Miqueas 5. Nacimiento y poder del Mesías (1-4). Victoria sobre los adversarios. Su reinado. Su conquista. (5-9). La abolición de la idolatría. (10-15).
1 Rodéate ahora de muros, hija de guerreros; nos han sitiado; con vara herirán en la mejilla al juez de Israel. 2 Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad. 3 Pero los dejará hasta el tiempo que dé a luz la que ha de dar a luz; y el resto de sus hermanos se volverá con los hijos de Israel. 4 Y él estará, y apacentará con poder de Jehová, con grandeza del nombre de Jehová su Dios; y morarán seguros, porque ahora será engrandecido hasta los fines de la tierra.
5 Y éste será nuestra paz. Cuando el asirio viniere a nuestra tierra, y cuando hollare nuestros palacios, entonces levantaremos contra él siete pastores, y ocho hombres principales; 6 y devastarán la tierra de Asiria a espada, y con sus espadas la tierra de Nimrod; y nos librará del asirio, cuando viniere contra nuestra tierra y hollare nuestros confines. 7 El remanente de Jacob será en medio de muchos pueblos como el rocío de Jehová, como las lluvias sobre la hierba, las cuales no esperan a varón, ni aguardan a hijos de hombres. 8 Asimismo el remanente de Jacob será entre las naciones, en medio de muchos pueblos, como el león entre las bestias de la selva, como el cachorro del león entre las manadas de las ovejas, el cual si pasare, y hollare, y arrebatare, no hay quien escape. 9 Tu mano se alzará sobre tus enemigos, y todos tus adversarios serán destruidos.
10 Acontecerá en aquel día, dice Jehová, que haré matar tus caballos de en medio de ti, y haré destruir tus carros. 11 Haré también destruir las ciudades de tu tierra, y arruinaré todas tus fortalezas. 12 Asimismo destruiré de tu mano las hechicerías, y no se hallarán en ti agoreros. 13 Y haré destruir tus esculturas y tus imágenes de en medio de ti, y nunca más te inclinarás a la obra de tus manos. 14 Arrancaré tus imágenes de Asera de en medio de ti, y destruiré tus ciudades; 15 y con ira y con furor haré venganza en las naciones que no obedecieron. (Miqueas 5).
1. Rodéate ahora de muros. Se le da la orden a Jerusalén de que se rodee de muros en vista del peligro que se aproxima. Se la llama "hija de guerreros" quizá debido a la concentración de tropas allí congregadas. " LXX vierte la primera parte del versículo: "Ahora la hija de Efraín será cercada con cerco". La BJ dice: "Ahora, fortifícate, Fortaleza".
En la mejilla. Uno de los mayores insultos (cf. 1 Rey. 22:24; Job 16:10; Mat. 26:67-68). La profecía es mesiánica y predice cómo iban a tratar al Mesías sus enemigos. En hebreo (y también en la BJ) este versículo es el último del cap. 4.
2. Belén. En cuanto a su significado, ver com. Gén. 35:19. Pueblo a unos 8 km al sur de Jerusalén; conserva su nombre bíblico. El pueblo también era llamado Efrata (Gén. 35:19; cf. Rut 4:11) y Belén de Judá (o Judea) sin duda para que se distinguiera de Belén de Zabulón (Jos. 19:15-16). Belén fue el lugar donde nació David (1 Sam. 16:1, 4; cf. Luc. 2:11).
Familias. Heb. 'alafim que puede definir tribus o clanes desde un punto de vista numérico. "Pequeña", podría, pues, referirse al clan representado por los habitantes de Belén o quizá al pueblo mismo que nunca alcanzó a tener mucha importancia.
Me saldrá. Los judíos reconocían que esta profecía era mesiánica, y en respuesta a la pregunta de Herodes en cuanto a dónde había de nacer el Mesías, citaron este pasaje de Miqueas (Mat. 2: 3-6; cf. Juan 7: 42).
Salidas. Heb. motsa'oth, el plural de mots'ah, de la raíz yatsa', "salir". No es enteramente claro a qué se refiere este término. Puesto que aquí se representa al Mesías como a un rey, algunos han pensado que la referencia es a un rey que sale en funciones reales. Otros creen que es una referencia a las diversas apariciones de Cristo en el AT, tales como a Abrahán (Gén. 18) y a Jacob (Gén. 32: 24- 32). La BJ traduce: "Cuyos orígenes son de antigüedad, desde los días de antaño".
Desde los días de la eternidad. Miqueas claramente señala la preexistencia de Aquel que había de nacer en Belén. Estas "salidas" de Cristo alcanzan hasta la eternidad en el pasado. "En el principio era el Verbo" (ver com. Juan 1: 1-3). "Desde los días de la eternidad, el Señor Jesucristo era uno con el Padre" (DTG 11; cf. DTG 489; Ev 446-447).
En vez de motsaoth (ver com. "salidas"), la BJ dice "orígenes". Si "orígenes" se entiende como que hubo un tiempo cuando no existía Cristo, entonces esta traducción es engañosa (ver Problems in Bible Translation [Problemas en la traducción de la Biblia], pp. 188- 190).
3. La que ha de dar a luz. Algunos comentadores creen que en este versículo hay una referencia a los sufrimientos y las aflicciones por los que pasaría Israel hasta su liberación del cautiverio. En otras palabras, que Dios los "dejaría" hasta aquel "tiempo". Otros ven una referencia al nacimiento del Mesías (ver Isa. 7: 14).
4. Estará. "Se alzará" (BJ). Como "el buen pastor", el Mesías, Cristo, se "alzaría" con firmeza para cuidar y defender a sus ovejas. Apacentará. La LXX añade "su rebaño". Hasta los fines. El dominio universal del Mesías (ver Sal. 2: 7-8; 72: 8; Luc. 1: 30-33).
5. Paz. "El será la Paz" (BJ). La cláusula dice literalmente "y éste será paz". Esta cláusula puede compararse con el título "Príncipe de paz" dado al Mesías por el contemporáneo de Miqueas (Isa. 9: 6). Jesús no sólo regirá en paz sino que él mismo es el autor y originador de la paz (cf. Juan 14: 27; 16: 33; Efe. 2: 13-14).
El asirio. En el tiempo de la profecía de Miqueas, Asiria era el principal enemigo de Israel, una siniestra amenaza para su existencia (2 Rey. 18-19). Puesto que se trata aquí de la era mesiánica, sin duda Asiria representa a aquellas naciones que se habrían opuesto a la próspera nación del Israel restaurado (ver com. Miq. 4: 11).
Siete pastores. Aunque los números que aquí se dan: "siete" y "ocho" significan un número indefinido, muestran que Israel tendría un liderazgo adecuado contra la agresión extranjera.
6. Devastarán. "Pastorearán" (BJ). Heb. ra'ah, "pastorear", "cuidar", "alimentar", en un sentido adaptado "gobernar". Israel debía "gobernar" a sus enemigos con "espada".
Nimrod. Usado aquí como sinónimo de Asiria. Nimrod procede de la raíz marad, "rebelarse". En cuanto a Nimrod, ver com. Gén. 10: 8-10.
7. Como el rocío. De acuerdo con el plan de Dios para el antiguo Israel, la victoria sobre la oposición enemiga habría sido seguida por un intenso programa de evangelismo. Los israelitas debían iluminar todo el mundo con un conocimiento de Dios (ver pp. 28-32; cf. DTG 19). Los símbolos del rocío y de las lluvias eran sumamente apropiados en un país donde, desde mayo a octubre, prácticamente no caía lluvia (ver t. II, p. 113).
8. Como el león. Símbolo de poder vencedor. El plan de Dios era que su pueblo fuera "cabeza" y no "cola" (Deut. 28: 13).
9. Serán destruidos. Se aseguraba una victoria completa (Isa. 60: 12).
Este podría haber sido el privilegio de Israel después del exilio. Sin embargo, los israelitas fracasaron, y ahora Dios realiza su programa de evangelización mundial mediante la iglesia cristiana (ver pp. 37-38).
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10. Haré matar. Los vers. 10 y 11 describen la eliminación de los recursos bélicos en que había confiado Israel, cuando debería haber dependido de Jehová. Estaba prohibida la multiplicación de caballos (Deut. 17: 16; ver com. 1 Rey. 4: 26).
11. Las ciudades. Serían eliminadas las ciudades y las fortalezas por ser un motivo para confiar en lo humano.
12. Hechicerías. O, "encantamientos". Los encantamientos o necromancia -consultar con los muertos- eran frecuentes en la antigüedad (ver com. Dan. 1:20; 2:2). A los israelitas se les prohibía practicar la hechicería y la magia (Deut. 18:9-12).
13. Esculturas. Heb. pesilim, de pasal, "cortar", "tallar". El vocablo ugarítico psl significa "picapedrero". Las imágenes antiguas (también llamadas pésel) eran talladas en piedra, hechas de arcilla, talladas en madera o modeladas con metal fundido. Desde los tiempos más remotos, Israel había mostrado una tendencia a la idolatría. El segundo mandamiento del Decálogo prohibe manufacturar y adorar un pésel (Exo. 20: 4).
Imágenes. "Estelas" (BJ). Heb. matstsebah, "columna" (ver com. Deut. 16: 22; 1 Rey. 14: 23). También hay hoy día una confianza engañosa en lo material y secular, en la obra de las manos humanas, en vez de confiar y tener fe en Dios quien "da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos" (1 Tim. 6: 17). En su dedicación idolátrica a las cosas que son hechas, los hombres se han olvidado de Aquel que es el Creador de todas las cosas (ver Deut. 8: 17-20).
14. Imágenes de Asera. Heb. 'ashera (ver com. Deut. 16: 21; 2 Rey. 13: 6).
15. Con furor haré venganza. "Si el justo con dificultad se salva, ¿en dónde aparecerá el impío y el pecador?" (1 Ped. 4: 18). 4CBA
COMENTARIOS DE (EGW).
Hasta el mismo lugar del nacimiento del Mesías fue predicho así: "Mas tú, Beth-lehem Ephrata, pequeña para ser en los millares de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel: y sus salidas son desde el principio, desde los días del siglo." (Miq. 5: 2.)
La obra que el Salvador haría en la tierra había sido bosquejada plena y claramente: "Y reposará sobre él el espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. Y harále entender diligente en el temor de Jehová." El así ungido vendría "a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos abertura de la cárcel; a promulgar año de la buena voluntad de Jehová, y día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; a ordenar a Sión a los enlutados, para darles gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar del luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya." (Isa. 11: 2, 3; 61: 1-3.)
"He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma toma contentamiento: he puesto sobre él mi espíritu, dará juicio a las gentes. No clamará, ni alzará, ni hará oír su voz en las plazas. No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare: sacará el juicio a verdad. No se cansará, ni desmayará, hasta que ponga en la tierra juicio; y las islas esperarán su ley." ( Isa. 42: 1- 4. )
Con convincente poder, Pablo arguyó, fundado en los escritos del Antiguo Testamento, que "convenía que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos.
"¿No había profetizado Miqueas: "Con vara herirán sobre la quijada al juez de Israel"? (Miq. 5: 1.) ¿Y no había profetizado de sí mismo el Prometido, por medio de Isaías: "Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban el cabello: no escondí mi 183 rostro de las injurias y esputos"? (Isa. 50: 6.)
Mediante el salmista, Cristo había predicho el trato que iba a recibir de los hombres: "Yo soy . . . oprobio de los hombres, y desecho del pueblo. Todos los que me ven, escarnecen de mí; estiran los labios, menean la cabeza, diciendo: Remítese a Jehová, líbrelo; sálvele, puesto que en él se complacía." "Contar puedo todos mis huesos; ellos miran, considéranme. Partieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes." "He sido extrañado de mis hermanos, y extraño a los hijos de mi madre. Porque me consumió el celo de tu casa; y los denuestos de los que te vituperaban, cayeron sobre mí." "La afrenta ha quebrantado mi corazón, y estoy acongojado: y esperé quien se compadeciese de mí, y no lo hubo: y consoladores, y ninguno hallé." (Sal. 22: 6-8, 17, 18; 69: 8, 9, 20.)
¡Cuán inconfundiblemente claras eran las profecías de Isaías respecto a los sufrimientos y la muerte de Cristo! "¿Quién ha creído a nuestro anuncio? pregunta el profeta ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová? Y subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca: no hay parecer en él, ni hermosura: verlo hemos, mas sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto: y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.
"Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados: el castigo de nuestra paz sobre él; y por su llaga fuimos nosotros curados. "Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino: mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca: como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. De la cárcel y del juicio fue quitado; y su generación ¿quién la 184 contará? Porque cortado fue de la tierra de los vivientes; por la rebelión de mi pueblo fue herido." (Isa. 53: 1-8.)
Aun la forma de su muerte había sido prefigurada. Como la serpiente de metal había sido levantada en el desierto, así iba a ser levantado el Redentor venidero, para que "todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." (Juan 3: 16.) "Y le preguntarán: ¿Qué heridas son éstas en tus manos? Y él responderá: Con ellas fuí herido en casa de mis amigos." (Zac. 13: 6).
"Dispúsose con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; porque nunca hizo él maldad, ni hubo engaño en su boca. Con todo eso Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento." (Isa. 53:9, 10.)
Pero el que iba a sufrir la muerte a manos de hombres impíos, se levantaría de nuevo como un vencedor del pecado y del sepulcro. Bajo la inspiración del Todopoderoso, el dulce cantor de Israel había dado testimonio de las glorias de la mañana de la resurrección. "También mi carne proclamó alegremente reposará segura. Porque no dejarás mi alma en el sepulcro; ni permitirás que tu santo vea corrupción." (Sal. 16: 9,10.)
Pablo mostró cuán estrechamente había ligado Dios el servicio de los sacrificios con las profecías relativas a Aquel que iba a ser llevado como cordero al matadero. El Mesías iba a dar su vida como "expiación por el pecado." Mirando hacia adelante a través de los siglos las escenas de la expiación del Salvador, el profeta Isaías había testificado que el Cordero de Dios "derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los perversos, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores." (Isa. 53: 7, 10, 12.)
El Salvador profetizado había de venir, no como un rey temporal, para librar a la nación judía de opresores terrenales, sino como hombre entre los hombres, para vivir una vida de pobreza y humildad, y para ser al fin despreciado, rechazado y muerto. El Salvador predicho en las Escrituras del Antiguo 185 Testamento había de ofrecerse a sí mismo como sacrificio en favor de la especie caída, cumpliendo así todos los requerimientos de la ley quebrantada. En él los sacrificios típicos iban a encontrar la realidad prefigurada, y su muerte de cruz iba a darle significado a toda la economía judía. HAp.
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En el templo, el sacrificio 30 matutino y el vespertino señalaban diariamente al Cordero de Dios; sin embargo, ni aun allí se habían hecho los preparativos para recibirle. Los sacerdotes y maestros de la nación no sabían que estaba por acontecer el mayor suceso de los siglos. Repetían sus rezos sin sentido y ejecutaban los ritos del culto para ser vistos de los hombres, pero en su lucha para obtener riquezas y honra mundanal, no estaban preparados para la revelación del Mesías. Y la misma indiferencia reinaba en toda la tierra de Israel. Los corazones egoístas y amantes del mundo no se conmovían por el gozo que embargaba a todo el cielo. Sólo unos pocos anhelaban ver al Invisible.
A los tales fue enviada la embajada celestial. Hubo ángeles que acompañaron a José y María en su viaje de Nazaret a la ciudad de David. El edicto de la Roma imperial para empadronar a los pueblos de sus vastos dominios alcanzó hasta los moradores de las colinas de Galilea. Como antaño Ciro fue llamado al trono del imperio universal para que libertase a los cautivos de Jehová, así también Augusto César hubo de cumplir el propósito de Dios de traer a la madre de Jesús a Belén. Ella era del linaje de David; y el Hijo de David debía nacer en la ciudad de David. De Belén, había dicho el profeta, "saldrá el que será Señor en Israel; cuya procedencia es * desde el principio, desde los días de la eternidad." (Miqueas 5:2).
Pero José y María no fueron reconocidos ni honrados en la ciudad de su linaje real. Cansados y sin hogar, siguieron en toda su longitud la estrecha calle, desde la puerta de la ciudad hasta el extremo oriental, buscando en vano un lugar donde pasar la noche. No había sitio para ellos en la atestada posada. Por fin, hallaron refugio en un tosco edificio que daba albergue a las bestias, y allí nació el Redentor del mundo. Sin que lo supieran los hombres, las nuevas llenaron el cielo de regocijo. Los seres santos del mundo de luz se sintieron atraídos hacia la tierra por un interés más profundo y tierno. El mundo entero quedó más resplandeciente por la presencia del Redentor. Sobre los collados de Belén se reunieron innumerables ángeles a la espera de una señal para declarar las gratas nuevas al mundo. Si los dirigentes de Israel hubieran sido fieles, podrían haber compartido el gozo de anunciar el nacimiento de Jesús. Pero hubo que pasarlos por alto. 31 Dios declaró: "Derramaré aguas sobre el secadal, y ríos sobre la tierra árida." "Resplandeció en las tinieblas luz a los rectos." (Isaías 44:3; Salmos 112:4). DTG
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* Jesús continuó, poniendo de manifiesto un pronunciado contraste entre la actitud de los judíos y la de Abrahán: "Abraham vuestro padre se gozó por ver mi día; y lo vio, y se gozó." Abrahán había deseado mucho ver al Salvador prometido. Elevó la más ferviente oración porque antes de su muerte pudiera contemplar al Mesías. Y vio a Cristo. Se le dio una comunicación sobrenatural, y reconoció el carácter divino de Cristo. Vio su día, y se gozó. Se le dio una visión del sacrificio divino por el pecado. Tuvo una ilustración de ese sacrificio en su propia vida. Recibió la orden: "Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas,. . . y ofrécelo. . . en holocausto.'* (Génesis 22:2).
Sobre el altar del sacrificio, colocó al hijo de la promesa, el hijo en el cual se concentraban sus esperanzas. Entonces, mientras aguardaba junto al altar con el cuchillo levantado para obedecer a Dios, oyó una voz del cielo que le dijo: "No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; que ya conozco que temes a Dios, pues que no me rehusaste tu hijo, tu único." *(Génesis 22:12).
Se le impuso esta terrible prueba a Abrahán para que pudiera ver el día de Cristo y comprender el gran amor de Dios hacia el mundo, tan grande que para levantarlo de la degradación dio a su Hijo unigénito para que sufriera la muerte más ignominiosa. Abrahán aprendió de Dios la mayor lección que haya sido dada a los mortales. Su oración porque pudiera ver a Cristo 435 antes de morir fue contestada. Vio a Cristo; vio todo lo que el mortal puede ver y vivir. Mediante una entrega completa, pudo comprender esa visión referente a Cristo. Se le mostró que al dar a su Hijo unigénito para salvar a los pecadores de la ruina eterna, Dios hacía un sacrificio mayor y más asombroso que el que jamás pudiera hacer el hombre. La experiencia de Abrahán contestó la pregunta: "¿Con qué prevendré a Jehová, y adoraré al alto Dios? ¿Vendré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Agradaráse Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mi vientre por el pecado de mi alma?'* (Miqueas 6:6,7).
En las palabras de Abrahán: "Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío,'* (Génesis 22:8). Y en la provisión de Dios de un sacrificio en lugar de Isaac, se declaró que el hombre no puede hacer expiación por sí mismo. El sistema pagano de sacrificios era totalmente inaceptable para Dios. Ningún padre debe ofrecer su hijo o su hija como sacrificio propiciatorio. Solamente el Hijo de Dios puede cargar con la culpa del mundo. Por su propio sufrimiento, Abrahán fue capacitado para contemplar la misión de sacrificio del Salvador. Pero los hijos de Israel no podían entender lo que era tan desagradable para su corazón orgulloso. Las palabras de Cristo concernientes a Abrahán no tuvieron para sus oyentes ningún significado profundo. Los fariseos vieron en ellas sólo un nuevo motivo para cavilar. Contestaron con desprecio, como si probaran que Jesús debía ser un loco: "Aun no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?" Con solemne dignidad Jesús respondió: "De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, YO SOY." Cayó el silencio sobre la vasta concurrencia. El nombre de Dios, dado a Moisés para expresar la presencia eterna había sido reclamado como suyo por este Rabino galileo. Se había proclamado a sí mismo como el que tenía existencia propia, el que había sido prometido a Israel, "cuya procedencia es de antiguo tiempo, desde los días de la eternidad.'* (Miqueas 5:2 V.M.). DTG.
…Jesús había dicho: "Andad entre tanto que tenéis luz, porque no os sorprendan las tinieblas." (S. Juan 12: 35.) Los que se apartan de la luz que Dios les ha dado, o no la procuran cuando está a su alcance, son dejados en las tinieblas. Pero el Salvador dice también: "El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida." (Juan 8: 12, V.M.) Cualquiera que con rectitud de corazón trate de hacer la voluntad de Dios siguiendo atentamente la luz que ya le ha sido dada, recibirá aún más luz; a esa alma le será enviada alguna estrella de celestial resplandor para guiarla a la plenitud de la verdad.
Cuando Se Produjo El Primer Advenimiento De Cristo, los sacerdotes y los fariseos de la ciudad santa, a quienes fueran confiados los oráculos de Dios, habrían podido discernir las señales de los tiempos y proclamar la venida del Mesías prometido. La profecía de Miqueas señalaba el lugar de su nacimiento. (Miqueas 5:2.) Daniel especificaba el tiempo de su advenimiento. (Daniel 9:25.) Dios había encomendado estas profecías a los caudillos de Israel; no tenían pues excusa por no saber que el Mesías estaba a punto de llegar y por no habérselo dicho al pueblo. Su ignorancia era resultado de culpable descuido. Los judíos estaban levantando monumentos a los profetas de Dios que habían sido muertos, mientras que con la deferencia con que trataban a los grandes de la tierra estaban rindiendo homenaje a los siervos de Satanás. Absortos en sus luchas ambiciosas por los honores mundanos y el poder, 359 perdieron de vista los honores divinos que el Rey de los cielos les había ofrecido.
Los Ancianos De Israel deberían haber estudiado con profundo y reverente interés el lugar, el tiempo, las circunstancias del mayor acontecimiento de la historia del mundo: la venida del Hijo de Dios para realizar la redención del hombre. Todo el pueblo debería haber estado velando y esperando para hallarse entre los primeros en saludar al Redentor del mundo. En vez de todo esto, vemos, en Belén, a dos caminantes cansados que vienen de los collados de Nazaret, y que recorren toda la longitud de la angosta calle del pueblo hasta el extremo este de la ciudad, buscando en vano lugar de descanso y abrigo para la noche. Ninguna puerta se abre para recibirlos. En un miserable cobertizo para el ganado, encuentran al fin un refugio, y allí fue donde nació el Salvador del mundo.
Los Ángeles Celestiales habían visto la gloria de la cual el Hijo de Dios participaba con el Padre antes que el mundo existiese, y habían esperado con intenso interés su advenimiento en la tierra como acontecimiento del mayor gozo para todos los pueblos. Fueron escogidos ángeles para llevar las buenas nuevas a los que estaban preparados para recibirlas, y que gozosos las darían a conocer a los habitantes de la tierra. Cristo había condescendido en revestir la naturaleza humana; iba a llevar una carga infinita de desgracia al ofrendar su alma por el pecado; sin embargo los ángeles deseaban que aun en su humillación el Hijo del Altísimo apareciese ante los hombres con la dignidad y gloria que correspondían a su carácter. ¿Se juntarían los grandes de la tierra en la capital de Israel para saludar su venida? ¿Sería presentado por legiones de ángeles a la muchedumbre que le esperara?
Un Ángel Desciende A La Tierra Para Ver Quiénes Están Preparados para dar la bienvenida a Jesús. Pero no puede discernir señal alguna de expectación. No oye ninguna voz de alabanza ni de triunfo que anuncie que la venida del Mesías es inminente. El ángel se cierne durante un momento sobre la ciudad 360 escogida y sobre el templo donde durante siglos y siglos se manifestara la divina presencia; pero allí también se nota la misma indiferencia. Con pompa y orgullo, los sacerdotes ofrecen sacrificios impuros en el templo. Los fariseos hablan al pueblo con grandes voces, o hacen oraciones jactanciosas en las esquinas de las calles. En los palacios de los reyes, en las reuniones de los filósofos, en las escuelas de los rabinos, nadie piensa en el hecho maravilloso que ha llenado todo el cielo de alegría y alabanzas, el hecho de que el Redentor de los hombres está a punto de hacer su aparición en la tierra.
No Hay Señal De Que Se Espere A Cristo ni preparativos para recibir al Príncipe de la vida. Asombrado, el mensajero celestial está a punto de volverse al cielo con la vergonzosa noticia, cuando descubre un grupo de pastores que están cuidando sus rebaños durante la noche, y que al contemplar el cielo estrellado, meditan en la profecía de un Mesías que debe venir a la tierra y anhelan el advenimiento del Redentor del mundo. Aquí tenemos un grupo de seres humanos preparado para recibir el mensaje celestial.
Y de pronto aparece el ángel del Señor proclamando las buenas nuevas de gran gozo. La gloria celestial inunda la llanura, una compañía innumerable de ángeles aparece, y, como si el júbilo fuese demasiado para ser traído del cielo por un solo mensajero, una multitud de voces entonan la antífona que todas las legiones de los rescatados cantarán un día: "¡Gloria en las alturas a Dios, y sobre la tierra paz; entre los hombres buena voluntad!" (Lucas 2:14 V.M).
¡OH! ¡QUÉ LECCIÓN ENCIERRA ESTA MARAVILLOSA HISTORIA DE BELÉN! ¡Qué reconvención para nuestra incredulidad, nuestro orgullo y amor propio! ¡Cómo nos amonesta a que tengamos cuidado, no sea que por nuestra criminal indiferencia, nosotros también dejemos de discernir las señales de los tiempos, y no conozcamos el día de nuestra visitación!
No fue sólo sobre los collados de Judea, ni entre los humildes pastores, donde los ángeles encontraron a quienes velaban 361 esperando la venida del Mesías En tierra de paganos había también quienes le esperaban; eran sabios, ricos y nobles filósofos del oriente. Observadores de la naturaleza, los magos habían visto a Dios en sus obras.
Por las Escrituras hebraicas tenían conocimiento de la estrella que debía proceder de Jacob, y con ardiente deseo esperaban la venida de Aquel que sería no sólo la "consolación de Israel," sino una "luz para iluminación de las naciones" y "salvación hasta los fines de la tierra." (Lucas 2: 25, 32; Hechos 13: 47, V.M.) Buscaban luz, y la luz del trono de Dios iluminó su senda. MIENTRAS LOS SACERDOTES Y RABINOS DE JERUSALÉN, guardianes y expositores Titulados de la verdad, quedaban envueltos en tinieblas, la estrella enviada del cielo guió a los gentiles del extranjero al lugar en que el Rey acababa de nacer. Es "para la salvación de los que le esperan" para lo que Cristo aparecerá "la segunda vez, sin pecado." (Hebreos 9: 28, V.M.). CS
* La Historia Del gran Conflicto Entre El Bien Y El Mal, desde que principió en el cielo hasta el final abatimiento de la rebelión y la total extirpación del pecado, es también una demostración del inmutable amor de Dios. El soberano del universo no estaba solo en su obra benéfica. Tuvo un compañero, un colaborador que podía apreciar sus designios, y que podía compartir su regocijo al brindar felicidad a los seres creados. "En el principio era el Verbo, y el 12 Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios." (Juan 1: 1, 2.) Cristo, el Verbo, el Unigénito de Dios, era uno solo con el Padre eterno, uno solo en naturaleza, en carácter y en propósitos; era el único ser que podía penetrar en todos los designios y fines de Dios. "Y llamaráse su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz" "sus salidas son desde el principio, desde los días del siglo." (Isa. 9: 6; Miq. 5: 2.) Y el Hijo de Dios, hablando de sí mismo, declara: "Jehová me poseía en el principio de su camino, ya de antiguo, antes de sus obras. Eternalmente tuve el principado. . . . Cuando establecía los fundamentos de la tierra; con él estaba yo ordenándolo todo; y fui su delicia todos los días, teniendo solaz delante de él en todo tiempo." (Prov. 8: 22-30)
El Padre obró por medio de su Hijo en la creación de todos los seres celestiales. "Porque por él fueron criadas todas las cosas, . . . sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue criado por él y para él." (Col. 1: 16.) Los ángeles son los ministros de Dios, que, irradiando la luz que constantemente dimana de la presencia de él y valiéndose de sus rápidas alas, se apresuran a ejecutar la voluntad de Dios. Pero el Hijo, el Ungido de Dios, "la misma imagen de su sustancia," "el resplandor de su gloria" y sostenedor de" todas las cosas con la palabra de su potencia," tiene la supremacía sobre todos ellos. Un "trono de gloria, excelso desde el principio," era el lugar de su santuario; una "vara de equidad," el cetro de su reino. "Alabanza y magnificencia delante de él: fortaleza y gloria en su santuario." "Misericordia y verdad van delante de tu rostro." (Heb. 1:3, 8; Jer. 17:12; Sal. 96:6; 89:14) PP
EL PROPÓSITO DIVINO no se cumplió sin arrostrar la oposición más resuelta. De todas las maneras que pudo, el enemigo de la verdad y de la justicia obró para inducir a los descendientes de Abrahán a olvidar su alta y santa vocación y a desviarse hacia el culto de los dioses falsos. Y con frecuencia sus esfuerzos triunfaron excesivamente. Durante siglos, antes del primer advenimiento de Cristo, las tinieblas cubrieron la tierra y densa obscuridad los pueblos. Satanás arrojaba su sombra infernal sobre la senda de los hombres, a fin de impedirles que adquiriesen un conocimiento de Dios y del mundo futuro. Multitudes moraban en sombra de muerte. Su única esperanza consistía en que se disipase esta lobreguez, para que Dios pudiese ser revelado.
Con visión profética, David, el ungido de Dios, había previsto que el advenimiento de Cristo sería "como la luz de la mañana cuando sale el sol, de la mañana sin nubes."(2 Sam. 23: 4.) Y Oseas atestiguó: "Como el alba está aparejada su salida."(Ose. 6: 3.) En silencio y con suavidad se produce el amanecer en la tierra, y se despierta la vida en ella cuando se disipan las sombras de las tinieblas. Así había de levantarse el Sol de Justicia, y traer "en sus alas . . . salud."(Mal. 4: 2.) Las multitudes "que moraban en tierra de sombra de muerte" habían de ver "gran luz."(Isa. 9: 2.)
El profeta Isaías, mirando con arrobamiento esa gloriosa liberación, exclamó: "Un niño nos es nacido, Hijo nos es dado; y el principado sobre su hombro: y llamaráse su nombre Admirable, 508 Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán término, sobre el trono de David, y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto (Vers. 6, 7.)
Durante los últimos siglos de la historia de Israel antes del primer advenimiento, era de comprensión general que se aludía a la venida del Mesías en esta profecía: "Poco es que tú me seas siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures los asolamientos de Israel: también te dí por luz de las gentes, para que seas mi salud [salvación] hasta lo postrero de la tierra."(Isa 49: 6) El profeta había predicho: "Manifestaráse la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá."(Isa. 40: 5.) Acerca de esta luz de los hombres testificó osadamente Juan el Bautista cuando proclamó: "Yo soy la voz del que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo Isaías profeta."(Juan 1: 23.)
A Cristo fue a quien se dirigió la promesa profética: "Así ha dicho Jehová, Redentor de Israel, el Santo suyo, al menospreciado de alma, al abominado de las gentes, . . . así dijo Jehová: . . . Guardarte he, y te daré por alianza del pueblo, para que levantes la tierra, para que heredes asoladas heredades; para que digas a los presos: Salid; y a los que están en tinieblas: Manifestaos.... No tendrán hambre ni sed, ni el calor ni el sol los afligirá; porque el que tiene de ellos misericordia los guiará, y los conducirá a manaderos de aguas."(Isa. 49: 7-10.)
Los que eran firmes en la nación judía, los descendientes del santo linaje por medio del cual se había conservado el conocimiento de Dios, fortalecían su fe meditando en estos pasajes y otros similares. Con sumo gozo leían que el Señor ungiría al que iba "a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, . . . a promulgar año de la buena voluntad de 509 Jehová."(Isa. 61: 1, 2.) Sin embargo, sus corazones se entristecían al pensar en los sufrimientos que debería soportar para cumplir el propósito divino. Con profunda humillación en su alma leían en el rollo profético estas palabras: "¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová? "Y subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca: no hay parecer en él, ni hermosura: verlo hemos, mas sin atractivo para que le deseemos. "Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto: y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. "Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. "Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados: el castigo de nuestra paz sobre él; y por su llaga fuimos nosotros curados. "Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino: mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. "Angustiado él, y afligido, no abrió su boca: como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. "De la cárcel y del juicio fue quitado; y su generación ¿Quién la contará? Porque cortado fue de la tierra de los vivientes; por la rebelión de mi pueblo fue herido. "Y dispúsose con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; porque nunca hizo él maldad, ni hubo engaño en su boca."(Isa. 53: 1-9.) 510
Acerca del Salvador que tanto iba a sufrir, Jehová mismo declaró por Zacarías: "Levántate, oh espada, sobre el Pastor, y sobre el Hombre compañero mío." (Zac. 13: 7.) Como substituto y garante del hombre pecaminoso, Cristo iba a sufrir bajo la justicia divina. Había de comprender lo que significaba la justicia. Había de saber lo que representa para los pecadores estar sin intercesor delante de Dios.
Por medio del salmista, el Redentor había profetizado acerca de sí mismo: "La afrenta ha quebrantado mi corazón, y estoy acongojado: y esperé quien se compadeciese de mí, y no lo hubo: y consoladores, y ninguno hallé. Pusiéronme además hiel por comida, y en mi sed me dieron a beber vinagre."(Sal. 69: 20, 21.)
Profetizó acerca del trato que iba a recibir: "Perros me han rodeado, hame cercado cuadrilla de malignos: horadaron mis manos y mis pies. Contar puedo todos mis huesos; ellos miran, considéranme. Partieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes."(Sal. 22: 16-18.) Estas descripciones del acerbo sufrimiento y de la muerte cruel del Mesías prometido, por tristes que fuesen, abundaban en promesas; porque con respecto al que "quiso" quebrantar, "sujetándole a padecimiento" para que entregase "su vida en expiación por el pecado," Jehová declaró: "Verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Del trabajo de su alma verá y será saciado; con su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y él llevará las iniquidades de ellos. "Por tanto yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los perversos, 511 habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores."(Isa. 53: 10-12.)
El amor hacia los pecadores fue lo que indujo a Cristo a pagar el precio de la redención. "Vió que no había hombre, y maravillóse que no hubiera quien se interpusiese;" ningún otro podía rescatar a hombres y mujeres del poder del enemigo; por lo tanto "salvólo su brazo, y afirmóle su misma justicia."(Isa. 59: 16.) "He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi Escogido, en quien mi alma toma contentamiento: he puesto sobre él mi Espíritu, dará juicio a las gentes." (Isa. 42: 1.)
En su vida no había de entretejerse ninguna aserción de sí mismo. El Hijo de Dios no conocería los homenajes que el mundo tributa a los cargos, a las riquezas y al talento. El Mesías no iba a emplear recurso alguno de los que usan los hombres para obtener obediencia u homenaje. Su absoluto renunciamiento de sí mismo se predecía en estas palabras: "No clamará, ni alzará, ni hará oír su voz en las plazas. No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare."(Isa. 42: 2, 3.) En pronunciado contraste con la conducta de los instructores de su época, iba a destacarse la del Salvador entre los hombres. En su vida no iban a presenciarse disputas ruidosas, adoración ostentosa ni actos destinados a obtener aplausos. El Mesías iba a esconderse en Dios, y Dios iba a revelarse en el carácter de su Hijo. Sin un conocimiento de Dios, la humanidad quedaría eternamente perdida. Sin ayuda divina, hombres y mujeres se degradarían cada vez más. Era necesario que Aquel que había hecho el mundo les impartiese vida y poder. De ninguna otra manera podían suplirse las necesidades del hombre.
Se profetizó, además, acerca del Mesías: "No se cansará, 512 ni desmayará, hasta que ponga en la tierra juicio; y las islas esperarán su ley." El Hijo de Dios iba a "magnificar la ley y engrandecerla." (Vers. 4, 21.) No iba a reducir su importancia ni la vigencia de sus requerimientos; antes iba a exaltarla. Al mismo tiempo, iba a librar los preceptos divinos de aquellas gravosas exigencias impuestas por los hombres, que desalentaban a muchos en sus esfuerzos para servir aceptablemente a Dios.
Acerca de la misión del Salvador, la palabra de Jehová fue: "Yo Jehová te he llamado en justicia, y te tendré por la mano; te guardaré y te pondré por alianza del pueblo, por luz de las gentes; para que abras ojos de ciegos, para que saques de la cárcel a los presos, y de casas de prisión a los que están de asiento en tinieblas. Yo Jehová: éste es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas. Las cosas primeras he aquí vinieron, y yo anuncio nuevas cosas: antes que salgan a luz, yo os las haré notorias."(Vers. 6-9.)
Mediante la Simiente prometida, el Dios de Israel iba a dar liberación a Sión. "Saldrá una Vara del tronco de Isaí, y un Vástago retoñará de sus raíces."(Isa. 11: 1) "He aquí una virgen que concibe y da a luz un hijo, y le da el nombre de Emmanuel. Requesones y miel comerá, hasta que sepa desechar lo malo y escoger lo bueno.(Isa. 7: 14, 15, V.M.) "Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. Y harále entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oyeren sus oídos; sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra: y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de sus riñones.... Y acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará puesta por pendón a los pueblos, será buscada de las gentes; y su holganza será gloria."(Isa. 11 : 2-5, 10.) 513 "He aquí el Varón cuyo nombre es Pimpollo, . . . edificará el templo de Jehová, y él llevará gloria, y se sentará y dominará en su trono, y será sacerdote en su solio."(Zac. 6: 12, 13.)
Iba a abrirse un manantial para limpiar "el pecado y la inmundicia"(Zac. 13: 1); los hijos de los hombres iban a oír la bienaventurada invitación: "A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad, y comed. Venid, comprad, sin dinero y sin precio, vino y leche. "¿Por qué gastáis el dinero no en pan, y vuestro trabajo no en hartura? Oídme atentamente, y comed del bien, y deleitaráse vuestra alma con grosura. "Inclinad vuestros oídos, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David."(Isa. 55: 1-3.)
A Israel fue hecha la promesa: "He aquí, que yo lo dí por testigo a los pueblos, por jefe y por maestro a las naciones. He aquí, llamarás a gente que no conociste, y gentes que no te conocieron correrán a ti; por causa de Jehová tu Dios, y del Santo de Israel que te ha honrado."(Vers. 4, 5.) "Haré que se acerque mi justicia, no se alejará: y mi salud no se detendrá. Y pondré salud en Sión, y mi gloria en Israel."(Isa. 46: 13.)
Con sus palabras y sus acciones, durante su ministerio terrenal, el Mesías iba a revelar a la humanidad la gloria de Dios el Padre. Cada acto de su vida, cada palabra que hablara, cada milagro que realizara, iba a dar a conocer a la humanidad caída el amor infinito de Dios. "Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sión; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalem; levántala, no temas; Di a las ciudades de Judá: ¡Veis aquí el Dios vuestro! 514 "He aquí que el Señor Jehová vendrá con fortaleza, y su brazo se enseñoreará: he aquí que su salario viene con él, y su obra delante de su rostro. Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo cogerá los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente las paridas."(Isa. 40: 9-11.)
"Y en aquel tiempo los sordos oirán las palabras del libro, y los ojos de los ciegos verán en medio de la oscuridad y de las tinieblas. Entonces los humildes crecerán en alegría en Jehová y los pobres de los hombres se gozarán en el Santo de Israel. . . . Y los errados de espíritu aprenderán inteligencia, y los murmuradores aprenderán doctrina."(Isa. 29: 18, 19, 24.) Mediante los patriarcas y los profetas, así como mediante las figuras y los símbolos, Dios hablaba al mundo del advenimiento de Quien lo libertaría del pecado. Una larga cadena de profecías inspiradas señalaba la venida del "Deseado de todas las gentes."(Hag. 2:7.) Hasta el lugar de su nacimiento y el tiempo de su aparición fueron minuciosamente especificados.
El Hijo de David debía nacer en la ciudad de David. Dijo el profeta que de Belén saldría "el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días del siglo."(Miq. 5:2.) "Y tú, Bet-lehem, en tierra de Judá, no eres de ninguna manera el más pequeño entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá el Caudillo que pastoreará a mi pueblo Israel."(Mat. 2:6, V.M.)
El tiempo en que iban a producirse el primer advenimiento y algunos de los principales acontecimientos relacionados con la vida y la obra del Salvador, fue comunicado a Daniel por el ángel Gabriel. Dijo éste: "Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para acabar la 515 prevaricación, y concluir el pecado, y expiar la iniquidad; y para traer la justicia de los siglos, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos."(Dan. 9: 24.) En la profecía un día representa un año. (Véase Núm. 14:34; Eze. 4: 6.) Las setenta semanas, o 490 días, representan 490 años. El punto de partida de este plazo se da así: "Sepas pues y entiendas, que desde la salida de la palabra para restaurar y edificar a Jerusalem hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas"(Dan. 9: 25), es decir 69 semanas, o 483 años. La orden de reedificar a Jerusalén, según la completó el decreto de Artajerjes Longímano (véase Esdras 6: 14; 7: 1, 9), entró en vigencia en el otoño del año 457 ant. de J. C. Desde esa fecha, 483 años llegan hasta el otoño del año 27 de nuestra era. De acuerdo con la profecía, ese plazo debía llegar hasta el Mesías, o Ungido. En el año 27 de nuestra era, Jesús recibió, en ocasión de su bautismo, el ungimiento del Espíritu Santo, y poco después comenzó su ministerio. Se proclamó entonces el mensaje: "El tiempo es cumplido "(Mar. 1 :15.)
Había dicho el ángel: "En otra semana [7 años] confirmará el pacto a muchos." Durante siete años después que el Salvador iniciara su ministerio, el Evangelio iba a ser predicado especialmente a los judíos; por Cristo mismo durante tres años y medio, y después por los apóstoles. "A la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda."(Dan. 9: 27.) En la primavera del año 31 de nuestra era, Cristo, el verdadero Sacrificio, fue ofrecido en el Calvario. Entonces el velo del templo se rasgó en dos, por lo cual se demostró que dejaban de existir el carácter sagrado y el significado del servicio de los sacrificios. Había llegado el momento en que debían cesar el sacrificio y la oblación terrenales. Aquella semana, o siete años, terminó en el año 34 de nuestra era. Entonces, al apedrear a Esteban, los judíos sellaron finalmente su rechazamiento del Evangelio; los discípulos, dispersados por la persecución, "iban por todas partes anunciando la palabra"(Hech. 8: 4); y poco después se convirtió 516 Saulo el perseguidor, para llegar a ser Pablo, el apóstol de los gentiles.
Las muchas profecías concernientes al advenimiento del Salvador inducían a los hebreos a vivir en una actitud de constante expectación. Muchos murieron en la fe, sin haber recibido las promesas; pero, habiéndolas visto desde lejos, creyeron y confesaron que eran extranjeros y advenedizos en la tierra. Desde los días de Enoc, las promesas repetidas por intermedio de los patriarcas y los profetas habían mantenido viva la esperanza de su aparición.
Al principio Dios no había revelado la fecha exacta del primer advenimiento; y aun cuando la profecía de Daniel la daba a conocer, no todos interpretaban correctamente el mensaje. Transcurrieron los siglos uno tras otro; finalmente callaron las voces de los profetas. La mano del opresor pesaba sobre Israel. Al apartarse los judíos de Dios, la fe se empañó y la esperanza casi dejó de iluminar el futuro. Muchos no comprendían las palabras de los profetas; y aun aquellos cuya fe se había conservado vigorosa estaban a punto de exclamar: "Se van prolongando los días, y fracasa toda visión."(Eze. 12: 22, V.M.) Pero en el concilio celestial había sido determinada la hora en que Cristo había de venir; y llegado "el cumplimiento del tiempo, Dios envió su Hijo, . . . para que redimiese a los que estaban debajo de la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos."(Gál. 4: 4, 5.)
La humanidad debía recibir lecciones en su lenguaje. El Mensajero del pacto debía hablar. Su voz debía oírse en su propio templo. El, que es Autor de la verdad, debía separarla del tamo de las expresiones humanas, que la habían anulado. Los principios del gobierno de Dios y el plan de redención debían ser definidos claramente. Las lecciones del Antiguo Testamento debían presentarse a los hombres en toda su plenitud.
Cuando finalmente apareció el Salvador "hecho semejante a los hombres"(Fil. 2: 7), e inició su ministerio de gracia, 517 Satanás pudo tan sólo herirle el calcañar, mientras que con cada acto que le humillara e hiciera sufrir, Cristo hería la cabeza de su adversario. La angustia que el pecado había producido se derramó en el seno del que era sin pecado; y sin embargo mientras Cristo soportaba la contradicción de los pecadores, pagaba la deuda del hombre pecaminoso y deshacía la servidumbre en la cual la humanidad había estado sujeta. Toda angustia y todo insulto que sufría obraba para liberar la humanidad.
Si Satanás hubiese logrado que Cristo cediese a una sola tentación, o que manchase su pureza perfecta por un solo acto o aun por un pensamiento, el príncipe de las tinieblas habría triunfado sobre el Garante del hombre y habría ganado para sí toda la familia humana. Pero si bien Satanás podía afligir, no podía contaminar; podía ocasionar angustia, pero no profanar. Hizo de la vida de Cristo una larga escena de conflicto y prueba; y sin embargo, con cada ataque iba perdiendo su dominio sobre la humanidad.
En el desierto de la tentación, en el huerto de Getsemaní y en la cruz, nuestro Salvador cruzó armas con el príncipe de las tinieblas. Sus heridas llegaron a ser los trofeos de su victoria en favor de la familia humana. Mientras Cristo pendía agonizante de la cruz, mientras los malos espíritus se regocijaban, y los hombres impíos le escarnecían, su calcañar fue en verdad herido por Satanás. Pero ese mismo acto aplastaba la cabeza de la serpiente. Por la muerte destruyó "al que tenía el imperio de la muerte, es a saber, al diablo."(Heb. 2: 14.) Este acto decidió el destino del jefe de los rebeldes, y aseguró para siempre el plan de la salvación. Al morir, Cristo venció el poder de la muerte; al resucitar, abrió para sus seguidores las puertas del sepulcro. En esa última gran contienda vemos cumplirse la profecía: "Esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar."(Gén. 3: 15.) "Muy amados, ahora somos hijos de Dios, y aun no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él 518 apareciere, seremos semejantes a él, porque le veremos como él es."(1 Juan 3: 2.) Nuestro Redentor abrió el camino, para que aun el más pecaminoso, el más necesitado, el más oprimido y despreciado, pueda hallar acceso al Padre. "Jehová, tú eres mi Dios: te ensalzaré, alabaré tu nombre; porque has hecho maravillas, los consejos antiguos, la verdad firme."(Isa. 25: 1.) PR
"BIENAVENTURADOS LOS QUE PADECEN PERSECUCIÓN POR CAUSA DE LA JUSTICIA, PORQUE DE ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS". Jesús no ofrece a sus discípulos la esperanza de obtener gloria y riquezas mundanales ni vivir sin tribulaciones. Les presenta el privilegio de andar con su Maestro por senderos de abnegación y vituperio, porque el mundo no los conoce.
El que vino a redimir al mundo perdido tuvo la oposición de las fuerzas unidas de los enemigos de Dios y del hombre. En una confederación despiadada, los hombres y los ángeles malos se alinearon en orden de batalla contra el Príncipe de paz. Aunque la compasión divina se notaba en cada una de sus palabras y acciones, su diferencia del mundo provocó una hostilidad amarguísima. Porque no daba licencia a la manifestación de las malas pasiones de nuestra naturaleza, excitó la más cruel oposición y enemistad. Así será con todos los que vivan piadosamente en Cristo Jesús.
Entre la justicia y el pecado, el amor y el odio, la verdad y el engaño, hay una lucha imposible de suprimir. 29
Cuando se presentan el amor de Cristo y la belleza de su santidad, se le restan súbditos al reino de Satanás, y esto incita al príncipe del mal a resistir. La persecución y el oprobio esperan a quienes están dominados por el Espíritu de Cristo.
El carácter de la persecución cambia con el transcurso del tiempo, pero el principio o espíritu fundamental es el mismo que dio muerte a los elegidos de Dios desde los días de Abel.
Siempre que el hombre procure ponerse en armonía con Dios, sabrá que la afrenta de la cruz no ha cesado. Principados, potestades y huestes espirituales de maldad en las regiones celestes, todos se alistan contra los que consienten en obedecer la ley del cielo. Por eso, en vez de producirles pesar, la persecución debe llenar de alegría a los discípulos de Cristo; porque es prueba de que siguen los pasos de su Maestro.
Aunque el Señor no prometió eximir a su pueblo de tribulación, le prometió algo mucho mejor. Le dijo: "Como tus días serán tus fuerzas". "Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad".*Deut. 33:25; 2 Cor. 12:9. Si somos llamados a entrar en el horno de fuego por amor de Jesús, él estará a nuestro lado, así como estuvo con los tres fieles en Babilonia.
Los que aman a su Redentor se regocijarán por toda oportunidad de compartir con él la humillación y el oprobio. El amor que sienten hacia su Señor dulcifica el sufrimiento por su causa. En todas las edades, Satanás persiguió a los hijos de Dios. Los atormentó y ocasionó su muerte; pero al morir alcanzaron la victoria. En su fe constante se reveló Uno que es más poderoso que Satanás. Este podía torturar y matar el cuerpo, pero no podía tocar la vida escondida con Cristo en Dios. Podía encarcelar, pero no podía aherrojar el espíritu. Más allá de la lobreguez, podían ver la gloria y decir: "Tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse". "Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria"*Rom. 8:18; 2Cor. 4:17. 30
Por las pruebas y persecuciones se revela la gloria o carácter de Dios en sus elegidos. La iglesia de Dios, perseguida y aborrecida por el mundo, se educa y se disciplina en la escuela de Cristo. En la tierra, sus miembros transitan por sendas estrechas y se purifican en el horno de la aflicción. Siguen a Cristo a través de conflictos penosos; se niegan a sí mismos y sufren ásperas desilusiones; pero los dolores que experimentan les enseñan la culpabilidad y la desgracia del pecado, al que miran con aborrecimiento.
Siendo participantes de los padecimientos de Cristo, están destinados a compartir también su gloria. En santa visión, el profeta vio el triunfo del pueblo de Dios. Dice: "Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia..., en pie sobre el mar de vidrio y con las arpas de Dios. Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos". "Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos". *Apoc. 15:2,3; 7:14,15. DMJ
DURANTE más de mil años, los judíos habían esperado la venida del Salvador. En este acontecimiento habían cifrado sus más gloriosas esperanzas. En cantos y profecías, en los ritos del templo y en las oraciones familiares, habían engastado su nombre. Y sin embargo, cuando vino, no le conocieron. El Amado del cielo fue para ellos como "raíz de tierra seca," sin "parecer en él ni hermosura;" y no vieron en él belleza que lo hiciera deseable a sus ojos. "A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron."* (Isaías 53:2; Juan 1:11).
Sin embargo, Dios había elegido a Israel. Lo había llamado para conservar entre los hombres el conocimiento de su ley, así como los símbolos y las profecías que señalaban al Salvador. Deseaba que fuese como fuente de salvación para el mundo. Como Abrahán en la tierra donde peregrinó, José en Egipto y Daniel en la corte de Babilonia, había de ser el pueblo hebreo entre las naciones. Debía revelar a Dios ante los hombres. En el llamamiento dirigido a Abrahán, el Señor había dicho: "Bendecirte he, . . . y serás bendición, . . . y serán benditas en ti todas las familias de la tierra."* (Génesis 12:2,3).
La misma enseñanza fue repetida por los profetas. Aun después que Israel había sido asolado por la guerra y el cautiverio, recibió esta promesa: "Y será el residuo de Jacob en medio de muchos pueblos, como el rocío de Jehová, como las lluvias sobre la hierba, las cuales no esperan varón, ni aguardan a hijos de hombres.'* (Miqueas 5:7).
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*DE SUS DISCÍPULOS, CRISTO DIJO: "Yo les he dado tu palabra; y ... no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo." (Juan 17:14.) "No os conforméis a este siglo -nos manda Dios; más reformaos por la renovación de vuestro entendimiento." (Romanos 12:2.) "No os juntéis en yugo con los infieles: porque ¿Qué compañía tiene la justicia con la injusticia? ¿y qué comunión la luz con las tinieblas?... ¿y qué concierto el templo de Dios con los ídolos? porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré en ellos; y seré el Dios de ellos, y ellos serán mi pueblo. Por lo cual "Salid de en medio de ellos, y apartaos.... y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré a vosotros Padre, y vosotros me seréis a mí hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso." (2 Corintios 6:14-18.) "Reunid el pueblo." Declaradle "las ordenanzas de Dios y sus leyes." (Joel 2: 16; Exodo 18: 16.) "Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré." (Números 6:27.) "Y verán todos los pueblos de la tierra que el nombre de Jehová es llamado sobre ti." (Deuteronomio 28:10.) "Y será el residuo de Jacob en medio de muchos pueblos, como el rocío de Jehová, como las lluvias sobre la hierba, los cuales no esperan varón, ni aguardan a hijos de hombres." (Miqueas 5:7.)
Nosotros estamos contados con Israel. Todas las instrucciones dadas a los antiguos israelitas respecto a la educación de sus hijos, todas las promesas de bendición por medio de la obediencia, son para nosotros. 316
Dios nos dice: "Bendecirte he, ... y serás bendición." (Génesis 12:2.) De los primeros discípulos y de todos los que creerían en él por la palabra de ellos, Cristo dijo: "Y yo, la gloria que me diste les he dado; para que sean una cosa, como también nosotros somos una cosa. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean consumadamente una cosa; y que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado, como también a mí me has amado." (S. Juan 17:22,23.)
¡Admirables, admirables palabras, casi fuera del alcance de la fe! El Creador de todos los mundos ama a los que se consagran a su servicio, así como ama a su Hijo. Aquí también y ahora mismo su favor y su gracia nos son otorgados en maravillosa medida. Nos ha dado la Luz y la Majestad de los cielos, y con él nos ha concedido todos los tesoros del cielo. Además de lo mucho que nos ha prometido para la vida futura, nos concede con regia largueza dones para la vida presente. Como súbditos de su gracia, desea que gocemos de todo cuanto ennoblece, expansiona y realza nuestro carácter. Aguarda él para inspirar a la juventud el poder de lo alto, a fin de que permanezca bajo la bandera ensangrentada de Cristo, trabajando como él trabajó, para guiar a las almas por senderos seguros y afirmar los pies de muchos sobre la Roca de los siglos.
Cuantos procuren trabajar en armonía con el plan divino de educación recibirán su gracia auxiliadora, su continua presencia, su poder que los guardará. A todos les dice: "Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente: no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios será contigo." "No te dejaré, ni te desampararé." (Josué 1:9, 5.)
"Porque como desciende de los cielos la lluvia, y la nieve, y no vuelve allá, sino que harta la tierra, y la hace germinar y producir, y da simiente al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: 317 no volverá a mí vacía, antes hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié. Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos; los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso. En lugar de la zarza crecerá haya, y en lugar de la ortiga crecerá arrayán: y será a Jehová por nombre, por señal eterna que nunca será raída." (Isaías 55:10-13.)
En el mundo entero la sociedad está en desorden, y se necesita una transformación radical. La educación dada a la juventud moldeará toda la organización social.
"Y edificarán los desiertos antiguos, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades asoladas, los asolamientos de muchas generaciones." Y los hombres los llamarán "sacerdotes de Jehová ... y tendrán perpetuo gozo. Porque yo Jehová soy amador del derecho... por tanto, afirmaré en verdad su obra, y haré con ellos pacto perpetuo.
Y la simiente de ellos será conocida entre las gentes, y sus renuevos en medio de los pueblos; todos los que los vieren, los conocerán, que son simiente bendita de Jehová.... Porque como la tierra produce su renuevo, y como el huerto hace brotar su simiente, así el Señor Jehová hará brotar justicia y alabanza delante de todas las gentes." (Isaías 61:4-11.) MC
Ministerio Hno. Pio
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