miércoles, 30 de septiembre de 2020

355. LA GRANDEZA INCOMPARABLE DE DIOS “JAMÁS SE COMPARARÁ A LOS ÍDOLOS QUE SON DE OBRA HUMANA” (Isaías 40:18-25).

Dios, Muestra su grandeza incomparable. Y que ninguna imagen, escultura, ídolos, serán una representación de Dios. por eso pregunta: ¿A qué, pues, haréis semejante a Dios, o qué imagen le compondréis?

18 ¿A qué, pues, haréis semejante a Dios, o qué imagen le compondréis? 19 El artífice prepara la imagen de talla, el platero le extiende el oro y le funde cadenas de plata. 20 El pobre escoge, para ofrecerle, madera que no se apolille; se busca un maestro sabio, que le haga una imagen de talla que no se mueva. 21 ¿No sabéis? ¿No habéis oído? ¿Nunca os lo han dicho desde el principio? ¿No habéis sido enseñados desde que la tierra se fundó? 22 El está sentado sobre el círculo de la tierra, cuyos moradores son como langostas; él extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda para morar. 23 El convierte en nada a los poderosos, y a los que gobiernan la tierra hace como cosa vana. 24 Como si nunca hubieran sido plantados, como si nunca hubieran sido sembrados, como si nunca su tronco hubiera tenido raíz en la tierra; tan pronto como sopla en ellos se secan, y el torbellino los lleva como hojarasca. 25 ¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis? dice el Santo. (Isaías 40).

18. ¿A Qué, Pues, Haréis Semejante? Ver com. vers. 9. Cuando se perciben la grandeza y la infinidad de Dios, se ve claramente la suma necedad de la idolatría. Muchos de los hebreos seguían a los paganos en su adoración de ídolos. Isaías procuraba llevarlos de nuevo a la adoración y al servicio del verdadero Dios.

19. El Artífice. Los ídolos son hechos, irremediablemente, por las manos del hombre, pero éste, a su vez, es obra de Dios. En tiempos de Isaías los hombres desplegaban su mayor ingenio y empleaban sus metales más preciosos en la fabricación de ídolos. Pero a pesar de todo su cuidado, los ídolos seguían siendo el producto de las manos del hombre. ¿Qué virtud podría haber en poner como objetos de culto a las cosas hechas por la mano del hombre? Isaías amonesta a los hombres para que adoren al verdadero Dios, porque él los ha creado. ¡Qué insensatez la del hombre que adora, no al Creador, sino lo que él mismo ha creado! ¡Algo semejante a lo que ocurriría si el Creador adorase lo que ha creado!

20. Madera. El pobre, que no tiene recursos para hacerse un ídolo de metal precioso, lo hace de madera; pero una vez hecho el ídolo, ¿qué es lo que tiene sino madera? ¿Cuánto tiempo durará un dios tal? ¡Hasta 286 que se pudra la madera! Isaías muestra a su pueblo la insensatez de adorar dioses hechos por manos humanas.

21. ¿No Sabéis? ¿Sois totalmente faltos de sabiduría? El sentido común ¿no os muestra claramente la necedad de vuestra acción? En este pasaje Isaías recurre a la intuición básica del hombre, sin mencionar para nada el mandamiento divino ni la revelación. Aun sin conocer la revelación, los hombres tienen sentido común suficiente, si es que lo emplean, para darse cuenta de que los ídolos hechos por las manos del hombre no son objetos apropiados para el culto (ver Rom. 1: 18-23).

22. El Círculo. Heb.jug, la gran bóveda celeste (Job 22: 14), o el horizonte (como debería traducirse en Prov. 8: 27). El Señor del cielo reina supremo sobre todo, por encima del gran universo que ha creado. Algunos han pensado que este pasaje es una prueba de que Isaías sabía, quizá por revelación, que la tierra es esférica. Es posible que haya sabido esto, pero la palabra jug parece referirse más bien a un círculo que a una esfera, y no puede presentarse este texto como una evidencia de lo que Isaías podía saber respecto a la esfericidad de la tierra. Más bien parece pintar el cuadro de Dios entronizado sobre la vasta bóveda celeste. Aun los hombres más encumbrados son totalmente insignificantes cuando se los compara con él. Dios mora en "los cielos de los cielos" (1 Rey. 8: 27), por así decirlo; "extiende los cielos como cortina" (Sal. 104: 2), y tiene su trono en el cielo (Isa. 66: 1).

23. Los Poderosos. Dios quita reyes y destruye las naciones. Los gobernantes terrenales ocupan sus tronos sólo mientras Dios se lo permite (Sal. 75: 7; Jer. 27: 5; Dan. 2: 21; 4: 17, 25; Hech. 17: 26; Rom. 13: 1; ver la Nota Adicional de Dan. 4). ¿Por qué entonces temer a los reyes de Babilonia, de Asiria o de Egipto, o algún otro poder en tanto que Jehová sea Dios?

24. Como Si Nunca Hubieran Sido Plantados. Los llamados grandes hombres de la tierra son apenas mejor que la hierba que se seca o la flor que se marchita (vers. 8). Se desvanecen cuando el viento de Jehová sopla sobre ellos (vers. 7).

25. Dice El Santo. El atributo característico de Dios no es tanto su gran sabiduría o poder como su perfecta santidad. He ahí el secreto de su sabiduría y su poder. La justicia es el cimiento de su trono. En agudo contraste con Dios, las deidades paganas -Baal, Moloc, Istar, etc.- son viles criaturas, la deificación misma de los vicios y las pasiones de los hombres. 4CBA/Ministerio Hno. Pio


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