Eclesiastés 12:8-12.
Contiene, sobre lo que trató de hacer el predicador al enseñar a su pueblo.
Enseñó con mucha dedicación y esmero, lo que debe hacer la persona para que
realmente sea sabio y huya de la vanidad. Salomón, es como un padre,
que desea que sus hijos escuchen el consejo, para que no cometan los errores
que el cometió, y así, sean felices en esta vida y vivan en paz con Dios.
8 Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo es vanidad. 9 Y cuanto
más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo; e hizo
escuchar, e hizo escudriñar, y compuso muchos proverbios. 10 Procuró el
Predicador hallar palabras agradables, y escribir rectamente palabras de
verdad. 11 Las palabras de los sabios son como aguijones; y como clavos
hincados son las de los maestros de las congregaciones, dadas por un Pastor. 12
Ahora, hijo mío, a más de esto, sé amonestado. No hay fin de hacer
muchos libros; y el mucho estudio es fatiga de la carne. (Eclesiastés 12).
8. Vanidad. Heb. habel habalim. Su significado original es "aliento"
o "vapor". Se usa para referirse a los "ídolos" como cosas
vanas y sin valor, y también para su culto (2 Rey. 17: 15; Jer. 2: 5; 10: 8).
9. El Predicador. Heb. Qohéleth, del verbo qahal: "congregarse",
"reunirse". El sustantivo a fin, traducido "asamblea",
"congregación", "compañía", aparece 122 veces en el
AT. Algunos escritores judíos han explicado que Qohéleth significa
"uno que reúne una congregación y expone enseñanzas".
Sabiduría. El orden de las palabras en hebreo coloca el
énfasis sobre "sabiduría". El "pueblo" al cual
escribía Salomón era de las clases educadas. Compuso. O,
"dispuso" (ver 1 Rey. 4: 32).
10. Palabras
agradables. O "palabras deleitosas". El autor procuró
dar a su tratado tal lustre literario, que lo hiciera aceptable a las personas
a quienes estaba dirigido: o sea, a los que se consideraban a sí mismo sabios
en las cosas de este mundo. Rectamente. Sin embargo, su esfuerzo para elaborar una forma literaria agradable no
lo indujo a comprometer la verdad.
11. Aguijones. Instrumentos que se usan para punzar y estimular a la acción, con
el fin de conseguir algún resultado. Es doloroso que a uno lo aguijoneen, pero
con frecuencia este proceso da resultados que de otra manera no se alcanzarían
(Heb. 12: 11).
Clavos hincados. Los clavos o
las estacas, cuando se fijan o clavan bien, son difíciles de sacar (ver Isa.
22: 23). Un argumento o una idea que se presentan debidamente permanecen en la
mente y no se olvidan con facilidad. "Hincados" es la traducción de
un vocablo que generalmente significa "plantar", en sentido
figurado, "establecer".
Maestros de las congregaciones. Literalmente,
"señores de asambleas". "Congregaciones" deriva
de 'asaf, "reunir" (ver Exo. 3: 16; 23: 10; Rut 2: 7; Joel 2:
16). Aunque generalmente se usa para indicar reuniones de personas,
'asaf puede significar cualquier reunión o conjunto, y el contexto debe
determinar la naturaleza de tal reunión. En el paralelismo poético
del vers. 11, la expresión hebrea traducida "maestros de las
congregaciones" guarda paralelo con "palabras de los sabios". A
fin de conservar el sentido del paralelismo es necesario entender que la
segunda parte, "las palabras de los sabios", se refiere a una
"colección" o "antología" de aforismos, y no a personas. La
palabra traducida "maestros" se usa aquí idiomáticamente para indicar
superioridad de calidad y organización. Toda la frase podría muy bien
traducirse: "Una colección magistral [de aforismos]", o sencillamente
"una antología selecta"; y la segunda parte del paralelismo poético,
así: "como clavos firmemente puestos son las antologías selectas de un
pastor". "El Predicador" se refiere, por lo tanto, al consejo
que ha dado como a un aguijón para punzar a la gente a fin de que se comporte
sabiamente, y como clavos firmemente puestos, para que no se olvide el consejo.
12. Amonestado. O, "advertido". Muchos
libros. Salomón pudo estar pensando en los libros escritos
para gloria de sus autores, o en aquellos para quienes se escribían que no
tenían el propósito de trasmitir una sabiduría práctica. ¡Cuán poco de lo que
ha sido escrito verdaderamente vale la pena que se lea! Sin duda Salomón
había leído todos los "libros" que pudo encontrar, incluso quizá la relativamente
extensa literatura cananea de sus días (ver t. I, págs. 132-136, t. 11, págs.
39, 46 y com. Juec. 1: 11) y la literatura sapiencias de Egipto, famosa en los
días de Salomón (ver 1 Rey. 4: 30).
Mucho estudio. Estudiar sólo por el placer de hacerlo o como un fin en sí mismo, estudio al cual Salomón dedicó mucho de su vida, resulta ser sin valor alguno. Para Salomón careció de valor práctico y por lo tanto fue una "vanidad". Sólo cuando el estudio es un medio para alcanzar un fin mayor puede evitarse que se constituya en una "fatiga de la carne". Cuando se reconoce al Autor de toda verdad como el "principio de la sabiduría" v. 1: 7; Job 28: 28; Sal. 111: 10) y al estudio como un medio para modelar los pensamientos de acuerdo a Dios, a fin de que nuestra existencia se conforme al propósito divino, entonces el estudio se convierte en una fuente de placer emocionante y duradero. Las especulaciones filosóficas de los autores incrédulos no tienen nada que contribuya a la edificación del pensamiento cristiano (CM 429). 3CBA/Ministerio Hno. Pio
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