Poncio Pilato durante el reinado de Tiberio (Anales xv. 44).
La iglesia primitiva concordaba mayormente en que
Jesús había sido crucificado el 14 de Nisán (unos pocos decían que en el 15 de
Nisán); pero pronto se perdió la cuenta de esa fecha del calendario judío. Desde
los más antiguos escritos hay un gran desacuerdo en cuanto al año. Según una
tradición, la fecha fue el 25 de marzo durante el consulado de los Gemini (29
d.C.). Otra identificaba la oscuridad de la crucifixión con un eclipse solar
mencionado por Flegón, historiador pagano, como que había ocurrido en el cuarto
año de la olimpíada 202 (32/33 d. C.). Había también una tercera tradición que
afirmaba que la crucifixión había acaecido el año 31 d.C. (ver Ogg,
Bibliografía, p. 258).
La fecha del año 29, generalmente relacionada con la
teoría de que el ministerio de Jesús sólo duró un año, no puede hacer coincidir
el 14 de Nisán con un viernes, pues según dicha teoría el día 14 cayó en
sábado, en domingo o después. El eclipse solar (que siempre se da en luna
nueva) aludido por Flegón no podría haber ocurrido en la pascua (la cual
siempre correspondía con la luna llena, o un día después de ella); además, un
eclipse no puede durar tanto tiempo. La tendencia moderna ha sido la de
intentar fijar la fecha de la crucifixión computando regresivamente la fecha
lunar de acuerdo con las modernas tablas astronómicas, para ver cuál año
comprendido entre los años 30 y 33 coincidiría con un viernes 14 de Nisán. Se limita la fecha a un momento dentro del
período de gobierno de Poncio Pilato (26-36 d.C.), y algo después del año 15 de
Tiberio, cuando en el año judío correspondiera el 14 de Nisán con un viernes. Por
esta razón se ha tenido que recurrir a la búsqueda 243 de
un viernes 14 del mes judío de Nisán, mes lunar que comienza con la luna nueva
de marzo o de abril (ver t. II, pp. 117-119). Como se ha pretendido identificar
astronómicamente diversas fechas para la crucifixión, es necesario examinar la
validez de esta pretensión. Pero la variedad de métodos y de resultados indica
que este sistema debe usarse con extrema cautela si las conclusiones se basan
solamente en cálculos astronómicos o de calendario. Este tipo de cómputo puede fijar fechas
basándose en registros específicos de eclipses o en otros datos precisos; pero
el cómputo del tiempo basado en la luna nueva sólo puede excluir una fecha por
completo si ubica un mes en una relación que evidentemente no coincide con las
fases de la luna. Una fecha lunar computada como posible no necesariamente es
la fecha real, pues quedan demasiados puntos inseguros (ver el Apéndice de este
artículo, pp. 246-258).
AÑOS CUANDO LA CRUCIFIXIÓN PUDO HABER OCURRIDO EN VIERNES.- Empleando
los modernos métodos de calcular la luna nueva astronómico y de computar el
intervalo entre ese momento y el primer día del mes lunar, puede concluirse que
pudo haber ocurrido un viernes 14 en época de pascua en tres meses lunares
entre los años 28 y 33 d. C.
a. En el mes que comenzó un día y unas 22 horas
después de la luna nueva de marzo del año 30 d. C. (aproximadamente el 25 de
marzo), si se computa el tiempo desde que la luna creciente pudo verse (el 14
sería el 7 de abril).
b. En el mes que comenzó tres días y unas cuatro horas
después de la luna nueva de abril del año 31 d. C. (aproximadamente el 14 de
abril), si se computa un período un tanto más largo, pero todavía posible
después de la luna nueva astronómico (el 14 correspondería con viernes, 27 de
abril).
c. En el mes que comenzó un día y unas cinco horas
después de la luna nueva de marzo del año 33 d. C. (aproximadamente el 21 de marzo,
correspondiendo el día 14 con el 3 de abril), si acaso esta fecha tan temprana
pudo dar cabida a Nisán y no a un segundo mes de Adar.
No hay en este período ninguna otra fecha en la cual
pudiera caer un día de pascua en viernes.
EL AÑO 33 D.C. ES INSOSTENIBLE.- La
fecha aceptada en el pasado para la crucifixión era el año 33 (presentada ya en
el siglo XIII por Roger Bacon). Esta
fecha apareció durante largos años como anotación marginal en las Biblias
inglesas de la traducción del Rey Santiago (KJV); pero hoy casi no se acepta.
El cómputo para la misma se basaba en la suposición de que el calendario judío
del siglo I d. C. se computaba exactamente como la forma revisada de ese
calendario, que fue introducida varios siglos después de Cristo y que ha llegado,
a través de la Edad Media, hasta los tiempos modernos. Este calendario judío
posterior permite que la pascua ocurra en una fecha mucho más temprana (algunas
veces en el 15 de marzo). El posible viernes 14 de Nisán del año 33 exigiría
que el mes de Nisán comenzara el 21 de marzo, cuatro días antes del comienzo
más temprano del mes de Nisán en el ciclo babilónico de ese período (ver p.
226), y más temprano de lo que los papiros de Elefantina (siglo V a. C.)
indicaban como el uso judío antiguo. Por
lo tanto, es de esperarse que el mes que comenzó el 21 de marzo del año 33 d.
C. fuera un Adar II.
Si ese mes fue Nisán, debe aceptarse una de estas dos
alternativas: o por esa época todo el ciclo judío estaba adelantado en relación
con el babilónico, o ese mes de Nisán estaba excepcionalmente adelantado, fuera
de tono con el ciclo general. Un ciclo tan extraordinario haría que el mes de
Nisán comenzara en marzo casi siempre, y en algunos años no sólo cuatro días
antes del límite esperado, sino mucho antes. Por lo tanto, un ciclo tal no
armonizaría con la presentación de la gavilla mecida (ver p. 226), que era
parte de las fiestas del mes de Nisán mientras aún estaba 244
el templo, Si el mes de Nisán del año 33 d.C. fue un
mes irregular, anterior a lo normal en el ciclo fijo, entonces la ubicación de
la crucifixión en esta fecha no es más que -a falta de una comprobación
documental positiva- una simple conjetura. Puesto que no hay evidencia para apoyar ninguna de las dos premisas, no
debería considerarse como posible el año 33 d. C. a menos que tuviera el único
viernes 14 de todo el período; y no es así. El mes lunar que comenzó en marzo
del año 33 d. C. debería, por todas las evidencias de que se dispone,
considerarse como Adar II. En ese caso, el mes de Nisán ocurrió un mes más
tarde, y el día 14 no cayó en viernes. Por lo tanto, la evidencia contraria a
la ubicación de la crucifixión en el año 33 d. C. es tan poderosa que no puede
considerarse seriamente esa posibilidad. Queda, pues, reducida la elección a los 30 y 31 d. C.
ELECCIÓN ENTRE EL AÑO 30 Y EL 31 D. C.- En
las últimas décadas se ha dado preferencia al año 30 d.C. Aunque algunos que
consideran que el ministerio de Jesús duró dos o tres años han afirmado que
ésta fue la fecha de la crucifixión, es imposible hacer terminar un ministerio
de 31/2 años en el 30 d. C. sin suponer que el año 15 de Tiberio se computó a
partir de una corregencia. Por eso
quienes han abogado por el año 30 han tendido a afirmar que el ministerio de
Jesús fue más corto- de hasta dos años y medio. Esta fecha para la crucifixión
se basa en el cómputo lunar del viernes 7 de abril como 14 de Nisán. Además, el hecho de que esta fecha armoniza
con el ciclo babilónico de 19 años (en uso desde el siglo IV a. C.), mientras
que el año 33 no concuerda, ha sido tomado como una evidencia decisiva en favor
del año 30.
Un moderno erudito del Nuevo Testamento destaca esta incertidumbre citando al exponente que con más confianza ha presentado el año 30 como la fecha de la crucifixión: "A.T. Olmstead identificó el día de la crucifixión de Jesús como el 7 de abril del año 30 d. C., probablemente correcta, siempre que los judíos de Jerusalén estuvieran siguiendo el calendario babilónico para computar la pascua" (Sherman E. Johnson, The Interpreters Bible, com. sobre Mat. 26:17, la cursiva es nuestra).
Sin embargo,
la fecha de la crucifixión en el año 30 depende de dos suposiciones: (1) que
Nisán en ese año fue el mes lunar que comenzó en marzo, no en abril; y (2) que
el mes comenzó con la presencia de la luna nueva la noche del 24 de marzo. Ninguna de estas cosas puede probarse.
No todos los eruditos aceptan las dos suposiciones básicas en las que se apoya la fecha del año 30 d. C. Algunos de ellos, empleando otras razones tan válidas como las primeras y presentando pruebas que parecen tan razonables -y aún más- como las que apoyan el 30 d. C. como año de la crucifixión, concluyen que la crucifixión ocurrió en el 31 d. C. A falta de pruebas documentales en cuanto al método judío de computar el calendario en la primera parte del siglo I, parece que es arriesgado afirmar que el mes judío de Nisán en el año 30 d. C. fue necesariamente el mes lunar que comenzó en marzo.
Se hace notar (ver Apéndice, p. 250) que en el año 30 d. C. el calendario judío difícilmente estaba siguiendo el ciclo babilónico que hacía comenzar el mes de Nisán con la luna nueva de marzo, sino que hay una probabilidad igualmente razonable, y tal vez mayor, de que los judíos hicieron comenzar ese mes de Nisán en abril. Este Nisán comenzado en abril no habría tenido una pascua en viernes. Además, se señala que es astronómicamente posible ubicar la crucifixión en el año 31, siempre que en ese año el mes de Nisán hubiera comenzado algo después del intervalo habitual entre la luna nueva astronómico y la observación terrestre de la luna nueva, intervalo que suele ser de uno o dos días.
Además, se hace notar que puede
haber una demora intencional de un día debido al sectarismo, lo que se nota en
la celebración de la pascua el jueves por la noche por parte de Jesús y sus
discípulos, y el viernes por la noche por los dirigentes judíos que llevaron a
Jesús 245 ante Pilato. Los críticos creen ver
en esta diferencia una discrepancia entre los relatos de los Evangelios
sinópticos y el de Juan (ver la Nota Adicional de Mat. 26; la presentación de
los argumentos astronómicos y de calendario para establecer como fecha de la
crucifixión el año 30 o el 31 se trata en el Apéndice, pp. 246-250).
Quienes presentan pruebas en favor del año 31 admiten
con franqueza que, hasta donde pueda determinarse ahora, no es posible fijar
este año como la fecha de la crucifixión por medio de pruebas astronómicas o de
calendario. Pero consideran que es justo llamar la atención a ciertos hechos
que indican que también falta esa certeza en relación con el año 30 d. C., y
advierten que es aconsejable abstenerse de aseveraciones categóricas en favor
de cualquiera de los dos años. Puede
llegarse a la conclusión de que es posible considerar astronómicamente
aceptable que la crucifixión hubiera acaecido en el año 31 o en algún otro año,
siempre que pueda suponerse la existencia de ciertas condiciones. Pero a falta de pruebas que determinen si se
cumplieron o no esas condiciones, debe subordinarse el cómputo del calendario a
otros factores para arribar a una decisión en cuanto al año más probable. Los que prefieren el año 31 por lo general
han computado un ministerio de 31/2 años a partir de la última parte del año 27
d. C. y también han tomado en cuenta el cumplimiento de la profecía de Daniel
en cuanto a "la mitad de la semana" (Dan. 9:27).
ES IMPOSIBLE LLEGAR A UNA CONCLUSIÓN BASADA SÓLO EN EL CALENDARIO.- El hecho es que, por el momento, no podemos tener seguridad en cuanto al sistema del calendario lunar de los judíos en el siglo I. Por eso no puede decirse con certeza que, de acuerdo con la astronomía lunar, cierto año fue el año de la crucifixión. Por lo que se sabe de los principios generales derivados de los registros babilónicos, de papiros judíos anteriores y de la tradición judía posterior, puede decirse que durante el período posible de la crucifixión sólo tres veces puede computarse un viernes 14 de Nisán basado en el calendario lunar. Puesto que uno de ellos, el de 33 d. C. es insostenible, las alternativas son los años 30 y 31 d. C.
En favor de la fecha
del año 31, debe añadirse la explicación concerniente a la "mitad"
exacta de la 70.ª semana (ver p. 238), 31/2 años después del bautismo de Jesús.
Pero en lo que concierne a la prueba del calendario lunar, podrían tener razón
tanto quienes llegan al año 31 mediante el cálculo matemático de la mitad de la
semana, o los que usando algún otro método llegan al año 30 (que algunos
aceptan como la mitad aproximada de la semana). La elección de la fecha depende de otros elementos que no se basan en el
cálculo lunar.
FECHA ADOPTADA POR ESTE COMENTARIO.- Toda
la cuestión de la fecha de la pascua en relación con la muerte de Cristo es tan
compleja que, como ya se ha dicho, no se ha expuesto ninguna posición que pueda
comprobarse con datos inequívocos, ya sean de estudios astronómicos o de
calendario. Sin embargo, se tiene el derecho de buscar, en la evidencia
ofrecida, lo que parezca ser la base más razonable para elegir. Este artículo ha presentado razones bíblicas
y no bíblicas que pueden aceptarse como que señalan el año 31 d. C., pero la
incertidumbre de la comprobación lunar exige que se apoye esto en la
interpretación del texto bíblico y de los factores históricos. Este Comentario ha propuesto el año 31 d. C.
como fecha de la crucifixión debido a las pruebas que rodean en conjunto el
ministerio de Cristo.
Se ha demostrado que la primera fecha posible para el
bautismo de Jesús a la edad de unos 30 años, en el año 15 de Tiberio, ocurrió
en el otoño del año 27 d. C. (ver p. 238). Puesto que este Comentario emplea
una Armonía de los Evangelios que asigna 31/2 años al ministerio de Jesús a
partir de su bautismo, es natural que también escoja el año 31 como año de la
crucifixión, 31/2 años después del bautismo de Jesús en el otoño del año 27 d.
C. Esa es la primera fecha compatible tanto con el año 15 de Tiberio como con
la duración del ministerio de Cristo, y es el último año 246
compatible tanto con la mitad de la 70.ª semana como
con los factores lunares. En vista de la ausencia de pruebas adecuadas, ya sea
para el año 30 o el año 31, nadie puede criticar la selección del año 31,
aunque por el momento no sea la fecha comúnmente aceptada por la mayoría de los
eruditos.
VIII. CONCLUSIÓN. Lo
que puede deducirse de los datos presentados en este artículo es que de ninguna
manera las comprobaciones contradicen los relatos evangélicos. Además, las comprobaciones pueden hacerse
armonizar con los Evangelios dentro de una dimensión razonable y posible. El hecho de que falten suficientes datos
precisos de ninguna manera hace dudar de los Evangelios, en los cuales hay
muchas evidencias de precisión histórica que nos hacen confiar en su
veracidad. Se sabe que el nacimiento de
Cristo ocurrió quizá unos pocos meses antes del comienzo del año 4 a. C. Su
bautismo, según el método más lógico de computar la fecha, ocurrió en el año
27/28; la crucifixión, que según los cálculos astronómicos pudo haber ocurrido
en el año 30 o en el año 31 d. C., puede ubicarse, mediante la interpretación
precisa de la 70.ª semana (ver p. 239), en el año 31 d. C. (5CBA) MHP
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