viernes, 31 de julio de 2020

161. LA ESPERANZA DEL JUSTO.

27 El temor de Jehová aumentará los días; 
Mas los años de los impíos serán acortados.
28 La esperanza de los justos es alegría; 
Mas la esperanza de los impíos perecerá.
29 El camino de Jehová es fortaleza al perfecto; 
Pero es destrucción a los que hacen maldad.
30 El justo no será removido jamás; Pero los impíos no habitarán la tierra.
31 La boca del justo producirá sabiduría; Mas la lengua perversa será cortada.
32 Los labios del justo saben hablar lo que agrada; 
Mas la boca de los impíos habla perversidades. 
(Proverbios 10).

27. Aumentará Los Días. 
Cf. Exo. 20: 12; Sal. 91: 16; Prov. 3: 2; 9: 11. La promesa de longevidad es condicional. 
La historia de la experiencia humana presenta muchas excepciones de longevidad. 
Una vida basada en el temor del Señor, una fe viva que excluye los temores que perjudican el sistema nervioso, tiende a la longevidad. Así también, una vida sin fe, ya sea activamente pecaminosa o no, tiende a acortarse por el nerviosismo y la preocupación. La complacencia egoísta contribuye a que se deterioren las fuerzas vitales (Sal. 107: 17, 18).
Es Posible Que Surja La Pregunta: ¿Cómo se explica que algunas personas que han practicado costumbres malsanas durante toda la vida puedan llegar a ser centenarias, con buena salud, y que otras que han observado fielmente las reglas de la salud, con mucha menor edad, tengan una salud mediocre? La respuesta está, en parte, en que las personas nacen con organismos diferentes, con diferente vitalidad heredada de sus antepasados.  
Algunos heredan una salud tan vigorosa, que pueden abusar de ella durante toda la vida sin sufrir, aparentemente, las consecuencias; mientras que otros deben ser muy cuidadosos para mantenerse más o menos sanos. 
Otro Factor es el desarrollo del niño y el ambiente en el cual se ha criado.  
Estos factores, que no dependen del niño, tienen mucho que ver con la salud de la persona antes de que pueda cuidarse por sí misma (ver 3T 140, 141).
28. La Esperanza. La esperanza del cristiano debe centrarse en la tierra nueva, donde podrán realizarse todas las nobles ambiciones, las cuales se frustran ahora muy a menudo. Allí podrá gozar de todo deleite puro, sin el más mínimo rastro de tristeza.  
Se desconocerá el fracaso, y todo éxito abrirá el camino hacia mayores conquistas. 
Las despedidas tristes nunca nublarán los ojos, y jamás serán el preludio de largas horas de ansiosa espera (Apoc. 21: 4; CS 733-738), porque todo viaje será seguro y próspero y tendrá un feliz regreso.
La Esperanza De Los Impíos. El pecador padece continuos ataques de temor (ver com. vers. 24), pero trata de convencerse de que al fin todo saldrá bien, aunque deliberadamente desafíe a Dios y viva en conflicto con las leyes de la vida. La paciencia divina explica parcialmente esta falsa esperanza. Como no se castiga inmediatamente su iniquidad y se le concede más tiempo de gracia, el transgresor se afirma en su mal y abusa de la bondad de Dios (ver Ecl. 8: 11; Rom. 2: 4; 2 Ped. 3: 9).
Cuando se cumpla la esperanza de los justos, la perspectiva de los impíos perecerá por completo en ese mismo momento. Los malos, sin auxilio ni esperanza, se dan cuenta de que ya es demasiado tarde para cambiar sus egoístas fantasías por la gloriosa seguridad de los que estuvieron dispuestos a entregarse a sí mismos al Señor.
29. Fortaleza. Heb. ma'oz, "lugar de refugio", o "medio de refugio". 
El camino de Jehová constituye una defensa segura alrededor de los que le sirven.
 (ver Sal. 91: 2; cf. Job 1: 10). 
Dios prevé cada ataque del enemigo contra los justos y puede contrarrestar sus movimientos, a fin de conquistar la victoria para los justos. Los obstinados obradores de iniquidad pierden la protección de Dios, y se pierden (ver PP 335).
30. No Será Removido. Salomón habla aquí principalmente de la situación de las dos clases de gente en esta vida, aunque su afirmación también se aplica a la vida futura. Si bien los justos mueren continuamente, todos los justos -los que estén vivos y los muertos resucitados- serán llevados al cielo, donde permanecerán durante mil años (Apoc. 20: 1-10). Están, pues, tan firmemente establecidos como herederos de esta tierra, como si nunca la hubieran dejado. La muerte es sólo un sueño; su visita al cielo no es más que una breve permanencia en la casa del Padre antes de que ocupen esta tierra por la eternidad. Este mundo nunca ha dejado de ser su hogar (Isa. 45: 18).
Los impíos se han dedicado a una vida mundana. 
Su ideal de la vida eterna no es más 
que una existencia en la cual quisieran vivir 
con tanta sensualidad y codicia como lo hacen en esta vida. 
El pecador no estaría feliz en la presencia de Dios. 
El cielo no tendría para él ningún placer.
 Su propia ineptitud para ese ambiente santo lo excluirá de allí (ver CC 17, 18).
31. Producirá Sabiduría. Heb. "lleva él fruto de la sabiduría". La boca del justo produce sabiduría en forma natural como el buen árbol frutal produce fruto. El intento artificial de manifestar sabiduría cuando ésta falta en el corazón, fracasará completamente.
Será Cortada. Posiblemente continúe la imagen del árbol frutal. La lengua perversa, que sólo habla lo falso y lo malo, será cortada así como el agricultor poda una rama enferma (ver Mat. 3: 10; 12: 36, 37).
32. Lo Que Agrada. La persona buena conscientemente evita decir lo que podría herir u ofender, porque comprende algo del sufrimiento que causan las palabras descuidadas y las perversas.
En todos los siglos, este razonamiento ha sido siempre parte integral de lo que llamamos "sentido común". Los descubrimientos de la moderna psiquiatría revelan que el daño hecho por los labios puede ser, en muchos casos, mucho mayor y más profundo de lo que antes se había sospechado. Quienes se colocan bajo la custodia de los ángeles de Dios recibirán ayuda para no ofender a otros ni con sus palabras ni con sus hechos (ver PVGM 276, 277).
Perversidades. En hebreo no se encuentra la forma verbal "habla". Podría sustituirse con el verbo "saber" de la frase anterior, o simplemente con "ser".
El malo habla perversidades de manera tan inconsciente como el bueno pronuncia palabras buenas. En ambos casos, las expresiones brotan del corazón.
 (ver Mat. 12: 34-37). Pero los dos tienen también planes definidos para hablar de acuerdo con su naturaleza, regenerada o irregenerada.
El impío se deleita en atormentar a otros y no toma en cuenta el daño que ocasiona. Lanza palabras perversas para llevar a cabo sus planes impíos. Previas estas consideraciones, es imprescindible que todo el que lucha por el dominio propio.
 (1 Cor. 9: 25) refrene su lengua (1 Ped. 3: 10). 3CBA
Ministerio Hno. Pio

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