Cuando Israel fracasó como nación, esta tarea le
fue encomendada al Israel espiritual, la iglesia cristiana. La
iglesia, compuesta de judíos y gentiles, es representada por ramas injertadas
que reemplazan a las ramas naturales del árbol de Israel, las cuales fueron
quebradas (Rom. 11:11-12, 15-26). Es la iglesia compuesta de judíos y gentiles (El
Nuevo Israel).
12 Acontecerá en aquel día, que trillará Jehová desde el río Éufrates
hasta el torrente de Egipto, y vosotros, hijos de Israel, seréis reunidos uno a
uno. 13 Acontecerá también en aquel día, que se tocará con gran trompeta,
y vendrán los que habían sido esparcidos en la tierra de Asiria, y los que
habían sido desterrados a Egipto, y adorarán a Jehová en el monte santo, en
Jerusalén. (Isaías 27).
12. En aquel día. Ver com. cap.
26: 1-2. (Es decir, en
el gran día de Jehová descrito en los cap. 24 y 25. Será un día de angustia y
destrucción para los impíos, pero de salvación y regocijo para el pueblo de
Dios). Trillará. Aquí la trilla
representa el gran día del juicio, cuando se juntará el trigo en el alfolí
celestial y el tamo será quemado (Joel 3: 13; Mat. 3: 12; 13: 39-40; Apoc. 14:
14-19).
Hasta el torrente de Egipto. La tierra que
se le prometió a Israel se extendía desde el Eufrates hasta el torrente de
Egipto (ver com. Gén. 15: 18; 1 Rey. 4: 21; 8: 65). Las naciones comprendidas
entre esos límites serían trilladas y sus tierras entregadas al pueblo escogido
de Dios. Uno a uno. Figura empleada para indicar que Dios se
preocuparía de cada persona del remanente de los hijos de Israel.
13. En aquel día. Ver com. cap. 26: 1; ver com. cap. 11: 16. (Y como Dios condujo a su pueblo a salvo a través del "terrible desierto" (Deut. 1: 19), y mil años más tarde lo hizo regresar de Babilonia (Isa. 19: 23-25; 35: 8), así también conducirá con seguridad a su pueblo remanente a través del terrible tiempo de angustia predicho por Daniel. (ver com. Dan 12: 1; cf. Jer. 30: 7).
Asiria. Es decir,
Mesopotamia, la patria de los asirios. En los días de Isaías, Babilonia era una
provincia de Asiria (t. II, pp. 62-65; ver com. Esd. 6: 22).
El maravilloso poder de
Dios manifestado en Egipto y en el mar Rojo permanecía vivo en el recuerdo del
pueblo de Dios, pues de continuo rememoraban esos dramáticos acontecimientos
como una evidencia de que su Dios era el verdadero, y que ellos eran su pueblo
escogido).
Con referencia a la restauración de Israel después del cautiverio, ver
la página 34. Introducción 4CBA. (Dice: ES IMPORTANTE
OBSERVAR que todas las
promesas del Antiguo Testamento que anticipaban el tiempo de la restauración de
los judíos fueron dadas antes de su regreso del cautiverio (Isa. 10: 24-34; 14:
1-7; 27: 12-13; 40: 2; 61: 4-10; Jer. 16: 14-16; 23: 3-8; 25: 11; 29: 10-13;
30: 3-12; 32: 7-27, 37-44; Eze. 34: 11-15; 37; Amós 9: 10-15; Miq. 2: 12-13;
etc.). Así comprendió Daniel estas promesas (Dan. 9: 1-8). Reconoció que el
cautiverio confirmaba la "maldición" que había caído sobre ellos por
su desobediencia (vers. 11-12), y que por eso Jerusalén estaba desolada (vers.
16-19). Entonces vino Gabriel para asegurarle que su pueblo sería restablecido
y que finalmente vendría el Mesías (vers. 24-25). Pero el ángel dijo que el
Mesías sería rechazado y que se le quitaría la vida por causa de las
abominaciones de Israel, y Jerusalén y el templo una vez más quedarían en
ruinas (vers. 26-27). Israel, como nación, tendría su segunda y última
oportunidad de cooperar con el plan divino en el lapso comprendido entre el
retorno de Babilonia y el rechazo del Mesías (Jer. 12: 14-17). "Setenta
semanas"-O sea 490 años literales- fueron determinadas para los judíos,
"para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la
iniquidad, para traer la justicia perdurable" (Dan. 9: 24).
Sin embargo, finalmente se hizo evidente que los judíos nunca
alcanzarían la norma que Dios requería de ellos, lo cual Malaquías hace notar
con toda claridad (cap. 1: 6, 12; 2: 2, 8-9, 11, 13-14, 17; 3: 7, 13-14; PR
520). El culto rutinario suplantó a la religión sincera (DTG 21; cf. Juan 4:
23-24; 2 Tim. 3: 5). Se respetaban las tradiciones humanas en lugar de la
voluntad revelada de Dios (ver com. Mar. 7: 6-9). Lejos de transformarse en la
luz del mundo, el pueblo judío "se encerró en sí mismo y se aisló del mundo
para salvaguardarse de ser seducidos por la idolatría" (PR 523; cf. Deut.
11: 26-27; Mar. 7: 9). Perdieron de vista el espíritu de la ley por su
minucioso apego a la letra de la misma. Olvidaron que Dios aborrece la
multiplicación de las formas religiosas externas (Isa. 1: 11-18; Ose. 6: 6;
Miq. 6: 7; Mal. 2: 13), y que sólo pide del hombre que haga justicia, ame la
misericordia y se humille ante Dios (Miq. 6: 8; cf. Mat. 19: 16-17; 22: 36-
40).Pero en su misericordia, Dios todavía soportó a su pueblo, y a su debido
tiempo vino el Mesías (Mal. 3: 1-3; DTG 28). "Si el pueblo le hubiese
recibido, Cristo habría evitado a la nación judía su condenación" (PR 526)
aun en el último momento. Cuando terminó el período de prueba de los 490 años,
la nación judía aún permanecía obstinada e impenitente, y por eso perdió su
papel de privilegio como representante de Dios en la tierra). 4CBA/Ministerio
Hno. Pio
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