miércoles, 29 de julio de 2020

132. NO ROBARÁS.

El que roba a su padre o a su madre, y dice que no es maldad, 
Compañero es del hombre destruidor.
(Proverbios 28:24).

Dice Que No Es Maldad. Nada justifica el robo. Aunque el hijo pueda pensar que será suyo todo lo que tienen sus padres cuando éstos mueran, esos bienes no le pertenecen todavía y no tiene derecho de apoderarse de ellos. Si lo hiciera, es ladrón (cap. 19: 26). Cristo condenó al hijo que se negaba a suplir las necesidades de sus padres con el pretexto de que había donado su propiedad al templo (Mat. 15: 4-6; Mar. 7: 9-12). 3CBA

Recordemos los mandamientos de la ley de Dios,
 sobre el particular, para evitar en el futuro, 
caer en esa gran maldad.
El Quinto Mandamiento dice en: 
Éxodo 20:12. Honra a tu padre y a tu madre, 
para que tus días se alarguen en la tierra
 que Jehová tu Dios te da.
Habiendo abarcado con los cuatro primeros mandamientos nuestros deberes para con Dios, ahora entramos en la segunda tabla de la ley, que trata de nuestros deberes para con nuestros prójimos (Mat. 22: 34-40). Puesto que antes de la edad cuando se tiene responsabilidad moral los padres son para sus hijos como los representantes de Dios (PP 316), es lógico y adecuado que nuestro primer deber que atañe al hombre se refiriera a ellos (Deut. 6: 6, 7; Efe. 6: 1-3; Col. 3: 20).
 Otro propósito de este mandamiento es crear respeto por toda autoridad legítima. 
Un respeto tal comienza con el concepto que los niños tienen de sus padres. 
En la mente del niño esto se convierte en la base para el respeto y la obediencia que se deben a los que tienen una autoridad legítima sobre él para toda la vida, particularmente en la iglesia y en el estado (Rom. 13: 1-7; Heb. 13: 17; 1 Ped. 2: 13-18). Está incluido en el espíritu de este mandamiento el pensamiento de que los que gobiernan en el hogar y fuera de él debieran conducirse de tal manera que sean siempre dignos del respeto y de la obediencia de quienes dependen de ellos (Efe. 6: 4, 9; Col.3:21; 4: 1).

Y El Séptimo Mandamiento dice en el Versículo 15. No Hurtarás. 
Aquí se presenta el derecho a tener propiedades, derecho que ha de ser respetado por otros. 
Para que tan siquiera exista la sociedad, este principio debe ser salvaguardado; de lo contrario no hay seguridad ni protección. Todo sería anarquía. 
Este mandamiento prohíbe cualquier acto por el cual obtengamos, directa o indirectamente, los bienes de otro faltando a la honradez.  Especialmente en estos días, cuando cada vez aparece más borroso el concepto claro de la moralidad, es bueno recordar que la adulteración, el ocultamiento de defectos, la presentación tramposa de la calidad y el empleo de pesas y medidas falsas son todos actos de robo, tanto como los de un ladrón o ratero.

Los empleados roban cuando reciben una "comisión" a espaldas de sus superiores, o se apropian de lo que no entra explícitamente en un convenio, o descuidan hacer cualquier trabajo para el que se los ha contratado, o lo realizan descuidadamente, o dañan con su negligencia los bienes del propietario o los menoscaban, derrochándolos.
Roban los empleadores cuando retienen de sus empleados los beneficios que les prometieron, o permiten que se atrase el pago de sus salarios, o los fuerzan a trabajar fuera de horario sin la debida remuneración, o los privan de cualquier otra consideración que razonablemente tienen derecho a esperar. Roban quienes ocultan mercancías de un inspector de aduana o las desfiguran en cualquier forma, o los que falsean sus declaraciones de impuestos, o quienes defraudan a los mercaderes incurriendo en deudas que nunca pueden ser cubiertas, o los que en vista de una bancarrota inminente transfieren sus propiedades a un amigo, con el entendimiento de que más tarde le serán devueltas, o quienes recurren a cualquiera de las llamadas tretas de comerciante.

Con la excepción de los que están imbuidos por el espíritu de honradez, de los que aman la justicia, la equidad y el recto proceder, de los que tienen como la ley de su vida el tratar a otros como les gustaría que otros los trataran a ellos, en una manera u otra todos los demás defraudan a su "prójimo". Podemos robar a otros en formas más sutiles: quitándoles su fe en Dios mediante la duda y la crítica; mediante el efecto destructor de un mal ejemplo, cuando ellos esperaban de nosotros una conducta muy diferente; confundiéndolos o dejándolos perplejos mediante declaraciones que no están preparados para entender; con chismes calumniosos y perniciosos que pueden despojarlos de su buen nombre y carácter. Cualquiera que retiene de otro lo que en justicia le pertenece, o se apodera de lo ajeno para su propio uso, está robando. 
El aceptar como propios el reconocimiento por el trabajo o las ideas de otros; el usar lo ajeno sin permiso, o el aprovecharse de otro en cualquier forma, todo eso también es robar. 1CBA
Ministerio Hno. Pio

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