Ezequiel 10. Reaparece la visión descrita en el cap. 1: 15-28. En la expansión del firmamento de nuevo se ve algo que se asemeja a un trono de zafiro.
La repetición no es accidental, pues aquí se presentan los movimientos en relación con el progreso de la narración, y se muestra a Dios como relacionado directamente con los acontecimientos que llevan a la caída de Jerusalén. La visión de los seres vivientes presentada en el Quebar era General. Mostraba la mano de Dios a través de toda la historia. La visión de Jerusalén fue específica, y mostró la mano divina interviniendo en un acontecimiento importante.
Así como los judíos no entendieron que su seguridad, progreso y estabilidad… dependía de su fidelidad a Dios; así el mundo de hoy, lo ignora. Pero que lo ignoren no significa que Dios no cumpla sus designios, juzgándolos.
“El curso de la historia no es el resultado de la operación de fuerzas ciegas, sino que detrás de la complicada trama de los acontecimientos humanos, Dios está realizando sus propósitos…”
Vers. (1-7) La visión de los carbones encendidos para esparcirlo sobre la ciudad. (8-22) La visión de los querubines.
1 MIRÉ, y he aquí en la expansión que había sobre la cabeza de los querubines como una piedra de zafiro, que parecía como semejanza de un trono que se mostró sobre ellos. 2 Y habló al varón vestido de lino, y le dijo: Entra en medio de las ruedas debajo de los querubines, y llena tus manos de carbones encendidos de entre los querubines, y espárcelos sobre la ciudad. Y entró a vista mía. 3 Y los querubines estaban a la mano derecha de la casa cuando este varón entró; y la nube llenaba el atrio de adentro.
4 Entonces la gloria de Jehová se elevó de encima del querubín al umbral de la puerta; y la casa fue llena de la nube, y el atrio se llenó del resplandor de la gloria de Jehová. 5 Y el estruendo de las alas de los querubines se oía hasta el atrio de afuera, como la voz del Dios Omnipotente cuando habla. 6 Aconteció, pues, que al mandar al varón vestido de lino, diciendo: Toma fuego de entre las ruedas, de entre los querubines, él entró y se paró entre las ruedas. 7 Y un querubín extendió su mano de en medio de los querubines al fuego que estaba entre ellos, y tomó de él y lo puso en las manos del que estaba vestido de lino, el cual lo tomó y salió.
8 Y apareció en los querubines la figura de una mano de hombre debajo de sus alas. 9 Y miré, y he aquí cuatro ruedas junto a los querubines, junto a cada querubín una rueda; y el aspecto de las ruedas era como de crisólito. 10 En cuanto a su apariencia, las cuatro eran de una misma forma, como si estuviera una en medio de otra. 11 Cuando andaban, hacia los cuatro frentes andaban; no se volvían cuando andaban, sino que al lugar adonde se volvía la primera, en pos de ella iban; ni se volvían cuando andaban. 12 Y todo su cuerpo, sus espaldas, sus manos, sus alas y las ruedas estaban llenos de ojos alrededor en sus cuatro ruedas. 13 A las ruedas, oyéndolo yo, se les gritaba: ¡Rueda!
14 Y cada uno tenía cuatro caras. La primera era rostro de querubín; la segunda, de hombre; la tercera, cara de león; la cuarta, cara de águila. 15 Y se levantaron los querubines; este es el ser viviente que vi en el río Quebar. 16 Y cuando andaban los querubines, andaban las ruedas junto con ellos; y cuando los querubines alzaban sus alas para levantarse de la tierra, las ruedas tampoco se apartaban de ellos. 17 Cuando se paraban ellos, se paraban ellas, y cuando ellos se alzaban, se alzaban con ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba en ellas.
18 Entonces la gloria de Jehová se elevó de encima del umbral de la casa, y se puso sobre los querubines. 19 Y alzando los querubines sus alas, se levantaron de la tierra delante de mis ojos; cuando ellos salieron, también las ruedas se alzaron al lado de ellos; y se pararon a la entrada de la puerta oriental de la casa de Jehová, y la gloria del Dios de Israel estaba por encima sobre ellos. 20 Estos eran los mismos seres vivientes que vi debajo del Dios de Israel junto al río Quebar; y conocí que eran querubines. 21 Cada uno tenía cuatro caras y cada uno cuatro alas, y figuras de manos de hombre debajo de sus alas. 22 Y la semejanza de sus rostros era la de los rostros que vi junto al río Quebar, su misma apariencia y su ser; cada uno caminaba derecho hacia adelante. (Ezequiel 10).
1. Miré. Reaparece la visión descrita en el cap. 1: 15-28. En la expansión del firmamento de nuevo se ve algo que se asemeja a un trono de zafiro. Ezequiel no menciona un ser que ocupe el trono. Su presencia está insinuada por la forma verbal "habló" que aparece en el versículo siguiente.
Querubines. Los querubines (kerubim) del cap. 10 corresponden con los "seres vivientes" del cap. 1. En la teología hebrea, un querubín era un ser de naturaleza sublime y celestial, de forma humana, pero con alas. Los querubines guardaron la puerta del paraíso (Gén. 3:24). Las figuras que estaban encima del propiciatorio, tanto en el tabernáculo como en el templo de Salomón, son denominadas querubines (Exo. 25:18; 1 Rey. 6: 23; cf. 1Sam. 4: 4; 2 Sam. 22:11). En contraste con la posición erguida de los querubines descritos por Ezequiel, los querubines babilonios, llamado karubu o karibu -lo cual significa "intercesores"- tenían mayormente forma de animales, tales como toros o leones, con cabeza de hombre. Los querubines egipcios tienen forma humana.
2. Al varón. El capitán de los seis administradores de justicia (cap. 9: 2) recibe la orden de llenarse las manos con brasas del fuego y esparcirlas sobre la ciudad. Esto simboliza la inminente destrucción de la ciudad. No puede afirmarse con seguridad que esta figura represente la manera en la cual la ciudad sería destruida (2 Crón. 36:19). El templo y la ciudad fueron incendiados por los caldeos (2 Rey. 25: 9). Compárese con Apoc. 8: 5.
4. Querubín. Aquí se emplea el singular, pero en sentido colectivo. En la LXX se retiene la forma plural. Los movimientos de la gloria del Señor parecen haber simbolizado la presencia divina que se aprestaba a abandonar el templo.
5. El estruendo. El movimiento de las alas sugiere que los querubines se estaban preparando para abandonar el templo (cap. 1:24).
Dios Omnipotente. Heb. 'El-shaddai. Título que se aplica con frecuencia a Dios. Shaddai aparece muchas veces sin 'El (Dios), sobre todo en el libro de Job, donde aparece así 31 veces. No se conoce con precisión el sentido básico de Shaddai. Los eruditos han propuesto varias soluciones, pero ninguna de ellas resalta satisfactoria (T1 179).
6. Toma fuego. Estos movimientos representan la estrecha conexión entre el cielo y los acontecimientos terrenales. El curso de la historia no es el resultado de la operación de fuerzas ciegas, sino que detrás de la complicada trama de los acontecimientos humanos, Dios está realizando sus propósitos (ver com. cap. 1:19).
8. Una mano de hombre. La mano representa la mano del Omnipotente que sostiene y guía a los seres celestiales. Estos, a su vez, impulsaban las ruedas, lo que representa la mano de Dios que interviene en los asuntos terrenales (PR 393).
9. Cuatro ruedas junto a los querubines. En los vers. 9-17 se repite en buena medida la descripción presentada en la visión del cap. 1 (ver los comentarios allí). Hay sin embargo, algunas variantes. La repetición no es accidental, pues aquí se presentan los movimientos en relación con el progreso de la narración, y se muestra a Dios como relacionado directamente con los acontecimientos que llevan a la caída de Jerusalén. La visión de los seres vivientes presentada en el Quebar era general. Mostraba la mano de Dios a través de toda la historia. La visión de Jerusalén fue específica, y mostró la mano divina interviniendo en un acontecimiento importante. Entre las variantes está la mención de la abundancia de ojos (cap. 10:12) que cubren todo el cuerpo de los querubines, como también 639 los aros de las ruedas (cap. 1: 18). Estos ojos sin duda son símbolo de vigilancia e inteligencia. Muestran que nada puede escapar a la vista de Dios, pues "todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta" (Heb. 4: 13). En Eze. 10: 14, donde se describen los cuatro rostros, el "rostro de querubín" reemplaza a la "cara de buey" (cap. 1: 10). En este capítulo, la frase dice literalmente "rostro del querubín", por lo cual algunos han pensado que la palabra querubín originalmente significaba "buey" (ver com. vers. 1). El vers. 14 no aparece en la LXX, lo que no facilita la determinación del sentido exacto del texto.
19. Se levantaron. En el vers. 3, los querubines habían estado a la "derecha de la casa". Su desplazamiento hasta la puerta oriental es preludio de su partida definitiva.
Se pararon. El texto hebreo dice "se paró", pero la LXX y las versiones siríacas dicen "se pararon".
20. Estos eran los mismos. El profeta identifica con precisión lo que había visto en las dos visiones. (4CBA) Ministerio Hno. Pio
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