33 La maldición de Jehová está en la casa del
impío, Pero bendecirá la morada de los justos. 34 Ciertamente él
escarnecerá a los escarnecedores, Y a los humildes dará gracia. 35 Los sabios heredarán honra, Mas los necios llevarán ignominia.
(Proverbios 3).
33. La Maldición De Jehová. Las maldiciones de Dios no son como las de los
seres humanos. Estos maldicen a otros porque los odian, los temen o les desean
el mal. Balac llamó a Balaam para que maldijera a Israel, porque el rey creía
que Balaam podía causar aflicciones a un pueblo inocente por medio de sus
maldiciones (Núm. 22-24). Las maldiciones de Dios no se deben a odio ni a
repentinos arrebatos de mal genio. Algunas de las peores maldiciones de la Biblia
se encuentran en Deut. 28, y es evidente que muchas de ellas vienen como
consecuencia natural de la desobediencia a las órdenes de Dios.
La
invasión de los babilonios para tomar a Jerusalén se debió, en parte, a que
Ezequías no habló a los visitantes caldeos acerca del verdadero Dios, cuyo
poder sanador le había restaurado la salud (Isa. 39); pero la destrucción de la
ciudad aún podría haberse evitado en los días de Jeremías si los descendientes
de Ezequías se hubieran vuelto al Señor, permitiendo así que él interviniera en
su favor (Jer. 17: 19-27). Los babilonios nunca olvidaron los tesoros que
habían visto, y se alegraron cuando hallaron excusa para saquear a Judá.
Cuando
se estudian todas las maldiciones bíblicas, se ve que muchas de ellas son
profecías del resultado natural e inevitable de rebelarse contra Dios. "La
maldición de Jehová está en la casa del impío", porque la conducta
obstinada del pecador ha impedido que el Dios de amor lo ponga en armonía con
las eternas leyes de la vida y la felicidad.
También
es cierto que la bendición de Dios descansa sobre la morada de los justos.
El Dios de amor entra en cada corazón y en cada hogar que se le abre, y dondequiera entra, lleva paz y bendición (Apoc. 3: 20).
El Dios de amor entra en cada corazón y en cada hogar que se le abre, y dondequiera entra, lleva paz y bendición (Apoc. 3: 20).
34. Dará Gracia. Es cierto que el Señor retribuye a los burladores
con su propia moneda, permitiendo que cosechen los frutos de su conducta; pero
también lo es que él extiende misericordia y poder salvador a los humildes. En
la declaración de Sant. 4: 6 se cita de este pasaje según la LXX.
35. Heredarán Honra. El paralelismo sugiere que los "humildes"
del vers. 34 son los sabios, y que los "escarnecedores" son los
necios. Esto armoniza con el razonamiento de Salomón en cuanto al valor de la
verdadera sabiduría. El humilde siervo de Dios ha renacido en la familia del
cielo y hereda la gloria por derecho filial. La apariencia de ensalzamiento que algunas veces logra el pecador
arrogante y necio, no es más que un preludio de la vergüenza que sentirá cuando
se presenten el plan de salvación y la historia de cada pecador ante el
universo reunido para el juicio (Prov. 16: 18; 2 Cor. 5: 10; CS 724). 3CBA
Ministerio Hno. Pio
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