domingo, 23 de agosto de 2020

259. EL REINADO UNIVERSAL DE JEHOVÁ.

Isaías 2:1-5. Los planes de Dios, nunca tienen pierde. El ideal de Dios para su pueblo era que mostraran su luz a las naciones, así estos caminarían en esa luz; pero fracasaron. La promesa se cumplirá en Jerusalén, la Nueva. Amen. Apoc. 21:1-5; Zac. 14:4.            Rom. 9:27.

1 LO QUE vio Isaías hijo de Amoz acerca de Judá y de Jerusalén. 2 Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. 3 Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. 4 Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra. 5 Venid, oh casa de Jacob, y caminaremos a la luz de Jehová. (Isaías 2). 

1. Acerca de Judá y de Jerusalén. Ver com. cap.1: 1.

2. Acontecerá. El mensaje de los vers. 2-4 ha sido interpretado de diversas maneras. La profecía: (1) se refiere al milenio en que habrá paz en la tierra, y los judíos serán restaurados a su patria ancestral y recuperarán su condición de pueblo escogido de Dios, gobernarán la tierra y lograrán la conversión del mundo; (2) describe un falso reavivamiento religioso que tendrá lugar en el final de la historia de la tierra, patrocinado por el cristianismo apóstata y diseñado para convertir al mundo, tal como se alude en 1 Tes. 5:1-5; Apoc. 13:11-17; etc.; (3) presenta el plan original que Dios tuvo de que el Israel literal llegara a ser su instrumento para salvar al mundo, pero que debido al fracaso y al rechazo de Israel, la predicción hecha aquí será cumplida por el pueblo escogido de Dios cuando éste proclame el Evangelio hasta los confines del mundo.

Como ocurre con todos los pasajes bíblicos, la única manera de determinar el verdadero sentido de Isa. 2:2-4 y su importancia para la iglesia de hoy, consiste en estudiar este pasaje dentro del contexto de toda la Biblia, y determinar lo que las Escrituras mismas dicen al respecto. Ver en las pp. 27-40 el estudio cuidadoso de lo que la Biblia enseña en cuanto a los problemas básicos implicados en las diversas interpretaciones imaginativas referentes al retorno de los judíos a Palestina y al papel de Israel dentro del plan divino. Ver en CM 439-441, los comentarios que hace Elena de White acerca del pasaje paralelo de Miq. 4:1-3. En esos comentarios ella afirma que ese pasaje es una de las lecciones prácticas que deben animar a la iglesia de hoy.

Debe señalarse que Miq. 4:1-3 es casi idéntico a Isa. 2:2-4. El estudio del contexto de Miqueas ayudará a comprender este pasaje paralelo en Isaías. Estos dos profetas fueron contemporáneos durante varios años.

LO POSTRERO DE LOS TIEMPOS. Heb. be'ajarith hayyamim, literalmente, en el fin de los días". La palabra 'ajarith generalmente designa el fin de cualquier período, sea corto o largo. 'Ajarith aparece en relación con (1) el fin de los 430 años de la permanencia en Egipto (ver com. Gén. 15:13, 16), después de lo cual Israel poseería la tierra de Canaán (Gén. 49: 1); (2) el final de la peregrinación por el desierto (Deut. 8:16); (3) la conclusión de un período futuro de tribulación y exilio (Deut. 4: 30; Ose. 3: 5); (4) la terminación de un período histórico (Deut. 31:29); (5) el resultado definitivo de determinada conducta (Prov. 14: 12; 23: 32; Isa. 47:7); (6) "el fin" del año (Deut. 11: 12), y (7) la terminación de un período de prueba en la vida de un hombre (Job 42: 12).

EN LAS PROFECÍAS BÍBLICAS se emplea en relación con (1) el final del poderío de Grecia (Dan. 8: 23); (2) el fin de los 1.260 y los 2.300 días (Dan. 10: 14; 8: 19); (3) la reunión de los gentiles al fin del tiempo (Isa. 2: 2; Miq. 4:1; (4) la batalla de Gog y Magog inmediatamente antes del establecimiento del reino mesiánico (Eze. 38: 6-7, 16); (5) el gran día del juicio final (Jer. 23: 20; 30: 24); (6) el fin de los impíos (Sal. 37: 38).

En la LXX, la palabra 'ajarith se traduce comúnmente por ésjatos, "último", "final". Es lo contrario de re'shith, "comienzo" (ver com. Gén. 1: 1). Esto puede verse claramente en Isa. 41:22; 46: 10, donde se hace el contraste entre "principio" y "postrimería", "lo por venir" y "principio".

El uso bíblico de la palabra 'ajarith muestra que en cada caso, es el contexto lo que deberá determinar cuán distante está ese "fin". El contexto de la frase "lo postrero de los tiempos", en Isa 2: 2, se refiere a la manifestación de la "majestad" de Dios (vers. 10), al día cuando sólo Jehová "será exaltado" (vers. 11,17), al "día de Jehová" (vers. 12), al tiempo cuando "él se levante para castigar la tierra" 146 (vers. 19). Compárese Isa. 2: 10-21 con Apoc. 6: 14-17. El contexto del pasaje paralelo de Miq. 4: 1-4 habla del tiempo cuando "Jehová reinará sobre ellos en el monte de Sion desde ahora y para siempre" (vers. 7), y se refiere al tiempo de la restauración del "señorío primero" a Sion (vers. 8), luego del cautiverio babilónico (vers. 10). Por lo tanto, "lo postrero de los tiempos" de Isa. 2: 2 precede inmediatamente al establecimiento del reino mesiánico. En consonancia con los principios de interpretación expuestos en las pp. 31-32, la edad mesiánica, según el plan que Dios tuvo originalmente para con Israel debería haber venido como clímax del período de restauración después del cautiverio babilónico (ver PR 519-520). Pero Israel no satisfizo las condiciones necesarias para que Dios pudiera cumplirle las numerosas promesas de gloria nacional y dominio universal. Como resultado, la predicción de Isa. 2: 1-4 nunca se cumplió en el Israel literal.

El monte de la casa de Jehová. En la LXX, esta frase aparece como "el monte del Señor y la casa de Dios". La frase "casa del Señor" o casa de Jehová" se emplea comúnmente en el AT para designar el templo (1 Rey. 8: 63; etc.), situado en el monte de Moriah (ver com. 2 Crón. 3: 1; cf. Jer. 26: 18; Miq. 3: 12). Este lugar, escogido por el Señor como centro de su culto (Deut. 12: 5-6, 14; 16: 16), llegó a ser centro y símbolo del judaísmo (1 Rey. 8: 29-30; etc.). El sistema religioso judío estaba íntimamente ligado con el templo y sus servicios, que su destrucción en 586 a.C. y en 70 d.C. dejó prácticamente interrumpido el sistema de sacrificios. Cuando jeremías predijo la desolación del templo, los dirigentes religiosos de la nación pidieron a gritos su muerte (Jer. 26: 1-9). La falsa acusación de que Jesús había dicho que destruiría el templo fue la peor acusación que los falsos testigos pudieron inventar contra él (Mar. 14: 58; 15: 29; cf. Juan 2: 19). Los atrios interiores del templo eran los únicos lugares en Jerusalén de los cuales los gentiles estaban excluidos bajo pena de muerte (Hech. 21: 28-3l).

Por esto, decir que "el monte de la casa de Jehová" sería exaltado como "cabeza de los montes" equivalía a decir que el Dios de Israel sería honrado por encima de los otros dioses y religiones. La palabra "monte" es símbolo de poder y, por lo tanto, de dominio nacional (Isa. 2:14; Jer. 51: 25; Eze. 6: 2-3; 36: 1, 4; Zac. 4: 7; Apoc. 17: 9-10). Daniel presenta al reino de Dios como transformándose en "un gran monte que llenó toda la tierra" (Dan. 2: 35). En Isa. 11:1, 10; 56: 6-8 también se hace alusión a los gentiles que vendrían al "santo monte" de Dios.

Como cabeza de los montes. Heb. bero'sh heharim, frase que también puede traducirse como el "principal de los montes" o "en la cima de los montes" (BJ). En todo caso el sentido es el mismo. Si la frase "el monte de la casa de Jehová" representa la religión de Israel, "los montes" debe significar las otras religiones de la tierra. Por estar íntimamente ligado al judaísmo como fe religiosa, Israel sería también "confirmado" como nación sobre las otras naciones de la tierra (ver pp. 31-32; PP 324).

Correrán a él todas las naciones. Según el plan que Dios originalmente formuló para Israel como su instrumento escogido para la salvación del mundo, habría de llegar el tiempo cuando las naciones de la tierra aceptarían la superioridad y liderazgo de Israel como nación (ver pp. 29-30). Vez tras vez se repite en los escritos proféticos del AT, y sobre todo en Isaías, el cuadro glorioso del ensalzamiento de la nación de Israel (PR 272- 273). Dice el profeta que los gentiles correrían a Israel por el interés de Jehová su Dios (cap. 55: 5); habla de naciones que vendrían de lejos (cap. 45: 14; 49: 6-8, 12, 18, 22) para unirse con Israel (cap. 14: 1) y con Jehová (cap. 56: 6); declara que Dios mismo los conduciría a su "santo monte", el cual por esa razón llegaría a ser "casa de oración para todos los pueblos" (cap. 56:7-8), y que los gentiles llevarían su riqueza a Jerusalén (cap. 60:31). Jeremías dice que todas las naciones gentiles vendrían "desde los extremos de la tierra" Jer. 16:19) y se reunirían "en el nombre de Jehová en Jerusalén" (Jer. 3:17). Zacarías previó el tiempo cuando "muchas naciones" se unirían a Jehová para ser pueblo suyo (Zac. 2:11) y "muchos pueblos y fuertes naciones" vendrían "a buscar a Jehová de los ejércitos en Jerusalén" (Zac. 8:21-22; cf. Zac. 14:16). De esta manera, el reino de Israel finalmente llegaría a ocupar toda la tierra (PVGM 232-233; Zac. 9:9-10). Aquellas naciones que se negaran a cooperar con el plan de Dios para unirse con Israel, perecerían (Isa. 60:12; cf. 54:3), y serían desposeídas (PVGM 232-233). Este glorioso cuadro del triunfo final de la verdad nunca se cumplió147 con el Israel literal, pero se cumplirá con el Israel espiritual. Es por esto que Isa. 2:1-5 se refiere al cuadro del glorioso triunfo del Evangelio por medio del instrumento escogido por Dios en nuestros días, que es su iglesia (ver com.  Apoc. 18:1 y pp. 37-38).

3. Vendrán muchos pueblos, y dirán. En estas palabras, como en la afirmación del vers. 2 de que todas las naciones correrán a Jerusalén, el profeta Isaías coincide con las afirmaciones de otros profetas del AT en cuanto a lo que "dirán" otros pueblos. Al reconocer la evidente superioridad de Israel como nación (Deut. 4:6-7; 28:10; Isa. 61:9- 10; 62:1-2; Jer. 33:9; Mal. 3:12), y admitir que sus "padres" habían poseído "mentira" (Jer. 16:19), las naciones gentiles se dirían mutuamente: "Vamos a implorar el favor de Jehová, y a buscar a Jehová de los ejércitos" (Zac. 8:21-22). Y a Israel le dirían: "Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros" (Zac. 8:23). Esta promesa de la reunión de las naciones para adorar al verdadero Dios, nunca se cumplió con el Israel literal, debido a que no alcanzó las condiciones exigidas; pero se cumplirá espiritualmente con el pueblo de Dios en esta generación (ver pp. 34-35, 37).

Venid, y subamos. Si Israel hubiera sido fiel a Dios, los gentiles habrían pronunciado estas palabras al darse cuenta de las ventajas de honrar al verdadero Dios. Compárese con las palabras de Zac. 8:21, 23: "Vamos a implorar el favor de Jehová... Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros". Monte de Jehová. Equivale a "monte de la casa de Jehová" (vers. 2). Es otra forma de decir: "Vayamos a Jerusalén". En el rollo 1QIsª de los Manuscritos del Mar Muerto (ver t. I, p. 35; t. IV, pp. 128-130), no aparece la frase "al monte de Jehová". 

Casa. Es decir, el templo de Jerusalén (ver com. vers. 2).

Dios de Jacob. O sea, "Dios de Israel". Cuando Dios hizo un pacto con Jacob le puso el nombre de Israel (ver com. Gén. 32: ,28). El hecho de que los gentiles no dijeran solamente, "Vayamos a Jerusalén", sino "Subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob", indica que comprendían plenamente que la grandeza de Israel se debía a la cooperación del pueblo con el plan divino, y que ese pueblo adoraba al verdadero Dios.

Nos enseñará sus caminos. En el cap. 55: 5, Isaías menciona que las naciones correrían hacia Jerusalén "por causa de Jehová tu Dios". Cuando siguieran "a Jehová para servirle" y amar su nombre (cap. 56: 6-8), el templo literalmente se transformaría en "casa de oración para todos los pueblos".  Ver pp. 3032.

Caminaremos por sus sendas. De todas las naciones vendrían personas para unir sus intereses con los de Israel, diciendo: "Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros" (Zac. 8: 23). Finalmente quedaría "también un remanente para nuestro Dios" (cap. 9: 7), y todas las naciones subirían "de año en año para adorar al Rey, Jehová de los ejércitos" (cap. 14:16). Esto sucedería después de que "las naciones que vinieron contra Jerusalén" (vers. 16) hubieran sufrido el castigo impuesto por Dios (vers. 12-13, 19) y el Señor fuera "rey sobre toda la tierra" (vers. 9).Cf.  Eze. 38: 8, 16, 18, 20-23; 39:1-3; Zac. 12: 2-3, 8-9; 14:1-3. De Sion. Jerusalén debería haberse "destacado en la gloria de la prosperidad, como reina de los reinos" y haberse establecido "como poderosa metrópoli de la tierra" (DTG 529-530). Tanto el templo (PR 32) como la ciudad "habrían sido para siempre" (CS 21). Las naciones de la tierra hubieran honrado a los judíos y los hubieran reconocido como depositarios y expositores de la ley divina para todos los pueblos (Deut. 4:7-8; Rom. 3:1-2). Los principios revelados por medio de Israel debían transformarse en "los medios de restaurar la imagen moral de Dios en el hombre" (PVGM 229). Y "a medida que aumentara el número de los israelitas, éstos habían de ensanchar sus fronteras, hasta que su reino abarcara el mundo" (PVGM 232-233).

4. Juzgará. No todas las naciones de la tierra estarían dispuestas a obedecer "la palabra de Jehová" que emanaría "de Jerusalén" (vers. 3). Los que se negaran a someterse a la autoridad de Dios, manifestada a través de los judíos como pueblo escogido del Señor, se unirían para conseguir por la fuerza de las armas lo que no habían estado dispuestos a obtener poniendo su carácter en armonía con la ley de Dios (Jer. 25: 32; Eze. 38: 8-12; Joel 3:1, 12; Zac. 12: 2-9; 14: 2). Al llegar a Jerusalén y sitiarla descubrirían, para su espanto, que en realidad luchaban con el Dios del cielo (Jer. 25: 31-33), y que él los juzgaría (Joel 3: 9-17) y destruiría allí mismo (Isa. 34: 1-8; 60: 12; 63:1-6; 66:15-18).  Cuando los 148 paganos se hubieran concentrado en la zona del valle de Josafat (Joel 3: 2, 12), situada inmediatamente al este de Jerusalén, Dios se sentaría "para juzgar a todas las naciones de alrededor" (Joel 3:12). La palabra Yehoshafat (Josafat) significa literalmente "Jehová juzgará".

Reprenderá a muchos pueblos. "Bien que todas las naciones de la tierra" se junten contra Jerusalén (Zac. 12: 3), "Jehova defenderá al morador de Jerusalén" (vers. 8) y destruirá a "todas las naciones que vinieron contra Jerusalén" (vers. 9). Lo que se describe en estos pasajes nunca se cumplió en el caso del Israel literal, puesto que la nación no desempeñó la misión que se le encomendó. Sin embargo, como lo señaló Juan el revelador (Apoc. 20: 7-15), esta profecía se cumplirá en cierta medida al final del milenio, cuando Satanás engañe a las naciones de la tierra, "a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla" (vers. 8), para rodear "el campamento de los santos" (vers. 9). Los impíos estarán "de pie ante Dios" y serán "juzgados" "por las cosas que estaban escritas en los libros" (vers. 11- 12), "cada uno según sus obras" (vers. 13). Las naciones de la tierra sabrán que Jehová es Dios (Eze. 38: 23).              Cf. Zac. 12: 4; Apoc. 19:19-21.

Rejas de arado. Heb. 'ittim, instrumentos agrícolas de hierro, probablemente "rejas de arado", piquetas, "azadones" (BJ). En acadio, la palabra designa la vara del tiro del arado. El contraste es claro: se transformarían las armas de guerra en herramientas de paz. Cuando los enemigos de Israel fueran vencidos, el remanente (Zac. 14:16) transformaría sus armas bélicas en herramientas pacíficas.

ESTE ERA EL PLAN DIVINO que nunca se cumplió en el caso del Israel literal. No alzará espada. Cuando los enemigos de Israel fueran eliminados, las naciones que quedaran se someterían voluntariamente al liderazgo de Israel. "La paloma de la paz hubiera salido de sus muros [de Jerusalén] rumbo a todas las naciones" (DTG 530). Jerusalén habría sido "habitada confiadamente (Zac. 14: 1 l). "Extraños no... [habrían pasado] más por ella" (Joel 3:17-18). En consonancia con su nombre, la ciudad sería "posesión de paz" o "fundamento de paz". De nuevo: el plan original que Dios tuvo para con Israel no se cumplió por causa de la apostasía.

Ni se adiestrarán más para la guerra. Cf. Ose. 2: 18; Sal. 46:9. Los que creen que un retorno literal de los judíos a Palestina presagia su restablecimiento a la relación del pacto del AT, han interpretado que Isa. 2: 1-4 y su pasaje paralelo de Miq. 4:1-3 constituyen una predicción de mil años de paz, época en que los judíos gobernarán la tierra y la convertirán a Dios. Por supuesto, esta interpretación carece de base bíblica (ver pp. 27, 39). En un intento por demostrar el error de esta posición, algunos han procurado explicar que estos versículos de Isaías se refieren a un falso reavivamiento religioso. Esta interpretación debería examinarse comparando el pasaje de Isaías con otros pasajes similares del AT. Tal como se presenta en las pp. 27-40, la Biblia siempre aplica la descripción hecha aquí a la situación que habría prevalecido si Israel hubiese sido fiel a Dios, cuando los gentiles se hubieran unido al pueblo de Dios. Pero la infidelidad del Israel literal hizo que este propósito fuera imposible de realizar. En consecuencia, se cumplirá con el Israel espiritual mediante la proclamación final del Evangelio a las naciones de la tierra (Apoc. 14: 9-11; 18:1-4; ver pp. 37-38).

En CM 439 se cita parte del pasaje paralelo de Miq. 4:1-3 junto con Isa. 54: 11-14 y Jer 31: 33-34, como una de las muchas "lecciones prácticas en la Palabra de Dios, lecciones que Cristo quiere que maestros y padres presenten a los niños en la escuela y en el hogar". Se afirma que es uno de los pasajes bíblicos que "contienen gran estímulo" y "son un tesoro de perlas preciosas" (CM 440). Si Isa. 2: 1-4 y Miq. 4: 1-3 constituyen hoy una lección práctica de "gran estímulo" para el pueblo de Dios, difícilmente podrían describir un falso reavivamiento religioso. Sin embargo, cuando las palabras de Isaías y Miqueas se consideran dentro del marco y contexto de pasajes similares del AT, entonces se destaca su importancia.

NÓTESE LO SIGUIENTE: I. Isaías afirma específicamente que el mensaje de los vers. 2-5 concierne a "Judá" y a "Jerusalén" (Isa. 2: l; cf. Miq. 4:2), el pueblo escogido de Dios. En todo el AT, "Judá" y "Jerusalén" siempre son el pueblo de Dios, a pesar de sus imperfecciones y defectos, y Dios los reconoce como tal (Núm. 23:21). Aquellos a quienes Dios no reconoce como su pueblo nunca son designados con el nombre de "Judá" y "Jerusalén". Nunca se dirige él a Babilonia, Egipto o Edom llamándolos "Judá" y "Jerusalén".  Nótese también la 149 exhortación que se hace a la "casa de Jacob" en el vers. 5. La gloriosa perspectiva de la recompensa por la fidelidad a Dios debiera haber sido un gran incentivo para que Israel caminara "por sus veredas" (ver CM 439-440).

II.  Algunas veces se hace resaltar la frase "vendrán muchos pueblos, y dirán" (Isa. 2: 3), como evidencia de que estas palabras se oponen a lo que el Señor ha dicho. Sin embargo, debiera notarse que lo que aquí se afirma que dicen los "pueblos" está en plena armonía con la voluntad de Dios tal como se revela en otros pasajes de su Palabra, y que sería sumamente apropiado en boca de los que sinceramente aman al Señor. Además, en varios pasajes del AT con frecuencia se pone en boca de los gentiles convertidos al judaísmo esta misma idea, algunas veces expresada con las mismas palabras. Por ejemplo, compárese con Zac. 8: 21-23: "Vamos a implorar el favor de Jehová, y a buscar a Jehová de los ejércitos... Y vendrán muchos pueblos y fuertes naciones a buscar a Jehová de los ejércitos en Jerusalén, y a implorar el favor de Jehová.  Así ha dicho Jehová de los ejércitos: En aquellos días acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto de un judío, diciendo: Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros". En este pasaje los "pueblos" de las "naciones" dicen exactamente lo mismo que se registra en Isa. 2: 3, y Dios confirma que lo dicen a Israel como representante de la congregación de las naciones. Difícilmente Podría concebirse que las palabras de Isa. 2:2-4 describan un falso reavivamiento y que las de Zac. 8: 21-23 se refieran a un verdadero reavivamiento. Ver también Deut. 4: 6-7; Isa. 45: 14; 49: 6, 12, 18, 22; 55: 5; 56: 6-8; 61: 3-11; Jer. 3:17; 16: 19; Zac. 2:11; 14:16; Mal. 3: 12.

III. Las palabras de Isa. 2: 2 son palabra de Jehová y no la palabra de "muchos pueblos" (vers. 3).  Dios mismo afirma en el vers. 2  la verdad de que "correrán... todas las naciones" al "monte de la casa de Jehová". Tomar como un falso reavivamiento religioso lo que Dios exige, equivale a negar que Dios sabía lo que estaba diciendo. En el vers. 2 Dios dice que "correrán a él todas las naciones", y en el vers. 3, "muchos pueblos... dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová". Es evidente que están actuando en armonía con Dios y no en oposición a él.

IV. Si las palabras pronunciadas por el pueblo en el vers. 3 describen un falso reavivamiento religioso, deben entenderse del mismo modo todas las otras expresiones similares del AT.

V. Hacer coincidir las palabras de Isa. 2: 3 con el clamor de "paz y seguridad" de 1 Tes. 5:3 implica pasar por alto la importancia de pasajes del AT como Sal. 46:9; Ose. 2: 18. La promesa adicional de Miq. 4: 4, pronunciada por boca del Señor, junto con su contexto (vers. 5-8), deja en claro que estas palabras se refieren a la paz eterna del reino mesiánico (Isa. 32: 15-18).

Los escritos inspirados señalan claramente que en los últimos días habrá un gran movimiento de reavivamiento religioso falso. Pero al estudiar la siguiente evidencia también se deduce que Isaías no escribió en cuanto a ese falso reavivamiento.

Cristo predijo que el mensaje de los predicadores del falso reavivamiento religioso sería de tal naturaleza que engañaría, "si fuere posible, aun a los escogidos" (Mat. 24:23-27).  Se nos dice que "el engaño se asemejará tanto a la realidad, que será imposible distinguirlo sin el auxilio de las Santas Escrituras" (CS 651). Cuando llegue ese tiempo, sólo el amor genuino por la verdad y una atención muy diligente a las instrucciones dadas mediante la Biblia y el espíritu de profecía nos proteger án de los engaños del enemigo, los espíritus seductores y las doctrinas de demonios (Ose. 4:6; 2 Tes. 2: 9-12; 6T 401; 3JT 276; TM 475).

Excepto los que conocen y aman la verdad, todo el mundo se descarriará por causa de estos engaños (Apoc. 13: 13-15; CS 618). A medida que las iglesias cristianas nominales se unan, los dirigentes religiosos populares verán en esa unión un gran movimiento para evangelizar al mundo. En realidad enseñarán específicamente que todo el mundo se convertirá (CS 645-646; PE 260-261; cf. 282). Este falso reavivamiento sucederá justamente antes de la proclamación del último gran mensaje divino de misericordia y advertencia presentado en Apoc. 18:1-4, y procurará impedir que los hombres acepten el mensaje de Dios (CS 517). Este es el clamor de "paz y seguridad" mediante el cual Satanás desea crear en los hombres una falsa sensación de seguridad, una modorra de la cual no despertarán hasta que sea demasiado tarde (1 Tes. 5:1-5; cf. Jer 6:14; 8: 11; PE 282; PP 93-94; CS 618; PVGM 338- 339; 2JT 322). 

Se unirán en este gran movimiento de falso reavivamiento todos los que tengan una forma externa de piedad pero nieguen la eficacia de ella (2 Tim. 3:1, 5).

Como el falso reavivamiento se asemejará tanto al verdadero, naturalmente la descripción bíblica del verdadero también será en cierta medida una descripción del falso. Así, en pasajes tales como Apoc. 14:6-1l; I8:1-4, y en otros que la Inspiración destaca como descripciones del verdadero reavivamiento de la piedad que será la obra final del Evangelio, sin duda es posible que se encuentren algunas características que Satanás procurará falsificar. Es apropiado y conveniente que estudiemos todo lo que la Inspiración nos ha revelado concerniente a estas cosas, haciendo un sincero esfuerzo a fin de estar preparados para la gran crisis que se avecina para la iglesia.

Al hacer frente a las falsas pretensiones y a la exégesis defectuosa del sionismo y de otros movimientos que confunden y aplican mal las profecías del AT, dándoles interpretaciones imaginativas, "nunca nos permitamos emplear argumentos que no sean completamente correctos... Debemos presentar argumentos sólidos, que no sólo acallen a nuestros oponentes sino que soporten el examen más estricto y escrutador" (2JT 313). Los escritos inspirados nos proporcionan mucha información concerniente al falso reavivamiento religioso, y al estudiar tan importante tema deberíamos limitarnos a esos pasajes bíblicos que claramente predicen tal movimiento. En esto, como en todo nuestro estudio y exposición de la Biblia, sobre todo de los mensajes de los profetas del AT, haríamos bien en seguir muy de cerca los principios expuestos en las pp. 27-40.

5. Casa de Jacob. Cuando el profeta Isaías pronunció este mensaje, el reino el norte, las diez tribus, aún no había sido llevado en cautiverio. Aunque los mensajes de Isaías se dirigían en primer lugar al pueblo de Judá y de Jerusalén (ver com. Isa. 1: 1), aquí se extiende a las doce tribus una invitación para caminar en "la luz de Jehová". Y si bien la apostasía del reino del norte era casi completa, la misericordia divina todavía invitaba a Israel para que se volviera a Dios antes de que terminara el día de la salvación.

Caminaremos. El glorioso futuro que aguardaba a Israel, profetizado en los vers. 1-4, inspiró en el profeta una conmovedora exhortación a andar en "la luz de Jehová". El que ha captado una visión de lo que Dios tiene reservado para los que le aman y le sirven, no podrá conformarse más con logros mediocres.

El cumplimiento del deber conocido es la única evidencia válida de que se ha aceptado con sinceridad el ofrecimiento divino de misericordia. En verdad, una profesión de fe sin obras de obediencia es considerada "muerta" (Sant. 2:26). Jesús dice que los que oyen la palabra del Señor, pero no la obedecen, son como el hombre que construye su casa sobre arenas movedizas  (Mat. 7:26- 27).

Luz de Jehová. Es decir, la luz de la verdad que Jehová tan misericordiosamente envió por medio de sus siervos los profetas. En los días de Isaías esta luz era la salvación mediante el Mesías prometido, el cual, cuando vino, dijo de sí mismo que era "la luz del mundo" (ver com. Juan 8:12). Él era la "luz verdadera.... la luz de los hombres" (Juan 1:9, 4). Compárese este pasaje con las fervientes exhortaciones de nuestro Señor a los dirigentes del Israel de sus días para que anduvieran en la luz mientras ésta aún estuviera en medio de ellos (Juan 12:35-36; cf. Juan 1:9-12). 4CBA/Ministerio Hno. Pio

No hay comentarios:

Publicar un comentario