Se reprueba a los adoradores de imágenes e ídolos en el pueblo de Dios. Se
muestra la ley como base para escapar de la condenación. Y así no llegar a la
ceguera mortal y ser consumidos por la ira divina.
17 Serán vueltos atrás y en extremo confundidos los que confían en ídolos, y dicen a las imágenes de fundición: Vosotros sois nuestros dioses. 18 Sordos, oíd, y vosotros, ciegos, mirad para ver. 19 ¿Quién es ciego, sino mi siervo? ¿Quién es sordo, como mi mensajero que envié? ¿Quién es ciego como mi escogido, y ciego como el siervo de Jehová, 20 que ve muchas cosas y no advierte, que abre los oídos y no oye? 21 Jehová se complació por amor de su justicia en magnificar la ley y engrandecerla. 22 Mas este es pueblo saqueado y pisoteado, todos ellos atrapados en cavernas y escondidos en cárceles; son puestos para despojo, y no hay quien libre; despojados, y no hay quien diga: Restituíd. 23 ¿Quién de vosotros oirá esto? ¿Quién atenderá y escuchará respecto al porvenir? 24 ¿Quién dio a Jacob en botín, y entregó a Israel a saqueadores? ¿No fue Jehová, contra quien pecamos? No quisieron andar en sus caminos, ni oyeron su ley. 25 Por tanto, derramó sobre él el ardor de su ira, y fuerza de guerra; le puso fuego por todas partes, pero no entendió; y le consumió, mas no hizo caso. (Isaías 42).
17. En Extremo Confundidos. Cuando el Señor
se manifieste (vers. 14), quienes hayan confiado en dioses falsos tendrán una
evidencia irrefutable de la necedad de su proceder. Sus dioses no tendrán
ningún poder para salvarlos.
18. Sordos, Oíd. Ver com. cap.
6: 9-10; 42: 7, 16. Estas palabras están dirigidas al profeso pueblo
de Dios (vers. 19), muchos de cuyos miembros sufren de ceguera y sordera
espirituales. Isaías exhorta a todos los que reconocen el nombre del
Señor pero cuya percepción espiritual es deficiente a que abran los oídos y los
ojos a fin de que puedan percibir la voluntad revelada de Dios.
19. ¿Quién Es Ciego, Sino Mi Siervo? No es enteramente claro si el "siervo" es el Mesías, como el
contexto de todo el capítulo parece insinuarlo (ver vers. 1), o si es Israel,
según lo sugiere el contexto más inmediato de los vers. 16, 18, 20 (ver com.
cap. 41: 8). En el libro de Isaías la ceguera suele representar la
ceguedad espiritual del profeso pueblo de Dios (ver com. cap. 6:9-10). Estos
son los "ciegos" del cap. 42: 16. Algunos han sugerido que
el vers. 19 indica que el Mesías sería ciego a los errores de sus seguidores
(cf. 1T 707, donde se emplean las palabras de este pasaje para
expresar otra idea). Sin embargo, 296 los vers. 18 y 20 insinúan que el siervo
ciego del vers. 19 hace mal en no ver, y que Dios lo insta a que modifique su
conducta. Por lo tanto, es probable que el "siervo" "sordo"
y "ciego" del vers. 19 sea el pueblo de Dios (cf. Apoc. 3: 17-20).
20. No Advierte. Ver cap. 43: 8,
ver com. cap. 6: 9-10; 42: 7, 16, 18.
21. Magnifícar La Ley. Cristo
magnificó la "ley", Heb. torah (ver
com. Sal. 19: 7; Prov. 3: 1), por precepto y ejemplo,
demostrando que es sabia y justa. La obediencia a la voluntad
revelada de Dios siempre promueve la justicia, la felicidad y la paz entre los
hombres. En el Sermón del Monte, Cristo magnificó la ley mediante la aplicación
de sus principios a los motivos del corazón así como a los actos externos (ver
com. Mat. 5: 17, 20-21). La vida de Cristo, de perfecta obediencia a
todos los requisitos de la ley, confirmó todo lo que él había proclamado acerca
de ella (Juan 15: 10; 17: 4; Rom. 8: 3-4).
22. Pueblo Saqueado Y Pisoteado. Dios había
advertido a su pueblo que el resultado de la desobediencia sería desgracia y
desastre (Deut. 28: 15-68), y estas advertencias estaban ahora
cumpliéndose. Las diez tribus de Israel ya no existían; Judá estaba
desolada y muchos de sus habitantes habían sido llevados cautivos por los
asirios, en tanto que otros habían tenido que refugiarse en cuevas y cavernas.
Una situación peor se produjo aproximadamente un siglo más tarde cuando
Nabucodonosor invadió el territorio de Judá en varias oportunidades.
23. ¿Quién Atenderá? Dios había
permitido que sobreviniera la tribulación a fin de que el pueblo volviera en sí
y estuviera dispuesto a prestarle atención. ¿Escucharía ahora sus palabras de
sabiduría y de vida? ¿O seguiría sus propios consejos, tal como lo habían hecho
sus padres en generaciones pasadas?
24. ¿Quién Dio A Jacob? Dios había
permitido la invasión asiria (ver com. cap. 8: 7-8; 10: 5-6). El pueblo de Judá
se acarreó sufrimientos por causa de su terca desobediencia. Cuando rehusó
servir al Señor, Dios retiró su mano protectora y permitió que el enemigo
entrara en su país y lo devastara.
25. No Hizo Caso. Los castigos
que habían sobrevenido a la nación fueron inútiles en buena medida. A pesar de
su sufrimiento, el pueblo no comprendió la terrible naturaleza del pecado y la
razón de la triste situación en la cual se hallaba. Esa situación presagiaba
mayores tribulaciones. Los azotes de Senaquerib serían seguidos por una
calamidad mucho más grave, la cual recayó sobre la nación en los días de Nabucodonosor.
(4CBA) Ministerio Hno. Pio
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