El oído que oye, y el ojo que ve,
Ambas cosas igualmente ha hecho Jehová.
Prov. 20: 12
Ambas cosas igualmente ha hecho Jehová.
Prov. 20: 12
El
oído que oye. Dios ha dado a los seres humanos el don de los sentidos, y confía
en que cada individuo los emplee para encaminarse a él y a Injusticia (cf. Exo. 4: 11).
Pocos
usan al máximo sus talentos. La mayoría sigue ciega ante la hermosura del
cielo, la tierra y el mar; sorda a los murmullos del viento y los cantos de las
aves. Son muchos los indiferentes a todo
lo que no sea ganancia material y placeres comunes. Dios busca oídos que
escuchen prontamente la voz del Espíritu y ojos que vean claramente el camino
de la vida. 3CBA
LOS IMPULSOS Y SENTIMIENTOS
BONDADOSOS.
Los sentimientos bondadosos, los impulsos generosos y la rápida comprensión
de las cosas espirituales son talentos preciosos, y colocan a su poseedor bajo
una pesada responsabilidad.
Todos han de ser usados
en el servicio de Dios. Pero
aquí es donde muchos yerran. Satisfechos con la posesión de esas cualidades,
dejan de usarlas en un servicio activo por otros. Se lisonjean de que si tuvieran la
oportunidad, si las circunstancias fueran favorables, harían una buena y
grandiosa obra. Pero están esperando la oportunidad.
Desprecian la mezquindad del
pobre tacaño que da de mala gana una pitanza al necesitado. Ven que está
viviendo para sí, y que es responsable del mal uso de sus talentos. Con gran
complacencia trazan el contraste entre sí mismos y tales personas, tan
estrechas de miras, sintiendo que su propia condición es mucho más favorable
que la de sus vecinos de alma mezquina. Pero se engañan a sí mismos.
La mera posesión de cualidades
que no se utilizan, tan sólo aumenta su responsabilidad. Aquellos que poseen
grandes cualidades afectivas tienen ante Dios la obligación 288 de prodigarlas
no solamente a sus amigos, sino a todos los que necesitan ayuda. Las ventajas
sociales son talentos, y hay que usarlas para beneficio de todos los que están
al alcance de nuestra influencia. El amor que prodiga sus bondades sólo a unos
pocos, no es amor, es egoísmo. De ninguna manera obrará para el bien de las
almas o la gloria de Dios. Los que así dejan de aprovechar los talentos de su
Señor, son aún más culpables que aquellos por quienes ellos sienten tal
menosprecio. A los tales les dirá: Sabíais la voluntad de vuestro Señor, pero
no la hicisteis. PVGM 287, 288 EGW
Ministerio Hno. Pio
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