viernes, 24 de julio de 2020

60. LA SABIDURÍA AMENAZA A LOS QUE LA DESPRECIAN.

24 Por cuanto llamé, 
y no quisisteis oír, 
Extendí mi mano, 
y no hubo quien atendiese, 
25 Sino que desechasteis todo consejo mío 
Y mi reprensión no quisisteis, 
26 También yo me reiré en vuestra calamidad, 
Y me burlaré cuando os viniere lo que teméis; 27 Cuando viniere como una destrucción lo que teméis, Y vuestra calamidad llegare como un torbellino; Cuando sobre vosotros viniere tribulación y angustia. 
28 Entonces me llamarán, y no responderé; Me buscarán de mañana, y no me hallarán. 29 Por cuanto aborrecieron la sabiduría, Y no escogieron el temor de Jehová, 30 Ni quisieron mi consejo, Y menospreciaron toda reprensión mía, 31 Comerán del fruto de su camino, Y serán hastiados de sus propios consejos. 
32 Porque el desvío de los ignorantes los matará, 
Y la prosperidad de los necios los echará a perder;
33 Mas el que me oyere, habitará confiadamente 
Y vivirá tranquilo, sin temor del mal. (Proverbios 1).

24. No Quisisteis Oír. La sabiduría sigue hablando tanto a los indiferentes como a los que se oponen activamente. Describe los inevitables y terribles resultados de no prestar atención a la exhortación a obtener un conocimiento de Dios. Esos insensatos siguen su propio camino, sordos a las palabras de advertencia y ciegos a las manos que les hacen señales.
25. Desechasteis. Heb. para', "dejar en paz", "descuidar". A quienes rechazan la misericordia de Dios no se los describe como ignorantes de lo bueno, ni se les atribuye la idea de que la salvación no tiene valor. Sencillamente se dice que están demasiado ocupados con cosas menos importantes o demasiado endurecidos en el pecado para prestar oídos a la exhortación (Luc. 14: 18; Hech. 24: 25). Los tales no son paganos, sino creyentes descuidados y apóstatas. Es peligroso posponer el día de responder a las súplicas de la sabiduría.
26. También Yo Me Reiré. Los simples se reían y despreciaban el ofrecimiento de la salvación, por lo cual la sabiduría no hace caso de su angustia y también, cuando los insensatos y los burladores que se mofaron del sendero de la vida clamen por misericordia, recibirán más bien la solemne ejecución del castigo.
27. Tribulación. "Tribulación" y "angustia" son sinónimos; literalmente significan "apretura y estrechez", en contraste con la libertad dentro de un ambiente de amplitud.  
No se dice que la sabiduría cause los desastres. Estos resultan de descuidar la instrucción de la sabiduría y rehusar la protección divina que ella ofrece.
28. Me Llamarán. Cuando Dios llamó e hizo señales por medio de la sabiduría, no hicieron caso. Ahora claman en vano por el conocimiento salvador del Señor (Amós 8: 11, 12).
En la tormenta y el terremoto, en la guerra y la necesidad, muchas veces los pecadores insolentes claman por la salvación de Dios y prometen reformarse si él los salva del peligro. 
Sin embargo, con demasiada frecuencia, cuando vuelven la paz y la tranquilidad, se ríen de las promesas que hicieron obligados por sus temores. Si bien es cierto que la proximidad de la muerte suele provocar una conversión genuina, rara vez alcanzar y una salvación a última hora los que durante mucho tiempo fueron sordos a la invitación del Espíritu.
El cumplimiento más completo y terrible de esta profecía ocurrirá cuando termine la historia del mundo. Cuando la gente haya rechazado finalmente al Espíritu de Dios, y se haya retirado la protección de la gracia, los impenitentes se encontrarán a merced del amo cruel a quien escogieron servir antes que a Dios (CS 671).
¿Por qué no habrá respuesta? 
¿Por qué se burlará Dios de esas pobres almas 
por las cuales dio a su Hijo? 
Decir que Dios se burla es hablar figuradamente, pues la verdad es que Dios sufre profundamente cuando los impíos o sus hijos se le oponen (Eze. 33: 11; Ose. 11: 8). 
Sin embargo, Dios les ha otorgado el libre albedrío, y no impide los resultados del proceder que elijan. Pero al mismo tiempo, y sin forzar su voluntad, les amonesta a que no hagan una elección equivocada. Exhorta a todos a que vayan a él, aunque durante mucho tiempo hayan sido enemigos del bien (Eze. 18: 21; Mat. 11: 28; Rom. 5: 8; Apoc. 22: 17).
29-30. Aborrecieron La Sabiduría. Cuando aún tenían el corazón bastante tierno e impresionable, no permitieron que el Espíritu de Dios actuara en ellos. Ahora se les ha endurecido su corazón y su carácter se ha desarrollado; es demasiado tarde.  
Cualquier arrepentimiento aparente es sólo un deseo de escapar de los terribles resultados de sus pecados. Si se les concediera otra oportunidad, sería infructuosa. El verdadero perdón no es una excusa para seguir pecando, sino una limpieza del pecador (1 Juan 1: 9). 
Ningún pecador puede salvarse sin una genuina entrega a la instrucción 
y a la conducción del Espíritu Santo y un ferviente deseo de ser transformado.
*No escogieron. El temor de Jehová habría sido para ellos el principio de un conocimiento salvador (vers. 7). Esa gente no quería un conocimiento tal porque ése habría estorbado su deseo de disfrutar de la impiedad. Pero ahora quisiera evadir las inevitables consecuencias.
31. Del Fruto De Su Camino. Los impíos no son apartados de la presencia divina por un acto arbitrario del poder del Altísimo (Ose. 13: 9; 14: 1). Los mismos impenitentes han puesto su voluntad contra la Fuente de la vida, de modo que la amante presencia de Dios será para ellos un fuego consumidor (DTG 712, 82, 83; CS 40). Los descuidados y los endurecidos sufren una suerte similar; no están preparados para vivir en un mundo perfecto. La vida eterna, en un mundo libre de pecado, sería para ellos un tormento eterno. La muerte es una liberación misericordiosa 964 de las angustias de un remordimiento vano (ver CC 20).
32. El Desvío. Muchos que esperan obtener la vida eterna se perderán debido a su preocupación por las riquezas de este mundo, la cual los llevó a la apostasía 
y al rechazo de Dios (Jer. 8: 5).
33. El Que Me Oyere. Los que prestan atención al sabio consejo de Dios y obedecen los preceptos de la sabiduría, quedan en paz en un mundo de infortunio. Sentirán compasión por los que sufren, y además no temerán por sí mismos, pues aguardan con confianza la salvación prometida por Dios (Sal. 16: 9). 3CBA
Ministerio Hno. Pio

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