La justicia
engrandece a la nación;
Mas el pecado es afrenta de las naciones.
Prov. 14:34.
Mas el pecado es afrenta de las naciones.
Prov. 14:34.
Engrandece
A La Nación. Aquí la
justicia equivale al bien hacer en todas las relaciones.
En el caso de los individuos, los
resultados de hacer el bien o hacer el mal no siempre son evidentes
inmediatamente. Algunas personas buenas han pasado la vida en la miseria y la
necesidad, mientras que muchos malos
parecen gozar de los placeres del pecado.
parecen gozar de los placeres del pecado.
El salmista observó esta aparente paradoja
del gobierno divino, pero cuando contempló la recompensa futura quedó tranquilo
en cuanto al trato de Dios con el hombre (Sal. 73).
En el caso de las naciones esta afirmación parece manifestarse más claramente, aunque quizá esa demostración pueda ser lenta. A las naciones se les asigna un período de prueba para ver si cumplen o no el propósito. Si lo rechazan, abrirán la puerta a la ruina.
En el caso de las naciones esta afirmación parece manifestarse más claramente, aunque quizá esa demostración pueda ser lenta. A las naciones se les asigna un período de prueba para ver si cumplen o no el propósito. Si lo rechazan, abrirán la puerta a la ruina.
En la historia de
las naciones el que estudia la Palabra de Dios puede contemplar el cumplimiento literal
de la profecía divina. Babilonia, al fin
quebrantada, desapareció porque, en tiempos de prosperidad, sus gobernantes se habían considerado
independientes de Dios y habían atribuido la gloria de su reino 368 a las
hazañas humanas.
El Reino Medo-Persa fue objeto de
la ira del Cielo porque en él se pisoteaba la ley de Dios.
El temor de Jehová no tenía cabida en los corazones de la vasta mayoría del pueblo.
Prevalecían la impiedad, la blasfemia y la corrupción. Los reinos que siguieron fueron aún más viles y corruptos; y se fueron hundiendo cada vez más en su falta de valor moral.
El temor de Jehová no tenía cabida en los corazones de la vasta mayoría del pueblo.
Prevalecían la impiedad, la blasfemia y la corrupción. Los reinos que siguieron fueron aún más viles y corruptos; y se fueron hundiendo cada vez más en su falta de valor moral.
El poder ejercido por todo gobernante de la tierra es
impartido del Cielo; y del uso que hace de este poder el tal gobernante,
depende su éxito.
A cada uno de ellos se dirigen
estas palabras del Vigía divino: "Yo te ceñiré, aunque tú no me
conociste." (Isa. 45: 5.) Y para cada uno constituyen la lección de la
vida las palabras dirigidas a Nabucodonosor: "Redime tus pecados con
justicia, y tus iniquidades con misericordias para con los pobres; que tal vez
será eso una prolongación de tu tranquilidad." (Dan. 4: 27).
Comprender estas
cosas, comprender que "la justicia engrandece la nación;" que "con
justicia será afirmado el trono" y que éste se sustenta "con
clemencia," reconocer el desarrollo de estos principios en la
manifestación del poder de aquel que "quita reyes, y pone reyes," es
comprender la filosofía de la historia. (Prov. 14: 34; 16: 12; 20: 28; Dan. 2:
21).
Esto se presenta claramente tan sólo en la Palabra de
Dios. En ella se revela que la fuerza tanto de las naciones como de los
individuos no se halla en las oportunidades o los recursos que parecen hacerlos
invencibles; no se halla en su jactanciosa grandeza.
Se mide por la fidelidad con que cumplen el propósito de Dios. PR368
Se mide por la fidelidad con que cumplen el propósito de Dios. PR368
Al último gobernante de Babilonia llegó la
sentencia del Vigía divino,
como había llegado en figura al primero: "A ti dicen, . . . el reino es traspasado de ti." (Dan. 4: 31).
como había llegado en figura al primero: "A ti dicen, . . . el reino es traspasado de ti." (Dan. 4: 31).
"Desciende, y
siéntate en el polvo, virgen hija de Babilonia,
siéntate en la
tierra sin trono, . . .
siéntate, calla, y
entra en tinieblas, hija de los Caldeos:
porque nunca más te
llamarán señora de reinos."
"Enojéme
contra mi pueblo,
profané mi heredad,
y entreguélos en tu mano:
no les hiciste
misericordias...."
"Y dijiste:
Para siempre seré señora:
y no has pensado en
esto,
ni te acordaste de tu postrimería."
"Oye pues
ahora esto, delicada,
la que está sentada
confiadamente,
la que dice en su
corazón:
Yo soy, y fuera de
mí no hay más;
no quedaré viuda,
ni conoceré orfandad." 392
"Estas dos cosas
te vendrán de repente en un mismo día,
orfandad y viudez:
en toda su
perfección vendrán sobre ti,
por la multitud de
tus adivinanzas, y . . . de tus muchos agüeros.
Porque te confiaste
en tu maldad, diciendo: Nadie me ve."
"Tu sabiduría
y tu misma ciencia te engañaron,
y dijiste en tu
corazón: Yo, y no más.
Vendrá pues sobre
ti mal, cuyo nacimiento no sabrás:
caerá sobre ti
quebrantamiento,
el cual no podrás
remediar: y destrucción que no sabrás, vendrá de repente sobre ti."
"Estáte ahora
en tus encantamientos, y con la multitud de tus agüeros,
en los cuales te fatigaste desde tu niñez; quizá podrás mejorarte, quizá te fortificarás."
en los cuales te fatigaste desde tu niñez; quizá podrás mejorarte, quizá te fortificarás."
"Haste
fatigado en la multitud de tus consejos.
Parezcan ahora y
defiéndante los contempladores de los cielos,
los especuladores
de las estrellas, los que contaban los meses,
para pronosticar lo
que vendrá sobre ti."
"He aquí que
serán como tamo; …
no salvarán sus vidas
del poder de la llama;…
no habrá quien te
salve." (Isa. 47: 1-15).
A CADA NACIÓN que subió al
escenario de acción se le permitió ocupar su lugar en la tierra, para que
pudiese determinarse si iba a cumplir los propósitos del Vigilante y Santo. La profecía describió el nacimiento
y el progreso de los grandes imperios mundiales: Babilonia, Medo - Persia,
Grecia y Roma. Con cada uno de ellos, como
con las naciones de menos potencia, la historia se repitió. Cada uno tuvo su
plazo de prueba; cada uno fracasó, su gloria se desvaneció y desapareció su
poder.
Aunque las naciones rechazaron los principios divinos y con ello labraron
su propia ruina, un propósito divino predominante ha estado obrando
manifiestamente a través de los 393 siglos.
Fue esto lo que vio el profeta Ezequiel en la
maravillosa representación que se le dio durante su destierro en la tierra de
los caldeos, cuando se desplegaron ante su mirada atónita los símbolos que
revelaban un poder señoreador que rige los asuntos de los gobernantes
terrenales.
A orillas del río Chebar,
Ezequiel contempló un torbellino que parecía venir del norte, "una gran
nube, con un fuego envolvente, y en derredor suyo un resplandor, y en medio del
fuego una cosa que parecía como de ámbar." Cierto número de ruedas
entrelazadas unas con otras eran movidas por cuatro seres vivientes. Muy alto,
por encima de éstos "veíase la figura de un trono que parecía de piedra de
zafiro; y sobre la figura del trono había una semejanza que parecía de hombre
sentado sobre él." "Y apareció en los querubines la figura de una
mano humana debajo de sus alas." (Eze. 1: 4, 26; 10: 8).
Las ruedas eran tan complicadas en su
ordenamiento, que a primera vista parecían confusas; y sin embargo se movían en
armonía perfecta. Seres celestiales, sostenidos y guiados por la mano que había
debajo de las alas de los querubines, impelían aquellas ruedas; sobre ellos, en
el trono de zafiro, estaba el Eterno; y en derredor del trono, había un arco
iris, emblema de la misericordia divina.
Como las complicaciones
semejantes a ruedas eran dirigidas por la mano que había debajo de las alas de los
querubines, el complicado juego de los acontecimientos humanos se halla bajo el
control divino.
En medio de las
disensiones y el tumulto de las naciones, el que está sentado más arriba que
los querubines sigue guiando los asuntos de esta tierra.
La historia de las
naciones nos habla a nosotros hoy. Dios asignó a cada nación e individuo un
lugar en su gran plan. Hoy los hombres y las naciones son probados por la
plomada que está en la mano de Aquel que no comete error. Por su propia
elección, cada uno decide su destino, y Dios lo rige todo para cumplir sus
propósitos. (PR 391-393). EGW/MHP
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