7 Cuando muere el hombre impío, perece su
esperanza; Y la expectación de los malos perecerá. 8 El justo es librado de la
tribulación; Mas el impío entra en lugar suyo.
9 El hipócrita con la boca daña a su prójimo; Mas los justos son librados con la sabiduría. 10 En el bien de los justos la ciudad se alegra; Mas cuando los impíos perecen hay fiesta. 11 Por la bendición de los rectos la ciudad será engrandecida;
Mas por la boca de los impíos será trastornada. (Proverbios 11).
9 El hipócrita con la boca daña a su prójimo; Mas los justos son librados con la sabiduría. 10 En el bien de los justos la ciudad se alegra; Mas cuando los impíos perecen hay fiesta. 11 Por la bendición de los rectos la ciudad será engrandecida;
Mas por la boca de los impíos será trastornada. (Proverbios 11).
7. Cuando muere el
hombre impío, perece su esperanza; Y la expectación de los malos perecerá. Buenos y malos mueren. Pero la diferencia es
como mueren. Es decir, ¿luego tendrán un despertar feliz, con la esperanza de
vivir por la eternidad? Claro que no! En esta vida demostraron que no merecen
la vida; y por lo tanto les es negada. Solo se levantarán para recibir su
sentencia, y verán lo que perdieron por su vida errada de vivir lejos del dador
de la vida: Dios. Porque su esperanza solo era esta vida con sus deleites y
maldades. Mt. 25:41-46; Apoc. 20. Hoy es el tiempo para reconsiderar nuestras
opciones. Decide bien.
8. En lugar suyo. En repetidas ocasiones se ha demostrado la
veracidad de este proverbio. Los egipcios se ahogaron en el mar Rojo, cerca de
donde habían pensado atrapar a los indefensos israelitas (Exo. 14: 26-31).
Mardoqueo escapó de la horca, pero murió en ella Amán, el que la había
preparado (Est. 7: 10). Daniel salió ileso del foso de los leones, pero sus
acusadores perecieron allí (Dan. 6: 24). El remanente del pueblo de Dios será
condenado a muerte por la acción mancomunada de todo el mundo impío bajo la
dirección del falso Cristo, pero repentinamente será librado y en su lugar
serán destruidos sus perseguidores.
(Apoc. 13: 15; CS 681-684, 693, 694, 711-714).
(Apoc. 13: 15; CS 681-684, 693, 694, 711-714).
9. Hipócrita. Heb. janef, "persona profana,
irreligiosa". Esta palabra aparece 13 veces en el AT, de las
cuales 7 veces se traduce "impío", 3 veces, "hipócrita", y
las restantes, "falsos", "pérfidos", "lisonjeros". En
el manuscrito Vaticano de la LXX, janef se traduce asebJs, "impío",
aunque las traducciones griegas hechas por Aquila, Símaco y Teodoción en los
primeros tiempos del cristianismo dicen: hupokrites, "hipócrita". El
hombre profano, hipócrita o no, muchas veces es capaz de destruir a su prójimo
mediante falsedades, insinuaciones y calumnias. "La muerte y la vida están
en poder de la lengua" (Prov. 18: 21). El que es justo y recto, que conoce
a Dios y sabe cuál es el camino de la justicia, empleará ese conocimiento para
escapar de la trampa. Su fama de justo bastará para librarlo de las falsas
acusaciones de su enemigo.
10. La ciudad se
alegra. La mayoría de las
personas se alegran cuando triunfa el justo.
Saben que empleará su riqueza y su poder para
ayudar a otros; por eso no temen cuando se lo ensalza. Pero el impío
obtiene sus riquezas a expensas de otros y emplea su poder creciente para
oprimirles. Por ello, no es de maravillarse que toda la ciudad reciba con
alivio la noticia de su desaparición.
11. Engrandecida. He aquí la razón del regocijo expresado en el
versículo anterior. El proceder de los habitantes justos engrandece la ciudad
porque granjea la amistad de la gente de otras ciudades y naciones y atrae la
bendición de Dios sobre la comunidad. Las acciones malas y egoístas de los
impíos producen dificultades en la ciudad y acarrean sobre ella los castigos de
Dios y del hombre. Si Lot hubiese encontrado otros nueve justos, Dios no habría
destruido la pecaminosa ciudad de Sodoma (Gén. 18: 20-32). El arrepentimiento
de los habitantes de Nínive salvó esa ciudad (Jon. 3: 5-10; 4: 11). 3CBA
Ministerio Hno. Pio
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