Lamentaciones 4. Sigue describiendo la causa de la destrucción de Jerusalén… A). Ante Las terribles calamidades que han caído sobre el pueblo. Sión lamenta su estado lastimoso. “Tanto fue la iniquidad que las mujeres comieron a sus propios hijos” solo hay una causa, para esta actitud, por adorar a dioses falsos, que detrás estaba el enemigo de todo lo bueno, que les dio su carácter. 1-12.
B). La causa de la caída y destrucción de Jerusalén, fue por La iniquidad de sus falsos profetas y sacerdotes. 13-16. C). La caída del reino de Judá, por confiar en un liderazgo humano, en vez de confiar en Dios. 17-20. D). El castigo profetizado sobre Edom. Sión es confortada. 21-22.
1 ¡Como se ha ennegrecido el oro! ¡Cómo el buen oro ha perdido su brillo! Las piedras del santuario están esparcidas por las encrucijadas de todas las calles. 2 Los hijos de Sión, preciados y estimados más que el oro puro, ¡Cómo son tenidos por vasijas de barro, obra de manos de alfarero! 3 Aun los chacales dan la teta, y amamantan a sus cachorros; La hija de mi pueblo es cruel como los avestruces en el desierto. 4 La lengua del niño de pecho se pegó a su paladar por la sed; Los pequeñuelos pidieron pan, y no hubo quien se lo repartiese. 5 Los que comían delicadamente fueron asolados en las calles; Los que se criaron entre púrpura se abrazaron a los estercoleros.
6 Porque se aumentó la iniquidad de la hija de mi pueblo más que el pecado de Sodoma, Que fue destruida en un momento, sin que acamparan contra ella compañías. 7 Sus nobles fueron más puros que la nieve, más blancos que la leche; Más rubios eran sus cuerpos que el coral, su talle más hermoso que el zafiro. 8 Oscuro más que la negrura es su aspecto; no los conocen por las calles; Su piel está pegada a sus huesos, seca como un palo. 9 Más dichosos fueron los muertos a espada que los muertos por el hambre; Porque éstos murieron poco a poco por falta de los frutos de la tierra. 10 Las manos de mujeres piadosas cocieron a sus hijos; Sus propios hijos les sirvieron de comida en el día del quebrantamiento de la hija de mi pueblo. 11 Cumplió Jehová su enojo, derramó el ardor de su ira; Y encendió en Sión fuego que consumió hasta sus cimientos.
12 Nunca los reyes de la tierra, ni todos los que habitan en el mundo, Creyeron que el enemigo y el adversario entrara por las puertas de Jerusalén. 13 Es por causa de los pecados de sus profetas, y las maldades de sus sacerdotes, Quienes derramaron en medio de ella La sangre de los justos. 14 Titubearon como ciegos en las calles, fueron contaminados con sangre, De modo que no pudiesen tocarse sus vestiduras. 15 ¡Apartaos! ¡Inmundos! les gritaban; ¡Apartaos, apartaos, no toquéis! Huyeron y fueron dispersados; se dijo entre las naciones: Nunca más morarán aquí. 16 La ira de Jehová los apartó, no los mirará más; No respetaron la presencia de los sacerdotes, ni tuvieron compasión de los viejos.
17 Aun han desfallecido nuestros ojos esperando en vano nuestro socorro; En nuestra esperanza aguardamos a una nación que no puede salvar. 18 Cazaron nuestros pasos, para que no anduviésemos por nuestras calles; Se acercó nuestro fin, se cumplieron nuestros días; porque llegó nuestro fin. 19 Ligeros fueron nuestros perseguidores más que las águilas del cielo; Sobre los montes nos persiguieron, en el desierto nos pusieron emboscadas. 20 El aliento de nuestras vidas, el ungido de Jehová, De quien habíamos dicho: A su sombra tendremos vida entre las naciones, fue apresado en sus lazos.
21 Gózate y alégrate, hija de Edom, la que habitas en tierra de Uz; Aun hasta ti llegará la copa; te embriagarás, y vomitarás. 22 Se ha cumplido tu castigo, oh hija de Sión; Nunca más te hará llevar cautiva. Castigará tu iniquidad, oh hija de Edom; Descubrirá tus pecados. (Lamentaciones 4).
1. ¡Cómo! Heb.'ekah (ver com. cap. 1: 1). Al igual que los cap. 1, 2 y 3, el cap. 4 es un acróstico. Su estructura métrica difiere de los tres primeros poemas porque cada versículo tiene dos acentos principales y no tres. En el t. III, PP. 19-30, hay un estudio detallado de la estructura de la poesía hebrea. Oro. Los símbolos del oro, el buen oro y las piedras parecen aplicarse tanto al templo, que había sido adornado con oro, como al pueblo mismo, lo que se sugiere en el vers. 2. Las encrucijadas de todas las calles. En el hebreo se emplea la misma frase del cap. 2:19. Ver com. allí.
2. Preciados y estimados. Literalmente, "preciados y pagados". Se hace referencia a la costumbre de pesar el metal precioso para pagar por una compra (Gén. 23: 16), como se hacía antes de que se emplearan monedas acuñadas. El que se pesara oro y no plata para concertar esta transacción, muestra el gran valor de la compra. En Esd. 8: 25-26, 33; Job 28: 15; Jer. 32: 9; Zac. 11: 12 se presentan ejemplos de esta práctica. Son tenidos por. Heb. jasab, "considerar", "estimar", "valorar". Esta palabra también es un término comercial que se emplea en el registro de las transacciones comerciales (2 Rey. 22:7).
Vasijas de barro. Las vasijas de barro eran los utensilios más comunes y más baratos de la antigüedad. Los miles de fragmentos de alfarería hallados por los arqueólogos demuestran que se usaban machismo. Según este versículo, los hijos de Sión, cuyo valor sólo podía estimarse con oro, han sido justipreciados por sus enemigos como algo casi sin valor y así se ha registrado en su contabilidad. En verdad, es un triste comentario del bajo nivel al cual había caído Judá en los días del profeta Jeremías.
3. Avestruces. Ver com. Job 39: 13-17.
5. Estercoleros. Lugar donde se arrojaban cenizas y desperdicios. El sentarse o acostarse allí era un signo de completa degradación (ver 1 Sam. 2:8). La ciudad de Jerusalén no era ya sino un vasto montón de cenizas.
6. Sin que acamparan contra ellas compañías. "Sin que nadie le echase mano" (VM). El texto hebreo no es claro, pero es evidente que se refiere a que en la destrucción de Sodoma no hubo intervención humana; su destrucción vino únicamente de lo alto. Puesto que el pecado de Jerusalén es mayor que el de Sodoma, ¡cuán terrible no habrá de ser su castigo!
7. Sus nobles. Heb. nazir, "consagrado". Este sustantivo viene del verbo hebreo nazar, "apartar", "dedicar", y por eso se refiere al que ha sido dedicado para algún propósito. En su sentido técnico, se refiere a la persona que ha hecho los votos de ser nazareo (Núm. 6; Amós 2: 11-12; cf. Juec. 13: 5, 7; 16: 17). También se lo emplea en un sentido más general en relación con José, quien había sido puesto aparte, "apartado de entre sus hermanos" (Gén. 49: 26; Deut. 33: 16). Sin duda, en este pasaje se emplea la palabra con este sentido genérico, por lo que se puede aplicar a los príncipes, los dirigentes, los que ocupan elevados puestos (ver com. Núm. 6: 2).
Nieve. Aunque en el AT tales figuras suelen referirse a la limpieza moral (Isa. 1: 18), aquí sólo pueden referirse al aspecto imponente que una vez habían tenido los dirigentes de Judá. Su talle. "Su figura" (BJ). Su aspecto era el de piedras hermosamente talladas y labradas.
8. No los conocen. No se los reconoce porque su aspecto ha cambiado tan horriblemente. Como un palo. Figura de sequedad y dureza.
10. Piadosas. "Tiernas" (BJ); "misericordiosas". Mujeres que una vez fueron madres tiernas y compasivas, en la extrema angustia provocada por el asedio han comido a sus propios hijos (ver com. cap. 2: 20).
12. Creyeron. Tanto por su posición estratégica como por sus fortificaciones, se consideraba que Jerusalén era inexpugnable. Ese concepto debe haberse magnificado aún más ante los paganos por la destrucción sobrenatural del ejército asirio mientras Senaquerib sitiaba la ciudad (2 Rey. 19: 35). Todo esto fomentaba una falsa sensación de seguridad entre los impíos moradores de Jerusalén.
13. Pecados. Los dirigentes religiosos de Judá eran impíos tanto de corazón como en sus hechos (ver com. Isa. 3:12). Derramaron... sangre. El hecho de que los sacerdotes y los falsos profetas hubieran sido los primeros en pedir la muerte de Jeremías (Jer. 26: 7-24) podría indicar que fueron los principales culpables de la muerte de otros justos (Jer. 6:13-15; 23:11-15).
14. Titubearon. "Vacilaron" o "tambalearon". Quizá se refiera al estado de confusión de esos dirigentes, una vez objeto de grandes honores, al comprender que eran desechados y puestos de lado por todos (cf. Deut. 28: 29).
15. ¡Inmundos! Este era el grito de los leprosos (Lev. 13: 45). Les gritaban. Era el pueblo que gritaba a los falsos profetas y sacerdotes. Se dijo. Los paganos dijeron entre sí.
16. La ira. Heb., el "rostro". Ver Lev. 17:10; Sal. 34:16; Jer. 16:17-18. De nuevo las letras hebreas pe' y 'áyin aparecen invertidas en este acróstico (ver com. cap. 2:16; 3:46).
Los apartó. Mejor, "los dispersó" (BJ). La presencia. Literalmente, los "rostros'. Aquí hay un interesante juego de palabras. Los impíos fueron dispersados por el rostro del Señor, porque ellos, a su vez, no habían demostrado ningún respeto por el rostro de los sacerdotes.
18. Calles. Es decir, las plazas de la ciudad (ver com. cap. 2: 19). Durante el asedio era peligroso andar por esos lugares abiertos, pues uno se exponía a los proyectiles disparados desde las torres levantadas por los sitiadores fuera de los muros de la ciudad (ver com. Jer. 32:24).
19. Montes. El reducido territorio del reino de Judá en los últimos años de su historia consistía en poco más que montañas y desierto.
20. El aliento de nuestras vidas. Algunos piensan que este versículo habla del rey Sedequías. Otros se han extrañado de que Jeremías pudiera así honrar el recuerdo de un rey a quien en otros pasajes fustiga tan fuertemente. Sin embargo, el profeta no habla aquí de Sedequías como hombre, sino del rey como "ungido de Jehová", el dirigente que había sido divinamente designado para la nación (1 Sam. 24:5-6; 26:9, 11; 2 Sam. 1:14, 16). Tendremos vida. Quizá los seguidores de Sedequías concibieron la vana esperanza de que al escapar de la ciudad condenada, podrían mantenerse independientes de alguna manera en el desierto de Judea o en la Transjordania (ver com. Jer. 39: 4-5).
21. Hija de Edom. Los edomitas eran descendientes de Esaú (Gén. 36: 8, 19). La animosidad que una vez existiera entre Jacob y Esaú había sido perpetuada por sus descendientes (Núm. 20: 14-21; Deut. 2: 4-5). Cuando los ejércitos babilonios invadieron a Judá, los edomitas se les unieron en contra de los judíos y aprovecharon para saquear la campiña (Eze. 25:12-14; 35:5; Abd. 11-14). Este pasaje tiene un sentido irónico: "¡Alégrate ahora por tu ganancia mal habida, porque poco te durará!"
Tierra de Uz. Este era el país de Job (ver com. Job 1: 1). También se lo menciona en relación con varios otros vecinos de Judá en Jer. 25:20.
22. Castigo. Ver com. vers. 6. Descubrirá. Heb., "descubrió", o "reveló" (cap. 2:14). 4CBA/Ministerio Hno. Pio
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