lunes, 12 de octubre de 2020

386. LA MISIÓN DEL SIERVO DE DIOS: “PAGAR POR NUESTRO RESCATE I” (Isaías 52:13-15).

Isaías 52:13-15. El reino de Cristo será exaltado.

13 He aquí que mi siervo será prosperado, será engrandecido y exaltado, y será puesto muy en alto. 14 Como se asombraron de ti muchos, de tal manera fue desfigurado de los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres, 15 así asombrará él a muchas naciones; los reyes cerrarán ante él la boca, porque verán lo que nunca les fue contado, y entenderán lo que jamás habían oído. (Isaías 52).

13. He Aquí Que Mi Siervo. Con estas palabras se introduce una nueva sección que continúa hasta el cap. 53: 12. Este capítulo debería terminar inmediatamente después del vers. 12 y no después del vers. 15, pues el cap. 53 continúa el pensamiento sin interrupción alguna. En esta nueva sección se presenta al Mesías como el Siervo suficiente (ver com. cap. 41: 8; 42: 1). En ningún otro pasaje de la Biblia se presenta más claramente la naturaleza vicaria y el carácter expiatorio de la muerte de Cristo.  Era la voluntad de Dios que la obra de la restauración que comenzó con la repatriación después del cautiverio, prosiguiera a ritmo acelerado y alcanzara su culminación con la venida del Mesías, quien, por medio de su sacrificio en el Calvario, libertaría del cautiverio del pecado. La liberación del yugo de Babilonia, hecha posible mediante Ciro, conquistador de Babilonia (ver com. cap. 44: 28-, 45: 1), prefiguraba la liberación mayor del dominio del pecado, hecha posible gracias a la victoria obtenida por Cristo sobre las potestades de las tinieblas y la muerte (Col. 2: 14-15; Apoc. 1:18).

A través del tiempo los judíos hicieron resaltar cada vez más aquellas profecías que señalaban el triunfo de Israel sobre los paganos (ver pp. 34-36), hasta que la idea de la salvación material y literal de Israel, como nación, prácticamente eclipsó el concepto expuesto aquí por Isaías: que el Mesías, ante todo, los libraría individualmente del poder y del castigo del pecado (DTG 22; ver com.  Luc. 4:19).         Lo que Israel necesitaba no era tanto un gran libertador militar que lo librara de los enemigos externos, sino un Mesías que le proporcionara la victoria sobre el pecado.

 Será Prosperado. El Mesías, el Siervo suficiente, tendría éxito en su misión            (Fil. 2:10-11).

Engrandecido Y Exaltado. El Mesías se humillaría a sí mismo, pero Dios lo exaltaría en grado máximo (Fil. 2: 6-10; ver com. Luc. 14: 11). Los grandes hombres de la tierra se maravillarían de que una persona tan insignificante, según las normas humanas, pudiera tener una influencia tan poderosa sobre el pensamiento de los hombres, en sus vidas y en el curso de la historia (Isa. 52: 14-15). Hoy día muchos millones consideran que es un honor que se los conozca como cristianos.

14. Se Asombraron De Ti Muchos. Los hombres se asombran de que uno tan ensalzado como el Hijo de Dios, se hubiera humillado voluntariamente como lo hizo Cristo en su misión terrenal. Jesús veló su divinidad con humanidad (ver com. Luc. 2:48) a fin de que los hombres fueran atraídos a él, no por causa de una gloria externa, sino inspirados por la hermosura de su carácter. Los judíos quedaron perplejos de que Uno que no pretendía recibir grandes honores, sino que vivía humildemente como lo hacía Jesús, pudiera ser el Mesías de la profecía. No vieron en él "hermosura", ni gloria externa que los llevara a desearlo (ver com.  Isa. 53: 2).

De Ti. Los tárgumes y las versiones siríacas dicen "de él".

Su Parecer. Después de su conflicto con Satanás en el desierto de la tentación, y durante el más terrible conflicto con las potestades de las tinieblas en el Getsemaní (DTG 110, 640), la apariencia de Jesús quedó tan alterada que aun sus amigos apenas pudieron reconocerlo.

15. Asombrará Él A Muchas Naciones. Esta es la traducción de la LXX, pues el sentido del hebreo del texto masorético no es claro.  Una leve alteración del texto permite leer: "Hace que muchas naciones contemplen", lo que se parece a la LXX. Las naciones se maravillarían de que el humilde Siervo sufriente, el Mesías, fuera "engrandecido y exaltado" y "puesto muy en alto" (ver. 13).

Cerrarán Ante Él La Boca. Los grandes hombres de la tierra enmudecerían ante él, y quedarían atónitos y reverentes (cf. Job 29:9; 40:4) 4CBA/Ministerio Hno. Pio


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