18 El que encubre
el odio es de labios mentirosos; Y el que propaga calumnia es necio. 19 En las muchas palabras no falta pecado; Mas el que
refrena sus labios es prudente. 20 Plata escogida es la lengua del justo; Mas el
corazón de los impíos es como nada. 21 Los labios del justo apacientan a muchos, Mas los
necios mueren por falta de entendimiento. 22 La bendición de Jehová es la que enriquece,
Y no añade tristeza con ella. (Proverbios 10).
Y no añade tristeza con ella. (Proverbios 10).
18. Labios Mentirosos.
El que alberga odio en el corazón muchas veces es engañoso y disimulado.
El que alberga odio en el corazón muchas veces es engañoso y disimulado.
Este versículo es un ejemplo de paralelismo sintético
(ver pág. 26). Su construcción parece estar fuera de lugar en una serie de
paralelismos antitéticos. La LXX conserva la construcción antitético en la
siguiente forma: "Los labios justos disimulan la enemistad; pero aquellos
que profieren vilipendios son insensatos consumados".
19. En Las Muchas
Palabras.
La lengua es un miembro difícil de dominar.
Tiene un enorme poder para el bien o para el mal.
(Sant. 3: 1-10).
La lengua a la que se permite proferir multitud de palabras corre el peligro de llevar a su dueño a muchas formas de pecado. La exageración y la verbosidad muchas veces andan juntas; y la exageración es una falsificación de la verdad. El escándalo y la difamación suelen no estar lejos del que habla demasiado y procura llamar la atención. El sabio elige cuidadosamente todo lo que dice, pues recuerda que un día tendrá que dar cuenta de sus palabras (Ecl. 5: 1-3; Mat. 12: 36; Sant. 3: 2; 4T 331).
La lengua es un miembro difícil de dominar.
Tiene un enorme poder para el bien o para el mal.
(Sant. 3: 1-10).
La lengua a la que se permite proferir multitud de palabras corre el peligro de llevar a su dueño a muchas formas de pecado. La exageración y la verbosidad muchas veces andan juntas; y la exageración es una falsificación de la verdad. El escándalo y la difamación suelen no estar lejos del que habla demasiado y procura llamar la atención. El sabio elige cuidadosamente todo lo que dice, pues recuerda que un día tendrá que dar cuenta de sus palabras (Ecl. 5: 1-3; Mat. 12: 36; Sant. 3: 2; 4T 331).
20. Plata Escogida.
Un contraste entre las palabras del justo
y la mente y el corazón del necio.
Aunque el sabio no expresa todo lo que siente, lo que dice es bueno, pues proviene de una fuente pura y lo ha evaluado cuidadosamente (ver cap. 8: 19).
Las palabras de los impíos tienen poco valor porque la mente de la cual provienen es perversa y carnal y sólo se preocupa de lo transitorio.
Un contraste entre las palabras del justo
y la mente y el corazón del necio.
Aunque el sabio no expresa todo lo que siente, lo que dice es bueno, pues proviene de una fuente pura y lo ha evaluado cuidadosamente (ver cap. 8: 19).
Las palabras de los impíos tienen poco valor porque la mente de la cual provienen es perversa y carnal y sólo se preocupa de lo transitorio.
21. Los Labios Del
Justo. Las palabras de los
sabios alimentan a todos los que escuchan. Los que no prestan atención a la sabiduría, no sólo
dejan de alimentar a otros, sino que también se privan ellos mismos de
alimento.
22. La Bendición De
Jehová. Algunos piensan que las riquezas dependen
sólo de la habilidad y la diligencia. Otros creen que resultan de la buena fortuna.
Pero no puede haber riqueza verdadera ni duradera sin la bendición del Señor.
La riqueza no puede multiplicarse sin la cooperación de Dios, y los tesoros acumulados se desvanecen cuando Dios no añade su bendición (Hag. 1: 5-9; Mal. 3: 8-12).
sólo de la habilidad y la diligencia. Otros creen que resultan de la buena fortuna.
Pero no puede haber riqueza verdadera ni duradera sin la bendición del Señor.
La riqueza no puede multiplicarse sin la cooperación de Dios, y los tesoros acumulados se desvanecen cuando Dios no añade su bendición (Hag. 1: 5-9; Mal. 3: 8-12).
No Añade Tristeza. Las riquezas no siempre son motivo de alegría. Hay que tener salud para gozar de ellas. La muerte también lleva tristeza a cada hogar, sea
rico o pobre. Las riquezas sin la bendición de Dios muchas veces causan
tristeza porque estorban al que las posee en su preparación para el mundo
venidero al llenarlo de las preocupaciones propias de este mundo. Pero las
riquezas que vienen con la bendición de Dios no traen ninguna tristeza. Si se
las considera como un depósito confiado por el Dueño celestial, redundan en
bendición para el mayordomo fiel y para aquellos con quienes él las comparte
(ver Ecl. 5: 18, 19). 3CBA
Ministerio Hno. Pio
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