martes, 21 de julio de 2020

22. DIOS NOS DIO LOS SENTIDOS.

El oído que oye, y el ojo que ve, 
Ambas cosas igualmente ha hecho Jehová. 
Prov. 20: 12
El oído que oye. Dios ha dado a los seres humanos el don de los sentidos, y confía en que cada individuo los emplee para encaminarse a él y a Injusticia (cf.  Exo. 4: 11).
Pocos usan al máximo sus talentos. La mayoría sigue ciega ante la hermosura del cielo, la tierra y el mar; sorda a los murmullos del viento y los cantos de las aves.  Son muchos los indiferentes a todo lo que no sea ganancia material y placeres comunes. Dios busca oídos que escuchen prontamente la voz del Espíritu y ojos que vean claramente el camino de la vida. 3CBA

LOS IMPULSOS Y SENTIMIENTOS BONDADOSOS.
Los sentimientos bondadosos, los impulsos generosos y la rápida comprensión de las cosas espirituales son talentos preciosos, y colocan a su poseedor bajo una pesada responsabilidad.  Todos han de ser usados en el servicio de Dios. Pero aquí es donde muchos yerran. Satisfechos con la posesión de esas cualidades, dejan de usarlas en un servicio activo por otros. Se lisonjean de que si tuvieran la oportunidad, si las circunstancias fueran favorables, harían una buena y grandiosa obra. Pero están esperando la oportunidad.

Desprecian la mezquindad del pobre tacaño que da de mala gana una pitanza al necesitado. Ven que está viviendo para sí, y que es responsable del mal uso de sus talentos. Con gran complacencia trazan el contraste entre sí mismos y tales personas, tan estrechas de miras, sintiendo que su propia condición es mucho más favorable que la de sus vecinos de alma mezquina. Pero se engañan a sí mismos.

La mera posesión de cualidades que no se utilizan, tan sólo aumenta su responsabilidad. Aquellos que poseen grandes cualidades afectivas tienen ante Dios la obligación 288 de prodigarlas no solamente a sus amigos, sino a todos los que necesitan ayuda. Las ventajas sociales son talentos, y hay que usarlas para beneficio de todos los que están al alcance de nuestra influencia. El amor que prodiga sus bondades sólo a unos pocos, no es amor, es egoísmo. De ninguna manera obrará para el bien de las almas o la gloria de Dios. Los que así dejan de aprovechar los talentos de su Señor, son aún más culpables que aquellos por quienes ellos sienten tal menosprecio. A los tales les dirá: Sabíais la voluntad de vuestro Señor, pero no la hicisteis. PVGM 287, 288 EGW
Ministerio Hno. Pio

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