La profecía señala el tiempo del juicio a Asiria.
24 Jehová de los ejércitos juró diciendo: Ciertamente se hará de la
manera que lo he pensado, y será confirmado como lo he determinado; 25 que
quebrantaré al asirio en mi tierra, y en mis montes lo hollaré; y su yugo será
apartado de ellos, y su carga será quitada de su hombro. 26 Este es el
consejo que está acordado sobre toda la tierra, y esta, la mano extendida sobre
todas las naciones. 27 Porque Jehová de los ejércitos lo ha determinado,
¿y quién lo impedirá? Y su mano extendida, ¿Quién la hará retroceder? (Isaías
14).
24. De la manera que lo he pensado. El largo mensaje dirigido contra Babilonia es seguido por un corto
pronunciamiento contra Asiria (vers. 24-27). Asiria estaba acostumbrada a hacer lo que le placía. Creía
que podía imponer su voluntad en todo el mundo mediante la fuerza de sus
ejércitos. Pero Dios deseaba enseñarle que era la voluntad divina, y no la de
Asiria, la que regía en la tierra. Ningún propósito que se oponga a la voluntad
divina puede prevalecer.
25. Al asirio. Estas palabras se refieren
al tiempo cuando Senaquerib invadió a Judea y envió parte de su ejército para
que sitiara a Jerusalén. Su yugo pesó sobre el país por un tiempo, pero
finalmente Dios lo quebrantó y libertó a su pueblo.
26. La mano. Cuando Isaías captó en
visión la grandeza de Dios, también comprendió la insignificancia del hombre.
En ese tiempo, toda la tierra estaba aterrada por el poderío asirio. Pero
Isaías vio que Jehová era quien había medido "las aguas con el hueco de su
mano y los cielos con su palmo"; que ante él las naciones son "como
la gota de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas"
(cap. 40: 12, 15). Sólo aquel que conoce a
Dios puede comprender claramente los asuntos del mundo. "Como nada son todas las naciones delante de
él; y en su comparación serán estimadas en menos de nada, y que lo que no
es" (Isa. 40:17). Para aquel 213 que viera a Dios sentado en su
trono eterno, Asiria ya no era motivo de siniestros presagios ni temor. En el
tiempo de prueba máxima, cuando la fuerza asiria parecía estar a punto de
liquidar a Judá, el pueblo necesitaba muchísimo un mensaje de ánimo como éste.
27. ¿Quién la hará retroceder? Isaías vio la
mano de Dios extendida para castigar a Asiria y a las otras naciones de su
tiempo. Sabía que no había ningún poder ni en el cielo ni en la tierra que
pudiera detenerla. Cuando Dios se propone
algo, su voluntad se cumple, no importa cuál sea el deseo del hombre (Núm. 23: 19; Job 9: 12; Isa. 43: 13; Dan. 4: 32,
35). Con estas palabras concluye el mensaje contra Asiria. 4CBA/Ministerio Hno.
Pio
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