martes, 5 de octubre de 2021

833. PABLO DEFIENDE SU APOSTOLADO…: Rasgos Que Diferencian A Los Apóstoles Verdaderos De Los Falsos (2 CORINTIOS 11).

2 Corintios 11. RASGOS QUE DIFERENCIAN A LOS APÓSTOLES VERDADEROS DE LOS FALSOS: Vers. (1-4) Pablo, movido por su celo por los corintios, que parecían creer más en los falsos apóstoles que en él, se recomienda a sí mismo, (5-6) muestra su relación con los falsos apóstoles y (7-12) su predicación gratuita del Evangelio, (13-22) señalando que no ha sido inferior a esos falsos obreros en ninguna prerrogativa legal; y que (23-33) en el servicio de Cristo y en toda clase de sufrimientos en su ministerio ha sido muy superior.

1 ¡Ojalá me toleraseis un poco de locura! Sí, toleradme. 2 Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo. 3 Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo. 4 Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis;

5 y pienso que en nada he sido inferior a aquellos grandes apóstoles. 6 Pues aunque sea tosco en la palabra, no lo soy en el conocimiento; en todo y por todo os lo hemos demostrado.

7 ¿Pequé yo humillándome a mí mismo, para que vosotros fueseis enaltecidos, por cuanto os he predicado el evangelio de Dios de balde? 8 He despojado a otras iglesias, recibiendo salario para serviros a vosotros. 9 Y cuando estaba entre vosotros y tuve necesidad, a ninguno fui carga, pues lo que me faltaba, lo suplieron los hermanos que vinieron de Macedonia, y en todo me guardé y me guardaré de seros gravoso. 10 Por la verdad de Cristo que está en mí, que no se me impedirá esta mi gloria en las regiones de Acaya. 11 ¿Por qué? ¿Porque no os amo? Dios lo sabe. 12 Mas lo que hago, lo haré aún, para quitar la ocasión a aquellos que la desean, a fin de que en aquello en que se glorían, sean hallados semejantes a nosotros.

13 Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. 14 Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. 15 Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras.

16 Otra vez digo: Que nadie me tenga por loco; o de otra manera, recibidme como a loco, para que yo también me gloríe un poquito. 17 Lo que hablo, no lo hablo según el Señor, sino como en locura, con esta confianza de gloriarme. 18 Puesto que muchos se glorían según la carne, también yo me gloriaré; 19 porque de buena gana toleráis a los necios, siendo vosotros cuerdos. 20 Pues toleráis si alguno os esclaviza, si alguno os devora, si alguno toma lo vuestro, si alguno se enaltece, si alguno os da de bofetadas. 21 Para vergüenza mía lo digo, para eso fuimos demasiado débiles. Pero en lo que otro tenga osadía (hablo con locura), también yo tengo osadía. 22 ¿Son hebreos? Yo también. ¿Son israelitas? Yo también. ¿Son descendientes de Abraham? También yo.

23 ¿Son ministros de Cristo? (Como si estuviera loco hablo.) Yo más; en trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces. 24 De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. 25 Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; 26 en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; 27 en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; 28 y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias.

29 ¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno? 30 Si es necesario gloriarse, me gloriaré en lo que es de mi debilidad. 31 El Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien es bendito por los siglos, sabe que no miento. 32 En Damasco, el gobernador de la provincia del rey Aretas guardaba la ciudad de los damascenos para prenderme; 33 y fui descolgado del muro en un canasto por una ventana, y escapé de sus manos. (2 Corintios 11).

1. Ojalá. En los cap. 11 y 12 Pablo procede a defender su autoridad y derecho al oficio apostólico, y por lo tanto neutraliza las tácticas de sus adversarios gloriándose en su debilidad y en el poder de Dios. La jactancia de sus adversarios destacaba y exageraba las supuestas o reales debilidades e imperfecciones de Pablo y, en contraste, destacaba la pregonada capacidad de ellos como apóstoles (ver com. cap. 10:10).

Me toleraseis. Pablo hubiera preferido no permitirles en su debilidad ni siquiera la humilde alabanza que está por comenzar, y pide disculpas a los que lo escuchan.

Locura. "Necedad" (BJ); "demencia" (NC). Ciertas expresiones aparecen repetidas veces en los cap. 11 y 12: (1) el verbo "tolerar", "soportar" (BJ, NC) deriva de añéjÇ (cap. 11:1,4, 19-20); y (2) "locura", o "necedad", o "loco", o "necio", en los cap. 11:1,16,17,19; 12:6,11.

Los críticos de Pablo evidentemente lo presentan como un necio, y él, como "necio", se jacta ahora de su "debilidad" (cap. 11:30), y pide disculpas porque se jacta como "necio". jactarse, como lo hacían los críticos de Pablo, era para él la peor necedad, un alarde que consideraba completamente incompatible con su abnegada humildad, su serena dignidad y su responsabilidad apostólica.

Esa jactancia, era sin duda, completamente opuesta al espíritu de Cristo (Fil. 2:5-8). Pablo creía que era una necedad que para defender su autoridad apostólica se viera obligado (ver com. 2 Cor. 10:8, 13-18; 12:10-11) a proceder de tal manera que lo juzgaran como jactancioso (cap. 11:16).

La jactancia de Pablo llama la atención a: 1. Su apostolado -título, cargo y autoridad-, que en nada era inferior al de los "grandes apóstoles" (vers. 5). 2. Su predicación del Evangelio, sin solicitar el sostén material de ninguno de los creyentes corintios, mientras que sus adversarios literalmente los habían explotado (cap. 11:7-10, 19-20; 12:13-18). 3. Su linaje, que era igual al de sus opositores (cap. 11:22). 4. Sus muchísimas dificultades (cap. 11:23). 

5. Sus increíbles sufrimientos, pruebas y persecuciones por causa de Cristo (cap. 11:23-33). 6. Sus visiones y revelaciones (cap. 12:1-5). 7. Su "aguijón" en la "carne" (cap. 12:7-10).

Si es lícito jactarse, Pablo tenía muchísimo de qué gloriarse. En comparación a él, ¿de qué podían jactarse sus enemigos? Cuando el apóstol se jacta, muestra cuán nulas eran las vanas pretensiones de ellos.

La razón para tener que hablar de esa manera de sí mismo y de sus trabajos, era para ayudarlos a comprender y a apreciar lo que había hecho entre ellos, para que no fueran inducidos por los falsos apóstoles a despreciarlo a él y a su mensaje, destruyendo así el resultado de su obra.

Toleradme. Pablo tenía la confianza de que la mayoría de los miembros de la iglesia lo iban a entender y a "tolerar".

Les tenía confianza. Interpretarían sus palabras con amor, con un espíritu que no piensa el mal, mientras que sus enemigos no lo harían. Qué privilegio es que el obrero cristiano disfrute de la plena confianza de sus amigos y conversos, y pueda participarles sus congojas.

2. Os celo. Gr. z'lóÇ, "tener celo". En buen sentido significa entusiasmarse en la búsqueda del bien, estar lleno de entusiasmo. Pablo estaba profundamente preocupado porque los corintios pudieran ser engañados y pervertidos por los falsos apóstoles. En mal sentido significa z'lóÇ envidiar o celar, lo cual lleva a una rivalidad agresiva, belicosa. Dios está, en buen sentido, celoso por su pueblo. El no tolera rivales.

Celo de Dios. Dios aprecia el amor de los suyos, y le duele profundamente cualquier disminución de su afecto por él (Eze. 18:31; 33:11; cf. Exo. 20:5; 34:14; Deut. 4:24; Jos. 24:19; Zac. 8:2). Los corintios durante un tiempo habían dado a un rival el afecto que habían sentido por Pablo. La preocupación del apóstol por ellos no era un celo mezquino y humano, sino un celo como el de Dios. Os he desposado. Es decir, dado en casamiento. En la antigüedad se contrataba a un intermediario para que hiciera los arreglos para el compromiso de un hijo o una hija (ver Mat. 25:1-13; 1 Cor. 7:36-38; com. Gén. 24). En realidad, entre los judíos un compromiso matrimonial tenía en ese entonces tanto valor como el casamiento. En este caso Pablo era el intermediario entre Cristo y la iglesia.

La novia elegida podía quedar en casa con sus padres, o era entregada al cuidado y a la protección de los amigos de confianza del novio hasta que éste viniera a buscarla con frecuencia pasaba mucho tiempo entre el compromiso matrimonial y la boda; pero durante ese lapso toda comunicación entre el novio y la novia se hacía por medio de un "amigo" de confianza (ver Juan 3:29), a quien también le correspondía instruir y preparar a la novia para el día cuando llegara el novio. La responsabilidad del "amigo" se consideraba sagrada. La infidelidad de la novia a veces se castigaba con la muerte.

En este caso Cristo era el Novio; la iglesia de Corinto, la novia elegida, y Pablo, el "amigo" del Novio. Pablo era el que había hecho los arreglos para el compromiso de los creyentes corintios con Cristo (cf. Rom. 7:1-6), y anhelaba que la iglesia de Corinto permaneciera pura e incontaminado.

El matrimonio se emplea con frecuencia en las Escrituras como una ilustración de la relación entre Cristo y su pueblo (Isa. 54:5; 62:5; Jer. 3; Eze. 16:8-63; Ose. 2:18-20; Efe. 5:25-32). El sumo sacerdote, que simbolizaba a Cristo, estaba autorizado para casarse únicamente con una virgen (Lev. 21:10-14). La anhelante expectativa de la iglesia es encontrarse con Cristo cara a cara.

Presentaros. El momento supremo en el antiguo ritual del casamiento era cuando aparecía el novio para tomar a su novia y llevarla a su casa para la fiesta de bodas. Pablo, como amigo del Novio, pensaba en su gozo cuando Cristo regresara y él tuviera el gozo de presentarle a los corintios.  

Será un día de inmenso gozo cuando la novia contemple el rostro del Novio y vea su gloriosa persona (1 Cor. 13:12; 1 Ped. 1:7-8; 1Juan 3:2). 

Entonces el Novio contemplará a su novia adornada con las blancas y puras vestiduras de justicia y, satisfecho, la llevará a la casa de su Padre (Isa. 53:11; Sof. 3:17; Juan 14:1-3).

3. Astucia. El engaño es la mercancía que Satanás usa en sus transacciones Juan 8:44; Apoc. 20:8); sin ella no podría tener éxito alguno.

Engañó. Pablo temía que esos falsos apóstoles -emisarios de Satanás- sedujeran a los corintios así como la serpiente sedujo a Eva. En ambos casos Satanás había preparado el maligno complot (Gén. 3:1-11; Juan 8:44; 1 Juan 3:8). Debido a que la serpiente se convirtió en el instrumento de Satanás para la caída de Adán y Eva y la entrada del pecado en el mundo, las Escrituras hablan con frecuencia de él como de la "serpiente" (Apoc. 12:9; 20:2). La teología de Pablo se basa en la narración bíblica de la caída del hombre como hecho histórico (ver com. Rom. 5:12-19).

Sentidos. Gr. nóema, "pensamiento" (ver com. cap. 10:5). "Mentes" (BJ); "inteligencias" (BC), "pensamientos" (NC). La mente humana es el objetivo especial del ataque de Satanás (Juan 12:40; ver com. 2 Cor. 10:4-5). La corrupción de la mente de los creyentes de Corinto fue producida por los falsos maestros. Satanás corrompe la mente torciendo y cauterizando la conciencia. Su obra es opuesta a la del Evangelio, que purifica la conciencia.

Satanás realiza su funesta obra cegando la mente de las personas ante la verdad, endureciendo y engañando sus corazones y esclavizando la razón a las pasiones. Hace que hombres y mujeres duden del amor de Dios y procura despojarlos del poder para elegir lo correcto. Ocupa sus mentes con cualquier cosa y con todo lo que los distraiga de dedicar su tiempo y atención a Cristo, su justicia y su reino (Luc. 21:34-36). Se esfuerza por instilar en cada mente hostilidad y rebelión contra Dios (Rom. 8:7; Sant. 4:4).

Extraviados. "Se pervierten" (BJ); "corrompa" (BC). En Apoc. 19:2 se dice figuradamente que la "gran ramera" ha "corrompido" a la tierra con su "fornicación". En los tiempos bíblicos se consideraba la infidelidad después de un compromiso matrimonial como casi equivalente al adulterio después del casamiento (ver com. Mat. 1:18-19). Pablo, como intermediario entre la novia y el Novio celestial y guardián y protector de la novia elegida, debía dar cuenta de la iglesia de Corinto y no se atrevía a descuidar su deber; por eso velaba por ella "con celo de Dios" (2 Cor. 11:2) y consideraba que esos falsos caudillos eran rivales que aspiraban a la mano y al corazón de la novia.

Fidelidad. Sencillez o "sinceridad" (BJ). La evidencia textual (cf. p. 10) se inclina por añadir la frase "y de la pureza" inmediatamente después de "fidelidad". Pablo habla de una fe indivisa y de una completa consagración a Cristo (cf.  Sant. 1:8). Repetidas veces insiste en la virtud de la fidelidad a Cristo.

La declaración de 2 Cor. 11:3, ser "extraviados de la sincera fidelidad a Cristo", niega enfáticamente la enseñanza de que un hombre no puede caer de la gracia, Y que "una vez salvo, salvo para siempre" (vea com. Juan 3:18-21; Gál. 5:4), pues aun Lucifer, creado perfecto en belleza y carácter, cayó de su pureza y obediencia originales. Pablo reconoce claramente la posibilidad de que se disuelva el matrimonio entre los creyentes y Cristo mediante el poder corruptor de Satanás. Cuando esto ocurre, se rompe la unión entre Cristo y su "novia".

Las instrucciones de Dios para Adán y Eva en el huerto del Edén fueron muy sencillas; no dejó ninguna duda en cuanto a lo que exigía de ellos y lo que les sucedería si desobedecían. Dios les dio una clara razón para que no comieran del fruto prohibido; pero Satanás presentó varias razones aparentemente buenas para comer de él. 

Cuán sencillas son la definición y la interpretación que da Dios del pecado (Mat. 5:21-22, 27-28; 1 Juan 3:4). Cuán sencilla es la invitación de ir a Cristo (Isa. 55:1; Apoc. 22:17). Cuán claro es el camino de la verdad y de la rectitud, y cuán tortuoso es el camino de las tinieblas y del error (Juan 3:19-21).

Cuán sencillas y explícitas son las seguridades que da Dios y cuán hermosamente cristalinas son sus promesas (2 Cor. 7:1). Cuán sencillo y real es el amor verdadero, mientras cuán confuso es el corazón dividido. Cuán estrecho y angosto es el camino de la rectitud y de la vida, en contraste con el camino amplio y tortuoso del pecado y de la muerte (Mat. 7:13-14).

4. Otro. Gr. állos, "otro" de la misma clase (ver com. Mat. 6:24). Esos judaizantes no estaban predicando a un Jesús diferente o un Evangelio diferente. Eran judíos convertidos (Hech. 15:1,5) y profesaban creer en el mismo Jesús; sin embargo, había un sector de ellos cuyo credo en realidad constituía lo que Pablo llamaba "otro evangelio" (Gál. 1:8).

Esos judíos extraviados creían que Jesús era el Mesías, pero también creían que las personas debían observar la ley ceremonial para salvarse.

Pero el Evangelio de Pablo consistía en la fe sencilla y verdadera en Jesús como pleno Salvador del hombre para liberarlo del pecado, en que la ley ceremonial ya no estaba en vigencia, y en que la obediencia a la ley moral automáticamente sigue a la justificación, pero que no es la base de ella (ver com. Rom. 3:24,31; 8:1-4).

Parece como si Pablo escribiera con ironía, delicadamente reprendiendo a los corintios por haber sido embaucados por esos intrusos. Si habían encontrado un Jesús mejor y un Evangelio mejor, ¡que lo aceptaran! Pero Pablo puede estar sencillamente declarando lo que ellos en realidad habían hecho.

En nuestros días hay una diferencia enorme entre el Cristo de Pablo y de los Evangelios y el Cristo de muchos cristianos modernos. Estos admiran y alaban a Jesús por su noble vida, pero lo despojan de su carácter divino y de su poder expiatorio vicario (2 Ped. 2: 1; 1 Juan 4:1-3).

Otro espíritu. En este caso "otro" es traducción de héteros, "otro [de una clase diferente]" (ver com. Mat. 6:24). Creer en otro espíritu de Cristo es impartido a hombres y mujeres por el Espíritu Santo (Rom. 8:14-15; Gál. 5:22-23).

El espíritu falso es el del temor que proviene de un falso concepto de Dios, el cual lo hace aparecer como un amo duro. El espíritu de Cristo es el espíritu de verdadera libertad (2 Cor. 3:17-18), mientras que el espíritu de los adversarios de Pablo y su "evangelio" es el espíritu de servidumbre (Gál. 3:15; 4:1-9; ver com. 2 Cor. 3:6). El espíritu de ellos era un espíritu de justicia propia que contrastaba con el espíritu de humilde gratitud por la justicia que proviene de la fe en Cristo (Rom. 3:25-26).

Otro evangelio. "Otro" es una traducción de héteros, "otro [de una clase diferente]" (ver com. Mat. 6:24). Lo toleráis. O "lo escucháis.

5. Grandes apóstoles. "Superapóstoles" (BJ); "prelados" (NC); "supereminentes" (BC). Posiblemente no sea una referencia a los doce sino a los falsos apóstoles que habían estado perturbando a la iglesia de Corinto, y a cuyas actividades se hace referencia en los vers. 3 y 4. El término griego tiende a expresar desaprobación, y parece que es usado en forma irónica y no seria, Pablo siempre habla de los doce con gran respeto (1Cor, 15:8-10; Gál. 2:8-10). Aquí comienza la jactancia a la cual hace referencia en el vers. 1, comparándose a sí mismo, con esos 4 apóstoles que se habían instituido a sí mismos (ver com. vers. 1).

6. Tosco. Gr. idiÇt's, "indocto", "ignorante", "inhábil" (cf. Hech, 4:13). En el griego clásico idiÇt's denota una falta de pericia en cualquier arte o profesión. En 1 Cor. 14:16, 23-24 se refiere a personas carentes del don de lenguas. Aunque Pablo dice que era un orador inhábil (cf. 1 Cor. 1:17; 2:1,4), es un hecho que no era insignificante (Hech. 14:12; 22:1-21; 24:10-21; 26:2-29).

Corinto y Atenas eran los principales centros de Grecia en donde se escuchaba a excelentes y cultos oradores, y los corintios estaban acostumbrados a esa clase de oratoria. Sin duda esto explica, en parte, su aprecio por Apolos (Hech. 18:24-28). Parece que Pablo no había estudiado en griego y no pretendía ser elocuente. Además, destacar la elocuencia tendería a ensalzar al orador y no su mensaje.

No. . . en el conocimiento. Pablo afirma que poseía algo de una importancia mucho mayor que la habilidad oratoria. Conocía la mente y la voluntad de Cristo; comprendía las verdades espirituales necesarias para la salvación (1Cor. 2:4,14; Gál. 1:12,16; Efe. 3:3-4, 18-19). Conocía a Cristo, lo cual equivale a vida eterna. Esta verdad sobrepasa a todo otro conocimiento (Juan 17:3; 1 Juan 2:29; 3:5,18,24; 4:2; 5:18-20).

7. ¿Pequé yo? En los vers. 7-11 Pablo trata el problema presentad por quienes criticaban su ministerio de sostén propio en favor de los corintios.  

Antes les había escrito acerca de este tema presentando claramente los principios que implicaba (1Cor. 9:4-18). En armonía con los principios presentados por Cristo en las Escrituras, había declarado su pleno derecho a ser sostenido en su obra, así como lo eran los otros apóstoles (Mat. 10:7-10; Luc. 10:7-8).

Pero voluntariamente había renunciado a su derecho para demostrar que no tenía motivos mercenarios (Hech. 20:33 2 Tes. 3:8-9); a pesar de todo sus enemigos se habían aferrado a esta abnegación para atacar los motivos del apóstol. La interpretaban como evidencia de que no merecía ser sostenido y que, por eso, tácitamente admitía que no era un apóstol genuino. 

Probablemente también objetaban que no era consecuente al aceptar ayuda material de los creyentes de Macedonia (2 Cor. 11:9; Fil. 4:10), que quizá tenía motivos ocultos, y que ese aparente sacrificio en relación con los corintios era parte de un plan suyo para aprovecharse de ellos.

Pablo se preguntaba si había hecho mal al proceder así en Corinto, pues en esta ciudad no disfrutaba de la íntima comunión que compartía con los creyentes en Filipos. 

Por lo general había trabajado haciendo tiendas para pagar sus gastos de embajador de Cristo (Hech. 18:3; cf. Hech. 20:33-35; 1 Tes. 2:9).

No es apropiado que un obrero de Cristo se coloque en un compromiso ante un miembro de iglesia por haber recibido dinero de esa persona para su uso personal. 

El ministerio evangélico es deshonrado si se lo convierte en un medio para lograr provecho personal (cf. 1 Tim. 3:3). La buena nueva de la salvación es un regalo gratuito de Dios para el hombre (Isa. 55:1-2).

8. Despojado. La iglesia de Corinto era relativamente rica en comparación con las iglesias más pobres de Macedonia (ver com. cap. 8:1). Este versículo era un duro reproche para los corintios.

Salario. Gr. opsÇnion, consistan frecuencia en raciones y no en dinero (ver com. Luc. 3:14; cf. Rom. 6:23; 1 Cor. 9:7). Pablo no quiere decir que tomó algo en forma ilegal de la iglesia de Filipos. Las dádivas que había recibido le fueron dadas voluntariamente y representaban un verdadero sacrificio de parte de los dadores. Esas dádivas habían hecho posible que dedicara más tiempo mientras estaba en Corinto para establecer la iglesia de esa metrópoli. De ese modo los corintios habían sido beneficiados a expensas de los macedonios. La predicación del Evangelio no les había costado nada a los corintios porque Pablo era sostenido por otros (ver 2 Cor. 11:9).

9. Necesidad. Pablo había gastado todos sus recursos durante su ministerio en Corinto, y le faltaban medios para hacer frente a sus necesidades mínimas mientras ministraba a una iglesia próspera. La indiferencia de ellos revelaba una gran despreocupación, por no decir egoísmo, y no tenían excusa. Pero aun en ese momento Pablo no hizo saber a los corintios su necesidad.

La situación fue remediada no por los creyentes corintios, como era de esperarse, sino por la oportuna llegada de hermanos procedentes de Macedonia portadores de otra dádiva (ver Fil. 4:10). Los hermanos a que se hace referencia podrían haber sido Silas y Timoteo (Hech. 18:5).

Fui carga. Gr. katanarkáÇ, "ser gravoso". Una palabra afín de este vocablo griego es la raíz del nombre de un pez parásito que se adhiere a otros seres para alimentarse de ellos, y éstos pierden su vitalidad. Pablo no había sido un parásito que vivía a expensas de los corintios. No les había sido gravoso económicamente ni de otra forma. Su ministerio no los había privado de su vitalidad ni espiritual ni económicamente; por el contrario, les había dado inspiración, vida y vigor.

10. La verdad de Cristo. Pablo afirma solemnemente la verdad de su declaración (ver com. Rom. 9:1; 2 Cor. 1:18). La presencia de Cristo en su vida eliminaba la posibilidad de que él tergiversara los hechos (ver Rom. 8:9-11; 1Cor. 2:16; 2 Cor. 13:3; Gál. 2:20).

No se me impedirá. O "no seré silenciado"; "no seré amordazado". 

Pablo estaba tan seguro de la sabiduría del plan de sostén propio, que previamente había declarado que moriría antes de que se lo culpara de convertir su ministerio en una ganancia (1 Cor. 9:15). Esto revela cuán profundamente se preocupaba por este asunto.

Regiones de Acaya. La referencia específica a esta región, también de Grecia, significa que la insistencia del apóstol en aferrarse al principio del sostén propio en su ministerio se necesitaba especialmente aquí. Si hubiese procedido de otra manera sus enemigos de Corinto sin duda lo hubieran presentado como un parásito; pero no había peligro de que se le hiciera esa acusación en Macedonia, donde había un espíritu de buen entendimiento entre Pablo y sus conversos.  Sin embargo, la situación en Corinto era diferente.

11. Porque. En los vers. 11 y 12 Pablo explica por qué no había estado dispuesto a aceptar sostén de parte de la iglesia corintia. La declaración del vers. 11 significa que algunos de los corintios estaban celosos debido a la preferencia que Pablo parecía demostrar por los macedonios al recibir sus dádivas, y llegaron a la conclusión de que se interesaba más en los filipenses que en ellos.

Pero Pablo niega que alguna vez se sintiera indiferente o alejado de los corintios; al contrario, con frecuencia les expresó su amor y reclamó el de ellos (1 Cor. 4:21; 13; 2Cor. 2:4; 6:11-13; 8:7-8; 12:15). En sus cartas a los corintios y en su ministerio para ellos siempre había manifestado profundo afecto.

12. Ocasión. Gr. aform', término militar que denota en primer lugar una "base de operaciones". En sentido figurado implica la base que sirve para emprender una acción, o el motivo para ella (ver Rom. 7:8, 11; Gál. 5:13; 1 Tim. 5:14).

Si Pablo hubiese aceptado dinero de los corintios, sus enemigos lo hubieran presentado como otra "ocasión" para condenarlo; por otro lado, el hecho de que no aceptaba la ayuda de los corintios había sido convertido en un pretexto para poner en duda su apostolado (ver com. 2 Cor. 11:7). De modo que Pablo estaba ante el dilema de (1) o renunciar a su derecho de ser sostenido como apóstol (Luc. 10:7), corriendo así el riesgo de aparecer como que negaba su apostolado (ver com. Mat. 17:24-27) y de mostrar falta de amor por los corintios (ver com. 2Cor. 11:11), o (2) aceptar la ayuda y parecer que predicaba el Evangelio para ganar dinero. Estaba dispuesto a correr el primer riesgo -que consideraba como el mejor de dos males- para evitar el segundo.

Semejantes a nosotros. Parece que esos falsos a apóstoles habían aceptado ayuda material de los corintios (1 Cor. 9:7-13; 2 Cor. 11:20), y se justificaban recurriendo a sus supuestas prerrogativas apostólicas; pero le negaban ese privilegio a Pablo. Aunque su pretensión de haber trabajado desinteresadamente era falsa, se gloriaban en ella. Pero, dice Pablo, si realmente querían jactarse, debían ceñirse a la norma del sostén propio.

13. Falsos apóstoles. Eran sin duda cristianos de nombre, de origen judío (vers. 22), y pretendían ser apóstoles de Cristo. Resultaba, pues, evidente que se habían unido a la iglesia cristiana (cf. Hech. 15:1-2, 5; Gál. 2:45; Fil. 3:2-3); pero eran impostores, hipócritas que habían usurpado la autoridad, los derechos, el cargo y los privilegios de los verdaderos apóstoles de Cristo. Como carecían de las credenciales genuinas (ver com. 2 Cor. 3:3) recurrían a disimulas y subterfugios.

Se disfrazaban. Gr. metasj'matízÇ, "cambiar de forma"; a menudo destaca, como aquí, sólo una apariencia de cambio en contraste con una verdadera transformación (ver com Mat. 17:2).

14. Satanás. Ver com.  Mat. 4:1; Nota Adicional de Mar. 1.

Se disfraza. Ver com. vers. 13. La luz es uno de los atributos supremos de Dios y de sus santos ángeles (Mat. 28:2-3; 1 Tim. 6:16 1 Juan 1:5; Apoc. 21:23-24). Dondequiera-, que se presentan Dios y sus ángeles esparcen luz y despejan las tinieblas (Hech. 26:18; Col. 1:13); por el contrario, las tinieblas representan el mal y a Satanás, su autor (Luc. 22:53; 2 Cor. 6:14; Efe. 6:12). Ver com. Juan 1:4-9. Satanás se ha estado disfrazando hábilmente desde el comienzo para engañar mejor a los seres humanos y apartarlos de Cristo.

Luz. Satanás era un ángel de luz y se llamaba Lucifer, que significa "portador de luz" (Isa. 14:12-14; Eze. 28:13-19). La rebelión contra Dios fue lo que realmente lo transformó en un ángel de tinieblas, y los ángeles que lo acompañaron en su rebelión fueron condenados al reino de las tinieblas "eternas" (Ped. 2:4; Jud. 6).

15. Si también sus ministros. El argumento va de mayor a menor. Satanás engaña, así también lo hacen sus representantes. 

Delante de Dios no puede haber nada más horrendo que los que se presentan como ministros de Cristo sean instrumentos de Satanás Con frecuencia sólo pueden ser conocido por sus frutos (Mat. 7:16-20; 12:33-37).

Cuyo fin. Para que haya una completa relación del carácter y de la justicia de Dios es necesario que todos los hipócritas, impostores y engañadores sean finalmente desenmascarados ante todo el universo. En ese de todos -justos e impíos, redimidos y réprobos- proclamarán que Dios es justo (Apoc 15:4).

16. Me tenga por loco. "Fatuo" (BJ); "el sensato" (NC). El apóstol afirma con una gorosa declaración para los corintios, para sus enemigos y para sí mismo, que "gloriarse" es nada menos que locura o fatuidad (ver com. vers. 1). El hecho de que eso le repugne, demuestra que no es un fatuo. Cristo también se refirió a sus buenas obras para confirmar sus títulos (Juan 10:32, 37-3 15:24). A pesar de que Pablo detestaba el gloriarse, indudablemente creía que debía hacerlo cuando lo demandaba la defensa de su ministerio, para hacer frente a las falsas acusaciones de los engañosos apóstoles de Corinto.

Recibidme. Es decir, escuchadme.

17. No. . . según el Señor. Como en otros pasajes (1 Cor. 7:6,12,25; 2 Cor. 8:8), Pablo niega que lo que está por decir sea por orden divina. 

Sencillamente habla en defensa propia. Si Pablo no hubiese aclarado este punto podría haber parecido como que justificaba a sus enemigos y sus jactancias. Pablo quería que se entendieran claramente sus razones para gloriarse. La defensa que hace de sí mismo quizá podría parecer necia si se la examina superficialmente; lo reconoce (ver com. cap. 11:1,16), pero desde el punto de vista de sus motivos estaba plenamente justificado al hacerlo.

18. Muchos se glorían. En la iglesia de Corinto "muchos" creían indudablemente que debían gloriarse "según la carne", es decir, poniendo énfasis en el linaje, la categoría social, la reputación y otras ventajas externas. Lo hacían por motivos egoístas, pero los de Pablo eran dignos.

Según la carne. Es decir, según las cosas que atraen a los de mundo.

También yo me gloriaré. Ver com. cap. 10:8.

19. Toleráis a los necios. Pablo habla irónicamente. Los corintios tenían una gran opinión de su propia sabiduría y discernimiento; sin embargo, no sólo toleraban a los necios sino que aceptaban su autoridad, basándose en los supuestos méritos de su propia orgullosa jactancia; por lo tanto, no debía serles difícil aceptar la jactancia de Pablo, pues de acuerdo con la manera de pensar de ellos, él tenía mucho más de qué jactarse. Cuerdos. Pablo habla irónicamente y a la vez con seriedad.

20. Toleráis. O "sufrís con paciencia".

Os esclaviza. Pablo presenta y condena los despóticos métodos de los falsos apóstoles de Corinto. Sin duda Tito había informado a Pablo acerca de la dura y tiránica autoridad ejercida por esos falsos caudillos. Eso contrastaba agudamente con el gran amor y bondad con que Pablo trataba a los corintios.

En este versículo se usan cinco expresiones para describir la naturaleza y la obra de esos falsos apóstoles.

Los falsos apóstoles convertían en verdaderos esclavos a los que los aceptaban (cf Mat. 23:4; Gál. 2:4; 4:9; 5:1,13; 1 Ped. 5:2-3). Las falsas enseñanzas y las falsas doctrinas no proporcionan libertad a los hombres, sino que los convierten en esclavos espirituales y mentales. La verdad sí libera a los hombres (Juan 8:32,36). La obra de los maestros y dirigentes religiosos falsos es de convertirse en ambos de la iglesia dominando la mente y el corazón de los hombres. La obra de los verdaderos dirigentes es la de llevar a los hombres a Cristo y no a sí mismos.

Os devora. Ver com. Mat. 23:14. Los falsos apóstoles trabajaban por dinero y ganancias materiales. Esquilaban a las ovejas en vez de alimentarlas. Estaban inspirados y movidos por la codicia, hasta el punto de que devoraban los bienes de los corintios. Eran unos asalariados.

Toma lo vuestro. Es decir, os despoja, o se aprovecha de vosotros. Sin duda esos falsos caudillos eran engañadores sin escrúpulos, y habían entrampado a los corintios. Aunque éstos eran "cuerdos" (vers. 19), habían sido convertidos en incautos.

Se enaltece. Era característico de esos falsos apóstoles asumir gran autoridad. Mediante declaraciones jactanciosas y pomposas se arrogaban el señorío de la iglesia.

Os da de bofetadas. Esta expresión describe hasta qué grado tan bajo estaban sometidos los corintios. Este acto se presenta en la Biblia como la expresión de un completo desprecio (1 Rey. 22:24; Neh. 13:25; cf. Isa. 58:4; Mat. 5:39; Tito 1:7). Cristo y Pablo supieron lo que era experimentar ese trato (Luc. 22:64; Hech. 23:2; cf. 1 Tim. 3:3). No se podía inferir un insulto mayor a un hombre. Al proceder así -por lo menos figuradamente- los adversarios del apóstol habían demostrado que eran falsos caudillos y falsos apóstoles. No apreciaban el valor de las almas, ni siquiera respetaban los derechos ajenos.

21. Para vergüenza mía. Esta frase es ambigua en el texto griego. No es claro si Pablo se refiere a su "vergüenza" o a la de sus adversarios. "Para vergüenza vuestra" (BJ); "para sonrojo mío" (NC). Es obvio que dicha "vergüenza" se relaciona en alguna manera con la actitud de Pablo, la que podía ser interpretada como debilidad.

Algunos expositores creen que Pablo está diciendo que si se había equivocado siendo demasiado humilde y paciente con ellos, no procuraría eliminar esa falsa impresión de que era "débil" mediante una afirmación de su preeminencia en lo que se refería a linaje, posición y sufrimientos, en comparación con sus oponentes.

Algunos de los que sostienen esta opinión destacan el uso del tiempo verbal del aoristo griego en muchos manuscritos, en vez del tiempo perfecto. Eso indicaría algún acontecimiento específico en el pasado, alguna manifestación de debilidad durante una visita previa a la iglesia de Corinto.  Pablo mismo hace referencia a una ocasión tal (2Cor. 2:1; 10:10; 12:7-10, 21; cf. Gál. 4:13-15). No trata de evitar el reconocimiento de sus limitaciones, de encubrir su debilidad con falsedades; no le es natural jactarse. Pero si su paciencia iba a ser interpretada como debilidad, demostraría que también tenía "osadía".

Otros expositores bíblicos interpretan la declaración de Pablo de 2 Cor. 11:21 como irónica. En comparación con los métodos tiránicos de sus adversarios (vers. 20), él y sus colaboradores parecerían "débiles".  Podemos imaginarlo diciendo: "Por supuesto, soy débil pues no soy inclinado a demostrar autoridad".

22. Hebreos. Este versículo claramente identifica como judíos a los adversarios de Pablo en la iglesia de Corinto. Los judíos habían llegado a creer en la superioridad de su raza y en su superioridad como pueblo elegido de Dios (Deut. 7:6; Amós 3:2; Juan 8:33-39). Los tres términos: "hebreos", "israelitas" y" descendientes de Abraham" son sinónimos.  Pablo refuta la pretensión de sus oponentes de quo lo superaban en este punto (ver Hech. 22:3; Fil. 3:3-5).

En cuanto al origen del término "hebreo", ver com. Gén. 10:21. Su uso sugiere aquí la antigüedad de su origen como pueblo distinto de otras naciones. Al principio se aplicó, como gentilicio, a los descendientes de Heber (Gén. 11:16). También designaba al idioma hebreo, lengua en la cual fue escrita la mayor parte del AT.

Después del cautiverio se refirió al idioma arameo, lengua común en Palestina en los días de Pablo (ver t. I, pp. 29, 33-34). Aunque Pablo nació en el extranjero, había aprendido hebreo y arameo, y eso reflejaba su respeto por las tradiciones hebreas y su apego a ellas. Los judíos helenistas de la diáspora por lo general hablaban griego y usaban la LXX, la traducción griega del AT. Como Pablo había nacido fuera de Palestina, en Tarso, la capital de Cilicia, y hablaba griego, sus adversarios -judíos de Palestina- sin duda lo tildaban de helenista, y por lo tanto menos leal al judaísmo, del cual ellos se creían leales representantes.

También debe destacarse la diferencia entre los cristianos de origen judío y los judíos ortodoxos del tiempo del NT. Los oponentes de Pablo pertenecían al primer grupo. Se habían unido a la iglesia cristiana y procuraban actuar como dirigentes cristianos. 

Se consideraban superiores a los conversos gentiles e insistían en conservar esa distinción; pero Pablo no reconocía ninguna diferencia entre judíos y gentiles con respecto a la salvación y su condición ante Dios (Rom. 1:14; 2:25-29; 3:29-30; 10:12; Gál. 3:28-29; 5:6; Efe. 2:14; Col. 3:11).

El conflicto entre Pablo y esos falsos apóstoles cristianos judíos de Corinto era sólo parte de un conflicto más grande que surgió en la iglesia cristiana primitiva en diversos momentos y lugares (Hech. 10:28; 15:1-2, 5; Gál. 2:1-9, 11-14). Era extrañamente difícil, aun para los judíos convertidos, consentir en la abolición de "la pared intermedia de separación" (Efe. 2:14) y deshacerse de cierto sentimiento de hostilidad contra los gentiles porque no eran judíos de nacimiento.

Esa actitud creada por los judíos a través de los siglos desde el cautiverio, era una perversión del propósito de Dios para el pueblo escogido (ver Juan 10:16; Efe. 2:14-15; t. IV, pp. 34-35). 

Era muy difícil, aun para los discípulos, liberarse de las ataduras de ese estrecho espíritu fanático (Hech. 10:9-17, 28; 11:18; Gál. 2:12).

Cuando Pablo escribió la epístola que ahora se conoce como 1 Corintios, esta iglesia estaba perturbada por diversos bandos (ver com. 1 Cor. 1:12).  Aunque en el tiempo cuando se escribió la segunda epístola, unas pocas semanas o pocos meses más tarde (ver p. 818), la mayoría de los miembros de la iglesia se habían reconciliado plenamente con el apóstol (ver 2 Cor. 7:5-15; com. vers. 13,15), algunos falsos apóstoles persistían en trabajar contra él (cap. 10:2). El apóstol dirige un severo reproche en su segunda epístola a esa minoría, especialmente en los cap. 10 al 13.

Aunque Pablo aclara que esa minoría estaba compuesta por judíos (cap. 11:22), no los identifica como pertenecientes al bando judaizante de la iglesia cristiana ni se ocupa de sus enseñanzas heréticas. Debido a ese silencio algunos han deducido que no eran judaizantes; sin embargo, la opinión general es que sí lo eran.

Sus cabecillas eran cristianos de origen judío, quienes indudablemente pretendían ser mejores judíos y más leales al judaísmo que Pablo (cap. 10:7; 11:22). también afirmaban que eran "apóstoles de Cristo" (vers. 13) y "ministros de Cristo" (vers. 23), y negaban que Pablo fuera un verdadero apóstol (cf. cap. 11:15; 12:11-12) o representante de Cristo (cap. 11:23). Pero en realidad los "falsos apóstoles" (vers. 13) y "ministros" de injusticia eran ellos (vers. 15). 

Estas características son típicas del bando judaizante de la iglesia primitiva y no de algún otro grupo claramente definido del tiempo de Pablo, y por lo tanto es razonable concluir que eran judaizantes. Si se quiere saber más en cuanto al bando judaizante de la iglesia primitiva, ver p. 34. 

En cuanto a la subversión causada por ese mismo bando, y en ese tiempo, en las iglesias de Galacia ver p.931.

Negar la superioridad de los judíos delante de Dios, no es negar la superioridad de la revelación divina concedida a ellos (Rom. 3:1-2; 9:1-5). Los judíos, en contraste con los gentiles conversos, desde la infancia habían sido enseñados en el culto al Dios verdadero y en el conocimiento de las Escrituras. El núcleo de los creyentes cristianos en cada comunidad por regla general provenía de la sinagoga judía, pues Pablo comenzaba su predicación del Evangelio en la sinagoga local.

Los judíos creían naturalmente que tenían derecho a consideración y privilegios especiales en la iglesia cristiana, pues se creían mejor capacitados para el liderazgo. Era evidente que la relativa madurez religiosa de los judíos les daba cierta ventaja frente a la inmadurez de los gentiles. Pero su actitud y abuso de autoridad habían dado en varios casos como resultado una religión de justicia propia, que era aborrecida por Dios y también por los hombres. (Luc. 18:10-14).

Israelitas. En cuanto al término "Israel", ver com. Gén. 32:28. "Israel" señala a los hebreos como los elegidos de Dios, y hace distinción entre los del linaje escogido procedente de Abrahán y los otros numerosos descendientes del patriarca (Gén. 21:12; Rom. 9:10-13; Gál. 4:22-31).

Los israelitas, en su papel de pueblo escogido, habían disfrutado de bendiciones y privilegios especiales (Rom. 9:4-5; t. IV, pp. 29-31). Este nombre sólo aparece tres veces en otros pasajes del NT Juan 1:47; Rom. 9:4; 11:1).

Descendientes de Abraham. Este era considerado como el más honorable título de los tres. Ser un verdadero hijo de Abrahán significaba participar de la relación del pacto con Dios (Gén. 17:7; Gál. 4:22-26), experimentar la justificación por la fe (Rom. 4: Gál. 3:6-9, 14-16), pertenecer a la raza por medio de la cual vendría el Mesías (Gál. 3:16) y heredar las más grandes promesas dadas al patriarca como padre de la raza hebrea (Gál. 3:14-18). Pero los judíos no distinguían entre tener en sus venas la sangre de Abrahán y tener la fe de Abrahán en sus corazones y mentes (Gén. 21:10; Mat. 3:9; Juan 8:33-53; Rom. 2:28-29; Gál. 3:28-29). Los adversarios de Pablo poseían las condiciones físicas, y ese hecho no justificaba que pretendieran tener superioridad en la iglesia cristiana (Gál. 5:2-6).

23. ¿Son ministros? Como eran judíos convertidos, pretendían ser portavoces de Cristo; pero Pablo refutaba esa pretensión (vers. 13-15). Pablo, también judío, era igual a ellos; pero desde el punto de vista de la relación con Cristo, que es la prueba fundamental en todos los tiempos (1 Juan 4:2-3), afirmaba que era superior. Por lo tanto, si se tiene en cuenta la autoevaluación de ellos, él los superaba en mucho. Para demostrarlo destacaba sus labores, muy superiores a las de ellos en abnegación, extensión y resultados. Los adversarios de Pablo procuraban usurpar los frutos de sus trabajos (2 Cor. 10:15-16).

Loco. En este caso la palabra griega es mucho más vigorosa que la usada en los vers. 16 y 19 el verbo sugiere estar fuera de sí, ajeno a la razón. Pablo habla irónicamente: está empleando los necios métodos de sus adversarios. También expresa su disgusto al tener que recurrir a este procedimiento. No puede continuar gloriándose sin expresar su desaprobación al hacerlo.

Trabajos más abundante. Pablo había trabajado afanosa y arduamente para llevar el Evangelio a los gentiles; y en comparación, ¿qué habían hecho esos judaizantes?

Azotes. Pablo fue azotado con frecuencia (cf. Hech. 16:22-23).

En cárceles. En la Biblia no se registra el número de veces que Pablo estuvo encarcelado (cf Hech. 16:23). Clemente Romano observa que Pablo estuvo encarcelado siete veces (Primera epístola de Clemente a los corintios 5).

En peligros de muerte. En muchas ocasiones se enfrentó con la muerte, y parecía que no sobreviviría (Hech. 14:19; Rom. 8:36; 1 Cor. 15:31; 2 Cor. 4:11; ver com. 1 Cor. 15:29).

24. Cuarenta azotes. Ver com. Mat. 10:17. Una referencia a la forma en que los judíos castigaban de acuerdo con sus leyes (Josefo, Antigüedades iv. 8.21; ver com. Deut. 25:1-3). No se registran esos castigos sufridos por Pablo. Esos azotes comúnmente se aplicaban en la sinagoga judía (ver t. V, p. 58; com. Mat. 10:17). Pablo había sido responsable de que muchos cristianos fueran azotados (Hech. 22:19). Cristo fue azotado dos veces (ver com. Mat. 27:26).

25. Azotado con varas. Una forma romana de castigo. Regir "con vara de hierro" (Apoc. 2:27) significaba extrema severidad. Las varas eran garrotes delgados, insignia oficial de los lectores o magistrados Romanos. El único caso en que se registra que ocurrió un castigo tal fue en Filipos (Hech. 16:22-23). Pablo no fue azotado en Jerusalén porque declaró que era ciudadano romano (Hech. 22:24-25).

Los sufrimientos y persecuciones que se enumeran en 2 Cor. 11:23-27 ocurrieron durante los episodios registrados en Hech. cap. 9 y 19; lo peor vendría después. Esta enumeración da una idea de lo que Pablo quería decir con la "participación" de los "padecimientos" de Cristo (Fil. 3:10). ¡Y cuántos más peligros habrá sufrido Pablo por Cristo, de los cuales nada sabemos!

Apedreado. El apedreamiento en Listra se registra en Hech. 14:19-20.

Naufragio. En Hechos se registran cinco viajes por mar, pero nada se dice de un naufragio antes de Hech. 27. El naufragio que sucedió cuando Pablo iba hacia Roma, aconteció mucho después de que se escribiera esta epístola (Hech. 27:41-44).

26. En caminos muchas veces. Parece que Pablo hubiera viajado constantemente para sembrar la semilla del Evangelio. Demostró que era un fiel y consagrado ministro de Cristo al exponerse continuamente a peligros. ¡Cuán diferente era en esto de sus adversarios judaizantes!

Ríos. Había pocos puentes en los caminos de menor importancia por donde Pablo viajaba. Tuvo que haber cruzado los ríos. La mayor parte de lo que se conoce como Asia Menor, Grecia y Macedonia es terreno montañoso, y muchos torrentes sin puentes sobre ellos eran un obstáculo peligroso en esa accidentada topografía.

Ladrones. Todos los caminos, excepto quizá las grandes carreteras romanas, estaban infestados de ladrones. En la parábola del buen samaritano hay un ejemplo de esta situación (Luc. 10:30). Cilicia, la provincia natal de Pablo, y toda la región circundante, estaban plagadas de piratas y ladrones. Roma se vio obligada a enviar una expedición contra ellos poco antes del nacimiento de Cristo, la cual fue dirigida por Pompeyo.

Los de mi nación. Los principales enemigos de Pablo eran los de su propia raza. En todas las ciudades principales donde él trabajó, la oposición más intensa era casi siempre de parte de los judíos. 

Así sucedió en Damasco (Hech. 9:23; 2 Cor. 11:32), en Antioquía de Pisidia (Hech. 13:50-51), en Iconio (cap. 14:2-5), en Listra (cap. 14:19-20), 

en Tesalónica (cap. 17:5-9), en Berea (cap. 17:13-14), en Corinto (cap. 18:12-17) y en Jerusalén (cap. 21:27-31).

Gentiles. Como en el caso de Filipos (Hech. 16:19-24) y Efeso (cap. 19:23-30).

En la ciudad. Por ejemplo, en Filipos (Hech. 16:19-40), 

en Corinto (cap. 18:12-17) y más recientemente en Efeso (cap. 19:23-41).

En el desierto. Por ejemplo, en las casi despobladas regiones de Galacia y las silvestres y accidentadas zonas de Cilicia, Macedonia e Ilírico.

En el mar. Ver com. vers. 25.

Falsos hermanos. Los judaizantes -cristianos de origen judío- eran los más implacables enemigos de Pablo. Constituían el más penoso y frustrante peligro de todos los que él tenía que enfrentar (Fil. 3:18).

27. En trabajo. Estas dos primeras palabras se refieren específicamente al agobiante trabajo físico en que fue necesario que Pablo se ocupara (1 Tes. 2:9; 2 Tes. 3:8). 

El trabajo en el evangelismo, como lo hacía Pablo, era una tarea completa, y el tiempo y la energía que empleaba para sostenerse superaba lo que podría considerarse como normal para cualquier persona; por lo tanto, con frecuencia tuvo que haber sacrificado el tiempo que debiera haber dedicado al sueño para poder predicar (Hech. 20:31) y para su devoción personal (1 Tes. 3:10).

De los 20 años del ministerio público que se conocen de Pablo, un poco más de la mitad ya había quedado atrás, y los 10 años más difíciles de sufrimientos y persecuciones aún estaban delante de él. Lo que él registra aquí es sólo una pequeña parte de lo que sufrió por causa de Cristo.

Desvelos. O "noches sin dormir" (BJ); "vigilias" (NC). Estas eran causadas por el cansancio extremo, por la preocupación por el bienestar de las iglesias, o por trabajar haciendo tiendas.

Hambre. . . ayunos. El contexto implica que Pablo tenía en cuenta alguna clase de sufrimiento que le fue impuesto por circunstancias fuera de su control. Difícilmente podría aplicarse a los ayunos ceremoniales de los judíos o a los ayunos voluntarios. Con "hambre" quizá se refiere a una alimentación inadecuada, y con "ayunos" a ocasiones cuando no tenía nada que comer.

En frío y en desnudez. A veces quizá no había tenido suficiente ropa en las regiones montañosas del Asia Menor central, o quizá se la habían robado.

28. Otras cosas. Es decir, además de los abrumadores deberes de su ministerio, o quizá otras pruebas además de las mencionadas en los vers. 23-27. Todas eran inherentes a la obra de su vida dedicada a las iglesias.

Preocupación. Gr. mérimna, "ansiedad", "cuidado anheloso" (cf. com. Mat. 6:25). 

Pablo se refiere a los problemas que surgían constantemente y parecían ocuparle tanto tiempo; por ejemplo, la redacción de sus epístolas, dar consejos personales a almas abrumadas de pecado, responder preguntas doctrinales que era necesario aclarar, sus frecuentes encuentros con los dirigentes de las iglesias y sus constantes esfuerzos para reanimar a las iglesias y a sus miembros.

29. ¿Quién enferma? Más literal es la siguiente traducción: "¿Quién desfallece?" (BJ, BC, NC). Pablo procuraba ser todo "a todos" (1 Cor. 9:22). El verdadero cristiano no hará gala de una fuerza superior para impresionar a los débiles. Los que conocen bien su propia debilidad buscan el consejo de los que no sólo poseen fuerza espiritual, sino que saben usarla con ternura y comprensión.

Pablo, que conocía cuánto se le había perdonado, que comprendía su propia debilidad, sabía cómo perdonar y ser paciente con las debilidades de otros. Era capaz de compartir los temores y los fracasos, las pruebas y las debilidades de sus prójimos con verdadera comprensión. Su excelente fortaleza espiritual se expresaba en una notable amabilidad.

No Hay Nada Que Tienda A Desanimar A Otros Como Cuando Sus Dificultades Son Tratadas Con Frialdad, Dureza Y Dogmatismo.

Se le hace tropezar. Es decir, para pecar o desanimarse (ver com. Mat. 5:29).

¿Y yo no me indigno? "Sin que yo me abrase?" (BJ);

 "¿que yo no me abrase?" (BC, NC).

30. Si es necesario gloriarse. O "Jactarse". Cuán diferente es Pablo de sus agresivos adversarios, que se daban autoridad a sí mismos, que se ensalzaban a expensas de otros.

Debilidad. No de carácter sino la debilidad causada en su cuerpo por el incesante trabajo, los sufrimientos de los vers. 23-28 (cf. cap. 12:9).

31. Dios y Padre. No se trata de dos seres, sino de uno, Dios el Padre. Pablo solemnemente pronuncia un juramento.

Bendito por los siglos. Ver com. Rom. 9:5.

No miento. Este solemnísimo juramento es algo singular en los escritos de Pablo. Otras veces presenta vigorosas afirmaciones (Rom. 1:9; Gál. 1:20; 1 Tes. 2:5), pero ninguno de esos casos puede compararse con el de este versículo en fuerza, solemnidad, expresión y exhortación.

No es claro si Pablo se refiere a lo que precede -a su firme propósito de restringir su gloriarse a su "debilidad"-, o a lo que sigue, ya sea al episodio en Damasco, o la primera parte del cap. 12, acerca de las revelaciones divinas que recibió. Quizá se refiere a ambas cosas: a lo que precede y a lo que sigue. Sin duda se daba cuenta de que por lo menos algunos dudarían de la sinceridad de su afirmación.

32. Gobernador. Gr. ethnárj's, "gobernante del pueblo". "Etnarca" (NC).

Aretas. Rey de Nabatea (ver t. V, mapas frente a las pp. 289, 353, también 41 y 66) o Aretas IV (9-40 d. C.). La hija de Aretas IV se casó con Herodes Antipas quien la repudió para casarse con Herodías (Mat. 14:3-4).

En venganza, Aretas ocupó algunos territorios pertenecientes a Antipas al este del río Jordán. Antipas pidió ayuda al emperador Tiberio, quien mandó al gobernador de Siria que peleara contra Aretas, pero antes de que pudiera hacer esa campaña, Tiberio murió y no hubo guerra.

Aretas parece haber tenido buenas relaciones con el emperador Calígula, quien se supone le dio el control de la ciudad de Damasco. El rey Aretas IV de Nabatea sin duda ejerció el control, por medio de un gobernador, entre la muerte de Tiberio (37 d. C.) y su propia muerte (40 d. C). Ver com. Hech. 9:24. En cuanto a la incidencia 915 de la información del vers. 32 sobre la cronología de la vida de Pablo, ver p. 100.

Para prenderme. Es decir, por instigación de los judíos (Hech. 9:23-25; ver com. 2 Cor. 11:26).

33. Canasto. Gr. sargán', soga trenzada, canasto hecho de soga trenzada. "Espuerta" (BJ, BC, NC). Ver com. Hech. 9:24-25.

Por una ventana. Compárese con Jos. 2:15; 1 Sam. 19:11-12. Es evidente que la casa estaba encima del muro y tenía una ventana o abertura que daba al exterior. (6CBA).

COMENTARIOS DE EGW

2. CS 431. En la Biblia, el carácter sagrado y permanente de la relación que existe entre Cristo y su iglesia está representado por la unión del matrimonio. El Señor se ha unido con su pueblo en alianza solemne, prometiendo él ser su Dios, y el pueblo a su vez comprometiéndose a ser suyo y sólo suyo. Dios dice: "Te desposaré conmigo para siempre: sí, te desposaré conmigo en justicia, y en rectitud, y en misericordia, y en compasiones." (Oseas 2: 19, V.M.) 

Y también: "Yo soy vuestro esposo." (Jeremías 3: 14.) Y San Pablo emplea la misma figura en el Nuevo Testamento cuando dice: "Os he desposado a un marido, para presentaros como una virgen pura a Cristo." (2 Corintios 11: 2.)

5. HAp 310. En Su Esfuerzo Por Recuperar La Confianza De Sus Hermanos Gálatas, Pablo vindicó hábilmente su posición como apóstol de Cristo. Se declaró apóstol, "no de los hombres, ni por hombre, mas por Jesucristo y por Dios el Padre, que lo resucitó de los muertos." Él no había recibido su comisión de los hombres, sino de la más alta autoridad del cielo. Y su posición había sido reconocida por un concilio general en Jerusalén, cuyas decisiones Pablo había cumplido en todas sus labores entre los gentiles. A los que procuraban negar su apostolado, Pablo les presentó así pruebas de que "en nada he sido inferior a aquellos grandes apóstoles" (2 Cor. 11:5), no para exaltarse a sí mismo, 311 sino para magnificar la gracia de Dios.

        7-10. HAp 282; 12-15 HAp 282. Poco después de llegar a Corinto, Pablo encontró "a un Judío llamado Aquila, natural del Ponto, que hacía poco que había venido de Italia, y a Priscila su mujer."  Estos eran "de su oficio."  Desterrados por el decreto de Claudio, que ordenaba a todos los judíos que abandonaran Roma, Aquila y Priscila habían ido a Corinto, donde establecieron un negocio como fabricantes de tiendas.  Pablo averiguó en cuanto a ellos, 282 y al descubrir que temían a Dios y trataban de evitar las contaminadoras influencias que los rodeaban, "posó con ellos, y trabajaba.... Y disputaba en la sinagoga todos los sábados, y persuadía a Judíos y a Griegos." (Hech. 18: 2-4.) Más tarde, Silas y Timoteo se unieron a Pablo en Corinto.  Estos hermanos trajeron consigo fondos para el sostén de la obra, contribuidos por las iglesias de Macedonia.

EN SU SEGUNDA CARTA a los creyentes de Corinto, escrita después que se hubo levantado una fuerte iglesia allí, Pablo reseñó su manera de vivir entre ellos. "¿Pequé yo ­preguntó, ­ humillándome a mí mismo, para que vosotros fueseis ensalzados, porque os he predicado el evangelio de Dios de balde? He despojado las otras iglesias, recibiendo salario para ministraros a vosotros. Y estando con vosotros y teniendo necesidad, a ninguno fui carga; porque lo que me faltaba, suplieron los hermanos que vinieron de Macedonia: y en todo me guardé de seros gravoso, y me guardaré. 

Es la verdad de Cristo en mí, que esta gloria no me será cerrada en las partes de Acaya." (2 Cor. 11: 7-10.)

PABLO DICE por qué había obrado así en Corinto.  Era para no dar ocasión de crítica a "aquellos que la desean." (2 Cor. 11:12.). Mientras trabajaba haciendo tiendas, actuaba también fielmente en la proclamación del Evangelio. Declara respecto a sus labores: "Con todo esto, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, en señales, y en prodigios, y en maravillas." Y añade: "Porque ¿qué hay en que habéis sido menos que las otras iglesias, sino en que yo mismo no os he sido carga? Perdonadme esta injuria. He aquí estoy aparejado para ir a vosotros la tercera vez, y no os seré gravoso; porque no busco vuestras cosas, sino a vosotros.... De muy buena gana desprenderé y seré desprendido por vuestras almas." (2 Cor. 12: 12-15).

23-27. HAp 240. MIENTRAS BATALLABA ASÍ contra la oposición, impulsando con celo incansable la obra del Evangelio y velando por los intereses de una iglesia todavía nueva en la fe, Pablo sentía en su alma una preocupación por todas las iglesias.

LAS NOTICIAS DE QUE HABÍA APOSTASÍA en algunas de las iglesias levantadas por él, le causaban profunda tristeza. Temía que sus esfuerzos en favor de ellas pudieran resultar inútiles. Pasaba muchas noches de desvelo en oración y ferviente meditación al conocer los métodos que se empleaban para contrarrestar su trabajo. Cuando tenía oportunidad y la condición de ellas lo demandaba, escribía a las iglesias para reprenderlas, aconsejarlas, amonestarlas y animarlas.

EN ESTAS CARTAS, el apóstol no se explaya en sus propias pruebas; sin embargo, ocasionalmente se vislumbran sus labores y sufrimientos en la causa de Cristo. Por amor al Evangelio soportó azotes y prisiones, frío, hambre y sed, peligros en tierra y mar, en la ciudad y en el desierto, de sus propios compatriotas y de los paganos y los falsos hermanos. Fue difamado, maldecido, considerado como el desecho de todos, angustiado, perseguido, atribulado en todo, estuvo en peligros a toda hora, siempre entregado a la muerte por causa de Jesús.

En medio de la constante tempestad de oposición, el clamor de los enemigos y la deserción de los amigos, el intrépido apóstol casi se descorazonaba. Pero miraba hacia atrás al Calvario, y con nuevo ardor se empeñaba en extender el conocimiento del Crucificado. No estaba sino hollando la senda manchada de sangre que Cristo había hollado antes. No quería desistir de la guerra hasta que pudiera arrojar su armadura a los pies de su Redentor. 241

25. HAp 459. A MEDIDA que los que han gastado su vida en el servicio de Cristo se acercan al fin de su ministerio terrenal, serán impresionados por el Espíritu Santo a recordar los incidentes por los cuales han pasado en relación con la obra de Dios. El relato de 459 su maravilloso trato con su pueblo, su gran bondad al librarlos de las pruebas, debe repetirse a los que son nuevos en la fe. Dios desea que los obreros ancianos y probados ocupen su lugar y hagan su parte para impedir que los hombres y mujeres sean arrastrados hacia abajo por la poderosa corriente del mal; desea que tengan puesta su armadura hasta que él les mande deponerla.

En la experiencia que adquirió el apóstol Juan bajo la persecución, hay una lección de maravilloso poder y ánimo para el cristiano. Dios no impide las conspiraciones de los hombres perversos, sino que hace que sus ardides obren para bien a los que en la prueba y el conflicto mantienen su fe y lealtad. A menudo los obreros evangélicos realizan su trabajo en medio de tormentas y persecución, amarga oposición e injusto oprobio.

En momentos tales recuerden que la experiencia que se adquiere en el horno de la prueba y aflicción vale todo el dolor que costó.

Así Dios acerca a sus hijos a sí mismo, para poder mostrarles sus debilidades en contraste con su fortaleza. Les enseña a apoyarse en él. Así los prepara para afrontar emergencias, para ocupar puestos de confianza, y para cumplir el gran propósito para el cual les concedió sus poderes.

En todos los tiempos los testigos señalados por Dios se han expuesto al vituperio y la persecución por amor a la verdad.

José fue calumniado y perseguido porque mantuvo su virtud e integridad. David, el mensajero escogido de Dios, fue perseguido por sus enemigos como una fiera. Daniel fue echado al foso de los leones porque se mantuvo fiel al cielo. Job fue privado de sus posesiones terrenales y estuvo tan enfermo que le aborrecieron sus parientes y amigos; pero aun así mantuvo su integridad. Jeremías no pudo ser disuadido de decir las palabras que Dios le había ordenado hablar; y su testimonio enfureció tanto al rey y a los príncipes que le echaron en una inmunda mazmorra. Esteban fue apedreado porque predicó a Cristo y su crucifixión. Pablo fue encarcelado, azotado con varas, apedreado y finalmente muerto porque fue un fiel mensajero 460 de Dios a los gentiles. Y Juan fue desterrado a la isla de Patmos "por la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo."

Estos ejemplos de constancia humana atestiguan la fidelidad de las promesas de Dios, su constante presencia y su gracia sostenedora. Testificaron del poder de la fe para resistir a las potestades del mundo.

ES OBRA DE LA FE confiar en Dios en la hora más obscura, y sentir, a pesar de ser duramente probados y azotados por la tempestad, que nuestro Padre empuña el timón. Sólo el ojo de la fe puede ver más allá de las cosas presentes para estimar correctamente el valor de las riquezas eternas.

Jesús no presentó a sus seguidores la esperanza de alcanzar gloria y riquezas terrenas ni de vivir una vida libre de pruebas. Al contrario, los llamó a seguirle en el camino de la abnegación y el vituperio. El que vino para redimir al mundo fue resistido por las fuerzas unidas del mal.

En confederación despiadada, los hombres malos y los ángeles caídos se opusieron al Príncipe de Paz. Todas las palabras y los hechos de él revelaron divina compasión, y su diferencia del mundo provocó la más amarga hostilidad.

Así será con todos los que deseen vivir píamente en Cristo Jesús. Persecuciones y vituperios esperan a todos los que estén dominados por el espíritu de Cristo.

El carácter de la persecución cambia con los tiempos, pero el principio -el espíritu que la fomenta- es el mismo que siempre mató a los escogidos del Señor desde los días de Abel.

En todas las épocas Satanás persiguió al pueblo de Dios. Torturó a sus hijos y los entregó a muerte, pero en su muerte llegaron a ser vencedores. Testificaron del poder de Uno que es más fuerte que Satanás. Hombres perversos pueden torturar y matar el cuerpo, pero no pueden destruir la vida que está escondida con Cristo en Dios. Pueden encerrar a hombres y mujeres dentro de las paredes de una cárcel, pero no pueden amarrar el espíritu.

En medio de la prueba y la persecución, la gloria -el carácter- de Dios se revela en sus escogidos. Los creyentes en 461 Cristo, odiados y perseguidos por el mundo, son educados y disciplinados en la escuela del Señor.

En la tierra andan por caminos angostos; son purificados en el horno de la aflicción. Siguen a Cristo en medio de penosos conflictos; soportan la abnegación y experimentan amargos chascos; pero así aprenden lo que es la culpa y miseria del pecado, y llegan a mirarlo con aborrecimiento. Al ser participantes de los sufrimientos de Cristo, pueden ver la gloria más allá de las tinieblas, y dirán: "Porque tengo por cierto que lo que en este tiempo se padece, no es de comparar con la gloria venidera que en nosotros ha de ser manifestada." (Rom. 8: 18.)  462

28. HAp 260. DESDE ÉFESO, PABLO EMPRENDIÓ OTRA GIRA MISIONERA, durante la cual esperaba visitar una vez más los escenarios de sus anteriores labores en Europa. Deteniéndose por un tiempo en Troas, para predicar "el evangelio de Cristo," encontró algunos que estaban dispuestos a escuchar su mensaje.

"Me fue abierta puerta en el Señor," declaró más tarde respecto a sus labores en ese lugar. Pero a pesar del éxito de sus esfuerzos en Troas, no podía permanecer mucho tiempo allí. "La solicitud de todas las iglesias," y particularmente de la iglesia de Corinto, pesaba sobre su corazón.

HABÍA ESPERADO ENCONTRARSE CON TITO EN TROAS, y enterarse por él de cómo habían sido recibidas las palabras de consejo y reprensión enviadas a los hermanos corintios; pero se chasqueó. "No tuve reposo en mi espíritu -escribió concerniente a este incidente,­ por no haber hallado a Tito, mi hermano." Partió de Troas, y cruzó a Macedonia, donde, en la ciudad de Filipos, encontró a Timoteo.

DURANTE ESTE TIEMPO DE ANSIEDAD concerniente a la iglesia de Corinto, Pablo esperaba lo mejor; sin embargo, a veces se le llenaba el alma de sentimientos de profunda tristeza, por temor a que sus consejos y amonestaciones fuesen mal comprendidos.

"NINGÚN REPOSO tuvo nuestra carne ­escribió más tarde;­ antes, en todo fuimos atribulados: de fuera, cuestiones; de dentro, temores. Mas Dios, que consuela a los humildes, nos consoló con la venida de Tito." Este fiel mensajero le trajo las alegres nuevas de que se había realizado un maravilloso cambio entre los creyentes corintios. Muchos habían aceptado la instrucción de la carta de 261 Pablo, y se habían arrepentido de sus pecados. La vida que ahora llevaban no era ya un oprobio para el cristianismo, sino que ejercía una poderosa influencia en favor de la piedad práctica.

LLENO DE GOZO, EL APÓSTOL ENVIÓ OTRA CARTA A LOS CREYENTES CORINTIOS, expresando la alegría de su corazón por la buena obra realizada entre ellos: "Porque aunque os contristé por la carta, no me arrepiento, bien que me arrepentí." Cuando estaba torturado por el temor de que sus palabras fueran despreciadas, había lamentado a veces haber escrito tan decidida y severamente. "Ahora me gozo ­continuó,­ no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte. Porque el dolor que es según Dios, obra arrepentimiento saludable, de que no hay que arrepentirse."

Ese arrepentimiento producido por la influencia de la gracia divina en el corazón, induce a la confesión y al abandono del pecado. Tales fueron los primeros frutos que el apóstol declaró que se habían visto en la vida de los creyentes corintios. "¡Cuánta solicitud ha obrado en vosotros, y aun defensa, y aun enojo, y aun temor, y aun gran deseo, y aun celo!"

Ministerio Hno. Pio 



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