Es un mensaje de buenas
nuevas, que invita a mirar al pueblo a Dios, como su esperanza suprema.
9 Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sión; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡Ved aquí al Dios vuestro! 10 He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará; he aquí que su recompensa viene con él, y su paga delante de su rostro. 11 Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas. (Isaías 40).
9. Sion. Ver com. Sal. 48: 2. El mensaje que Sión debía
anunciar era el mensaje de la bondad y del perdón de Dios. En un tiempo de
peligro y oscuridad, Sion tiene un mensaje de esperanza y luz. En las pp. 28-32
se encuentra un comentario acerca de Israel como mensajero cuyo deber era
llevar estas nuevas al mundo.
¡Ved Aquí Al Dios Vuestro! Vez tras vez,
en esta sección del libro, Isaías señala las evidencias del infinito poder de
Dios, a fin de animar al desconsolado pueblo de Judá para que creyera en las
gloriosas promesas que aún habrían de ser suyas (cap. 40: 4-5, 8, 10, 15,
17-18, 26-29; 41: 20; 42: 13-14; 43: 13-19; 44: 6; etc.).
El gran error del profeso pueblo de Dios fue que apartó su vista de su
Señor y Creador, y la fijó en sí mismo. Lo que más necesitaba era contemplar una visión de Dios, de su
misericordia y de su justicia. A Isaías se le concedió una visión tal cuando
fue llamado a ser profeta (cap. 6: 1, 3). Después de haber visto él mismo a
Dios, en adelante debía ayudar al pueblo para que también lo viera, pues sólo
así podría tener vida y esperanza. La mayor obra que se le
ha encomendado a los mortales es invitar a los perdidos a contemplar a su
Redentor.
10. El Señor Vendrá. En este pasaje Isaías describe la venida del Señor para hacer juicio (Isa. 25:9; 62:11-12; Apoc. 22:12). El brazo de Dios se extiende con misericordia para los justos y con juicio para los impíos (Isa. 51:5; 52:10; 63:5; cf. Mat. 25:33-34,46).
Recompensa. El "salario" (BJ) que se
pagará por el trabajo realizado (ver cap. 49:4; 62:11).
11. Como Pastor. El cuidado
solícito de Cristo para con su pueblo, mediante el cual provee lo que necesita
y lo protege del peligro, se compara muchas veces al trabajo fiel y tierno del
pastor con su rebaño (Sal. 23: 1; 77: 20; 80: 1; 95: 7; 100: 3; Jer. 13: 17;
31: 10; Eze. 34: 11-16; 37: 24; Mat. 9: 36; 18: 12; Luc. 15: 4; Juan
10: 11; 1 Ped. 2: 25). Así como el pastor junta sus corderos,
llevando en brazos a los débiles y guiando suavemente a las ovejas que crían
(cf. Gén. 33: 13), así también Cristo ejerce todo el cuidado posible en favor
de su rebaño. Dios no es un amo duro ni un cruel tirano, sino la
personificación misma de la consideración y del amor. 4CBA/Ministerio Hno. Pio
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