jueves, 17 de septiembre de 2020

328. EL NUEVO ISRAEL (Isaías 27:12-13).

Cuando Israel fracasó como nación, esta tarea le fue encomendada al Israel espiritual, la iglesia cristiana. La iglesia, compuesta de judíos y gentiles, es representada por ramas injertadas que reemplazan a las ramas naturales del árbol de Israel, las cuales fueron quebradas (Rom. 11:11-12, 15-26). Es la iglesia compuesta de judíos y gentiles                        (El Nuevo Israel).

12 Acontecerá en aquel día, que trillará Jehová desde el río Éufrates hasta el torrente de Egipto, y vosotros, hijos de Israel, seréis reunidos uno a uno. 13 Acontecerá también en aquel día, que se tocará con gran trompeta, y vendrán los que habían sido esparcidos en la tierra de Asiria, y los que habían sido desterrados a Egipto, y adorarán a Jehová en el monte santo, en Jerusalén. (Isaías 27). 

12. En aquel día. Ver com. cap. 26: 1-2. (Es decir, en el gran día de Jehová descrito en los cap. 24 y 25. Será un día de angustia y destrucción para los impíos, pero de salvación y regocijo para el pueblo de Dios). Trillará. Aquí la trilla representa el gran día del juicio, cuando se juntará el trigo en el alfolí celestial y el tamo será quemado (Joel 3: 13; Mat. 3: 12; 13: 39-40; Apoc. 14: 14-19).

Hasta el torrente de Egipto. La tierra que se le prometió a Israel se extendía desde el Eufrates hasta el torrente de Egipto (ver com. Gén. 15: 18; 1 Rey. 4: 21; 8: 65). Las naciones comprendidas entre esos límites serían trilladas y sus tierras entregadas al pueblo escogido de Dios. Uno a uno. Figura empleada para indicar que Dios se preocuparía de cada persona del remanente de los hijos de Israel.

13. En aquel día. Ver com. cap. 26: 1; ver com. cap. 11: 16(Y como Dios condujo a su pueblo a salvo a través del "terrible desierto" (Deut. 1: 19), y mil años más tarde lo hizo regresar de Babilonia (Isa. 19: 23-25; 35: 8), así también conducirá con seguridad a su pueblo remanente a través del terrible tiempo de angustia predicho por Daniel. (ver com. Dan 12: 1; cf. Jer. 30: 7).

Asiria. Es decir, Mesopotamia, la patria de los asirios. En los días de Isaías, Babilonia era una provincia de Asiria (t. II, pp. 62-65; ver com. Esd. 6: 22).

El maravilloso poder de Dios manifestado en Egipto y en el mar Rojo permanecía vivo en el recuerdo del pueblo de Dios, pues de continuo rememoraban esos dramáticos acontecimientos como una evidencia de que su Dios era el verdadero, y que ellos eran su pueblo escogido). 

Con referencia a la restauración de Israel después del cautiverio, ver la página 34. Introducción 4CBA. (Dice: ES IMPORTANTE OBSERVAR que todas las promesas del Antiguo Testamento que anticipaban el tiempo de la restauración de los judíos fueron dadas antes de su regreso del cautiverio (Isa. 10: 24-34; 14: 1-7; 27: 12-13; 40: 2; 61: 4-10; Jer. 16: 14-16; 23: 3-8; 25: 11; 29: 10-13; 30: 3-12; 32: 7-27, 37-44; Eze. 34: 11-15; 37; Amós 9: 10-15; Miq. 2: 12-13; etc.). Así comprendió Daniel estas promesas (Dan. 9: 1-8). Reconoció que el cautiverio confirmaba la "maldición" que había caído sobre ellos por su desobediencia (vers. 11-12), y que por eso Jerusalén estaba desolada (vers. 16-19). Entonces vino Gabriel para asegurarle que su pueblo sería restablecido y que finalmente vendría el Mesías (vers. 24-25). Pero el ángel dijo que el Mesías sería rechazado y que se le quitaría la vida por causa de las abominaciones de Israel, y Jerusalén y el templo una vez más quedarían en ruinas (vers. 26-27). Israel, como nación, tendría su segunda y última oportunidad de cooperar con el plan divino en el lapso comprendido entre el retorno de Babilonia y el rechazo del Mesías (Jer. 12: 14-17). "Setenta semanas"-O sea 490 años literales- fueron determinadas para los judíos, "para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable" (Dan. 9: 24).

Sin embargo, finalmente se hizo evidente que los judíos nunca alcanzarían la norma que Dios requería de ellos, lo cual Malaquías hace notar con toda claridad (cap. 1: 6, 12; 2: 2, 8-9, 11, 13-14, 17; 3: 7, 13-14; PR 520). El culto rutinario suplantó a la religión sincera (DTG 21; cf. Juan 4: 23-24; 2 Tim. 3: 5). Se respetaban las tradiciones humanas en lugar de la voluntad revelada de Dios (ver com. Mar. 7: 6-9). Lejos de transformarse en la luz del mundo, el pueblo judío "se encerró en sí mismo y se aisló del mundo para salvaguardarse de ser seducidos por la idolatría" (PR 523; cf. Deut. 11: 26-27; Mar. 7: 9). Perdieron de vista el espíritu de la ley por su minucioso apego a la letra de la misma. Olvidaron que Dios aborrece la multiplicación de las formas religiosas externas (Isa. 1: 11-18; Ose. 6: 6; Miq. 6: 7; Mal. 2: 13), y que sólo pide del hombre que haga justicia, ame la misericordia y se humille ante Dios (Miq. 6: 8; cf. Mat. 19: 16-17; 22: 36- 40).Pero en su misericordia, Dios todavía soportó a su pueblo, y a su debido tiempo vino el Mesías (Mal. 3: 1-3; DTG 28). "Si el pueblo le hubiese recibido, Cristo habría evitado a la nación judía su condenación" (PR 526) aun en el último momento. Cuando terminó el período de prueba de los 490 años, la nación judía aún permanecía obstinada e impenitente, y por eso perdió su papel de privilegio como representante de Dios en la tierra). 4CBA/Ministerio Hno. Pio


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