Zacarías 1. Introducción y exhortación a seguir al Señor (1-6). Ocho Visiones: Primera visión: los jinetes (7-17). Segunda visión: los cuatro cuernos y los cuatro carpinteros (18-21).
LA PRIMERA VISIÓN tenía la finalidad de inspirar confianza en el bondadoso propósito de Dios de restaurar a su pueblo. Daba la seguridad de que las naciones gentiles serían vencidas, y que, a pesar de la condición de Israel, se llevaría a cabo el misericordioso propósito de Dios si el pueblo cumplía con su parte (cap. 6: 15).
En la interpretación de las visiones de Zacarías debe tenerse en cuenta que aunque la enseñanza general de las visiones parece ser clara, no siempre es evidente el significado de los detalles. Esto se debe en parte a que las visiones, como las parábolas, contienen ciertos elementos necesarios para completar la narración o presentación, que no forzosamente tienen valor exegético. Otros elementos no son explicados por el profeta o por otros escritores inspirados. Por esto no se puede saber su significado con seguridad (ver. com. Eze. 1: 4; t. III, p. 1129).
LA SERIE DE OCHO VISIONES (cap. 1: 7 a 6: 8) presenta una narración profético eslabonada que expone el propósito de Dios para los judíos cuando regresaran del cautiverio babilónico, y culmina con la venida del Mesías y el establecimiento de su reino (ver pp. 28-33). Esta serie de visiones le fue dada a Zacarías en un momento de gran desánimo, cuando parecía que los enemigos del pueblo de Dios estaban por detener del todo la obra de reconstrucción (ver PR 427). Estos mensajes tenían el propósito de alentar a los repatriados e inspirarles para que continuaran con fe en su obra.
La Primera Visión (cap. 1: 7-17) revela el plan de Dios para un Israel estático. Las naciones paganas están "reposadas"; pero Dios anuncia su propósito de restaurar el templo como su "casa" y de escoger "todavía a Jerusalén" como el instrumento mediante el cual se llevaría a cabo el propósito divino de la salvación de los hombres.
La Segunda Visión (cap. 1: 18-21) describe el daño que ha sufrido Israel como nación debido al cautiverio, y proclama la intención de Dios de reparar todo el daño que se le ha hecho. La Tercera visión (cap. 2: 1-13) asegura a los judíos la presencia y la bendición divinas en la obra de reconstrucción y en el cumplimiento de la misión de Israel en el mundo.
En la Cuarta visión (cap. 3: 1-10) Dios asegura a su pueblo que se interpondrá para protegerlo de Satanás, su máximo enemigo, y perdonará los pecados de Israel que hasta aquí habían dado a Satanás una oportunidad para interferir en el cumplimiento de la voluntad de Dios para Israel como su pueblo (ver pp. 29-30).
La Quinta visión (cap. 4: 1-14) muestra el medio por el cual se cumpliría la restauración de Jerusalén y la transformación del carácter: "Con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos" (vers. 6).
La Sexta visión (cap. 5: 1-4) presenta el proceso mediante el cual se investigará el pecado entre el pueblo de Dios. La Séptima visión (cap. 5: 5-11) describe la eliminación final y completa del pecado y de los pecadores de entre el pueblo escogido.
La Octava visión (cap. 6: 1-8) presenta a Dios supervisando los asuntos de la tierra para el cumplimiento de su propósito divino, tal como se presentó en las visiones anteriores, y así asegura el éxito de la misión de Israel.
EL PROFETA PRESENTA, después de la octava visión, un cuadro inspirado de la venida del Mesías que "dominará en su trono" (cap. 6: 13), y la reunión de las naciones de la tierra delante del verdadero Dios (vers. 15). Todo esto habría sucedido con toda seguridad tal como se presenta (cap. 1: 7 a 6: 15), si Israel hubiera obedecido diligentemente la voz del Señor (cap. 6: 15). Cf. Deut. 28: 1, 14. En cuanto a la naturaleza condicional de estas visiones proféticas, ver p. 36, y en cuanto al fracaso de Israel como nación para recibir las bendiciones prometidas, ver pp. 32-35.
En resumen, éste capítulo 1. Presenta al profeta (1-6) Zacarías exhortando al arrepentimiento. (7-11) Visión de los caballos. (12-17) La oración del ángel trae consoladoras promesas a Jerusalén. (18-21) Visión de los cuatro cuernos y los cuatro carpinteros.
1 En El octavo mes del año segundo de Darío, vino palabra de Jehová al profeta Zacarías hijo de Berequías, hijo de Iddo, diciendo: 2 Se enojó Jehová en gran manera contra vuestros padres. 3 Diles pues: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Volveos a mí, dice Jehová de los ejércitos. 4 No seáis como vuestros padres, a los cuales clamaron los primeros profetas, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Volveos ahora de vuestros malos caminos y de vuestras malas obras; y no atendieron, ni me escucharon, dice Jehová. 5 Vuestros padres, ¿dónde están? y los profetas, ¿han de vivir para siempre? 6 Pero mis palabras y mis ordenanzas que mandé a mis siervos los profetas, ¿no alcanzaron a vuestros padres? Por eso volvieron ellos y dijeron: Como Jehová de los ejércitos pensó tratarnos conforme a nuestros caminos, y conforme a nuestras obras, así lo hizo con nosotros.
7 A los veinticuatro días del mes undécimo, que es el mes de Sebat, en al año segundo de Darío, vino palabra de Jehová al profeta Zacarías hijo de Berequías, hijo de lddo, diciendo: 8 Vi de noche, y he aquí un varón que cabalgaba sobre un caballo alazán, el cual estaba entre los mirtos que había en la hondura; y detrás de él había caballos alazanes, overos y blancos. 9 Entonces dije: ¿Qué son éstos, Señor mío? Y me dijo el ángel que hablaba conmigo: Yo te enseñaré lo que son éstos. 10 Y aquel varón que estaba entre los mirtos respondió y dijo?: Estos son los que Jehová ha enviado a recorrer la tierra. 11 Y ellos hablaron a aquel ángel de Jehová que estaba entre los mirtos, y dijeron: Hemos recorrido la tierra, y he aquí toda la tierra está reposada y quieta.
12 Respondió el ángel de Jehová y dijo: Oh Jehová de los ejércitos, ¿hasta cuándo no tendrás piedad de Jerusalén, y de las ciudades de Judá, con las cuales has estado airado por espacio de setenta años? 13 Y Jehová respondió buenas palabras, palabras consoladoras, al ángel que hablaba conmigo. 14 Y me dijo el ángel que hablaba conmigo: Clama diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Celé con gran celo a Jerusalén y a Sión. 15 Y estoy muy airado contra las naciones que están reposadas; porque cuando yo estaba enojado un poco, ellos agravaron el mal. 16 Por tanto, así ha dicho Jehová: Yo me he vuelto a Jerusalén con misericordia; en ella será edificada mi casa, dice Jehová de los ejércitos, y la plomada será tendida sobre Jerusalén. 17 Clama aún, diciendo: Así dice Jehová de los ejércitos: Aún rebosarán mis ciudades con la abundancia del bien, y aún consolará Jehová a Sión, y escogerá todavía a Jerusalén.
18 Después alcé mis ojos y miré, y he aquí cuatro cuernos. 19 Y dije al ángel que hablaba conmigo: ¿Qué son éstos? Y me respondió: Estos son los cuernos que dispersaron a Judá, a Israel y a Jerusalén. 20 Me mostró luego Jehová cuatro carpinteros.
21 Y yo dije: ¿Qué vienen éstos a hacer? Y me respondió, diciendo: Aquéllos son los cuernos que dispersaron a Judá, tanto que ninguno alzó su cabeza; mas éstos han venido para hacerlos temblar, para derribar los cuernos de las naciones que alzaron el cuerno sobre la tierra de Judá para dispersarla. (Zacarías 1).
1. Octavo mes. Llamado Bul antes del cautiverio (1 Rey. 6: 38), posteriormente, Marjesván o Jesván; nuestro octubre-noviembre.
Año segundo de Darío. 520 a. C. (ver t. III, pp. 100 - 102). Hay una breve historia de Darío en el t. III, pp. 72-74. Hijo de Iddo. Acerca de la genealogía de Zacarías, verla p. 1107.
2. Se enojó. Heb. qatsaf, término que indica una intensa ira. "Se irritó mucho" (BJ). Esa palabra hebrea también se usa en Deut. 9: 19; Isa. 47: 6; etc.
3. Volveos. Dios suplica al pueblo que se arrepienta para que reciba el favor divino que lo capacitaría para realizar, libre de peligros, la obra de la reedificación del templo (ver p. 1107). Zacarías insiste con frecuencia en la necesidad de que haya arrepentimiento y reforma (cap. 3: 7; 6: 15; 7: 7-10; 8: 16-17).
Ha dicho Jehová. Esta frase se repite tres veces para darle más énfasis.
4. Primeros profetas. Cf. 2 Rey. 17:13-14; 2 Crón. 36:15-17; Jer. 25: 3-9; 35: 15.
Los hombres debieran aprender de la experiencia de sus antepasados (Rom. 15:4; 1 Cor. 10:11).
5. Vuestros padres. Deben meditar en la suerte que corrieron éstos para que no les acontezca lo mismo. Vivir para siempre. Los profetas eran mortales como aquellos a quienes predicaban; sin embargo, sus palabras eran palabras de Dios. Por lo tanto, esas palabras eran eternas y con toda certeza se cumplirían.
6. Alcanzaron. Heb. nasag, "alcanzar". Esta palabra aparece en Gén. 44:4; Deut.28:2,15,45. Los mensajes y las "ordenanzas" finalmente causarían el castigo con que se amenazaba. Volvieron. Heb. shub, vocablo que se traduce "convertirse" con el sentido de arrepentirse, en 1 Rey. 8: 47; Eze. 14: 6; 18: 30; así podría también traducirse aquí.
7. Mes undécimo. La fecha que aquí se da es, aproximadamente, el 15 de febrero de 519 a. C., de acuerdo con el calendario juliano (ver t. III, p. 102). Zacarías había comenzado su ministerio profético unos tres meses antes (Zac. 1: 1).
La siguiente fecha que aparece en el libro está en cap. 7:1. Las ocho visiones registradas (1:8 a 6:8) sin duda fueron dadas en este intervalo. Algunos suponen que todas fueron dadas en una "noche" (vers. 8); pero eso no se puede probar.
8. Vi. La primera visión tenía la finalidad de inspirar confianza en el bondadoso propósito de Dios de restaurar a su pueblo. Daba la seguridad de que las naciones gentiles serían vencidas, y que, a pesar de la condición de Israel, se llevaría a cabo el misericordioso propósito de Dios si el pueblo cumplía con su parte (cap. 6: 15).
En la interpretación de las visiones de Zacarías debe tenerse en cuenta que aunque la enseñanza general de las visiones parece ser clara, no siempre es evidente el significado de los detalles. Esto se debe en parte a que las visiones, como las parábolas, contienen ciertos elementos necesarios para completar la narración o presentación, que no forzosamente tienen valor exegético. Otros elementos no son explicados por el profeta o por otros escritores inspirados. Por esto no se puede saber su significado con seguridad (ver. com. Eze. 1: 4; t. III, p. 1129).
La serie de ocho visiones (cap. 1: 7 a 6: 8) presenta una narración profético eslabonada que expone el propósito de Dios para los judíos cuando regresaran del cautiverio babilónico, y culmina con la venida del Mesías y el establecimiento de su reino (ver pp. 28-33).
https://ministeriohnopio1.blogspot.com/2020/09/el-papel-de-israel-en-la-profecia-del.html
Esta serie de visiones le fue dada a Zacarías en un momento de gran desánimo, cuando parecía que los enemigos del pueblo de Dios estaban por detener del todo la obra de reconstrucción (ver PR 427). Estos mensajes tenían el propósito de alentar a los repatriados e inspirarles para que continuaran con fe en su obra.
La primera visión (cap. 1: 7-17), revela el plan de Dios para un Israel estático. Las naciones paganas están "reposadas"; pero Dios anuncia su propósito de restaurar el templo como su "casa" y de escoger "todavía a Jerusalén" como el instrumento mediante el cual se llevaría a cabo el propósito divino de la salvación de los hombres. La segunda visión (cap. 1: 18-21) describe el daño que ha sufrido Israel como nación debido al cautiverio, y proclama la intención de Dios de reparar todo el daño que se le ha hecho. La tercera visión (cap. 2: 1-13) asegura a los judíos la presencia y la bendición divinas en la obra de reconstrucción y en el cumplimiento de la misión de Israel en el mundo. En la cuarta visión (cap. 3: 1-10) Dios asegura a su pueblo que se interpondrá para protegerlo de Satanás, su máximo enemigo, y perdonará los pecados de Israel que hasta aquí habían dado a Satanás una oportunidad para interferir en el cumplimiento de la voluntad de Dios para Israel como su pueblo (ver pp. 29-30). La quinta visión (cap. 4: 1-14) muestra el medio por el cual se cumpliría la restauración de Jerusalén y la transformación del carácter: "Con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos" (vers. 6). La sexta visión (cap. 5: 1-4) presenta el proceso mediante el cual se investigará el pecado entre el pueblo de Dios. La séptima visión (cap. 5: 5-11) describe la eliminación final y completa del pecado y de los pecadores de entre el pueblo escogido. La octava visión (cap. 6: 1-8) presenta a Dios supervisando los asuntos de la tierra para el cumplimiento de su propósito divino, tal como se presentó en las visiones anteriores, y así asegura el éxito de la misión de Israel.
El profeta presenta, después de la octava visión, un cuadro inspirado de la venida del Mesías que "dominará en su trono" (cap. 6: 13), y la reunión de las naciones de la tierra delante del verdadero Dios (vers. 15). Todo esto habría sucedido con toda seguridad tal como se presenta (cap. 1: 7 a 6: 15), si Israel hubiera obedecido diligentemente la voz del Señor (cap. 6: 15). Cf. Deut. 28: 1, 14. En cuanto a la naturaleza condicional de estas visiones proféticas, ver p. 36, y en cuanto al fracaso de Israel como nación para recibir las bendiciones prometidas, ver pp. 32-35.
Caballo alazán. "Rojo" (BJ). El profeta no explica el significado del color, y son vanas las especulaciones. Mirtos. Una planta de verdor permanente, que da flores blancas y un fruto aromático del cual se hacían perfumes. De la misma familia de este árbol común en Palestina es el arrayán de Chile y Argentina.
Hondura. Heb. metsulah, "abismo", "precipicio". Aquí probablemente el nombre de un lugar geográfico o de un valle. Overos. Heb. saroq; color que tienen las uvas (Isa. 16: 8) y estos caballos. Se ha sugerido que eran negros, rojos, o castaños. No es evidente el significado de los colores, si es que lo tienen. Los comentadores han hecho varias conjeturas, como ésta: que los tres colores representan los tres poderes mundiales: Babilonia, Persia y Grecia. Como el intérprete de la visión no hace mención alguna de este aspecto de la presentación profético, será mejor no tratar de explicar los colores. Puede ser que sólo hayan servido para distinguir los diferentes grupos de mensajeros.
9. Que hablaba conmigo. Es decir, el ángel que interpretaba. Este ángel debe distinguirse del "varón que estaba entre los mirtos" (vers. 10) que es llamado "ángel de Jehová" (vers. 11).
10. A recorrer la tierra. Se presenta a estos mensajeros como que están dando un informe al gran Gobernante del universo acerca de los asuntos de la tierra, especialmente de Israel como pueblo escogido de Dios que sufría el cautiverio y la opresión de las naciones paganas circunvecinas. Ya han cumplido su misión, y ahora están listos para informar.
11. Quieta. El programa de Dios parece estar paralizado. Las naciones no hacen nada para socorrer y ayudar al pueblo de Dios. Y parece que el decreto para reedificar en verdad está por ser anulado (ver p. 1096; PR 424-425).
12. ¿No tendrás piedad? El pueblo de Dios estaba inseguro y desalentado. El templo permanecía desolado; Jerusalén, en ruinas. Setenta. Algunos piensan que se hace referencia a los 70 años mencionados por Jeremías (Jer. 25: 12; 29: 10; ver t. III, p. 100). Otros computan regresivamente desde la fecha de la visión en 519 a. C. (ver com. Zac. 1: 7), y llegan a la fecha 589/588, cuando Nabucodonosor comenzó el sitio contra Jerusalén (ver com. 2 Rey. 25: 1; t. III, pp. 102-103).
13. Palabras consoladoras. La visión tenía el propósito de alentar al pueblo.
14. Celé. Cf. Joel 2: 18.
Sion. Sin duda sinónimo de toda la ciudad de Jerusalén (ver com. Sal. 48: 2).
15. Reposadas. Ver com. vers. 11. Dios había castigado a los israelitas debido a sus pecados; pero sólo había estado "enojado un poco", y su plan era limitar los castigos. En cambio, las "naciones" habían ido más allá del propósito de Dios, y pretendieron sojuzgar permanentemente a los israelitas (cf. Isa. 10: 5-19).
16. Será edificada. Los vers. 16 y 17 muestran los bondadosos propósitos de Dios para el remanente. Las predicciones se cumplieron en parte. El templo fue reedificado y Jerusalén restaurada. Pero la prosperidad que aquí se menciona nunca ocurrió plenamente. El pueblo no cumplió las condiciones espirituales de las que dependía su prosperidad temporal; sin embargo, los israelitas tuvieron la oportunidad. La visión tenía el propósito de reanimarlos y de darles un gran aliciente para que aprovecharan sus privilegios, que habían descuidado. Ver pp. 32-35.
El plan de Dios para Israel, momentáneamente interrumpido por el cautiverio, era ahora avanzar de nuevo, e Israel debía recuperar los privilegios y las responsabilidades de la relación del pacto (ver p. 33).
18. Cuatro cuernos. La segunda visión (vers. 18-21; en hebreo, cap. 2: 1-4) presenta el medio por el cual Dios se disponía a cumplir su propósito.
Los cuernos se describen claramente como los poderes que "dispersaron a Judá, a Israel y a Jerusalén" (vers. 19; PR 426). El número "cuatro" puede simbolizar universalidad, en consonancia con los cuatro puntos cardinales (cf. Dan. 8:8; 11:4) a los cuales había sido dispersado Israel (Zac. 1:21; cf. cap. 2:6; ver com. cap. 1:8).
19. Dispersaron. Ver com. vers. 18.
20. Carpinteros. Heb. jarash, "artesano". "Herreros" (BJ). El vocablo describe a los que trabajan en piedra (Exo. 28: 11), madera (2 Sam. 5: 11), metal (1 Sam. 13: 19), etc. Se han hecho muchas conjeturas en cuanto a la identidad de estos cuatro artesanos. El número "cuatro" podría significar sólo "los cuatro confines de la tierra" donde habían sido esparcidos los expulsados de Israel (Isa. 11: 12). Los artesanos representaban "los instrumentos usados por el Señor para restaurar a su pueblo y su casa de culto" (PR 426).
21. Hacerlos temblar. Del Heb. jarad, que en la forma en que aquí se usa significa "asustar", "aterrorizar". "Espantarlos" (BJ). Ver com. vers. 18. (4CBA)
COMENTARIOS DE (EGW).
LAS FERVIENTES SÚPLICAS y palabras de aliento dadas por medio de Ageo fueron recalcadas y ampliadas por Zacarías, a quien Dios suscitó al lado de aquél para que también instara a Israel a cumplir la orden de levantarse y edificar. El primer 423 mensaje de Zacarías expresó la seguridad de que nunca deja de cumplirse la palabra de Dios, y prometió bendiciones a aquellos que escuchasen la segura palabra profética. Aunque sus campos estaban incultos y sus escasas provisiones se agotaban rápidamente, a pesar de que estaban rodeados por pueblos hostiles, los israelitas avanzaron por la fe, en respuesta al llamamiento de los mensajeros de Dios, y trabajaron diligentemente para reedificar el templo en ruinas.
Era un trabajo que requería una firme confianza en Dios. Mientras el pueblo procuraba hacer su parte y obtener una renovación de la gracia de Dios en su corazón y en su vida, le fue dado un mensaje tras otro por medio de Ageo y Zacarías, para asegurarle que su fe tendría rica recompensa y que las palabras de Dios acerca de la gloria futura del templo cuyos muros se estaban levantando no dejarían de cumplirse. En ese mismo edificio se vería, vencido el plazo, al Deseado de todas las gentes como Maestro y Salvador de la humanidad. No se dejó por tanto a los constructores luchar solos; estaban "con ellos los profetas de Dios que les ayudaban"(Esd. 5: 2); y el mismo Jehová de los ejércitos había dicho: "Esfuérzate, . . . y obrad: porque yo soy con vosotros." (Hag. 2: 4.) El sentido arrepentimiento y la resolución de avanzar por la fe atrajeron la promesa de prosperidad temporal. El Señor declaró: "Mas desde aqueste día daré bendición." (Vers. 19.)
Fue dado un mensaje preciosísimo a Zorobabel, su conductor, que había sido muy probado durante todos los años que habían transcurrido desde el regreso de Babilonia. Declaró el Señor que llegaba el día cuando todos los enemigos de su pueblo escogido serían derribados. "En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, te tomaré, oh Zorobabel, hijo de Sealtiel, siervo mío, . . . y ponerte he como anillo de sellar: porque yo te escogí." (Vers. 23.) Ya podía el gobernador de Israel ver el significado de la providencia que le había hecho pasar por desalientos y perplejidades; podía discernir en todo ello el propósito de Dios. 424 Este mensaje personal dirigido a Zorobabel fue registrado para alentar a los hijos de Dios en toda época. Al enviar pruebas a sus hijos, Dios tiene un propósito. Nunca los conduce por otro camino que el que eligirían si pudiesen ver el fin desde el principio y discernir la gloria del propósito que están cumpliendo. Todo lo que les impone como prueba tiene por fin fortalecerlos para obrar y sufrir para él.
Los mensajes comunicados por Ageo y Zacarías incitaron al pueblo a hacer todo esfuerzo posible para reedificar el templo; pero mientras trabajaban, fueron acosados por los samaritanos y otros, que idearon muchas obstrucciones. En una ocasión, los funcionarios provinciales del reino medo - persa visitaron a Jerusalén y preguntaron quién había autorizado la reedificación. Si en esa ocasión los judíos no hubiesen confiado en la dirección de Dios, esta averiguación podría haberles resultado desastrosa. "Mas los ojos de su Dios fueron sobre los ancianos de los Judíos, y no les hicieron cesar hasta que el negocio viniese a Darío." (Esd. 5: 5.) La respuesta que recibieron los funcionarios fue tan prudente que decidieron escribir una carta a Darío Histaspes, quien reinaba entonces en Medo - Persia, para recordarle el decreto original que diera Ciro al ordenar que la casa de Dios en Jerusalén fuese reedificada y que los gastos que entrañara fuesen cubiertos por la tesorería del rey.
Darío buscó ese decreto, lo encontró, y dio luego a los que habían hecho las preguntas la orden de permitir que prosiguiera la reconstrucción del templo. Mandó: "Dejad la obra de la casa de este Dios al principal de los Judíos, y a sus ancianos, para que edifiquen la casa de este Dios en su lugar. "Y por mí es dado mandamiento de lo que habéis de hacer con los ancianos de estos Judíos, para edificar la casa de este Dios: que de la hacienda del rey, que tiene del tributo de la parte allá del río, los gastos sean dados luego a aquellos varones, para que no cesen. Y lo que fuere necesario, becerros y carneros y corderos, para holocaustos al Dios del cielo, trigo, 425 sal, vino y aceite, conforme a lo que dijeren los sacerdotes que están en Jerusalén, déseles cada un día sin obstáculo alguno; para que ofrezcan olores de holganza al Dios del cielo, y oren por la vida del rey y por sus hijos." (Esd. 6: 7-10.) En adición el rey decretó severos castigos para los que, de cualquier manera que fuese, alteraran el decreto; y terminó con esta notable declaración: "Y el Dios que hizo habitar allí su nombre, destruya todo rey y pueblo que pusiere su mano para mudar o destruir esta casa de Dios, la cual está en Jerusalem. Yo Darío puse el decreto: sea hecho prestamente." (Vers. 12.) Así preparó el Señor las circunstancias para la terminación del templo.
Durante meses, antes que se promulgase este decreto, los israelitas habían seguido trabajando por la fe, y los profetas de Dios habían seguido ayudándoles por medio de mensajes oportunos que recordaban a los trabajadores el propósito divino en favor de Israel. Dos meses después que fuera entregado el último mensaje que se haya registrado como procedente de Ageo, Zacarías tuvo una serie de visiones relativas a la obra de Dios en la tierra. Esos mensajes, dados en forma de parábolas y símbolos, llegaron en tiempo de gran incertidumbre y ansiedad, y fueron de particular significado para los hombres que avanzaban en nombre del Dios de Israel. Les parecía a los dirigentes que el permiso concedido a los judíos para reedificar estaba por serles retirado, y el futuro se les presentaba muy sombrío. Dios vio que su pueblo necesitaba ser sostenido y alentado por una revelación de su compasión y amor infinitos.
Zacarías oyó en visión al ángel del Señor preguntar: "Oh Jehová de los ejércitos, ¿hasta cuándo no tendrás piedad de Jerusalem, y de las ciudades de Judá, con las cuales has estado airado por espacio de setenta años? Y Jehová respondió buenas palabras declaró Zacarías, palabras consolatorias a aquel ángel que hablaba conmigo.
"Y díjome el ángel que hablaba conmigo: Clama diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Celé a Jerusalem y a Sión 426 con gran celo: y con gran enojo estoy airado contra las gentes que están reposadas; porque yo estaba enojado un poco, y ellos ayudaron para el mal. Por tanto, así ha dicho Jehová: Yo me he tornado a Jerusalem con miseraciones; en ella será edificada mi casa, . . . y la plomada será tendida sobre Jerusalem." (Zac. 1: 12-16.). Se le indicó luego al profeta que debía predecir: "Así dice Jehová de los ejércitos: Aun serán ensanchadas mis ciudades por la abundancia del bien; y aun consolará Jehová a Sión, y escogerá todavía a Jerusalem." (Vers. 17.)
A continuación Zacarías vio, bajo el símbolo de cuatro cuernos, las potencias que "aventaron a Judá, a Israel, y a Jerusalem." Inmediatamente después vio a cuatro carpinteros que representaban los instrumentos usados por el Señor para restaurar a su pueblo y su casa de culto. (Vers. 18-21.). Zacarías dijo: "Alcé después mis ojos, y miré, y he aquí un varón que tenía en su mano un cordel de medir. Y díjele: ¿A dónde vas? Y él me respondió: A medir a Jerusalem, para ver cuánta es su anchura y cuánta su longitud. Y he aquí, salía aquel ángel que hablaba conmigo, y otro ángel le salió al encuentro, y díjole: Corre, habla a este mozo, diciendo: Sin muros será habitada Jerusalem a causa de la multitud de los hombres, y de las bestias en medio de ella. Yo seré para ella, dice Jehová, muro de fuego en derredor, y seré por gloria en medio de ella." (Zac. 2: 1-5.)
Dios había ordenado que Jerusalén fuese reedificada; y la visión relativa a la medición de la ciudad aseguraba que él daría consuelo y fortaleza a sus afligidos y cumpliría en su favor las promesas de su pacto eterno. Declaró que su cuidado protector sería como "muro de fuego en derredor;" y que por su intermedio la gloria de él sería revelada a todos los hijos de los hombres. Lo que estaba realizando para su pueblo se había de conocer en toda la tierra. "Regocíjate y canta, oh moradora de Sión: porque grande es en medio de ti el Santo de Israel." (Isa. 12: 6.) PR/EGW
Ministerio Hno. Pio
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