viernes, 25 de diciembre de 2020

487. PROFECÍAS DE CASTIGO PARA ISRAEL (SECCIÓN I. 5° año, 4°.1 mes, 5°.1 día). EL LLAMADO: La Misión Divina Para El Profeta (EZEQUIEL 3:1-11).

Ezequiel 3:1-11. Continua el llamado del profeta y las advertencias para que no se desanime…

Vers. (1-3) Ezequiel se come el rollo. (4-11) Dios lo anima, le pondría su rostro como pedernal. Para que sea fuerte y perseverante.

1 ME DIJO: Hijo de hombre, come lo que hallas; come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel. 2 Y abrí mi boca, y me hizo comer aquel rollo. 3 Y me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre, y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy. Y lo comí, y fue en mi boca dulce como miel.

4 Luego me dijo: Hijo de hombre, ve y entra a la casa de Israel, y habla a ellos con mis palabras. 5 Porque no eres enviado a pueblo de habla profunda ni de lengua difícil, sino a la casa de Israel. 6 No a muchos pueblos de habla profunda ni de lengua difícil, cuyas palabras no entiendas; y si a ellos te enviara, ellos te oyeran. 7 Mas la casa de Israel no te querrá oír, porque no me quiere oír a mí; porque toda la casa de Israel es dura de frente y obstinada de corazón.

He aquí yo he hecho tu rostro fuerte contra los rostros de ellos, y tu frente fuerte contra sus frentes. 9 Como diamante, más fuerte que pedernal he hecho tu frente; no los temas, ni tengas miedo delante de ellos, porque son casa rebelde. 10 Y me dijo: Hijo de hombre, toma en tu corazón todas mis palabras que yo te hablaré, y oye con tus oídos. 11 Y ve y entra a los cautivos, a los hijos de tu pueblo, y háblales y diles: Así ha dicho Jehová el Señor; escuchen, o dejen de escuchar. (Ezequiel 3)

1. Come este rollo. Es posible que una leve vacilación de Ezequiel demandara la repetición de la orden (cap. 2: 8). La lección que se deseaba enseñar exigía ser ilustrada en forma dramática. El profeta no debía de escoger su propio mensaje. Su comida debía ser hacer la voluntad de Aquel que lo había enviado y proclamar su mensaje (Juan 4: 34). La inspiración es más que la purificación y el estímulo de los poderes mentales en forma subjetiva. Se imparten hechos objetivos, externos.

Los que estudian la Palabra también deben aprender esta lección. Deben recibir la Biblia como si les hubiera sido enviada a ellos, porque los hombres no crean la verdad divina, sino que la descubren en la Biblia. El mensaje debe asimilarse en forma personal, debe ser algo íntimo. Las verdades deben convertirse en parte integrante de la vida y del carácter. Este es el medio por el cual los hombres llegan a ser en todo sentido nuevas criaturas.

3. Dulce como miel. Cuán emocionante le resultó a Ezequiel comprender que había sido llamado para ser colaborador de Dios, portavoz de Jehová para reprender los pecados de su pueblo. Ser llamado a desempeñarse como profeta es en verdad un excelso privilegio. Pero el peligro de la exaltación del yo siempre se halla presente. Pablo temía eso (2 Cor. 12: 7). Compárese esto con el caso de Elena de White (LS 71-72). La vivencia inicial de Ezequiel, la sensación de dulzura, más tarde se convirtió en amargura cuando debió hacer frente a las realidades de la tarea. Esto ocurre frecuentemente con los que son llamados a un servicio especial. Cuán pronto la primera emoción pierde su fuerza cuando uno tiene que enfrentarse con las severas realidades del deber inflexible.

5. De lengua difícil. Se indica que, en lo externo, su tarea sería más fácil que si hubiera sido enviado a los paganos cuyo idioma no comprendía y a quienes su lengua sería extraña. En primer lugar, su misión era ir a "las ovejas perdidas de la casa de Israel" (Mat. 15: 24). No se trataba de que las otras naciones estuvieran fuera del alcance de la salvación, sino que el propósito de Dios era hacer de Israel el núcleo espiritual y la fuerza evangelizadora. Por medio de su pueblo escogido Dios deseaba preservar entre los hombres el conocimiento de su ley y extender su reino espiritual.

 Los profetas reconocieron este propósito. Buena parte de las profecías de Ezequiel fue dedicada a la enumeración de los castigos que caerían sobre las naciones vecinas. En esencia, estas profecías eran exhortaciones a esos países, que les revelaban su historia futura si rehusaban aceptar el plan de Dios (Jer. 18: 7-8).           Ver las PP. 28-32.

6. Ellos te oyeran. Así como lo hicieron Naamán el sirio (Luc. 4: 27), la mujer cananea (Mat. 15: 21-28) o el centurión romano (Mat. 8: 5-12). Las maravillas que se realizaron en Corazín y Betsaida habrían sido más que suficientes para la conversión de Tiro, Sidón y Nínive (Mat. 11: 21; 12: 41). Pero Israel se había empedernido más que las naciones que lo rodeaban.

En todos los tiempos Dios ha tenido el propósito de salvar a tantos miembros de la familia humana como sea posible. "Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino y que viva" (Eze. 33: 11). Dios no quiere "que ninguno perezca" (2 Ped. 3: 9). 

Las enérgicas condenaciones de los escritores proféticos deben entenderse -tal como era su propósito- como pronóstico de calamidades nacionales, nunca como pronunciamientos de eterna ruina para todos los individuos de la nación. No importa cuán severa fuera la predicción de una ruina nacional, los individuos que componían la nación tenían todavía la oportunidad de alcanzar la salvación personal. Así fue como en tiempos de Elías quedaron 7.000 que no habían doblado sus rodillas ante Baal (1 Rey. 19: 18).

7. A mí. Para que Ezequiel no se desanimara por el hecho de que el pueblo se negaba a oír sus palabras, el Señor le recordó que ya se había negado antes a escucharlo a él. "El siervo no es mayor que su señor" (Juan 13: 16). El siervo no debe esperar un mejor trato que el que recibe su Maestro. El que trabaja en favor de las almas siente agudamente el rechazo de los hombres. Recuerde el chasco más acerbo que experimentó su Maestro, quien es en realidad el que es rechazado en la persona de su siervo. Es verdad que el siervo puede examinar los esfuerzos que ha hecho para ver si la misericordia fue rechazada por 615 causa de alguna deficiencia en su presentación. Pero muchos rechazaron al mismo Señor de gloria, y sus siervos ¿deberán sentir que son superiores a su Maestro?

Toda la casa de Israel. Es decir, los israelitas en general. Había en ese tiempo santos como Jeremías y Daniel, y sin duda muchos otros, que en forma individual mantenían su integridad ante Dios.

8. Fuerte. La raíz de este adjetivo es la misma de la primera parte del nombre de Ezequiel (ver p. 597), y es probable que se emplee esta palabra en referencia con su nombre. Es posible que el profeta hubiera protestado que era demasiado débil para hacer frente a la terquedad de pecadores empedernidos. Aquí se le promete que, no importaba cuán duros fueran los israelitas, el profeta sería hecho más duro que ellos y él prevalecería contra ellos. Esta promesa no implica coacción alguna para lograr la aceptación de ese mensaje. En el gobierno de Dios, la aceptación siempre es un acto voluntario.

9. Diamante. Heb. shamir, "piedra de gran dureza". Algunos piensan que se trata del "esmeril". La RVR traduce "diamante" (cf. Jer. 17: 1) y así también la BJ; pero en esa época no se conocía el diamante.

10. En tu corazón. Esta frase explica la simbólica acción de comer (vers. 1). En este versículo el proceso de la recepción aparece invertido: primero el corazón, después los oídos. Esto ilustra un tipo de transposición bastante común en el hebreo. 

Todas mis palabras. El profeta no puede negarse a recibir y a declarar todo el consejo de Dios (vers. 11).

11. A los cautivos. Antes (vers. 4; cf. cap. 2: 3) se le había dicho a Ezequiel que su misión sería la de ir a la casa de Israel. Ahora se le da la misión más específica de ir a "los cautivos". Cuando Ezequiel fue llamado en el año 593/592 a. C. (ver com. cap. 1: 2), y por varios años más, los cautivos no formaban sino una pequeña parte de la nación judía. Después de la caída de Jerusalén en 586 a. C. los cautivos representaban la mayoría del pueblo. 

El mensaje de Ezequiel estaba dirigido a los cautivos; el de Jeremías al remanente de Judá, y el de Daniel a la corte de Babilonia, salvo aquella parte de su libro que estuvo sellada hasta el tiempo del fin (Dan. 12: 4; CS 405). De modo que, aunque los tres fueron contemporáneos, sus esferas de responsabilidad eran diferentes. 4CBA/Ministerio Hno. Pio


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