viernes, 28 de agosto de 2020

277. SE PROFETIZA AL REY ACAZ, EL CASTIGO QUE LE VENDRÍA DESDE ASIRIA. (Isaías 7:17-25).

Isaías 7:17-25. El castigo vendría del Oriente. Dios usaría a los asirios, que arruinarían la nación; por la maldad de su pueblo.

17 Jehová hará venir sobre ti, sobre tu pueblo y sobre la casa de tu padre, días cuales nunca vinieron desde el día que Efraín se apartó de Judá, esto es, al rey de Asiria. 18 Y acontecerá que aquel día silbará Jehová a la mosca que está en el fin de los ríos de Egipto, y a la abeja que está en la tierra de Asiria; 19 y vendrán y acamparán todos en los valles desiertos, y en las cavernas de las piedras, y en todos los zarzales, y en todas las matas. 20 En aquel día el Señor raerá con navaja alquilada, con los que habitan al otro lado del río, esto es, con el rey de Asiria, cabeza y pelo de los pies, y aun la barba también quitará. 21 Acontecerá en aquel tiempo, que criará un hombre una vaca y dos ovejas; 22 y a causa de la abundancia de leche que darán, comerá mantequilla; ciertamente mantequilla y miel comerá el que quede en medio de la tierra. 23 Acontecerá también en aquel tiempo, que el lugar donde había mil vides que valían mil siclos de plata, será para espinos y cardos. 24 Con saetas y arco irán allá, porque toda la tierra será espinos y cardos. 25 Y a todos los montes que se cavaban con azada, no llegarán allá por el temor de los espinos y de los cardos, sino que serán para pasto de bueyes y para ser hollados de los ganados. (Isaías 7).

17. Jehová hará venir. Acaz ya ha manifestado que no buscará ayuda en Dios; por el contrario, se propone confiar en Asiria (2 Rey. 16: 5-7). Pero Isaías le advierte que Asiria no ayudará a Judá, sino que le será causa de angustia (Isa. 7: 17-20; 8: 7-8; 10: 6). Más tarde, cuando Asiria invadió a Judá, ésta buscó ayuda en Egipto; pero esa ayuda tampoco sirvió de nada (cap. 30: 1-3; 31: 1-3, 8). El profeta procura presentar con claridad todas estas cosas al rey. Rey de Asiria. Judá tenía delante de sí días oscuros y peligrosos, días de angustia, tal como no había experimentado desde la rebelión de Jeroboam dos siglos antes. El rey de Asiria no sólo invadiría la tierra de Israel, sino también la de Judá. Si Judá se hubiese vuelto al Señor, Dios hubiera extendido sus bendiciones y no habría permitido que los asirios atacaran el país. Isaías procuró fervientemente que tanto el rey como el pueblo se volvieran de nuevo a Dios, pero ellos rehusaron. Por ese motivo, Dios permitiría que Asiria invadiera el país.

18. Silbará Jehová a la mosca. Es decir, Dios llamaría a los ejércitos desde las partes lejanas de Egipto. La dinastía 24.ª reinó en Egipto aproximadamente de 750 a 715 a. C., pero al mismo tiempo existía otra dinastía, fundada por Pianji, poderoso caudillo de Nubia, quien finalmente extendió su dominio hasta el sur de Egipto (t. II, pp. 54-55). Esta dinastía etiópica, la 25.ª, gobernó a Egipto aproximadamente de 715 a 663. Cuando Senaquerib atacó a Judá, evidentemente en su segunda invasión, (t. 11, p. 66), Taharka (t. II, pp. 55, 66-67, 163; ver com. 2 Rey. 18: 13; 19: 9), cuarto rey de la 25ª dinastía (t. II, pp. 54, 79), amenazó con detener el avance asirio (2 Rey. 19: 9; Isa. 37: 9).  Probablemente muchos del pueblo de Judá confiaron en que Egipto los libraría de Asiria (2 Rey. 18: 21). Se denomina "mosca" al rey "etíope" de Egipto, porque las moscas molestan, y los egipcios serían más estorbo que ayuda para Judea. Isaías destaca la necedad de que el pueblo de Dios buscara ayuda en Egipto (Isa. 30: 1-7; 31: 1-3). Era el Señor, no Egipto, quien podría salvar a Judá de los asirios.           (cap. 31: 4-9; 37: 33-36).

La abeja. Se compara a los asirios con una abeja.  En este pasaje la abeja representa un enemigo persistente y formidable (Deut. 1: 44; Sal. 118: 12).  Aunque duela, la picadura de una abeja raras veces causa la muerte.  Asiria lucharía contra Judá como la vara del furor de Dios (Isa. 10: 5-7), pero la nación no perecería.

19. Y vendrán. Sigue la figura de la invasión de los insectos. Los egipcios y los asirios llegarían como moscas y abejas, y penetrarían por todos los rincones del país.

20. En aquel día. Es decir, al mismo tiempo. El profeta presenta con más detalles lo que ocurriría a Judá. Navaja alquilada. Aquí se emplea otra metáfora. Anteriormente Isaías había comparado a Judá con un enfermo en cuyo cuerpo no quedaba ningún lugar sano (cap. 1:5-6). Ahora se compara a la nación con un hombre sometido a la suprema indignidad de ser afeitado de pies a cabeza, y de perder incluso la barba, lo cual era considerado entonces como una gran desgracia. Al otro lado del río. El Eufrates (ver com. Jos. 24: 2). Asiria sería empleada como instrumento en las manos del Señor para devastar y humillar a los impenitentes moradores de Judá. Compárese con la figura similar empleada en Isa. 10: 57.

21. Una vaca. Cuando los asirios invadieran el país, la tierra sería devastada en buena medida. Senaquerib afirma haber tomado ganado grande y pequeño sin número". El ganado grande" es el ganado vacuno. Los "pequeños" son las ovejas y cabras. Aunque la mayor parte del ganado desaparecería, aquí y allá quedaría alguna persona que lograría salvar una vaca, y quizá un par de ovejas.

22. Abundancia de leche. A pesar de todo, el remanente que quedara en el país no sería abandonado por el Señor. Las bendiciones del cielo descansarían sobre ellos, y tendrían cuajada y miel para comer. Aunque el hombre fuera ocasión de maldición, Dios bendeciría al remanente fiel. Ver com. vers. 15.

23. Mil siclos de plata. (Ver com. Gén. 20: 16; cf. Cant. 8: 11.) Es probable que un siclo de plata por cada vid fuera un precio muy elevado; por lo tanto, debe considerarse que esas vides eran de excelentísima calidad. Este pasaje significa que las mejores viñas se tornarían silvestres por falta de cuidado. Cuando la "viña" de Israel fue objeto de una maldición, produjo espinos y cardos (Isa. 5: 6).

24. Con saetas y arco. La gente debería llevar estas armas para protegerse de los 180 animales salvajes que merodearían en las regiones ahora desoladas, pero que una vez habían sido cultivadas. Quizá los hombres saldrían a cazar en estas regiones. No llegarán. Heb., "tú no llegarás". Espinos y cardos. Las tierras otrora pacíficas y productivas, quedarían inhabitadas, por sus anteriores dueños y cuidadores. 4CBA/Ministerio Hno. Pio 

 

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