Éste capítulo es un cántico de esperanza y confianza, una expresión de
lo que sentirá el pueblo de Dios cuando las dificultades inunden la tierra y
Cristo esté a punto de volver para reinar.
1 EN AQUEL día cantarán este cántico en tierra de Judá: Fuerte ciudad tenemos; salvación puso Dios por muros y antemuro. 2 Abrid las puertas, y entrará la gente justa, guardadora de verdades. 3 Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. 4 Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos. (Isaías 26).
1. En Aquel Día. Es decir, en el
gran día de Jehová descrito en los cap. 24 y 25. Será un día de angustia y destrucción para los impíos, pero de salvación
y regocijo para el pueblo de Dios. Este capítulo es un cántico de esperanza y confianza, una expresión de
lo que sentirá el pueblo de Dios cuando las dificultades inunden la tierra y
Cristo esté a punto de volver para reinar.
Fuerte Ciudad Tenemos. En los tiempos
de Isaías ésta era la ciudad literal de Jerusalén y el monte de Sión (cap. 24:
23). Senaquerib marchó al frente de los ejércitos asirios para tomar a
Jerusalén, pero no lo logró (ver com. cap. 36; 37). Lo que el poder del hombre
no pudo hacer en favor de la ciudad, lo hizo el poder de Dios. El Señor
convirtió a Jerusalén en ciudad de salvación y fortaleza, cuyos muros eran
inexpugnables.
2. La Gente Justa. Jerusalén será
llamada "Ciudad de justicia, Ciudad fiel" (cap. 1: 26), porque todos
sus habitantes serán santos y justos. Sólo los que sean leales a Dios y le
sirvan con fidelidad pueden esperar "entrar por las puertas en la
ciudad" (Apoc. 22: 14; ver com. Mat. 7: 21-27). Guardadora De
Verdades. Mejor, "que guarda fidelidad" (BJ) o "que se
mantiene fiel" (NC).
3. Completa Paz. Heb. "paz,
paz". Perfecta paz será la herencia de los santos en el reino de Dios, y
también puede ser la feliz experiencia de los hijos de Dios aquí y ahora. La
perfecta sumisión a la voluntad de Dios trae consigo la bendición de la
perfecta serenidad. El cristiano maduro está en paz con Dios, consigo mismo y
con el mundo que lo rodea. Compárese con el caso de Pablo (2 Cor. 11:23-28; cf.
cap. 4:8-10), con su filosofía del sufrimiento (2 Cor. 4:17-18), y la confiada
seguridad que expresa a sus lectores (Fil. 4:7). Las dificultades y la
agitación pueden rodearnos, pero a pesar de ello podemos gozar de una calma y
una paz que el mundo desconoce por completo. Esta paz interna se refleja en un
rostro alegre, un genio tranquilo y una vida ferviente y vigorosa que estimula
a todos aquellos con quienes tratamos. La paz del cristiano no depende de la
situación pacífica del mundo que lo rodea, sino de que el Espíritu de Dios more
en su corazón. (ver com. Mat. 11:28-30; Juan 14: 27).
4. Jehová El Señor. Ver com. cap.
12: 2 La Fortaleza De Los Siglos. Heb. "roca de los
siglos", o sea, "eterna". Cristo es la "Roca eterna"
para todos los que aprenden a confiar en él (Isa. 17: 10; ver com. Deut. 32: 4;
Mat. 16: 18; 1Cor. 10: 4). (4CBA). Ministerio Hno. Pio
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