sábado, 1 de agosto de 2020

166. LA HUMILDAD Y LA INTEGRIDAD…

El Peso falso es abominación a Jehová; 
Más la pesa cabal le agrada.
2 Cuando viene la soberbia, 
viene también la deshonra; 
Mas con los humildes está la sabiduría.
3 La integridad de los rectos los encaminará; 
Pero destruirá a los pecadores la perversidad de ellos.
4 No aprovecharán las riquezas en el día de la ira; Mas la justicia librará de muerte.
5 La justicia del perfecto enderezará su camino; Mas el impío por su impiedad caerá.
6 La justicia de los rectos los librará; Mas los pecadores serán atrapados en su pecado. (Proverbios 11).

1. El peso falso. El empleo de cualquier tipo de pesos falsos y medidas adulteradas es un robo contra el cual Dios ha dado muchas y serias advertencias (Lev. 19: 35, 36; Deut. 25: 13, 14). 
Este robo afecta más a los pobres porque sus recursos son muy pocos.
En el santuario de los israelitas quizá había medidas y pesas que servían como patrón para las que se usaban en las transacciones comerciales (ver Exo. 30: 13; Lev. 27: 25). Pero muchas veces las autoridades civiles no controlaban el robo realizado por medio de medidas y pesos falsos. Los profetas hablaron contra estos abusos (Eze. 45: 10; Amós 8: 5; Miq. 6: 11). 
El problema se debía en parte a la codicia del comprador. Las medidas se llenaban más de lo justo, pero esto no era necesariamente un acto de generosidad pues la medida podía tener fondo falso que anulaba el aparente exceso.
La pesa cabal. Heb. "una piedra perfecta". Se usaban piedras como pesas, y muchos comerciantes tenían dos juegos: para comprar usaban el más pesado; y el que pesaba menos, para vender. El que comprende que "la bendición de Jehová es la que enriquece" (cap. 10: 22) y tiene fe en el poder del Señor, no participará en este robo bajo ninguna circunstancia.
Dios no exige que el comerciante dé más de lo que es justo, pues esta generosidad podría ser causa de una inexactitud descuidada del vendedor y del deseo del comprador de conseguir más de lo que ha pagado. A Dios le agradan el minucioso cuidado en el comercio y la caridad generosa. El mayor fraude en la historia del mundo fue perpetrado por Satanás en perjuicio de Adán y Eva (Gén. 3: 1-6). 
Con el engaño de que conseguirían una vida más abundante, el primer mentiroso vendió desgracia y muerte a los que poseían vida eterna y felicidad. Todos los fraudes menores, en todos los tiempos, han tenido el mismo propósito, para el engañador y para el engañado. 
No es pues de maravillarse que Dios odie el engaño y ame el trato justo.
2. Viene también la deshonra. En la raíz del primer pecado estuvo la soberbia. 
Cuando Lucifer se ensoberbeció con su hermosura y su sabiduría, el pecado se desarrolló misteriosamente en él (Eze. 28: 11-19; PP 11-23; CS 546-559). Lucifer se negó a someterse cuando se le indicó la naturaleza de su rebelión y sus consecuencias, y entonces comenzó un camino largo y desventurado que terminará finalmente cuando él sea objeto del desprecio universal (Isa. 14: 12-20). 
La ignominia llega inexorablemente, tarde o temprano, para todos los soberbios.
Con los humildes. El humilde recibe ricos tesoros de gracia porque está dispuesto a aprender y siente la necesidad de la ayuda divina. Discierne sin tardanza la orientación del Espíritu Santo y la sigue, con lo cual halla acceso a la fuente de la sabiduría celestial.
 (ver Isa. 57: 15; Sant. 4: 6).
3. La integridad. Heb. tummah, del verbo tamam, que significa "ser completo", no en el sentido de no tener defecto alguno, sino en el de que se ha logrado el desarrollo natural en una etapa determinada. En este sentido se declaró que Job era perfecto (Job 1: 1, 8), aunque tenía flaquezas que se revelaron durante su adversidad (Job 40: 2-5; 42: 2-6).
Los encaminará. Cuando uno ha entregado el corazón al Salvador, cuando su única meta en la vida es agradar a Dios, no necesita tener miedo de descarriarse (Juan 7: 17; Isa. 30: 21). 
Por otra parte, la persistente desobediencia del pecador hace que permanezca alejado del único camino a la vida, lo deja desamparado frente a las dificultades y lo lleva a la destrucción eterna de la gran consumación final.
4. No aprovecharán. Al parecer, las riquezas proporcionan muchas ventajas a los ricos, quienes tienen más privilegios que los pobres; por eso se hacen a la idea de que sus riquezas les conseguirán el favor de Dios en el juicio venidero. Se describe patéticamente el terrible chasco de esas personas cuando comprendan su verdadera condición.
 (Isa. 2:20, 21;10:1-4; Jer. 9:23; Mat. 19:23; Sant. 5:1; 
Apoc. 6:15). Los mayordomos infieles verán a los pobres - a quienes despreciaron y oprimieron- gozar de los placeres de la justicia en una vida que nunca acabará. Será inexpresable el pesar que sufrirán por causa de lo que han perdido.
 (ver Luc. 16:22, 23; CS 711, 712).
5. Perfecto. Heb. tamim, de la misma raíz de tummah (ver com. vers. 3). Tamim es un término relativo y debe entenderse dentro de su contexto. De Noé se dice que era perfecto (Gén. 6: 9), y sin embargo más tarde se vio su debilidad ante las flaquezas de la carne (Gén. 9: 21). 
Los perfectos son los cristianos maduros, enteramente consagrados al Señor, que a pesar de tener debilidades que vencer, prosiguen hacia la meta (Fil. 3: 12-15). Llegará el día cuando será completa la obra de erradicar todo pecado y egoísmo de los redimidos, y los santos quedarán total y permanentemente sin mancha ni arruga (Efe. 5: 27; TM 506).
Enderezará. Heb. yashar, "alisar", "enderezar", es decir, librar de obstáculos. 
Al quitar toda piedra de tropiezo, la justicia allana el camino. Las tentaciones permanecen, pero no hallan cabida (ver Juan 14: 30; cf. DTG 98; CS 680, 681). Así también el mal deseo es lo que hace que el impío encuentre tantos motivos de tropiezo que finalmente lo hacen caer definitivamente.
6. Su pecado. Aquí se hace notar la importancia de la lección del versículo anterior, pues repite la misma idea de otra manera. La palabra traducida "pecado" puede traducirse "codicia", "mal deseo" (ver com. cap. 10: 3). Es su propio deseo indebido el que atrapa al impío. 3CBA
Ministerio Hno. Pio

No hay comentarios:

Publicar un comentario