martes, 21 de julio de 2020

20. ¿LIMPIO DE CORAZÓN Y PECADO?

¿Quién podrá decir: Yo he limpiado mi corazón, 
Limpio estoy de mi pecado? Prov. 20: 9
¿Quién podrá decir? Cf. 1 Juan 1: 8.
 Si decimos que no tenemos pecado, 
nos engañamos a nosotros mismos,
 y la verdad no está en nosotros.
En vista de la revelación final de la verdad, 
esta pregunta es importante 
 “Porque Dios traerá toda obra a juicio, 
juntamente con toda cosa encubierta, 
sea buena o sea mala”. (Ecl. 12: 14).
La gente puede ocultar de los demás, sus palabras y sus hechos, pero "todas las cosas están desnudas y  abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta" (Heb. 4: 13). Aun nuestros motivos más íntimos son escudriñados por Dios (1 Sam. 16: 7; Sal. 7: 9; Jer. 17: 10; cf.  Hech. 1: 24; Heb. 4: 12), quien lee los motivos secretos del corazón humano. Él nos hará responsables por cada rayo de luz de la verdad que haya penetrado en las tinieblas de nuestro corazón (ver Rom. 2: 16; 1 Cor. 4: 5). En el gran día del cómputo final, entrarán en el reino celestial sólo los que hayan hecho la voluntad de Dios (Mat. 7: 21- 27). Profesar lealtad a Dios y al mismo tiempo desobedecer, aunque sea un solo mandamiento que su sabiduría y amor hayan colocado sobre nosotros, es negar la realidad de dicha lealtad (ver Juan 15: 10; 1 Juan 2: 3-6). Una obediencia menor que ésta equivale a rendir culto a Dios en vano (ver Mar. 7: 7-9), pues en aquel gran día se recompensará a cada persona "conforme a sus obras" 
(Mat. 16: 27: cf.  Apoc. 22: 12). 3CBA
Ministerio Hno. Pio



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