Aunque es verdad que la población
preisraelita de Palestina ya había alcanzado un alto nivel cultural para el
tiempo de la conquista, sus prácticas y conceptos religiosos eran sumamente
degradantes. La excavación de templos y lugares sagrados cananeos ha sacado a
luz muchos objetos de culto de origen cananeo. En Ras Shamra, la antigua
Ugarit, se han hallado muchos textos cananeos de naturaleza mitológica.
Redactados en una escritura cuneiforme alfabética, han vertido mucha luz sobre
el idioma, la poesía y la religión de los cananeos de mediados del segundo
milenio AC. Constituyen nuestra principal fuente de información sobre la
religión del país que Israel invadió y conquistó.
Palestina parece haber tenido
gran número de santuarios al aire libre, llamados bamoth, "altos", en
la Biblia. Los israelitas fueron atraídos de tal manera por estos
"altos" que los tomaron y dedicaron a Dios, a pesar de la terminante
orden divina de que fuese adorado solamente en un lugar, el lugar en donde
estaba situado el santuario (Deut. 12: 5, 11). Varios profetas condenaron estos
lugares de culto pagano (Jer. 7: 31; 19: 13; 32: 35; Ose. 4: 12, 13, 15; 10: 8;
Amós 2: 8; 4: 4, 5), pero fue sumamente difícil separar al pueblo de ellos.
Inclusive, algunos de los mejores reyes -Amasías, Uzías y Joatam, por ejemplo-
no los destruyeron (2 Rey. 14: 3, 4; 15: 4, 34, 35).
Uno de los altos mejor
conservados, excavados en Palestina, fue hallado en Gezer, a mitad de camino
entre Jerusalén y la costa. Era un lugar abierto, sin rastros de
construcciones. Sin embargo, contenía
varias cavernas, de las cuales algunas estaban llenas de cenizas y huesos,
probablemente restos de sacrificios, pues los huesos eran de hombres, mujeres,
niños, criaturas, ganado, ovejas, cabras y ciervos. Dos de las cuevas estaban
conectadas mediante un túnel angosto y tortuoso, de manera que una de ellas
podía usarse como lugar sagrado, donde el adorador que tenía algo que preguntar
pudiese consultar a un oráculo. Cada palabra susurrada en la cueva más pequeña
se puede oír claramente en la más grande. No es imposible que un objeto de
culto, tal vez un ídolo, hubiese estado alguna vez frente al agujero de la
pared que conecta las dos cuevas, y que los adoradores imaginasen que recibían
respuesta a sus oraciones en este lugar. Se sabe que existieron lugares con
oráculos similares en Grecia y Mesopotamia. En el centro de la cueva principal
había un gran bloque de piedra sobre el cual yacía el esqueleto de una
criatura, tal vez del último niño sacrificado en este lugar.
En la superficie se halló una
hilera de 10 columnas de piedra. La más alta de estas columnas tiene casi
Otro alto bien conservado se
halló en una de las montañas cerca de Petra, la capital de los edomitas. Aunque
este lugar sagrado es de fecha muy posterior (del siglo I AC), probablemente
difería muy poco de lugares semejantes de tiempos anteriores. Un gran altar fue
tallado en la roca viva. Una escalera de seis escalones lleva hasta el lugar
donde se encendía el fuego. En frente del altar hay un gran atrio rectangular,
con una plataforma elevada en el medio, donde se hacía el sacrificio. Un tanque
para agua, casi cuadrado, fue cortado de la roca, para usarlo en las abluciones
rituales. Este alto también tiene tazas típicas para derramar las ofrendas de
libaciones, y cerca hay columnas en pie en forma de obeliscos, sin las cuales
un alto evidentemente habría estado incompleto.
También se han excavado templos cananeos en ciudades palestinas, tales como Meguido y Bet-seán. Estos edificios sagrados generalmente constan de dos piezas. La interior, con una plataforma elevada sobre la cual se hallaba originalmente la imagen adorada, servía como santuario principal. Sin embargo, el culto cananeo no se limitaba a templos y altos. Un gran número de altares pequeños de piedra hallados en Palestina muestran que la gente tenía santuarios particulares donde se ofrecían sacrificios. Estos altares eran tallados generalmente de un bloque de piedra. El fuego se encendía en su parte superior, y tenían cuatro cuernos en las esquinas. Se han hallado grandes cantidades de imágenes de culto en cada excavación hecha en Palestina. La mayoría de éstas son pequeñas figurillas que representan a una diosa desnuda con sus rasgos sexuales acentuados, lo que muestra que servían para el culto de la fertilidad, alrededor del cual se centraba gran parte de la adoración cananea.
DEIDADES CANANEAS. A la cabeza del panteón cananeo estaba El, llamado "el padre de los años", también "el padre de los hombres", simbolizado por un toro. A pesar de ser el más excelso dios tutelar, se creía que estaba viejo y cansado, y por lo tanto débil. Según un erudito fenicio posterior, Filón de Biblos, El tenía tres esposas, Astarté, Asera y Baaltis (probablemente Anat), que eran al mismo tiempo sus hermanas. También en los textos de Ugarit se confirma que Asera era esposa de El.
Como patrona del mar, Asera es llamada comúnmente "Asera del mar", pero también "creadora de los dioses" y "santidad", tanto en Canaán como en Egipto. Generalmente se la representaba en figuras y relieves como una hermosa prostituta desnuda, de pie sobre un león y sosteniendo un lirio en una mano y una serpiente en la otra. Parece haber sido adorada bajo el símbolo de un tronco de árbol, "imágenes de Asera" (2 Rey. 17: 10 RVR). Pronto fue aceptada entre los israelitas, quienes parecen haber adorado casi continuamente símbolos del culto dedicados a Asera durante el período anterior al exilio, porque se hallaban en un estado deplorable de apostasía la mayor parte del tiempo.
OTRA importante diosa cananea era ASTARTÉ, en Heb. Ashtoreth, "la gran diosa que concibe pero no da a luz".
Se la describe como una mujer desnuda sobre un caballo galopante, que lleva en
las manos un escudo y una lanza. Los fenicios le atribuían dos hijos llamados,
según Filón de Biblos, Pothos, "deseo sexual", y Eros, "amor
sexual". Son muchas las medallas de
Astarté de formas toscas encontradas en lugares excavados en Palestina, pero es
significativo que no han sido descubiertas en ningún nivel israelita antiguo. Esto
es así en las excavaciones realizadas en Bet-el, Gabaa, Tell 42 en-Nasbeh y
Silo, lo que demuestra que los antiguos israelitas rehuyeron los ídolos de los
cananeos.
ANAT, la tercera diosa principal de
los cananeos, era la más inmoral y sanguinaria de todas sus deidades. Su violación, a manos de su hermano Baal,
era un tema corriente de la mitología cananea, tema que halló cabida aun en
la literatura de los egipcios. Sin embargo, siempre se la llamaba "la
virgen", curiosa referencia sobre el degradado concepto cananeo de la
virginidad. Su sed de sangre era insaciable, y sus hazañas guerreras se
describen en una cantidad de inscripciones. Se afirma que había herido a los
pueblos del oriente y del occidente, que había cortado cabezas como gavillas, y
tantas manos que volaban a su alrededor como langostas. Luego se la describe atándose las cabezas a
la espalda y las manos a la cintura, y regocijándose mientras se hundía hasta
las rodillas en la sangre de los guerreros y hasta las caderas en la sangre de
los héroes. Al hacer esto hallaba tanto deleite que el hígado se le hinchaba de
risa. Más aún, se gozaba no sólo en matar a seres humanos sino también a
dioses. Por ejemplo, se le atribuye la muerte del dios Mot. Fue partido por
ella con una espada, aventado con un aventador, quemado en el fuego, molido en
un molino de mano, y finalmente sembrado en los campos.
BAAL, aunque no era el dios principal, desempeñaba un papel sumamente importante en el panteón cananeo. Era considerado hijo de El, el dios principal, y hermano de Anat. Como se lo tenía por responsable del relámpago, el trueno y la lluvia, se creía que traía la fertilidad a la tierra de Canaán, cuya agricultura dependía enteramente de la lluvia. Al principio de la estación seca, sus devotos suponían que Baal era asesinado por el dios maligno Mot, y la fiesta anual de su resurrección, cuando caía probablemente la primera lluvia, era una ocasión de gran regocijo y festejos. Baal es la figura principal de toda la poesía mitológico de Ugarit; en verdad, de toda la literatura religiosa. En tiempos de Elías, cuando Israel se volvió al culto de Baal, su falta de poder quedó claramente demostrada cuando no llovió durante tres años. Dios quería que su pueblo aprendiese que la introducción del culto de Baal no aumentaría la fertilidad de su tierra, sino que, al contrario, traería hambre. En el monte Carmelo Elías demostró terminantemente que Baal, como dios de la lluvia, no poseía poder alguno; de hecho, que no existía.
Además de los dioses nombrados había una hueste de otras deidades con funciones menores, pero el espacio hace imposible dar más que un breve resumen de la compleja religión de los cananeos, las diversas hazañas de sus dioses, su sed de sangre, sus vicios y acciones inmorales.
Frente a eso, baste decir que la religión cananea no era sino un simple reflejo de la moral del pueblo: un pueblo no puede superar el nivel moral de sus dioses. Si éstos cometen incesto, adulterio y fornicación, si se regocijan en el derramamiento de sangre y en asesinatos sin objeto, sus adoradores no obrarán de manera distinta. Por lo tanto, no es extraño saber que en los templos se practicaba la prostitución ritual de ambos sexos, que en esos edificios "sagrados" los homosexuales formaban hermandades reconocidas, y que en los días de fiesta, en los templos y altos se celebraban las orgías más inmorales que puedan imaginarse. También hallamos que se sacrificaban criaturas sobre los altares o eran enterradas vivas para apaciguar a un dios airado, que el culto de la serpiente estaba muy difundido, y que los cananeos se herían y mutilaban en tiempos de dolor y duelo, práctica que les fue prohibida a los israelitas (Lev. 19: 28; Deut. 14: 1).
EFECTOS DE LA RELIGIÓN CANANEA. El relato de la muerte de Nabot por las maquinaciones de Jezabel cuando se negó a entregar su viña a Acab (1 Rey. 21), ilustra bien cómo el pensamiento religioso de los cananeos influía en su modo de vida. Cuando 43 Nabot rechazó el pedido de Acab, éste quedó profundamente ofendido y herido, pero no vio razón alguna para hacer nada contra Nabot. Su esposa, sin embargo, princesa fenicia y adoradora apasionada de los dioses y las diosas de Canaán como Baal y Asera, inmediatamente propuso una manera de eliminar a Nabot y confiscar su propiedad.
En la literatura de Ugarit se
halla un relato similar. La diosa Anat deseaba poseer un hermoso arco que
pertenecía a Aqhat, a quien pidió que se lo diese a cambio de oro y plata.
Cuando Aqhat se negó a desprenderse de su arco y le aconsejó que se mandase hacer
uno igual, Anat trató de hacerlo cambiar de opinión prometiéndole la vida
eterna. Como esto tampoco le dio resultado, tramó la destrucción de Aqhat y
consiguió así el arco codiciado. No sabemos si Jezabel conocía este relato y si
influyó en ella o no, pero no es extraño que una mujer educada en un ambiente
donde se contaban relatos como éste referentes a los dioses, no tuviese
escrúpulos para aplicar métodos similares a fin de alcanzar su propósito.
A causa de la depravación de los cananeos se ordenó a Israel que los destruyese.
El conocer la religión y la
inmoralidad relacionada con el culto cananeo explica la severidad de Dios para
con la gente que la practicaba. (2CBA) MHP
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